Capítulo 2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La Agencia de Detectives Kim estaba ubicada en una casa antigua remodelada en una de las zonas seguras y bastante respetables de la ciudad. El piso principal había sido completamente destruido, convertido en un área de recepción y un par de salas de interrogatorio privadas. Un salón común para que los detectives se encontraran en la parte trasera de la casa, cerca de las escaleras, que conducían a las oficinas privadas en el segundo piso. Por suerte, cuando Taehyung y Yoongi regresaron, Miyeon y Yeosang estaban sentados en ese salón, jugando a las cartas.

— ¡Bienvenido de nuevo! — La voz de una mujer resonó en la habitación.

El saludo elegido por Miyeon fue un abrazo que amenazaba con aplastarle las costillas. Taehyung lo vio como su forma de causar un escándalo lo suficientemente llamativo como para obligarlo a decir algo, pero su misión estaba fracasando porque más que hacerlo hablar, le estaba quitando el aliento y no de la mejor forma.

— Pensé que no te veríamos aquí hasta enero.

— Yo también pensé eso. — Esa había sido la idea inicial. Captando la mirada de Yeosang asintió en su dirección para devolverle su mudo saludo. — Yoongi me contó que lo has estado volviendo loco con la música navideña.

— ¿Qué puedo decir? Es la época más maravillosa del año. — Kang Yeosang sonrió, echándole un vistazo disimulado a las cartas de Miyeon en la mesa mientras ella estaba distraída. — Oh, Namjoon quería verte tan pronto como entraras.

Por supuesto.

— ¿Estás seguro de que se refería a mí y no a Yoongi?

— Estoy bastante seguro de que se refirió a ti. — Respondió quedándose pensativo por varios segundos hasta que Kim agitó una mano frente a su rostro.

— Estaba bromeando. Iré a verlo ahora.

Eso podría haber sido una mentira, porque su oficina era la primera en la fila en la parte superior de las escaleras y él deseaba pasar unos minutos más sentado en la tranquilidad de su escritorio, hojeando ociosamente las páginas de su bloc de notas, revisando lo estrictamente necesario. Eventualmente, se convenció a sí mismo de que esa conversación que iba a suceder, le gustara o no. Así que tras varios minutos sentado en su oficina se puso de pie y se dirigió a la oficina de Kim Namjoon.

Namjoon tenía el despacho más grande, lo cual tenía sentido. La ventana detrás de su escritorio daba a la calle, una mejora drástica en comparación con el resto. La propia ventana de Taehyung le ofrecía una emocionante vista de la pared lateral de la casa de al lado. Namjoon no levantó la vista de los papeles en su escritorio cuando entró, solo le indicó que tomara asiento. Había otro privilegio del que disfrutaba: suficiente espacio de oficina para tener varias sillas.

— ¿Confío en que hayas visitado la escena del crimen?

— Fui y me encontré con Min allí. — Hundiéndose en la única silla donde su vista del mayor no sería obstruida por cajas de cartón o montones de papeleo, dejó escapar un suspiro. — Está mejorando en el trabajo de campo, ¿no?

Todo lo que obtuvo de respuesta fue un pequeño gruñido. Después de haber conocido al contrario durante más de dos décadas, se podría pensar que ya él había podido descifrar todos los pequeños ruidos sin palabras que hacía. Pero de vez en cuando se encontraba con sonidos vagos como el que acababa de hacer y no sabía si significaba que estaba de acuerdo o rechazaba totalmente del tema.

— ¿Estás de acuerdo con las conclusiones de la policía?

— Creo que es demasiado pronto para decirlo. — Respondió honestamente. — Sé que el método es revelador, pero podría ser una coincidencia o una imitación. — Frente a esto, Namjoon asintió.

— Entiendo que la policía dude en reunirse directamente con La Cosa Nostra. Si tal reunión fuera presenciada o peor, notada por un miembro de la prensa, la óptica no sería la ideal.

— No quieren reunirse con ellos porque tienen miedo. — Su sonrisa era forzada, realmente no comprendía qué esperaba Namjoon con todo eso. La propia policía no quería inmiscuirse con la mafia más grande y peligrosa mundialmente.

