Capítulo 1

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En perfecta sincronía, todo comenzó junto a la primera nevada. En un inicio, un puñado de pequeños copos de nieve fueron cayendo del cielo, hasta que parpadeó una vez y, de repente, estaba hundido hasta las rodillas, viendo como la nieve volvía a elevarse. Tal vez dentro de algunos años, pensaría en ese día y trataría de recordar lo que estuvo haciendo antes de que todo se fuera al infierno. Incluso pensaría en qué podría haber hecho de manera diferente para poder detenerlo.

No estaba destinado a ir a trabajar ese día, pero de igual fue. Sabía que la oficina iba a ser un pueblo fantasma debido a las próximas vacaciones, pero eso nunca significó mucho para él y tenía cosas que hacer. Siempre había cosas que hacer. En retrospectiva, debería haber estado más preparado de lo que estuvo en ese momento. Ha estado ahí el tiempo suficiente para saber que esa ciudad es un caldo de cultivo, crisis que ocurrían una tras de otra. Debió imaginarlo antes de pensar que cualquier ilusión de equilibrio podría ser más que eso. Una ilusión.

Sin embargo, se descuidó. Las cosas parecieron estar tranquilas por una vez, el cambio de año estaba tan próximo que creyó en esa frase que todos decían. "Año nuevo, vida nueva". Pensó que el paso de los días y el cambio en el calendario eran la promesa de un nuevo comienzo. Por un momento, en ese 24 de diciembre de 1928, se engañó a sí mismo pensando que todo estaba bien.

Luego sonó el teléfono, ese fue el principio del fin.

Era la misma historia en todo el mundo, una historia que nunca cambiaba, siempre era la fruta prohibida la que sabía más dulce.

Dulce, no era la palabra que Taehyung elegiría para describir los restos de ginebra que removía en el fondo de lo que debería haber sido una taza de café, pero las palabras quemaban y morían en la parte posterior de su lengua con cada trago de todos modos, ¿y cuál era el punto exactamente? No podía recordar si eso era de la botella sin marcar que Miyeon había introducido de contrabando en la oficina, — un regalo de un "amigo de un amigo de su tío" en Alemania, — o si era del lote que Hoseok había destilado en su bañera para Halloween. Pero el buen alcohol lograba que se olvidara de sus orígenes. Le hizo dejar de preocuparse por muchas cosas.

Entonces, cuando el teléfono comenzó a sonar a las siete pasadas en su reloj de pulsera, también fue difícil preocuparse por eso. Yeontan, su mascota y lo único bueno que esta vida tenía para ofrecerle, levantó la cabeza de donde había estado descansando sobre sus pies, parpadeando adormilado hacia él. Trató de transmitir mientras le revolvía las orejas con la mano libre que él también estaba incómodo con la interrupción de su tranquilidad. Guardaba la esperanza de que en algún momento el timbre cesara y quien estuviese llamando se rindiera. Para su mala suerte, esto no ocurrió y el timbre continuó perforando sus tímpanos con cada sonido.

Suspirando, Taehyung bebió el resto de su ginebra y se apartó de la mesa. Su apartamento era una caja de zapatos gloriosa en una zona cutre de la ciudad, con vista a una fila de contenedores de basura abajo de su ventana. Por esto solamente le tomó cinco pasos y medio para llegar al teléfono. Arrastró los pies todo el camino, porque solo había una persona en esta ciudad que sabía su número. La misma persona que había insistido en pagarle más por una línea telefónica privada, porque dejar el trabajo en la oficina era un lujo que desechó desde el momento en que comenzó en esa industria.

— Pensé que tenía el día libre. — Respondió una vez que levantó el teléfono.

— Buenos días, estoy bien, gracias. — Cualquier burla en la respuesta de su empleador se perdió en cuanto el contrario notó el modo en el cual él parecía ir arrastrando sus palabras por la grava. — ¿Has estado bebiendo?

— No — mintió Taehyung.— Le escocían los ojos, ahora recordaba que ese trago había sido lo último de su licor, su apartamento ahora estaba completamente seco. Eso sí que era una maldición. — Por favor, dígame que esta llamada no se trata de papeleo.

— No se trata de eso. ¿Has escuchado las noticias?

Yeontan, entretenido, comenzaba a moverle su mano con la nariz. Taehyung la complació, dejándole lamer la sal de sus dedos mientras se preparaba para la posible bomba que soltaría su jefe.

