Capítulo 6

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31 de diciembre de 1928

Es un cliché tan estúpido, pero a medida que este año llega a su fin, no puedo evitar que una parte de mí quiera mirar hacia atrás y recordar cada cosa que arruiné durante los últimos doce meses. En un mundo perfecto, la medianoche perdonaría los pecados del año que acaba de pasar, pero no puede hacer que desaparezcan.

Así que persisten, estos pecados se acumulan en los errores de años pasados y sé que un día, un año, todo se derrumbará. Tal vez ni siquiera lo vea venir o tal vez lo vea a una milla de distancia. No podré detenerlo de ninguna manera, el final será el mismo.

Ojalá pudiera bajarme de este tren. Desearía poder detenerlo todo, ni siquiera para siempre, eso es más de lo que merezco. Solo por un día. Solo por un rato, deseo que todo simplemente... Se detenga...

[...]

Es pasada la medianoche cuando estoy agregando esta parte, pero es demasiado corta para ponerla en una página propia y el día acaba de comenzar. Escribiré una entrada correcta y separada para mañana, mi diario no se irá a ninguna parte. Ahora mismo, solamente deseo poner en letras esto que tengo en mi pecho danzando de manera inquietante...

Lo volví a ver hoy.

Es como si el destino o una mano invisible estuviera conspirando para unirnos constantemente. Cien palabras no serían suficientes para describir lo que siento con esto. Es complicado. Sin embargo, no pasé la noche con él. Eso hubiera sido una mala idea.

Pero desearía haberlo hecho.



Estar solo puede ser algo aterrador, a veces. Taehyung ya se había acostumbrado. ¿De qué servían dieciocho años de experiencia si no lo había hecho? Sin embargo, algunos días eran peores que otros. En esos días las sábanas parecían mucho más frías y el silencio amenazaba con sacudirle la cabeza. Se sentía pequeño, como si esa ciudad pudiera masticarlo y tragárselo entero, ¿alguien lo consideraría una pérdida? Era difícil estar seguro.

Hubo algunas ocasiones en las que estar solo se sintió como una bendición. En su mayoría, siempre que se encontraba conversando o entrevistando a las familias de las víctimas.

— Señora Jo, no puedo ni siquiera empezar a imaginar por lo que debe estar pasando. — La viuda afligida, una mujer de aspecto frágil de unos cincuenta años, con huesos visibles que parecían huecos como los de un pájaro, lloraba en silencio en un pañuelo. — Y si este es un mal momento para usted, puedo regresar otro día.

— No, quédese, por favor. Lo siento.— Se secó las esquinas de los ojos. Le temblaban tanto las manos cuando se las llevó a la cara que si Taehyung no lo hubiera sabido mejor, podría haber pensado que padecía algún tipo de parálisis. — Solo necesito un momento.

— Está bien. Por favor tómese tu tiempo.

Taehyung optó por mirar por la ventana mientras esperaba, porque nadie quería ser contemplados mientras lloraban. Jo Jaeyoon había vivido con su familia en una respetable casa de piedra rojiza con un porche en una zona residencial a pesar de estar en el centro de la ciudad. En los espacios entre los edificios en el lado opuesto de la calle, pudo ver destellos de un espacio amplio y vacío que habría estado verde si no fuera invierno. La estación acababa de cambiar, quedaban al menos tres meses más antes de que cualquier apariencia de vida regresara a los huesos de esa ciudad.

— ¿Cómo dijo que se llamaba, detective?

— Kim Taehyung.

— Está dirigiendo la investigación sobre el asesinato de mi marido, ¿no es así? — Cuando él asintió, ella suspiró. — ¿Estás solo?

Estuvo tentado a preguntarle el contexto exacto al que se refería, existían muchas maneras de estar solo, incluso cuando se estaba acompañado de miles de personas.

— Somos un equipo de detectives en la Agencia Kim, solo estoy a cargo de esta investigación. También mantengo un enlace con la policía de Lues.

— Ya veo. — Asintió.

Desde otra habitación, podía escuchar el sonido de la voz de una niña, alta y bonita, flotando a través de las paredes. Además de su esposa, Jaeyoon había dejado dos hijos con una diferencia de edad significativa entre ellos. Su hija, quien jugaba en la otra habitación, era demasiado pequeña para comprender completamente lo que le había sucedido a su padre, mientras que Jaeyoon Jr., solo cuatro años más joven Yeosang que tenía diecinueve años, se sentó al lado de su madre y miró la alfombra persa bajo sus pies.