— Sea como sea, entablar un diálogo con ellos parece ser la forma más fácil de avanzar en esta investigación o archivarla por completo, dependiendo de los resultados de esa conversación. —Namjoon finalmente guardó los papeles y apoyó los brazos contra el escritorio. — Pondría a la policía de Lues a nuestro favor. Aunque afortunadamente no estoy familiarizado con los detalles más finos, estoy consciente de que esto es algo que puedes arreglar.

Con su mirada, Taehyung asesinó el pisapapeles encima de la acumulación de archivos de casos de su jefe. Era una pequeña réplica de una iglesia con cúpulas de colores de algún lugar del mundo. Era una catedral en según lo que había dicho el castaño tiempo atrás, asegurándolo que era mucho más impresionante en la vida real. El peligrís no podía comprobar este hecho, ni siquiera había cruzado el charco que bordeaba su país.

— No te obligaré a hacer nada que creas que podría ser peligroso, Tae.

Ese apodo otra vez, ¿cuántas veces había sido ya en un día, dos veces? Se estaba cansando un poco de ese juego.

— Iré. Simplemente que no de inmediato, primero quiero ver otros ángulos de lo sucedido. Espetó preparándose para salir de allí. — ¿Eso es todo?

— Una cosa más. — Namjoon abrió uno de sus cajones laterales y hurgó en él durante un rato antes de sacar una sola tarjeta de presentación y entregársela. — Ahora, quiero que me escuches antes de decir que no.

El peligrís pasó la yema de su pulgar sobre la tarjeta. Lo primero que notó fue una dirección en una zona no muy lejos de donde se encontraban y un número de teléfono de ocho dígitos en él. El nombre no era familiar, pero las letras 'DR' al inicio ciertamente no lo eran. ¿Clínica Psicoanalítica?

— No. — Sentenció rápidamente y con vehemencia.

— ¿Qué acabo de decir?

— No puedes estar hablando en serio. No. La única razón por la cual no se levantó en ese momento fue porque Namjoon probablemente lo seguiría para traerlo de regreso a la oficina.

— Te puedo asegurar que no es lo que crees que es.

— Creo que es una bofetada en la cara. ¿Qué pasó con lo de confiar en mi juicio?

— ¡Tu juicio quedó obsoleto cuando te escabulliste del hospital una semana antes de lo debido, en contra de las órdenes de tu médico! — Exclamó con firmeza.

— ¡Estoy bien! — El menor casi gritó, exhalando con fuerza para tranquilizarse. — ¿Cuántas veces voy a tener que decirlo para que me creas? ¿Y por qué todos los que me encuentro parecen saber lo que pasó? ¡Prometiste que lo controlarías! — Eso pareció abrir una grieta en el muro de furia justiciera de Namjoon.

— Pero... lo hice... — Musitó después de una larga pausa.

— Park Jimin lo sabe. — Cada palabra salió como una púa. — Lo que significa que tengo dos días, tal vez tres, antes de que alguien de la prensa tenga esa información en sus manos.

— Me haré cargo de ello, lo arreglaré.

¿Estaba bromeando? Agitando su cabeza en negación, Taehyung procedió a reír. Ambos sabían lo que Namjoon quería decir con que lo arreglaría. La cuestión era confirmar qué tan efectivo podría ser esto.

— Lo haré, — insistió — pero sabes que si tan solo me hubieras escuchado, nada de esto sería un problema ahora, ¿verdad? Si no hubieras sido tan imprudente, no habría nada que arreglar. — Los últimos restos de su risa dejaron un amargo sabor amargo en la boca ajena.

— No debí haber contestado el teléfono esta mañana, — murmuró.

— Ya es demasiado tarde para eso. — Fue lo que agregó Namjoon haciéndole un gesto hacia la tarjeta de presentación. — Esa clínica, es... ¿Cómo lo explico? No se parece en nada a un manicomio, si eso es lo que temes. Siguen ese nuevo modelo europeo de clínicas similares en Viena, Berlín, París...

— ¿Seul y Tokio también? — Adivinó lo obvio viendo a su jefe asentir.

— Te reúnes con un profesional, uno a uno, de forma íntima y relajada. La reunión ocurre en un estudio o en una oficina como esta. No serás internado, nada de drogas, al menos no sin tu consentimiento. Únicamente hablas con ellos, eso es todo. — Dándole vueltas a la tarjeta en su mano, Taehyung sopesó la idea.

— ¿Eso es todo?

— Eso es todo.

— ¿Y si no quiero hablar con ellos?

— Fue una experiencia traumática, Tae. — De acuerdo, la tercera es la vencida. — No importa cuánto intentes fingir lo contrario. Lo que te sucedió fue desgarrador y la forma que pareces haber elegido para enfrentarlo es motivo de preocupación. Me sentiría infinitamente más a gusto si al menos hablaras de eso con alguien.

¿Qué se suponía que debía decir a eso? No importa cómo lo explicara, estaba claro que Namjoon ya había tomado una decisión. Los moretones se desvanecieron, después de todo, ya Taehyung ni siquiera pensaba en lo que había sucedido. Se conformaba con asegurarse de que algún día, en el futuro, lo olvidaría por completo y ese día podría volver a respirar. Claro, tal vez tomaría mucho más tiempo, pero estaría dentro de su propio tiempo sin ser forzado por alguien más.

De eso se trataba la sanación, ¿no es así?

— Sin promesas, — fueron sus últimas palabras antes de marcharse.

Eso era suficiente para al menos aplacarlos a ambos por ahora.

Pasó el resto de la tarde encerrado en su oficina, estudiando detenidamente viejos recortes de periódicos, discursos, transcripciones de entrevistas, todo lo que Yoongi había recopilado y preparado para él como una especie de manual sobre su víctima, Jo Jaeyoon. Revisó minuciosamente cada uno de los documentos línea por línea, tratando de encontrar una escapatoria o alguna forma de avanzar en la investigación sin tener que involucrar a la mafia.

Parecía sombrío ese futuro.

La nieve que había comenzado al mediodía se convirtió en tormenta a las tres. Namjoon había enviado a todos a casa temprano para que pudieran vencer la tormenta que se aproximaba. Miyeon, Yeosang y Yoongi tenían familias que los aguardaban en casa, ese era un lujo que Taehyung no tenía, por ende, siguió trabajando. Alrededor de las seis, el dueño de esa agencia de detectives pasó por la puerta abierta de su oficina, vestido con su abrigo y sombrero, finalmente listo para irse. Se demoró en lo alto de las escaleras y se asomó a la oficina de Taehyung con los ojos entrecerrados.

— ¿Sigues aquí?

— No quería desperdiciar este impulso, — le respondió con una sonrisa apacible, observando al mayor negar con cariño.

— Vete a casa, ahora. — Lo amonestó con solo su mirada. — Puedes quedarte aquí encerrado, pero ¿quién alimentará a tu perro?

De acuerdo, no podía discutir contra eso. Yeontan esperaba por él en casa.

Mientras estaban parados frente al edificio, con Namjoon cerrando la puerta principal detrás de él, una idea tonta y errante se formó en su mente. Una que involucraba preguntarle al mayor si quería cenar o algo así. Era extraño e incómodo, lo sabía; había pasado tanto tiempo, tanto había cambiado... Él ya estaba demasiado viejo para seguir teniendo este tipo de sentimientos. Había mil cosas más también, estaba seguro. La idea persistió, a pesar de su diatriba mental, pero no pudo encontrar las palabras y tal vez eso fue lo mejor.

+++

Su apartamento estaba en el último piso de un edificio sin ascensor de cinco pisos, en una hilera de edificios de apartamentos de poca altura que no coincidían entre sí. Donde tenía que mover la llave en la cerradura con una bienvenida cargada de ladridos felices y besos de perro. La siguiente mejor cosa, había descubierto Taehyung, era la Magic Shop, un pequeño y acogedor bar clandestino escondido en la parte trasera de una barbería cerca de su casa.

Sabía que había miles de estos lugares solo en su zona, Jimin y su escuadrón no tenían ningún chance de cerrarlos todos. En este punto se preguntaba si realmente lo estaba intentando o se habían dado por vencidos. Mirando el sitio, Taehyung sonrió, había algo en las luces, las encimeras de pino envejecido y la permanente nube de humo que le sentaba lo suficientemente bien como para que se convirtiera en un lugar habitual para él. Que estuviera de camino a casa desde la agencia era solo otra feliz coincidencia.

— Tengo que admitir que no pensé verte aquí hasta después del Año Nuevo.

Conocer al dueño ciertamente tampoco le afectaba, por el contrario. Un poco más relajado que momentos atrás en su oficina, se giró ante la voz que lo había recibido justo cuando comenzaba a quitarse el abrigo, observando la vista familiar del incansable cantinero de Magic Shop, Hoseok.

— ¿Es esa mi señal para irme?

— Tonterías. — Con una cálida sonrisa desechó los intentos poco entusiastas de Taehyung de volver a ponerse el abrigo. — Siempre es bueno verte. ¿Lo de siempre?

— Qué puedo decir, soy un tipo anticuado que no cambia fácilmente sus costumbres. — Frente a esto. Hoseok puso los ojos en blanco.

— Te das cuenta de que esa broma sería mucho menos efectiva si no te vieras así, ¿verdad? — Sí, el peligrís no ponía mucho cuidado a las tendencias textiles que abarrotaban los escaparates de la ciudad. Por eso su respuesta no fue más que un guiño.

La noche transcurrió más o menos sin incidentes durante las primeras horas. Había un pequeño escenario contra la pared en el extremo opuesto del bar clandestino, un par de presentaciones de jazz iban y venían junto a un par de bebidas clásicas, pero anticuadas para la sociedad moderna. El ritmo de sus bebidas no seguía necesariamente el de las bandas, aunque estaban lo suficientemente sincronizados para que cada trago supiera más y más a perdón, acosándolo con una falsa calidez.

Por lo menos, estaba más tranquilo ahí adentro que afuera. Normalmente, dependiendo de lo que necesitara, Taehyung a menudo se sentaba en el mismo lugar de ese bar para aclarar sus pensamientos o enfocarlos. Incluso en contra de la música, aunque los clientes hablasen casi a gritos entre ellos, el estrépito silencioso era infinitamente más agradable que el caos de la ciudad exterior. Así era siempre y esperaba que continuara del mismo modo. Hablando en voz baja con Hoseok, mientras esperaba que Jimin y sus hombres no irrumpieran, haciendo que la diversión se acabara para siempre.

Oh, la letra de la canción que escuchaba iba de acorde con sus pensamientos. "Habla bajito, amor, para que nadie nos escuche excepto el cielo."

Debió de ser cerca de las nueve de la noche cuando una nueva figura entró en el bar.

A simple vista, era imposible pensar en las cualidades o personalidad de una persona, aquello que llamaba la atención era lo físico que se mostraba como tarjeta de presentación. Quizás por eso sus ojos quedaron encandilados frente al recién llegado. Era el extraño más hermoso que Taehyung había visto en su vida. Tal vez alguien o algo le sonreía desde algún lugar de arriba, porque ese extraño eligió deslizarse en el taburete vacío entre él y otro cliente que había estado mirando su bebida desde el comienzo de la noche.

Taehyung se aseguró de no mirar para no incomodar, pero era difícil no hacerlo. El sujeto no llevaba abrigo y la pulcra silueta cortada por su traje hecho a la medida atrajo sus ojos curiosos hacia las líneas de su cuerpo de una manera que no podía explicar. Ciertamente, se veía mucho más arreglado que el resto de la clientela que ese lugar solía atraer; cabello negro azabache peinado hacia atrás sin un solo mechón fuera de lugar.

De cerca, sus rasgos mostraban una suavidad casi insoportable, haciendo que el peligrís anhelara tocarlo solo para ver si era real. Sus ojos almendrados en un intenso color café emanaban un brillo especial, recordándole un rico Merlot rojo. Una mirada que bajo la luz del bar se veía fuerte, decidida y muy segura. Esos diminutos orbes tenían algo en ellos que era acerado, pero herido, algo que no podía leer. No fue hasta que Hoseok apareció repentinamente que pudo abandonar sus cavilaciones, fijando sus ojos nuevamente en la bebida.

— Buenas noches, señor. ¿Qué puedo traerle? — Le preguntó con tranquilidad al recién llegado.

— Puedo por favor tener, esto... — La voz del extraño era tan delicada y refinada como el resto de su persona y tenía vestigios de un acento que Taehyung pudo ubicar. — Tres partes de coñac, dos partes de licor de naranja y dos partes de jugo de limón, gracias. — Por un momento, el pelirrojo cantinero pareció confundido.

— ¿En una copa de cóctel con una rodaja de naranja para decorar? — Cuando asintió, Hoseok se rio entre dientes. — No recibo muchos pedidos como este, pero un sidecar de estilo francés siempre será divino. Vuelvo enseguida.

Era difícil centrar toda su atención en su vaso casi vacío o seguir los nudos en la madera de la encimera para no mirar. Por lo general, cada vez que alguien se sentaba a su lado en este bar, había una buena posibilidad de que la cercanía condujera a una conversación. Pero el extraño se mantuvo reservado, sentado rígidamente derecho, con las manos cruzadas frente a él. Permitiéndose una pequeña mirada furtiva, Taehyung vio el reloj alrededor de la muñeca del hombre, lo que le hizo detenerse. ¿En qué estaba pensando, usando algo así en un vecindario como ese?

Aproximadamente un minuto después, Hoseok regresó con su bebida, algo que lucía delicioso, un degradado de naranja en una copa de cóctel, con la prometida rodaja de naranja en el borde. El hombre al otro lado de él se burló después de que el pelirrojo se fuera, ante lo cual el hermoso extraño se volvió hacia aquel otro sujeto para hablarle.

— ¿Puedo ayudarlo, señor? — Espetó con seriedad.

— ¿Estás bromeando, verdad?— El individuo hizo un gesto hacia el vaso como si el contenido fuese algo vulgar. — Eso parece la bebida de una maldita señorita.

— Quizás tengas razón.— El extraño pelinegro asintió, inclinando la cabeza pensativo. — ¿Hay alguna razón por la que esté tan obsesionado con lo que otro hombre pone en su boca, que molestaría a un completo extraño en un lugar público solo para discutirlo?

Los ojos del hombre se abrieron en estado de shock y farfulló algo ininteligible. Fuera lo que fuera que dijo no se escuchó, ni siquiera se dignificó con una respuesta, por lo que finalmente arrojó un puñado de billetes sobre el mostrador, maldijo y se fue. Antes de eso, ya Taehyung se encontraba medio riendo y medio atragantándose con lo que quedaba de su bebida. Los ojos entrecerrados del pelinegro se concentraron en él y esta simple acción le erizó la piel.

— ¿Algo que te gustaría compartir?

— Eso depende. ¿Vas a destriparme con tu lengua como lo hiciste con él?

— Podría destriparte con otra cosa. — Una pausa, seguida de un movimiento deliberado de los ojos ajenos sobre su cuerpo, recorriéndolo de arriba hacia abajo. Otra vez, el desconocido había logrado que su piel reaccionara. — O podría hacerte otras cosas con mi lengua, si lo prefieres.

Taehyung esperó un segundo, procesando cada palabra y gesto para asegurarse de que había oído bien.

— Normalmente, te pediría que me invitaras a una bebida primero. — Por fin respondió rozando el borde de su vaso. — Pero ya tengo una.

— Y qué gran desgracia es esa. — Asintió el pelinegro.

¡Al diablo! Taehyung bebió el resto de su bebida y dejó el vaso ahora vacío sobre el mostrador. El hombre sonrió, una curva lenta formándose en sus labios, tan diabólica y dulce a la vez. Con un simple gesto pidió otra bebida de la que había estado tomando Taehyung para ofrecérsela.

— No creo que te haya visto aquí antes. — Taehyung fue paciente, esperando hasta que llegó su nueva bebida antes de girarse para mirar al hombre por completo. — ¿Entonces? ¿Alguna razón por la que estás sentado aquí en lugar de celebrar la Nochebuena en otro lugar? Algún lugar más cálido y tranquilo.

— Bueno, digamos que he tenido un día extremadamente terrible. — Él suspiró. — ¿Y tú?

— ¿Yo?

El peligrís tuvo que pensar en eso un poco más de lo esperado. ¿Cómo había sido su día? Se había ido a la cama anoche pensando que no tendría nada más de lo que preocuparse a excepción de la ginebra en la bañera y pasar tiempo de calidad con su perro hasta después del fin de año. De repente, había sido arrastrado a una investigación de asesinato con la participación de La Cosa Nostra casi confirmada. Jimin sabía acerca de sus 'circunstancias', lo que probablemente significaba que todo el departamento de policía también lo sabía y la guinda del pastel era que Namjoon expresaba explícitamente sus dudas sobre su cordura.

— Mi día fue bastante normal, en realidad, dadas las circunstancias.

— ¿En serio? — Hubo otra vez esa inclinación de cabeza, junto con el más leve movimiento de los labios por parte de aquel desconocido hombre. Sus ojos brillando cuando captaron la luz. — No sé si envidiarte o sentir pena por ti. — Taehyung se encogió de hombros.

— O podrías destriparme.

— Apuesto que te gustaría eso. — Se bebió el resto de su sidecar y Taehyung se dijo a sí mismo que solo miraba la inclinación de su manzana de Adán porque estaba en la línea de visión.

Cuando volvió a dejar el vaso, abrió la boca como si fuera a decir algo, solo para cerrarla como si lo hubiera reconsiderado sus opciones. Pasó por un ciclo más de estas acciones antes de ponerse de pie, abriendo la parte delantera de la chaqueta de su traje con un solo movimiento de su muñeca.

— Necesito hacer una llamada telefónica. — Anunció finalmente el pelinegro. — No te importaría reservarme este asiento, ¿verdad?

Antes de que el contrario pudiera responder, se quitó la chaqueta, la dejó sobre el asiento de su taburete y se alejó sin mirar atrás. Taehyung no sabía cuánto tiempo se había ido el extraño. Otros clientes abandonaron el bar, reemplazados por otros más nuevos, todos sin rostro e intercambiables. Pero nadie tocó el asiento a su lado. Tras una inspección más cercana, la fina chaqueta parecía estar tan fuera de lugar en ese vecindario como lo había estado el reloj del hombre.

¿Qué extraño viento lo había llevado ahí?

El acto principal de la noche finalmente llegó. No necesitaba verlo para saberlo; vítores, aullidos y silbidos de hombres que se comportaban como lobos siguieron a la mujer que se presentaba cuando se dirigía al escenario. Las lentejuelas de su vestido destellaban mientras se movía y respiraba, qué drama... Taehyung negó con un suspiro divertido, prestándole un poco más de atención. Fueron sus guantes los que cautivaron sus ojos, satén de un rojo muy profundo, que bajo esas luces pareciera que se había empapado los brazos hasta los codos en sangre.

Taehyung terminó su bebida mientras ella empezaba a cantar. Fue sencillo y realmente estaba empezando a sentirse bastante caliente. Por lo general, esto era una señal de que ya había tenido suficiente y debía comenzar a pensar en regresar a casa. Pero no podía tomar una decisión tan drástica esa noche. No hasta que ese hermoso extraño volviera a él.

Cuando por fin regresó, fue con una especie de tropiezo, casi chocando con el peligrís por detrás. Se aferró al borde de la encimera, soltando una carcajada sin aliento.

— Hola a ti...

— Bienvenido de nuevo.— Riendo entre dientes, Taehyung lo observó con detenimiento. —Vaya. ¿Hoseok almacena su buen licor en las cabinas telefónicas? Porque realmente me encantaría un poco de lo que sea que acabas de tomar. — El extraño se rio, aunque él dudaba que tuviera algo que ver con su broma.

— Vamos, quiero mostrarte algo. — Aferrándose al brazo del peligrís, comenzó a tirar de él.

— ¿Mmm? — El tirón se tornó más fuerte, más insistente.

— ¡Vamos!

Metiendo las manos en sus bolsillos y sacó unos cuantos billetes que depositó en el mostrador, más que suficiente para pagar dos veces las bebidas suyas y de Taehyung, antes de volver a tirar. No tan a regañadientes, el peligrís se levantó para ir detrás de él, recordando apenas tomar su abrigo y la chaqueta del traje desechada del hombre. Luego se dejó arrastrar por la multitud, sin saber adónde iban exactamente o qué se suponía que debía esperar.

Finalmente, cuando pasaron el escenario y el mostrador del guardarropa, se dio cuenta de que se dirigían hacia el banco de cabinas telefónicas junto a la puerta. ¿Había alguien en el teléfono que quería hablar con él? ¿Pero por qué? ¿Cómo, cuando ni siquiera habían intercambiado nombres?

Pronto se dio cuenta de que ese hilo de pensamiento no tenía ningún sentido cuando el extraño abrió la puerta de una de las cabinas y entró. Poco después, él también estaba siendo empujado hacia adentro, apenas tuvo tiempo de darse la vuelta antes de que sus húmedos y cálidos labios se presionaran contra los suyos. En su sorpresa soltó un grito ahogado, esta fue la oportunidad que aquel desconocido aprovechó para deslizar la lengua entre los labios entreabiertos de Taehyung, tomándolo como una invitación abierta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro