Capítulo 4

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26 de diciembre de 1928

Siento como si hubiera cometido un terrible, terrible error.

¿Quién lo hubiera adivinado? Con seis millones de personas viviendo en esta ciudad, a veces te vuelves descuidado, y no es difícil confundir ese número con el infinito. Te encuentras con alguien en el mercado, lo ayudas a recoger las cosas que se le han caído y le deseas lo mejor, nunca vuelves a hablar con él. Terminas un negocio para un cliente que realmente nunca llegaste a conocer, te dicen 'Mantengámonos en contacto', pero nunca lo hacen, por lo que nunca más vuelves a saber de él. Te miras a los ojos con un extraño en la plataforma opuesta del metro, llega el tren y nunca los vuelves a ver.

Besas al hombre más hermoso del mundo en un bar clandestino al azar una noche común, estás borracho y eres estúpido, nunca supiste su nombre. Eres lento, dudas, tienes miedo. Lo dejas ir y lo pierdes para siempre.

Realmente pensé que ese sería el final de nuestra historia. Pero ahí estaba él, ahí estaba yo y era como si el Universo dijera: ¿Y ahora qué? Esto es lo todo que es y será. ¿Entonces, qué vas a hacer?


— ¿Doctor Jeon? ¿Es usted...? — El resto de esa pregunta languideció y murió antes de que Taehyung pudiera ponerla en palabras.

El Dr. Jeon se quedó congelado en su sitio casi en igualdad de condiciones. La expresión de su rostro no era tanto la de un ciervo atrapado por los faros, sino más cercana a la de uno que de repente había cruzado los ojos con un depredador: Taehyung había visto esa expresión de lucha o huye innumerables veces antes, diablos, juraría que ahora la veía en el doctor. Probablemente, también la había tenido él mismo unas cuantas veces en su vida. Era una lástima para el pelinegro, que las ventanas tuvieran barrotes en el exterior y que el paciente estuviese bloqueando la única entrada.

— Eres tú, ¿no? ¿Magic shop, hace dos noches atrás? — El detective presionó mientras se acercaba.

Ignorando el traje nuevo que tenía puesto y esos anteojos que de alguna manera lo hacían lucir aún más delicado, reconoció la forma de los ojos del hombre, la curva de su garganta mientras tragaba, la misma precisión en la forma en que se había arreglado ese molestamente perfecto cabello.

— Eres tú. ¡Santo infierno! — Recomponiéndose, el Doctor Jeon se aclaró la garganta.

— Voy a pedirle que por favor retroceda y tome asiento, señor... Detective, eso es, detective...

— Kim, o mejor, Taehyung. — Sacudió la cabeza, el peligrís había cambiado de opinión con respecto a su forma de presentación. — Llámame Taehyung.

— Si insiste, Taehyung. Por favor toma asiento. — El doctor hizo un gesto hacia una de las sillas frente a su escritorio, habiéndose recuperado de su conmoción anterior. Su expresión era ahora completamente profesional, pero estuvo algo comprometida por una ligera capa de rosa en sus mejillas. Se aclaró la garganta de nuevo. — ¿Confío en que sepas por qué estás aquí?

— Creo que sí. El universo finalmente decidió sonreír en mi dirección por una vez y me trajo de regreso a ti cuando pensé que te había perdido para siempre. — El rostro contrario parecía estoico, pero una ligera mueca apareció en sus labios. — En serio. Sin más me dejaste allí, varado en el frío repentinamente... ¡Ni siquiera me diste tu nombre!

— Taehyung, por favor.

En su mente, el detective repasó lo que recordaba de esa noche, prácticamente todo, ya que en realidad no había estado tan borracho. El sabor de la naranja y del cigarrillo encendido a la fuerza en su boca; un aliento caliente rompiendo sobre su piel, labios que provocaban, pero no llegaban a hacer ninguna promesa real.

— Nunca pensaste decírmelo, ¿cierto?

El Dr. Jeon se hundió pesadamente en su silla, cruzando las manos sobre el escritorio, de la misma manera que Taehyung lo había visto hacer en el bar. Sin embargo, ahora sus manos estaban tensas, sus nudillos pálidos y sus dedos amenazando con dejar marcas en el dorso de sus manos. Parecía como si hubiera estado reconsiderando los barrotes de la ventana.

— Está bien. No te estoy juzgando ni nada por el estilo. — Taehyung se rio. — Dios sabe que soy la última persona en esta ciudad que podría juzgar a alguien.

