Capítulo 22

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Así que ese enfrentamiento terminó en tablas, por algún milagro. Cualquier otro tonto se habría considerado afortunado por ello. Pero a Taehyung no le sirvió de consuelo, ni la ráfaga de aire caliente, acogedora, pero opresiva, cuando Jeon lo arrastró de vuelta al hotel.

Detente.

A Taehyung le hubiese gustado decirlo, pero no lo hizo. Wooyoung no se equivocaba. La calamidad le había perseguido desde que empezó ese caso, una sombra de la que no podía desprenderse porque esa ciudad tenía demasiadas luces, demasiadas paredes, demasiados ojos y oídos. Había atrapado a Hoseok; había atrapado a Jimin. Si Jungkook no tenía cuidado, pronto... Pronto...

Probablemente, era únicamente cuestión de tiempo, ¿no?

El salón de baile seguía lleno de vida, a pesar de que la subasta había terminado. La mayoría de los invitados se habían agrupado alrededor de algunas mesas, pero para él todos carecían de rostro. ¿Seguía ahí Don Jung? ¿Yuqi? No podía saberlo; tal vez el hecho de que Wooyoung estuviera merodeando fuera significaba que toda su familia se había marchado a pasar la noche. ¿Habrían conseguido lo que habían ido a buscar? Se preguntó adónde había ido Momo, inmediatamente después de que Yuqi le diera aquella rosa y la dejara en el balcón. Se preguntaba si Miyeon seguiría entre la multitud en algún lugar, y si habría encontrado a Jeong Yunho... O tal vez, si toda su "suerte" de esa noche había sido a costa de la de ella, se habría topado con la Cabeza de Dragón.

Mierda. Necesitaba encontrarla. ¿Qué hora era?

El salón de baile se alejaba cada vez más de su vista. No estaba seguro de por qué, pero acababa de darse cuenta de que Jungkook le había estado arrastrando hasta los ascensores. Las palabras no le alcanzaron hasta que ya estaban dentro.

— Eh, ¿qué estás...?

— Shhhh. — Jungkook le empujó contra la pared y le puso un dedo en los labios. Miró al chico del ascensor, que les miraba con los ojos muy abiertos, solo el tiempo suficiente para pedir que les subieran al ático. — No más... No más tratos con esa gente esta noche. ¿De acuerdo?

Las puertas del ascensor se cerraron. La pequeña y previsible sacudida al inicio del ascenso hizo que el pelinegro perdiera el equilibrio por alguna razón, motivador el cual Kim tuvo que estirar la mano y mantenerlo firme.

— ¿Estás bien?

— Mejor que nunca. — Jungkook se rio, dejándose ir completamente deshuesado en brazos de Jungkook, sin tomar en cuenta que debido a su entrenamiento físico, definitivamente pesaba más que el mal alimentado detective. Taehyung lo levantó y él le acarició el cuello. — Nunca me he sentido más vivo. — Taehyung lo dudaba.

— Lo que hiciste allí... — Se tragó una marea de disculpas, así como presagios de fatalidad que amenazaban con brotar de su garganta. — Te daré las gracias por salvarme la vida, pero deberías haberte largado en cuanto te lo pedí, en cuanto te diste cuenta de la situación. Jung Wooyoung es un hombre peligroso. — Jungkook resopló sin alejarse de su cuello.

— No le tengo miedo a Jung Wooyoung.

— Bueno, quizá deberías. — Se rio débilmente. —Al menos un poco. Por sus manos ha corrido mucho dinero y mucha sangre.

— ¿Va a ser el próximo jefe de la mafia? — Jeon hizo crujir su mandíbula inusualmente fuerte. — No puedo esperar a verlo. No tiene agallas para ello. Cien monedas a que no dura ni un mes.

Taehyung no fue capaz de compartir su alegría. Aunque Jungkook tuviera razón, a esa ciudad le esperaba al menos otra década, quizá más, con el actual Don al mando, el mismo hombre que había entrado descaradamente en un acto, que, casi con toda seguridad, había servido también como reunión de la élite de la Tríada, casi había prometido vengarse por algún desaire sin nombre.

Ahora que lo pensaba, las palabras del Don hacia él... No habían sido muy diferentes de las palabras de Yuqi hacia Momo...

¿Ambos habían estado hablando del asesinato de Jo? Yuqi había hablado de la pérdida de una persona, probablemente un agente de ellos, y ambos, padre e hija, prácticamente habían jurado venganza. ¿En qué otro momento podría haber matado un presunto miembro de la Tríada a uno de la Mafia recientemente? Uno que fuese importante. Seguramente, junto a toda la agencia había estado vigilando a la Tríada, Taehyung ya se habría enterado de algo. De no ser ellos, San, que siempre estaba atento a cualquier trapo sucio sobre La Cosa Nostra, habría aprovechado la oportunidad para humillarlos en los periódicos de la mañana.

¿Cómo lo sabían? ¿Qué sabían?

El ascensor se detuvo con una sacudida. Antes de que las puertas se abrieran del todo, Jungkook ya estaba tirando del brazo de del detective sin que le importase la mirada del ascensorista.

— Ven. Deja de pensar. — Acarició su mano con suavidad invitándolo a moverse. — Vamos...

Salieron -o más exactamente, Jungkook casi tropezó con sus propios pies y Taehyung lo imitó para evitar que se cayera- a la sala principal de una impresionante suite que había visto exactamente una vez antes. La gran diferencia era que esta vez, al menos, había mucha menos sangre y caos que presenciar.

— Esta es...

— La habitación de hotel más cara de todo Lues esta noche. — Jungkook se zafó del agarre contrario y extendió los brazos. — ¿Te gusta?

— No es la primera vez que vengo. — Los ojos de Taehyung recorrieron la habitación. Toda la pintura, el mobiliario e incluso los pequeños detalles a los que nadie prestaba atención habían recuperado su antiguo e inmaculado esplendor. Cualquiera que hubiera estado fuera de la ciudad o que hubiera tenido la cabeza enterrada en la arena desde la Nochebuena del año pasado, podría haber entrado sin darse cuenta de que ahí hubo un siniestro asesinato. — Sabes que alguien fue asesinado aquí, ¿verdad?

