Tinanic

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El día a día de Günther Vodja se resumía en una serie de pensamientos y deseos incontrolables, dicho deseo tenía dueño, con nombre y apellido, también poseía un apetito tan voraz que si no fuera por su gracia y risa natural sumado a los deseos infantiles de saltar cual cabra libre en abrevadero seguramente seria igual o más gordo que su melliza. Aidan Fierro Morales tenía bajo un perverso e infantil hechizo a su ricachón vecino varios años mayor, vecino que colmaba a la criatura de regalos, deliciosa comida y se encargaba de mantener un buen flujo de ingresos a sus arruinados padres, todo con tal de asegurar que su pequeño amante creciera en un entorno protegido, sano y salvo, feliz y lleno de recuerdos agradables, Günther deseaba crear un entorno en donde Aidan viviera feliz e ignorante de los males del mundo exterior, aquella inocencia debía ser preservada a toda costa, si la llegaba a perder, lo perdería a él y Günther rehusaba a perder aquello que tan locamente lo tenía enamorado.

Günther y Aidan se habían enamorado simultáneamente de una forma tan pasional, y alegre que solo el primer amor puede otorgar — aunque el más joven todavía estaba a la espera de un nuevo par de dientes frontales —. El chico de ojos azules oscuros cual firmamento en el ocaso estaba desesperado, el niño insistía en fingir demencia y no hacerse cargo del amor que cruelmente había despertado, se habían enamorado de una forma tan simultanea como desesperada, pero el pequeño dueño de un par de zafiros ni siquiera parecía importarle <<Es una especie de juego>> razonaba el rubio, un juego donde su amante se aferraba con tal fervor a su papel de "virgencito inocente" que se negaba en aceptar lo que ya habían hecho y como su amor quedo sellado en besos, y algo más. En un primer instante el miedo de haber decepcionado a su pequeño invadió cada pensamiento de su brillante pero maniaca mente, ¿Y si no le impresiono el tamaño de su intimidad? ¿Y si los besos no le gustaron? ¿Y si las caricias fueron demasiado bruscas? ¿Confeso su amor y devoción al niño demasiado rápido? Fueron noches en vela en las que Günther se pregunto por qué su pequeño se negaba a aceptar el acto ya consumido, cada vez que intentaba hablar del tema con él su pequeño amante lo miraba extrañado, con un gesto de confusión tan adorable como intrigante, realmente parecía no saber de lo que el rubio estaba hablando. Con el tiempo lo atribuyo a la vergüenza, tal vez su pequeño no quería aceptar que su cuerpo ya no era puro, si no que sus pétalos ahora eran posesión de su vecino y amante, le daría tiempo para procesar su "perdida". Los pertenecientes a religiones inmundas lejanas a la verdad siempre daban mucho énfasis en la "pureza sexual", cuando el sexo era algo natural, un placer que no debía serle negado a nadie, algo que debería ser practicado desde el inicio de la madurez y disfrutarse siempre que fuera posible, si bien Aidan todavía no estaba cerca de la madurez una enseñanza precoz lo ayudaría a desarrollar su sexualidad con mayor libertad.

Le daría tiempo para procesar su "perdida", pero en secreto suplicaba a sus dioses que aquél tiempo no fuera demasiado, sentía tanta desesperación por poder explorar el cálido y estrecho interior del pequeño, una desesperación que solo se podría saciar una vez se hubiera inmerso, y saturado totalmente de cada partícula del alma y el corazón del niño, reclamando así su puesto de honor en el corazón del pequeño, pero por ahora solo podría refugiarse en sus fantasías mientras esperaba el tiempo necesario para llenar el interior de su dulce efebo con su semilla para así complacer su deseos, tal y como los dioses lo dictaban. 

Por otra parte el niño — inocente a los deseos impropios que evocaba en el mayor — no sentía una necesidad de posesión como el mayor sí lo manifestaba, tampoco pensaba en empapar su minúsculo cuerpo con los besos y caricias que solo el rubio le había sabido entregar, por el mayor solo sentía una profunda admiración y deseo por jugar hasta la saciedad, le encantaba pasar las tardes jugando, corriendo por su inmenso jardín y llenarse la barriguita con la jugosa fruta del precioso jardín. Aidan era totalmente ajeno a las intenciones de aquél que consideraba su amigo. 

