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Jimin solo miraba a la ventana, estaba cansado y ese viaje iba a ser muy largo, volver a Busan era algo que no le agradaba para nada, el hecho de revivir aquellos momentos tan dolorosos lo perturban, él miró a su pareja que conducía de manera tranquila. ¿Valía la pena arrastrarlo con él nuevamente? Lo había perdido cuando este se llamaba Cien por culpa del pueblo y de su padre, hoy no sabría cómo respondería ante el simple hecho de perderlo una vez más, no quería volver a caer en la locura total y cometer más estupideces.

—¿Es el camino correcto? —le pregunto.

—Si lo es. —murmuró. —quédate en el auto hay presencia humana y debo de aparecer para dar el aviso que tú cuidaras mi templo y que serás el único que vivirá ahí.

Cuando Yoongi iba a hablar una brisa se sintió en el aire, era el chico el cual se había ido, la ropa de Jimin comenzó a cambiar lentamente mientras miraba todas las ofrendas puestas, había un grupo grande de personas las cuales le rezaban. Las personas retrocedieron al ver a la deidad que estaba sobre su gran estatua, esté bajo y los observo a todos mientras se paseaba por el lugar hasta ver a las personas.

—Sus plegarias fueron escuchadas. —hablo en todo bajo.

—Deidad Haru. —se arrodilló un hombre. —pensábamos que algo lo hizo enojar.

—Al pueblo vendrá un joven de piel pálida que servirá de médico aquí. —hablo ignorando al hombre. —él se quedará a vivir en mi templo.

—Deidad un extraño en su templo es peligroso. —dijo una mujer. —su histo...

—No se atrevan a cuestionarme. —los vio a todos. —y aquel que intente lastimarlo lo pagará caro.

La joven deidad solo eso dijo y desapareció de ahí para volver donde Yoongi el cual no se había movido del lugar miró al asiento de Jimin el cual el chico ya estaba ahí viéndolo con una suave sonrisa en su rostro. Jimin le acaricio la mejilla y le contó todo, le dijo que él no podría presentarse junto a él como pareja, ya que sería sospechoso y peligroso para ambos y que si alguien lo amenazaba debía de decirle de inmediato. Cuando Yoongi llegó al pueblo Jimin volvió a desaparecer del auto, el pálido bajo y las personas del pueblo lo miraban con desconfianza, Yoongi volvió a sentir ese miedo cuando fue asesinado por los pobladores por la difamación que se creó.

—Buenas tardes, soy Min Yoongi. —hablo. —vengo de la ciudad, ya que escuche que al pueblo le faltaba un médico.

—Así es joven mortal. —dijo una voz.

—¿Quién es él? —preguntó Yoongi, para no levantar sospechas.

—Es nuestra deidad. —habló un hombre. —su nombre es Haru y se le debe de guardar respeto.

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