— Siento que estoy a punto de escucharlas.

Su jefe siempre había sido un hombre de oraciones mesuradas, Taehyung entendía la paranoia que venía con hablar de negocios por teléfono, línea privada o no. No obstante, había un límite de información que podía obtener con pocas palabras, pero bastó para enterarse de que hubo un asesinato durante la noche. Eso no le sorprendía, ¿cuándo no había un asesinato en esa ciudad? Esa era la pregunta. Para algunos, la Agencia de Detectives Kim había sido oficialmente invitada a consultar.

— Suena como un desastre. — Suspiró calmo. ¿Por qué no se lo das a Cho Miyeon? Ha estado hambrienta de un caso desde que el último se terminó. Dile que es mi regalo de Navidad para ella.

— Confía en mí cuando digo que consideré esa opción. Habría sido preferible, considerando tus... circunstancias.

¿Circunstancias? ¿Era ese el término que estaban usando ahora? Era curioso cómo hacía solo una semana, era un accidente, y una semana antes de eso, era una palabra mucho más fea. Tal vez el tiempo simplemente diluyó todo al final. Ah, pero eso no era realmente cierto, ¿verdad? Dios, deseaba que lo fuera.

— Pero me temo que ninguno de los dos tiene elección. Te solicitaron por tu nombre directamente.

— ¿Quién lo hizo? ¿La policía? — Recibió un gruñido que sonó vagamente como un asentimiento.

— Dijeron que parecía algo que se beneficiaría de tu experiencia.

¿Qué experiencia?

— ¿Por qué? — Preguntó en su lugar.

La voz al otro lado de la línea pronunció tres palabras a modo de respuesta. Tres simples palabras, y de repente, era dos años más joven, de pie, en medio de una opulenta sala de estar cuyas paredes amenazaban con tragárselo por completo. Estaba haciendo las paces con un hombre que era más leyenda y habladurías que carne, alguien que podría haber acabado con la vida de Taehyung sin siquiera levantar la vista del periódico de la mañana. Maldita sea, maldita sea...

— ¿Cómo diablos pueden estar seguros?

— No pueden estarlo del todo, por supuesto. Pero insistieron en que fueras a visitar la escena del crimen, prometí que al menos intentaría que eso sucediera.

— Ajá... — El hombre de grises cabellos se frotó los ojos. Ya estaba sintiendo el dolor de cabeza que lo había embargado desde el momento en que se despertó, ese que había intentado ahuyentar en vano con un poco más de ginebra, ese maldito dolor comenzaba a regresar con ganas. — Sí, claro.

— Ese podría ser el final, por lo que sabemos. — A través de la pausa en su conversación, Taehyung pensó que podía captar tenues acordes de música navideña de la radio de fondo. Kang Yeosang ya debía haber entrado en la oficina. — Escucha, odio esto tanto como tú. Podrías simplemente pasar por ahí, confirmarles sus sospechas, terminarlo y facturarles medio día. Lograrías estar en casa antes de que caiga la nieve. Mucho antes de Navidad.

¿Cuándo les importó que los trabajadores llegasen temprano a sus casas o a alguna festividad?

Taehyung se mordió la réplica que ya estaba asentada en la punta de su lengua y trató de racionalizarla de alguna manera. Unas pocas horas fuera del apartamento no lo matarían. Además, ¿desde el principio no había estado en contra de estas estúpidas vacaciones forzadas, que comenzaban a sentirse más como una suspensión cada vez que pensaba en ello? Tal vez eso era algo positivo.

— Estaré por allá en un rato.

— ¿Y Tae?

Justo ahí había otra palabra cargada. Podía contar con una mano el número de personas que alguna vez habían usado ese apodo con él, y con un dedo el número de personas que todavía lo hacían. Como con todas las palabras, se usaba con moderación, Taehyung descubrió que cada vez que se pronunciaba, no podía ver lo que venía a continuación. A veces era calor, que ahora escaseaba terriblemente. Otras era ira o frustración, una súplica nacida de algo desesperado o un intento de endulzar un puñetazo un segundo antes de que llegara. En otras ocasiones era un: No te mueras. Por el amor de Dios, por favor no mueras.

— ¿Mmmm?

— Trata de estar un poco más sobrio antes de irte.