— ¿Te preocupa mi conducta anterior en ese establecimiento? Es decir, con respecto a mi competencia como profesional médico y como alguien que puede ayudarte.

— ¿Qué? — El peligrís lo miraba boquiabierto. — ¿Quieres que... quieres que continuemos con esto?

— Si no tienes reservas al respecto, entonces por supuesto.— Levantó los hombros, apenas, pero fue suficiente para que el contrario aprendiera que incluso un encogimiento de hombros podía verse tan elegante. — Aunque técnicamente estoy siendo contratado por el señor Kim Namjoon, sería negligente si no considerara la posibilidad de que nuestro anterior encuentro, podría haber influido en tu percepción de mí. Me complacería remitirlo al Dr. Choi Jongho si no te sientes cómodo recibiendo mi tratamiento.

Por encima de su chaqueta, el detective sostenía los codos. Ni siquiera se dio cuenta de que había tenido los brazos cruzados sobre el pecho hasta ahora.

— La comodidad no tiene nada que ver con eso, — murmuró — pero es un poco incómodo, ¿no?

— ¿Por qué? No tiene por qué serlo.

Tal vez porque la experiencia compartida entre ellos había convertido al doctor en una fruta prohibida que despertaba sus deseos más instintivos. Todo era una tentación impetuosa y la única salida que veía para superarla, era ceder y entregarse por completo a la misma. Resistirse a ella estaba logrando que su interior se enfermara debido al anhelo de algo que olió a rosas y ahora sabía a arrepentimientos.

Porque esa era la forma en que podría terminar con eso en ese instante. ¿Cuál era la mejor manera de decir, no puedo dejar de pensar en tus dientes en mi oreja y tu mano en mi polla? Incluso habría sido verdad a medias. Pero entonces, eso realmente no resolvería el problema, ¿verdad? Simplemente, sería transferido al Dr. Cho Jongho, quienquiera que fuera. Lo sentarían en una silla diferente, frente a una persona distinta que buscaba una entrada no deseada en su cabeza.

Maldición. Por mucho que le divirtiera que el Dr. Jeon no tuviera una salida de eso, al final del día, él tampoco la tenía. Pensándolo bien, quizás había una manera, apegándose al plan inicial. Eso implicaba tener que jugar limpio por ahora.

Con calma se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero junto a la puerta cerrada; sujetarlo habría sido demasiado obvio, mantenerlo puesto lo habría sido aún más. Finalmente, se hundió despacio en una silla, luchando contra la parte de él que quería arrastrar esa silla más cerca de la puerta.

— Me gustaría comenzar pidiéndote que me cuentes un poco sobre ti. Cualquier cosa con la que te sientas cómodo compartiendo. — El pelinegro se recostó en su propia silla, cruzando las piernas para poder colocar su cuaderno en su regazo. — Podemos partir desde ese punto y ver a dónde nos lleva eso.

Eso sonaba bastante fácil. Taehyung fijó su mirada en un lugar al azar en la estantería, un mueble enorme que cubría una pared entera de la oficina. ¿Había leído todos esos libros? ¿Cuál podría ser su preferido y por qué?

— ¿Eso es todo lo que realmente hay en estas sesiones? ¿Conversaciones, historias que nos contamos hasta que se acabe la hora?

— Puedes pensarlo de esa manera, si te ayuda. — Una pausa. — ¿Te ayuda?

Realmente no ayudaba mucho. En los últimos días, no había querido nada más que ponerle un nombre a la cara de esa hermosa persona desconocida de la Magic Shop, que lo había consentido a besos y lo había llevado al borde del abismo con solo sus manos. Ahora que tenía el conocimiento de que esta era la misma persona que Namjoon había contratado para sondear su mente, se preguntaba si este era uno de esos deseos que un poder superior concedía por un tecnicismo, solo para fastidiar de alguna manera para su propia diversión.

— Eh, sí, algo. — El buen doctor sonrió e inclinó la cabeza muy levemente, indicándole que explicara.

Se recordó a sí mismo que tenía un plan que no había cambiado.

— Entonces, ¿estaremos fingiendo que lo de Nochebuena nunca sucedió, o...?

— Bueno, podemos discutirlo, si es absolutamente necesario. — El Dr. Jeon lo miró inquisitivamente. — Sin embargo, si lo hacemos, debes saber que te voy a preguntar sobre esas marcas en tu cuello.

