33. Un susto y una propuesta.

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Carum, 2019

Isla

Releí el correo de Karina emocionada. Iba a conocer a la que fue la mejor amiga de mi mamá y quizás ella sabía más de lo que le dijo a Gerardo en la carta que Gastón había encontrado, así que me llené de esperanzas de por fin saber la verdad. La felicidad me llegó hasta que recordé la droga en mi bolsillo.

Si alguien era capaz de pasarme una bolsa con drogas en la escuela, no podía ser otro que Gustavo. Admito que dentro de todo el miedo que me provocaba llevarla encima, me dio un poco de gracia.

Él me podía decir que había madurado, que era distinto e incluso yo sabía que trabajaba con su padre en los negocios...pero él seguía siendo el mismo chico inmaduro de siempre. Cambiando además de decisión a cada rato como si no pudiese ponerse de acuerdo con él mismo. Y él quería ganar la famosa cita... eso sí que tenía que impedirlo.

Alguien me abrazó por la espalda.

-Hola, Cookie, ¿qué se siente lanzar a tu novio a los brazos de otra chica? ¿Hay algún remordimiento? -Llevó su mano frente a mi boca como si tuviese un micrófono-. Cuéntame al respecto.

Le saqué la lengua.

-Ninguna chica es tan fabulosa como yo... a menos que sea Fran, ella es asombrosa -dije, poniendo énfasis en la última palabra. Él me miró alzando una ceja.

-No creas que no sé lo que intentas hacer...

Me encogí de hombros.

-La próxima semana será la subasta. No permitiré que nadie no digno de ti, obtenga una cita. Sobre mi cadáver.

-¿Y cómo harías eso?

-No sé, quizás le haga una entrevista a cada chica de la escuela que quiera apostar por ti. A menos que... -comencé a decir de forma sospechosa.

-Que sea Fran -dijo, imitando mi voz. Revolvió mi cabello-. ¿Y tú apostarás por alguien?

Me rasqué la nuca y lo quedé mirando con una sonrisa notoriamente forzada.

-Puede ser...

La expresión de Gastón cambió. Entrecerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás.

-Oh, no lo digas -gruñó.

-Me parece un trato justo. Él participa en mi proyecto, y yo gano la subasta.

-¿Y cómo lo pagarás?

-Él...me va a pasar el dinero.

Gastón se detuvo en seco, y me cogió del brazo con un puchero en la cara.

-¿Sabes por qué lo hace, verdad?

-Para molestarte.

Resopló.

-Voy a quedar en ridículo si tú te ganas esa cita Isla, aparte...pensé que ya estábamos claros con el tema Gaspar. -Hizo una mueca. Se veía enojado... ¿y celoso? Miró alrededor y habló en voz bajita-: Si aceptaste hacer algo así, entonces deberíamos haber conversado de cómo terminar nuestra relación falsa. Que sinceramente ya no sé cómo hacerlo. -Sacudió la cabeza, luciendo algo acongojado-. ¿Te contaron los padres de Francia que estás invitada a una cena importante de negocios?

-Sí. Están ilusionados con lo de nosotros. Temo que si... -Miré a mi alrededor, procurando que nadie escuchara-, que si decimos que nosotros no... bueno que se enojen conmigo. Finalmente yo me puse en esto sola, nadie me obligó.

-Me pasa lo mismo. Mi padre fue a mi habitación anoche con la mejor sonrisa que le he visto en años. Me pagará la carrera de veterinaria donde yo quiera, en cualquier parte del mundo.

Lo cogí del brazo y lo abracé en mitad del pasillo. Relajó su expresión.

-Felicitaciones. -Me apretó fuerte entre sus brazos. ¡Ay! Qué reconfortante era para mí apoyar mi cabeza en él. Él era estabilidad...mental. A diferencia de sus hermanos.

-Gracias. -Me sacudió el cabello-, pero creo que es por esto -agregó, señalando el espacio entre nosotros-. Lo siento Isla, no pensé que de repente lo de nosotros se iba a volver tan importante para mis padres, o los de Francia...y que iba a tener repercusiones como que iba a llegar el momento en que terminar no iba a poder ser posible. Aunque... te confieso que yo estoy feliz con nuestra relación.

Salí de sus brazos y me apoyé en una pared cercana. Los demás alumnos ya había entrado a los salones, y quedaban algunos rezagados corriendo de un lugar a otro.

-¿Qué crees que pasaría si terminamos?

-Mi padre me echaría la culpa probablemente, y quizás la idea de mis estudios de veterinaria dejen de ser tan atractivos.

-Y para mí, las relaciones con los Alonso se volverían extrañas. -Resoplé-. No te preocupes por lo de la subasta porque serán anónimas, nadie sabrá que aposté por la bacteria de tu hermano. Le prohibiré decirlo.

-No lo conoces -gruñó-. También, podríamos decir que rompimos y que seguimos siendo muy amigos...

Sacudí la cabeza, y apoyé mi frente en su pecho.

-¿Les traigo un par de sillas y un café para que sigan conversando como si nada cuando las clases comenzaron hace quince minutos? -La inspectora del instituto, Erika, nos miraba con los brazos cruzados, y golpeando un pie en el piso. Me separé de golpe-. ¿Pueden dejar sus muestras de afecto para otro momento?

¿Muestras de afecto?

-Lo siento, vamos...

-No, a mi oficina.

Y de nuevo...las drogas en mi bolsillo. Sentí como si llevara una bola de acero amenazando con romper el bolsillo de la chaqueta y regar las drogas por los pasillos de la escuela.

-Pero... -comenzó a decir Gastón.

-A mi oficina, ahora.

-¿Puedo ir al baño? -Di un pequeño saltito para que se apiadara de mí, creyendo que era urgente, sin embargo, una sonrisa tétrica se asomó por su rostro.

-No -respondió, lacónica y se giró esperando que la siguiéramos. No sé qué cara puse que Gastón me susurró al oído.

-¿Pasa algo? Estás pálida.

-Sí, es que...

-¿Y van a seguir hablando? -preguntó Erika.

Avanzamos en silencio hasta su despacho y nos sentó frente a ella. Nos quedó observando un momento como si estuviese pensando qué decir a continuación. Yo ya tenía la espalda perlada por el sudor. Llevé la mano a mi bolsillo para sentir la bolsa, oculta y protegida.

-Ustedes están de novios -soltó. Gastón asintió-. Y por lo tanto, yo no puedo permitir que ustedes se anden escabullendo de clases así como así. Eso sí que no lo acepto. Menos teniendo actitudes amorosas en los pasillos.

-¿Actitudes amorosas? -repetí, sin pensar.

-Claro, abrazados la mayor parte del tiempo. Ya los he visto antes. -Lancé una mirada a Gastón, y él tenía las mejillas coloreadas.

Rayos. ¿Abrazados todo el tiempo?

¿Nos convertimos en novios reales y yo no me enteré?

-No...no se volverá a repetir. ¿Podemos volver a clases?

Tomó aire para hablar, justo cuando su teléfono sonó. Miró la pantalla, arrugó la frente y contestó.

-Director. -Apenas pronunció esa palabra su rostro se transformó en una mueca de espanto-, ¿Qué dice? ¿Quién llamó? -Su mirada se deslizó continuamente entre Gastón y yo-. Están todos en clases. Está bien, no permitiré que nadie se mueva ni menos salga, haremos una inspección de cada alumno. ¿Sabe qué buscamos exactamente?... Sí, no chequear solo los casilleros sino también las mochilas. -Erika asintió lentamente-. Entiendo, es grave. Tolerancia cero. -Cortó.

Tragué saliva, y como siempre, me sentí tentada a lanzarme por la ventana.

-¿Pasó algo? -preguntó Gastón.

-Sí. -Se levantó de su asiento. Vamos a revisar a todos los alumnos, han llamado al director diciendo que un alumno ha traído drogas a la escuela. Vuelvo de inmediato -agregó, rodeando su escritorio y saliendo de prisa del despacho.

-Mierda -solté, llevándome la mano a las rodillas para poder respirar mejor. Me faltaba el aire.

-¿Qué? -Arrugué la frente y lo quedé mirando-. Oh, no Isla. No me digas que...-Se llevó las manos a la cara, y negó con la cabeza.

-¿Qué hago? -Me levanté de un salto y comencé a dar vueltas de un lado a otro, desesperada.

-¿Las tienes acá?

-Sí, en mi bolsillo.

-¿Quién? -preguntó. No dije nada, pero mi expresión me delató.

-¿Gustavo? ¿Pero qué mierd...? Siéntate que no puedo pensar si te estás moviendo sin parar. Dios... ¿es que cómo?

Le tapé la boca con mi mano.

-Gastón, necesito deshacerme de ellas. ¿Y si me pillan? -Me acerqué a la ventana con la intención de lanzarlas por allí. El teléfono empezó a sonar y lo quedamos mirando hasta que comenzó a reproducirse un mensaje.

-Erika, no me contestas el celular. Nos ha llegado otro llamado. Alguno de los hermanos Fonseca la tiene, y no se descarta a la chica que es novia de uno de ellos. Si no les encuentran nada, esta sospecha debe quedar en silencio y buscar en el resto de los alumnos. No queremos que Gerardo se entere de que hemos acusado a sus hijos injustamente. Por otra parte, nos han enviado un perro...experto en estas cosas desde la comisaría. Él nos ayudará a terminar más rápido con esto. Llámame cuando escuches este mensaje.

-Oh, mierda -dijo Gastón-. Buscarán primero en nosotros. No puedo creer esto, Isla.

-Hay que ir al baño. Iré al baño y las lanzaré allí. -Comencé a dar vueltas en círculo por el despacho.

-El de alumnos está lejos -respondió. Me agarró por los hombros para que me tranquilizara, con su fuerza no me quedó otra.

-No me imp...

La puerta se abrió, y entró Erika. Frenó en seco al vernos a los dos de pie, y a Gastón con las manos sobre mí.

-No puedo lidiar con esto ahora. -Agitó su mano, y meneó la cabeza-. Pueden salir. Oh no, esperen. -Se acercó a Gastón-. Quiero que saques todo lo que tienes en tus bolsillos.

Tragué saliva, y las piernas se me debilitaron al escuchar sus palabras. Me llevé disimuladamente una mano al pecho, como si pudiese controlar la respiración agitada que amenazaba con delatarme. Sin pensarlo, di un paso atrás y Erika no lo notó.

Ni siquiera me atreví a pensar cuáles serían las repercusiones. Y en ese mismo instante se me vino a la cabeza todas las veces que Gustavo me amenazó con expulsarme de Carum si yo no estaba con él.

¿Es posible que él haya hecho esto?

Mi estómago se revolvió. Gastón con toda la lentitud que se permitió, comenzó a sacar lo que tenía en cada uno de sus bolsillos.

Minutos atrás, Gustavo me había dicho que iba a incluso ganar la cita, ¿pero quién sino él, era capaz de decir algo como eso y luego traicionarme de esa forma?

Me las vas a pagar Gustavo Fonseca.

Gastón ya iba por el tercer bolsillo, tenía tantas cosas dentro que hasta a mí me dio curiosidad.

-Isla, ¿Qué sucede? -Erika me observaba, y me sentí incapaz de responder. Tenía la boca seca y una presión en el vientre. Me dio miedo caer desmayada, si lo hacía y me llevaban a enfermería, podían encontrar lo que llevaba encima. Sabía que me veía como una sospechosa actuando así, pero en ese instante lo único que sentía era miedo.

Y el estómago revuelto. Muy revuelto.

Oh, no.

Me llevé la mano a la boca pero no pude detener lo que se venía.

Vomité frente a Gastón y a Erika.

-Perdón -balbuceé, avergonzada.

-Oh, dios. -Erika pasó por mi lado y abrió la puerta de su despacho-. No tengo tiempo para esto. Ve a enfermería. Gastón, acompáñala.

Él recogió sus cosas que estaban desperdigadas por el escritorio y me cogió del brazo para llevarme fuera.

-Estoy bien -susurré.

-Hueles a vómito -gruñó-. Nunca me había sentido menos excitado por alguien -soltó, con una carcajada que se me contagió.

-Siempre sabes como arruinar los momentos tensos -reí.

-Es la idea. ¿Necesitas ir a la enfermería o ir a limpiarte el vómito de tu camiseta? -Me miré el pecho.

-Mierda, ¿tendré que andar así todo el día? -Miré al cielo, como pidiendo ayuda a las divinidades.

-Toma. -Se sacó su sudadera y me la entregó-, ponte esto. Te esperaré aquí.

-Gracias, Cookie. -Entré al baño desesperada y corrí a tirar las drogas. Nunca me había sentido tan aliviada como en ese momento. Vi la bolsita desaparecer en el agua, e incluso se me salió una lágrima de satisfacción. Apoyé mi cabeza en la puerta y respiré tranquilamente. Ya no tenían como atraparme. O eso creía.

Me saqué la camiseta manchada, la chaqueta y me puse la sudadera de Gastón. Me veía ridícula porque él era mucho más grande que yo, pero oler a vómito era una opción peor.

Apenas pisé fuera, un perro se me abalanzó tan fuerte que me hizo tambalear, por suerte, Gastón se puso entre nosotros y me ayudó, sin embargo, el perro me miraba desesperado tratando de llegar a mí. Como si yo fuese una droga por sí misma. Dos hombres aparecieron corriendo tras él con Erika pisándole los talones.

Y en mi mente ya llevaba pensadas unas diez formas de asesinar a Gustavo.

Erika me señaló con el dedo, enrojecida por la rabia.

-Dios mío. Tú las tienes, por eso te encontrabas tan nerviosa -siseó. Y luego su mirada se desplazó a la puerta del baño que tenía detrás-. Y viniste a deshacerte de ellas -bramó. Metió la mano en todos mis bolsillos incluyendo el de la chaqueta que tenía en la mano, y entró al baño. El perro seguía tratando de alcanzarme. Luego de unos minutos, Erika apareció enfurecida.

-No hay pruebas. Vayan a sus clases -dijo enfurecida.

Con Gastón agachamos las cabezas y caminamos a nuestros salones.

-Lo voy a matar -gruñó.

-Déjamelo a mí. Haré que se arrepienta de esto -susurré.

-¿Cómo? A veces me das miedo.

***

-¿Explícame de nuevo qué hago acá?

-Vienes porque eres feliz acompañándome y además porque te mueres por ver a Gaspar.

-Muero por ver a Gustavo y darle un puñetazo. No me contestó ninguno de mis mensajes -Me crucé de brazos-. Su plan no funcionó y ahora hace como que yo no existo.

-Es un idiota. No sé cómo no te diste cuenta antes, Isla.

-Lo peor, es que le sigo creyendo cada vez que me habla. Luego, cambia de opinión.

Pero sus sentimientos por mí no han cambiado.

-¿Qué te dijo Gastón por lo de las drogas?

-Ni lo mencionó después de todo el escándalo de Erika, aunque sé que estaba enojado.

-Aarón me contó que entraron a su salón y el perro casi se subió arriba de Gustavo.

-Ojalá se lo hubiese devorado o que le hubiese quedado algo de droga para que pasara un mal rato, ¿te imaginas si me hubiesen pillado la bolsa? -Sacudí la cabeza-. Solo pensar en las posibilidades de eso me hizo vomitar. Literalmente.

-Bueno cariño, a olvidar lo de hoy. Ya estamos llegando -murmuró, estacionando entre la gran cantidad de coches. La fiesta era en la casa de un chico llamado Liam por motivo de su cumpleaños. Era insólito como cada casa que iba era más fabulosa que la anterior. Abrí la puerta del coche y lo primero que vi fue a Gustavo, como si hubiese estado esperando todo el rato a que nosotras llegáramos.

No soy una persona agresiva en absoluto, pero no aguante darle una cachetada que me dejó la mano ardiendo. Él no se defendió, solo le lanzó una mirada a Fran que decía: vete. Ella me miró y yo asentí.

-¿Cómo me hiciste esto?

-Lo siento, perdón. Fue una estupidez. -dijo, avanzando y llevando sus manos a los costados de mis brazos. Me hice a un lado para que me soltara.

-Tavo, eres un idiota. ¿Sabes lo que podría haber sucedido si me pillaban eso? Probablemente ahora estaría de vuelta en los Ángeles con mi madre que no habría dudado en devolverse para castigarme. O me podrían haber llevado con la policía.

-No puedo hacer las cosas bien. Lo intento y luego pasa...esto.

-¿Y qué esperabas que sucediera? ¿qué Erika me invitara a tomar el té luego de encontrar las drogas? -pregunté, alzando la voz.

Me llevé los dedos al puente de la nariz.

-Yo solo quería deshacerme de ellas y a la vez demostrarte que lo estaba intentando...

-Y luego avisaste que alguien tenía drogas -repliqué. Arrugó el entrecejo y me miró sorprendido.

-¿Qué? ¿Tú crees que yo di el aviso?

-¿Me vas a decir que no fuiste tú? -inquirí, soltando una carcajada irónica.

-¡Por supuesto que no! ¿De verdad creíste que yo haría algo así? ¿Así crees que soy?

-Oh, vamos. No te hagas el inocente ahora. Sabes muy bien que eres capaz de hacer algo así -continué, con la voz temblorosa por el enojo.

-Sí, pero nunca a ti. -Dio un paso al frente, con el pecho agitado. Se levantó la camiseta frente a mis ojos y señaló el tatuaje de la Isla con su dedo-. ¿De verdad crees que yo te haría eso? -Bajó su camiseta, con rabia-. Perdón por lo sucedido, no se volverá a repetir-. Se giró y se marchó.

Solté un gran suspiro, ¿si no había sido él, entonces quien?

Y como si ya el día no hubiese sido suficiente malo, apenas entré a la casa vi a Gaspar con una chica sentada en sus piernas. Su mano se deslizaba por su muslo de arriba a abajo, y me quedé quieta. Nuestras miradas se encontraron, y él solo me sonrió y siguió el movimiento para torturarme más.

Caminé hacia Francia, pero de reojo vi como él le dijo algo en el oído, y la chica soltó una carcajada.

Ay, mi corazoncito.

No te puedes quejar, él te dio a escoger.

Pasaron por mi lado para ir hacia la escalera. Exactamente lo mismo había sucedido el día de la fiesta en que Gabriel quiso asustarme. Allí subí tras Gaspar, pero ya no podía hacerlo de nuevo. Por más que doliera mi corazón, eso no me correspondía.

Pero, había un diminuto problema en mi plan: tenía que ir al baño. Me dieron la indicación de los dos baños del piso inferior y en uno ya se hallaba alguien vomitando, y en el otro el chico me dijo que le quedaba mucho rato en el interior.

-¿Qué haces? -Gastón me besó la frente y luego me sacudió el cabello-. Fran me dijo que estabas aquí pero no te encontraba.

-Busco un baño.

-Puedes ir arriba.

No, yo no iba a ir arriba a abrir puertas al azar, ¿y si veía a Gaspar?

-No sé donde está -grité por sobre la música. Intentó decir algo pero cuando notó que yo no entendía, me cogió de la mano y caminó conmigo hacia la escalera. Traté de zafarme, y con gestos me dijo que no me preocupara. Cuando llegamos arriba, me habló al oído.

-En el cuarto principal hay un baño adentro. Ese estará vacío. -Abrió la puerta de una habitación enorme, y me indicó una puerta en un extremo. Exhalé profundamente cuando corroboré que se hallaba vacía-. ¿Quieres que te espere? Ya sabes, en caso de que alguien te quiera raptar. -Resopló-. Mejor me quedo.

Sacudí la cabeza, riendo.

-No gracias, bajo rápido.

-A sus órdenes, pero si no bajas en diez minutos te vendré a rescatar. -Me cerró el ojo, y luego la puerta.

Entré corriendo al baño, y apenas mi mano tocó el pomo de la puerta para salir, escuché risas y voces en la habitación. Rápidamente la imagen de Gaspar con la chica se me vino a la mente.

Oh, mierda.

Apoyé la cabeza en la puerta, asombrada de mi mala suerte. Debería haber salido de inmediato, pero me paralizó la idea de verlos y de que él me viera.

Me acerqué a la ventana, y según mis cálculos desesperados, lanzarme por ella implicaba al menos algún hueso roto.

El sonido de besos me torturaba y la idea de que me pillaran oculta y escuchar todo lo que iba a suceder era peor que simplemente salir. Así que -sintiéndome miserable- tomé aire y abrí la puerta lentamente.

Había una mínima posibilidad de que estuviesen tan metidos en lo suyo que ni notaran mi presencia, pero obviamente eso no sucedió, y mi propia mente me engañó porque allí no estaba Gaspar con una chica. Si no Aarón y Gabriel, besándose sobre la cama.

Me llevé una mano al pecho de alivio, y ellos después de lanzarle lejos el uno al otro, también respiraron aliviados.

-Isla, ¿qué carajo hacías es en el baño oculta? -Aarón se sentó en el borde de la cama, tratando de controlar su respiración. Por otro lado, Gabriel lucía avergonzado.

-No sé, entré en pánico...pensé que eran otras personas -murmuré.

Aarón soltó una carcajada y apoyó su espalda en la cama. Le lancé una mirada de complicidad a Gabriel, quien fue a recoger su camiseta con una sonrisa en la cara.

-Lo siento.

-No te preocupes, ya parece que me tendré que acostumbrar a que nos veas así. ¿Estás bien? -Gabriel arrugó el entrecejo.

-Ven, siéntate...ya arruinaste todo de todas formas -soltó Aarón, riéndose. Caminé hasta la cama y me dejé caer en ella. Solté un gran suspiro.

-¿Y Gaspar? -preguntó.

-Tirándose a alguna chica -gruñí, e hice un puchero en su dirección. De repente alguien carraspeó a mi espalda.

-¿Así que Gaspar? -Gabriel chasqueó la lengua-. ¿Me volví loco o yo recuerdo que tu novio se llama Gastón?

Ups.

Y hablando de él. Dimos un sobresalto cuando la puerta se abrió por completo y Gastón entró. Gabriel sin camiseta, Aarón sin camiseta y yo muy vestida acostada entre los dos. Arrugó el entrecejo y entró a la habitación, procurando cerrar la puerta tras él. Osciló su mirada entre su hermano y Aarón, repetidas veces.

-¿Pero qué...? ¿Gabriel ustedes dos...? -Gabriel se levantó de un salto, con una expresión de terror. Temí que le diera otro ataque de pánico y le hice una seña a Gastón para que se relajara. Se adelantó unos pasos y Gabriel abrió la boca para hablar pero no pudo decir nada. Noté la agitación en su pecho y me acerqué para tranquilizarlo.

-Gabriel, cálmate. Está bien. -Le lancé una mirada a Gastón para que dijera algo, pero él estaba demasiado impresionado. Así que le costó captar mi señal. Apoyé mi mano en Gabriel y él comenzó a controlar su respiración.

-Sí, perdón. Es que no me lo esperé -murmuró Gastón-. Hermano, no te preocupes. Si tú no quieres yo no le diré a nadie, ¿está bien? Yo te apoyo independientemente de a quien decidas querer, eso no es de mi incumbencia.

¿Y cómo es que no te gusta Gastón?

Gabriel lo abrazó.

-Gracias.

Alguien tomó el pomo de la puerta y Gastón alcanzó a impedir que la abrieran.

-¿Gastón? -preguntó Gaspar. Déjame entrar.

Oh, dios

-No, ¿por qué? Estoy...estoy ocupado.

-¿Con qué? -Gaspar hizo fuerza y abrió la puerta un poco más. Justo ahí me di cuenta que Gabriel y Aarón se encontraban sin camiseta. Con una seña les dije que se ocultaran y lo hicieron justo cuando Gaspar logró abrir.

-¿Qué demonios? -bramó. Su mirada se deslizó entre su hermano y yo, y de pronto abrió la boca como si hubiese comprendido lo que hacíamos allí. Gaspar retrocedió cerrando la puerta de golpe tras él. Di un paso al frente.

-No lo hagas -pidió Gastón.

Pero no le hice caso, y salí corriendo tras Gaspar. Lo alcancé, mientras él se disponía a bajar de las escaleras. Lo cogí del brazo y se giró para mirarme con desprecio.

-¿Qué quieres?

No me había preparado para ese momento, y mi mente solo repetía: a ti, pero no me sentí tan valiente para decirlo.

-¿Ya vienes? -le preguntó una chica desde el otro extremo de la escalera. La misma con la que subió antes.

-No vayas -murmuré, esperando que leyera mis labios porque la música seguía fuerte.

-¿Por qué? -dijo él, arrugando el entrecejo.

-porque...por -balbuceé. Sacó la mano que tenía sobre su brazo, y la dejó caer. Acercó su boca a mi oído.

-Cuando sepas, me avisas. Pero tú eres la novia de mi hermano y que yo sepa nosotros solo somos amigos -soltó, de tal forma que hizo que me pegara a la pared. Sus ojos brillaban de rabia.

-Terminaré con Gastón -murmuré.

-Hazlo -dijo, apretando sus manos en puño al costado de mi brazo-. Hazlo ahora.

-No puedo...ahora.

Se llevó las manos al puente de la nariz, y abrió la boca para tomar aire.

-Cobarde -dijo, con aspereza-. No te atreves. No lo harás.

-Sí lo haré, pero no ahora Gaspar.

Una sonrisa burlesca se extendió por su cara.

-No te atreves a romperle el corazón a él, porque a pesar de que tú no lo amas...sabes que él si a ti. -Llevó su dedo a mi boca y pellizcó mi labio inferior-. Así que si quieres que me quede aquí contigo, tendrás que ir ahora y romper con él.

Miré hacia atrás.

-Vámonos -dije, sin pensar.

-¿Qué?

-Vámonos ahora -repetí, con una sonrisa en la cara. Me sentí más valiente que nunca. Entrecerró los ojos.

-¿A donde?

-A donde sea.

-Ok, entonces tengo otra condición.

-¿Cuál?

-Que te vas conmigo por todo el fin de semana.

____

OH my god!!!!!! Hellooo beibis!!! ¿Qué les pareció esta propuesta?

¿Cómo pasó eso de las drogas?

A mí me gusta esto que se llama: Gaspar tiene sentimientos parece

¿Y ustedes qué dicen? ¿Qué le diga que sí, o no?

Espero que les haya gustado <3

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