9. Posibilidades

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Aidan volvió a su escuela al día siguiente, como si nada hubiera pasado, fue entonces que supo, gracias a la mirada de Valerio, que ahora nada volvería a ser lo mismo. Lo más llamativo de todo el asunto es que Roxelana repentinamente ya no estaba tan apegada a él como lo estuvo anteriormente, tampoco hacía comentarios extraños o empujaba el rostro de Aidan a su enorme escoté, debía admitir que eso le pareció algo agradable no estar preocupado por ser atrapado entre las manos de la altísima muchacha.
El chico iba caminando tranquilamente hacía su salón de clases, cuando, sin previo aviso, unas manos delgadas lo tomaron del brazo, Aidan rápidamente retrocedió e intento apartarse de quién fuera que estuviera sujetándolo, pero el agarré era firme y fuerte, nada proporcional al tamaño de las diminutas manos.

— Tranquilo, soy yo — la voz de Tyline hizo a Aidan relajarse, estaba a punto de tener un ataque de pánico o lo que fuera debido al temor de ser sujetado en contra de su voluntad de nuevo, aún así le parecía asombroso que alguien tan pequeña como Tyline fuera tan fuerte. La chica se aferró a él, parecía saber la clase se emociones y pensamientos que solo un toque podía generar en una persona como Aidan — Hola, ¿Cómo te sientes? — pregunto Tyline, colocándose al lado de Aidan, sin soltarlo.

Aidan intentó sonreír, pero nuevamente sus músculos faciales se detuvieron en un punto de sus labios, impidiendo así que siquiera pudiera curvarlos en una mueca.
Tyline, lejos de observarlo con preocupación o al menos algo alterada por la mueca de Aidan, siguió actuando como si nada, quizás porque en el grupo de apoyo para personas abusadas aquella incapacidad para sonreír era normal, Aidan decidió mejor hablar, cuando se dio cuenta que por más que intentará no podría sonreír, ni siquiera hacer una mueca remotamente similar a una sonrisa

— Me siento bien.

— No, no te sientes bien — respondió Tyline sonriendo —, no finjas que lo estás, créeme, por más que te mientas a tí mismo tú realidad no cambiará, tú mentira no se hará realidad.

Aidan quedó en silencio, ¿Acaso había leído sus pensamientos? Al principio, cuando Aidan supo lo que había sucedido se propuso a fingir que nada había sucedido, pero ese plan fue abandonado por completo cuando las inminentes pesadillas, sensaciones extrañas y todo lo que conlleva tener lagunas mentales se hicieron presentes.
Ambos entraron al salón, que sorprendentemente estaba vacío, sin ningún habitante en su interior, nada más que un chico durmiendo en una de las esquinas del salón, era raro, ya que la clase se suponía que ya había iniciado.

— Descuida, a lo mejor el profesor se enfermó y todos están descansando, y pasando el rato.

Aidan estuvo conforme con la explicación de Tyline, de todas formas, ella llevaba en la escuela más tiempo que él. Ambos se sentaron en un lugar vacío al fondo del salón.

Valerio entro en el salón poco después y sin siquiera saludar dijo:

— Con que...¿Fuiste violado?

— ¡Valerio! — lo reprendió Tyline indignada.

— ¿Qué? ¡Sólo fue una pregunta! — se defendió Valerio restándole importancia al asunto.

— ¡Eso no se pregunta!

— ¡Pero tú lo dijiste sin ningún problema!

— ¡No todos reaccionamos igual!

Aidan apretó los labios, sintiéndose imponente, no porque la pregunta de Valerio le molestará, al contrario, realmente quisiera contarle al respecto, el problema era que ni él mismo lo sabía, Aidan no lo recordaba. Cada vez que intentaba hacerlo lo único que obtenía eran manchas borrosas y sombras sin sentido. Pero Valerio tenía razón, tarde o temprano Aidan tendría que hablar, contar su experiencia y para eso primero debía recordar.

Después de clases Aidan se dispuso una meta: recordar.


"Vamos, Aidan, tú puedes" se dijo así mismo, cerrando los ojos e intentado recordar. Sus párpados cerrados empezaron a temblar, Aidan apretó con fuerza los ojos, no los quería abrir, no al menos hasta que logrará recordar algo, lo que fuera. En la oscuridad de su mente, poco a poco una imagen se hizo nítida, era naranja y roja, se movía de forma danzante, "Una fogata" pensó y cuando menos se dio cuenta la música inundó sus oídos, las cuerdas de guitarra eran cada vez más fuertes, las voces tanto femeninas como masculinas, algunas cantando, otras charlando, algunas angelicales, otras...muy desafinadas. El cielo estaba lleno de estrellas y la Luna brillaba en su máxima gloria en medio del prado del bosque. Todo era tan hermoso, tan tranquilo y pacífico.

Parece que estuviéramos en la Luna, observando hacía la tierra — Aidan se giró para observar a Haza, su gemela, que pacíficamente miraba la luna.

Aidan observó el fuego consumir la madera frente a él, mientras todos sonreían animados y cantaban frente a la fogata.

Si cada hombre dice que puedo...

— Si cada hombre es verdadero

— Creo en el cielo arriba...

— Es azul Caribe.

Cantaban, haciendo la melodía de la canción con sus propias voces o con los acordes de la guitarra. Aidan se escuchaba así mismo hablando, pero no sentía que moviera sus labios, una sensación de felicidad lo colmo, tanto que Aidan no pudo evitar llorar, más cuando vio a su hermana, a su querida Katherina, pasar frente a la fogata para sentarse al lado de Haza, que estaba a unos dos grupos de distancia. Ella estaba allí, Katherina estaba allí, con una sonrisa, sus mejillas llenas de vida, estaba allí, ¡Por, Dios, Katherina estaba viva! ¡Se movía y hablaba! ¡Respiraba y observaba todo con asombro, y tranquilidad.

Hasta que...

¡Boom!

El sonido de un arma siendo disparada hizo que aquella calidez que Aidan sintió desapareciera por completo, sintiendo en su lugar un enorme vacío, como si un agujero negro se hubiera creado de la nada en su estómago y estuviera absorbiendo sus órganos.

Descuiden, niños — hablo un consejero principal —. Es zona de caza, aunque no podrán dañarnos, hay una cerca que nos mantiene a salvo, primeramente Dios, claro.

Todos parecieron aliviados por tal explicación o así fue hasta que una de las enfermeras del grupo Alfa Orión se levantó y con mirada asustadiza dijo las palabras que iniciaron la pesadilla.

Pero...no es temporada de caza.

Todos se alarmaron, más cuando nuevos disparos se escucharon. Rápidamente los consejeros tomaron a los niños y jóvenes haciéndolos correr dentro del enorme edificio en donde se reunían para hacer las alabanzas y para la investidura. Aidan se estremeció y abrió los ojos al ver como una bala atravesaba la cabeza de un niño de cuatro años.
Aidan calló al suelo hiperventilando y sudado frío, Aidan se cubrió la cabeza, escuchando los disparos sobre él, las lágrimas caían en descontrol, el asustadizo joven abrió los ojos de par en par al ver unas botas frente a él, poco a poco subió la vista y se encontró con su peor pesadilla hecha carne...

Günther.

¿Me extrañaste, mi niño?

Prontamente el chico intentó ponerse de pie, pero sin darse cuenta lo único que veía era los ojos de Günther observándolo con perversidad, poco a poco esos ojos se volvieron blancos y la boca del muchacho se abrió soltando un gran gemido de placer, Aidan no entendía nada, no lo hacía, pero de la nada, un dolor abismal golpeó todo su cuerpo, haciéndolo casi caer de nuevo, pronto las arcadas lo estaban incentivando a vomitar y la inconsciencia empezaba a llamarlo.

¡Por favor! ¡Duele! ¡Duele! ¡Mucho! — se escuchaba así mismo decir, pero no sentían su boca abrirse.

Fue entonces cuando se dio cuenta.

Lo estaban violando.

Las penetraciones se hicieron cada vez más dolorosas, tanto que Aidan pensó que su cadera iba a romperse.

1...2...3... estocada.

4...5...6...7... Estocada.

Aidan apretó los dientes llorando y cerró los ojos del dolor. Sentía que iba a morir. Era como si una lanza lo estuviera penetrando. Era insoportable y doloroso.
En medio de todo el dolor Aidan pudo pensar en una cosa: "Me quiero ir, por favor, déjenme ir" era mejor la muerte que cualquier cosa en dicha situación, porque si moría ya no tendría que sufrir más.

Ya no habría más dolor.

Sólo esperar hasta la resurrección.

— Debes tener más cuidado, Aidan — el doctor Stilinski le dió un vaso de agua al joven muchacho frente a él, muchacho con el rostro cansado y pálido, cubierto de sudor y lágrimas —. Estás sobrecargando tú mente, eso no es sano, no puedes forzar tus recuerdos.

— Lo sé — aceptó Aidan frustrado.

— No te desanimes, amigo — rogó el doctor Stilinski —. Con la terapia adecuada, recordarás todo lo necesario que tú mente ha borrado.

— ¿Crees que me hayan forzado más de una vez? — preguntó Aidan con la mirada perdida, observando el cielo blanco por la ventana.

Sabía que ese "recuerdo" no era del todo correcto, Haza y él nunca cantaron, Katherina no estaba contenta frente a la fogata, él ni siquiera estaba con sus hermanas en el momento del atentado, Aidan se encontraba con otro grupo de jóvenes charlando animadamente y dejando que escribieran sus números de teléfono en sus brazos, pero se veía tan real, debía ser un recuerdo, Aidan tenía la sensación de que eso realmente había pasado, si no fue en el campamento, debió haber sido...

El silencio reino de nuevo, roto únicamente por el sonido de Aidan bebiendo del vaso de agua.

— Quizás...— el doctor Stilinski miró la ventana en la misma dirección que Aidan, luego, poniéndose de pie tomó al chico de la barbilla e hizo que lo observará —. Mira niño, es una gran posibilidad aquello que estás pensando, no quiero mentirte, pero...— el doctor Stilinski, al mirar a los hermosos ojos claros del muchacho se preguntó: ¿Cómo alguien podría hacerle daño a un chico tan puro e inocente?; pero el mismo doctor se dio la respuesta; solo un demonio le haría tal mal a alguien como Aidan, alguien que había sido protegido desde el útero, para vivir en una burbuja de pureza e inocencia, un niño dedicado a Dios desde antes de nacer —. Es una gran posibilidad.

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