No era físicamente posible que la temperatura en la habitación cayera repentinamente unos pocos grados, pero seguro que se sentía así. Taehyung reprimió un escalofrío y tragó saliva. Se sentía como si hubiera un bulto bloqueando su garganta. Los ojos del doctor ya no estaban enfocados en su rostro, sino fijos en el nudo de su corbata. El siguiente aliento vino con una batalla; el sucesor se negó a venir en lo absoluto. Mierda, Taehyung estuvo obligado a meter un dedo entre la tela y su cuello, a pesar de saber muy bien cómo se vería. Sin pensarlo mucho, tiró lo suficientemente fuerte.

— ¿Taehyung? — El nombrado jadeó respirando al fin e inmediatamente trató de ocultarlo con una carcajada.

— Estabas algo perdido, todo estuvo tan oscuro en esa cabina telefónica que no estaba seguro de que lo hubieras notado.

— Fue imposible no hacerlo.

Por supuesto, pensó amargamente el peligrís. Más de un puñado de personas le habían dicho antes que su piel era muy fácil de cortar y magullar. Se aferró a sus recuerdos de las cosas que lo marcaron como si fueran premios y fue un proceso muy lento dejarlos ir.

— ¿Debería preguntar ahora o más tarde? — Esas palabras lo sacaron de sus pensamientos.

No.

Prefería que hablaran de ello más tarde, mucho más tarde o preferiblemente nunca.

— Nací en el penúltimo día del año aquí en Dimples, a las afueras de Lues, soy dimplino de nacimiento, pero de ascendencia surcoreana. — Se obligó a imitar la postura del contrario, entrelazando sus dedos sobre su rodilla, ladeando una sonrisa. — Me contaron que ese día mi nacimiento estuvo sincronizado con el clima, algo sobre que estaba nevando y paró de repente o al revés, no recuerdo exactamente cómo fue.

Con profesionalidad, el doctor le devolvió la sonrisa, de la manera más educada posible. Eligiendo una pluma estilográfica de su escritorio se dispuso a comenzar a escribir algo en su cuaderno. — Ya veo. Entonces te deseo un feliz cumpleaños adelantado.

— Gracias, doctor. — Taehyung levantó la vista. — ¿Está bien si te llamo así?

— No soy un seguidor del protocolo estricto. Llámame como te sientas cómodo.

— ¿Jungkook? — Pronunció el nombre en la tarjeta de presentación, disfrutando la forma en que corrió por su lengua y abandonó su boca. — Si te llamo así, ¿sería inapropiado?

El Dr. Jeon contuvo su sonrisa, pero sus labios se torcieron de tal manera que Taehyung no pudo adivinar hacia cuál dirección querían ir.

— Un poco. — Lástima, había estado deseando decirlo de nuevo.

— Me quedaré con Doc. entonces.

— Por favor, continúa.

— ¿Eh?

— Con lo que estabas diciendo antes de desviarte al tema de los nombres, puedes continuar. Me estabas hablando de Dimples y del día en que naciste.

— Cierto, Dimples y el sol, una casa justo en la boca de la bahía, horas y horas pasadas mirando el agua y los muelles, porque como emigrante tratando de sobrevivir, mamá solo volvía del trabajo después del anochecer, a menudo se iba antes del amanecer. — Realmente no tenía ganas de hablar de nada de eso en este momento. — Um... No sé qué decir a partir de ahí. — Fue entonces que recordó su milagro salvador. — Ahora vivo en la ciudad, con mi perro Yeontan.

— ¿Qué tipo de perro es?

— Él es un hermoso Pomeranian negro y marrón de tamaño estándar. —Feliz, ante el recuerdo de su bolita peluda, sonrió entre dientes. Podía ver a través de la ventana que estaba empezando a nevar de nuevo y recordó la expresión de su rostro la primera vez que vio nieve. — A menos que no estuvieras hablando de su raza, en cuyo caso es un chico feliz y amante de la diversión. Perseguirá cualquier cosa si le das suficientes incentivos para hacerlo, pero también es perezoso, ama estar tirado en mi cama sin hacer mucho.

En un silencio exprés vio al doctor tomar notas sobre lo dicho con una sonrisa pensativa.

— Pareces muy entusiasmado cuando hablas de tu mascota.

— Lo amo. Él es mi mundo. — Eso era tan cierto ahora como lo había sido hace once años, cuando la encontró por primera vez en esa caja de cartón empapada y lo llevó a casa, pensando que podrían estar destinados a estar juntos. — ¿Le gustan los perros, doc.?