+++

Esto era lo que sabía: la escena del crimen que estaba investigando estaba encerrada en algún lugar dentro de las paredes de Géminis, un par de hoteles gemelos construidos uno al lado del otro en la avenida principal de la ciudad por parientes que, según los rumores, se odiaban mutuamente hasta las vísceras. Esto significaba no solo que se cometió un asesinato en lo que se suponía que era un santuario para los ricos y famosos, sino también que el asesino de alguna manera entró, cometió el hecho y salió sin ser atrapado cuando todo sucedió justo en el medio del centro de la ciudad. Taehyung esperaba que la policía ya hubiera comenzado a trabajar para averiguar los detalles, porque no tenía idea de por dónde empezar.

Iba por la mitad del patio cuando una voz molesta y familiar se abrió paso entre el alboroto de varios policías, empleados del hotel y los pocos invitados que no se habían unido al éxodo de las salidas en la mañana.

— Llegas jodidamente tarde.

— Hola Yoon, parece que hoy estás de mejor humor que de costumbre. — Le tendió la bolsa de papel arrugada que aún contenía aproximadamente una cuarta parte del desayuno del camión de comida en el cual se había detenido de camino al hotel. — ¿Hamburguesas de cordero? — Yoongi hizo una mueca ante esto, era una comida demasiado fuerte para esa hora. — Más para mí, entonces.

— Dame. — Le arrebató la bolsa e ignoró el semblante de triunfo en el rostro contrario.

— ¿Dónde está Namjoon?

— De vuelta en la oficina. Dijo que la escena iba a estar lo suficientemente llena como para mantenerse agitada todo el día, que no deberíamos aumentar el problema. — Respondía mientras le daba una mordida al pan que ahora agradecía haber aceptado.

Mirando los grupos de personas detrás de ellos, Taehyung asintió levemente. Bueno, Namjoon no se había equivocado, todo parecía a punto de colapsar.

— Pero él te mandó a venir. ¿Fue para seguirme o para asegurarse de que yo aparecería por aquí hoy?

— No veo por qué no pueden ser ambos. Estuve de acuerdo porque Yeosang no dejaba de cantar, al diablo con todo eso.

No importaba la hora del día o la causa, Yoongi siempre se las arreglaba para protestar o gruñir por algo. Sin poderlo evitar, el peligrís rió, escuchándolo murmurar algo más. Escogió el peor momento comerse su propia hamburguesa, cuando estaba mordiendo, todo lo que escuchó fue el susurro del papel cerca de su rostro.

— ¿Qué? — Yoongi frunció el ceño, obviamente no entusiasmado por tener que repetirse.

— Te pregunté, ¿cómo estás? — El contrario lo observó con una sonrisa enfermizamente dulce.

— No tienes que preocuparte por mí, Min.

En ese momento, Taehyung divisaba una cara familiar caminando hacia ellos, un policía. Inmediatamente, se giró para saludarlo, agradecido por la repentina distracción.

— Hola, Jimin, disculpe, sargento. — Contempló con deleite la nueva insignia en el uniforme del hombre. Rangos como ese muchas veces se traficaban, compraban o intercambiaban según los intereses de los altos mandos, pero si hubiera una persona en el Departamento de Policía de Lues que realmente se podría haber ganado su rango, ese era Park Jimin. — Felicidades.

— Gracias.— Jimin asintió como agradecimiento y a Taehyung le pareció ver una pequeña sonrisa en ese rostro. Eso fue un buen cambio. — ¿Cuánto sabes?

— No lo suficiente, — admitió Taehyung. — ¿Quién encontró el cuerpo?

— El turno nocturno. Hubo informes de disparos que se escucharon desde un piso alto alrededor de las cinco de la mañana. El hotel fue evacuado de inmediato, los empleados hicieron un recuento en el terreno y se quedaron cerca. Fue entonces cuando llamaron a la estación.

— ¿Alguien vio a quien disparó? — Preguntó Yoongi. — ¿O a quiénes dispararon?

— Aparentemente, fue un tremendísimo caos.— Resoplaba mirando a su alrededor.

— Puedo imaginar.

Hubo algunas buenas piezas de información para seleccionar de ese corto intercambio de palabras, pero seguía siendo escaso. Con una nueva mordida a su pan, Taehyung volvía a centrar la mirada en quienes lo acompañaban.

— ¿Te pusieron en el turno de noche?

— Estoy en el escuadrón de la prohibición. — Jimin vaciló en responder porque no era el mejor departamento dentro de la policía, algunos no lo tomaban en serio y otros los odiaba solamente por existir. — Oficialmente, es mi nuevo escuadrón.

