Capítulo 9

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Desde la primera vez que lo vio entrar en el bar de Hoseok, Taehyung quedó ensimismado por el hombre de cabellera negra que en esos momentos tenía frente a él. Le pareció curiosa, directa e intrépida su forma de hablar, todavía recordaba como hizo callar a aquel sujeto que mostraba abiertamente su desagrado. Ahora, poco había cambiado, podría decirse que se conocían más y a su vez, menos que en aquel encuentro. Por eso el peligrís se había quedado muy quieto frente a esa pregunta.

A pesar de que se había preparado un poco, la pregunta todavía se sentía como un puñetazo en el estómago.

— Antes de responder eso, — hablaba recomponiéndose, sorprendido de cómo su voz sonó mucho más firme de lo que esperaba. — Esta información no la obtuviste de Namjoon, ¿o me equivoco? — Tranquilo, Jungkook negó con su cabeza.

— No te equivocas. Esa información en realidad vino de ti mismo. — Frente la mirada confundida de Taehyung, sintió que debía elaborar un poco más su respuesta. — Cuando estábamos en los muelles, mencionaste el nombre de tu amigo, que su familia vivía en el área, también el año en que murió. No fue difícil hilar la información. Esos espacios tenían solo una intersección muy pequeña entre ellos. Eso, y que su familia había publicado un obituario en los periódicos, pude unir los puntos y confirmar tus palabras.

Taehyung esperaba a que todo eso fuera asimilado por su cabeza. Cada nueva frase agregaba un peso al hoyo en su estómago. Había sido tan jodidamente descuidado, cometiendo errores de novato por dejarse llevar en el momento.

— ¿Obtuviste todo eso de un comentario descartable que hice? — Forzó una carcajada. — Olvídate de las terapias, deberías preguntarle a Namjoon si tiene alguna vacante para ti en la agencia.

Jungkook le dedicó una mirada vacía y sin gracia. Sin embargo, él no estaba demasiado sorprendido; usar bromas como una distracción podría ser un éxito o un fracaso y esta había sido una ejecución mediocre de su talento.

— Murió en esa explosión, la de la calle Chambers, cerca del ayuntamiento, ¿verdad? Recuerdo que ese incidente causó un gran revuelo. — Recordar la muerte de Jin no era algo que quisiese hacer en ese instante.

— Era una destilería, un accidente. — Las palabras sabían planas en su lengua. — Había alrededor de una docena de policías en el área ese día.

— ¿Fuiste uno de ellos?

— No veo por qué eso importa.

— Por supuesto que importa. Él murió, tú sobreviviste. He visto a hombres quebrarse por eventos menos fatídicos.

Suerte... Esa fue la palabra que todos habían mencionado. "Eres tan afortunado." Esa fue una frase que detestó desde lo más profundo de sus entrañas. Los que lo conocían mejor habían mantenido la boca cerrada o dicho la misma basura a sus espaldas, pero con un veneno que solo se hacía más potente cuanto más lo picaban. Por inercia, Taehyung clavó las yemas de los dedos en el suave terciopelo del cojín, aunque únicamente fuera para moderar el repentino e irracional impulso de golpear la pared a su lado. Se preguntaba hasta dónde llegaría antes que ese doctor se diera cuenta. Era un pensamiento ridículo.

— De acuerdo, tal vez tengas razón. Asentía relamiendo sus resecos labios. — No estaba tan aliviado o agradecido de haber sobrevivido como debería haberlo estado. Yo era culpable.

— ¿Por qué? La explosión fue un accidente.

— Porque no fue justo. — Taehyung tomó el salvavidas invisible que el contrario había colgado frente a él, inconscientemente o no, corrió a él. — Uno de nosotros estaba en el lugar correcto en el momento correcto y eso hizo toda la diferencia. Debí haber estado a menos de cincuenta metros de él. Era tan...

La luz del fuego bailaba en los cristales de los anteojos de Jungkook mientras se acercaba, incitando al peligrís a continuar después de que se había apagado.

— ¿Aleatorio e inesperado? ¿Trágico?

— Sin sentido. — La palabra se le escapó en una ruidosa exhalación. No proporcionó absolutamente ningún alivio. — Eso es lo que fue, algo absurdo y sin sentido.

Podía ver las manos de Jungkook temblando, como si quisiera escribir todo lo que decía. Sin embargo, algo debió haberlo hecho cambiar de opinión después de mirar a Taehyung a los ojos, porque mantuvo las manos cruzadas incluso después de que la tensión las abandonara.

— ¿Cómo te sientes al respecto ahora?

— ¿Con respecto a qué?

— El incidente del que estábamos hablando.

— Ya te lo dije. Me he afligido en el pasado, ahora he seguido adelante.

— ¿Seguro de que lo has hecho? — Insistió. — Mencionas la culpa que sientes por haber sobrevivido...

—Voy a detenerte ahí mismo — interrumpió—, antes de que me acuses de lo que creo que estás a punto de acusarme.

— ¿De qué crees que estoy a punto de acusarte?

El detective quería reírse. ¿Jungkook realmente iba a hacer que lo dijera? ¿No había sido él quien tan astutamente captó el supuesto apetito de autodestrucción que él tenía, cuando el propio Taehyung no lo había hecho? Por eso estaba ahí, después de todo. Desde su último caso, Namjoon lo había mirado como si fuera una bomba de tiempo y el buen Dr. Jeon estaba de acuerdo con él. ¿Cuál era el punto de ser tímido y fingir que nada era así? El mayor había decidido que, si no podía hacer nada más, al menos podía negarle la satisfacción.

— Todo lo que sé es que me dieron una segunda oportunidad. Tuve una suerte estúpida, nunca voy a saber por qué. —No obstante, lo había aceptado, porque eso era lo que los individuos cuerdos y bien adaptados hacían con las cosas que no podían cambiar. ¿Qué otra opción había, de todos modos? — Renuncié a la policía porque, por mucho que no quisiera, ese incidente me dejó una huella más grande de lo que esperaba. Yo estuve comprometido. Tenía hombres bajo mi mando que no pudieron regresar a casa luego de esa explosión. Fue la única decisión responsable que pude tomar.

— Entiendo. — Jungkook finalmente tomó su cuaderno de nuevo y hojeó hacia la página anterior. — Te uniste a la Agencia Kim seis meses después.

— Tienes todo sobre mí desde ese momento en adelante.

Era difícil saber si Jungkook lo tomó como una acusación o simplemente como la pura verdad. No dijo nada en el minuto que le siguió, el crepitar del fuego fue el único sonido con el que los pensamientos de Taehyung tuvieron que lidiar, dejándolos libres para rebotar y hacer eco en las paredes de su cabeza. "Deja de hablar," le reprendía en su cabeza el más ruidoso de sus pensamientos. Él interioriza, graba cada palabra que dices y las pone bajo un microscopio para ver de qué están hechas. "Detente, no hables más".

— Creo que es una buena nota para terminar esta noche. — El doctor se empujó hacia arriba y salió de la mullida silla. Comenzó a moverse hacia su escritorio, pero se detuvo después de un segundo y retrocedió. Cerrando la distancia entre él y el diván, colocó gentilmente una mano en la mejilla de Taehyung. — Gracias por ser comunicativo conmigo, Taehyung. Sé que no fue fácil.

Así de simple, ya el nombrado no podía diferenciarlos más. ¿Era todavía el Dr. Jeon quien le hablaba ahora o era Jungkook? Ese Jungkook del bar, el pelinegro corriendo con él bajo la lluvia helada, el Jungkook de la Plaza Principal usando su abrigo. ¿Era ese que lo besó cuando estallaron los fuegos artificiales? El contacto solo duró unos segundos, pero Taehyung se encontró apoyándose en la mano, buscando el calor que prometía. Sabía que no podía tenerlo, no esta noche, por lo que trató de contentarse con una caricia muy tierna.

No dijo nada cuando Jungkook eventualmente regresó a su escritorio. Eso fue más agotador que varios de los interrogatorios más desafiantes que había hecho. Así era como se sentía, estar del otro lado de esas conversaciones. Taehyung no estaba seguro de ser un fan.

— ¿Tienes mi tarjeta de presentación contigo? — Él asintió y Jungkook le indicó que se acercara. — ¿Puedo verla, por favor?

Tuvo que apartarse del diván para dársela con cierta confusión, aunque pronto pudo ver sus intenciones. Jungkook le dio la vuelta a la cartulina, anotó otro número en el reverso de la tarjeta y se la devolvió.

— Este es el número de mi casa. Si alguna vez necesitas algo o si quieres hablar, en cualquier momento del día, si no puedes comunicarte conmigo aquí en la clínica, espero que llames a ese número.

A diferencia del número de su oficina, el número de la casa de Jungkook no era de ocho dígitos. Aun así, había una cualidad en la caligrafía del pelinegro que le producía la misma satisfacción; trazos precisos y agradables, hermosos como el hombre mismo, compensaban la falta de simetría con facilidad.

— ¿Esto está permitido?

— Depende de a quien le preguntes. — Jungkook rio suavemente. — Tal vez ya lo sepas, pero el campo en el que estoy practicando y desempeñándome todavía está en sus primeras etapas, especialmente en este lado del mundo.

— Así que estás improvisando.

— O, para decirlo de manera más positiva: hay líneas que se dibujan en la arena, por ahora. Estoy dispuesto a ser un poco flexible si te animas a encontrarme a mitad de camino.

Sonaba tan serio cuando liberó esas palabras. La pequeña sonrisa que llevaba en su rostro, una sonrisa real que parecía estar invitándole cordialmente. Quizás había un dejo de algo más allí, algo incierto, pero al mismo tiempo... ¿Esperanzador? Taehyung no podía soportar más esa amabilidad.

— Gracias, doctor. — Esbozó una breve sonrisa propia y miró fijamente los marcos de las gafas del contrario. — ¿Puedo irme? — Los ojos de Jungkook lo estudiaron con curiosidad, incluso mientras asentía.

— Que tengas una buena noche, Taehyung.

Se dijo a sí mismo que no debía obsesionarse con eso en el viaje de regreso a casa, negando la parte de él que estaba hambriento por el castigo, esa quería atropellar lo que recordaba de la sesión de esta noche y dejarla tirada en alguna olvidada zanja. Había sido mucho más cuidadoso esta vez, especialmente después de enterarse de todo lo que Jungkook había descubierto al mencionar el nombre de Seokjin. Sin embargo, no le había revelado nada a Jeon, nada que no hubiera encontrado ya en los periódicos. Incluso si hubiera preguntado, las otras dos personas que habían sobrevivido a ese encuentro se habían ido de la ciudad al día siguiente y nunca más se supo de ellas. Por lo que Taehyung sabía, ese suceso estaba cerrado, completamente hermético.

Todo estaba bien en el mundo, entonces, Taehyung podía contar la sesión de esa noche como una victoria. Después de todo, las falsedades más magistrales eran aquellas en las que ni siquiera se tiene que decir una mentira.

La mañana siguiente comenzó prometedora, cielo despejado, un mínimo atisbo de brisa, un frío más suave que no picaba la piel. Taehyung había decidido llevar a Yeontan a dar un paseo más largo ese día, porque tenía tiempo y quién sabía cuándo volverían a tener una mañana templada como esa. Se suponía que enero sería horrible para ese tipo de ilusiones.

Yeontan, parecía empeñado en olfatear hasta el último centímetro cuadrado de una bicicleta vieja y oxidada que alguien había dejado en la esquina. Como un padre que dejaba a su hijo divertir, se quedó mirando el pavimento y esperó a que perdiera interés, porque no podía negarle nada.

— Ese es un lindo perro. — Taehyung habría reconocido esa voz en cualquier lugar; lo llenaba de pura consternación verlo ahí, tan cerca de su casa.

— Es demasiado temprano para preguntas que no se pueden responder con sí o no, San.

— ¿Cree que eso es una dificultad para mí? — Choi San le entregó uno de los dos vasos de papel que sostenía con una amplia sonrisa. — Para usted. Cuidado, está caliente.

Realmente lo estaba, Taehyung lo sintió a la mitad de un sorbo. Le quemó la lengua y el paladar, lo cual era una molestia con la que tendría que lidiar el resto del día. Sin embargo, lo que era infinitamente más angustioso era el hecho de que todavía estuviese tan caliente. Con la temperatura que tenían, cualquier bebida se enfriaría en escasos minutos. Eso lo dejaba frente a la gran posibilidad de que San viviera en su vecindario ahora.

Mierda.

— ¿En serio tiene el hábito de beber cualquier cosa que le entreguen sin siquiera saber qué es? — San sonreía.

— No quieres matarme. Si lo hicieras, nunca obtendría su historia. — Taehyung se encogió de hombros y tomó otro sorbo. Aunque probablemente se había quemado la mitad de sus papilas gustativas, todavía estaba delicioso. — ¿Qué es?

— Algún tipo de mezcla de té, olvidé cómo se llama. ¿Ha oído hablar alguna vez de Los Paraguas de Seda?

— No puedo decir que ese nombre me suene.

— Es una tienda de té en el centro de la ciudad. Abrieron hace un par de años, debería visitarlos. Sus tés más baratos cuestan el doble que el café, pero valen la pena.

— Bueno, estaré atento. — Yeontan había vuelto a su lado y estaba sentado en la acera a sus pies. Era hora de terminar esta conversación, entonces; Dios, su día ni siquiera había comenzado y ya estaba exhausto. — Algo me dice que esta es una ofrenda de paz que se dio por adelantado.

— O un soborno. San se acercó, como si estuviera a punto de contarle un jugoso secreto. — Mira, mi editor ha estado respirándome en el cuello desde Navidad. En aras de ser proactivo, tengo una historia bonita y explosiva escrita, lista para publicar, sobre cómo la mafia acabó con Jo Jaeyoon. Todo lo que necesito es la confirmación del investigador privado que trabaja en su caso.

Por lo menos, San y el Daily Mirror no eran más que predecibles porque simplemente no podían. Tiró de la correa del canino y comenzó a caminar. — Vete.

— Ahora solo está siendo descortés. — Lo persiguió en un santiamén.

— Perdón. Gracias por el té, ahora vete, por favor.

— Sabes, lo vi venir. — El periodista parecía bastante feliz de correr a su lado cuando aceleró el paso. — Si no puedo publicar esa historia, bueno, es una lástima. Tendré que encontrar algo más para llenar la primera plana del periódico de mañana.

— Suena bien para mí.

— Dime... ¿Qué te parece una historia sobre el detective Kim Taehyung, al cual se le ve regularmente saliendo de algo llamado 'clínica psicoanalítica'?

Era raro, encontrar a alguien que pudiera amenazarle con la más dulce de las sonrisas. Todo, desde la forma en que sus ojos se arrugaron hasta el lenguaje corporal relajado y despreocupado que San emitió mientras esperaban que cambiara el semáforo, lo convertía en el hombre más amigable de la cuadra. Para todos los demás que los vieron, debió parecer que solo eran dos amigos en una conversación informal. Pero ninguno de esos transeúntes estaba lo suficientemente cerca como para apreciar que el periodista estaba enseñando los dientes.

— Yo mismo no entiendo toda esta elegante jerga médica. Tal vez sea más una cosa europea, — continuó, — pero ciertamente me parece que quienquiera que vaya a esos lugares ya tiene un pie en la puerta del manicomio. ¿Cómo reaccionaría ante eso la buena gente de Lues que sigue la historia del asesinato de Jo Jaeyoon, del hombre que podría haber sido su salvador? Realmente me estaba preguntando acerca de eso.

Taehyung había estado jugando estos juegos el tiempo suficiente para saber que no había una salida limpia de esta conversación.

— No tengo nada, — admitió finalmente. — No tengo pruebas sólidas. Todo lo que la policía tiene en este momento es una teoría. — San suspiró en su propia taza.

— Esas son viejas noticias. Voy a necesitar más.

— ¡Eso es todo lo que tengo!

El estallido repentino sobresaltó a Choi San e hizo que la cabeza de algunos extraños se girara en su dirección. Yeontan jadeó, presionándose contra el costado de su pierna. Taehyung se tomó un momento para recuperarse, apretando el puente de su nariz con el pulgar y el índice. Esto también pasaría, se tuvo que recordar a sí mismo ese detalle. Al igual que los problemas aleatorios de memoria y la dificultad ocasional para navegar en hilos de pensamiento muy complejos, también tendría que esperar a que pasaran. No volvió a hablar hasta que se hubo vuelto a controlar.

— Necesito algo de tiempo. ¿Puedes darme tiempo?

— ¿Cuánto? — Taehyung trató de encontrar el término medio entre el tiempo que el editor de San estaría dispuesto a esperar y la eternidad.

— ¿Un mes? — San se echó a reír.

— ¿Cómo se siente acerca de este título: "Un detective local a las puertas del manicomio"? — Taehyung quiso cerrar los ojos y calmarse, pero eso sería demostrar que se estaba sintiendo presionado, más que lo que evidentemente estaba.

— Entonces, una semana.

— Trato. — La luz cambió. San se quitó el sombrero y comenzó a caminar hacia atrás por la calle. — Fue genial verle de nuevo, detective. Estaré en contacto.

Taehyung lo vio alejarse hasta que llegó al otro lado y la multitud de la mañana se lo tragó entero. La hora punta estaba sobre él. Tenía que prepararse, pero se quedó quieto en medio de la acera, dejando que la multitud creciera y convergiera a su alrededor, hasta que Yeontan le dio un tirón a la correa y lo sacó de su estupor.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora?

Se había ganado unos días, claro, ¿pero era suficiente? Todos sus intentos de atacar el mismo problema habían resultado ineficaces hasta el momento. Tal vez lo había estado complicando innecesariamente al tratar de evitar la solución obvia, pero diablos, no había esperado que todo fallara. Si volvía al hotel ahora, ¿sería honesto el conserje con él? ¿Estaba el hijo del difunto Jo listo para hablar? ¿Compararía el trozo de tela que habían obtenido en la escena del crimen con el siguiente trozo de seda blanca que viera? Todo esto parecía tan probable como recibir una carta firmada en su oficina del asesino confesando todo.

Al final, en realidad solo había una respuesta a la que seguía regresando.

A la mierda con eso, finalmente decidió. Si iba a terminar haciéndolo sin importar qué, entonces lo haría esa noche.

+++

Cuando finalmente se decidió, no se sintió como jugar una carta de triunfo. Ahí no se podía obtener ninguna victoria, aunque Jimin o Namjoon podrían haber pensado lo contrario. Era solo la cena, con un beso de dulzura en su agua que hizo que Taehyung se preguntara si esta sería su última comida y él aún no lo sabía.

La Mafia no era una caja negra de entidades, informes y secretos que, de vez en cuando, se abría para depositar licor, montones de dinero sucio o cadáveres acribillados al mundo exterior. Era imposible que un grupo tan grande, todo un sistema, fuera completamente autónomo. Después de todo, estaba formado por personas, ¿qué eran las personas sino falibles?

Había fugas en las costuras de esa caja sombría, que incluso los altos mandos de la policía de Lues tenían miedo de tocar, parte de ese conocimiento había llegado a Taehyung. Sabía el nombre de la familia que actualmente tenía más poder, aunque eso era más un secreto a voces, el nombre estaba escrito en el costado de la torre en la esquina sureste del Parque Principal para que el mundo lo viese. Sabía que Park's, un restaurante cuyos platos orientales eran para morirse, era una fachada para la mafia, dato confirmado.

Sabía, por una conversación desesperada que había tenido con el dueño de un cabaret en movimiento hace dos años, que el actual Don era un hombre que daba mucha importancia a la formalidad y la tradición, todas las cosas buenas que convertían cualquier intento de comunicación con él en una ceremonia cercana al arte. Era básicamente un ritual, le había dicho ella, no porque él se considerara un dios, no, sino porque si no estabas ya en la familia, ¿cómo se suponía que iba a saber que podía confiar en ti? Taehyung no sabía si liberarse de ese secreto la había puesto en peligro, esperaba que no lo hubiera hecho, pero ahora estaba agradecido por saberlo.

Consigues una mesa cerca de la ventana en Park's y te sientas de espaldas a la puerta. Colocas una flor en el otro lugar frente al tuyo. Comes solo.

Taehyung se daba órdenes mentales para no cometer ningún error. Para ser justos, el galbitang, bulgogi y haemulpajeon estuvieron realmente deliciosos. Taehyung miró fijamente la única rosa roja que descansaba en el plato sin usar al otro lado de la mesa y se preguntó si había sido demasiado poco imaginativo. ¿Cuál sería la sanción por eso?

Cuando el mesero te pregunte cómo estuvo tu comida, le dices que envíe tus cumplidos al chef. En poco tiempo, el chef saldrá a traerte un postre o un espresso, según su estado de ánimo.

Fue lo último que Kim terminó recibiendo esa noche, entregado por el mismo hombre cuyo nombre adornaba el restaurante. Park Seonghwa, con su delantal y una sonrisa radiante, se deslizó en el asiento vacío frente a Taehyung después de haber colocado la taza sobre la mesa. De alguna manera, esperaba a un hombre un poco mayor, entre los cincuenta y sesenta años como mínimo, pero quien estaba frente a él parecía casi contemporáneo. Lo sabía, ya lo conocía de antes, pero siempre que lo veía volvía a tener la misma impresión porque no se imaginaba que alguien de su edad, incluso más joven, tuviera ese carácter, que hubiese adquirido tanto poder en organizaciones en donde la longevidad era importante. No cualquiera podía entrar en una organización, a veces pasaban décadas probándolos antes de realmente darles algo de trabajo serio.

— Estamos muy contentos de haber sido honrados con su compañía esta noche, — anunció, — Señor Kim Taehyung de la Agencia de Detectives Kim, que vive en 174 Dela. ¿Cómo ha estado su mascota estos días?

— Él está muy bien, gracias. — Si era un pequeño consuelo, al menos Yeonghwa no había recitado también el número de su apartamento. Asintió hacia la mano desnuda del hombre; hacía dos años, todavía lo recordaba, había habido un anillo allí. — Lo siento por su esposa.

— Confía en mí, fue una despedida mutuamente beneficiosa. — Park Yeonghwa se rio mientras apoyaba los codos en el borde de la mesa. — ¿Y cómo ha estado?

— Sobreviviendo. — Taehyung le dirigió una sonrisa afable. — Usted sabe cómo es.

— En efecto. Estoy seguro de que tienes historias tan fascinantes que contar. — Sus ojos brillaban con alegría.— Pero por ahora, a lo que nos concierne.

Si tienes suerte, él te dirá la próxima vez que el Don esté disponible para una reunión. Si no tienes suerte, te dirá que nunca vuelvas.

— ¿Bien?— Taehyung realmente no tenía mucho margen de maniobra ahí. Si la oferta más amable del Don era una reunión con más de una semana de antelación, sería demasiado tarde para impedir que San publicara esa historia. Brevemente, muy brevemente, consideró preguntar por adelantado, antes de darse cuenta de la insolencia en el pensamiento. Tendría que dormir con su arma debajo de la almohada después de eso. — ¿Qué dijo él?

— Pidió que le dijera que ha despejado su agenda, — murmuró Yeonghwa, — estará feliz de recibirle mañana por la noche.

Taehyung casi retrocedió ante eso. ¿Tan jodidamente pronto? Las personas que solicitaban una audiencia con el Don de esta manera tenían suerte si conseguían una reunión dentro del mes; diablos, él había oído hablar de miembros de la familia que no eran tan afortunados. No había estado esperando esa respuesta.

— Aunque me siento muy halagado de que sea tan amable de hacerme un tiempo así, — objetó, — no es una cuestión de vida o muerte. Puedo esperar unos días. Yeonghwa negó con la cabeza.

— Por el contrario, dijo que esta reunión con usted tiene dos años de retraso.

Por supuesto que había dicho eso. Taehyung se arrepintió incluso de mencionarlo.

Yeonghwa tuvo que regresar pronto a la cocina, pero se dedicó un par de minutos a discutir los detalles sin soltar ningún nombre propio. Al escuchar el lugar de la reunión, le aseguró que sabía cómo llegar a la Torre, porque era imposible pasarla por alto desde cualquier sitio de esa ciudad. También, tenía conocimiento del piso al cual debía ir, el segundo; muchos suponían que debía subir hasta los pisos más altos, pero las dos suites del ático en realidad estaban reservadas para los mellizos.

Taehyung, a diferencia del resto, no había cometido ese error la primera vez fue, porque su información era sólida y correcta, lo cual era bueno, porque su contacto lo había estafado por completo al cobrarle un precio tan exorbitante por ese dato. Disimuladamente, esa noche, Yeonghwa hizo alusión a su informante, pero de ninguna manera le daría el nombre de ella.

— Considera tu comida por cuenta de la casa esta noche. — Park Yeonghwa desechó todas las protestas de Taehyung, mientras guardaba la rosa en un bolsillo de su delantal. — No me des las gracias, — insistió.

Con eso, por supuesto, probablemente se suponía que Taehyung le expresaría su gratitud en persona, al día siguiente, por la noche. Honestamente, era como si estuvieran haciendo todo lo posible para no ser sutiles al respecto. Un maldito clásico.

— Buen viaje, señor Kim.

Al salir de Park's, fue recibido por una ráfaga de aire helado. Necesitaba prender un cigarro, así que lo hizo sin más, disfrutando de una profunda calada mientras se quedaba holgazaneando en la puerta del restaurante por unos segundos, dejando que el ruido familiar de autos, trenes y otros extraños lo envolvieran en un abrazo, como un viejo amigo.

La avenida era un mar de farolas, letreros de neón y marquesinas de teatro que ahuyentaban la oscuridad, algo que normalmente encontraba agradable en esa época del año. Ahora, sin embargo, era demasiado, un recordatorio descarado de que el mundo seguía girando, incluso después de que acababa de ir hacia su propia perdición. Seguiría girando mañana también.

Tal vez eso era lo mejor. Taehyung bajó la cabeza, descendió el ala del sombrero para bloquear las luces opresivas y salió a la noche.

+++

Creía que podía oír el tictac de un reloj, demasiado fuerte y demasiado lento.

¿Qué?

El sospechoso se encontraba a unos metros de distancia y tenía un arma apuntándole al pecho. Pero su brazo estaba temblando y sus ojos se deslizaron del rostro de Taehyung hasta el juez encogido como una bola en el suelo. Tenía al gerente del banco sollozando en silencio contra la pared. Un enorme reloj colgaba sobre una bóveda, eso le ayudaba a comprender lo que estaba pasando. Se trataba de un ligero ajuste de cuentas disfrazado como atraco.

¿En qué momento ocurrió eso? ¿Recién acababa de llegar? El resto de los clientes y empleados del banco se habían ido; ahora solo quedaban ellos cuatro dentro del edificio. Estaba tan tranquilo; el reloj era tan ruidoso. ¿Nunca había sido capaz de escuchar el caos que sabía que estaba ocurriendo en la calle?

No importaba. Esa vez Taehyung cambiaría el final, correctamente lo haría bien.

— Señor... le voy a pedir que mantenga esa pistola apuntándome, solo a mí. ¿Está bien? —Esta vez, se prometió a sí mismo que los salvaría a todos.

No, no lo haría. El sospechoso lo había estudiado y descifrado, de algún modo supo lo que quería hacer a continuación, así que cuando gritó y disparó, todo ocurrió igual que la vez anterior. El repentino estallido de dolor en su pierna, la floreciente mancha roja provocada por la sangre era idéntica. Ese reloj podría haber sido lento, pero Taehyung fue aún más lento. Cuando el sospechoso saltó sobre él y usó toda su fuerza para arrancarle el arma, junto con todo lo que estaba unido a ella, el peligrís no escuchó el enfermizo crujido de sus huesos esta vez o su propia voz mientras gritaba del dolor. Todo lo que podía escuchar era ese maldito reloj.

No necesitaba escuchar la explosión o los gritos que siguieron. Sin importar cuántas veces sucediera lo mismo, siempre terminaba exactamente de la misma manera. Se mantuvo cuidadosamente a un lado, lejos y fuera de la vista pública general, pero lo suficientemente cerca como para engañarse a sí mismo pensando que era parte de la ceremonia. Eso fue un error.

La última vez que ocurrió algo así, tuvo que escuchar a la hermana de Seokjin elogiarlo aun cuando la muerte de su hermano. Durante la homilía, volvió a escucharla, dar un discurso en nombre de su hermano. Cuando llegara su momento, ¿alguien tendría alguna buena anécdota o palabra que decir sobre él? ¿Le importaría a alguien? No podía pensar en nadie que lo hiciera. Por otro lado, trató de pensar en quién podría realmente celebrar su fin, la voz en su cabeza que lo odiaba todavía estaba recitando nombres cuando se dio por vencido.

Si tenía suerte, no sucedería antes de la partida Yeontan, no querría dejarlo triste y solo.

Mientras se encontraba perdido en sus delirantes cavilaciones, alguien lo vio y comenzó a gritar señalándolo. Mierda, ¿ya había terminado el funeral? Intentó escapar, pero no había nada más detrás de lo que esconderse. ¿En qué diablos había estado pensando, merodeando a escondidas por un cementerio? Eso fue un maldito error. La madre de Seokjin, que le había enseñado a trenzar su cabello, que siempre le servía en la mesa sus platillos preferidos, simplemente la mujer más amable que había conocido, dejó de llorar solo lo suficiente para decir:

— Yo desearía que hubieses muerto en su lugar.

Sí.

Taehyung también deseaba eso.

— Considérelo hecho. — Respondió y parpadeó, confundido.

Le tomó un momento recuperar su orientación, pero solo un momento; la pura opulencia que irradiaba esa habitación, desde verdaderas obras de arte grabadas en ventanas de vidrio esmerilado hasta muebles con incrustaciones de marfil y oro, era tan inconfundible como la línea de la mandíbula de ese hombre. Al Don le gustaban las cosas bonitas, decían todos. Era un conocedor de la belleza.

Taehyung dejó escapar un suspiro, olvidándose de mantener los ojos en el suelo.

— Suenas dudoso de esta promesa.

— No señor. Yo solo... — ¿Fue así de fácil? ¿Siempre había sido tan fácil? No, había una trampa en esto, estaba seguro de que tenía que haberla. ¿Por qué no podía recordar lo que era? Había repetido esta escena en su cabeza tantas veces, pero cada vez era como la primera. Nunca aprendía la lección. — ¿Puedo preguntar por qué?

— Ah, se pregunta qué gano yo. — Don Jung no levantó la vista del periódico abierto frente a él, riéndose de una propaganda cerca de la parte inferior de la página. — No se equivoque sobre esto, teniente, la única razón por la que sale de este edificio con todas sus extremidades y dientes intactos es porque lo considero una inversión. Se necesita una cantidad desmesurada de valentía y estupidez para llegar a mí de la forma en que lo hizo. Sin embargo, un día, quizás pronto o en un futuro lejano, estoy obligado a encontrarme en la necesidad de un hombre con su talento. Me deberá un favor; cuando llegue el día, espero poder cobrarlo.

Taehyung estaba empezando a recordar ahora.

Recordó, y por eso accedió, transmitió su respeto por última vez, y de inmediato se dirigió hacia la puerta. Las paredes y todos los adornos de la habitación se desdibujaron cuando se centró en esa salida. Necesitaba salir.

Necesitaba salir, porque -

— Espera.

Porque no había terminado. No era tan fácil.

— El favor que estoy a punto de otorgarte requiere una cantidad considerable de dinero. También trae un riesgo significativo para mi propia reputación y mi seguridad, así como la de mis hijos. — Oyó el crujido del papel y el suave ruido sordo de un zapato golpeando el suelo cuando el Don descruzó las piernas. — ¿Seguramente no pensaste que te dejaría ir sin obtener algún tipo de anticipo?

No fue el tictac de un reloj lo que escuchó; podría haber sido el latido de su propio corazón.

— Lo entiendes, ¿no? Por tu descuido, mi esposa... — El Don calló por varios segundos. —Un hombre tiene necesidades que ya no pueden ser satisfechas.

Nunca, nunca pudo cambiar cómo terminaban estos encuentros. ¿Por qué había esperado que alguna vez que pudiera lograrlo?

— Ven aquí. Déjame mirarte de nuevo, a la luz.

Al Don le gustaban las cosas bellas. Era un conocedor de la belleza.

— Qué ojos tan llamativos. — Extendió la mano hasta que su mano se cerró sobre la banda que había estado sujetando la cola de caballo en la base del cuello de Taehyung. Jaló, lentamente, liberando el cabello gris del teniente Kim para que cayera y descansara como una cortina sobre sus hombros, hasta la mitad de su espalda. — Eres casi tan hermoso como ella.

Realmente no había manera digna de sufrir el resto de esa hora, no sin vaciar su cabeza y perderse en su imaginación a un mundo desconocido que era silencioso y completamente vacío, a veces blanco, a veces negro, pero siempre la misma caja vacía en donde él podía refugiarse sentado en una esquina.

Taehyung mantuvo los ojos bien cerrados, tratando en vano de pensar en algo, las estrellas sobre el río o el mar, las ráfagas de las rejillas del metro que se sentían como vapor en los días de verano, cualquier cosa que no fuera el sabor a salado y amargo, el apretón del puño en su cabello o cómo cada embestida parecía golpear más y más profundamente en la parte posterior de su garganta, hasta que ya no pudo respirar. Al final, su garganta se cerró alrededor él y el Don solo se rio. Todavía tenía su periódico en una mano mientras usaba la otra para limpiar el desorden, con un mechón del cabello de Taehyung.

— Hagámoslo de nuevo en algún momento.

Cuando finalmente terminó, no terminó con él tambaleándose hasta quedar sentado o cayéndose de la cama por completo. Sin embargo, pensó que tal vez hubiera preferido eso, en lugar de despertarse con las sábanas enrolladas alrededor de sus piernas, sus manos aferradas con un apretón mortal alrededor de las sábanas. Sus ojos tardaron demasiado en adaptarse a la oscuridad. Miró al techo durante incontables segundos, convenciéndose de que no había una sombra allí con la forma de una chaqueta de esmoquin y páginas de periódicos, abalanzándose sobre él desde arriba.

No podía respirar. Había algo llenando su boca, bloqueando su garganta.

No podía respirar...

Taehyung no estaba seguro de qué finalmente terminó rompiendo el hechizo, si fue alcanzar la vigilia total o simplemente el puro instinto finalmente se activó, pero estaba agradecido por ello. Jadeó, aspirando aire hasta que le dolió el pecho, pero eso estaba bien, estaba más que feliz de vivir con eso, si eso significaba quitarle el dolor fantasma que aún persistía en su garganta.

Se empujó hasta quedar sentado y envolvió sus brazos alrededor de su torso para luchar contra un escalofrío. Joder, hacía mucho frío en ese lugar. Pero... ¿En verdad estaba frío? Estiró el cuello para ver a Yeontan, acurrucado y profundamente dormido en su cama en el piso de la cocina. Si la calefacción se hubiera apagado, como solía ocurrir una vez al mes, ya habría saltado a la cama con él.

No... La calefacción estaba bien, era otra cosa que la estaba rota.

Había dejado su abrigo al azar sobre el respaldo de la silla en su escritorio, bueno, su otro abrigo. Porque Jungkook todavía tenía que devolver el que había usado en la víspera de Año Nuevo. Recién lo recordaba ahora y, mierda... ¿Y si Jungkook tenía razón y ese efecto secundario era permanente después de todo?

La verdadera tragedia, supuso, era que no importaba. Esa ni siquiera era su preocupación más apremiante en este momento.

Esforzándose un poco, Taehyung pudo estirar la mano y tirar de la chaqueta hacia sí mismo sin tener que salir de la cama. Buscó a tientas en todos los bolsillos y encontró la tarjeta de visita de Jeon en el último de ellos. Ahora que sus ojos se habían adaptado a la tenue luz de la luna que entraba por la ventana, podía distinguir parte del número que el médico había garabateado en el reverso de la tarjeta.

"A cualquier hora del día". Eso era lo que había dicho Jungkook, ¿verdad? "Si alguna vez necesitas algo".

Era tan, pero tan tentador caminar hacia el teléfono, esperar a que Jungkook contestara y decirlo. "Necesito ayuda." Imaginaba que ni siquiera tendría que decir nada; con solo escuchar la voz del doctor, calmante y suave, hablando de cosas como bolsas de valores y perros y caza persistente, sobre cómo hasta la última persona en esa isla podría ser un trastorno de personalidad ambulante si uno se esforzaba lo suficiente, podría notarlo. Sería suficiente... Suficiente para castigarlo, suficiente para silenciar el ruido de los fantasmas y los arrepentimientos que rugían en su cabeza.

Seguramente, se habrán podido dar cuenta que todo lo que está en cursiva, son los pensamientos de Taehyung. Podrá parecerles confuso porque justamente, en su cabeza todo está igual. Dejo esta aclaración porque sé que después, muchos me escribirán diciendo que no entendieron muy bien el texto. Espero que les haya gustado el capítulo, nos leemos pronto.

https://youtu.be/3SxMcTy-4tg

Por cierto, Etterath ya tiene su trailer y quería compartirlo con ustedes. La canción que escogí fue la que me animó a publicar esta historia olvidada en mi baúl. Siento que pega mucho con los personajes. Así que me tomé la libertad de traducirla por mi cuenta y compartirla con ustedes.

Pensé que escuché tu voz,

Mi sonido preferido.

¿Había algo allí?

¿Había algo allí?

Sí.

Intentaba llenar el vacío,

Pero no sirve de nada intentarlo.

Aquí voy de nuevo,

Aquí voy de nuevo, sí...

El vacío ha tomado tu lugar (tu lugar, ohh)

Alimentándose con el demonio de tu sabor

Porque tú me persigues

Cada día, cada noche.

No tengo paz mental,

Hambre, constantemente,

De ti, todo el tiempo.

El cielo se está cayendo

Y quizás yo también.

Así que cázame, simplemente persígueme,

Hasta el día en que me muera.

Te apareciste en mis sueños anoche,

Y, maldición, se sintió tan real...

Tan real, tan real, tan real...

Así que intenté cerrar mis ojos otra vez,

Pero tú simplemente desapareciste.

Simplemente desapareciste.

LORED.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro