11.11

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Horas de pie. Tomó varias maquillar todo mi cuerpo para esconder los moretones y que todo se viera perfecto en la foto. Yo no hice el trabajo, por supuesto. Yo solo tengo que estar de pie y posar frente a la cámara; mantener los ojos abiertos y sonreír.

Siento mis ojos resecos, de seguro están rojos; pero eso no es nada que un buen filtro y algo de photoshop no solucionen. Detrás de la luz incandescente frente a mi veo un reloj digital colgado sobre la pared. Sus números son rojos, y de vez en cuando parpadea al cambiar de un minuto al siguiente.

No puedo evitar reírme porque la hora que marca parece burlarse de mí...

—11.11, cariño —dice Iris con claridad—. Pide un deseo.

Todavía escucho su voz con claridad mientras siento las manos de los asistentes cubriendo mi cuerpo con aceite, todo para que se marquen más los músculos y pueda dar la ilusión de que tengo la piel brillante. Yo sigo teniendo únicamente que mantenerme de pie.

—Deseo que mi próxima publicación de Insta reciba muchos likes y se vuelva viral —respondo.

Sí, ese fue mi deseo. Lo dije mientras sonreía y flexionaba un poco los músculos.

—A mi siempre me gustan tus fotos. ¿Acaso no es suficiente con eso?

Sus dedos se pierden entre mis cabellos mientras sus manos buscan acariciar mi rostro, acercarlo a sus labios para besar los míos.

—Sí, me parece suficiente, pero no me molestaría tener cinco mil likes más a parte del tuyo —bromeo.

Ella arruga la frente pero no dice nada. Solo comienza a dar pequeños golpes sobre mi pecho, donde late mi corazón.

—Creo que estás descompuesto. Te estoy dando like, pero no se marca el corazón.

Los dedos de Iris son delicados en comparación con los que ahora aprietan mi entrepierna y mis nalgas, buscando marcar los bultos adecuados y las sombras más oportunas.

—A lo mejor es que te quedaste sin datos en el teléfono.

—O a lo mejor el modelo me tiene bloqueada...

—Eso nunca —le dije y la besé. La veo fijamente.

—¿Estás seguro que no quieres cambiar tu deseo por otro? —me pregunta mientras me muestra su reloj; todavía quedan un par de segundos antes de que la magia del hechizo acabe—: Porque yo deseo comerme una hamburguesa con extra de queso y tocineta...

—Te cumplo el deseo si me dejas tomarle fotos a la comida —y le doy otro beso.

No puedo evitar sonreír mientras de mis ojos resecos se escapa una mirada furtiva.

—Tenías tiempo sin sonreír así, eso me gusta —me dice el hombre que hasta hace poco había estado tocando mi intimidad con sus manos violentas.

No contesto, sólo sigo de pie, observando los números rojos del reloj a punto de cambiar...

«Uno... dos... tres... 11.11... Aún estás a tiempo...».

Resuena la voz de Iris en mi mente y solo puedo desear una cosa:

Que esta foto tenga muchos likes, y que se haga viral.

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