Capítulo 23

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8 de marzo de 1929

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La mañana siguiente empezó como muchas otras mañanas de su vida: fría, lenta, dolorida. Llena de agujeros donde deberían haber estado los recuerdos de la noche anterior. Una promesa de cosas peores por venir que no terminaba de visualizar por completo.

Pero esto el sonido sordo de golpes, implacables, furiosos en alguna puerta lejana lo despertó, un sonido nuevo y diferente.

— ¡Eh! ¡Abre!

Taehyung abrió los ojos. Tardó unos segundos en despejarse y unos segundos más en darse cuenta de qué o mejor dicho, a quién estaba mirando. Jungkook, ya completamente vestido con un impecable traje de espiga, ocupaba una de las sillas de la zona de estar cercana a la ventana. Había una bandeja con comida sobre la mesa, pero parecía intacta; el pelinegro estaba tomando una taza de café o té, él no sabría decirlo con certeza.

Por la forma casi instantánea en que se habían cruzado sus miradas, se preguntaba si Jungkook ya lo había estado mirando desde el principio, mucho antes de que él se despertara, como si estuviera vigilando su sueño.

Volvieron a oírse los golpes, junto con nuevos gritos de "¡abre esta puta puerta!". Jungkook frunció el ceño, dejó la taza, sacó algo de la bandeja que Taehyung no pudo ver y se levantó sin decir palabra. Sus pasos se alejaron mientras el detective permaneció mirando el lugar que había dejado atrás, la silla vacía bañada por la luz del sol.

La luz del sol... ¿Qué hora era?

— ¡Sé que estás ahí! Abre la puerta o me abro paso a tiros, ¡lo juro por Dios!

Ahora que estaba completa y lamentablemente despierto, las preguntas inevitables comenzaron a formarse en su mente. ¿Cuánto de lo de anoche había sido real? Empezaba a recordar fragmentos de lo sucedido, demasiado despacio para sorprenderle de golpe, pero demasiado deprisa para procesarlos sin confundirse. Se sentía pesado y sus miembros no se movían como él quería. ¿Cuánto de lo que estaba ocurriendo era real?

Intrigado por la posibilidad de que todo lo vivido la noche anterior fuese un sueño, su cabeza pulsaba con un palpitar casi protestante al considerarlo. ¿Acaso seguía inmerso en un trance onírico? La incertidumbre crecía, tejiendo un velo entre la realidad y la ensoñación.

— ¿Taehyung? ¡Taehyung!

Tal vez era una ilusión.

— ¿Qué te pasa? — Enojado, Jungkook abrió la puerta, encontrándose a la persona fastidiosa de medio metro que parecía tener por costumbre interrumpirlo y llegar de la peor manera. — No puedes...

— ¡Cállate, haré lo que me dé la puta gana! — Min Yoongi empujó el hombro del doctor mientras se abría paso. — ¡Taehyung!

La suite del ático del hotel tenía suelos de madera en todas las habitaciones, lo que significaba que todos los sonidos de los pasos pesados y furiosos que se acercaban cada vez más se traducían en pulsos directamente en su cabeza. Taehyung maldijo en voz baja; fuera, le pareció oír a Yoongi discutir en coreano, realmente era muy rara la vez que lo escuchaba utilizar ese idioma.

— ¡Taehyung! ¿Dónde coño estás, viejo inútil...?

Kim se sobresaltó cuando la puerta del dormitorio se abrió violentamente y Min Yoongi irrumpió en él con los ojos brillantes de rabia o preocupación, tal vez ambos. Mientras luchaba por incorporarse, creyó poder precisar el momento exacto en que los engranajes de la cabeza de Yoongi se detuvieron momentáneamente, sólo por la expresión de su rostro.

— Yoon... — Hizo una mueca de dolor.

El sonido que escapó de sus labios era nada menos que horrible, su voz aún ronca y quebrándose a mitad de camino. Su aspecto, un auténtico desastre según la evaluación rápida de Taehyung, envuelto en sábanas con las piernas enredadas de manera irremediable en el pañuelo de la cama, parecía haber sido el detonante. De repente, Yoongi explotó: gruñó, desenfundó una pistola con una rapidez sobrehumana y la apuntó directamente a la frente del médico, presionando el cañón con fuerza.

— ¡Espera! — El grito de Taehyung resonó sin obtener respuesta.

La visión del filo de un pequeño y delgado cuchillo enterrado en un lado de su cuello era posiblemente la única razón por la cual Yoongi aún no había disparado. Algo en la mirada del detective menor parecía molestar a Jungkook a cada segundo que pasaba, Taehyung lo ignoraba, no tenía ni idea de las sospechas de Min, pero el doctor sí lo notó, por eso su tensada mandíbula parecía crujir, esperando que le dieran el menor chance para desgarrar la garganta de ese fastidioso detective que insistía en interponerse en su camino.

¿De dónde Jungkook había sacado aquel cuchillo y cuánto tiempo llevaba sosteniéndolo? Taehyung no tenía ni idea, pero eso estaba lejos de ser su mayor preocupación en ese momento.

— ¡Yoongi, guarda eso! — Tuvo que intentarlo de nuevo. — Maldición.

— Te voy a hacer una pregunta, y me vas a dar una respuesta honesta. Lo próximo que ocurra aquí dependerá de esa respuesta. — La voz de Yoongi heló el aire de la habitación. —¿Este hombre te hizo daño?

Taehyung se dio cuenta de que no había una respuesta fácil, aunque sabía que había exactamente una opción que no terminaría con un disparo en esta habitación. No le dolía nada, trató de razonar mentalmente con los vagos recuerdos que conservaba. Desde luego, no sangraba y la noche anterior no le había dejado ningún moretón que pudiera sentir o ver. A eso se refería Yoongi, ¿no?

— No... no, no lo hizo.

Min se burló, poco convencido, el tono del detective mayor parecía estar lleno de dudas y eso solamente lograba que su compañero, ese que se creía su hermano mayor, a pesar de no tener ningún lazo sanguíneo. Jungkook apretó con fuerza el mango del cuchillo, pero consiguió quedarse muy quieto cuando Yoongi repitió su pregunta, sólo que esta vez, en coreano, recibiendo una respuesta en el mismo idioma.

— ¿Qué mierda continúas insinuando, imbécil?

— Estoy bien, Yoongi...-— El peligrís interrumpió aquel intercambio de palabras en voz baja.

Su propio coreano estaba polvoriento por el mal uso, apenas lograba entender algunas palabras salteadas, escuchar a Jungkook le había hecho despertar el interés en el idioma de su madre, su manejo era más torpe que el de Yoongi, quien lo había perfeccionado por las conversaciones diarias con sus abuelos. Aun así, si uno se empapaba de él lo suficiente de niño, el idioma no era algo que se olvidara nunca, pero él no tuvo esa oportunidad. Supuso que eso podía explicar muchas cosas.

— Por favor, baja el arma, antes de que alguien salga herido.

— ¡Te perdiste la cita en la Plaza Central!

Cierto... Demonios, había olvidado que tenía que encontrarse con Miyeon. Cientos de nuevos y opresivos pensamientos pasaron por su mente: ¿Yoongi había supuesto lo peor? ¿Por eso estaba aquí? Sin duda, a su jefe no le habría gustado la forma en que Taehyung había manejado el final de la operación de la noche anterior, la próxima vez que se vieran iba a pagar un infierno por ello. Y Jungkook, mierda... Sus pensamientos estabas por todos lados, no lograba hacer hilos coherentes.

¿Cuánto tiempo lo había esperado Miyeon? ¿Se encontraba bien? Eso esperaba; de lo contrario, Yoongi ya se lo habría dicho...

No. Concentración, necesitaba concentrarse con una crisis a la vez.

— Es culpa mía—, espetó, sintiendo que Yoongi no iba a echarse atrás pronto. Lo mejor era tragarse la verdad por ahora. — Yo... Puede que haya bebido demasiado anoche. No pude evitarlo, ¿sabes? No hay muchos sitios en este país donde se pueda conseguir alcohol tan fácilmente. — Forzó una carcajada. — El Dr. Jeon me ayudó. Me ofreció pasar aquí la noche.

Yoongi parecía no creerse ni una sola palabra.

Jungkook, por su parte, giró lentamente la cabeza para poder mirar a Taehyung, aunque mantenía firme el cuchillo contra la garganta de Yoongi. Sus ojos hacían una docena de preguntas diferentes a la vez. "¿Por qué haces esto?" Parecía ser la más ruidosa de ellas, mas no había una respuesta para eso, Taehyung desvió la mirada porque él tampoco lo sabía.

Al final, lo creyera o no, Yoongi aceptó a regañadientes aquella explicación. Se echó hacia atrás con el ceño fruncido, bajando su arma en grados tanto como Jungkook retiraba su cuchillo al mismo tiempo, ni un centímetro más. El pelinegro empujaba el interior de su mejilla mientras arrugaba su frente, el contrario, mostraba sus alineados dientes en una mueca mientras volvía a ponerle el seguro a su arma, como si la acción le hubiera ofendido.

— Estás hecho una mierda, por cierto. — Fue todo lo que dijo, volviendo a centrarse en Kim, quien aceptó lo dicho sin protestar, envolviéndose más en las sábanas. Tuvo que resistir el impulso de pasarse una mano por el pelo.

— Culpa mía, — volvió a decir, aunque no tenía por qué hacerlo.

Acabó encontrándose con la mirada de Jungkook por accidente, a pesar de sus esfuerzos. O tal vez sus ojos se sentían inexplicablemente atraídos por los de Jungkook hiciera lo que hiciera, una especie de compulsión retorcida que se le había metido en los nervios. Una compulsión, como todos los métodos del Estrangulador, según sus recuerdos. No sabía qué debía hacer con aquella asociación, pero la quería fuera de su cabeza.

— ¿Estás satisfecho ahora? — Jungkook alzó la voz e inclinó vagamente la cabeza hacia atrás, en dirección de Yoongi, mas manteniendo los ojos clavados en los de Taehyung todo el tiempo.

— Oye, hazme un puto favor y piérdete cinco minutos, ¿quieres? — Min espetó con despotismo, logrando que Jungkook enarcara una ceja y volviera a tensar su mandíbula al mismo tiempo que empuñaba con fuerza su cuchillo. — Quiero hablar con él a solas.

— Tienes mucho valor para tu tamaño, al echar a alguien de una habitación por la que ha pagado. — Jungkook chasqueó la lengua. — Parece que tienes afición a meterte por la fuerza en situaciones que no tienen nada que ver contigo, y en las que no te quieren.

— Sí, bueno, hablando de 'no querido', me he dado cuenta de que sigues aquí de pie, idiota.

— Si tuviera que adivinar, diría, no te prestaron suficiente atención de niño o estás impulsado por algún trauma reciente en el que ocuparte de tus asuntos acabó costándote el bienestar de alguien... o peor, su vida. — Jeon rompió el contacto visual para lanzar una mirada petulante y despreocupada a sus espaldas. — Dime, ¿cómo lo hice? ¿Di en el clavo? ¿Cuál es el trauma que te controla, pequeño?

— Te voy a pegar un tiro, lo sabes, ¿verdad? Ni siquiera voy a ser inteligente, simplemente voy a dispararte en la cara y pagar las putas consecuencias.

Taehyung sintonizó el resto del despotricar de Yoongi, algo que podía decirse que Jungkook estaba tratando muy duro de hacer también. Pero mientras seguía, Taehyung buscó de nuevo la mirada de Jungkook, y por fin le dijo su primera palabra desde la noche anterior.

— Por favor. — Jungkook le miró como si hubiera sido él y no Yoongi, quien hubiera apretado el maldito gatillo.

De algún modo, que el peligris le hablara y le dijera de esas palabras, dolió en lo más profundo de su interior. En el silencio que siguió, había demasiadas emociones parpadeando en sus ojos como para que Kim pudiera captarlas todas. Puede que hubiera remordimiento o puede que simplemente Taehyung quisiera creer que lo había visto. Lo segundo era probablemente más acertado.

Al final, Jungkook cedió. Dejó el cuchillo en la bandeja y, al menos, Taehyung ya sabía de dónde había salido, una respuesta que llegó como un pequeño consuelo.

— Estaré en la cocina para calentar esto, — anunció, aunque Taehyung no sabía exactamente en beneficio de quién. — Volveré justo después de hacerlo.

Jungkook levantó toda la bandeja en brazos y se la llevó mientras salía del dormitorio. Yoongi miró la puerta durante unos segundos, como si estuviera retándola a que se abriera de nuevo. Se relajó por fin cuando empezaron a oír unos ruidos apagados procedentes de la cocina. La tensión se evaporó de las extremidades del detective menor, que se dejó caer en la silla que Jungkook había dejado libre, con la pistola apoyada en la mesa en lugar de la bandeja de la comida.

— ¿Cómo estás de verdad?

— Preguntármelo tres veces, no cambiará mi respuesta, Yoongi. — Taehyung suspiró. — ¿Cómo me has encontrado?

Yoongi, con su temperamento de cerilla y su lengua de ametralladora, siempre sabía cómo hilar un cuento. Taehyung se encontró completamente cautivado, hasta el punto de que durante los pocos minutos que pasó escuchando, casi olvidó lo que había llevado a Yoongi a ir ahí en primer lugar. Resultó que el menor lo había encontrado abordando directamente a todo el personal del hotel hasta que pudo localizar al chico del ascensor, quien había admitido ver a alguien con la descripción de Taehyung dirigiéndose a la persona que había alquilado la suite del ático. Utilizando este dato, solamente había tenido que mentir descaradamente a la recepción, decir que estaba ahí en nombre de la Agencia de Detectives Kim y solicitar "amablemente" una copia de la lista de huéspedes que habían reservado la suite del ático desde el asesinato de Jo, inventándose un cuento chino sobre cómo "los asesinos suelen volver a la escena del crimen" y todo ese rollo.

— Básicamente, utilicé los trucos y todas esas tonterías que aprendí de ti.

Taehyung sintió como si hubiera vivido esa mañana con anterioridad, al menos una parte de ella porque de alguna manera sentía haberla vivido antes. No podía evitar recordar el día en que había sido envenenado y cómo Yoongi le había seguido la pista hasta la casa de Jungkook. Otra parte de él también se sintió extrañamente orgullosa, apagando cualquier pensamiento por algunos segundos.

— Algún día serás un buen detective por tu propia cuenta.

— Cállate, viejo. — Yoongi se enfadó. — Estás haciendo las cosas raras otra vez. — Taehyung se rio, o no. No estaba seguro.

— ¿Ya te has calmado?

— Siempre estoy calmado. — Yoongi resopló. — Me alegra saber que no estás muerto en una zanja. Me aseguraré de transmitir las buenas noticias.

— Siento haber preocupado a todo el mundo. ¿Cómo está Miyeon?

— Paseando por un agujero en el suelo de su oficina. Es divertido, tal vez se lo diga después de al resto, solo para molestarla un poco más.

— Esa es una idea, pero solo para que no se preocupe en exceso, no seas malo con ella.

Consideró, por un momento, preguntar por Namjoon, pero había un número limitado de personas de cuyos pensamientos y sentimientos podía preocuparse a la vez. Ni siquiera sabía por dónde empezar con el hombre de pie en la cocina, a solo un par de paredes de distancia. Así que no lo hizo. Ya se preocuparía más tarde de cómo tratar con Namjoon.

— Por última vez, — le espetó Yoongi, — ¿estás bien, de verdad? Solo tienes que decirlo, puedo matarlo, detenerlo, dispararle en las rodillas, lo que quieras.— Tan duro que siempre aparentaba ser y tan tierno que era en realidad, ¿cómo no iba Taehyung a esbozar una sonrisa al ver al gruñón de Min tan preocupado?

— No pasa nada. — Intentó calmarlo. — No pasa nada. Jungkook... El doctor Jeon, quise decir, me ayudó en un momento difícil. — Yoongi le miró fijamente. No era difícil leer la incertidumbre pintada en su rostro.

—¿Es... es mentira? — Taehyung negó con la cabeza.

— Sabes, quizá te entrené demasiado bien.

— ¿Eso es un sí, entonces?

— Todo está bien, — le aseguró Taehyung. — Tengo todo bajo control, así que permite que me ocupe de ello. ¿De acuerdo?

Por fin, Yoongi decidió dejarlo tranquilo sin dar más vueltas. Le preguntó a Taehyung si podría presentarse en la oficina esa tarde, únicamente para hacer el informe que no habían podido hacer esa mañana, dar la cara y asegurarle al resto de la Agencia que seguía vivo. A lo que el detective mayor aceptó, prometiendo que lo haría sin falta. Mientras Yoongi guardaba el arma en la funda, Taehyung pudo vislumbrarla.

— ¿Es una Colt?

— Tal vez. — Taehyung miró más de cerca.

— Se parece a la mía, — comentó.

— Otra vez haciéndolo raro... — Yoongi puso los ojos en blanco, ocultando que, inspirado por su mentor, había comprado un arma igual a la suya.

La puerta del dormitorio se abrió con un suave chirrido. Jungkook volvió a entrar con cuidado, balanceando la bandeja de comida entre las manos. El café volvía a humear; Taehyung podía oler el tocino desde ahí.

Yoongi enderezó la columna, estirándose al máximo y restregando todos los centímetros que le sobraban en la cara de Jungkook. — Lo espero hoy más tarde en la oficina.

— Bien. No sé por qué me lo dices.

— Te lo digo porque si por alguna razón, no aparece, sé dónde vives.

Jungkook esperó al sujeto que se levantaba de su asiento se fuera para dejar la comida en la mesilla de noche. Siguió de pie, suspendiendo la bandeja en el aire, hasta que finalmente se cerró la puerta de la habitación, lucía evidentemente incómodo. El aplomo y la elegancia que Taehyung le atribuía parecían brillar por su ausencia en el encorvamiento de sus hombros y en la forma en que sus manos se aferraban al aire vacío.

— ¿Te enseñan a manejar un cuchillo así en la facultad de medicina? — Taehyung no tenía todo el día para esto, además, había preguntas que apremiaban una respuesta en su cabeza.

Más allá de la destreza mostrada al cortar algo, el modo tan sigiloso, pero certero y peligroso con que Jungkook manejó con ese cuchillo, decía más de un pandillero que de un cirujano. No era normal ante sus ojos, que el pelinegro fuese tan bueno con ello.

— ¿Qué? No... No iba a hacerlo, solo era un farol para amedrentarlo. — Jungkook se apartó de la mesa, con las cejas fruncidas por la preocupación. — ¿De verdad iba a dispararme?

Sinceramente, Taehyung no lo sabía. Quería pensar que había enseñado a Yoongi algo mejor que eso, pero nunca había visto al joven detective tan enfadado como hoy.

— ¿Cómo... cómo te sientes?

Ahora que Yoongi se había marchado, ya no había motivo para ocultar la verdad, pero Taehyung seguía sin saber qué responder. Entrelazó las manos alrededor de las sábanas y trató en vano de encontrar palabras. "No sé" no era suficiente. "Bien" era demasiado optimista para su gusto.

Una vez más, ¿qué hora era? Finalmente, encontró un reloj colgado de la pared, cerca de la puerta del armario; era casi mediodía. Mierda. ¿De verdad había pasado tanto tiempo?

— ¿Taehyung? — Jungkook se metió las manos en los bolsillos, como si no supiera qué otra cosa podía hacer con ellas. — ¿Quieres algo de esto? Viene incluido en el servicio de habitación.

Un café sonaba divino en este momento, pero aunque todo olía absolutamente delicioso, había algo que le revolvía el estómago. ¿Por qué?

— ¿No quieres comida? Vale... ¿Quizás un café, o un sorbo de agua? — Ante el silencio de Taehyung, el tono de Jungkook se volvió suplicante. — Han pasado once horas. Iba a despertarte, pero no estaba seguro...

Se interrumpió, dejando que la habitación languideciera en el aire muerto. Si se debatía en su interior sobre algo en específico, se esforzaba al máximo para que no se notara. No obstante, Taehyung podía verlo en los pequeños espasmos de sus cejas y en las comisuras de sus labios, en la forma en que movía las piernas, como si todo su peso descansara en un resorte. Se había vuelto más fácil de leer o tal vez se trataba de un caso excepcional, una rara muestra de vulnerabilidad que, voluntaria o no, Kim no estaba realmente de humor para recompensar rompiendo él mismo el silencio. En cualquier caso, Jungkook fue el primero en romperlo.

— Se llama 'speedball', — susurró haciendo que el detective levantase la cabeza.

— ¿Qué?

— Lo que tomé anoche, la razón por la que estaba drogado. — Aspiró una vez y se frotó los ojos. — Es una mezcla de cocaína y heroína. La mezcla, si tienes cuidado, se supone que combina los beneficios que obtienes de ambas drogas, a la vez que anula los efectos secundarios negativos.

En la cabeza de Taehyung bailó una visión del doctor de la noche anterior, temblando, balbuceando presagios de fatalidad. — Si tienes cuidado... — repitió.

— Claro. — Jungkook bajó la mirada. — Cierto.

— ¿Haces este tipo de cosas a menudo?

— No.— Negó enfáticamente con la cabeza. — No. Solamente ha sido la segunda vez en toda mi vida.

— ¿Cuándo fue la primera?

— Una vez antes de conocerte. — Taehyung no estaba seguro de poder creérselo, aunque no es eso hiciera una diferencia.

— ¿Cómo? — Si trataba esto como un interrogatorio según su razonamiento, tal vez, de alguna manera dolería menos. — ¿Cómo lo hiciste? ¿Las tuviste contigo todo el tiempo o las conseguiste en la subasta?

— En la subasta.

— Me lo imaginaba. Esos tés 'especiales' que ofrecían significaban algo totalmente distinto, ¿no? — El contrario bajó la cabeza.

— Suenas como si ya lo supieras. — Lo sospechaba, mas ahora lo sabía con certeza.

Otras lagunas empezaban a llenarse ahora, imágenes, sonidos y trozos de conversaciones de la subasta que no había podido seguir hasta el final. Bueno, ahora estaba ahí y recordaba. Por lo menos, conseguir algunas respuestas aprovechando que Jungkook era un testigo poco cooperativo sería un buen uso de su tiempo. Al menos así, la noche anterior no habría sido una pérdida de tiempo. Si bien hubiera podido dirigir todo a cualquier otra línea de investigación e incluso haber sacado algo más de información si tenía suerte, la pregunta que acabó haciendo era la única que no era en absoluto útil para su investigación.

— ¿Por qué?

— ¿Qué? — Jeon parpadeó, distraído.

— ¿Por qué lo hiciste?

Jungkook no tenía derecho a sorprenderse por esta pregunta. Tenía esa expresión en la cara, como si hubiera considerado seriamente que a Taehyung nunca se le ocurriría preguntarle eso, lo cual era absurdo. Por otra parte, una voz amarga susurraba en un rincón de la mente del mayor, nada de lo sucedido la noche anterior había salido como Taehyung esperaba y, sin embargo, ahí estaban.

— Supongo que lo ingerí porque... — Cerró los ojos con fuerza, empuñando sus manos. — Estaba molesto.

— ¿Por qué?

Al final, Jungkook nunca le dio una respuesta directa a eso.

Debió darse por vencido cuando se apartó de la mesa. Sus piernas parecían temblorosas al dar el primer paso, lo que hizo que Taehyung se preguntara si las drogas ya estaban realmente fuera de su organismo o si aún quedaba algo de aquel cóctel en su sangre. Las pupilas de Jungkook ya no estaban dilatadas y su voz salió firme.

— No se me ocurre nada que pueda excusar el modo en que me comporté anoche... Y lo que te hice.

Por el modo en el cual reaccionó Taehyung, por el modo en que sus lágrimas cayeron, sintió que le había causado un daño irreparable. Lo único que nunca quiso fue comportarse como uno de los cerdos que se le impusieron a Kim en el pasado. Por eso, se puso de rodillas, lentamente, a pocos metros del borde de la cama para rogar por su perdón.

— ¿Jungkook? — Taehyung se tensó.

— Taehyung... Lo siento mucho. — Se inclinó hacia abajo, hasta que su cabeza tocó el suelo, con ambas manos apoyadas a ambos lados.

— ¿Qué estás haciendo?— Taehyung se movió en la cama, hasta que clavó las rodillas en el colchón, inclinándose sobre el borde. — Eh, deja de hacer eso, por favor. — Jungkook le ignoró, permaneciendo postrado en el suelo. — Por favor, —volvió a decir. — Jungkook, me... — ¿Por qué su corazón se sentía tan estrujado? — Me gustaría verte la cara.

Pasó otro minuto, tal vez más, antes de que Jungkook levantara tentativamente la cabeza. Allí, cuando Taehyung lo miró a los ojos, ya no tuvo que enfrentarse a la neblina vacía y drogada de la noche anterior, que Jungkook había intentado en vano ocultar cegándolo. Ya no podía ver al Jungkook que lo había sujetado, que lo había arrastrado hasta la ventana y se lo había follado contra ella para que toda la ciudad lo viera.

No, este era el Jungkook que había corrido con él por la calle empapada por la lluvia, que le había besado en el minuto exacto en que cambió el año, el que le había regalado flores y le había llevado a patinar sobre hielo. Era el Jungkook que había ido a buscarlo a un callejón de mala muerte en mitad de la noche, lo había curado y le había prometido que lo mantendría a salvo. Este era el Jungkook que le había dicho: "Estaría devastado si murieras." Tal vez, ahora que Taehyung había recuperado a este Jungkook, entonces tal vez... ¿Esto era suficiente, para él? ¿Por ahora?

Taehyung se acercó, cerró su mano alrededor de una de las muñecas de Jungkook y tiró de él hacia arriba. Suavemente, a sabiendas, a pesar de su buen juicio, tiró de él hacia la cama. Tuvo que hacerlo varias veces antes de que Jungkook se uniera a él, vacilante. Suspirando, Kim se acurrucó contra él, apoyó la cabeza en su hombro y se tragó el nudo en la garganta.

— Esto, — susurró, luchando contra una punzada delatora en las comisuras de los ojos. — Esto era todo lo que quería.

Jungkook temblaba mientras volvía a disculparse. Su voz temblaba tanto como él, violenta, pero lamentablemente, como si necesitara cada gramo de fuerza que tenía para no llorar mientras abrazaba al detective. No pasaba nada, estaba bien, era lo que se decía Kim porque tuvo la oportunidad de conocer al doctor y ahora estaba a salvo.

Mientras escuchaba el sonido de la respiración de Jungkook y sentía los latidos de sus corazones desincronizados por la presión de sus pechos, supo que aún quedaban muchas preguntas por hacer y muchos hilos sin resolver. Pero... ¿Tenía prisa, de verdad? El peligro había pasado; Jungkook tenía la cabeza despejada y él mismo estaba... Bien. Esa era la palabra. Estaba bien.

Estaba mejor ahora, todavía exhausto, lo que era desconcertante, pero por lo demás, estaba bien. Las cosas estaban estables, por ahora. Había estado en peores situaciones antes. ¡Y había sobrevivido a mañanas mucho más peligrosas a lo largo de su vida! El equilibrio era algo bueno.

— Si hay algo más que pueda hacer, lo que sea... — La voz de Jungkook se quebró al final, antes de interrumpirse. — Dímelo, por favor. Quiero recuperarte.

Taehyung sabía lo que había querido decir con eso. Pero había un demonio en su cabeza que le susurraba palabras más ásperas de la noche anterior: "¿cuánto te paga Namjoon?" ¿Era realmente tan diferente la pregunta? Fue algo similar, algunas cosas no estaban del todo claras en su mente. De cualquier modo, Kim se reprendió mentalmente, cerrando los ojos y volviéndose a recordar a sí mismo que ahora se trataba de Jungkook, no de la droga ni de la ansiedad que le había llevado a consumirla en primer lugar. Únicamente Jungkook con su sistema limpio y eso hacía una gran diferencia.

— ¿Qué tal si dejamos de hablar, por ahora?

Si eso había sonado más duro de lo que pretendía, cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde para retractarse. Jungkook se calló de todos modos y esa fue otra buena señal, algo a lo que aferrarse.

Equilibrio.

Seguro, resonó en la mente de Taehyung, en algún lugar de ese miserable espacio entre la seguridad y la ilusión. Pero, de nuevo, había pasado por cosas peores, y estaba claro que lo peor ya había pasado. Así que... Bien.

Más tarde, mientras se repartían la comida del desayuno, recalentada dos veces e intentaban forzar algún atisbo de conversación, que permaneció con respiración asistida todo el tiempo, Taehyung se fijó en la oferta de vino de cortesía que había en la sala.

Eso en sí no le sorprendió; ya tenía la corazonada, tanto de la subasta como del primer barrido que habían hecho de la escena del crimen el pasado diciembre, de que a ese hotel en general no le importaba mucho imponer la Ley Seca a sus clientes mientras el precio fuera correcto. Desde luego, esto era prueba suficiente de esa teoría, que ahora sabía que podía marcar como "Confirmada" en la pared del crimen de su despacho.

Pero lo que despertó su interés fue ver dos botellas de vino, una un poco más grande que la otra, sobre la mesilla de noche, cerca de la ventana. Esperó a que Jungkook estuviera en el baño antes de llamar al piso de abajo.

— Pues sí, señor, — se alegró de informarle la recepcionista. — Cada reserva de nuestra suite en el ático incluye dos botellas de vino de cortesía. Es un incentivo por elegir nuestra mejor habitación.

— ¿Y cuándo empezó este incentivo? — Preguntó.

— ¡Desde que comenzó la Ley Seca, señor!

Taehyung le agradeció su tiempo y la tranquilizó prometiéndole que sería discreto, por supuesto. Los engranajes de su cabeza se agitaron a un ritmo frenético mientras colgaba. Solo habían encontrado trozos de una botella de vino al procesar la escena del crimen del señor Jo.

No obstante, en ese instante no sabía qué pensar de aquello. Cuando se quedó mirando la puerta del cuarto de baño, escuchando el sonido sordo del agua que corría desde el interior, se dio cuenta de que tampoco sabía qué debía hacer con eso. La vigilia trajo consigo una nueva claridad que empezaba a lamentar.

Jungkook había tenido la amabilidad de dejar todas sus cosas ordenadas en una pila sobre la mesita, donde Taehyung las encontró fácilmente: la cartera, las llaves, el recibo del alquiler del esmoquin en la tienda de Song Mingi y su pistola. Taehyung deslizó la pistola en su funda, se encogió de hombros y se metió el resto de los objetos en los bolsillos vacíos.

Y... ¿Ahora qué? Se quedó mirando la puerta principal de la suite, desde la que sabía que unos míseros diez pasos le llevarían al ascensor. Solo deseaba que fuera así de sencillo.

"Lo siento," así empezaba la primera nota que Taehyung redactó, en una hoja del fino bloc de papel que había en el escritorio del salón. Tachó las palabras una docena de veces, arrugó la hoja y la tiró a la papelera. Pedir disculpas por lo que estaba a punto de hacer seguía siendo su reacción instintiva, a pesar de todo lo que había ocurrido aquí. Sin embargo, pensar en ello le daba náuseas, y tal vez eso significara algo.

"Gracias por el desayuno." Aquel intento no fue a ninguna parte rápidamente, así que la siguiente página también acabó en la papelera.

¿Qué tenía que decir, en realidad? A fin de cuentas, tal vez daba igual; tal vez la única opción era escribir lo mínimo, la única verdad que sabía, y nada más. Al salir, Taehyung colocó la nota junto al lugar donde Jungkook había dejado sus gafas, encima de la cómoda del dormitorio, anclada por aquellos gemelos de oro que llevaban su nombre.

"Jungkook,

Ahora me voy. Espero que lo entiendas. Nos vemos el miércoles.

- Taehyung"

Taehyung llegó al edificio de la Agencia a las dos y cuarto de la tarde. Nada más cruzar el umbral, tuvo que soportar los gritos de una furiosa Cho Miyeon, que llevaba ya no se sabe cuánto tiempo en la puerta principal.

— La reunión fue idea tuya. ¿Te acuerdas? — Golpeó el suelo con el pie. Si hubiera tenido la más mínima resaca, Taehyung estaba seguro de que aquel sonido habría sido una tortura para sus oídos. — ¡Estaba allí, a medianoche, de pie, como una idiota, sola en medio de la Plaza Central!

— Lo siento mucho.— Hizo una mueca. —Eso fue imperdonable.

—¡Tienes toda la razón! Lo último que vi de ti fue cuando te dirigías a la cocina, ¡pensé que podrían haberte matado allí!

Cierto. En realidad nunca había ido a la cocina, aunque recordaba que había tenido la intención de ir. ¿Por qué había querido ir allí? Dios, odiaba esto - todavía había demasiadas lagunas en su cabeza. Con suerte, todo volvería a él más tarde.

— Me alegro de que estés bien.

— Por supuesto que lo estoy, ¿por qué no iba a estarlo? — Ella resopló. — ¿Y qué te ha pasado? ¿Cuánto tiempo te quedaste en el salón de baile después de la medianoche?

Bueno, no se había quedado allí y se lo dijo, aunque con muchos de los detalles oscurecidos. A ella no parecían importarle; la razón por la que había preguntado era porque había esperado unos quince minutos en la plaza, antes de volver al hotel a buscarlo. Pero al llegar allí solo encontró el salón de baile vacío, despejado y oscuro, casi como si la subasta nunca hubiera tenido lugar.

— ¿En serio? — Taehyung frunció el ceño. — Eso no suena sospechoso en absoluto.

— Claramente. — Había entendido su sarcasmo. — ¿Por qué habrían tenido tanta prisa en limpiar?

— Probablemente, valga la pena volver al hotel para preguntar. — Tenía que preguntar también por la segunda botella de vino que había desaparecido de la habitación de Jo. — ¿Qué más has averiguado?

— Veamos...— Llevaron el resto de la conversación escaleras arriba, hasta el despacho de Taehyung, donde ya esperaban Yoongi y Kang Yeosang. — Un par de clientes mayores y borrachos con labios más sueltos y ojos errantes me dijeron al principio de la noche que se suponía que iba a venir Jeong Yunho. Pero hacia el final, cuando volví a preguntarles, me dijeron que no le habían visto por ninguna parte.

— ¿Estaban posiblemente más borrachos cuando les preguntaste la segunda vez? — Indagó Yeosang.

— Oh, claro que lo estaban — dijo ella riendo. — Pero no creo que estuvieran tan borrachos como para saber de qué estaban hablando. En cualquier caso, la historia de la Cabeza de Dragón era la misma: en la lista de invitados, pero sin avistamientos confirmados de primera mano.

— ¿De verdad crees que la Cabeza de Dragón vendría a una puta fiesta de bon voyage? — Se burló Yoongi, ya ocupado escribiendo sobre varias notas en la pared del crimen.

Kim se encogió de hombros. — Eso dependería de lo alta que esté en la jerarquía Son Chaeyoung...

Miyeon se había enterado de algunas otras cosas al escuchar conversaciones al azar aquella noche: mientras que las bebidas y los camareros habían sido proporcionados por el Paraguas de Seda, al parecer la comida y el personal de cocina habían procedido todos del Dragón Dorado que, al igual que su homólogo, también había optado por cerrar sus puertas durante ese único día. Taehyung recordaba haber visto carteles de ambos establecimientos en el hotel, la primera vez que volvió para intentar localizar al conserje que había trabajado en el turno de noche cuando Jo fue asesinado. ¿Estaban los tres establecimientos relacionados de algún modo? Yoongi añadió obedientemente más notas y garabatos a la pared del crimen para dar cabida a esta nueva teoría.

Taehyung, por su parte, pudo ofrecer el conocimiento de que su teoría de trabajo de que el Paraguas de Seda ofrecía drogas a la venta estaba prácticamente confirmada a estas alturas. Cuando Miyeon le preguntó de dónde había sacado esa confirmación, Kim le dijo que de "un cliente que asistió a la subasta", y lo dejó así. No era mentira, no hacía falta mencionar a Jungkook en su investigación.

Además, informó sobre la presencia de toda la familia Jung y algunos otros agentes de La Cosa Nostra en la subasta. Esta revelación generó una variedad de reacciones entre los presentes. Después de extensas discusiones y especulaciones, al final, nadie pudo formar una conclusión definitiva. La teoría que se planteó, sugiriendo posibles infiltrados de la mafia en la Tríada, quedó registrada como un garabato "frustrado" en el centro del muro de investigación, con letras enormes, reconocidas como la expresión de Yoongi.

Una vez agotados los temas a discutir y con Yoongi finalmente liberado para incorporarse al grupo, se concedió un breve momento para contemplar el conjunto de su trabajo. A pesar de ello, la reunión culminó con más incógnitas y teorías inconclusas que respuestas definitivas.

Taehyung trató de recordar si se le había olvidado algo más, algo que pudiera haber sido útil. Pero no pudo; se dio cuenta de que tenía la cabeza demasiado llena de otras cosas, pensamientos de su piel desnuda contra el frío cristal, recuerdos de Jungkook llamándole "lindo", llamándole "mío"...

Mierda. Quizá aún no lo había superado del todo.

— Me voy pronto, — dijo bruscamente. — Hay demasiadas cosas ahora mismo... Vamos a consultarlo con la almohada, quizá mañana podamos pensar por dónde empezar.

— Mañana será sábado, — expresó Yoongi con tono inexpresivo.

— Oh.

— ¿Todavía tienes resaca? — se burló Yeosang.

— Algo así, — mintió Taehyung, forzando una carcajada. — Pues entonces mejor, tomemos todo el fin de semana para reagruparnos y organizarnos.

O podrían, al menos. Mientras Taehyung se colocaba el abrigo y se preparaba para salir, ya se había resignado a la idea de estar aquí mañana a las ocho en punto. Los fines de semana tranquilos eran los mejores para pensar sin interrupciones, y él necesitaba aprovechar al máximo ese tiempo.

Al salir, su mirada se cruzó por casualidad con la puerta de Namjoon, ligeramente entreabierta, al otro lado del pasillo. Desearía no haberlo hecho; había un dicho acerca de que la ignorancia es perdonable, pero solo si no es voluntaria.

Después de un breve debate consigo mismo sobre si prefería tener esta conversación ahora o esperar hasta el lunes, Taehyung admitió que posponerla solo significaría un pensamiento más que nublaría innecesariamente su cabeza mañana. Así que decidió acercarse y llamar a la puerta.

— Adelante.

Taehyung cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella. No se movió hacia la silla vacía que, aunque acogedora, habría estado demasiado cerca del escritorio de Namjoon para su gusto.

— Siento... — empezó, — haber dejado caer la pelota al final de la noche. — Kim Namjoon al comienzo no lo observó, se limitó a asentir.

— No pasa nada, — dijo bruscamente. — Min me lo dijo.

— Min te dijo... ¿Qué, exactamente?

— Que te encontraste con una compañía inesperada, incapaz de salir del hotel sin peligro. Y que te quedaste con ella a pasar la noche.

El menor analizó todas aquellas palabras en su cabeza, tratando de descubrir si entre ellas se ocultaba algo no dicho que se suponía debía captar. No parecía haber nada.

— Oh.

— Una llamada telefónica informándome de tu situación habría estado bien. — Namjoon frunció el ceño. — ¿No sería eso la mínima cortesía?

— Lo siento, — repitió. — No había excusa para ello. No volverá a ocurrir.

Namjoon le miró con los ojos entrecerrados.

Tras una eternidad en la que Taehyung se preguntó si debía estar esperando algo, el mayor lanzó un suspiro. Cuando se reclinó en la silla, las sombras de su rostro, que se mezclaban con la luz del día de la ventana y el resplandor más intenso de la lámpara de su escritorio, cambiaron. Algo pareció cambiar en el mapa de líneas de su piel y, de repente, parecía una década mayor de lo que realmente era.

— ¿Es demasiado?

— ¿Qué?

— Este caso. El asesinato de Jo... —  Los dedos ociosos de Namjoon encontraron y juguetearon con el cigarro encendido y a medio fumar que había estado descansando en el borde del cenicero en la esquina de su escritorio. — No pensé mucho en ello cuando te lo asigné. Preguntaron por ti y en aquel momento estaba seguro de que sería un caso fácil. Medio día, un día, quizá dos como mucho.

— Lo sé.

— Pero ahora se ha convertido en este monstruo, y... ¿Qué demonios está pasando ahora? Estamos viendo sindicatos del crimen. Meses de trabajo. Sin un final a la vista.

— Estamos trabajando tan rápido como podemos. Ahora, si no estás contento con mi trabajo...

— Eso no es lo que quise decir.

— Entonces, ¿qué querías decir?

— Me preocupa que este caso pueda estar pasándote factura. — El mayor de los Kim le miró a los ojos. — ¿Prometes decírmelo si es demasiado, Tae?

Aquella palabra fue como si le sacara el aire de un puñetazo. ¿Por qué, por qué, por qué siempre tenía ese efecto? En el pasado creyó que era por sentirse raro de que un matrimonio lo llamara así, como su hijo. Después de todo, Namjoon era apenas diez años mayor que él, casado con una mujer que casi podría ser la madre de ambos. Sin embargo, desde que comenzó sus sesiones con Jungkook, pudo pensar un poco más en retrospectiva y saber que esa incomodidad venía a raíz de su propia madre, quien fue la única que solía llamarlo así hasta que fue a vivir con ellos. Tal vez por ese recuerdo se permitió revolcarse en esa sensación durante medio segundo, antes de esbozar su mejor sonrisa asesina.

— No tienes que preocuparte por mí, — espetó con suavidad. — Las he pasado peores. Ya lo sabes.

Namjoon volvió a suspirar. —Supongo.

Hubo silencio durante algunos segundos en el cual Taehyung pudo ver vagamente algunos documentos sobre el escritorio de Namjoon, notando que eran facturas de hospital. Su pecho se apretujó por un instante, la simple idea de que Namjoon estuviese enfermo le asentaba peor de lo que alguna vez esperó.

— ¿Estás bien? — Namjoon elevó su mirada, encontrándose con el objetivo de la mirada del menor. — ¿Estás enfermo?

— N-No, no estoy enfermo, me encuentro muy bien de salud. — Taehyung suspiró tan aliviado que Namjoon pudo percatarse de esto, sabía que el contrario sentía más de lo que decía.

— ¿Puedo preguntar de quién son esas facturas, de tu esposa? — El mayor una vez más negó y Taehyung no pudo evitar fruncir su ceño, intentando leer con mayor precisión lo que decían las facturas. Vio una J y Park en el nombre. — ¿J. Park?

— P-Park Jimin, sí.

— ¿Por qué te estás tú haciendo cargo de la factura de Jimin? Todo esto pasó por mi causa, porque yo lo inmiscuí en todo este asunto. Si la agencia tiene que hacerse cargo, debería pagarlo yo. Es más, me ofrecí, pero me dijeron que ya estaba pago y...

— Kim... — Taehyung lo observó, recordando inhalar profundamente. — Más despacio... — El menor relamió sus labios, notando lo mucho que continuaba afectándole lo ocurrido con Jimin. — La agencia no tenía que correr con los gastos y tampoco tú, no fue culpa tuya. Jimin es un policía que también está envuelto en este caso y todos sabemos lo peligroso que esta línea de trabajo. He pagado sus facturas hospitalarias porque...

¿Porque Jimin era su amante? ¿Porque era la persona a la que verdaderamente amaba? No podía decirle eso a Taehyung, después de todo, para la sociedad, él era un hombre casado. Si Jimin hubiese sido mujer, estaba seguro de que no tendría problema, todavía estaba bien visto, podría incluso haber tenido una familia paralela sin mucho inconveniente, pero no era así. Eran dos hombres. Hubo progreso en la sociedad desde que sus padres casi lo mataron cuando lo vieron con un chico y después lo corrieron de casa, cuando por protección, temiendo ser enviado a la cárcel y tal vez matado, él buscó casarse con una mujer por interés. Le interesaba seguir viviendo y también adquirir un poco de libertad. Gracias a eso, sus padres limpiaron su nombre, le permitieron casarse y su vida cogió un mejor rumbo.

No podía decirle a su mejor agente y el hombre que él acogió casi como si fuese un hijo o hermano menor, que todas esas veces en los que se obligó a estar con otras mujeres en burdeles, fue un intento estúpido por buscar un gusto inexistente. Que su mujer nunca lo hubiese excitado o gustado, no era cuestión de la diferencia de edad o del aspecto físico de ella. Probó e intentó todo tipo de mujeres: por edad, etnia, cuerpo e incluso por estatus social. Nada funcionó.

No podía decirle a Taehyung que su vida se sintió sin rumbo y vacía hasta que ya de adulto, cuando se había dado por vencido, conoció a Jimin. Quiso darle todo, su cuerpo, su estatus, incluso su apellido, pero no estaba permitido. Ni ellos como policía y detective podría salirse con la suya con algo como esto. Podrían librarse hasta de un asesinato, pero no por amarse mutuamente.

— Porque fui el primero que estuvo allí, consciente y dispuesto. Tú no estabas bien, él no tiene a nadie más, así que... — Suspiró, recogiendo las facturas para guardarlas en una de las gavetas del escritorio. — No te preocupes por eso.

— Está bien... — Comentó todavía un poco confuso, pudo ver como el mayor tardó algunas fracciones de segundo de más antes de responderle. La forma en que desvió su vista y todo su cuerpo le decía que eso era una verdad a medias.

— Por favor, prométeme que me avisarás si todo te resulta demasiado. — Taehyung rodó los ojos, pero después de un tiempo, asintió.

— ¿Eso es todo?

Al parecer sí, porque Namjoon le dejó marchar sin mucho más alboroto. Si eso significaba que el detective mayor realmente le creía o que simplemente no le importaba lo suficiente como para oponer resistencia no lo sabía con exactitud, pero Taehyung suponía que eso no importaba demasiado. Fines, medios y una palabra intermedia, ¿no?

Así que, al final, lo consideró una victoria. Pero antes de que pudiera someterse al caos del resto de la ciudad, que se agolpaba en el centro un viernes por la noche, encontró su camino bloqueado por Yoongi parado al pie de las escaleras frente a la puerta.

— Ahí estás. — Min miró su reloj y emitió un sonido de desaprobación. — Pensé que estarías tan senil como para olvidar cómo salir de este edificio.

— Qué curioso. — Taehyung miró a su alrededor. — ¿Esperando a alguien?

— A ti, en realidad. Dijiste que te ibas pronto. Así que te acompaño a casa.

De todas las cosas ridículas que había oído en los últimos dos días, esta todavía estaba cerca de la cima. — Eso no es necesario, Yoon.

— ¡No, lo que no es necesario es que tenga que cubrirte el culo para que Namoon no sepa la verdadera razón por la que te perdiste la reunión de la Plaza!

— No tenías que mentir por mí.

— Sí, bueno, ya pasó. Lo menos que puedes hacer es dejar que me asegure de que vuelves con tu perro sin que te secuestren o te envenenen o cualquier tontería que pueda ocurrir por el camino. — Yoongi se metió las manos en los bolsillos. — Si quieres, puedes invitarme a cenar.

Eso, al menos, Kim podía soportarlo. — Con mucho gusto.

Min no perdió tiempo en largarse de allí, optando por caminar hacia el sur por la avenida mientras Taehyung le seguía de cerca, observándole.

Había algo tan despreocupado en su forma de caminar, un pavoneo despreocupado en su andar que le decía al mundo que le importaba un bledo lo que pensaran de él, pero también que se tiraría al suelo sin pestañear si alguien lo miraba mal. Era una visión refrescante, aunque la diversión que Kim sacaba de ello debía atemperarse con un poco de preocupación. Parecía que Yoongi era tan joven. Demasiado joven para preocuparse demasiado, demasiado joven para saber más, para haber experimentado lo suficiente.

En otro tiempo, por supuesto, él había caminado por esas mismas calles, exactamente de la misma manera, con esos mismos pensamientos tontos nadando en su cabeza.

— ¿Te trata bien? — Cuando le lanzó una mirada interrogante, Yoongi se limitó a poner los ojos en blanco. — Tu médico, idiota. ¿Él... tú... eres feliz?

Se detuvieron ante un semáforo en rojo al final de la manzana. El menor escrutó atentamente el rostro de Taehyung, ni siquiera se molestó en fingir que no lo hacía. Demasiado joven, era lo que se repetía Kim en la cabeza.

—Es bueno conmigo... La mayor parte del tiempo. Más o menos.

Taehyung se tragó una frase que habría empezado con "Excepto cuando..." , y otra más que habría seguido el oscuro y complicado camino de "Pero yo..." Había todo un lío de sentimientos y consecuencias que desenredar de aquello, y el menor no necesitaba cargar con nada de eso.

— Todavía no estoy muy seguro de si él es bueno para mí, teniendo en cuenta todo lo que está pasando. O si yo soy bueno para él.

— ¿Pero? — Presionó.

— Pero él es mejor que un trago fuerte al final del día. — Taehyung suspiró. Dios, esto empezaba a parecerse menos a una conversación y más a una confesión. — Me mantiene anclado a algo que no está cubierto de balas o sangre. No es perfecto y tiene sus propios problemas. Después de todo, supongo que prefiero tenerlo en mi vida, que no tenerlo.

La luz cambió. El mar de gente que había estado esperándola empezó a moverse, y la corriente de cuerpos se inclinó y giró a su alrededor.

— ¿Y bien? ¿Eso te satisfizo? — Preguntó, intentando romper el silencio con una risita.

— Por ahora. — Yoongi apretó la mandíbula y empezó a cruzar la calle a paso ligero. — Por cierto, mi oferta sigue en pie, — dijo en voz alta. — Sé dónde encontrarlo. Simplemente tienes que decirlo, le arrancaré las patas con una sierra. Tú solo avísame.

— Me parece justo. — Taehyung no pudo evitar carcajearse. — Gracias.

Un par de manzanas más abajo, Taehyung los dirigió hacia un agujero en la pared que les dejaría la ropa oliendo a humo de carbón y servía la pizza más caliente y grasienta de la zona. Min olvidó sus amenazas de violencia durante el resto de la noche.

+++

— ¿Qué haces aquí? — Jimin se comenzaba a incorporar en la cama después de que la enfermera llevara su comida. Sin embargo, la llegada del dueño de la Agencia de Detectives Kim, le hizo querer incorporarse más rápida, soltando una queja.

— Despacio. — Musitó Namjoon casi corriendo hacia él de manera torpe, chocando con la mesa que sostenía la bandeja de la comida. — Yo te ayudo. — Agregó ayudando a Jimin a sentarse, acariciando brevemente su cabello. — Pensé que no me daría tiempo llegar para la hora de la comida.

— No soy un niño, puedo comer solo. — Su frase fue ignorada por el mayor que se sentó a su lado, tomando la cuchara y el arroz para comenzar a alimentarlo. — Creí que estarías hoy con tu mujer.

— ¿Tenemos que hablar de ella? — Jimin negó, pero la interrogativa seguía dibujada en su rostro. — Te extrañaba, no puedo estar en mi casa tranquilo cuando sé que estás aquí solo.

— Tengo buen personal médico y tengo seguridad extra. — Mencionó como si aquello hiciera que Namjoon cambiase de opinión. — Pero gracias por venir a verme.

— Mastica más y habla menos. — Jimin hizo una mueca inconforme, pero al final comenzó a comer y el mayor sonrió ante esto. — He estado pensando que por tu seguridad, lo mejor será que no regreses a tu apartamento una vez que te den el alta.

— ¿A dónde se supone que iré, a tu casa, junto a tu esposa? — Namjoon se detuvo a medio camino hacia su boca, sosteniendo la cuchara con mayor fuerza, antes de acercarla finalmente para que Jimin comiera. — No creo que...

— No hables con la boca llena. — Musitó y luego calló durante varios segundos mientras el menor masticaba su comida. — Es obvio que no puedo llevarte a casa con ella. No obstante, he comprado un nuevo departamento del cual nadie conoce su existencia, no te irán a buscar allí y, si eres inteligente, despistarás a todos una vez que empieces a salir. Es tuyo.

— ¿Mío? — Namjoon asintió y Jimin no supo qué decir por un momento. — Querrás decir nuestro, ¿verdad?

— Lo compré para ti, pero si deseas invitarme, estaré feliz de poder compartir ese lugar contigo.

— Entonces está decidido, es nuestro. — Namjoon asintió con una sonrisa, viendo al menor hacer un gesto con sus dedos. — ¿Hay alguien por los alrededores? — Una vez que el mayor negó, fue él quien sonrió. — Entonces quiero un beso.

— Jimin... — Intentó rebatir sus deseos, pero a quién engañaba, él también extrañaba la unión de sus labios. — ¿Solamente uno? — Park asintió con una sonrisa y, segundos más tardes, sus labios se unieron en un beso fugaz. — Te amo. — Musitó entrelazando sus manos. — Sé que muchas veces has dudado de ello porque a día de hoy sigo junto a mi esposa, que quieres una pareja totalmente libre. Sin embargo, mi libertad depende justamente de ese matrimonio, esa es nuestra mayor seguridad y coartada frente a la sociedad.

— Lo sé. — Había intentado alejarse de esa peligrosa selva muchas veces, pero de algún modo, regresaba siempre ahí. Cada vez que creía poder terminar todo con él y fijarse en alguien más, todo se derrumbaba como un castillo de arena.

Tuvo sexo con otras personas, pasó extensos períodos en soledad, fue a citas, incluso pensó en conquistar a alguien muy diferente de Namjoon, que al menos le atrajese físicamente, y un poco más allá. Incluso puso los ojos en Yoongi, pero la sombra de Namjoon siempre estaba ahí y, por alguna razón, el mayor también tenía el poder de convertir esa sombra en luz.

— Lo sé... — Reiteró apretando sus manos. — Yo también te amo. — Namjoon sonrió, volviéndole a acercar la cuchara a la boca.

— Ahora come.

— Eres peor que los doctores.

— Ellos no tendrán que lidiar contigo una vez que salgas de aquí, pero yo sí y te necesito fuerte, saludable. Así que vamos, a comer.

+++

El lunes siguiente, todos los trenes se detuvieron. Un suicida, según lo que supo Taehyung por los gruñidos de la multitud que le rodeaba, algún estresado empresario que solía trabajar en la bolsa de valores había perdido todo su dinero y el de su empresa.

Mientras recorría el resto del trayecto, cometió el error de mantener accidentalmente el contacto visual con uno de los policías que custodiaban el cordón, y el error aún mayor de observar a la multitud de viajeros que abandonaban a pie la estación donde había ocurrido. Al parecer, el suicidio sólo despertaba simpatía hasta que molestaba a alguien más.

Cuando llegó a la oficina, el sol ya había subido demasiado en el cielo para su gusto. Pero había algo, o más bien alguien que había llegado antes: cierto intrépido reportero, mascando un cigarrillo apagado, sentado en la escalinata del edificio de la Agencia de Detectives Kim. El tercer error de Taehyung fue no darse la vuelta antes de que Sam le descubriera.

— Detective, a medida que obtengo más información sobre su vida, me sorprende cómo logra mantenerse con vida, — comentó el reportero San. — Es una vida infernal tener que codearse no solo con una, sino con dos facciones criminales al mismo tiempo. Cabe destacar que ambas son las que tienen el control de toda la ciudad.

— Buenos días, San. Como siempre, no tengo ni idea de lo que estás hablando.

— ¿Haciéndote el tonto tan temprano en la semana? Está bien, lo dejaré pasar por ahora, ya que estoy de un humor tan generoso.

— Vaya. Escuchar esas palabras de ti me asusta un poco, para ser honesto. — Kim se movió para rodearlo. —Pero lo acepto. Que te vaya bien.

Sin embargo, Choi San era más joven, más rápido y, lo más importante, más insoportable. En el último segundo, se levantó y se puso justo delante de él, bloqueando su acceso a la puerta.

— ¿Me estás tomando el pelo?

— Vamos, son... ¿Qué son, las siete y media? ¿Las ocho? Estoy seguro de que tu jornada laboral aún no ha empezado.

— Son las nueve y media.

— ¿De verdad? Joder. Bueno, eso sólo demuestra cuánto tiempo he estado esperando aquí. — Echó la cabeza hacia atrás y se rió. —El tiempo es una criatura extraña, voluble y malhumorada, ¿no te parece? Sobre todo en una ciudad que nunca duerme.

— Ya voy con retraso. — Suspiró. —Y no te ofendas, pero perder el tiempo contigo aquí me da menos tiempo para sacar a un asesino de las calles.

— Por suerte para ti, no estoy aquí para eso.

Taehyung frunció el ceño. Aquello era una sorpresa. ¿Acaso su identidad como investigador principal del caso Jo no era lo único que le importaba a la ciudad? Tanto si querían ayudarle como si querían meterle prisa o detenerle vivo o muerto, nadie parecía querer saber nada más de él, a menos que fuera por el asesinato de Jo.

— ¿Ya has olvidado nuestra última conversación? — San se rio. — Bueno, déjame refrescarte la memoria: ¿qué mes es ahora?

El tiempo era realmente una criatura extraña, voluble y malhumorada, tal cual le había acabado de decir ese sujeto y se daba cuenta una vez más de eso ahora que se detenía a pensar en ello.

— Marzo... — Apenas acababa de pronunciar la palabra cuando se dio cuenta de a dónde quería llegar. — No.

— Sí. ¡Ya estamos otra vez en esa época del año! — Anunció con una cantidad inquietante de alegría. — Pero esta vez, estoy planeando hacer una gran pieza de 'Tres años después': Reportaje dominical, doble página, toda la gloria y el drama... En la medida en que sea de buen gusto, claro.

— No puedes hablar en serio.

— Me temo que muy en serio. En un par de semanas será el tercer aniversario del incidente de la calle Chambers. Me encantaría tener algo que enseñar a mi editor antes de esa fecha, ya me entiendes.

Eso era absolutamente lo último en lo que quería pensar ahora mismo. Ya era bastante malo haber tenido que ver la cara del Don hacía solo unos días; ahora estaba ahí, enfrentándose a otro sonriente y colmilludo recordatorio del universo, para que no se le ocurriera olvidarse de aquel día ni por un maldito minuto. El día en que su vida dio el mayor de los giros, uno de sus puntos de inflexión según sus sesiones con Jungkook. La partida de su madre fue el primero, ese, el segundo, el día de la partida de Kim Seokjin.

— No sé cuántas veces necesitas que te lo diga, pero todo lo que hay que saber sobre ese incidente está en los informes oficiales.

— Y como ya te dije, nunca me convencieron esos supuestos 'informes'. Demasiadas cosas no cuadraban. ¿Una destilería "secreta" en un edificio de apartamentos cuyos propietarios fueron lo bastante listos como para pasar desapercibidos durante años, pero lo bastante tontos como para no hacer sus propias comprobaciones de seguridad? — Se burló. — Y luego estaba esa mierda de un "ejercicio de entrenamiento", que se suponía que era la razón por la que todos esos policías estaban allí ese día. Un ejercicio de entrenamiento, ¿en serio? ¿En la calle Chambers?

Taehyung encontró un lado positivo en esa conversación. Aunque escaso y frágil, no compensaba la repugnancia y la horrible realidad que la rodeaba. Sin embargo, estaba presente, y le proporcionó una renovada seguridad de que, por más que maldecía al hombre y al suelo corrompido bajo sus pies, el Don realmente había cumplido su palabra.

— Pero tú sabes lo que ocurrió realmente aquel día. — San se acercó un poco más. — ¿No es así?

— Estás haciendo preguntas peligrosas, — le advirtió, casi en un susurro.

— ¿Crees que no lo sé? Por favor, estás hablando con el hombre que sigue a los Jung. Me enfrento a ese peligro todos los malditos días. — El reportero se rio, prácticamente en su cara. — La verdad vale la pena, detective. Si usted y yo no le damos la importancia requerida, ¿en qué nos hemos convertido?

Eso fue un error. Sus ojos se desviaron hacia la gente sin nombre ni rostro que había en la acera, meras sombras en su visión periférica. Tenía que cortar esto de raíz, no únicamente por su bien, sino también por el de San.

— Lo siento. — Kim lo empujó, lo suficiente para obligarlo a apartarse. — Realmente no tengo nada más que decir.

San no lo detuvo, lo cual fue un pequeño milagro. No obstante, antes de que la puerta principal se cerrara de golpe, corrió de atrás de él y metió el pie en la abertura, gritando con voz demasiado alegre que estaba deseando encontrarse con él por ahí un día de esos.

— No hay dónde esconderse en esta ciudad, detective. Vayas donde vayas, siempre estaré vigilando.

+++

La opulenta mansión de Jungkook estaba sumida en un silencio casi tangible, roto ocasionalmente por el crujir de sus pasos firmes que resonaban en los pasillos. La inquietud y la culpa pesaban en sus hombros, tejiendo una sombra sobre su semblante. Las persianas cerradas dejaban entrar solo destellos de luz, creando un ambiente sombrío que reflejaba su estado de ánimo.

Después de una noche insomne, Jungkook se levantó de su cama con gestos meticulosos. El lujo de su mansión no hacía más que enfatizar la soledad que lo envolvía. Optó por sumergirse en un baño de tina, donde el agua caliente intentaba aliviar la tensión acumulada. Entre el vapor, se permitió el lujo de encender un cigarro, dejando que las espirales de humo se dispersaran en la habitación.

Todavía mojada después del baño, se paró frente al espejo en su completa desnudez, recordando una vez más lo ocurrido en la suite. Una vez vestido con impecable elegancia, se encaminó hacia su despacho. Cada paso resonaba con una determinación forzada, como si tratara de dejar atrás la sombra de los eventos recientes. Al llegar a la puerta de su despacho, se detuvo un instante, inhaló profundamente y giró la perilla.

El despacho, normalmente un refugio de poder y decisión, se revelaba como un rincón que compartía la opresión del resto de la mansión. Jungkook se dejó caer en su silla, mirando fijamente el escritorio como si pudiera encontrar respuestas entre los documentos dispersos. El silencio se rompía ocasionalmente con la exhalación de humo de su cigarrillo.

En la penumbra de ese mismo lujoso despacho, se encontró sentado más tiempo de lo esperado sin poder concentrarse correctamente en todo lo que tenía que hacer. La habitación estaba envuelta en un silencio casi palpable, roto únicamente por el sutil crujir de la madera bajo la presión de sus dedos. Esto cambió cuando en su puerta se escuchó unos golpes y luego, un hombre entró con un papel en mano. Con una expresión imperturbable, recibió la nota entre sus manos, sus ojos recorrieron cada palabra con la gravedad de quien descifra un mensaje cifrado.

Después de asimilar la información, Jungkook se puso de pie y, sin pronunciar palabra, caminó hacia la chimenea. Tomó un encendedor de la repisa, encendió la nota y dejó que las llamas consumieran rápidamente el papel. El humo ascendió en espirales, disipándose en la sala. Su asistente, a la espera en la penumbra, recibió la mirada intensa de Jungkook.

— Vigila al reportero San, — ordenó con voz firme, transmitiendo la gravedad de sus palabras. La amenaza implícita se dejó sentir en el aire denso de la habitación. — Parece que está volviendo a merodear a Taehyung. Quiero estar informado en todo momento, añadió, sus ojos destilando determinación. — Y como siempre, procura que nadie te vea, encárgale el seguimiento a alguien más. Principalmente Taehyung, si él te ve, el juego se acaba.

— Sí señor.

¡Feliz año nuevo! Pensar que esta historia comenzó justo en la navidad de 1928, en esta historia, el Taekook pasó el fin de año de ese año juntos, y ese fue el comienzo del fin... Al menos según las palabras del detective Kim. Espero que hayan tenido unas felices fiesta, aquí regreso con un capítulo de más de 10k de palabras.

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