— Era un buen hombre. — Comenzaba a hablar la señora entre sollozos. — Tan buen hombre que no podría hacerle daño a una mosca.

— ¿Conoce de alguna razón por la que alguien en particular podría haber querido lastimarlo? — Ella sacudió la cabeza con tristeza.

— En su línea de trabajo yo supongo que era inevitable. Se hizo enemigo de bastantes personas.

— No tuvo reparos en postularse en una plataforma pública contra el crimen organizado, entre otras cosas. — Ahí estaba, colgó el anzuelo.

Sin embargo, siempre odió hacerle eso a los familiares de las víctimas. Una cosa era con los sospechosos reales o con los testigos que se habían callado sin una buena razón. Pero con personas que eran, presumiblemente, inocentes y sumidas en las peores etapas del duelo, a veces lo hacía sentía sentir sucio. Deseaba tener otra opción.

— Eso es correcto. — Volvió a sollozar y esbozó una sonrisa borrosa y trémula. — Él siempre decía que quería limpiar la ciudad, poco a poco. Comenzó más o menos al mismo tiempo que... oh, ¿cómo fue que lo llamó? — Se volteó hacia su hijo, quien no se había movido ni hablado en todo el tiempo que Taehyung había estado allí. — En su último cumpleaños, dijo que también quería limpiar su vida, ¿fue así?

— Limpiar su actuación y desempeño, — murmuró el adolescente.

— Sí, eso fue. — La señora volvió a mirar a Taehyung, todavía con la misma sonrisa trágica. — Dejó de fumar ese día, de golpe. Cambió el café por el té y es todo lo que ha estado bebiendo desde entonces.

— Vaya. — Probablemente, eso explicaba la taza de té que ella había preparado para él, una desviación extraña pero bienvenida en su moneda habitual de café y cigarrillos. — Eso es impresionante. Parece que quería dar un buen ejemplo.

El rostro del niño se contrajo, parecía apenas estar allí, pero Taehyung notó de todos modos todas sus expresiones, incluida esa grieta momentánea en su cara de póquer que se fue tan rápido como había llegado. Su postura le recordaba a la de un resorte enrollado y comprimido, listo para romperse con un solo toque. El chico había estado así desde que había entrado en la casa, por lo que era difícil establecer una línea de base, no sabía si generalmente era así, era su etapa de adolescente o se debía a su reciente tragedia. ¿Estaba tratando de no llorar? ¿Estaba enojado?

— Eso es correcto. — La señora suspiró y se dejó caer en el sofá. Esa conversación claramente ya le había pasado factura. Taehyung tendría suerte si podía obtener una, tal vez, dos respuestas más de ella a este ritmo. — Si tuviera que adivinar, entonces tendría muchas opciones, ¿opositores políticos, tal vez? O una de esas facciones criminales, simplemente no puedo pensar en ninguna otra razón posible.

"Muy probablemente el asesinato sea un asunto de negocios", escribió Taehyung en una página al azar de su libreta. Se preguntó, brevemente, si alguien escribiría esa misma nota sobre él en el futuro. Era muy consciente de las probabilidades e incluso antes de trabajar para Namjoon siempre había tenido ese diminuto y persistente pensamiento asentado como un demonio en el fondo de su mente. Iba a morir en el trabajo, algún día. No había nada morboso al respecto; era únicamente un juego de números, como la matemática más clara. Algún día enojaría demasiado a alguien, entraría en una zona peligrosa o simplemente sufriría un accidente por estar en el momento y lugar equivocado.

Era una situación de mierda, pero esas eran sus posibilidades. Ya había visto a gente cobrar hasta favores, demasiados para contarlos, demasiados para toda una vida. Decían que los mafiosos muchas veces terminaban muertos o en prisión, lo mismo con muchos delincuentes, pero los civiles olvidaban que, quienes luchaban contra esas personas, aunque fuese por una buena causa, tenían un destino muy similar.

— Señora Jo, — suspiró. — ¿Puedo preguntarle si sospecha que su esposo podría haber hecho enemigos dentro de La Cosa Nostra?

Bendiciendo su corazón con una pequeña cruz, ella negó. — Ni siquiera sabía quiénes eran esas personas.

Eso lo dejaba sin nada, entonces. Lo que quedaba de su té se había enfriado y la pobre viuda parecía como si realmente necesitara acostarse pronto. Además, en algún momento, el adolescente había desviado su mirada del suelo hacia la cara del detective. Tal vez se había quedado más tiempo de lo esperado.

A la señora le entregó su tarjeta y le pidió que lo llamara si se acordaba de algo más. Si empezaba a sentirse abrumada y necesitaba hablar con alguien, se ofreció para hacer de escucha. Luego venían las habituales solicitudes de información que siempre llevaban los familiares: correspondencia personal, documentos gubernamentales, estados de cuenta bancarios, todo el papeleo que ella tenía a mano, que pudiera considerarse aunque fuera remotamente útil y que no le importase entregar a la agencia. Estaba dejando una ventana abierta para otro encuentro. Ella estuvo de acuerdo fácilmente, estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de encontrar al asesino de su marido.

Taehyung le dio las gracias, pero se detuvo allí. Sabía que no debía prometer nada. Aun así, había una última cosa que quería hacer antes de dejar ese lugar. Tan pronto como la mujer recogió las tazas de té, su hijo se puso de pie, sin mirar ni despedirse, y caminó con determinación hacia el salón. El detective volvió a agradecer a la señora por su tiempo, esperando a que se retirara a la cocina para ver si podía hacer que el chico hablara con él.

El pasillo por el cual había desaparecido era más largo de lo que había esperado, con dos puertas cerradas a cada lado y una última puerta al final. Esta puerta había quedado entreabierta y cuando se acercó, Taehyung se dio cuenta de que había una figura asomándose por la rendija entre la puerta y la jamba.

— ¿Jaeyoon? — llamó, pero cuando dio un paso más cerca, la puerta se cerró de golpe.

Para cuando regresó al edificio de la agencia, ya había perdido la mayor parte del día. Con menos de una hora antes de que todos comenzaran a salir de la oficina, pensó que no estaría mal aparecer, desearles a todos un Feliz Año Nuevo e irse temprano. Desde hacía una semana él tenía que haber estado de vacaciones, ni siquiera se suponía que regresaría hasta enero de todos, pero ahí estaba.

Cuando llegó a la parte superior de las escaleras, definitivamente no fue Namjoon a quien vio salir de la gran oficina al final del pasillo, con la puerta claramente marcada con el nombre de su jefe.

— Doc - — se contuvo en el último segundo, recordando dónde estaban y las palabras con las que se separaron la última vez que se vieron hacía cuatro días. — Jungkook.

Esta vez, el nombrado no parecía sorprendido de verlo. Hoy vestía raya diplomática, una chaqueta cruzada de color gris oscuro, como si estuviera envuelto una nube de tormenta. Una gruesa bufanda de lana había sido amarrada en un lazo clásico alrededor de su cuello.

— Hola, Taehyung.

— ¿Qué es esto ahora, dos veces en cuatro días? ¿Debería preguntarle a Namjoon si podemos dejarte algo de espacio en la agencia y buscarte un escritorio?

— No te preocupes. — El pelinegro le dedicó una sonrisa afable. — Estaba a punto de irme.

— ¿Sí? ¿A qué le debemos el placer de su presencia?

— Nada de verdadera importancia. Disfruta el año nuevo, Taehyung.

Asintiendo una vez, Jungkook se movió hacia el espacio entre el detective y la barandilla para bajar las escaleras. Sin embargo, no tuvo éxito, un paso a la derecha bloqueó su camino. Frunciendo el ceño, se movió hacia el otro lado y Taehyung lo bloqueó deliberadamente de nuevo.

— Podría hacer esto todo el día, Doc. — Espetó en un tono burlón. — Ahora, el ceño del pelinegro se profundizó.

— Esto es muy inmaduro.

Taehyung se encogió de hombros, preguntándose cuáles eran las posibilidades de que Jungkook realmente se diera cuenta de su farol o solicitara la ayuda de Namjoon para controlarlo. Ese no era el enfoque que prefería, pero que lo condenaran si dejaba que el doctor se marchara sin saber lo que fue a hacer ahí.

— Si realmente quieres saberlo, — suspiró finalmente — solo estaba hablando con tu empleador.

— Esto puedo verlo.

— Quería discutir mi recomendación en detalle, en particular, mi solicitud de documentación sobre tus casos anteriores. — Jugueteó con el borde de sus gafas. — Después de nuestra reunión, accedió a revelarme todo.

Taehyung sentía que algo se le revolvía en el estómago. ¿Era en serio?

— ¿Todo?

— Todos los archivos de tus casos y cualquier informe de incidentes relacionados desde que comenzaste a trabajar en la Agencia Kim.

Imágenes de sus casos anteriores, rostros de sospechosos, lugares de vigilancia, montones de transcripciones de entrevistas y cada bala que había disparado como investigador privado, todos pasaron por su mente. Gracioso, había que ese tipo de cosas solo sucedían cuando alguien se estaba muriendo. Realmente deseaba que Namjoon hubiera hablado con él sobre eso antes de aceptarlo, pero supuso que, para empezar, nunca tuvo la potestad para decidir.

— Está bien, no tienes de qué preocuparte. — Al ver la forma en la cual Taehyung se había paralizado, Jungkook sintió la necesidad de tranquilizarlo, por lo que empleó un tono mucho más suave. — Apenas recibiré los documentos en los próximos días. Después de eso, necesitaré algo de tiempo para estudiarlos, no tenemos que hablar sobre su contenido de inmediato.

Quizás había un lado positivo muy delgado en eso, todos los archivos que el doctor había solicitado solo contendrían información sobre el trabajo que él había realizado en la agencia Kim, nada anterior a ese periodo de su vida. Por lo menos, sabría lo que pasó hace dos años.

— ¿Taehyung? — Esta vez fue el turno del pelinegro de utilizar la voz burlona. — No vas a empujarme por esas escaleras, ¿verdad?

El peligrís procesó las palabras, pero el humor negro se perdió en él. Sabía que ninguno de sus intentos habituales de control de daños sería de utilidad; tanto Jungkook como Namjoon claramente ya habían tomado una decisión. Aún había un millón de cosas que podría haber dicho, por lo que se sorprendió incluso de sí mismo cuando lo que terminó saliendo de su boca algo inesperado.

— ¿Tienes algún plan para la víspera de Año Nuevo?

¿Se trataba de una broma? Jungkook no estaba seguro, por ello parpadeó mientras se detenía a analizar al otro hombre. Su cabeza se sacudió hacia atrás, apenas, alrededor de un milímetro, antes de detenerse. Si Taehyung recordaba bien, esta era solo la segunda vez que veía al doctor mostrar algo parecido a la sorpresa en su rostro.

— ¿Esta noche? Yo... — Calló por varios segundos, pensando detenidamente en lo que se escondía detrás de tan repentino ofrecimiento. Algunas veces, Taehyung resultaba ser todo un enigma. — Para ser honesto, realmente no lo he pensado todavía.

— Eso hace que esto sea más fácil, entonces. — No se dio cuenta de que ya le estaba mostrando a Jungkook su sonrisa asesina y ganadora de todo caso hasta que registró la sensación familiar en su rostro, mágicamente, estaba sonriendo. — ¿Quieres pasar el resto del año 1928 conmigo?

— ¿Qué? — Los ojos de Jungkook se ensancharon mientras resoplaba con una risa incrédula.

La simple pregunta resonó en su mente. ¿Qué demonios estaba haciendo? No lo sabía, pero una parte subconsciente de Taehyung realmente lo quería, porque todavía no retiraba la inapropiada oferta.

— Yo tampoco tengo ningún plan. — Se encogió de hombros. — ¿Podemos simplemente fingir que no eres mi terapeuta hasta que termine el año? ¿Cuánto falta? Unas pocas horas.

Taehyung no estaba seguro de si la lógica de esa solicitud ridícula finalmente estaba empezando a abrirse paso en el lado más racional de su cerebro, pero era demasiado tarde para retractarse, especialmente ahora que Jungkook parecía haberlo estado considerando. En cualquier caso, esta era su oportunidad de enfrentarse al pelinegro fuera de la clínica y le gustaba pensar que si la clínica era el territorio de Jungkook, entonces el resto de la isla en donde vivían, era suyo. Tendría otra oportunidad de mostrarle que era un miembro productivo y cuerdo de la sociedad, que era estable y estaba bien. Aunque claro, le había pedido que no pensara en sí mismo como su terapeuta esa noche, pero había conocido a muchos profesionales como el doctor en su vida y en realidad nunca apagaban esa parte de ellos.

