E P Í L O G O

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Entre las palabras dulces de una muy cursi canción de amor que resonaba alegremente, JiMin se miraba en el espejo y no podía entender por qué su cabello lucía como un nido de pájaros. No encontraba otra manera de peinarlo y aunque estuviera tentado a cambiarlo de color de nuevo, sabía que no podía permitirse ese lujo, mucho menos si no quería quedarse calvo. Así que suspiró y buscó entre los cajones del baño con la esperanza de que YoonGi guardara consigo cremas para el cabello.

—¿Cómo demonios le brilla tanto la cabeza? —murmuró con recelo al no encontrar productos y se decidió por tomar la secadora de pelo que estaba ahí—. Bien, habrá que poner más trabajo —suspiró y tomó su cepillo, comenzando con su labor de darle una forma coherente a su cabello.

JiMin quería culpar a su mala suerte, pero es que de hecho se sentía demasiado nervioso ahora mismo y a pesar de que no quería creerlo, vaya que lo estaba y quería gritar porque su peinado no estaba quedando como le gustaba. Ni siquiera en las citas que había tenido con YoonGi hasta el momento se había sentido así de nervioso y es que, teniendo en cuenta todo lo que había sucedido, quizás sí le daba algo de pánico imaginar lo que los amigos del hombre pudieran pensar sobre él.

En mitad de su intento escuchó su celular sonar, interrumpiendo la música. Formó una mueca con los labios al ver un número desconocido y decidió ignorarlo, regresando a lo suyo. Sin embargo, el celular volvió a sonar. Tuvo una extraña sensación ansiosa en la boca de su estómago y dejó que la llamada se colgara sola de nuevo.

Finalmente, vio la barra de notificaciones ser llenada insistentemente.


«número desconocido»

❝JiMin, soy ChanYeol, ¿dónde demonios estás?❞

❝Hace semanas que no vienes a la universidad, no me digas que en serio dejaste la carrera❞

❝Tus padres se van a decepcionar muchísimo❞

❝Por favor, contéstame❞

❝Hablemos❞

❝Podemos resolver esto, yo te ayudé a hablar con tus padres❞

❝Empecemos de cero❞


Tomó nuevamente el celular y bloqueó el número. ChanYeol siempre aparecía de nuevo para recordarle que estaba por ahí, existiendo y esperando una respuesta que JiMin no estaba dispuesto a darle.

Las cosas se habían vuelto menos caóticas desde que se dio de baja en la universidad, tenía un nuevo empleo al que aplicar y estaba tratando de rehacer su vida lejos de la toxicidad de su familia de una vez por todas, no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer por culpa de ChanYeol y aunque estaba más que seguro de eso, sin duda le producían náuseas pensar que el hombre seguía detrás de él en busca de una nueva oportunidad.

—¿JiMin?

Pegó un brinco cuando escuchó la voz de YoonGi al otro lado de la puerta y maldijo cuando el celular se resbaló de sus manos, estrellándose contra el suelo.

—¿Puedo pasar? ¿Todo bien? —asomó su cabeza al interior del baño y vio como JiMin se levantaba del suelo, viendo su celular con un puchero.

—Hiciste que soltara mi celular... —dijo como queja, acariciando el borde del aparato que se había roto.

—Oh, lo siento bebé —terminó de abrir la puerta y de entrar al baño, estaba completamente vestido a diferencia de JiMin a quien le faltaban los pantalones y la camisa. Con ojos curiosos vio el daño que había sufrido el celular del otro y frunció un poco sus labios—. Te compraré otro, ¿si? —sonrió, besando su frente.

JiMin sintió su cara ponerse caliente y desvió la mirada. De por sí ver a YoonGi en traje lo ponía nervioso, no ayudaba en absoluto que le hablara de esa manera.

—Sólo se rompió un poco... —murmuró y miró a YoonGi colocarse a su lado en la larga isla de dos lavabos, sacando una crema para peinar de los cajones que eran para él—. ¿Qué? ¿Tenías eso ahí? —el hombre lo miró con una ceja alzada.

—Sí, no lo suelo usar mucho así que está detrás de varias cosas, ¿quieres usarlo? —enarcó una ceja mientras veía la mitad del cabello despeinado de JiMin, el más joven giró los ojos con frustración y negó.

—Olvídalo, ya empecé a secarlo, debería terminarlo —murmuró como queja y dejó su celular con cuidado sobre la isla.

YoonGi miró el aparato y lo tomó para mirarlo mejor.

—Puedo conseguirte otro mucho mejor, en serio —le sonrió con cariño—. ¿Cuál quieres? Acaba de salir un IPhone muy bonito —decía mientras lo dejaba a un lado y colocaba un poco de crema en sus manos, pasándolas por su cabello para peinarlo hacia atrás.

JiMin miró al contrario con atención y se mordió el interior de la mejilla.

—Si sigues hablando así harás que te quite toda la ropa, en serio —soltó como si estuviera ofendido y el otro no pudo evitar mirarlo con confusión—. De verdad, es demasiado sexy que hables como todo un Sugar Daddy y te peines de esa manera, basta —se rió y volvió a tomar la secadora.

—Eso explica por qué estabas tan emocionado cuando pagué la deuda de la universidad —movió sus cejas y JiMin giró los ojos, de nuevo—. Si no hubiésemos hecho el acuerdo de "no tener sexo hasta estar seguros" habría hecho un desastre contigo en la cama.

—¡Min! —se quejó, su cara roja y una sonrisa que no podía ocultar en su rostro; después de todo, amaba que el hombre le hablara de esa manera y aunque el trato anteriormente mencionado ya no estuviera en vigencia, JiMin igual era demasiado sensible con respecto a ese tema. YoonGi solía decirle "eres un pequeño hornito"—. No necesito que me des una erección ahora, debo secarme el cabello.

YoonGi volvió a abrir la boca con alguna frase maliciosa preparada, pero el celular de JiMin volvió a resonar. De inmediato su dueño colgó la llamada del número desconocido y lo volvió a dejar sobre la isla, esta vez con el sonido apagado.

El pálido enarcó una ceja.

—¿Es ese idiota de nuevo? —preguntó.

JiMin suspiró.

—¿Es en serio? ¿No se cansa?

—No lo sé, de verdad estoy harto, solo espero que un día decida olvidarlo —se encogió de hombros.

—Es molesto, ya han pasado meses —se quejó—, no entiendo por qué no me has dejado hacer algo al respecto.

—Quieres involucrar a la policía y yo no necesito más drama en mi vida —le explicó con calma, el otro suspiró—. Además, un tipo que me llama cada tanto no es algo que amerite a la policía, solo se van a reír de mí —le sonrió con algo de pena.

—Pero... —ahora él tomó el celular, contestando una llamada entrante sin que JiMin pudiese detenerlo—. ¿Qué demonios quieres, animal? —contestó sonando enojado, sus cejas fruncidas mirando a alguna dirección al azar mientras JiMin le hacía señas para que le devuelva el celular—. Soy su novio, imbécil, a ver si sales de la maldita piedra en la que te metiste y te buscas una vida —gruñó, sus cejas frunciéndose cada vez más mientras oía lo que el otro le decía—. Si no cortas tu ridículo circo voy a involucrar a la policía, ¿me oyes? Tengo el suficiente poder de meterte preso si se me antoja, idiota —anunció con tanta seguridad que JiMin realmente creyó que podría hacer perfectamente el papel de un mafioso.

—¡Yoon...! —interrumpió su propia queja cuando el otro alejó el celular de su oído.

—Me colgó —aclaró con ligera sorna y le entregó el celular. JiMin tenía una mirada casi consternada en su rostro y YoonGi suspiró—. Hey, sé que nada de policía, pero él no sabe eso, mínimo que se asuste lo suficiente —JiMin formó una mueca con los labios mientras el contrario tomaba su cintura con cariño—. Por otro lado —continuó—, definitivamente te compraré un celular y un número nuevo.

—No tienes que comprarme algo como eso, yo puedo cambiar de número, no es tan caro —negó con la cabeza y YoonGi lo miró seriamente—. Tampoco tienes que malcriarme, si me quieres dar un celular nuevo, espera para navidad, faltan solo un par de semanas —habló con más calma, acercándose un paso más al contrario mientras veía su expresión relajarse lentamente y colocó ambas manos sobre los hombros de YoonGi—. Cambiando de tema, luces muy sexy defendiéndome —sonrió con ligera coquetería, mirándolo con una combinación de dulzura y sensualidad.

La expresión de YoonGi cambió totalmente, demostrándole a JiMin una vez más que el hombre no podía resistirse a sus encantos.

—¿Ah, sí? —se acercó un poco más, acariciando suavemente la cintura ajena. Una mirada filosa se reflejaba en sus ojos y una pequeña sonrisa se deslizaba entre sus comisuras—. ¿Entonces por qué no...?

El molesto sonido de una llamada entrante interrumpió a ambos y YoonGi maldijo al aire, tomando de nuevo el aparato dispuesto hasta de desearle la muerte al idiota de ChanYeol, sin embargo, su expresión se calmó en un instante y le enseñó la pantalla a su novio.

—Es SeokJin —le entregó el celular y JiMin contestó de inmediato.

YoonGi observó con atención como su novio hablaba con el hombre... ah, su novio, hacía relativamente poco que había comenzando a llamarlo de esa manera y cuando comenzó a hacerlo JiMin no dejaba de sonrojarse y de reír avergonzado. Ellos habían pasado unos cuantos meses trabajando en su relación, buscando estar lo más seguros posible de sus decisiones y del camino que iban a tomar.

Después de aquella noche tuvieron una cita, luego otra y otra, se conocieron mejor y hablaron abiertamente sobre sus sentimientos, aclararon malentendidos y se tomaron el tiempo necesario para procesar lo que estaban haciendo. Fue perfecto, todo avanzó como la primera vez y ahora que eran claros acerca de sus sentimientos, las cosas solo iban mejorando. Muchos habrían pensando que no terminarían en una situación similar, pero ellos estaban dispuestos a hacerlo mejor y la (ahora) oficial pareja podía decir con orgullo que estaban juntos.

YoonGi se encontró a sí mismo lo suficientemente distraído como para fantasear un poco y sonrió suavemente mientras veía la manera en la que el más bajito hablaba y se expresaba, la manera en la que sus ojos se movían por el lugar y en la manera en cómo se sonrojaba suavemente cuando sus ojos se encontraban.

Al principio las cosas pueden ser tensas, complicadas y los malentendidos ocurren siempre, depende de las personas afrontar los problemas y aunque se sintieron muy presionados en ocasiones, lograron resolverlo. JiMin ahora dormía en casa de YoonGi más de lo que dormía en su propia casa y esto no era sólo porque ChanYeol siguiera rondando por ahí, sino que ambos estaban demasiado cómodos viviendo con el otro que no notaban los días que pasaban.

YoonGi seguía trabajando y JiMin se encargaba de ayudarlo tanto como podía así como se concentraba en universidades que sí le llamaran la atención y entregaba curriculums por todos lados, finalmente un día logró encontrar algo que le gustara y YoonGi había logrado conseguirle una entrevista de trabajo que seguro le encantaría.

—¿Yoon? —el mencionado salió de su ensoñación.

—¿Sí? —preguntó con los ojos abiertos en curiosidad.

—SeokJin dice que en media hora deberíamos llegar al restaurante, así que si ya estás listo espérame afuera —decía dándole ligeros empujoncitos para que saliera del baño.

—Espera, espera —se soltó del agarre justo cuando cruzó la puerta y se inclinó hacia delante—. Dame un beso antes —sonrió.

JiMin viró los ojos y plantó un beso rápido en los labios del otro.

—¡Listo, vamos! —lo empujó de nuevo y aunque YoonGi quiso rechistar, aceptó y caminó hacia la sala de estar.

Su hogar había cambiado con la estadía de JiMin, un par de muebles eran nuevos y quizás habían un par de cosas que no eran de su propiedad decorando los alrededores. No se sentía extraño, todo lo contrario, más bien le parecía tierno como todo comenzaba a cambiar gradualmente.

Los minutos pasaron y ellos ya estaban de camino al restaurante entre conversaciones amenas y pequeños coqueteos cada vez que la luz cambiaba a rojo. La última vez que todos se habían reunido de esa manera ocurrió su reconciliación y JiMin no podía evitar comparar ambos momentos y pensar que seguramente todos estaban pasándola terrible en mitad de la velada por su culpa, mucho más NamJoon ya que era a él a quien le estaban festejando algo. Sin embargo, esta cena era una nueva oportunidad y les demostraría a todos que no todo lo relacionado con él termina en dramas y en discusiones, realmente quería encajar.

—Bienvenidos, ¿tienen reserva? —los atendió un hombre cuando cruzaron las puertas de cristal.

—Somos Min YoonGi y Park JiMin, venimos con el chef Kim SeokJin —aclaró YoonGi y el hombre asintió.

—Por supuesto, los llevaré a su mesa —señaló el interior del restaurante después de encontrar ambos nombres en la lista y ambos lo siguieron.

—¿Me veo bien? —preguntó JiMin en un susurro mientras se acercaban a la mesa en donde ya estaban todos reunidos, su peinado había quedado mejor, pero no estaba del todo seguro así que sus dedos ansiosos los movían de un lado a otro.

—Siempre te ves bien —respondió de inmediato, sonrojando al otro—. No sé por qué estás tan nervioso, sólo son ellos... —cuestionó en voz baja igualmente y antes de que JiMin pudiera responder, YoonGi ya se encontraba saludando a los demás—. ¡Hey! Estoy seguro de que llegamos a tiempo así que no sé por qué tienen esas caras de hambre —bromeó mientras se sentaba en su puesto.

Los demás no demoraron en responder a su comentario con chistes y mientras aquello sucedía, JiMin se encargó de sentarse al lado del hombre y de saludar a SeokJin y a el pequeño Jeongguk, así como a NamJoon una vez que este le dedicó una mirada, felicitándolo de inmediato; el reciente álbum de NamJoon había sido un éxito, sus fans más aledaños estaban encantados y los nuevos también, rompió unos cuantos récords y recibió toda la atención que se esperaría de alguien de su calibre, así que decidieron que era algo que debían festejar, esta vez sin interrupciones ni dramas de por medio. JiMin no había dejado de pensar en esa cena desde que SeokJin le comentó al respecto y por más que le costara admitirlo, se encontraba tan nervioso que estaba considerando la idea de ir a esconderse en el baño hasta que todo terminara, después de todo, había sido básicamente su culpa que la cena anterior se haya arruinado.

—Bien, ya que todos están aquí, podemos comenzar con la entrada —anunció SeokJin con una sonrisa mientras levantaba una mano, rápidamente uno de sus meseros captó la señal y fue directo a la cocina para buscar su comida.

—Te ves como un tipo rico que aplaude para que le traigan la comida —comentó YoonGi con aires de broma y el mencionado enarcó una ceja sin perder la elegancia, de hecho se sentía halagado por la comparación.

—Me encanta cuando hace eso, la verdad. Luce como un príncipe mimado —admitió NamJoon, provocando un sonrojo en las mejillas de su novio.

—¡Por favor, NamJoon! —se quejó, dándole un golpecito en el hombro y cubriendo su sonrojo con su mano—. Eres el hombre más cursi, en serio —viró los ojos, secretamente encantado y su novio lo sabía.

La comida no demoró en llegar a la gran mesa que ocupaban y JiMin quiso reír cuando le entregaron a Jeongguk un plato especial con su comida favorita, el niño definitivamente estaba siendo mimado, pero no podía culpar a SeokJin porque estaba seguro de que haría lo mismo.

—¡JiMin —él pegó un pequeño brinco sorprendido cuando escuchó su nombre y se encontró con un sonriente HoSeok mirándolo desde el otro lado de la mesa—. ¡Hola! No te saludé, lo siento, ¿cómo has estado?

—Oh —miró al hombre que dejaba frente a él el primer platillo y sonrió con nervios hacia Jung—. ¡Bien! —contestó vacilante, pero tratando de imitar el buen ánimo del otro—, creo que las cosas han ido bien, no puedo quejarme —sonrió.

—¿En serio? ¿No tienes ni una sola queja de YoonGi? Porque no te culparé si es así —bromeó, el mencionado lo miró con los ojos entrecerrados, pero no fue suficiente para hacer a su amigo callarse—. Es decir, ¿es verdad que duerme usando un calzón en la cabeza?

Bien, eso había ayudado a romper un poco el hielo.

JiMin no pudo evitar reírse al igual que todos los demás en la mesa, incluso YoonGi.

—Eso fue porque estaba borracho —mencionó—. ¿No fue la misma vez que lloraste como un bebé porque las serpientes no tienen brazos? —enarcó una ceja y todos volvieron a carcajearse.

—¿Cuándo demonios sucedió eso? —preguntó SeokJin con una risa.

—Una vez, en una de las fiestas de navidad de la empresa —explicó YoonGi mientras HoSeok vociferaba explicaciones sobre su llanto—. No sé si harán alguna este año, pero si la hacen seguro no será tan desastroso —agregó, mirando de soslayo a su novio.

—¿Y tú qué hiciste aquella vez? —SeokJin miró a su novio con una ceja alzada.

—¿Quién crees que los encerró? —mencionó orgulloso mientras tomaba un trago de su bebida.

JiMin no pudo evitar reír y se sintió menos tenso, YoonGi notó su ánimo subir y lo miró con ojos de enamorado colocando su mano sobre el muslo de su novio, llamando su atención y diciéndole con la mirada que todo estaba bien, JiMin le correspondió con una sonrisa y la cena pudo continuar mejor que como JiMin hubiese imaginado.

Con su cabeza concentrada en cosas que no fueran sus estudios o su trabajo, se sentía realmente en paz y ver cómo todos habían olvidado lo que había sucedido fue simplemente perfecto. Se dio cuenta de que estaba formando parte de algo muy dulce y no entendía cómo había hecho las cosas tan difíciles antes.

Pese a que aún tenía esa pequeña voz en su cabeza molestándolo, esta se hacía cada vez más baja y ya no era la molestia que era antes.

—Oh, JiMin, ¿es verdad que vas aplicar para bailarín? —preguntó de repente NamJoon en mitad de la cena, el mencionado lo miró con ojos sorprendidos y el hombre pareció avergonzarse un poco por ser tan repentino—. Es decir, YoonGi nos lo mencionó y nos pareció genial, no estábamos seguros de si realmente lo ibas a intentar así que...

—Ah, si él se los dijo... —le lanzó una pequeña mirada al hombre y este le sonrió con cariño, provocando que JiMin virara los ojos para no sonrojarse—. Bueno, sí... Todavía lo sigo pensando, pero YoonGi me consiguió la entrevista, así que creo que podría intentarlo, no soy muy bueno, pero...

—Él es espectacular —interrumpió YoonGi—, lo he visto bailar y es increíble.

—Yoon —se quejó con las mejillas sonrojadas.

—Ah sí, recuerdo cuando me enseñaste los videos de tus prácticas de cuando eras más joven —comenzó SeokJin—. Si sigues bailando así no tienes nada que envidiarle a HoSeok.

—¡Será genial trabajar contigo! —anunció el mencionado, sonriendo de esa manera brillante que encantaba a todos—. Soy muy exigente, será divertido —movió sus cejas.

—Es un poco intimidante a veces, pero no tienes que preocuparte —YoonGi hizo un ademán con su mano, sonriéndole.

JiMin suspiró algo apenado y les sonrió, agradeciéndoles por sus palabras de apoyo. De hecho la idea de trabajar en la empresa había salido un día mientras hablaba con YoonGi sobre lo presionado que se sentía por conseguir un trabajo y a pesar de que se sentía un poco incómodo con la idea de que su novio pudiera usar sus "beneficios" para darle un trabajo, él le aclaró que todo sería completamente justo y de que no perdía nada intentándolo.

—¡Bien! ¿No se suponía que esto era una celebración? —preguntó repentinamente HoSeok luego de un rato de conversación al ver la tranquilidad de la mesa, más animado de lo normal, quizás un poco emocionado por el par de cervezas que había tomado y mientras YoonGi suspiraba, el hombre ya había agarrado la botella de champán.

—Ni se te ocurra destapar eso dentro del restaurante —amenazó Jin, deteniendo al entusiasta Jung que estaba a punto de agitar la botella para darle más emoción al asunto—. Pídele a un mesero que lo abra, ellos saben cómo no hacer un desastre —continuó y a regañadientes, HoSeok aceptó.

Los vasos no demoraron en estar servidos y el tiempo que transcurrió después fue tornándose cada vez más animado; ahora todos compartían anécdotas y felicitaciones, los padres de familia no bebieron mucho ya que uno de ellos debía conducir de vuelta a casa y la joven pareja de HoSeok mencionó que no tenía permitido beber por ahora, sorprendiendo a todos y HoSeok tuvo que dar la noticia que se estaban guardando para un momento diferente.

La celebración se hizo más fuerte entonces y aunque JiMin trató de disimular un poco su gran habilidad para beber, HoSeok lo había retado y pues, fue un poco gracioso saber que el niñero de Kookie pudiera ser capaz de tomar tan fácilmente. Sin embargo, YoonGi tuvo que alejarlo del alcohol cuando JiMin comenzó a decir que quería ir a casa, sonriéndole de esa manera que le gritaba que lo que menos quería hacer era dormir y lo que menos quería en ese momento era que el más joven mencionara algo fuera de lugar por su estado.

Jeongguk y su gran bostezo por el sueño fue la alarma para los adultos de que la cena tendría que terminar y aunque algunos estuvieron en desacuerdo, SeokJin ya había hablado y todos acordaron que definitivamente iban a repetir la salida.

Así que, mientras se despedían y sonreían, JiMin pensaba que la cena había sido un éxito.

JiMin miraba el cielo estrellado desde la ventana del vehículo en movimiento, sus ojos llenos de ensoñación mientras pensaba en lo que había sido la velada. En ese momento era tarde en la noche, quizás de madrugada, JiMin no había revisado la hora desde que abrieron el champán y ahora estaba un poco más animado de lo normal. Sabía que se habían ido no tan tarde, pero YoonGi había mencionado algo sobre pasear un poco y JiMin lo aceptó porque necesitaba despejar su cabeza.

—¿Qué te pareció la cena? —preguntó YoonGi de repente, conduciendo con calma por las calles de Seúl sin una pizca de cansancio en su mirada pese a la hora que era.

JiMin zumbó un poco mientras pensaba.

—Me gustó, tus amigos son muy dulces... —sonrió dulcemente, recordando el momento en el que HoSeok comenzó a darle consejos para bailar—. No había conocido bien a HoSeok, espero que no haya pensado algo malo de mi...

—¿Por qué pensaría algo malo de ti? —preguntó con duda, sin imaginarse lo que pasaba por la mente de su pequeño novio.

JiMin suspiró.

—Ya sabes, todo el show que ocurrió antes —divagó—. Él estaba ahí, todos lo estaban, no lo sé, me ponía nervioso imaginar lo que pensaban de mí —hizo un pequeño mohín, avergonzado por decirlo en voz alta.

—Ah, bebé —su voz sonó dulce, calmada y de consuelo—. Ellos estuvieron preocupados por mi, claro que estaban un poco molestos con todo el asunto... pero saben que lo que sucedió fue por un gran malentendido —se encogió de hombros.

El menor jugó un poco con sus pulgares y mordió su labio inferior.

—¿Entonces crees que les agradé?

YoonGi sonrió, mirando de reojo a JiMin antes de regresar la vista a la carretera.

—Te aman —rió.

JiMin se sintió más animado entonces, satisfecho por esa respuesta y aunque era un poco obvio que los amigos de YoonGi estaban de acuerdo con darle una oportunidad, le tranquilizaba que el hombre se lo dijera en voz alta.

—¿A dónde dijiste que vamos? —cuestionó de repente, notando que no estaban yendo a casa y frunció un poco sus cejas cuando escuchó al otro reír suavemente—. ¿De qué te ríes? —enarcó una ceja en su dirección.

—Creo que sigues medio borracho —explicó—, y ya te dije a donde vamos —mencionó como si lo hubiese repetido varias veces ya y JiMin hizo un puchero—. ¿No quieres ir? ¿Prefieres irte a casa?

—¡No! —alargó la última palabra, recibiendo otra risa de parte de YoonGi—. Ahora hiciste que me diera curiosidad —puchereó.

—Te lo acabo de decir, JiMin —enarcó una ceja y el menor se quejó sonoramente—. Eres un bebé —rió de nuevo, mirando hacia la carretera y doblando un par de calles.

—Tú eres un bebé —murmuró con un puchero—. Te quejas cuando me levanto de la cama sin despertarte y siempre haces berrinche porque quieres besos cuando estoy ocupado —comenzó con un tono de voz adormilado—. Además, cuando hago el desayuno tengo que hacer el café que te gusta, si me paso de azúcar comienzas a quejarte y si le hecho muy poco haces caras así —frunció su nariz y sus cejas, mirándolo y recibiendo una carcajada de parte de YoonGi.

—Entiendo, trataré de no molestarte tanto, nene —viró los ojos, divertido por lo que el otro decía. No se había dado cuenta de que hacía esas cosas, pero escucharlas de un JiMin medio borracho sonaban lindas y algo vergonzosas.

—No me molestas —aclaró—, que seas tonto a veces no significa que me molestes —sonrió en grande, divertido por lo que había dicho mientras derretía el corazón de YoonGi.

—Ah, si me sonríes así no puedo reclamarte —suspiró, encantado por el eyesmile del contrario—. Ya llegamos, bebé berrinchudo —detuvo el auto y JiMin miró con atención la ventana.

El menor se encontró con el lugar que habían visitado hacía un par de meses y sus mejillas se tiñeron de rojo. La luces de la ciudad brillaban como aquella vez y los árboles se movían por el viento de las alturas, su corazón entonces comenzó a chocar contra su pecho y se mordió el labio inferior con nerviosismo.

—Oh —fue lo que dijo cuando los recuerdos lo golpearon y YoonGi se quitó el cinturón de seguridad, mirándolo con una ceja alzada hasta que JiMin le devolvió la mirada, sus ojos brillando dulcemente y un sonrojo en sus mejillas—. ¿Por qué vinimos aquí?

—Para ver el paisaje —se encogió de hombros—, ¿no quieres?

—¡Claro! —dijo de inmediato, su somnolencia pareció desaparecer en un instante y se quitó el cinturón de seguridad.

Ambos salieron del auto y sintieron el aire frío chocar contra su rostro lo suficientemente fuerte como para dispersar los últimos rastros de alcohol que habían en su sistema. JiMin se abrazó a sí mismo, tiritando un poco y rió cuando vio a YoonGi hacer lo mismo, su propio rostro fruncido en una mueca.

—Solo a ti se te ocurre venir en otoño —rió un poco más fuerte y caminó hacia el hombre, abrazándolo por el cuello—. Listo, nos damos calor los dos —sonrió.

YoonGi enarcó una ceja con coquetería y besó rápidamente la nariz de JiMin, robándole otra pequeña risa antes de hacerlo de nuevo.

—Bueno, unos minutos y volvemos al auto con calefacción —sentenció y JiMin asintió, apretándose contra su pareja.

El paisaje lucía casi irreal y el cielo oscuro de la noche estaba lleno de estrellas, el recuerdo de esa vez en el mismo lugar brillaba fuerte en la mente de JiMin y sabía que lo hacía igual en la de YoonGi. De tan solo pensar que las cosas que habían pasado ya no eran un problema y podían permitirse un nuevo comienzo, todo se sentía tan ligero y tan correcto.

Entonces, YoonGi comenzó a mecerse en su lugar.

JiMin le dedicó una mirada de curiosidad y acompañó el movimiento del otro, separando de a poco sus pies y meciéndose un poco más, hasta que finalmente ambos se encontraron dando vueltas y bailando a un ritmo que parecía que solo ellos podían escuchar. JiMin rió y YoonGi tomó su cadera y su mano, tomando el control de aquel suave baile y ambos giraron e hicieron pasos en diferentes direcciones mientras se miraban con amor, sonriéndose mutuamente de una manera hermosa y haciendo muecas para divertir al otro.

JiMin deslizó lentamente su mano libre por el hombro de YoonGi, subiendo hasta su mejilla y acariciándola con amor.

—Te quiero —dijo suavemente.

YoonGi giró un poco su cabeza, sus labios besando la palma de JiMin.

—Te quiero aún más —pronunció con una voz cargada de sentimiento.

JiMin se inclinó hacia delante sin dudar, besando suavemente los labios del otro. YoonGi no demoró en corresponderle y ambos se concentraron en probar la boca ajena con cariño, sus labios moviéndose lento sobre los del otro y sus lenguas asomándose entre cada beso.

YoonGi apretó las caderas ajenas entre sus manos, provocando que JiMin hiciera lo mismo sobre sus hombros y ambos comenzaron a suspirar entre besos, esmerándose cada vez más y yendo un poco más lejos con su lengua.

De repente, una ráfaga de viento helado azotó a ambos y tuvieron que separarse por la sorpresa y el frío, JiMin no dudó en reírse mientras sentía sus mejillas calientes como el infierno y sus piernas temblorosas, YoonGi se quejó con un escalofrío subiéndole por la espalda y tomó al otro de la cintura para acercarlo al auto de nuevo.

—Sí, sí, calefacción —dijo apurado y JiMin lo siguió con una risa.

Ambos estuvieron dentro del auto en un par de segundos, sintiendo el calor del vehículo relajarlos lo suficiente como para olvidarse del abrumador frío del mirador. Se miraron de nuevo y quizás fue por haber sido interrumpidos, pero no demoraron en inclinarse hacia el otro, atrapando los labios ajenos en un beso lleno de cariño que lentamente fue subiendo de tono.

JiMin subió su mano hasta tomar el cuello de YoonGi y este sonrió, acariciando cualquier parte cercana de su cuerpo con calma y suavidad.

—¿Crees que puedas esperar a llegar a casa? —JiMin escuchó la voz ronca de YoonGi sobre sus labios, sus dedos acariciando un poco sobre el borde de su camisa.

JiMin suspiró, inclinándose de nuevo para atrapar el labio inferior de YoonGi y chuparlo con una suavidad erótica que le robó un jadeo a su novio.

—Tomaré eso como un no —murmuró, sintiendo el calor subir hasta su cuello.

De un momento a otro, ambos estaban en la parte de atrás del auto, con JiMin sentado sobre YoonGi mientras se besaban con fervor. No creían llegar muy lejos, pero parecían estar realmente desesperados por algo de contacto desde la última vez, la cual ni siquiera ellos mismos recordaban del todo; si bien habían acordado ser más cautelosos al respecto, parecía ser que mientras más cuidado tuvieran, las ganas aumentaban el doble y un simple beso podía terminar de esta manera.

—Ah... Bebé... —no estaba seguro de qué decir, simplemente quería decir el nombre de su novio mientras le quitaba el saco de encima y acariciaba su cuerpo—. Eres muy...

—¿Caliente? Gracias —sonrió, mordisqueando el cuello ajeno mientras comenzaba a desabotonar su camisa blanca—. He querido tocarte todo el día... —relamió sus labios, notando como YoonGi parecía haberse tensado un poco más.

JiMin sabía lo mucho que el otro adoraba que le hablara de esa manera y lo iba a aprovechar por completo.

—Yoon...

Fue callado por la boca ajena, tenía las manos del hombre sobre todo su cuerpo y aunque el espacio era reducido, podía jugar un poco antes de llegar a casa. Sentía todo el cuerpo caliente y la manera en la que YoonGi apretaba su trasero lo encendía cada vez más, de repente ya estaba duro y podía sentir la hombría ajena rozar contra la suya, aún había ropa de por medio, pero estaba tan caliente que se sentía igual de bien.

De repente, el celular de JiMin resonó cerca de ellos, llamando la atención del pelinegro que no dejó de desabrochar los pantalones de su coqueto novio en ningún momento. JiMin murmuró algo sobre ignorarlo mientras se movía con desesperación sobre YoonGi, pero el otro se estaba hartando un poco del sonido.

Cuando el sonido se detuvo, ambos tenían su miembro fuera y las caderas de JiMin se movían solas, suspirando y jadeando agudo mientras se frotaban el uno al otro.

—Quiero saltar... sobre ti... —jadeó, mirando como el hombre rodeaba ambos penes con una mano y la movía cada vez más rápido, aumentando la fricción y el placer para JiMin—. Quiero sentirte dentro... —gimió casi desesperado.

YoonGi maldijo y sus caderas se movieron con más ahínco. JiMin lo hacía perder la cabeza y su voz lo estaba llevando cada vez más cerca del límite.

—Ah, bebé... si me sigues hablando así me correré antes —masculló, jadeando y llevando su boca hacia el pecho de JiMin, lamiendo y mordisqueando el pezón derecho que salía entre el par de botones sueltos de la camisa.

JiMin gimió agudo, llevando su mano libre a la nuca de YoonGi y tomando su cabello con fuerza mientras sentía los dientes del hombre marcar cada parte de su pecho descubierta. JiMin podía sentir el sudor bajar por su cuerpo y el calor llevarlo al límite, sus jadeos se hacían cada vez más fuertes al punto de gemir y el hecho de que ahora tuviera al hombre jugando en aquella sensible zona sobre su pecho no ayudaba.

—Eres tan bueno... un bebé precioso... —murmuró sobre la piel húmeda del menor y este gimoteó cuando los dientes de YoonGi atraparon su pezón.

Podía sentir ser golpeado hasta lo más profundo de su ser por aquella voz ronca y caliente, la cual murmuraba apodos lindos y frases encantadoras que lo llevaban cada vez más cerca de su límite. Podía sentir la mano ajena apretar sus muslos mientras la otra los masturbaba a ambos sobre su propia mano y no entendía cómo eso le podía parecer tan jodidamente caliente.

—Córrete para mi, bebé —escuchó y todo su cuerpo tembló de inmediato, casi como si necesitara obedecer esa orden.

Estaba tan cerca, podía sentir que tocaba el cielo con la punta de sus dedos.

—¡Yoon...! ¡Ah! —lloriqueó, su espalda arqueándose contra el cuerpo ajeno y su mano jalando el cabello del otro de una manera que lo hicieron gruñir de puro placer.

YoonGi observó con una sonrisa como JiMin se corría encima de él, temblando delicadamente mientras recuperaba el aire perdido, luciendo tan caliente y adorable que él mismo sintió que su pene se ponía incluso más duro. Besó nuevamente su pecho, lamiendo un poco los chupetones que había dejado y mirando a JiMin como un león cazando a su presa.

JiMin suspiró, notando la mirada de YoonGi sobre él. Le encantaba que el hombre lo adorara de esa manera, que lo observara como si fuera una obra de arte y le dijera que era lo más perfecto que existía. Su autoestima estaba por los cielos y la confianza en sí mismo no paraba de hacerse más fuerte. Sonrió, casi con sorna y coquetería combinadas, y levantó su mano, acariciando los labios delgados de YoonGi con su pulgar.

El hombre lamió su dedo y JiMin mordió su labio.

—Tengo que ayudarte con eso, ¿no? —inquirió con delicadeza, su otra mano masajeando el miembro de su novio después de subir su propia ropa interior.

YoonGi jadeó en respuesta y JiMin besó suavemente sus labios, delineando los bordes con su lengua y chupando suavemente. Se oían los suaves chasquidos dentro del vehículo y los suspiros apasionados que soltaban sus bocas. JiMin metió su lengua, acariciando la boca de YoonGi con fervor y lentamente bajando hasta llegar al cuello del pelinegro. YoonGi pasó saliva y dobló un poco su cuello para darle más espacio, recibiendo gustoso los besos húmedos y lentos de JiMin sobre la sensible zona. Amaba que el menor tomara el control de vez en cuando, se sentía mimado y condenadamente caliente al mismo tiempo.

Las manos de JiMin se concentraron en estimularlo de todas las maneras que se le ocurrían y sus pulgares encontraron entretenido masajear sus pezones con algo de presión, YoonGi suspiraba y gruñía, apretando su cuerpo contra el de JiMin y murmurando palabras de aliento para su caliente novio.

—Eres tan sexy —jadeó—. Tócame más... por favor... —gimió.

JiMin sonrió, mordió y chupó toda la zona de su cuello, bajando lentamente por su pecho mientras desabrochaba el resto de su camisa, como si lo estuviera tentando a correrse antes de tragarlo por completo. Sus manos bajaron desde su pecho hasta su cintura, apretando y acariciando de manera erótica hasta llegar a sus muslos. YoonGi estaba en su límite ahora y cuando la pequeña lengua del menor acarició la punta de su pene, no pudo evitar suspirar tembloroso, caliente como el infierno y siendo provocado a embestir la boca de JiMin como si su vida dependiera de ello.

Los sonidos que emitía el mayor eran música para los oídos de JiMin y se sentía tan perdido en la sensación que ni siquiera lo pensó dos veces antes de deslizar el miembro del otro dentro de su boca, bajando tanto como podía y arrancándole un suspiro ronco a la par de una maldición. Humedeció toda la extensión ajena con su saliva y volvió a bajar un poco más profundo, recibiendo como premio un gemido ronco.

El hombre suspiró, mirando como el menor subía y bajaba lentamente, enviándole corrientes de excitación a todo su cuerpo que le hicieron gruñir y enterrar sus dedos en el cabello que había sido incesantemente peinado más temprano. JiMin lo miraba, sus ojos prendidos fuego mientras se tragaba todo lo que podía y hacía jadear a YoonGi.

Sin embargo, el sonido del celular de JiMin lo distrajo y YoonGi consideró seriamente la idea de lanzarlo por la ventana. JiMin lo ignoró, concentrado en su tarea, pero el hombre ya lo tenía entre sus manos, observando el número desconocido que brillaba en la pantalla. Frunció sus cejas y, medianamente consciente de quien era, contestó, todo mientras JiMin lo miraba con ojos curiosos y algo fastidiados porque el otro había quitado su atención de él.

Sin embargo, no se detuvo, e incluso comenzó a mover más rápido su cabeza. YoonGi retuvo el aire, esperando a que la persona al otro lado de la línea hablara.

¿JiMin? ¿Puedo hablar contigo? —era la voz de ese imbécil.

YoonGi miró a JiMin y una sonrisa maliciosa se extendió sobre sus labios. Dejó salir un gemido casi exagerado y vio al menor subir nuevamente, apretando sus labios en la sensible zona como si se tratara de una paleta.

—Mal momento imbécil, tiene la boca ocupada ahora —jadeó una risa y JiMin se detuvo un segundo, pensando en quien podría ser—. No miento... —apretó las hebras del cabello de su novio, provocándole un gemido agudo que lo hicieron jadear por la vibración—. Lo está disfrutando mucho, más tarde quizás te atienda, no lo sé, planeo tener sexo con el toda la noche —sonrió de nuevo.

JiMin sintió que su cuerpo que calentaba aún más por aquella afirmación y mientras sentía los dedos de YoonGi apretar su cabello, subió y bajó, rápido y caliente, arrancándole gemidos a YoonGi mientras este aún seguía en la llamada y amó la idea de que ChanYeol escuchara lo bien lo estaba pasando con su novio.

—Ah... bebé, voy a correrme... —apretó un poco más su agarre y con ojos llorosos, JiMin lo miró, subiendo y bajando su cabeza a un ritmo que volvía loco al hombre.

YoonGi comenzó a jadear más y más fuerte, lanzando el celular a un lado cuando la llamada fue cortada e inclinó su cabeza hacia atrás como reflejo de toda la sensación que estaba explotando rápidamente en cada pequeña parte de él.

JiMin apretó cada vez más el agarre de sus manos y boca, se movía cada vez más rápido, sintiendo y saboreando toda la extensión de YoonGi para llevarlo al límite. El hombre estaba tan caliente que sabía que no iba a durar mucho tiempo, y que el otro estuviera mirándolo de esa manera mientras su pene desaparecía entre sus hinchados labios lo volvía loco.

—Vamos, bebé —gimió, sudor bajando por su frente y las ventanas empañándose a su alrededor—. Así, así... ¡Ngh! ¡Mierda!

JiMin cerró sus ojos, sintiendo un sabor nuevo y deslizó su boca hacia arriba para soltar el pene de su novio. YoonGi jadeaba y suspiraba, perdido en la sensación de su orgasmo y JiMin aprovechó para subir su ropa interior y tomar el celular olvidado entre sus manos, dándose cuenta que la llamada había sido cortada antes de que él pudiera jugar un poco también.

—Habría gemido tu nombre si ese idiota llamaba antes —dijo con una mueca en sus labios, pensando en lo enojado que debía estar el otro y se sintió satisfecho por eso.

YoonGi negó, tomando a JiMin de la camisa y obligándolo a acercarse a su rostro casi con recelo. Su propia cara estaba roja y su respiración era irregular, sus ojos miraban a JiMin con regaño, pero de un momento a otro lo estaba mirando como si fuera el tesoro más hermoso de todos.

Se supone que había acercado al otro para decirle que no lo habría permitido, que él no iba a escucharlo ni siquiera gemir el nombre de alguien más porque no merecía ese dulce sonido. Se supone que le iba a decir que prefería que ese imbécil lo haya escuchado a él y que su sangre entrara en ebullición por pensar que alguien más estaba teniendo a JiMin de esa manera, pero su cabeza quedó en blanco cuando se encontró con los ojos de su amado, luciendo tan hermoso y etéreo con sus labios rojos e hinchados y sus mejillas sonrojadas, con una pequeña capa de sudor en su cara y cuello y con una expresión de curiosidad casi adormilada.

YoonGi iba a decir un comentario sarcástico, se supone que se burlaría de ChanYeol y le diría a JiMin que sólo él tenía el placer de oírlo gemir... pero su cabeza estaba formulando otra cosa.

Su corazón latió con fuerza, enamorado como un adolescente inexperto y abrió su boca sin pensarlo dos veces, simplemente expresando lo que sentía en ese momento.

—Te amo —susurró.

La expresión de JiMin cambió, ahora sólo había sorpresa y YoonGi no se arrepintió, simplemente sonrió y tomó su mejilla, acariciándola con su mano. No iba a pedirle que le respondiera, simplemente quería que el otro supiera lo que él estaba sintiendo, así que si JiMin entraba en pánico, él no se iba a enojar.

Sin embargo, el menor superó su sorpresa y sonrió suavemente, mirando al otro con más amor del que había imaginado sentir por alguien antes y mordió su labio inferior por los nervios que revoloteaban en su estómago. JiMin se sintió eufórico de repente y pensó que ahí, con su ropa a medio quitar, sus cuerpos sudados por el esfuerzo y las ventanas del auto empañadas, era el mejor momento de todos para decir algo así.

—Yo también te amo —confesó.

Ahora era YoonGi quien lo miraba con sorpresa y JiMin rió con aquella dulce voz que lo volvía loco. Ambos sintieron sus corazones explotar de felicidad y se sonrieron con los ojos brillantes.

JiMin se acercó al otro, suave como el toque de una mariposa y besó con cariño los labios de YoonGi. El hombre no demoró en responder, tomando su cintura con ambas manos, acariciándola con amor mientras JiMin se acomodaba en su regazo y apretaba sus mejillas. Ambos disfrutaron de aquel contacto inocente hasta que sus bocas se cansaron y se dedicaron sonrisas enamoradas y pensamientos sobre un futuro juntos.

JiMin y YoonGi estaban perdidamente enamorados el uno del otro y estaban orgullosos de poder presumir al respecto.

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