6- El bueno y el no tan malo.

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          El bueno y el no tan malo. Joker in the Pack (The Adicts)

*La canción de este capítulo es fuerte, ¡aviso de que es Punk!, pero de verdad, tenía que ponerla porque es el grupo favorito de Erik y me ha ayudado mucho a escribir la historia*

6- El bueno y el no tan malo.

Erik

Casi sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, aparté a Gina de la trayectoria de John, que venía hacia nosotros corriendo violentamente. ¿Qué cojones estaba haciendo ese tío?

En el último momento también yo conseguí desviarme de su camino. En ese mismo instante, uno de los cuatro chicos que iban con él se adelantó y lo agarró por los brazos, poniéndoselos a la espalda, tratando de que John no se moviera.

Ante su irremediable inmovilidad, John me miró y comenzó a gritar.

—¡Hijo de puta!

Por su tono supe de inmediato que estaba borracho como una cuba. Incluso me pregunté cómo demonios no lo había sabido antes: estaba despeinado, con los ojos rojos y le costaba mantener el equilibrio.

—Cállate, John —le instó el chico que lo sujetaba, en un intento de susurro.

John le propinó una patada a su propio amigo y consiguió liberarse, para acercarse de nuevo a nosotros, como una bestia salvaje.
Oí a Gina gemir a mi lado, horrorizada, y, con un brazo protector, la coloqué a mi espalda.

—Eres una mierda —volvió a gritarme John.

Yo respiré hondo. No iba a hacerle nada, al igual que él tampoco se atrevería a tocarme… ¿verdad?

Un año antes ni siquiera hubiera hecho falta que me insultara para que me lanzara sobre él y le diera la paliza de su vida.
Si John se hubiera cruzado en mi camino mientras vivía en Washington… habría sido la peor decisión de su triste existencia. Pero no, yo estaba allí, en Phoenix y ya no era la misma persona.

En el campo de baloncesto me había pillado con la guardia baja, pero en ese momento estaba tranquilo y no podría obligarme a pegarle, a no ser que…

—John, tranquilízate. ¿Qué está ocurriendo? —musitó Gina a mi espalda, con voz suave y conciliadora.

No pude evitar pensar que esa chica tenía agallas. Su novio la miraba casi como si quisiera matarla.

Jon ni siquiera la dejó terminar de hablar.

—Cállate, puta. Esto es por tu culpa —se tambaleó un momento—. ¿Acabamos de romper y ya te estás tirando a este gilipollas?

No podría obligarme a pegarle, a no ser que… intentara hacerle daño a Gina, y de hecho lo hizo. En apenas un momento, John se lanzó sobre nosotros, pero yo pude empujarle antes de que llegara a tocar a Gina. La verdad es que estaba tan ridículamente borracho que era más patético que amenazante, no tenía absolutamente nada que hacer contra mí.

—No te acerques a ella —dije con gravedad y firmeza.

Sus amigos no parecían decidirse a pelearse conmigo. Quizás, al fin y al cabo, no eran tan tontos como parecían.

—¿O si no qué? —me preguntó John, con bravuconería.

En ese momento fue cuando las personas que estaban dentro del bar parecieron darse cuenta de lo que estaba ocurriendo fuera, así que, en un instante, veinte personas se encontraban en la puerta mientras observaban la discusión.

John pareció sentirse aún más motivado en su embriagado ego al descubrir tantas caras fijándose en él.

—No me importa lo que quieras hacer con esta zorra, al final va a volver conmigo. Tú no pintas nada aquí.

Me estaba comenzando a enfurecer de verdad que insultara a su ex novia con tanta facilidad.
Tenía una parte de razón, yo no pintaba nada allí, pero Gina y yo no estábamos haciendo algo malo. Simplemente hablábamos. ¿Acaso él no tenía una mínima pizca de decencia y consideración por el tiempo que habían estado juntos?

Me parecía increíble que ella quisiera que tomáramos algo juntos. Al principio incluso había creído oír mal. ¿Qué razón iba a tener alguien como Gina para dejar a sus amigos plantados en un bar y venir conmigo?

Estaba claro que Gina era alguien muy especial.

Y por eso me molestaba aún más que John fuera tan estúpido con ella.

De entre la gente un chico se adelantó y caminó hacia nosotros. Lo reconocí como el muchacho que antes había abrazado a Gina, su amigo.

—Ven, Gin —dijo en voz baja, intentando atraerla de nuevo hacia el bar.

—¡Déjala, Jason! —dijo John, sin moverse de su sitio—. Métete en tus putos asuntos.

—Mi mejor amiga forma parte de mis asuntos, John.

Por entre la multitud pude ver las largas trenzas rubias de Claire, que no apartaba la mirada de John. Pero curiosamente, no había rastro de desagrado en su rostro. En absoluto.

Me vino a la mente que Karen, en pleno alarde de sabiduría sobre los cotilleos del instituto, me había comentado que Claire y John siempre habían tenido un rollo extraño. A espaldas de Gina, por supuesto.

Se me revolvió el estómago al ver en la mirada de Claire que todo esto, seguramente, sería verdad.
Y, según Karen, Claire sólo era la primera de una larga lista.

¿Hasta qué punto sería tan repulsivo John?

—Vámonos, Erik —me pidió Gina, que no se decidía a irse con su amigo Jason.

Durante unos segundos, se acercó tanto a mí que pude oler perfectamente su perfume emanando de cada centímetro de su piel. Posó sus finas manos en mi brazo un momento, instándome a irme con ella.

—Además de ser una basura, ¿también eres un cobarde? —me picó John al verme dudar.

Juro que en otra época lo habría matado con mis propias manos.

Mi paciencia llegó a su límite.

—Vete —le susurré a Gina.

Ella negó con la cabeza, clavándome sus preciosos ojos marrones en una súplica silenciosa.

Yo me giré hacia John, resignado y convencido por Gina. Ese día no le partiría la cara.

—Agradece que hoy esté de buen humor —le dije fríamente.

Y, sin previo aviso, en cuanto volví a mirar a John vi cómo éste, de pronto, tenía una botella de cristal rota en la mano.

Me alejé de Gina con rapidez, intentando atraerlo a mi posición. Fue relativamente fácil esquivarlo y defenderme, puesto que yo estaba con los cinco sentidos frescos y él... En fin.

Con una llave de lucha agarré su brazo y lo retorcí de tal manera que acabé situado a su espalda, reteniéndolo completamente contra mi cuerpo, inmovilizado mientras John gemía lastimeramente.

La botella cayó al suelo y se terminó de romper, con gran estruendo.
La gente contenía el aliento y, en cuanto me percaté de lo que estaba ocurriendo, supe que tenían miedo. Tenían miedo de mí.

Me estremecí. No, eso no podía estar pasando de nuevo. Yo no iba a hacerle daño…

Busqué, desesperado, la mirada de Gina. La muchacha se había llevado las manos a la boca, con preocupación.

Estaba seguro de que también ella estaba asustada.
Era un imbécil completo por haberme permitido hablar con ella, trabar esa extraña complicidad. No debería haberla defendido del cabrón de su ex novio, ni siquiera haberme sentado a su lado al llegar a clase. Porque si entonces no hubiera hecho eso, ahora no me gustaría Gina, y todo sería mucho más fácil para ambos.

Para Gina yo sólo era un problema. Un gran problema.

Me dispuse a soltar a John, para que la gente pudiera volver a respirar de nuevo. Pero algo me interrumpió.

Un momento después, tres figuras salieron de entre los atónitos amigos de John, que seguían sin decidirse a intentar atacarme.

Las tres personas iban vestidas de negro y una de ellas gritó.

—Alto, ¡policía!

De nada sirvió intentar conversar con ellos, hablar y explicarles la situación.

Apenas unos minutos después, John y yo viajábamos en dos coches patrulla rumbo a la comisaría. Detenidos.

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Espero que os haya gustado, ¡no olvidéis dejarme un voto y un comentario!
Mil besos y nos vemos el jueves con un nuevo capítulo :3

*Por cierto, para más información sobre mis historias, mi twitter es @veramcameron*

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