Capítulo 16

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Cuando llegó el miércoles, Taehyung seguía pensando en la Tríada y en Hoseok, en cómo una serie de malas decisiones y circunstancias, junto a la ambición desmedida de un reportero, le habían llevado a esta situación. Seguía sin tener certeza si se trataba del propio Hoseok o el hermano, ya no sabía, pero seguía sintiendo la misma agonía. Sabía que las amenazas seguirían aumentando hasta que terminara la investigación. Aunque por fin tenía algunas pistas sólidas y un grupo de sospechosos, eso únicamente era el principio. Ahora venía la parte difícil.

Namjoon, por el poder que se le había conferido, etcétera, le había dado su bendición a para que siguiera investigando a la Tríada. También había accedido a dejarle utilizar la ayuda de Yoongi a tiempo completo, al menos para esta investigación. El asesinato de Jo era el caso más importante de la Agencia de Detectives Kim desde su creación. La gente miraba. La gente hablaba.

Taehyung estaba tan sumido en sus pensamientos que cuando cayó la lluvia helada, no se dio cuenta hasta que ya estuvo empapado. Incluso entonces, siguió caminando.

Encontró la clínica envuelta en la oscuridad, lo que inmediatamente hizo saltar las alarmas en su cerebro. El hecho de que no hubiera policías en la zona ni un cordón que delimitara la escena del crimen le tranquilizó un poco. Pero no lo suficiente como para impedir que se llevara la mano a la chaqueta y dejara que su mano rondara la funda de su pistola.

La puerta principal estaba abierta. Al entrar, vio una única luz tenue que habían dejado encendida cerca de la recepción, que estaba vacía. Tampoco había nadie en la sala de espera.

¿Pero qué demonios pasaba?

Había más luz en el pasillo, en el despacho de Jungkook, cuya puerta había quedado entreabierta. Taehyung se acercó, siguiendo el rastro del agua a su paso, y pasó junto a la puerta del despacho oscuro y vacío del doctor Choi Jongho.

Ni siquiera tuvo que llamar; sus zapatos, empapados por la lluvia y la aguanieve, anunciaron su llegada por él.

— ¿Taehyung? — El pelinegro se puso en pie de un salto al verle. — Dios, ¿qué te ha pasado?

Oh... mierda. Estaba chorreando por toda la fina y lujosa alfombra del despacho del Dr. Jeon. Mierda.

— Lo siento, — murmuró. Mirando hacia el pasillo, no pudo evitar sentir que se había perdido algo. — ¿Dónde está todo el mundo?

Jungkook se había agachado y ahora estaba fuera de su vista, aparentemente trasteando con algo debajo de su escritorio.

— Envié a la recepcionista a casa para que se adelantara a la tormenta, la que al parecer te cogió a ti. Eres mi último paciente del día.

— Oh. — Así que esas predicciones meteorológicas a veces eran buenas después de todo. Se sintió un poco mal por haber retenido a Jungkook ahí hasta esa hora. — ¿Y el Dr. Choi?

— El Dr. Choi está de licencia en este momento.

— ¿Por cuánto tiempo? — La respuesta fue interrumpida por el sonido de un portazo.

— Indefinidamente.

Jungkook salió de abajo de su escritorio y sacó una maleta muy parecida a la que Kim había encontrado en la extraña habitación de la casa del doctor. ¿Era la misma? No, tras un segundo vistazo, esta parecía más pequeña o eso creía él. No estaba seguro, pero estaba completamente distraído tratando de averiguarlo. Apenas atrapó la toalla que Jeon le había lanzado antes de que le golpeara en la cara.

— Gracias. — Desenrolló la toalla y empezó a secarse el pelo. — Y siento todo esto. Yo... Realmente no tengo excusa.

— Sí, bueno, ya hablaremos de eso dentro de un rato. — Jungkook esperó a que terminara para devolverle la toalla y cambiarla por una camisa de vestir blanca planchada. — Probablemente, no te quede bien, pero pruébatela. Es mejor que quedarse con la ropa mojada.

— Um. — Se quedó mirando la camisa en sus manos.

— Venga.— El pelinegro dio un paso adelante y se tomó la libertad de desabrochar el cinturón que rodeaba el abrigo del detective. — Te vas a congelar con esto.

Jungkook ya estaba trabajando en los botones de su chaleco antes de que Taehyung dejara de distraerse con él, su cara tan cerca y pintada por la luz del fuego y las sombras. Finalmente, empezó a ayudarlo, pero sentía los dedos entumecidos y se le resbalaban de los botones, temblaban demasiado. Tal vez tenía frío o simplemente había perdido todo el control.

— Bien... Gracias y lo siento, — dijo de nuevo. — Te estoy causando muchos problemas.

— No estás haciendo tal cosa. — Le hizo un gesto para que se acercara a la chimenea y se dirigió a una vitrina que había junto a la puerta, cerca de las estanterías. — Tómate tu tiempo, empezaremos cuando estés listo.

Taehyung se giró hacia la chimenea, lo cual no tenía sentido, pues el pelinegro ya lo había visto desnudo. Quizá seguía intentando mantener esa distancia entre ellos, como médico y paciente, al menos entre las cuatro paredes de su despacho. ¿Qué era eso que había dicho de los "límites adecuados"? Ya no lo recordaba.

La camisa, que había sido confeccionada a la medida de Jungkook, era suave y, a diferencia del resto de su ropa, seca. La forma en que se movía sobre su piel le parecía un lujo que no se merecía, lo cual era justo para algo del armario del doctor Jeon. No estaba seguro de qué le impactó primero, el suave sonido burbujeante o el aroma familiar y agradable que había llegado a asociar tan íntimamente con él.

— ¿Has hecho café? — Jungkook sonrió.

— Si recuerdas, tu acuerdo de entrar en terapia se basaba inicialmente en que tomáramos café juntos. Ahora simplemente estoy cumpliendo esa promesa.

— Oye, no me quejo. — Cogió una de las dos tazas humeantes de las manos de Jungkook cuando se las ofreció. De cerca, olía absolutamente divino. — Necesito todo lo que pueda conseguir. Joder, me conformo con un chute de cafeína directo al corazón. — El contrario estudiaba su rostro, era obvio.

— Has estado en vela toda la noche.

— Sí. — Una pausa. — Espera, ¿era una pregunta o una afirmación?

— Una observación. Puedo verlo en tus ojos y te tiemblan un poco las manos, otro síntoma de la falta de sueño.

— Dormiré cuando esté muerto, — murmuró en el borde de su taza. Si tuviera que decirlo en una palabra, el café sabía rico - de nuevo, apropiado para el hombre que lo había preparado. Los tonos ligeramente afrutados al final del primer trago fueron una nota interesante. Tendría que preguntarle a Jungkook de dónde lo había sacado más tarde, aunque no confiaba en poder permitírselo.

— Te reprendería, si yo mismo no viviera siguiendo esas exactas palabras. — Jungkook le guió hacia el sofá cama, cerca de la chimenea, donde habían tenido su última sesión adecuada hacía tres semanas. — ¿Puedo preguntar qué hay detrás de tus noches de insomnio autoimpuestas?

— El trabajo. — Permaneció sentado en el sofá, estirando las piernas y sosteniendo la taza entre las manos. Bebió otro sorbo. — Y no, esta vez no miento. Llevo un par de noches llevándome trabajo a casa. Sinceramente, la única razón por la que no me he quedado en la oficina las veinticuatro horas del día es por Yeontan.

Jeon se abrió el botón inferior de la chaqueta antes de sentarse en la silla acolchada junto al sofá cama. Dejó su propia taza sobre la mesa, aún llena por lo que parecía, y cogió su cuaderno.

— ¿Le hablo al señor Kim de la importancia del descanso para un trabajador productivo?

— Oh, no es Namjoon quien me empuja a esto.

El contrario le dirigió una mirada significativa, Taehyung ya se había dado cuenta de esa pequeña táctica suya y hoy no iba a funcionar. Si quería hacerle una pregunta, tendría que verbalizarla. Bebió un poco más de café mientras esperaba.

— ¿Por qué estás trabajando hasta el límite, Taehyung?

Ahí estaba. Kim suspiró y colocó su taza medio llena sobre la mesa, junto a la contraria. Se recostó con las manos enlazadas detrás de la cabeza, mirando al techo, sopesando y eligiendo sus palabras. Al diablo, decidió al final. Las proclamas edulcoradas nunca habían ayudado a nadie.

— Alguien ha muerto por culpa de mi investigación. — Jungkook se tomó un momento para asimilarlo.

— ¿Un colega?

— No. Un testigo... — No, eso tampoco estaba bien. Al fin y al cabo, ¿qué había sido Hoseok en este caso? — Un espectador. Alguien inocente.

— ¿Estabas presente cuando murió?

— Estuve después de que ocurrió para ver las secuelas.

— ¿Cómo sabes que la muerte tuvo algo que ver contigo, entonces?

— No, no hay duda. Lo sé. — Y, sin embargo, al igual que con Jimin, no tenía ninguna prueba de ello. Pero seguía sintiendo esa certeza tan intensamente que sabía que solo era cuestión de tiempo hasta que obtuviera la prueba que necesitaba. ¿Cuál? No lo sabía todavía. — Él... él me ayudó cuando lo necesité y pagó el precio por ello. — Jungook asintió, garabateando unas palabras en su cuaderno.

— Siento mucho tu pérdida, Taehyung.

— Yo también. — El nombrado suspiró y se frotó los ojos. Dios, ¿qué hora era? Pensó en terminarse el café que le había dado, pero lo había dejado fuera de su alcance. No le apetecía hacer el esfuerzo ahora.

— ¿Cómo te encuentras? ¿Tienes frío?

— Estoy bien.

Jungkook no parecía convencido. Se levantó y metió la mano en un baúl que había junto a la cabecera del sofá cama y que Kim nunca había visto hasta hoy: siempre había estado oculto por el propio sofá cama, sobre todo cuando se miraba desde la puerta. Sacó una manta, la colocó sobre él y volvió a sentarse sin decir palabra. La manta era cálida y suave, como el abrazo de alguien que hacía décadas que se había ido. Mientras el calor se asentaba sobre él, un pensamiento brotó en su mente.

— ¿Has dormido en esta cama? — El doctor estaba trasteando su cuaderno mientras volvía a sentarse.

— Realmente no veo cómo eso es relevante para lo que estamos discutiendo aquí.

— Ya. — Taehyung subió más la manta, hasta que solo asomaron sus ojos, riéndose entre dientes. — Huele a Jungkook.

— Esto no es sano, ¿sabes?

— ¿Qué cosa?

— La forma en que te estás tratando. Renuncias a dormir mucho y, si tuviera que adivinar, también a comer bien... La vida es algo más que tu trabajo. — El peligrís no pudo contener la risa.

— Qué gracioso, viniendo del hombre que a veces duerme en su despacho y coge el teléfono a las diez. — Jeon hizo caso omiso.

— No estoy convencido de que sepas mantenerte en el lado correcto de la línea que separa la dedicación de la obsesión, Taehyung.

— Si cruzarla significa que puedo resolver este caso, que así sea. — Ciertamente, había ido ya lo suficientemente lejos en el pasado, ¿qué más tenía que perder?

— ¿Por qué?

— ¿Por qué, qué?

— ¿Por qué resolver este caso es tan importante para ti? ¿Tanto como para priorizarlo sobre tu propio interés y, aparentemente, tu propia autoconservación?

Taehyung recordó, de repente, una evaluación breve, pero profesionalmente mordaz en forma de carta que el pelinegro había entregado personalmente en el despacho de Namjoon. También, las palabras que deletreaban un acuerdo secreto que Jungkook había susurrado ese mismo día, un discurso sobre tragedias, accidentes y lo que hacía a un hombre culpable tan afortunado.

Recordó las palabras que podría haberle dicho a Jeon por teléfono, cuando había creído con seguridad que se moría. Oh, diablos. ¿Hoy iba a tener que rendir cuentas por eso?

— He revisado los archivos de tu caso. — Jungkook retrocedió unas páginas, para repasar algunas notas que debía de haber escrito antes de la sesión. — De todos los detectives que trabajan en tu agencia, eres el único que ha registrado una tasa de éxito del 100%. Ni acusaciones falsas, ni casos sin resolver. — Taehyung se encogió de hombros.

— ¿Qué puedo decir? Mi objetivo es complacer.

— Ya lo creo. ¿Pero a qué precio?

— ¿Qué se supone que significa eso?

— Déjame reformular la pregunta. — Pasó otra página y se aclaró la garganta. — Verano del 27, estabas investigando a un asesino en serie que operaba en la Cocina del Infierno. Decidiste establecer vigilancia nocturna en la zona, en solitario, hasta que atraparan al asesino. Lo hiciste sin la aprobación del señor Kim; de hecho, te abstuviste específicamente de informar a cualquiera de tus colegas hasta que el caso estuvo cerrado.

— De acuerdo. — No hubo una pregunta allí — ¿Y?

En abril del año siguiente, te dispusiste a enfrentarte al sospechoso de tu nuevo caso, un conocido asesino a sueldo, en su lugar de residencia, la noche antes de la operación que habías planeado con el resto de la Agencia. Intercambiaste disparos con él en el hueco de la escalera.

— Él disparó primero. — Era una respuesta instintiva que había estado esperando en un resorte de su mente desde la primera vez que le habían preguntado por aquel incidente. — Y, en mi defensa, esa operación se estropeó, él ya lo sabía, de alguna manera. Se habría largado de la ciudad antes del amanecer.

— ¿Y qué hay del caso del estrangulador del puerto? — Jungkook levantó la cabeza para mirarle a los ojos. — ¿Tiene también una explicación para tu conducta?

Ah. No, este era su ajuste de cuentas. Después de todo, esa tontería con el Estrangulador fue lo que empezó todo eso, ¿no? Un error de cálculo, había insistido continuamente en eso, en que él tomó la decisión correcta y estaba bien, pero nadie quiso escuchar.

— Sin ofender, pero ¿tiene algún sentido este tedioso viaje por el carril de la memoria, Doc.?

— Simplemente, estoy tratando de averiguar si este reciente patrón de comportamiento está destinado a tener una conclusión que terminará en arrepentimiento, — respondió Jungkook. — Si extrapolo los datos que tengo, el punto final al que llego es bastante preocupante. Si tengo que interferir para evitar que eso se haga realidad, lo haré, a menos que puedas darme una razón para no hacerlo.

Taehyung reconoció el juego en la expresión abierta y agradable que el contrario tenía en la cara, el mínimo indicio de una sonrisa, la forma en que se había inclinado ligeramente hacia delante para entrar en su espacio. Aunque había una seriedad en sus ojos que no encajaba con el resto de su actitud. Siempre era tan difícil saberlo, y era algo que tenía que reevaluar cada vez que Jungkook le hacía una nueva pregunta. ¿Era por terapia o era realmente Jungkook quien quería saber? Y si era él, entonces... ¿Por qué, exactamente? ¿Era únicamente curiosidad o era algo más? En la mente, el peligrís repasó la respuesta una docena de veces, con cuidado de no revelar demasiado.

— Estoy intentando resolver otro asesinato, — habló finalmente. — No puedo decirte mucho más que eso, pero es... Un poco más destacado que todos los demás casos que he tenido. — Eso podría haber sido el eufemismo de su vida. — Ha sido una batalla cuesta arriba hasta ahora.

— ¿Cómo es eso?

— La víctima, él tenía muchos enemigos y esa gente ahora también son mis enemigos. Basta decir que hay mucha gente que se alegraría de verme fracasar.

— ¿Es por eso, entonces? ¿Quieres demostrarles que se equivocan?

— No, no se trata de eso. Nunca fue mi interés probarle algo a alguien.

— Tal vez sea para mantener tu historial perfecto, entonces. — Como el difunto Jin diría, un ridículo diciendo cosas ridículas. Se rio.

— No podría importarme menos mi historial. Namjoon es el único que realmente presta atención a ese tipo de cosas.

— Entonces ilumíname. No me digas que se trata únicamente de una noción abstracta de justicia.

— Es... — ¿Por qué era tan difícil de explicar? Se esforzaba por encontrar las palabras; no parecía capaz de enlazarlas, ni aunque de eso dependiese su vida. — No es diferente de cualquier otro caso, en realidad, el autor tiene que responder por el crimen. Es algo que tengo que hacer, llegar hasta el final. Si no es por mí, al menos por la familia de la víctima.

— Con todos mis respetos, detective, — Jungkook habló en voz baja y despacio, — nada de lo que pueda hacer devolverá la vida a la víctima.

Por supuesto.

Por supuesto, eso no era ningún secreto para él, ni para nadie que trabajara en el sector. Aún le dolía un poco oír esa verdad en voz alta, por muy suavemente que el contrario hubiera intentado decírsela.

— ¿Crees que no lo sé? Aun así, podría hacer algo. Podría evitar que el asesino volviera a atacar. Podría evitar que otras personas salieran heridas o algo peor.

— Cierto. Pero este caso es diferente, ¿no? Se llevó a alguien cercano a ti o al menos así apuntan tus sospechas. Se ha convertido en algo personal.— Destellos rojos, humo de cigarro y una araña ornamentada bailaron en su mente.

— Oh, se convirtió en algo personal mucho antes.

— ¿En qué sentido?

— En formas que no estoy autorizado a decirte.

— Me parece bien. — Jeon cerró su cuaderno y lo dejó cerrado encima de su regazo. — Admites, entonces, que hay un componente egoísta en tu deseo de resolver este caso en particular. ¿Es consciente de ello el Sr. Kim?

— ¿Realmente importa? — Esta conversación empezaba a ser realmente agotadora. — ¿A quién le importa cuáles son mis motivaciones? Si este caso es solo un cheque de pago para mí o si disfruto con la idea de ver al asesino metido en un coche de policía, no cambia cómo voy a tratarlo. Es una investigación de asesinato. Lo que está en juego es lo que es. — Vio al doctor meditar la respuesta durante unos segundos.

— Supongo, — concedió.

— Resolver esto significa un asesino menos en las calles. Es un resultado objetivamente bueno, para esta ciudad, para todos.

— Nadie lo discutiría.

— Y la familia, ¿no merece que se haga justicia? — Algo se retorció en el pecho de Kim. Su garganta se estremeció. — ¿El hijo de ella no merece un cierre? — El pelinegro lo miró con extrañeza.

Hubo una larga pausa

— ¿Ella? — Taehyung frunció las cejas.

— ¿Qué?

— ¿Acaso el hijo "de ella" no merece un cierre? — Repitió con cautela sus propias palabras. Antes te referiste a tu víctima como "él". Creía que diría el hijo de él.

Taehyung parpadeó. No, era imposible... No lo había hecho... ¿Cierto?

— Lo siento. El hijo de él. — Evitó los ojos de Jungkook y dejó escapar una ruidosa exhalación. — Dios, estoy cansado.

— Eso parece. — El pelinegro se levantó y cogió su taza de café. — Tomemos un pequeño descanso.

Jungkook se dirigió a su escritorio, pero el detective no le siguió con la mirada. Podía oírlo trastear con algunas cosas por allí: el crujido de los papeles, el abrir y cerrar de varios cajones, todo hacía informes que el crepitar de la chimenea y el ruido dentro de su cabeza no podían suprimir. Kim se frotó los ojos con cansancio, el café no había ayudado en absoluto.

Estuvo mirando al techo hasta que se movió y se dio la vuelta, metiéndose aún más en el capullo de calor que le ofrecía la manta, poniéndose de lado. Entonces, se quedó mirando un tapiz de aspecto curioso colgado en la pared.

En algún momento, se cayó por el suelo.

Así es. Por el suelo.

Él no estaba seguro de cómo explicarlo o cómo sucedió. Un segundo, había estado tumbado en el sofá cama del despacho de Jungkook, pensando que la luz del fuego hacía parecer que el tapiz se movía de alguna manera. Luego sintió que se caía y ahora, de repente, estaba en otra parte, sabía que era una habitación diferente porque ahí no había chimenea... Únicamente acero, tela, paredes lisas y vacías, junto a un hedor que siempre había asociado con la muerte.

Era la oficina del médico forense.

¿Cómo demonios había llegado hasta ahí?

¿Había perdido la noción del tiempo? No... No lo sabía, porque no había relojes en la habitación y no llevaba reloj. ¿Qué? Juraría que se lo había puesto esta mañana. ¿Qué estaba pasando?

Como recordaba de su última visita, había dos mesas de exploración en el centro de la sala. Una de ellas estaba vacía, igual que cuando la había visitado, con la superficie metálica de la mesa expuesta e inmaculada. La otra estaba ocupada.

Sabía que no tenía por qué estar haciendo esto. Ya había estado ahí una vez, aquella visita había terminado con más preguntas que respuestas. Pero de todos modos se acercó y quitó la sábana, porque tenía que haber una razón para que estuviese ahí, y no se le ocurría otra.

No era Jo quien yacía bajo aquella sábana.

— Lo siento... — Taehyung apenas reconoció el sonido de su propia voz. Le temblaban los labios y, antes de darse cuenta, comenzó a saborear la sal en el fondo de la garganta. Las lágrimas brotaban de las comisuras de sus ojos. — Lo siento mucho, nunca debí... Dios, ¿qué puedo hacer?

Hoseok le miró con ojos muertos. No era solo por lo que había pasado, la palidez gris de su piel desnuda y la fea incisión en forma de Y que le abarcaba todo el pecho lo recordaban claramente. Era difícil olvidarlo, incluso cuando Hoseok se revolvió, se incorporó y se levantó de la mesa.

Taehyung no corrió, aunque probablemente debería haberlo hecho. No lo hizo, porque los ojos de Hoseok siempre habían iluminado el bar y cualquier habitación en la que se encontrara, habían centelleado de alegría o picardía, o ambas cosas a la vez, la mayoría de las veces. Sin embargo, ahora estaban muertos. No había nada que ver.

¿Qué esperanza tenía de arreglar todo alguna vez?

— Lo resolveré. Averiguaré quién te hizo esto, lo juro. Yo...

No tuvo tiempo de procesar la sorpresa cuando Hoseok le agarró del brazo. Su mano era como el hielo, al igual que la expresión de su rostro cuando empujó a Taehyung hacia la mesa vacía. Su otra mano tanteó el instrumental médico que había en un carrito cerca de la pared, hasta que finalmente se cerró sobre una jeringuilla.

Taehyung contuvo un grito de dolor cuando el pelirrojo lo apuñaló en el brazo. No se resistió, a pesar de que el resto del instrumental estaba al alcance de la mano; podía ver el bisturí desde ahí. Se quedó muy quieto, tumbado en la mesa, mirando el líquido amarillento de la jeringuilla y el pulgar grisáceo de Hoseok sobre la brida del émbolo.

— Hazlo, — susurró. — Haz lo que tengas que hacer. Yo me encargo.

La mano de Hoseok permaneció congelada. Lo mismo ocurrió con la aguja en el brazo de Taehyung. No dolía tanto como había imaginado, lo que le pareció extraño. Había otra cosa extraña: un sonido que procedía del techo. Era sordo y suave, pero lo oía. No obstante, no estaba seguro de qué era.

Sonaba como... ¿Un llanto?

El sonido persistía, al menos en su cabeza, incluso cuando Taehyung se despertó pudo escucharlo. Fue una lucha volver a la realidad; ni siquiera recordaba haberse dormido y ahora se sentía completamente pesado, lento y apático.

Sentía un calor inusual y necesitó unos segundos para saber por qué. Jungkook también estaba en el sofá cama, acurrucado contra él. Taehyung parpadeó y por fin recordando dónde estaba.

— K-Kook- Jungkook... — Gimió y sacudió la cabeza para despejarla. Las imágenes de aquel sueño perturbador aún estaban frescas en su mente. No desaparecerían pronto. — Lo siento. Eso fue muy grosero.

— No, no pasa nada. Has estado privado de sueño. Parece que lo necesitabas.

— Algo iba... mal con la voz del pelinegro. Taehyung le puso una mano en la barbilla y la inclinó hacia arriba, para poder estudiar su rostro. Una mirada le bastó para darse cuenta de que el sonido que le había despertado no había estado solo en su cabeza. — Estás llorando.

— Como era de esperar, tu capacidad de observación no tiene parangón. — Jungkook se secaba los ojos con el puño de la manga, esbozando una sonrisa torcida. Sin embargo, Taehyung no se rio.

— ¿Qué pasa?

— No tienes por qué preocuparte. — Apartó la mano del detective y empezó a desenterrarse de debajo de la manta que compartían. — No sería profesional que un terapeuta se descargara con su paciente. Avísame cuando quieras reanudar nuestra sesión, aún tenemos unos minutos antes de...

Todas sus palabras quedaron interrumpidas cuando sus labios fueron silenciados por un beso. Taehyung lo estaba besando y esta vez, él no pudo alejarse.

— Hace mucho hemos dejado de tener una perfecta ética laborar. Ya somos, oficialmente, poco profesionales, — murmuró cuando por fin se separó. — Dime qué te pasa. — Jeon se burló de esas palabras.

Taehyung lo miró fijamente hasta que se detuvo y pudo ver nuevas lágrimas en sus ojos cuando el pelinegro los cerró y negó con la cabeza. Sin embargo, Kim lo rodeó con los brazos y lo abrazó con fuerza.

Esperó.

Al final, después de una eternidad, Jungkook cedió.

— Supongo que me he dado cuenta ahora, de repente, de lo cerca que estuve de perderte.

El detective intentó no mostrar su sorpresa. Si sentía algo más a raíz de aquellas palabras, algo más que pudiera reconocer a pesar de sus propios complejos, intentó no demostrarlo tampoco.

— ¿Nunca has perdido a un paciente?

— Como terapeuta, no. No puedo imaginar lo que haría si tú... — Se interrumpió y Taehyung quiso preguntar. ¿Si él qué?
Pero no tenía sentido hacerlo. Jungkook había dejado de hablar y no como una táctica o para enfurecerlo, sino porque él ya conocía la continuación de esa frase.

La forma en que Jungkook lo había llevado a su casa, lo había cuidado y obligado a descansar... Taehyung lo había atribuido a la paranoia. Mas luego había sido su pánico al teléfono y antes de eso, la cena, el patinaje, todo. Las flores entregadas personalmente en su despacho, cuando había metido la pata y quiso enmendarse. Todo eso, contra un telón de fondo de innumerables besos, susurros y...

Era un idiota.

Todas las pistas habían estado allí.

— ¿Me despedirás para siempre esta vez? — Jungkook preguntó en voz baja. — ¿O quieres fingir que esta conversación nunca ocurrió? — Se secó las nuevas lágrimas con el dorso de la mano. — Hoy he cruzado una línea. Aceptaré cualquiera de las dos decisiones.

Taehyung había sido estúpido, tan estúpido. Había estado tan ocupado con todo lo demás, con el asesinato y con todo lo que esta investigación le había deparado hasta el momento, pero siempre había estado en el fondo de su mente. No había querido pensar en ello, y mucho menos tener esperanzas porque ni siquiera se había planteado la posibilidad. El Dr. Jeon -Jungkook- estaba tan fuera de su alcance que Taehyung se consideraba afortunado de poder siquiera verlo.

— ¿Dirás algo? Cualquier cosa... — Otra vez, ese Jungkook que parecía tenerlo todo bajo control desaparecía, ese que desbordaba seguridad, que podía lucir increíblemente dominante, lucía tan desprotegido como él. — Por favor.

Ahí estaba ahora, tan cálido en los brazos del detective, sufriendo, esperando conteniéndose de decir las palabras reales.

— Lo último que quiero es dejarte ir, — susurró. — Diablos, eres la única persona a la que he querido aferrarme así...— Agregó aferrándose él a Jungkook, tirándolo hacia sí. Finalmente, desnudó parte de su corazón antes de que pudiera perder los nervios y el control nuevamente. — Eres todo lo que siento real.

A pesar de que Jungkook solía ser tan difícil de leer, esa noche era un libro abierto. El alivio que inundó su rostro cuando sonrió, y la forma en que se fundió de nuevo en los brazos de Taehyung, revelaron más de lo que cualquiera de sus elegantes palabras podría en algún momento. Jungkook fue quien quiso trazar las líneas desde el comienzo y Kim lo comprendía, era sabio de su parte hacerlo, pero también comprendía cómo para ellos dos, aunque tuviesen todas las razones adecuadas para alejarse, ya era demasiado tarde.

— No es sano, — susurró Jungkook, — utilizar a una sola persona como muleta. — Taehyung rio.

— Nada de lo que he hecho en mi vida ha sido sano.

— Bueno, trabajaremos en eso. — Jungkook le devolvió el abrazo, rodeando su cintura con los brazos e inclinando la cabeza hacia arriba para mirarle. — Hasta entonces, deja que este lugar sea tu refugio. Aquí estás a salvo. No dejaré que te pase nada.

— ¿Sí? — Taehyung acercó la mano a la cara del pelinegro, trazando cariñosamente las huellas de viejas lágrimas con el pulgar. — No deberías hacer promesas que no puedes cumplir, doctor.

— No las hago.

Taehyung se quedó algo confundido por su seguridad. ¿Qué poder tenía Jungkook para asegurarle una protección de tal magnitud con todo lo que estaba pasando, con sus enemigos, con todas las organizaciones y cosas envueltas? Era bonito e incluso noble su intención, pero no dejaba de ser una inocente promesa vacía.

— No lo comprenderás, pero soy capaz de muchas cosas por ti, soy capaz de todo.

Recuerden las enseñanzas del Liquidador, nunca confíen en nadie. Hehehe... Bueno, aquí dejo mi tercera actualización, espero que hayan disfrutado estos capítulos. Estaré leyendo sus comentarios, sus ideas, sus teorías, todo...

LORED

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