— De acuerdo. — Ante la respuesta, Taehyung fue quien esta vez abrió más sus ojos.

— Espera... ¿En serio?

— ¿Por qué no? — El pelinegro miró su reloj, era diferente al que había usado en la Casa Mágica de la cual Hoseok era propietario, pero no menos elegante. No le importaba realmente, mas Taehyung no pudo evitar preguntarse, ociosamente, cuántos de esos poseía. — No tengo ninguna cita programada para el resto del día. Siento que estar en tu presencia será al menos más entretenido que sentarme en casa y mirar el reloj en mi escritorio.

Eso fue curioso, porque Taehyung había planeado hacer casi lo mismo, excepto sin el escritorio y más una botella de ginebra cortesía de Hoseok.

— Ya vuelvo.— Finalmente se movió para desbloquear el acceso de Jungkook a las escaleras. — Espérame afuera, ¿de acuerdo?

Si el contrario respondió a eso, no lo escuchó. Corriendo a la oficina de Miyeon, medio se preguntaba si realmente estaba empezando a volverse loco, aunque tal vez no de la manera que Namjoon y el Dr. Jeon parecían haber imaginado. Ella no estaba allí, pero Yoongi sí, sobre sus manos y rodillas, murmurando frases menos que agradables en coreano mientras ordenaba los archivos alfabéticamente en el suelo.

— Hola. — Le dedicó a Yoongi una sonrisa diferente, amplia, tímida y, con suerte, lo suficientemente respetuosa como para evitar gritos.— Yo... Necesito un gran favor.

Yoongi, sus abuelos y la mujer que pocas veces se acordaba de aparecer, su madre, vivían en un complejo casi idéntico al edificio de Taehyung a una cuadra y media de distancia. Sin embargo, el edificio de Min había sido construido específicamente para familias con cocinas más grandes y acceso directo a un patio de recreo privado debajo. Independientemente, debido a que vivían tan cerca el uno del otro, ese era un favor que Yoongi ya le había hecho antes.

Taehyung no sabía a qué hora estaría de regreso en casa esa noche, así que todo lo que pidió fue que fuera en algún momento a su casa, sacara a Yeontan por unos minutos y se asegurara de que tuviera suficiente comida y agua. No estaba demasiado preocupado por los fuegos artificiales, realmente no se podían escuchar desde el apartamento, así que eso sería todo. Ya tenía decidido asegurarse de compensarlo por la mañana.

Obviamente, Yoongi no aceptó hacerlo gratis, por lo cual Taehyung le había ofrecido dinero, como siempre, pero el mayor quería algo diferente esta vez. Quería que Taehyung lo llevara cuando llegara el momento de hablar con la mafia. Eso estaba absolutamente fuera de discusión, por tantas razones que Taehyung ni siquiera sabía por dónde empezar.

Eventualmente, acordaron que una vez que se confirmara el culpable en el caso JJ, dejaría que estuviera presente para la acusación y el arresto. Eso y bueno, puede que también le haya pedido a Taehyung el número privado de Jimin. Esa última petición sería más fácil de cumplir, porque la confirmación de un culpable no iba a suceder pronto.

Aun así, la aquiescencia de Yoongi significaba que tenía una preocupación menos en mente mientras caminaba por la avenida adyacente a la principal con Jungkook a su lado.

— Entonces, tengo una pregunta.

— Adelante.

— Bueno, es solo que sabes o pronto sabrás, prácticamente todo lo que hay que saber sobre mí. — Eso no era técnicamente cierto, pero ciertamente era más de lo que a él le gustaría compartir de buena gana. — En cambio, yo no sé casi nada sobre ti.

— No escuché ninguna pregunta entre esas oraciones. — Taehyung sonrió ante esto.

— ¿No crees que eso es un poco injusto?

— Generalmente, el flujo de información del paciente al terapeuta es, por la misma naturaleza de la relación, unilateral.

— Ah, pero no eres mi terapeuta, ¿recuerdas? — Taehyung se subía la manga para consultar su reloj. — No lo serás durante las próximas siete horas y dieciséis minutos.

— Me parece bien. — Jungkook rio suavemente, metiéndose las manos en los bolsillos con un pequeño suspiro. — Muy bien, veamos... Mis padres emigraron a Dimples desde Corea, lo cual probablemente ya habrás adivinado. Primero nos establecimos en Nasub y luego vinimos a Lues. Mi padre trabajaba en el ferrocarril, mi madre era cocinera en un restaurante. Sin embargo, realmente no tengo recuerdos de haber vivido en Corea; nos mudamos a aquí cuando yo tenía cinco años.

— Vaya, interesante. — Lo miró con leve sorpresa. — ¿Puedo preguntar por qué vinieron?

— No creo que mis padres alguna vez me hayan dado una razón. Fue algo que sucedió un día y yo seguí adelante sin cuestionarlo.

— Ya veo.— Entonces, el Dr. Jeon era un inmigrante de segunda generación. Eso era algo que tenían en común. — Supongo que has tenido gente, extraños, que se te acercan y te preguntan cuándo planeas irte a "casa". — Taehyung imitó el tono que a algunos de los miembros mayores de la comunidad les gustaba usar con él e hizo las comillas en el aire frente a su rostro con los dedos.

— Oh, Dios mío, todo el tiempo. — La frustración de Jungkook resonó a través de sus palabras. — Aunque, planeo regresar algún día, no sé si a vivir, pero definitivamente me gustaría volver.

— Supongo que todavía recuerdas el idioma.

— Sí. Siempre lo hablábamos en casa y Miah, mi madre —enmendó—, insistía en que aprendiera a leer y escribir. Era importante, según me dijo. Así que creo que puedo arreglármelas bastante bien con el coreano. — Se detuvieron en un semáforo en rojo y el pelinegro le dio un suave empujón a su brazo. — ¿Qué hay de ti? ¿Algún interés de regresar a Corea.?

— Algún día. — Taehyung asintió pensativo. — Quizás cuando vuelva a ser Corea y no una simple colonia japonesa. Creo que me dolería demasiado ir en estos momentos. Si el destino lo desea, podré regresar a nuestro país y ver a mi país liberado de ese yugo opresor.

Mantuvieron la conversación ligera mientras se dirigían al sur, al corazón de la ciudad. A medida que disminuía el número de calles, las familiares casas adosadas del vecindario alrededor del edificio de la agencia se volvieron cada vez menos ubicuas. Cuando se encontraron caminando a través de un mar de almacenes, Taehyung se percató de que estaba relativamente tranquilo para esa hora del día, aunque todavía había algunas personas dando vueltas. Por otro lado, Jungkook parecía visiblemente nervioso, casi metiéndose dentro de su bufanda.

— Ah, lo siento, no pensé mucho cuando escogí este lugar. Tú no vienes mucho por estos lugares, ¿verdad? — Ese sitio tenía la misma reputación que la famosa "Cocina del infierno", en el barrio de Nueva York en Estados Unidos.

Después de todo, las primeras pandillas en esta área habían sido formadas por inmigrantes que trabajaban en los muelles del río. Con las pandillas vino la violencia, además de todas las otras cosas desagradables que llegaron como una cuestión de rutina. Dicho esto, las pandillas habían estado aquí desde el siglo XIX y la presencia de múltiples pandillas relativamente antiguas garantizaba una sensación de seguridad no intuitiva, porque cada pandilla tenía que dar cuenta de los delitos. Siempre que hubieran pagado sus cuotas, los negocios en el área generalmente permanecían tranquilos y sin incidentes.

Taehyung le contó todo esto a Jungkook, lo que pareció tranquilizar al doctor. Eso o estaba poniendo cara de valiente por el bien del detective.

— ¿Me trajiste deliberadamente por este vecindario en un intento de intimidarme? — Preguntaba en broma. — Quizás estabas pensando que no querría tener nada que ver con un paciente que camina imprudentemente por calles donde los delincuentes se vuelven locos cada tanto. — El contrario rio y Jungkook no pudo evitar observar esa cuadrada sonrisa.

— No es que un buen médico respetuoso de la ley como usted sepa mucho al respecto.

— Extendamos más tu ejercicio mental y supongamos que no soy médico en absoluto, no hasta la medianoche de todos modos. — Jungkook bajó la mirada, haciendo que el peligrís se preguntase qué pensamientos corrían detrás de esa mirada penetrante. — ¿Cómo lo soportas? El crimen organizado, los hombres que han hecho negocio con el asesinato, el hurto y todo lo demás. Debes encontrarte en medio de todo esto más a menudo de lo que te gustaría, ¿no?

Si tan solo supiera.

— Hacemos lo mejor que podemos. Tenemos algunas buenas personas peleando la batalla, a veces lo pagan muy caro, como lo hizo Jaeyoon. Pero alguien tomará su lugar. — Sus palabras se detuvieron por unos segundos, creyó haber escuchado a Jungkook burlarse de eso.

— Tú y yo tenemos opiniones muy diferentes sobre lo que hace a un buen hombre.

— ¿Qué quieres decir?

— Nada. Perdóname. — Jungkook miró hacia atrás con una sonrisa. — Después de todo, es decente y correcto decir únicamente cosas buenas sobre los fallecidos recientemente. No hay nadie que diga algo malo sobre los que recién fallecen. Incluso los más hijos de puta se tornan santos a ojos de la humanidad una vez que dejan de respirar. Es como si la muerta borrara todo lo que hicieron en vida.

Taehyung no supo qué hacer con eso o cómo reaccionar a sus palabras. Le hubiera encantado continuar con ese hilo de pensamiento, pero ahora tenía un dilema en sus manos: si le pedía a Jungkook que explicara con más detalles, este probablemente se daría cuenta de que él estaba trabajando en la investigación del asesinato de Jaeyoon. Aunque estaba destinado a convertirse en conocimiento público más rápido de lo que le gustaría, esto era algo que el peligrís quería mantener guardado en su pecho, al menos por ahora, mismo si el contrario ya manejaba la información básica.

Al final, optó por dejar el tema morir. Había muchas otras fuentes potenciales a las que podía recurrir para obtener información sobre las cualidades menos que estelares de Jo Jaeyoon. Si llegaba a necesitarlo, podría preguntarle a Jeon más tarde.

— ¡Aquí estamos, llegamos!

Ese aquí, era una colección de carritos de comida cerca de los muelles. Taehyung nunca se aprendió los nombres de sus operadores, ni ellos habían aprendido el suyo, pero había una fácil familiaridad en sus sonrisas amistosas, su risa bulliciosa y la forma en que sus ojos se arrugaron cuando le preguntaron qué quería.

— ¿Lo de siempre? — Taehyung tomó un poco de todo: algunos pretzels, salchichas en panecillo y algo más que tenía a Jungkook mirándolo con una ceja levantada.

— ¿Ostras y anguila frita? ¿En serio? ¿No crees que estás siendo un poco presuntuoso?

— Lo siento, ¿no te gustan las ostras? — El peligrís lo miró de reojo algo confundido. — ¿No les gustan a todos?

— Oh... No, yo solo... Pensé... — Jungkook se sonrojó. — No importa.

Taehyung no dijo nada al respecto, pero en ese momento, el doctor se veía bastante adorable. Fue una pena que ese momento no durara más de unos escasos segundos.

Se llevaron la comida y se sentaron justo en los muelles, observando el agua cuando el sol comenzaba a ponerse. No eran los únicos, pero el área estaba más vacía que de costumbre, lo suficientemente desierta como para que tuvieran suficiente espacio para ellos solos y privacidad. Eso era lo que la víspera de Año Nuevo le hacía a la mayor parte de la ciudad, alejando a la mayoría de su población de sus lugares habituales hacia donde serían todas las festividades de la noche.

— ¿Sabes que los criaderos de ostras de Lues se cerraron el año pasado? — Jungkook se encontraba inspeccionando una concha de ostra, sosteniéndola hacia la luz moribunda.

— Nada bueno dura para siempre. — Taehyung se encogió de hombros con una pequeña risa. — Estas ostras se comenzarán a importarse y seguramente serán cada vez más caras en los próximos años. Algún día tendré que dejar de venir aquí, lo cual es una pena.

— ¿Vienes aquí a menudo?

— Sí, algunas veces.

Un hechizo de silencio cayó sobre ellos como un sudario. El graznido de una gaviota, procedente de algún lugar por encima de ellos, lo rompió al poco tiempo, pero volvió y este silencio le permitió al peligrís sentir la mirada de Jungkook sobre él, esperando algo.

— Un amigo mío solía venir aquí conmigo todo el tiempo. — Habló finalmente apartando la mirada de Jungkook. — Él vivía cerca y yo visitaba su casa regularmente... — Lo cierto es que no quería dar más detalles sobre eso, afortunadamente Jungkook no se los pidió. — Nos atiborrábamos de comida callejera y luego, cuando estábamos demasiado llenos para caminar regreso a casa de inmediato, algo que sucedía cada vez, por cierto, — rio — nunca aprendíamos, nos sentábamos aquí por un rato y hablábamos.

— ¿De qué hablaban?

— ¿De qué suelen hablar los niños?

Taehyung se encogió de hombros, mirando al cielo. ¿Realmente quería tener esa conversación? Supuso que no era la opción más segura, pero de alguna manera se sentía bien. El agua, la brisa y la forma en que el contrario mantenía sus ojos en él con una mirada suave y pensativa en su rostro, lo tranquilizaba.

— Compañeros de clase, profesores, la guerra. ¿Con cuál de sus hermanos estaba peleándose ese día y por qué? Hablábamos sobre lo que queríamos ser cuando fuéramos grandes, luego hablábamos sobre cuáles serían nuestros próximos pasos si eso se hacía realidad. Un día, decidimos que queríamos ir a Scotland Yard. — Se rio débilmente. — Para ser honesto, creo que solo queríamos salir de esta isla tan similar a Japón o Corea, que no era una isla realidad, pero casi. Obviamente, nunca nos pusimos de acuerdo sobre cuál de nosotros era Holmes y cuál de nosotros era Watson, por lo que dijo que lanzaríamos una moneda al aire durante el viaje. Pero sí, ese era el sueño.

— ¿Qué sucedió? — Preguntaba el pelinegro acercándose más a él.

— Supongo que no estaba destinado a ser. — Esa fue la respuesta que dio con su vista perdida en el mar.

Una parte de él quería reírse de esa respuesta. Fue asombroso cómo se podía destilar una cantidad infinita de verdades: sueños, tragedias, cosas que fueron y cosas que podrían haber sido, en solo esas siete palabras. No es que no fueran ciertas, pero dicho de esa manera pasó por alto gran parte de toda la historia, haciendo que pareciera que era algo que acababa de sucederle, que solo había sido un espectador de todo.

— Este amigo tuyo... — La voz de Jungkook era tan suave que el contrario apenas podía oírlo por el viento. — ¿Él...?

— Su nombre era Kim Seokjin, recuerdo que de niños decíamos que por tener el mismo apellido éramos hermanos. Lo perdimos hace dos años y el mundo se ha vuelto un lugar peor después de eso. — Inhaló y exhaló profundamente ante la memoria de una de las personas que más amó en toda su vida. — No, no tienes que arrepentirte por hacerme esa pregunta. Sí, me he afligido, bla, bla, bla... — Jungkook no pudo evitar reír entre dientes.

— Pensé que no sería tu terapeuta por lo que resta de año.

— Cierto. — Mierda, se había olvidado de todo eso por un momento. Tal vez Jungkook no era el único entre ellos incapaz de apagar esa parte de su cerebro después de todo. —Perdón.

Negando con la cabeza, Jungkook extendió la mano y muy suavemente colocó sobre el brazo de Taehyung. — Gracias por compartir esto conmigo, Taehyung.

Si no hubiera seguido la conversación que acababan de tener, podría haber apreciado más el contacto. Pero la calidez de la mano de Jungkook se sentía reconfortante y opresiva a la vez. Le sonrió brevemente antes de alejarse y ponerse de pie.

— Creo deberíamos ponernos en marcha...

— ¿A dónde me llevas?

— Para ser completamente honesto, ni idea.— Una vez más, el peligrís sonreía. — Pensé que lo inventaría a medida que avanzo. — Ahí estaba, los labios de ajenos se curvaron en una sonrisa burlona.

— ¿Es esa tu filosofía general en la vida o una estrategia que reservas estrictamente para mí? — Mientras esperaba una respuesta, el pelinegro permaneció observándolo, notando que en realidad el propio Taehyung desconocía la respuesta a esa pregunta.

— ¿Importa?— Extendió su brazo, ofreciéndole una mano al doctor. — Vamos, puede ser divertido y si te aburres, puedes terminar la velada en cualquier momento.

El pelinegro se quedó mirando la mano durante unos segundos, logrando que el detective repensara sus acciones, pero luego lo tomó, se puso de pie y le susurró algo al oído.

— No creo que pueda aburrirme nunca de ti.

Doble actualización... Este fue un capítulo que tuve que dividir, el próximo viene en camino.

LORED

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