Con la llegada de la famosa Ley Seca, la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas en todo el país, muchas cosas habían cambiado y no de manera positiva precisamente. Esta ley no prohibía ciertamente el consumo de alcohol, de hecho se siguió importando vino de Jerez para uso medicinal y religioso, pero lo hacía muy difícil para las masas, porque prohibía la manufactura, venta y transporte de bebidas alcohólicas, ya fuera para importarlo o exportarlo.

¿Cómo dejaban a todo un país sin alcohol?

Ya llevaban ocho años desde la implementación de esta ley, pero todavía había revueltas, se continuaba produciendo y vendiendo de manera clandestina, logrando que los traficantes tuvieran algo más con lo que enriquecerse. Cancelaron la oferta de alcohol, pero la demanda se incrementaba con el paso del tiempo en vez de descender. Por eso la brigada antidisturbios de la prohibición en la que Jimin formaba parte era odiada por todo el país e iba perdiendo apoyo progresivamente.

— Ah... — Taehyung consideró decir alguna broma acerca de que su estilo de vida era ahora era oficialmente seco también, pero no era un buen momento para los malos chistes. — Entonces, no entiendo muy bien qué haces aquí, es un salto bastante largo de la prohibición al homicidio, ¿no?

— Hay un término medio bastante fértil compartido por los dos.— Jimin lo miró con curiosidad. — Pensé que el Sr. Kim Namjoon te lo había dicho.

Por supuesto que Namjoon lo sabía, ese hombre se las arreglaba para saberlo todo.

— Quiero ver el cuerpo primero.

— Por supuesto, por aquí.

La suite del ático era la joya de la corona del Géminis, o al menos eso decían todos los volantes y panfletos promocionales que había leído. Ya nadie lo llamaría así, fue lo que pensó Taehyung mientras entraba en el dormitorio y contemplaba el caos. Parecía que una tormenta había pasado por ahí. Las sillas estaban volcadas, una de las cortinas estaba arrancada a la mitad de la barra y ninguna de las almohadas se encontraba en la cama, todas estaban esparcidas por el piso. Algunas habían sido perforadas, porque Taehyung notó montones de plumas esparcidas por varios lugares. Eso era una pena, un desperdicio.

Un hombre desconocido, prácticamente un niño con uniforme de policía, estaba agachado en el suelo sobre una botella rota, recogiendo los fragmentos con unas pinzas. El detective Kim notó el color del líquido que se había filtrado en la alfombra y llegó a la conclusión de que ese hotel no estaba seco como la ley exigía. Era bueno saberlo. Se preguntaba cómo se sentiría Jimin al respecto, tal vez esa era una de las líneas finas que mencionó.

Todas estas observaciones solo estaban retrasando lo inevitable, por lo que el peligrís finalmente dejó que sus ojos se posaran en el cuerpo. El pobre Jo Jaeyoon yacía muerto en la cama tamaño king, después de haber vivido sesenta años y haber recibido aproximadamente la mitad de ese mismo número las balas que ahora acribillaban su cadáver. Algunas otras balas habían sido enterradas en la cabecera y partes de la pared a ambos lados de la cama. Asumiendo que no omitió o se saltó ninguna, Taehyung contó cincuenta en total. Quienes dispararon fueron jodidamente ineficiente, pero hicieron el trabajo al fin y al cabo, eso era lo que contara.

Aunque revisaría más tarde toda la evidencia una vez más, no necesitaba el informe detallado que Yoongi había hecho sobre la víctima, algo en lo que Namjoon probablemente lo había obligado a trabajar en el último minuto. El señor Jo era un nombre familiar. Era un político, o lo había sido de todos modos, uno de los pocos que eran bueno en lo que hacía; se había dedicado a limpiar la ciudad, desde sus discursos de campaña hasta los anuncios que sacó en los periódicos locales. Si tan solo no hubiera sido asesinado, podría haber tenido una oportunidad como alcalde en funciones en las elecciones del próximo año. Una pena que todos sus esfuerzos quedaran en la nada.

— Oh sí. — Min contó las balas y escribió algo en su cuaderno. — Eso de seguro servirá.

— ¿Hubo alguna otra evidencia física encontrada además de lo que estamos viendo ahora? — Indagaba una vez más el peligrís que con sus ojos ávidos estudiaba todo el lugar.

— Había tres trozos de tela esparcidos en el suelo, dos aquí, uno cerca de la puerta. — Jimin señaló los lugares que habían sido marcados con tarjetas de números.

— ¿Sabemos qué tipo de armas utilizaron?

— Hasta ahora todo parece ser de la misma arma. Algo con un cartucho de 45 ACP, posiblemente una M1911. Testigos de los pisos cercanos al ático informaron de un incendio extremadamente rápido, así como se formó, desapareció.

Jimin lo estaba mirando, como si se supusiera que sacaría algún tipo de conclusión de eso. Bueno, Taeyhyung sabía a lo que intentaba llegar con sus hipótesis, pero no le gustaba.

— Es increíble como cualquier podría tener en sus manos una metralleta. Los usan los soldados, los usan los civiles... Diablos, podría caminar hasta la estación de policía ahora mismo, eliminar a todos los que conozco que han disparado una pistola Tommy, y no les quedarían suficientes hombres para cubrir la próxima hora siquiera.

— Cierto, pero ¿usar los cincuenta cartuchos de una sola vez, en un solo objetivo a quemarropa? — Jimin negó con la cabeza. — No es nuestro estilo. Todos sabemos cómo se ve esto. Tú también lo notaste, ¿no es así?

La peor parte era que Taehyung realmente se percató de lo que podría estar ocurriendo ahí. La última víctima con la que se encontró fue un policía; había visto la historia en la portada del periódico aquella mañana, en la página seis mostraron una foto espantosa del cadáver que parecía queso suizo. Había visto este tipo de muertes antes, mensajes escritos con demasiadas viñetas que bien podrían haber tenido una firma explícita firma:

Con amor, muerte, y todo lo demás... - La Cosa Nostra.

— Entonces tengo una pregunta para ti. ¿Por qué involucrarnos en la investigación si ya saben quién lo hizo? — Ante la pregunta, el oficial Park suspiraba.

— El departamento no está... interesado... — Miró a Min, sopesando cuidadosamente sus palabras — en continuar con esto en este momento. Normalmente, lo haríamos, pero debido a lo que pasó hace tres meses esto es lo que hay.

Así que había dado en el clavo después de todo. Debería haberse sentido mejor acerca de haber acertado, pero no estaba muy feliz con eso.

— Muy elegante decisión, sargento.

— La orden vino de arriba. — Jimin frunció el ceño. — ¿Qué, crees que quería esto? No te habría llamado aquí si pudiera evitarlo. Especialmente después de lo que te pasó...

Justo en ese instante, Taehyung sintió que se le helaba la sangre. Cuando se volteó hacia el policía, este se negó a mirarlo a los ojos, lo que confirmó lo peor. ¿Cómo diablos lo sabía? Una mirada interrogativa a Yoongi fue recibida con un encogimiento de hombros, si él no lo había comentado, entonces las opciones restantes eran una mierda.

¿Quién más sabía?

¡¿Toda esa maldita ciudad lo sabía?!

— Perdón. Eso no era necesario.

— Está bien. — El detective apretó los dientes, mientras se tomaba un momento para forzar una sonrisa. — Lo entiendo. Tienes las manos atadas y no puedes barrer esto debajo de la alfombra porque la víctima podría haber sido alcalde algún día. Un alto perfil y una situación de la cual es imposible escapar, lo comprendo. Todavía me resulta divertido que ustedes piensen que yo mágicamente podré atrapar al o los culpables. ¿Qué, quieren exactamente? ¿Pruebas? ¿Una confesión?

— Eres el mejor interrogador que tenemos en la Agencia. — Intervino Yoongi con una mueca. — Por mucho que deteste decírtelo en la cara y darte el gusto.

— No interrogas a la mafia — siseó Taehyung negando su cabeza.

¿En qué demonios estaban pensando todos?

— Aun así, sabemos con certeza que has podido entrar a la Torre Piscis sin invitación y salir con todas tus extremidades y dedos intactos. — Una vez más, Park se encogió de hombros. — Eso es más de lo que podemos decir de la mayor parte de la ciudad.

— Si vas a acusarme de algo, hazlo ya.

— No te estoy acusando de nada, Taehyung. — El policía estuvo a punto de decir algo más, pero fue visible la forma en la que luchó contra sus deseos antes de cambiar de opinión. — Solo queremos que hables con ellos. ¿Por favor? Eso es todo, quién sabe, un corto paseo por aquellos lares podría servirte para ganarte el favor de algunas personas, ¿lo has pensado?

Esas palabras terminaron siendo demasiado profundas para que Taehyung las tomara sin estremecerse, muchas cosas implícitas detrás de esas oraciones. Quería decir que no le importaba nada de eso, que habían pasado años desde que el suelo se resquebrajó bajo sus pies y que estaba bien ahora. Sin embargo, nada de eso terminó saliendo de su boca.

— Quiero hablar con algunos de los empleados del hotel. — Fue todo lo que dijo dando la vuelta sobre sus talones.

Jimin lo guió hacia algunos de ellos, dándole nombres, ocupaciones, la esencia de sus declaraciones a la policía y notas sobre dónde estuvieron cuando comenzó el tiroteo. Muy pocos de ellos tenían realmente algo para contribuir; nadie había estado en un piso lo suficientemente alto como para escuchar los disparos de primera mano. Si bien no tomó mucho esfuerzo persuadirlos para que hablaran, realmente no tenían mucho que decir.

Las notas de Jimin también parecían indicarlo, así que al menos eran consistentes. Llegaron al conserje justo cuando este ordenaba su puesto en la recepción, preparándose para irse.

— Ya le conté todo al otro sargento de la policía. El sargento Park. — Espetó rápidamente.

— ¿Nos parecemos al sargento Park? ¿Nuestro rostro tiene alguna similitud con ese oficial que estás asumiendo que porque ya hablaste una vez no tienes nada más que decir? — Min tendía a ser directo y en ocasiones incluso un poco agresivo, todo el tiempo parecía estar como una válvula de presión a punto de dispararse. No obstante, en ese momento, Taehyung, lo detuvo con una mano en su hombro.

— No estamos con la policía, señor. — Se colocó entre Yoongi y el conserje, ofreciendo una tarjeta comercial con su nombre y número de oficina. — Somos de la Agencia Kim, nos llamaron esta mañana. Nos estamos poniendo al día lentamente con todo lo que ocurrió aquí.

El conserje aceptó la tarjeta, aunque con muchas quejas por lo bajo. Parecía estar a diez segundos de decirles a ambos que se fueran muy lejos y no precisamente por la sombra. Taehyung sabía que tenía que desgastarlo un poco más antes de que realmente se dignara a hablar.

— Entiendo sus frustraciones, señor. Esperemos que esto sea lo más rápido e indoloro posible. — Sacando un cigarrillo, comenzó a palparse los bolsillos con una mirada preocupada, aunque sabía exactamente en cuál tenía un encendedor. — Disculpe, ¿tiene fuego?

La confusión en el rostro de Min fue evidente y el otro hombre parecía estar en igualdad de condiciones. El conserje parpadeó, agachándose para hurgar debajo del mostrador y entregarle una fosforera de la caja de objetos perdidos del hotel.

— Muchas gracias. — Agradeció Taehyung con una brillante y cuadrada sonrisa, esperando hasta que el hombre hizo contacto visual antes de parpadear. — Eres un salvavidas para mí ahora mismo.

— De nada, — murmuró en respuesta.

— Así que solo necesitamos escucharte una vez más. — Sacando un pequeño bloc de notas del bolsillo de su abrigo, pasó a una página vacía a mitad de camino. Luego arrancó el bolígrafo de la mano de Yoongi, ignorando deliberadamente la mirada que recibió que prometía algo peor que un asesinato de cincuenta balas. — Fue alrededor de las 5:00 que comenzaron los disparos, ¿no es así?

— Correcto. Realmente no escuché mucho desde aquí. No estaba seguro de lo que estaba pasando hasta que la recepción se inundó de llamadas desde el interior del hotel.

— Fue entonces cuando empezaste a evacuar a todos, ¿cierto? — Cuando el hombre asintió, Taehyung presionó un poco más. — ¿Por qué no optaron por un bloqueo general en su lugar?

— Cuando estuvimos seguros de lo que estaba pasando, la mitad de los invitados de los pisos superiores ya habían comenzado a salir corriendo. No creo que pudiéramos haberlos convencido de que se quedaran a menos que nosotros mismos tuviéramos armas para defenderlos o amenazarlos.

— Está bien. — Le regaló una nueva sonrisa. — ¿Y estuviste en aquí toda la noche?

— Eso es correcto. De diez y media hasta las seis, he estado trabajando en ese turno durante cinco años.

Mirando su propio reloj, Taehyung sacó rápidamente la cuenta de las horas. El conserje se había quedado ahí cinco horas más de lo que debería haber estado.

— ¿Alguien registró su entrada o salida? ¿Alguno de sus huéspedes entró o salió del hotel entre el momento en que comenzó su turno y la evacuación? — El conserje se detuvo y fijó la mirada en el timbre del mostrador, a su derecha.

— No, nadie estuvo en el vestíbulo además de mí hasta que comenzó la evacuación.

Hubo algo en esa respuesta que no le encajó del todo. Escaneando el área de la recepción, Taehyung divisó un llavero decorativo con la palabra 'Sacramento' tomando protagonismo junto con un manojo de llaves en el escritorio del conserje. Había una playa nombrada así en la ciudad de Nasub que estaba repleta de casinos y bares clandestinos. Con una última mirada, decidió poner a prueba su teoría.

— ¿Has estado en Nasub recientemente?

— ¿Perdón? — El sujeto siguió la mirada de Taehyung hasta el llavero. Ah, eso fue hace casi un año. Mi señora y yo queríamos escapar del invierno por un rato, ya sabe.

— Debería pensar en hacer una escapada similar yo mismo. Dicen que podríamos tener un invierno verdaderamente malo este año. — Hablaba Taehyung casualmente, manteniendo sus ojos fijos en el rostro del conserje. — ¿Condujiste?

— Oh, no, tomamos los trenes.

— Increíble. ¿Recuerdas la ruta y cuánto tiempo tomó? Solo para saber qué decirle a mi jefe. Todavía tengo algunos días de vacaciones que me gustaría utilizar.

— Uhh...— El conserje entrecerró los ojos mientras trataba de recordar. Giró la cabeza, probablemente sin darse cuenta, para mirar un conjunto de folletos de viajes apilados a su izquierda. — Veamos, estuvimos en la línea principal hasta Daejon. Luego cambiamos al Mar del Japón. ¿Podría haber tomado unos cinco días en total? Nos detuvimos en un par de lugares en el camino.

— Lo tendré en mente. — Taehyung colocó su bloc de notas en el mostrador y comenzó a escribir en la página: "Hablé con el conserje en Géminis, 24/12/28, 11 a.m." Entonces, para resumir, nadie estuvo en el vestíbulo durante toda la duración de su turno, es decir, hasta que comenzó la evacuación. Faltaba uno de los huéspedes cuando hiciste el recuento de invitados en el patio, que fue cuando llamaste a la policía. ¿Estoy en lo correcto?

— Sí, así es.

— Perfecto, creo que tenemos todo lo que necesitamos. — La cabeza de Yoongi se levantó con sorpresa ante eso, pero el peligrís lo ignoró. Esa era la parte más importante, así que pasó a entregarle su bloc de notas al conserje. — ¿Podría obtener su firma aquí, por favor? Cualquier lugar de la página servirá. Es solo para notar que tú y yo tuvimos esta conversación, procedimiento de rutina, nada de qué preocuparse. — El conserje firmó con su mano derecha, lo que le confirmó a Taehyung todo lo que necesitaba saber. — Gracias. Has sido de gran ayuda para nuestra investigación hasta ahora. — Recuperó el bloc de notas, le dedicó esa misma sonrisa brillante de nuevo y le estrechó la mano. — Tómalo con calma, ¿de acuerdo? Estos días estarán ajetreados y tendrás mucho trabajo.

Yoongi guardó un silencio cauteloso hasta que estuvieron a salvo fuera del hotel, momento en el que prácticamente estaba a punto de estallar. Era evidente lo mucho que picaba su lengua por soltarse, así que Taehyung agradeció su moderación momentánea.

— ¿Qué diablos fue eso de ahí atrás? ¡Apenas le preguntaste nada!

— Mmm. — El peligrís asintió.

— ¿Y por qué ya estamos regresando? ¿No querías entrevistar a los otros empleados también?

— No, no tiene sentido hacer eso. Al menos no ahora.

— ¿Cómo diablos llegaste a esa conclusión?

— Porque ya hemos escuchado suficiente. — Porque ciertos aspectos de la naturaleza humana, aunque no cuantificables, eran predecibles. Caso en cuestión: la tendencia universal a asociar la propia creación o fabricación, en ciertos escenarios, con su mano dominante. Y entonces... — Necesito averiguar por qué ese conserje me estaba mintiendo en la cara.

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