— Para. — Jungkook le cortó su hilo de palabras. — Basta. No hables de negocios o trabajo, no esta noche. ¿Por favor?

Le temblaba la voz; temblaba de pies a cabeza, tanto que el detective pudo notarlo cuando se desabrochó los botones de la chaqueta del esmoquin y se la quitó de los hombros. Taehyung le dejaba hacer lo que quisiera, pero había algo que no encajaba.

— ¿De verdad estás bien? — Jeon negó con la cabeza mientras lo rodeaba con los brazos y soltaba una risita extraña.

— No me queda mucho en este mundo, Taehyung. Puede que incluso ya esté muerto. Fue un placer conocerte.

¿De qué demonios estaba hablando? Kim le agarró del brazo y tiró de él hacia el centro de la sala, justo debajo de la enorme lámpara de araña. Entonces, y solo entonces, pudo por fin mirarle bien.

Las pupilas del pelinegro estaban totalmente dilatadas, las irises de color marrón que a Taehyung tanto le había cautivado se habían reducido casi a nada. No mejoraba ni siquiera cuando había inclinado su cara hacia la luz. Su respiración era entrecortada y caótica.

— ¿Estás... estás drogado?

— Estoy drogado de Vida y Amor, — murmuró aquellas palabras como si fuesen un sinsentido. — Y todo lo que hay entre medias.

Taehyung sintió que el corazón le martilleaba contra las costillas. De repente, todo tenía un poco más de sentido: el enfrentamiento con Wooyoung, la casa de la playa, esto.

— ¿Qué te has metido? — Una vez más soltó una pequeña risa.

— Nada que pueda matarme, si eso es lo que te preocupa. Soy médico. Sé lo que hago. — Suspiró, rodeando la cintura del detective con los brazos, tiró de él para acercarlo. — Eres demasiado amable... Siempre eres tan amable conmigo.

Le gustaba sentir la proximidad del cuerpo de Taehyung, poder percibir su aroma, recibir su calor, el detective era como un ancla que lo mantenía con los pies firmes en la realidad.

Taehyung por su parte, se obligó a respirar hondo, aunque solo fuera para reprimir las ganas de maldecir. Un vistazo al reloj de pared le indicó que le quedaba menos de media hora para llegar al punto de encuentro donde Miyeon le estaría esperando. No podía enfrentarse a ese tipo de acontecimientos esa noche. Ni siquiera estaba preparado para hacerlo cualquier otra noche porque su mente podría estar en muchas cosas al mismo tiempo y, a su vez, no estar en nada.

Pero dejar a Jungkook ahí no era una opción, ¿o sí?

— De acuerdo. ¿Qué necesitas? ¿Quieres agua? — Cuando el pelinegro negó con la cabeza, se obligó a pensar en algo más. — ¿Algo de comer, entonces? Probablemente, pueda traer algunas cosas de abajo si me dejas, había comida de sobra...

— Te necesito. — Jungkook apretó su mano. — Aquí, conmigo. ¿Puedes... puedes quedarte?

El doctor estaba rompiendo muchas de sus reglas en ese momento, a decir verdad, las rompió desde aquella noche en donde ellos se encontraron por primera vez. El detective podría no saberlo, pero su presencia en la vida de Jungkook había puesto muchas cosas de cabeza. Él había renunciado a mucho, se había expuesto, había cambiado y ahora estaba en una posición precaria, profunda, en donde su único consuelo era el mismo sujeto que causó todo ese desastre. Por eso lo abrazaba con tanta fuerza, porque Kim Taehyung fue la causa de una euforia que descontroló muchas cosas, pero sentirlo cerca, respirar su aroma, se había vuelto una cura inesperada. Quería decirlo, pero sentía que el detective no estaba listo para escucharlo.

— Oh. — Taehyung le devolvió el abrazo, dejándose enredar en unos fuertes brazos que lo sostenían como si buscaran fundirlo al cuerpo contrario. — Por supuesto.— Por primera vez, de su doctor parecía emanar una angustia que no le era familiar, como un niño en busca de consuelo que no sabía cómo dar, pero tampoco negar. Solamente por un rato, se quedaría ahí con él, fue lo que terminó diciéndose a sí mismo. Quince minutos. Veinte, como mucho. Luego tendría que irse. — Ven aquí.

Guió a Jungkook hasta el dormitorio, caminando despacio mientras recorrían el sinuoso camino entre los muebles del salón. Cuando por fin llevó al pelinegro a la cama, le convenció para que se sentara y le ayudó a quitarse los zapatos.

No tenía ni idea de qué más hacer después de esto; el alcohol siempre había sido su vicio preferido, y no tenía experiencia de primera mano con las drogas, aparte de los analgésicos y el barbital que a veces él mismo consumía en busca de unas horas de sueño o efímero descanso. ¿Tenía que vigilarle? ¿Tenía que darle algo?

No quería tener que llamar a nadie, pero no iba a estar ahí toda la noche, y realmente no tenía ni idea de qué hacer. A excepción del doctor Choi que vio por casualidad en su oficina, no tenía la menor idea de quiénes eran las personas cercanas a Jungkook, si existía alguien a quien pudiera llamar en una situación así.

En el fondo de su mente rondaba muchas cosas, incluyendo una última pregunta, cómo había conseguido Jungkook hacerse con lo que fuera que se había metido. Intentó no pensar en ello, porque era el tipo de pregunta que podía esperar hasta mañana. Sin embargo, la respuesta le parecía demasiado evidente como para ignorarla. En el piso de abajo probablemente seguía la fiesta; podía haber muchos agentes de la Tríada allí, y como el Paraguas de Seda había permanecido cerrado durante el día, quizá la noche fuera una oportunidad para recuperar el negocio perdido.

¿Era Jungkook un cliente, de ellos?