Ese día en especial, un caluroso domingo, Günther se encontró en una gran encrucijada: por una parte estaba más que feliz de tener a su pequeño a su lado, por otra él no venía solo en el paquete, era una horrible promoción "¡Compra 1, lleva 3!" sonaba tentador, pero no lo era, el rubio no sabía qué hacer o cómo deshacerse de los otros dos; Katherina golpeo con fuerza la espalda de su hermanita menor haciéndola expulsar de una sola tos la gran cantidad de agua que se había colado ágilmente entre su garganta. La niña tosió un poco más, bajo la atenta mirada angustiante de su mellizo y la mirada llena de asco del dueño de la piscina.

— ¿Mejor? — pregunto la adolescente preocupada tomando a su hermana entre los brazos, en respuesta la cachetona criatura levanto el pulgar, todavía pálida por la falta de aire y jadeando con pequeños chorros de agua todavía saliendo de su boca — ¡Te dije que te quedarás en la orilla! — tres palmadas más con la mano abierta y finalmente el agua se digno a salir del cuerpo de la regordeta infante que solo podía pensar en el ardor que el agua con cloro había dejado en su garganta, le dio otra palmada con toda la fuerza que tenía, más por despecho que por ayudarla a respirar.

Katherina paso un rato más dando masajes en la espalda de Haza, deteniéndose para darle otras palmadas menos fuertes que las anteriores, buscando sacar todo vestigio de agua de piscina del cuerpo de la niña, su mellizo y compañero de matriz suspiro exhausto, y asustado, disimuladamente se hecho agua en la cara para dispersar así las lagrimas de miedo el cual sintió al pensar que su amiga desde antes de nacer se iría con Dios antes de tiempo, todavía temblando por el miedo se aferro al cuello del rubio que lo cargaba en brazos, intentando calmarse y olvidar su angustia. Günther por el contrario no podía dejar de pensar en la saliva de la niña que de seguro había contaminado el agua de su piscina, deseaba correr en busca de un empleado que purificara el agua, pero era mayor su preocupación por lo que pensarían sus suegros, dos de sus hijos estuvieron a punto de perecer en su propiedad o de terminar heridos, su único hijo varón por la "caída" y ahora la niña que emanaba seriedad, y amargura casi muere ahogada en su piscina, todo por que él estaba demasiado ocupado jugando con su tierno amante y Katherina estaba demasiado ocupada intentando llamar su atención como para notar a la niña que pataleaba luchando por su vida, ni siquiera la habrían notado si no fuera por su pequeño que noto el bulto de carne con un traje de baño de princesas hundiéndose en la densidad del agua. 

Aidan ahogo un sollozo en el cuello de su perverso vecino cuya erección por la juguetona actitud del niño desapareció en cuanto la pequeña ballena comenzó a ahogarse, en un principio Haza le había resultado pobremente adorable, pero ahora la niña se abría paso con ferocidad en su lista negra, siempre estaba ahí, era una como una pulga pegada, una mancha difícil de sacar, aunque quisiera pasar un rato, aunque fuera unos segundos a solas con su pequeño, unos segundos para saborear el jugoso néctar que desprendían sus labios rosas ella no lo dejaba solo, era como una sombra, lo seguía a todas partes, entendía que la razón de su acoso era que la niña no tenía amigos, pero le fastidiaba no poder pasar tiempo con su futuro marido sin ella ahí, haciendo comentarios indiscretos y sin importancia, moviendo su petulante boca mientras soltaba datos científicos al azar, creyéndose muy lista aunque en realidad solo fanfarroneaba cosas sin importancia. Cuando su pequeño y él se casaran legal, y religiosamente — como dictaban sus creencias — se aseguraría de no tener que ver a esa vaca gorda nomás de unos cuantos días al año, quizás cumpleaños y uno que otro día festivo, el resto del año tendría a su esposo a su total disposición. Esposo. Marido. Amante. ¡Cuanto Günther no adoraba esas palabras! Ansiaba poder llamar pronto a aquél niño en sus brazos como su marido, tomarlo de la mano y salir por las calles sin temer profesar su amor por él, por un momento se imagino al niño en sus brazos con el traje rojo de matrimonio típico de la familia Vodja, le quedaba gigantesco, pero para cuando pudieran casarse ya sería lo suficientemente grande como para lucirlo mejor.

Eso era algo más que le agradaba hacer: imaginar su futuro con Aidan; lo imaginaba ya adulto a su lado y aunque no podía ver su rostro sabía que era hermoso, todo en él lo era. Imaginaba rodear con sus manos aquella cintura que aunque más grande seguía siendo del niño que lo volvía loco, besar su cuello y mejillas que pese a los años seguían rojas cual manzanas, abrazarlo mientras él sostenía algo entre sus brazos, ¿Qué era eso? Era un bebé, una pequeña criatura cuya adquisición en la familia completaría sus vidas. 

Aidan tembló todavía consternado y Günther lo apretó más a su pecho, notando que aunque lo intentará no podía dejar de llorar.

— ¿Qué pasa, mi pequeño? —  arrullándolo cual tesoro en sus brazos intento calmarlo, pero al hacerlo un interruptor se encendió en su joven amante provocando que comenzará a llorar cual viuda desamparada.

— ¡CASI ME QUEDO SIN CLON! — grito tan fuerte y tan cerca de su oído que el mayor tuvo que apoyarse contra el borde de la piscina para no caerse o dejar caer al niño.

<<Pequeño hechicero, ¿Qué clase de embrujo me has lanzado? ¿Cómo es que incluso llorando posees tal belleza como para no querer dejarte nunca? Siempre estaré aquí para ti, no temas amor mío, nunca te dejaré, siempre estaré contigo, siempre. No necesitas a nadie, ni a tus padres, a Katy, Ada o a esa vaca gorda, me tienes a mí, eso es más que suficiente, por favor, aceptame, ámame, se mío, te haré la persona feliz de la tierra, solo debes aceptarme y tendrás esa felicidad>>

Su cuerpo frágil, su ternura, su torpeza crónica que lo hacía caerse cada dos por tres. Todo en él lo enfermaba de amor, una aberración mal interpretada era todo lo que sentía aquél distinguido y rubio muchacho podía sentir por la pequeña criatura efebica.

Arrulló por unos minutos más a al perverso y encantador efebo, deposito un beso en su frente y se encontró con la mirada color avellana de Katherina, que sostenía con menor cuidado y menos cariño a la contraparte femenina, y menos bonita del brujo que había hechizado su mundo. Temió que la chica malinterpretara aquél inocente beso, pero ella solo sonrío en cuanto sus miradas se cruzaron, totalmente ajena a los pensamientos del gentil vecino. 

Una parte de él quería expulsar a ambas féminas de su hogar para quedarse a solas con su pequeño, no para juntar sus cuerpos y explorar como la primera vez su cuerpo, sino para consentirlo, darle cubitos de gelatina hasta la saciedad, ver juntos una película, y quedarse dormido con su mancebo de oscuros cabellos a su lado, pero no existía manera cortes de decirle a ambas jovenzuelas gentilmente que se fueran a la mierda, al menos no sin que sus suegros se enfadasen.

Tratando de calmar las aguas el rubio fue en busca de unos enormes duraznos y moras que entrego a las similares pero tan crónicamente diferentes infantes, coloco una sabana y unas almohadas en el césped, y sentó a los mellizos allí, lejos del agua, lejos de morir ahogados, regreso poco después a la piscina dispuesto a todo para que aquél incidente no fuera conocido.

— Ahora sí que tus padres no me permitirán volver a tenerlos aquí — Günther apoyo su cabeza entre sus brazos, con el agua relajando sus músculos, le parecía bastante bonito ver como su pequeño luchaba para devorar el durazno sin sus dientes frontales.

— Desearía decir que no, pero papá es muy sobreprotector, sobre todo con Ady, ya sabes, el único macho en una casa llena de hembras, por lógica sería el favorito — Katherina sabía que Günther tenía el derecho (y posiblemente el deber) de casarse con alguna bruja extrajera supermodelo cuyo embarazo no sería notorio ni en mil años, tal vez alguna millonaria sedienta de más prestigio, sabía que tenía pocas oportunidades, pero si algo había aprendido de los Kdramas y películas era que soñar no costaba nada, no era un delito soñar y cada vez que Katherina contemplaba la enorme casa amarilla, la brillante sonrisa, aquella mirada de color tan peculiar y escuchaba su exuberante voz no podía evitar soñar que tal vez, con mucho ayuno, oración y un poco de manipulación ella podría ser la mujer que pasará los días a su lado, y solo tal vez podría llegar a ser algo más —. Oye, no es tu culpa que Haza sea tan desobediente — la chica maldijo mentalmente a su hermana por no obedecer y quedarse cerca de alguna pared, la mirada triste en los ojos de Günther la destrozaba, desde que lo conoció él no había sido más que amable, un poco tímido, pero sin duda el rubio solo tenía gentileza que ofrecer a su familia, no podía permitir que sus hermanitos pequeños arruinaran lo único bueno que tenía en su caótica vida y la única oportunidad de cortar lazos con su madre sin sentirse culpable.

— Lo sé, pero...no puedo evitar sentirme mal — al parecer uno de superpoderes de los "gemelos fantásticos" Aidan y Haza era ser catastróficamente torpes. Günther había sido testigo de la habilidad de Aidan de caerse tres veces en menos de un minuto y la de Haza de asfixiarse hasta con el propio aire, el rubio hizo una nota mental de acondicionar la casa para su pequeño, al menos así garantizaría un poco más su supervivencia — ¿Siempre han sido así de...?

— ¿Brutos, torpes, buscadores de problemas, amantes de dolor, tontos...? — completo la muchacha la frase —. Sip, de hecho Aidan intento suicidarse antes de nacer, verás, Haza es la gemela mayor, melliza para ser exactos, incluso en el vientre era un poco más grande que Ady y ella lo empujaba, lo empujo tanto que Aidan se canso y termino enrollándose el cordón umbilical en el cuello tratando de liberarse de ella, pero los doctores lo salvaron, aunque ni siquiera sabíamos que él venía en camino — Günther arrugo las cejas nada contento por la forma tan irrespetuosa en la que la muchacha se refería al nacimiento de su pareja, pero trato de disimularlo.

— Eso escuche, ¿Cómo es que tus padres no sabían que Aidan venía en camino?

La chica se encogió de hombros, comenzando a cansarse de hablar siempre de su hermano menor.

— Bueno, al principio pensaron que era sola una bebé pero luego en las ecografías se vieron los dos, Aidan era muy tímido y nunca dejo ver lo que tenía, pensaron que eran niñas.

— Entiendo — el rubio bajo la cabeza listo para dar la mejor actuación de su vida, las visitas de su pequeño dependían de ello —, desearía que pudieran volver, pero supongo que tus padres no lo permitirán, ¿verdad? — aquellos ojos de cachorro rompieron el corazón de la joven.

— Bueno...tal vez si le cuento solo a mamá ella nos permitirá venir — una pequeña sonrisa se formo en los labios del rubio, tomando la mano de la chica.

— Gracias, Katy Kat, acabas de salvarme una gran angustia — aunque llevaban ya un buen tiempo en el agua las manos de Günther eran cálidas, Katherina paso saliva, no le diría nada a sus padres, no era justo castigar a alguien tan bondadoso como Günther por las nimiedades de sus hermanos.

— ¡Vamos a jugar! — el niño salto directamente al agua, sin importarle si caía encima de Günther o de Kat.

— ¿Ya acabaste de comer? — el niño asomo su cabeza entre el agua negando.

— Me canse de intentarlo — comento señalando el durazno medio mordisqueado que había dejado en la sabana — ¡Odio no tener dientes!

— Ya crecerán, no seas dramático — lo reprendió Kat.

— ¿Y a qué quieres jugar?

— Cualquier cosa que no sean sirenas y tiburones — desde la sabana Haza le saco la lengua a su hermano —, perdoname Haza pero odio siempre ser un tiburón.

— ¿Por qué? ¿Quieres ser sirena? — dijo la castaña en tono burlón.

— Obvio no, yo quiero ser un cangrejo mafioso como Sebastián.

— ¿Desde cuando Sebastián es mafioso? — preguntaron los dos adolescentes intrigados por las conclusiones del niño.

— Desde que lo digo yo — respondió el pequeño —. No se me ocurre a qué más podemos jugar — Aidan comenzó a dar círculos en el agua, le gustaba como su traje de baño de inflaba, lo hacía parecer como un globo que comenzaría a flotar, Aidan quería flotar, se preguntaba qué se sentiría volar y qué tan alto tendría que volar para llegar al cielo visitar a Jesús. El niño hizo memoria de todas las películas con agua que había visto, para ver a cual podría jugar — ¿Qué tal al tinanic?

— ¿Cuál?

— Esa donde un hombre lleva de vacaciones a su familia y un vagabundo le quita a su novia deprimida — respondió el niño consternado que su hermana no recordara la película, sobre todo porque siempre decía que Rose era una estúpida por deshacerse del collar.

— Se llama Titanic, tonto — aunque deseaba estar sola con su vecino sabía que era imposible, por eso se dispuso a perder la dignidad con uno de los tantos tontos juegos de su hermano —, bien, juguemos a eso, yo seré Rose, Günther Jack, tu la puerta donde nos subimos y Haza uno de los cadáveres en el agua — el niño abrió la boca indignado.

— Ni creas que te subirás encima de mí, mastodonte— el niño rápidamente nado hasta su mejor amigo a sabiendas que lo protegería de su enorme y seguramente pesada hermana — ¡Güntty no dejes que la loca esa me aplaste!

— Aidan tiene razón, porque no dejamos que él sea Rose, después de todo la actriz tiene los ojos azules — razono el rubio.

Katherina asintió decepcionada.

— Si saben que en el Titanic más que una historia de amor hubo una historia de telol, ¿veldad?

— Callate, Haza y aprende a pronunciar mejor las Rs antes de opinar — la muchacha sentía que le saldrían canas verdes de pasar tiempo con sus hermanos, lo único bueno era ese rubio cuyo cuerpo, y rostro parecía esculpido por los ángeles —. Antes de empezar a juagar ¿Me aplicas bronceador, Güntty? No puedo ponérmelo sola — Katherina hizo un puchero tratando de lucir tierna.

— ¿Para qué quieres ponerte morena? — pregunto genuinamente confundido.

— Racista — murmuro Aidan, hundiéndose en las aguas.

— No soy racista, solo que no entiendo por qué cambiar tu color de piel natural, además, el cáncer de piel no es nada bonito — apenada Katherina se hundió en la piscina.

— Bueno, ¿Vamos a jugar o qué? — pregunto el niño enfadado.

— Adelante, juguemos — dijo Günther saltando hacía las aguas y tomando a su pequeño para lanzarlo con cariño por los cielos.

Haza se quedo sentada en la sabana, mirando a sus hermanos y vecino jugando, también quería jugar, quería ser parte de la diversión, pero sentía que ellos la apartaban, Katherina siempre estaba de mal humor y aunque Günther sonreía Haza pensaba que él no la quería, la niña se sintió triste, viendo como su mejor amigo era feliz sin ella, era de esperar, Aidan siempre hacía felices a todos, estar con él era amarlo, ella no era como él, no era sociable y se cansaba con facilidad. La niña tomo una de las moras entre sus manos y se pregunto si alguna vez alguien la querría a ella, no por ser "la hermana de..." sino por ser ella, por ser Haza. 

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