— Me gustan mucho, yo solía tener un dóberman. Hay personas que teorizan que los perros y los humanos se convirtieron en compañeros naturales debido a una afinidad compartida por la caza persistente, buscar y perseguir presas mucho más rápidas en largas distancias, hasta que se agotaran. No es necesario ser rápido o incluso particularmente fuerte, si simplemente puedes sobrevivir ante tu objetivo y esperar a que caiga.

— Nunca supe de esta teoría.

— Es solamente eso, una teoría. — El pelinegro captó su mirada y la sostuvo con otra escrutadora. — ¿Crees que contiene algo de verdad? — En respuesta, el detective se encogió de hombros.

— Ese tipo de cosas no son lo mío.

— Supongo que eso es algo que evitas en tu línea de trabajo, ¿teorizar antes de tener todos los hechos y la historia a tu disposición?

— Sacar ciertas teorías está bien, — explicaba con cuidado — cuando se asume que una teoría no probada es cierta y se actúa en consecuencia de esa suposición, es cuando empieza a haber problemas.

El aire se llenó con el sonido del Dr. Jeon escribiendo furiosamente en su cuaderno durante unos largos segundos. Taehyung, mientras, repetía la conversación en su mente, preguntándose si podría haber pisado una mina terrestre lanzada por el hombre frente a él.

— Fascinante. — Ajustando sus lentes en el puente de su nariz, el pelinegro lo observó. Los cristales captaron la luz por un brevísimo momento, de modo que Taehyung no pudo ver sus ojos. — ¿De qué más vamos a hablar?

— ¿Puedo elegir de nuevo el tema? — El doctor asintió.

— Hice hincapié en que era importante que te sintieras cómodo, especialmente durante esta primera sesión.

Si a Taehyung realmente lo dejaran escoger o al menos expresar su opinión con respecto a este tema, esa definitivamente sería su última sesión.

No obstante, no iba a dejar pasar una oportunidad como esa, por lo que su conversación durante el resto de la hora fue inconexa, historias del metro, la reciente tormenta de nieve, más anécdotas alegres sobre Yeontan y sus travesuras. Habló un poco sobre sus colegas; Yeosang siempre había parecido demasiado alegre para ese trabajo.

Yoongi, debido a situaciones personales que vivió en el pasado, fue casi un caso de caridad de Namjoon, ahora hacía el trabajo duro, siguiéndolos en el campo como una alternativa al servicio comunitario. Lo más increíble es que todo fue por algún estúpido delito menor, Taehyung había visto en todos sus años como detective e incluso una simple persona, atrocidades que se cometieron y no pisaron siquiera un estrado. Ahora que había pensado en eso, se preguntaba si tal vez todos eran casos de caridad de Namjoon, de una forma u otra.

El doctor tomaba notas esporádicamente. El resto del tiempo, se limitaba a escucharlo con una fantasma sonrisa en su rostro, mirándolo fijamente. Taehyung no esperaba demasiado y esto estaba bien, aunque se cuidó de no hacer obvio que cada palabra salida de su boca había sido medida de antemano. Estudiaba al doctor, tanto como el contrario lo estaba estudiando a él, tomando señales de la forma en que inclinaba la cabeza, observando las veces que fruncía el ceño y rastreando cada cambio en la curva de sus labios. No fue una dificultad para él; el Dr. Jeon era muy agradable a la vista, se habría contentado con mirarlo fijamente durante una hora, incluso si no hubieran estado jugando este juego.

Se habían desviado hacia el tema de la bolsa de valores y cómo se decía en la calle que quien lograba entrar allí, no iba hacia otro lugar al que no fuera hacia arriba. Podría no haber sido del todo cierto, pero poco importaba la veracidad de esos rumores, simplemente buscaba que terminara la hora a la cual le restaban segundos. El Dr. Jeon se detuvo abruptamente en medio de una oración sobre las sutiles diferencias entre la especulación del mercado y el juego, agradeciendo a Taehyung por su tiempo.

Parecía que el pelinegro había sido su última cita del día, porque se levantó al mismo tiempo, comenzando a limpiar su escritorio. Guardaba algunas cosas como el cuaderno en el que acababa de escribir, dentro de un maletín de cuero que parecía haber costado varios meses de renta del detective.

— Entonces, escucha, no sé qué o cuánto exactamente te dijo Namjoon... — Taehyung se quedó en la puerta incluso después de que ya se había puesto el abrigo. — Pero para ser honesto, lo estoy haciendo muy bien. Sin siquiera levantar la vista, el contrario continuaba empacando.

— ¿Estás seguro de que lo estás haciendo bien?

— Fue un evento único, un accidente. Calculé mal y... — ¿Y qué, exactamente? Continuar con esa oración habría significado caminar por un sendero que parecía traicionero en el mejor de los casos. No valía la pena. — Estas cosas pasan, ¿sabes? Peligros de trabajar en la industria. Sabía de ellos cuando me inscribí. He tenido cosas peores.

— ¿Has experimentado peores situaciones?

Era una pregunta tan simple e inocente. Taehyung debió haberlo visto venir desde una milla de distancia. En cambio, no lo había hecho y ahora una puerta se había abierto en su mente, solo un poco, una grieta en realidad. El peligrís había memorizado cada centímetro cuadrado de lo que había más allá de esa puerta: una fría habitación de hospital y el olor a óxido; periódicos entregados junto a su cama, cada nuevo titular peor que el anterior. Enfermeras llamándolo afortunado como si estuvieran escupiendo maldiciones al suelo y un Taehyung nunca dijo nada, pero entendía. Recordando, una y otra vez, ese único momento de puro pavor que lo había consumido por completo, antes de que la explosión y el fuego intentaran hacer lo mismo. Ciento veintiuna cartas dirigidas a extraños que lo condenaron, redactadas con dolor utilizando su mano izquierda, porque su brazo derecho estaba roto y tardaba en sanar. Todo eso no era más que la punta del iceberg, la parte fácil.

— El punto es que está bien. Yo estoy bien. Esto... — Hizo un gesto hacia su cuello. — Esto no es nada, se curará y seguiré adelante. Así que supongo que realmente no sé qué estamos haciendo aquí.

— ¿Ya estás cansado de mi compañía?

— Simplemente, no quiero hacerte perder el tiempo. — De hecho, tampoco quería perder el suyo, pero se aferró a esa nota burlona al final de la oración del doctor y la transformó en algo más placentero para ambos. — Pero oye, si fueras tan amable de firmar cualquier cosa que Namjoon te pida que firmes, estaría feliz de mostrarte mi aprecio. Quiero decir... ¿Podría invitarte a tomar un café? ¿Bebes café?

El contrario rio entre dientes, haciendo una pausa en medio de la recogida para quitarse las gafas, guardándolas con cuidado en un estuche rígido que eventualmente también encontró su camino en el maletín. De repente, volvió a ser el extraño del bar y en ese momento sus ojos brillaron con algo más, una posibilidad o tal vez un atisbo de tentación como esa que Taehyung combatía en su interior.

— Gracias de nuevo por tu tiempo, Taehyung. — Entonces, con la misma rapidez con la que se mostró, ese algo desapareció. — Tendré mi informe listo para el Señor Kim mañana.

+++

El edificio de la agencia estaba tan cerca de la estación de metro que podía pasar de la puerta a la plataforma en menos de dos minutos la mayoría de los días o al menos, eso era lo que siempre había escuchado de Miyeon, esto era contando el hecho de que ella siempre llevaba en tacones. Taehyung, que nunca había perdido el sueño por encontrar el camino más corto entre X a Y durante toda su vida. Por eso esa mañana en donde la prisa, si bien apremiaba, no era más que el constante ajetreo de tener trabajo que hacer, algo que siempre tendría, se permitió tomar el camino más largo de la estación a su oficina.

El parque que los dividía se mostraba necesitado de amor y afecto en los últimos años. A pesar de todo eso, todavía era un agradable oasis de verde o blanco, como lo era ahora, en medio de todo ese concreto, manchas de sangre y ladrillos. A veces incluso veía a alguien paseando a su perro y eso sería lo más destacado de su día. Taehyung consideraba esa caminata adicional de trece cuadras hasta su destino como algo rutinario. Si fuera un poco más supersticioso, se habría convencido de que sus días buenos, malos y todos los días intermedios fueron predichos por esa caminata. Había habido algunas correlaciones interesantes en el pasado.

Si hubiera creído eso, si realmente lo hubiese creído con todo su corazón, entonces hubiera sabido cuando cruzó la avenida principal y vio a aquel hombre parado en la esquina, que ese iba a ser terrible.

— Mierda... — Murmuró por lo bajo. — Mierda, mierda, mierda...

Esperó una fracción de segundo antes de bajar el ala de su sombrero, solo para estar seguro. Pero la melena castaña, la piel aceitunada y la forma en que el hombre mascaba el cigarrillo no dejaban lugar a dudas. Ya era demasiado tarde y fue fácil adivinar lo que buscaba.

— ¿Detective? ¿Detective Kim? — Arrojó su cigarrillo a la acera y echó a correr cuando el aludido pasó junto a él sin disminuir la velocidad. — ¡Oye! ¡Kim Taehyung!

Mierda, el nombrado se limitó a caminar más rápido.

— Oye, vamos, no sea grosero. — El hombre sonrió cuando lo alcanzó, aunque tuvo que mantener un trote lento para mantener el ritmo. — ¿Tiene unos minutos libres? Soy Santos del Daily Mirror.

— Sé quién eres, San. — Taehyung usó su verdadero nombre en voz alta, con la esperanza de que eso lo desconcertara. No fue así, porque Choi San tenía el rostro de un reportero que había olfateado una historia sabrosa y contra eso, la autoconservación parecía ser una mera ocurrencia tardía. — Hemos hablado antes.

— Es realmente difícil seguirle la pista. Ya sabes lo que dicen sobre un minuto es Lues, ¿verdad? Debo haberlo olvidado, por qué has estado fuera de servicio tanto tiempo...

Nunca en su vida una cuadra larga en esa ciudad se había sentido tan larga. Taehyung siguió caminando, con la esperanza de perderlo en la intersección, pero el semáforo cambió justo cuando empezaba a considerar la posibilidad de correr a toda velocidad, por lo que ambos terminaron detenidos en el mismo punto.

¿Cuántas maldiciones más podía lanzar o lo que sea que lo escuchara? Desde ese lugar incluso podía ver el edificio de la agencia burlándose de él, tan cerca y tan lejos.

— Su último caso fue el estrangulador de Bayes, ¿no fue así? — Un cansado suspiro abandonó al detective.

— ¿No son esas viejas noticias para ti en este momento? Todos los informes oficiales se presentaron hace tres semanas, intente mantenerse al día.

— Muy bien, qué tal esto, entonces... ¿Es cierto que está usted dirigiendo la investigación sobre el asesinato de Jo Jaeyoon? — La sonrisa de San se ensanchó guiñándole un ojo. — ¿Qué tan sangriento estuvo el asunto?

— Esa investigación aún está en su fase inicial. — Taehyung regresó sus ojos a la carretera, manteniendo su voz aburrida. — Lo que sea lo que te dijo la policía, eso es, no tengo nada que agregar.

— ¡Pero la policía ni siquiera me habló, no me dijeron nada!

— Eso suena como algo que no es mi problema.

— ¿Es cierto que Jaeyoon fue asesinado por la mafia? — Taehyung sonrió dándole la bienvenida al hecho de que San no se andaba con rodeos hoy, pero estaban en público, a plena luz del día.

Aunque supuso que no estaba tan sorprendido; Choi San o mejor dicho Santos, como era el seudónimo que utilizaba en todos sus reportajes para el periódico, había escrito decenas de artículos condenando a La Cosa Nostra por sus sucios tratos durante los últimos años. Tenía sentido que estuviera hambriento por tener en sus manos cualquier información sobre este caso. Aun así, no era como si Taehyung tuviera una gota de información para brindarle en primer lugar. Por eso, cuando finalmente cambió la luz, metió las manos en los bolsillos.

— Sin comentarios, espetó por encima del hombro.

— Interesante. — San siguió sus pasos, tomando el lápiz que siempre guardaba detrás de su oreja mientras escribía algo. El peligrís de repente tuvo que luchar contra un sentimiento de déjà vu. — ¿Puede al menos confirmar que está dirigiendo la investigación de su asesinato?

— Sin comentarios.

— ¿En serio? — San finalmente se detuvo al pie de las escaleras que conducían al edificio de la agencia. Resultó que todavía tenía un poco de autoprotección en él después de todo. Probablemente, estaba recordando la primera y última vez que trató de irrumpir en la agencia para molestar a Miyeon para que comentara sobre uno de sus casos. Las colillas de cigarro no eran las únicas cosas que podían arrojar a la calle. — Ni siquiera te estoy pidiendo un pernil, tírame un hueso aquí, hombre. Tienes que darme algo.

— Feliz Navidad, Choi San. — Fue todo lo que le respondió mientras cerraba la puerta principal.

Esto ha sido todo por hoy, espero que esta historia les esté gustando hasta aquí. Mañana regresaré con más. Recuerden que, por ahora, (no sé en el futuro) aquí solamente publicaré los primeros 5-10 capítulos. Si quieren leer el resto podrán hacerlo en mi Patreon o en Inkspired.

¡Manténganse saludables!

LORED

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