¿O era...?

No, claro que no. Había pasado por esos pensamientos con Miyeon esa misma tarde. Si Jungkook fuera un miembro de la Tríada, entonces seguramente, él, como detective, no estaría vivo en ese momento, menos cuando Jungkook estaba al tanto de tantas cosas ya.

— Todavía estás pensando. Se nota. — El pelinegro negó con la cabeza, riendo suavemente para sí. — ¿Nunca puedes dejar de hacer eso, ni siquiera por una noche?

— Lo siento. — Respondió sintiendo la respiración de Jungkook cerca de su cuello. — Quiero dejar de hacerlo, créeme. Yo solo...

— Estás aquí por 'trabajo', cierto. — Se apartó. Cuando bajó la cabeza, Taehyung se dio cuenta de que no podía verle los ojos mientras se alejaba de él. — Lo recuerdo.

— Jungkook... — Extendió la mano.

El aludido agarró el brazo contrario antes de que este pudiera hacer contacto, rodeó con la otra mano la tela del chaleco de Taehyung y tiró bruscamente hacia abajo.

— ¿Cuánto, entonces? — El peligris tuvo que apoyar las manos en el colchón, a ambos lados de las piernas de Jungkook, para no caer sobre él.

— ¿Qué?

— ¿Cuánto te paga Namjoon por estar aquí? Dímelo. — Él parecía no tener paciencia con los botones del chaleco del detective, tiró del material hasta que saltaron y casi le arrancó el chaleco. Por último, tiró la prenda sobre el banco a los pies de la cama. — Lo doblaré.

— Eso no es... — A Taehyung le costó encontrar las palabras exactas para responder a eso.

Es más, no tuvo tiempo a pensar porque en ese mismo momento, Jungkook tiraba aún más fuerte de su ropa. La fuerza del tirón lo desequilibró, por lo que se olvidó completamente de terminar la frase, más cuando, de repente, se encontró tumbado boca arriba, desorientado, sobre el colchón.

— Jungkook, no puedo. No estás... — No estaba en el estado mental adecuado, quería decírselo, pero sus palabras se enconaron y murieron antes de tener la oportunidad de salir de sus labios. Eso no podía estar sucediendo. Hizo fuerza contra el agarre del doctor, pero fue en vano. Jungkook, a pesar de estar en un estado deplorable y aparentemente delicado debido a su profesión, era mucho más fuerte de lo que parecía. Ya había visto su cuerpo, pero la fuerza sentía que era proporcionalmente mayor a lo que esperaba. — Por favor. Estoy cansado.

— Está bien.— Se quitó los zapatos, los tiró descuidadamente por la habitación y soltó una risita cuando chocaron contra las puertas del armario, por alguna razón, algo tan estúpido le parecía gracioso. Con cautela, se subió al lado de la cama y pasó una mano cariñosamente por el cabello gris del detective. — No pasa nada. No tienes que hacer nada... Yo haré todo el trabajo.

A decir verdad, por razones anteriormente habladas, había permitido que Taehyung siempre llevara cierto liderazgo para que se sintiera cómodo. No quiso jamás que el mayor se sintiera presionado como sabía que lo había estado en el pasado. Tenía la confianza suficiente para darle esa libertad al hombre por el cual sentía todas esas cosas, con él y, solamente con él, Jungkook estaba dispuesto a ceder un poco. No obstante, si no tenía fuerzas, él tenía de sobra por los dos. Esa noche podría darle todo lo que hasta ese momento no había podido.

— No se trata de eso.— Kim tragó saliva. En su cabeza bailaban recuerdos de su primer encuentro, el humo y la bruma del Magic Shop, una cabina telefónica en penumbra y una mirada que le hacía mil promesas. — No estás pensando con claridad.

— ¡Claro que no, soy un muerto andante!

La forma en que la voz de Jeon se entrecortó al final llevaba consigo una cruda y herida desesperación que Taehyung nunca habría imaginado de él. Dejó de forcejear con el doctor y se quedó extremadamente quieto.

¿Qué demonios se suponía que significaba eso?

— Por favor, — susurró Jungkook. — Te lo suplico. Me pondré de rodillas si quieres. — Dejó escapar una risa suave y patética que amenazó con partir en dos el corazón del detective. — Necesitas dejar de pensar y yo... Yo te necesito a ti.

El mundo se le venía encima, Jungkook lo sabía. Porque había hecho las cosas mal, que ellos dos estuviesen en ese momento juntos era un error, que le consiguiera las entradas, que le respondiera tantas preguntas que él sabía bien a qué camino llevaban, todo era un cúmulo de acontecimientos consentidos por él. Estaba desafiando a la suerte, al poder y a hasta los propios dioses. Incluso entre dioses, sin importar la mitología, el folklore o la religión a la que pertenecieran, también existían conflictos y peleas que solo el más fuerte ganaba y, para eso, no se podían tener debilidades. Sin querer, el hombre que estaba frente a él, se había convertido en una, él lo permitió.

— ¿Puedo...? — Jungkook acalló sus pensamientos enredados y se detuvo ante eso, como si no pudiera atreverse a terminar su petición con palabras. — ¿Por favor?

Sin embargo, no hubo necesidad de palabras, Taehyung le entendió igualmente. Si eso era lo que el doctor quería...

Tampoco era como si él no fuera a beneficiarse de ello, ¿verdad? Ese fue el pensamiento al que se aferró cuando dio su respuesta, aunque la palabra aún le sabía algo mal en la lengua.

— De acuerdo.

Es que no podía negarlo, los labios del menor sabían mucho mejor que todo lo que había rozado su paladar en semanas. Por eso permitió que sus ojos se cerraran, tratando de saborear la calidez y la paz mental, tan preciada y rara, de tener a Jungkook tan cerca de él. Si Jungkook estaba ahí, entonces no estaría ahí fuera... Lo que significa que estaba a salvo sin consumir más basura y sin estar en el ojo de todas esas personas. Únicamente por eso, Taehyung habría pagado con gusto cualquier precio.

¿Pero por qué lo estaba pensando de esa manera?

— Dios mío. — Jungkook lanzó un profundo suspiro después de separarse, trazando la línea de la mandíbula ajena con el pulgar. — A veces no puedo creer lo atractivo que eres.

Anonadado por la repentina confesión, Taehyung lo miró fijamente sin decir nada.

— ¿Qué pasa? — Cuando Kim guardó silencio, el pelinegro se llevó la mano que había estado acariciando a los labios y le plantó un ligero beso en la muñeca. — Dímelo.

— Tus ojos. — Dudó. — Las pupilas, ellas...

Hubo confusión en los ojos del menor que parpadeó algo perplejo, a pesar de tener un enfoque dudoso. Tuvo que hacerlo unas cuantas veces más, antes de que algo que parecía comprensión finalmente cayera en la cuenta.

— Oh. — Soltó la mano de Taehyung y se echó a reír. — Realmente... En verdad no puedes apagarlo, ¿verdad? Ese interruptor que tienes en tu cerebro siempre está prendido. Sigues pensando demasiado. — El detective no se disculpó por ello esta vez.

— Estoy preocupado por ti.

— No lo estés. — Le empujó de nuevo sobre la cama, desbaratando los pensamientos de contrarios antes de que pudiera siquiera hilvanar una respuesta. Sujetó a Taeyung con una mano en el hombro y usó la otra para tirar del nudo de su propia corbata.

— ¿Qué estás...?

Su respuesta llegó cuando Jungkook se inclinó hacia él y le envolvió suavemente los ojos con la prenda de seda. No pudo evitarlo, Taehyung se puso rígido, sin poder reprimir un grito de sorpresa, empezando a retorcerse.

— Shhhh. — El aliento del pelinegro se separó un centímetro de la piel de su oreja, y él luchó por aferrarse mientras se veía envuelto en la oscuridad. — Te prometí que te ayudaría, ¿no? Puedes confiar en mí.

No. No, él... Taehyung no estaba seguro de lo que estaban haciendo. Ya no lo estaba.

— Jungkook...

— Quiero hacerte sentir bien.

Sintió que le daban un beso en la oreja... Otro en la mejilla y luego en la garganta, cuando Jungkook enredó los dedos en un puñado de pelo gris y tiró de su cabeza hacia atrás. Su otra mano se apresuró a desabrochar los botones de los pantalones de Taehyung, y en cuanto lo logró, los mismos besos bajaron hasta el cuello del peligris, continuaron descendiendo hasta el esternón y más abajo. Sus labios nunca se detuvieron en un punto más de un segundo.

— Déjame hacerte sentir bien...

El tacto en la yema de sus dedos le permitía sentir la suave textura de la piel de Taehyung, aunque al igual que él, albergaba algunas cicatrices y rastros de una vida con cierta violencia involucrada, seguía sintiéndose tersa y perfecta para el pelinegro que lentos besos dejaba. Su lengua fue secándose a medida que humedecía la piel, luego sus labios se unían para besar algún punto y todo volvía a comenzar.

Olor...

Llegar a esa zona tan masculina y húmeda pudo sentir su aroma varonil invadiendo sus fosas nasales. No lo pudo evitar, cerró los ojos y aspiró profundamente hasta que en sus pulmones se llenaron de Taehyung.

La vista, el tacto, el olfato, el oído al escuchar los suspiros del peligrís, solo quedaba un sentido por explorar, el gusto. Este fue utilizado en el momento en el cual su lengua trazó un camino desde sus testículos hasta la fuente por la cual brotaba tanto líquido. Eso podría ser más adictivo que cualquier estupefaciente y quizá por eso no se detuvo al probar la primera gota. Le permitió a su lengua acomodarse antes de comenzar a profundizar.

Debería haber sido tan fácil ceder para Taehyung, dejarse perder y aguantar el placer cuando el calor dulce y febril de la boca de Jungkook lo envolvió. De cierta manera lo hizo, poco a poco, pero era difícil ignorar los pensamientos que nadaban en su cabeza involucrando a la Tríada, a Don Jung, amenazas y promesas entregadas por poder con pistolas y rosas. Pensaba en Jeon, en que no era lo ideal, porque él estaba lo más alejado de la sobriedad posible en ese momento, pero parecía estar seguro de que quería hacerlo, así que... ¿Quién era Kim para negárselo? Tuvo que desenredar todos esos pensamientos en su mente, anclarse a los labios de Jungkook y al remolino de su lengua, a las manos del pelinegro sujetando sus caderas mientras lo devoraba sin piedad.

Dejarse llevar, eso era lo que Taehyung debía hacer, dejarse llevar...

Jungkook zumbaba a su alrededor, animándole o burlándose de él, no estaba seguro de cuál de las dos era con exactitud. Estiró la mano e intentó agarrarse a algo, pero lo único que consiguió fue enterrar los dedos en el pelo de Jungkook, debía tirar hacia arriba para alejarlo de su pene, pero lo presionó hasta sentirlo soltar una arcada. Entonces dejó de presionar, con sus manos, siendo no más que una compañía simbólica.

No estaba seguro de lo que esperaba, pero sentía que no podía ese encuentro, tenía que estar en otro sitio esta noche... ¿No? Taehyung intentó recordar, pero le costaba mucho pensar. Se sentía tan bien y estaba tan cansado, y ¿dónde se suponía que tenía que estar...?

Jungkook estaba en otro momento, sin pensar con claridad cuando levantó la cabeza para observarlo. Kim no sabía con certeza cuánto tiempo había pasado, tal vez ni siquiera se hubiera dado cuenta si no hubiera sentido la sacudida del aire más frío, percatándose de que estaba empujando hacia arriba, hacia la nada.

¿Había...?

Joder. Ni siquiera podía saberlo.

¿Cómo podía no saberlo? ¿Qué demonios le pasaba esa noche?

— Ven aquí. — Jungkook lo tomó de la mano y lo levantó lentamente de la cama. En cuanto Kim se puso de pie, le rodeó la cintura con el otro brazo, apoyando la mano en la cadera. — Te tengo. Vamos.

Jeon lo condujo a algún lugar, él no estaba muy seguro. Ya no recordaba la distribución del dormitorio, el hecho de que hubiera pasado horas y horas en las últimas semanas estudiando fotos y planos de esa misma habitación lo hacía aún más trágico. ¿Iban al armario? ¿Al baño? Deseó poder quitarse la maldita venda de los ojos.

Sin embargo, inesperadamente, sintió algo muy frío contra su cuerpo, estaba siendo presionado contra un cristal duro y helado. Jadeó, no pudo evitar hacerlo.

Él no podía ver lo que estaba ocurriendo, pero en el pelinegro una mirada depredadora se hacía más oscura y profunda mientras lo observaba. Miraba cada curva en la silueta del mayor, su propia lengua empujando el interior de su mejilla y el pulgar, conteniendo la baba que amenazaba con filtrarse por sus labios. Se mordió, canalizando en esa mordida las ganas que tenía de follarse salvajemente a Taehyung, vaciar ambas mentes, no ser más que dos cuerpos intercambiando fluidos y placer.

— Jungkook, ¿qué estás haciendo? — El silencio se había prolongado al máximo, desesperándolo de cierta manera, confundiéndolo. Sin embargo, segundos más tarde, su oreja era mordisqueada.

— Mostrándole a esta ciudad que eres mío, — susurró, logrando que cada vello en la piel se erizara, su pene se contrajera y una campana en el fondo de su cerebro resonara frente al cambio en el tono de voz de su doctor. Parecía más demandante, dominante, implacable e incluso temerario. — Que no pueden alejarte de mí. — Se acercó contra él para restregarse muy sutilmente, sus manos acariciaron el cabello gris y luego se afianzaron a un cuello esbelto que mostraba muy brevemente unas exorbitantes clavículas. No dudaba que más de una persona se volviera loca al verlas, alguien con intereses tan infames como los suyos. — Me perteneces, detective y no permitiré que nadie te toque más que yo... — Sus dedos se aferraron al cabello gris y murmuró, algo que Taehyung no pudo escuchar. — Mataré al que ose cambiar eso.

De repente, Kim ya no necesitaba recordar la distribución de esa suite, o al menos orientarse lo suficiente como para tener una idea aproximada de dónde estaba. La sensación del frío cristal contra su piel, opresivamente frío, le decía más que suficiente. Ya podía imaginarse las luces de los edificios circundantes, la bruma de medianoche que cubría la Avenida. ¿Se lo estaba imaginando o realmente oía el ruido del tráfico de las calles?

En realidad, daba lo mismo. Todo el mundo podía verlos. Él y el doctor Jeon... Tal vez, la parte racional de su persona debía haber rebatido esa afirmación, él no era de Jeon, no era ni siquiera de sí mismo, pero fue inexplicablemente reconfortante saber que había una persona en ese mundo de mierda que se preocupaba por él, que lo quería a él y no únicamente lo que él podía ofrecer. Todo el mundo podría ver eso, que no estaba como un lobo solitario. Todo el mundo.

Todo el jodido mundo.

Su cuerpo se relajaba y tensaba por igual, anhelo, alivio, excitación, tensión...

— ¿Esto está bien? — Jeon murmuró entre dientes. — Taehyung, ¿estás bien con esto?

No.

Esa fue la respuesta que le resonó en su subconsciente, suave y débil, pero ahí estaba. Todo eso era una locura.

— ¿Taehyung? Oye... — Sí, la droga podría mantenerlo en estado de euforia, sus ganas controladas también, pero jamás haría algo que Taehyung no consintiera. — Me detendré si quieres. Simplemente, dímelo.

Esta vez, las palabras estaban en la punta de su lengua, listas para salir volando. Calle Chambers. Dos palabras seguras que podrían ponerle fin a eso sin necesidad de réplicas.

Pero esas palabras no borrarían la forma en que Jungkook se aferraba desesperadamente a sus caderas, ni el hecho de que Kim sabía que las pupilas de sus ojos seguían dilatadas, aunque ahora no pudiera verlas. Un hombre muerto andante, así fue como Jungkook se había llamado a sí mismo, ¿verdad? Lo había dicho dos veces. No tenía ni idea de qué iba todo aquello. No sabía por qué Jeon había decidido consumir la droga que había elegido, y ni siquiera sabía qué se suponía que significaba más allá de lo superficial. No podía saber si todos tenían algo que ver entre sí. Y ni siquiera sabía por dónde empezar a averiguarlo.

No podía hacerlo esa noche. Estaba demasiado cansado para eso. Pero si se iba, ahora mismo... ¿Qué significaría eso para Jungkook? ¿Adónde iría y qué haría? Kim tampoco tenía forma de saberlo.

Más valía malo conocido, ¿cierto?

— Continuemos, — dijo rompiendo el momentáneo silencio. — Lo siento... Sigue.

Jungkook soltó un suspiro casi de alivio. — ¿Estás seguro?

Era tan débil a la voz de Jungkook, quería suplicarle que dejara de preguntar.

— Sí, — forzó en su lugar, sacudiendo las caderas hacia atrás, tratando de dejar de temblar. — Puedes tomar todo lo que necesites.

Jungkook le besó la nuca y murmuró algo en coreando, en un tono que el detective no pudo descifrar. Oyó el chasquido de una tapa metálica y se sobresaltó cuando sintió que le aplicaba algo caliente y resbaladizo entre los muslos. Jungkook volvió a tranquilizarlo, susurrándole al oído palabras de consuelo: que cuidaría de él, que era tan hermoso, que todo iría bien. Que podían parar en cualquier momento.

Taehyung se aferró a cada una de esas palabras y a la calidez de las manos contrarias cuando exploraron su piel, un bálsamo bienvenido contra el frío cristal. Atrapado en la oscuridad, descubrió que la venda de los ojos realmente amplificaba absolutamente todo lo demás. Tal vez esa había sido la intención de Jeon desde el principio.

Pero eso no le impidió volver a pensar. Ni siquiera cuando Jungkook le agarró ambas caderas, enterró la cara en el pliegue de su cuello y rozó suavemente su pene contra sus nalgas. Por unos segundos, lo dejó ahí, el peso y el calor, logrando que ambos suspiraran. Incluso abrió sus cachetes para darle una firme mirada, pero no fue por ese lugar a pesar de la autorización de Taehyung. En cambio, se deslizó lentamente entre sus muslos desde atrás.

Los dedos de Jungkook se aferraron con fuerza a sus caderas para contenerse. La calidez y presión de los muslos del detective eran agradables, mas no suficiente. No obstante, tenía que buscar consuelo en ello, por lo que se inclinó para olerlo, presionando su frente contra la nuca del mayor. Se podría decir que Jungkook lo folló así, empujando entre sus piernas con un gemido bajo y largo que enterró en el hombro de Taehyung con cada mordida. Su sonido gutural y la forma en que le estremecía hasta los huesos le provocaron a Kim una sacudida que le hizo sentir debilidad en las rodillas. No sabía cómo sentirse. ¿Debía sentirse aliviado de que Jungkook no estuviera tan mal, porque aún tenía la capacidad y el ánimo para recordar su acuerdo? ¿O debía sentirse perturbado por el hecho de que esto pareciera una laguna legal explotada de alguna manera?

Ahora incluso él sabía que, probablemente, estaba pensando demasiado.

Cada empujón lo acercaba más a la ventana y oía el tintineo de los gemelos contra el cristal. No podía evitar preguntarse, ahora, expuesto a toda la ciudad, si Jungkook siempre había tenido la intención de "reclamarlo" en más de un sentido. Se preguntaba si era por eso Jungkook se había enfadado tanto por la exhibición de dominio realizada por el Don aquella noche, por falsa que fuera. El pelinegro se había alejado de él únicamente para darse la vuelta y comprarle una casa. Supuso que al menos algunas de esas acciones podrían achacársele a que Jeon estaba bajo los efectos de algo.

Aunque lo más probable fuera que estuviese sobrio cuando decidió prestarle los gemelos esos gemelos, ¿no? Claramente, estaba sobrio cuando escribió esa carta.

¿Qué se suponía que pensara de eso? No lo sabía.

O no quería saberlo, ¿acaso había alguna diferencia?

No importaba, se decía una y otra vez. Jungkook lo necesitaba, le había suplicado que se quedara. Así que se había quedado. Y ahí estaban ahora. Nada más importaba o existía en ese instante.

¿Verdad?

En la pérdida de su bruma, Jungkook todavía estaba lo suficientemente cuerdo para no hacer algo errado, para mirar a su alrededor y notar que en tejados más bajos y cerca del hotel, había civiles poco comunes que no podían ver con seguridad lo que estaba ocurriendo. Aunque, si hubiesen podido verlo, él tampoco se hubiera detenido, ya había cometido errores, así que, cuanto antes todos supieran que Taehyung era suyo, mejor sería. A decir verdad, era una balanza que podía inclinarse hacia cualquier lado, pero él haría lo posible para que fuera al suyo.

Nunca había hecho el amor, siquiera tenido sexo de esa manera. ¿Era posible que eso pudiese ser considerado como sexo si no hubo un coito real? Lo único que faltaba era su trasero siendo estirado y penetrado, pero increíblemente, se sentía bien. La manera en la cual cada embestida hacía que sus miembros se frotaran, la fricción y presión a la que sus testículos eran sometidos. La cercanía del cuerpo de Jungkook envolviéndolo, sus manos aferradas a él, con una de ellas masturbándolo a su ritmo, acercándolo a ese precipicio del cual gustoso podría caer.

Era increíble, sabía cómo y dónde presionar, sus dedos se estiraban para empujar contra su perineo y luego se afianzaban a su falo, elevándose hasta la punta que frotaba circularmente varias veces antes de volver a descender y centrarse en su extensión. El sonido de sus caderas chocando, la lasciva imagen de cómo ellos lucían en su cabeza, la respiración de Jungkook, todo se volvió un popurrí de sensaciones.

Joder, Jungkook quería pegarle en ese redondo trasero, deseaba agarrarlo por su garganta y penetrarlo hasta que sus piernas cedieran y el cristal se llenara de semen, pero se limitó a embestir contra sus muslos. Siguió haciéndolo hasta que escuchó a Taehyung correrse con un grito, derramándose un poco entre sus muslos. El peligris se estremeció, apoyando la frente contra el cristal, esforzándose por recuperar el aliento.

Detrás de él, vagamente, podía oír a Jeon haciendo lo mismo, pero alejándolo escasos centímetros para abrir suavemente sus nalgas y dejar caer su semen por todo su trasero, viéndolo correr por toda la parte posterior de sus muslos. Tal vez fuera suficiente... Quizás esto lo hubiera calmado por esa noche, él podría llevárselo a la cama, asegurarse por fin de que estaba tranquilo y a salvo hasta la mañana siguiente.

Pero entonces Jeon empezó a moverse de nuevo y el sonido de sus muslos golpeando la espalda de Taehyung destruyó cualquier ilusión que se hubiera hecho. Eso no había terminado, todavía no. Jungkook no había terminado. Jungkook necesitaba más.

Esto estaba bien. Taehyung estaba bien.

Las manos del doctor se encontraron con las ajenas apoyadas contra la ventana. Entrelazó sus dedos y separó las manos de Taehyung para que todo su pecho y un lado de su cara, acabaran presionados contra el cristal. Kim respiró entrecortadamente; hacía un frío del carajo que comenzaba a erizar también sus pezones. Jungkook gemía acelerando el paso. Sus dientes encontraron el cuello de del mayor y rastrillaron su tierna piel hasta presionar con fuerza.

Taehyung podía soportarlo.
Podía.

— Mío, — le susurró Jungkook en el cuello. — Solo mío.

No pudo.

Taehyung intentó, con todas sus fuerzas no hacer ruido, pero ya había tenido suficiente, no podía seguir, y estaba tan jodidamente cansado. Lo que debería haber sido un suspiro, tomado para estabilizarse, acabó arrancándoselo y se convirtió en un sollozo.

— ¿Taehyung? — Jungkook se frenó y sus manos se tensaron. — ¿Sigues conmigo?

Kim quería sacudir la cabeza, pero no parecía poder moverla. Estaba congelado, contra el cristal y en las garras del doctor. Además, tenía que estar ahí, había aceptado estar ahí, necesitaba estar ahí, pero al mismo tiempo, quería huir. Quería huir, quería liberarse, quería saltar por esa puta ventana y que ni siquiera importara el resultado de ese salto.

Quería escapar, pero no podía. No podía moverse.

Otro sollozo escapó de su garganta, este más fuerte, más roto y cansado mientras temblaba mucho.

— Eh... — Jungkook se detuvo por completo, comenzando a entrar en pánico, tomó la barbilla ajena y lo obligó a observarlo. — Taehyung, ¿qué pasa?

Estaba buscando una respuesta que no fuese dada por sus palabras, sino por sus ojos. Joder, él siempre había sido bueno leyendo a las personas, trabajaba en eso cada día, ¿por qué demonios no había notado lo que Taehyung verdaderamente quería y confió ciegamente en sus palabras?

— N-nada. — Le castañetearon los dientes en un modo patético.— No... Lo siento, yo únicamente... Tú... No tienes que parar...

— No, estás enfadado.— Jungkook finalmente tiró de él hacia atrás, lejos de la ventana. — ¿Qué te pasa? ¿Te estoy haciendo daño? — Taehyung sintió su mano moverse hacia la venda, las yemas de sus dedos deslizándose sobre la seda. — Estás llorando...

— ¡Está bien! — Sí, sí, estaba llorando. No se había dado cuenta y no sabía cuánto tiempo llevaba haciéndolo, pero ahora lo sentía. — Estoy bien, solo... Cógeme. Toma lo que necesites.

Porque de eso se trataba todo eso, ¿verdad? Jungkook lo necesitaba, significara lo que significara, y él había hecho lo mejor que pudo para complacerlo. Se había entregado para que Jungkook fuera feliz, porque quería que Jeon fuera feliz, porque el doctor se lo merecía y él no, eso estaba bien. Había tenido un desliz; lo superaría. Y se había entregado a Jungkook para mantenerlo ahí, porque el muy tonto estaba drogado con algo y Dios sabía lo que haría si lo dejaban a su suerte esa noche.

Lo había hecho todo bien. Esta había sido la única opción posible para él.

Entonces, ¿por qué no podía dejar de llorar?

¿Por qué se sentía morir?

— Lo siento... Lo siento mucho, oh Dios... — A Jungkook se le quebró la voz y se aferró desesperadamente al detective por detrás. — Taehyung, ¿por qué no... por qué no dijiste nada?

No tuvo fuerzas para decir que fue porque él lo necesitaba. Porque Jungkook lo había visto con el Don y probablemente se lo había imaginado todo, lo vio molestarse, ponerse celoso y, si a cambio, había sentido la necesidad de demostrarle al mundo que Taehyung era suyo, entonces era justo, era eso lo que suponía.

Porque se había llamado a sí mismo un hombre muerto andante, y Kim ni siquiera podía empezar a entender por qué, pero si lo que fuera que había sucedido ahí ayudaba a calmarlo, entonces valía la pena. El detective lo habría hecho todo de nuevo.

— Aquí, vamos... Te tengo...

Jungkook enganchó uno de los brazos ajenos sobre sus hombros y lo guió lejos de la ventana. Fue lento, porque el mayor temblaba demasiado y las rodillas le fallaron a medio camino.

Al final, - un minuto después, una hora después o una semana entera después, ¿quién coño lo sabía ya? - Jungkook consiguió tumbarlo suavemente en la cama. Sus manos se clavaron en el nudo de la corbata detrás de la cabeza de Taehyung mientras empezaba a quitarle la venda improvisada.

— Lo siento, déjame... — Taehyung extendió la mano, desesperado y aún ciego. De alguna manera, se las arregló para encontrar la muñeca de Jungkook.

— N-No. — No estaba seguro de querer ver la cara del menor ahora mismo. Estaba seguro de que tampoco quería que Jungkook lo viera. — Todavía no. Por favor.

— Oh... Por supuesto, de acuerdo. — El doctor apartó la mano. — Está bien.

Está bien. De acuerdo. Cuanto más usaba Jungkook esas palabras, cuanto más las oía, menos sentido parecían tener en su mente. Está bien. ¿Qué significaba eso esta noche? ¿Qué había significado alguna vez?

— Taehyung... — La voz del pelinegro también se había vuelto trémula. Era eso o el oído del nombrado se estaba volviendo loco. No tenía pruebas de que no fuera lo segundo. — Fui egoísta y estúpido. Debería haberme dado cuenta antes, de que estabas...

Que estaba... ¿Qué? ¿Llorando? Eso era perdonable. El propio Kim ni siquiera se había dado cuenta hasta que él lo señaló.

Además, Taehyung estaba seguro de que había cosas de las que debería haberse dado cuenta esa noche y probablemente, no lo hizo. No solo con Jeon, sino con todos, con todo. Quizá ahora fuera un buen momento para obsesionarse con ellas; cualquier cosa que le alejara de todo aquello era bienvenida.

¿Qué había dicho Yoongi? Algo sobre forzar la mente a concentrarse en otras cosas...

Así que dejó que la oleada de pensamientos que había reprimido a petición de Jungkook lo invadiera de nuevo, aunque únicamente fuera para poder adormecerse ante todo lo demás. La subasta... Los Jung... Se estaba olvidando de algo. La comida, un retrato del Dr. Choi creyéndose un rey. La llave de una casa en la playa; una rosa de tallo largo. Manzanilla e hibisco. Sí, claro. ¿Quién era Guang Hong?

No, le faltaba algo... ¿Qué era? La rosa, insistía su cerebro. Había algo allí.

Taehyung rodó sobre su costado y se acurrucó en sí mismo. Seguía temblando, seguía llorando. ¿Cuál pararía primero, el temblor o el llanto? Otro misterio más. Había demasiados misterios.

— ¿Hay algo que pueda hacer? — La voz de Jungkook sonaba débil, como si viniera de muy lejos. — ¿Qué necesitas?

¿Qué?

¿Qué anhelas?

Esa... Esa no había sido la pregunta exacta. Ni siquiera estaba relacionado con esa noche, pero aun así sabía al resto o la esencia del resto, de alguna manera. ¿Un descanso del caso, un cigarrillo o algo más?

A decir verdad, desnudo, todo lo que había querido esa noche era estar con Jungkook. Ni siquiera fue de ese modo que lo deseó; si miraba en retrospectiva, si hubiera podido rehacer esta noche y adaptarla a sus propias, estúpidas e inmerecidas fantasías, las cosas hubiesen sido diferentes. En todo ese tiempo que lo extrañó, solamente había querido pasar el rato en los brazos de Jungkook, bajo unas mantas como esas, cálidas, seguras, silenciosas y...

— No fue un golpe de la Tríada. — Espetó inesperadamente en voz alta.

— ¿Qué? — Jungkook fruncía el ceño en su dirección.

El propio estado mental de Taehyung no distaba mucho de la confusión que podía oír en la voz del menor. No lo sabía, había perdido el hilo de sus propios pensamientos a medio camino, así que no tenía ni idea de si esa afirmación era cierta. Y si la tenía, revelarla así, a Jungkook, un extraño en esa investigación, fue totalmente irresponsable. Era impensable el nivel de su estupidez, envolviéndolo cada vez más en un asunto que no le inmiscuía.

Esta no era una noche para tomar buenas decisiones.

— El asesinato, parecía un golpe de la Tríada, para incriminar a la Mafia, pero no lo fue. — Porque él había estudiado a Momo dos veces en el pasado, y eso fue suficiente para que él confiara en ser capaz de estudiarla de nuevo. Cuando Yuqi se había alejado de ella... Dejándole caer aquella promesa de venganza, "de mi familia a la tuya..."  Momo se había quedado allí, en silencio, cada centímetro de su rostro le había dicho a Taehyung claramente que no ella tenía idea de lo que Yuqi estaba hablando. — Creo que fue personal.

—Taehyung... ¿Qué estás diciendo?

— Por favor. — Se agarró a la manga de Jungkook. — No fue un golpe de la Tríada. Tú... Tienes que recordar y luego tienes que decírmelo por la mañana. Porque se me va a olvidar. — Porque estaba cansado y ya estaba resbalando dentro del mundo de los sueños, no podría aferrarse a ese pensamiento más tiempo. No podía permitirse olvidar. — ¿Harías eso por mí?

— De acuerdo, — balbuceó Jeon. Otra vez esa maldita palabra. — Está bien. Si te ayuda...

— ¿Me lo prometes? — Taehyung apretó el puño. — No dejes que se me olvide.

— No lo haré. — Con suavidad, Jungkook le despegó los dedos de la manga, uno a uno. — Pero por ahora, necesitas descansar...

El detective no luchó más, se dejó caer contra el colchón, sin molestarse en moverse cuando lo sintió hundirse bajo el peso de Jungkook. Incluso cuando lo sintió a su lado de repente, y todos esos sentimientos anteriores de los que se había distraído con éxito volvieron a inundarle, ni siquiera se apartó. Estaba demasiado cansado para eso.

También seguía llorando, de alguna manera. Quizá también estaba demasiado cansado para dejar de llorar.

Con cautela, Jungkook le tendió la mano y tiró de él. Rodeó sus hombros con los brazos y apoyó la cabeza en su pecho.

—¿Está... está bien? — No lo sabía. Realmente no lo sabía.

Solamente estaba tan cansado.

Taehyung no supo cuánto tiempo permaneció allí, a la vez reconfortado y atrapado en los brazos del doctor, esperando a que cesaran las lágrimas, a que la aplastante prensa que le rodeaba el pecho siguiera su curso y acabara con él para siempre o se levantara y lo dejara en paz. De algún modo, acabó siendo esto último, el dolor fue remitiendo poco a poco hasta que, antes de que se diera cuenta, estuviera entumecido por todas partes.

Era difícil saber qué era real y qué no, después de aquello. Era lo que causaba cansarse hasta los huesos, olvidar que uno era un saco de carne y hueso, que los impulsos que la mente disparaba se degradaban cuanto más cerca se estaba del punto de fractura. Y él estaba tan, pero tan cerca de ese punto...

Así que si le parecía oír el rugido de las olas a lo lejos, si creía percibir un olorcito a aceite de máquina y etanol o sentía que la venda de los ojos se le caía por fin de la cara, bueno, no sabía si era real o no. Si el beso de una gélida brisa invernal justo al salir por la puerta del Magic Shop coincidía con algo suave, pero tembloroso, acariciándole el costado de la cara, tampoco sabía si era real o no.

Si sintió que un peso se levantaba, luego volvía y se posaba en otro lugar del colchón a su lado, saboreó hojas amargas y la sal del océano en sus labios mientras recordaba montañas y serpientes junto a todo lo que había entre medias, nunca lo sabría con certeza. Si el eco de un reloj lento y lejano coincidía con un llanto apagado que tenía que esforzarse por oír, si le pareció ver a Jungkook tomar una botella y sentarse en una esquina a llorar, si le pareció ver a Kim Seokjin acercándose a él para acariciar su cabeza, entonces... quizá no fuera real después de todo.

Quizá nada lo era.

¿Cómo han estado? ¿Listos paralos festivos y un nuevo año? Estemos juntos hasta que los Tannies regresen del SM.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro