Capítulo 8

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Definitivamente, había algo que Yoongi le pediría a Taehyung por convertirlo en la nana de Yeontan cada vez que se dejaba consumir por el trabajo. Estaba dispuesto a pasearlo o incluso quedarse con la bola peluda en casa si su superior si iba a divertir o relajar, pero eso era algo que el mayor rara vez hacía. En esa noche, en donde volvía a sacar al perro porque su dueño se había pasado toda la noche investigando, Yoongi deseaba serle de mayor utilidad.

— ¡Uy, hola, cosita preciosa! — Aquella voz y aquella frase petulante logró que el pelinegro saliera de sus pensamientos para fijar la vista en un sujeto de cabello rojo que sonreía en su dirección.

— ¿A quién demonios llamas "cosita preciosa", imbécil?— Deteniéndose por un segundo, el hombre que iba en su dirección parecía estar completamente confundido. — ¿Sabes que puedo meterte a la cárcel por lo que intentas hacer?

— Según tú, ¿qué es lo que yo intento hacer? Tal vez podrías iluminarme porque parece que ambos tenemos diferentes puntos de vista.

Yoongi estaba listo para comenzar a hablar, pero los continuos ladridos de Yeontan hicieron esta tarea imposible. Intentaba retenerlo, algo difícil cuando el canino continuaba tirando en dirección del pelirrojo. Fue entonces que el ayudante de detective se dio por vencido, contemplando la manera en la que esa bola de pelos llena de nieve corrió hacia el sujeto con demasiado entusiasmo y alegría.

— Yeontan, preciosa cosita, ¿dónde está tu papá que te ha dejado con esta persona tan mal educada? — A medida que las palabras abandonaban sus labios, sus ojos se centraron en el pelinegro que por momentos desviaba su vista. Se sentía un poco estúpido por haber asumido algo que no era. — Buenas noches, mi nombre es Hoseok y soy el dueño del restaurante Magic Shop.

Si bien ese local era un grandioso bar clandestino, actualmente, su fachada legal era la de un restaurante que ofrecía también entretenimiento nocturno, un pequeño local de presentaciones. Los artistas que habían llegado a la ciudad buscando suerte, los inmigrantes sin papeles, otras personas que desde el fin de la guerra no habían podido reponerse porque lo perdieron todo, ahí, todos tenían la oportunidad de ganar algo de dinero. Más que un negocio que funcionaba bastante bien, era el aporte político que Hoseok se encargaba de brindarle a quienes no tenían opciones. Eso definitivamente no era del todo legal, pero ya se arriesgaba con tantas cosas que no le importaba ponerse en riesgo por un poco más.

— Supongo que lo trajiste porque estás en busca de golosinas, ¿verdad? — Con una sonrisa, le dio una última caricia al canino y se puso de pie. — Ven, te daré algo.

Yeontan permaneció en su sitio, como si supiera que no podía alejarse solo y sin el consentimiento de Yoongi. No obstante, tácitamente le pedía autorización, daba un pequeño ladrido, sus patas se movían algunos milímetros y luego se detenía para observar a quien lo había sacado a pasear.

El pelinegro seguía sin estar seguro, mas la disimulada mirada que el contrario dio a su alrededor le hizo seguirlo con la vista. Quizás estaba un poco paranoico desde que estaba ayudando a Taehyung en ese caso, pero en ese momento, podría jurar que mínimo dos hombres habían pasado unas tres veces por su lado desde que salió con Yeontan. Un tercer sujeto, se encontraba conduciendo el mismo trayecto innumerables veces. Lo curioso era que Hoseok había notado cuando salía a botar la basura que pasó en un vehículo y ahora regresaba en otro.

¿Estaban vigilando el Magic Shop?

Debería disminuir un poco el consumo de alcohol y las actividades hasta que al menos pasara el mes de enero. Con todo lo que las personas ganaban durante navidad y fin de año, el gobierno se volvía hambriento por recaudar dinero durante ese mes. La policía era como su perro de caza que iba por ahí multando y deteniendo a cualquiera por la mínima cosa. Por supuesto, muchos se libraban de siquiera tener que intercambiar palabras con ellos porque los sobornos eran el idioma que manejaban.

— Bien, te acompañaremos, pero no puedes darle nada de comer directamente. — Taehyung podía conocer al sujeto, pero él no. Prefería no arriesgarse cuando estaba a cargo del perro en ese momento. — Cuando su papá regrese, le puede dar lo que sea que tengas para el perro.

— Me parece bien. — Sonrió una vez más confundiendo a Yoongi. — Por aquí.

A varios kilómetros de ese lugar y varias horas después, ya entrada la mañana, el dueño de la Agencia de Detectives Kim se despertaba algo preocupado por la hora. No fue premeditado, pero tampoco estaba sorprendido por haberse quedado dormido. En silencio y con una leve sonrisa en sus labios, se dedicó a contemplar varios segundos a su acompañante antes de salir de la cama y dirigirse al baño.

Ya cuando regresó a la habitación, fue testigo de una hermosura sin igual que se desplazaba adormilada por el lugar. Sus miradas se encontraron, ambos sonrieron mientras Namjoon se acercaba para envolverlo en sus brazos y depositar un beso en sus labios.

— Buenos días. — Saludó recibiendo un asentimiento en respuesta junto a otro beso.

— Se nos ha hecho un poco tarde. — Musitaba alejándose en busca de su uniforme. — Creo que no podremos desayunar juntos.

— No te preocupes, nos quedamos dormidos, pero solamente veinte minutos más allá de la hora acordada. Desayunamos algo rápido y luego tomas un taxi, llegarás más rápido que con el metro. — Regresando a los brazos de Namjoon, el acompañante se relajó mientras era besado nuevamente. — Si quieres desayunas y llegar temprano, deberías detenerte, Jimin.

— La idea de gastar esa suma de dinero a tan temprana hora no es muy llamativa para mí. — Respondía el policía perdiendo sus dedos por el cabello de Namjoon.

Pronto, esos besos se convirtieron en algo más, manos traviesas que vagaban por sus cuerpos hasta hacerse con sus flácidos miembros. Permanecer así, no era una opción, pronto, con ayuda de sus lenguas intrépidas, pero perezosas y los movimientos de sus manos, ambos obtuvieron dos grandiosas erecciones que se encargaron de cuidar.

— Dios, ya tengo que irme. — Musitaba Jimin con su respiración entrecortada, todavía en brazos de Namjoon. — Feliz año nuevo, es agradable abrir los ojos el primer día del año contigo a mi lado.

— ¿De verdad? — Jimin asintió, pero Namjoon ladeó su cabeza con una mueca.

— ¿Qué pasa?

— No sé, en las últimas semanas me he dado cuenta lo mucho que pareces disfrutar de la compañía de Yoongi. — Confundido y luego divertido, esos fueron los estados de ánimo de Jimin. — En fin.

— Apenas lo veo, las únicas veces que intercambiamos palabras es cuando estamos trabajando en el caso. Sí, tiene cierto atractivo y me agrada su cercanía, pero no creo que suceda nada más.

— Si sucede... — El detective detuvo sus palabras, intentando relajar su ceño fruncido y aceptando otro beso por parte del policía. — Por favor, déjame saber si sucede algo entre ustedes.

— Lo haré, no te preocupes. Sabes que jamás te mentiría u ocultaría algo. — Dándole un fuerte apretón en el trasero ajeno, apretón que fue devuelto, Jimin sonrió antes de rozar sus labios una vez más. — Ahora si tendré que coger un taxi, pero ese gasto va por su cuenta, detective Kim.

— La policía sí que ha comenzado temprano la búsqueda de activos. — Recibiendo un leve empujón en su pecho, rio tranquilo. — Vayamos al baño, yo pagaré ese taxi.

+++

2 de enero de 1929

Empiezo a preguntarme si es posible que me hayan encomendado una tarea imposible.

La condición ganadora es bastante simple: descubre la verdad y actúa en consecuencia. El problema es que ese primer paso requiere que haga algo que no creo que tenga el estómago para hacer. Llevo días intentando pensar en alternativas, pero ya no se me ocurre nada. Tuve algunas ideas en el camino, pero cuando llegaron a la práctica, simplemente fracasaron. Así, burlándose de mis esfuerzos.

Se me acaba el tiempo. Realmente puede que tenga que tomar al toro por los cuernos pronto. Dios, ¿realmente no hay otra manera? ¿Tendré que enfrentarme a lo que he estado evitando deliberadamente durante tanto tiempo?

Sigo esperando que en la hora undécima, algo pueda salvarme. Pero los milagros son escasos hoy en día, aunque la esperanza de ellos es eterna.


Cuando Taehyung entró por la puerta de su oficina el primer día hábil del año, las luces ya estaban encendidas. No fue un nuevo archivo de caso lo que lo recibió, tampoco un nuevo cliente que buscaba el cierre de otro asesinato que había ocurrido de la noche a la mañana. Fue algo mucho más mundano, pero también mucho más peculiar, una caja de zapatos estaba situada en medio de su escritorio.

— Feliz Año Nuevo para ti también. — Yoongi estaba encorvado en la silla que había sido empujada contra la pared que compartía con Miyeon desde que podía recordar. Taehyung a menudo colocaba su abrigo sobre el respaldo de esta silla y tiraba su sombrero en el asiento, ahora no podía hacer ninguna de las dos cosas. Ese era un comienzo bastante extraño ese día. — ¡Por cierto, tu estúpido perro mordió mi bufanda favorita!

— Perdón. Te conseguiré una nueva. — Mientras cerraba la puerta detrás de él, tiró su abrigo y sombrero en la pila más alta de cajas de archivos para luego dirigirse hacia su buró. — ¿Qué es todo esto? —

— Llegó para ti esta mañana, es departe de la viuda Jo.

— Ah. — Asintió mirando todo.

Cuando abrió la caja, se encontró con una gran variedad de papeles, documentos gubernamentales, transcripciones de discursos escritos a máquina, cartas de familiares y socios comerciales. Una caja más pequeña dentro de esa caja contenía los registros bancarios personales del político, una libreta de ahorros junto a copias de los recibos de retiro y depósito apilados desordenadamente. Encantadoramente asfixiante. Los recortes de periódicos guardados en un sobre de documentos venían con una nota en la hermosa cursiva de su viuda escrita en la solapa: "Encontré esto en su estudio".

— ¿Y qué estás haciendo aquí? — Preguntaba ahora mirando a Yoongi.

— Estoy a su servicio hoy. — El menor le lanzó una mirada perpleja. —¿No te lo dijo Namjoon?

¿Namjoon se lo había dicho? En silencio se devanaba los sesos para tratar de recordar. ¿Qué día era hoy, de todos modos? ¿Era 2 o 3 de enero? Era 2 de enero, ¿cierto?

— Se me debe haber olvidado, lo siento. — Aclarándose la garganta, evitó los ojos de Yoongi. Tomó la gruesa pila de transcripciones de discursos y se la entregó. — De todas maneras, me alegra tener tu ayuda. Divide y vencerás, ese será nuestro lema del día.

El pelinegro aceptó las hojas con una mirada sombría en su rostro. — ¿Quieres decirme lo que estoy buscando?

— Cada vez que haya algo sobre La Cosa Nostra, no estoy seguro de si los habrá mencionado por su nombre, pero ¿quién sabe? Puede que tengamos suerte. Busca cualquier cosa relacionada con ellos.

— ¿Pero él no estaba en contra de todo crimen organizado?

— Sí... — Asintió deteniendo sus movimientos varios segundos. — Sí, sabes qué, tienes razón. Lancemos una red más amplia, avísame si alguna vez enfrentó públicamente a alguna de las organizaciones más pequeñas también. La Mano Blanca, la Tríada, cualquiera de las pandillas involucradas en esos chanchullos de números y tráficos tanto nacional como internacionalmente. Cada vez que mencionó a cualquiera de esos grupos en general, deberíamos tomar nota de cada vez.

— Ya me pongo en eso. — Asintió.

Mientras Yoongi se llevaba las transcripciones del discurso a la silla, Taehyung comenzaba a revisar los registros bancarios. Terminó pasando horas simplemente poniendo todo lo más ordenadamente posible, al final la mayor parte del lote realmente no valió la pena el esfuerzo. Jaeyoon pagaba sus cuentas a tiempo y había acumulado una cantidad decente de ahorros, pero nada por lo que valiera la pena matarse investigando.

Todo era bastante inútil. Supuso que habría sido demasiado pedirle al universo que le diera un registro de alguna transferencia bancaria de un miembro de la lista de enemigos conocidos de la Mafia. Si tuviera eso, podría entregárselo rápidamente a Jimin, olvidarse de ese caso y tal vez ir al Magic Shop temprano esa noche.

Sin embargo, hubo algunas cosas que le llamaron la atención. Jaeyoon había recibido una gran cantidad de donaciones de campaña en los últimos meses, nada demasiado dramático, en su mayoría pequeñas cantidades aquí y allá, lo cual era interesante porque Taehyung no podía recordar si alguna vez había anunciado formalmente su intención de postularse para alcalde. Había algo aún más intrigante, una serie de retiros cada dos semanas más o menos, todos por la misma cantidad exacta de $6.72. Volviendo a la primera instancia, Taehyung determinó que estos retiros habían comenzado hacía aproximadamente un año y medio. La última retirada de este tipo había tenido lugar la noche anterior al asesinato de Jo Jaeyoon.

— ¡Yoon!— Gritó. — ¿Qué puedes comprar por exactamente $6.72?

El nombrado reflexionó un poco, mirando al techo con los ojos entrecerrados. Finalmente, se encogió de hombros. — Me rindo, ¿qué puedes comprar por esa cantidad?

— Oh, no, era una pregunta seria. No sé, míralos. — Le hizo señas para que se acercara, señalando todos los registros sospechosos. Había demasiados y la cantidad era demasiado precisa para que todo eso haya sido una coincidencia.

— Esto es raro. — Yoongi le dio la vuelta a uno de los formularios de retiro, probablemente esperando algún detalle en la parte de atrás que explicara la razón de esos retiros. Oh, si tan solo pudieran tener un poco de suerte en ese caso. — ¿Tal vez la esposa lo sabe? — Sin vacilación, Taehyung negó con la cabeza lentamente.

— Le preguntaré, pero no me parece. — Hizo una pausa, considerándolo un poco más. — Hay alguien en esa casa que podría saber algo, pero no creo que esté dispuesto a hablar. Al menos no ahora.

— ¿El hijo? — Yoongi resopló. — Uno pensaría que él querría cooperar contigo, después de todo, solo estás buscando al asesino de su padre.

— La gente puede ser un tanto complicada. — Volvió a meter todos los papeles bancarios en la caja más pequeña. Quizá averiguaría qué hacer con ellos más tarde. Y si todavía estaba atascado al final del día, bueno, tal vez la ginebra le ayudaría a descubrir algo. — De todos modos, ¿cómo vas con lo que te di?

— A este tipo le debe haber encantado oírse hablar. Él sigue y sigue y sigue y sigue... — Dejó escapar un suspiro de frustración. — No he encontrado nada relevante o sospechoso, ningún nombramiento directo.

— Supongo que eso habría sido demasiado fácil. — Tamborileaba los dedos sobre la parte superior de su escritorio, mirando ocioso su reloj — Joder, ¿ya es casi mediodía? Tengo que irme.

— ¿A casa?

— Ya quisiera. Me dirijo al cuartel general de la policía, por fin nos dejarán ver las pruebas físicas de la escena del crimen. Jimin es un hacedor de milagros. — Mientras se ponía el abrigo, vio a Yoongi preparándose para irse también, pero Kim desestimó sus intenciones con la mano. — No tienes que venir para esto si no quieres. Te dejo libre, ve a almorzar, vuelve en una o dos horas.— Yoongi no dijo nada, se limitó a mirarlo fijamente. — ¿Qué?

— Yo... Pensé que íbamos a almorzar en Euphoria hoy. Se supone que debías comprarme carne y de postre pastel de queso.

Mierda. ¿Cuándo había hecho esa promesa?

— Cierto... Dije eso, ¿eh? — Taehyung forzó una risa y luego tuvo que reprimir una mueca por lo horrible que había sonado. — Por supuesto, por supuesto. Ven entonces, almorzaremos después. Invitaré a Jimin también si tiene tiempo y si te parece bien.

La mirada de Min parecía querer quemar agujeros en la parte posterior de su cabeza cuando salieron de la oficina. Estaba mirándolo tan fijamente que era obvio que quería decir algo y Taehyung sabía lo que debía costarle mantener quieta esa lengua peligrosa. Creyó que estaría a salvo una vez que salieran del edificio, pero, por supuesto, Yoongi inmediatamente volvió a hablar en cuanto su pie tocó la acera.

— Este efecto secundario o lo que sea. No es permanente, ¿verdad? — Dios, Taehyung esperaba que no.

— No. Solo necesito dejar que todo siga su curso. — Eso era lo que le habían dicho los médicos, ¿quién era él para cuestionar su sabiduría? Metiendo las manos en los bolsillos le dio una mirada a Jungkook junto a lo que él esperaba que fuera una sonrisa cautivadora. — No estás realmente preocupado por mí, ¿o sí?

La nariz de Yoongi se arrugó con disgusto, incluso aceleró el paso como para probar algún tipo de punto, pero no lo negó. De alguna manera, para quien se quedó atrás observándolo, eso era peor que cualquier respuesta.

A Taehyung siempre le gustaba visitar la sede central de la policía de Lues, un gigante edificio de cinco pisos que era prácticamente un palacio. Lucía dramático e imponente por donde se le mirara, con sus cúpulas y columnatas de inspiración renacentista, también muy francesa. Los adornos tallados que decoraban la fachada disfrutaron de más atención de la que algunos policías le habían prestado jamás a la escena del crimen.

Anteriormente, según le había dicho Namjoon, este lugar había sido ocupado por puestos de carnicería. Taehyung siempre había pensado que se podían hacer comentarios mordaces sobre eso, pero nunca había tenido la oportunidad de sentarse y encontrar las palabras adecuadas para hacerlos él.

— ¿Por qué diablos están todos mirando?

Yoongi se abrió paso entre el estrépito de voces, pasos, papeles crujidos y unas pocas docenas de otros ruidos de oficina que carecían de toda delicadeza.

— Creo que podrías estar imaginando cosas, Yoon. — Le sonreía.

— No me lo estoy imaginando, — insistió. — Siguen mirándonos raro, justo como ese tipo. — ¡Oye! — Levantó ambos brazos y miró a un hombre que podría o no haber estado mirando vagamente en su dirección. — ¿Tienes un problema o se te perdió algo?

— Vamos, Yoon, no seas tan agresivo y grosero, somos invitados aquí. — Hablaba agarrando sus muñecas, obligándolo a bajar sus brazos.

El hombre finalmente se alejó. Yoongi liberó sus brazos y los cruzó sobre su pecho, frunciendo el ceño ante una serie de placas conmemorativas en la pared.

— Es mejor que esa tarta de queso y el cordero valgan la pena. — Taehyung suspiró y miró por la ventana.

Mirar a cualquier otro lado lo habría puesto en contacto visual, al menos indirecto con uno de los policías en este piso. Lo peor era que Yoongi no estaba equivocado, realmente estaban siendo observados con cierta intensidad y rareza. No obstante, él no iba a aumentar la agitación del detective más joven al confirmar eso, podría peor aún, con Yoongi queriendo pelearse con todos ellos. Con su historial, era mejor mantenerlo tranquilo. El equilibrio inestable seguía siendo equilibrio a fin de cuentas y mientras nadie se les acercara, no habría problemas. Jimin había sido quien les dijo que lo esperaran en esa área, por lo que tenían todo el derecho de estar ahí.

A pesar de esto, Taehyung deseó haber elegido cualquier otra parte de ese edificio como punto de encuentro, la sala de radio, el gimnasio o el infierno, incluso cualquiera de los dos sótanos que se rumoreaba que se conectaban a algún túnel subterráneo secreto. Allí, al menos, no se habría quemado bajo todas las miradas de esas personas o ahogado lentamente en las murmuraciones que pretendía no escuchar. ¿Qué diablos había estado pensando Jimin? Seguramente su presencia ahí sería terrible para la productividad del piso.

— Lamento haberte hecho esperar. — Salvación, Jimin finalmente había llegado trayendo una montaña de papeleo. Realizó una corta venia en dirección de Yoongi y, rápidamente, le lanzó una mirada aterradora a todos los que se habían quedado caminando en su órbita, hasta que el último rezagado volvió al trabajo.

— Wow, — se rio Taehyung al ver ese lado de Jimin. Ya era capaz de respirar tranquilo ahora que ya no había ningún ojo sobre él. — Mírate, paseándote por aquí con esa potente aura que solo un jefe puede emanar, lo llevas natural en la sangre, siempre te lo he dicho.

Jimin, que nunca había dominado del todo el arte de aceptar un cumplido a menos que tuviera algo que ver con resultados concretos y tangibles de su trabajo, le regaló un asentimiento como agradecimiento.

— Me está tomando un tiempo acostumbrarme. Intento que no se me suba a la cabeza. — Sus labios se curvaron y casi formaron una sonrisa. — Pero estaría mintiendo si dijera que no lo disfruté un poco.

— Créeme, si a algo las personas se acostumbran rápido, es a las cosas buenas, el poder, el dinero, la tranquilidad, son cosas adictivas. — Había una pequeña bandeja encima de todos los papeles que había traído Jimin, Taehyung no pudo evitar mirar adentro, encontrando tres trozos de tela, los mismos que la policía había encontrado en la escena del crimen, sin duda, almacenados por separado en pequeñas bolsas transparentes marcadas con etiquetas. — ¿Eso es todo para mí?

— Si los quieres. — Jimin eligió una de las bolsas y la separó del resto. — Hemos comparado estos dos primeros con las sábanas y la ropa de la víctima. Este último es un misterio.

— Tomaremos el misterioso, — anunció Yoongi.

— Parece seda. — Realmente lo parecía a vista del peligrís cuando lo levantó para captar la luz del sol. Sin embargo, el motivo por el cual Jimin lo miraba fijamente mientras decía esto, estaba más allá de él. — De hecho, si tuviéramos que ir con la teoría de la mafia y si yo fuera un apostador...

— Ni siquiera lo digas. — Negaba con un sutil jadeo. Lo había pensado desde el comienzo, incluso buscaba pruebas de ello, pero la confirmación era algo muy diferente.

— No puedo evitarlo. — El policía se encogió de hombros. — Son una especie de firma, ¿no lo crees? Es algo típico.

Había una vez, un reino llamado Piccola Italia, en Lues, había coronado a una reina. Por aquel entonces, ella había sido una socialité, siempre del brazo de su marido, una de esas cositas bonitas y frágiles que todo el mundo amaba y trataba de complacer. Llevaba siempre guantes largos, blancos, guantes de seda que saldrían lo mismo en ocasiones especiales que los martes al azar por igual. Se veían hermosos en ella, casi perfectos. Algo sobre sus manos siempre estando completamente limpias y desnudas, hechizaban a todo aquel que las mirara o eso decían los susurros.

Sin embargo, no los había usado el día que murió quemada. Esos guantes no se habían vuelto a ver hasta el día de su funeral, cubriendo las manos y los brazos de su única hija. Algunas cosas estaban destinadas a permanecer limpias para siempre.

— Jung Yuqi no mata a la gente, — suspiró Taehyung. — Está rodeada de demasiados hombres que pelearían y se matarían unos a otros por la oportunidad de eliminar a quienquiera que ella les diga. ¿Por qué se tomaría ella esa molestia?

— Una excelente pregunta para que la agencia Kim la aborde. — Sí, por supuesto que lo era.

— Listo. ¿Tuviste suerte con el arma?

— Me temo que no. No hemos dejado de buscar, aunque la verdad es que no sé cuánta suerte tendremos.

— ¿Qué pasa con la botella de vino?— Esta vez preguntó Yoongi. — ¿La que estaba destrozada y esparcida por todo el suelo?

— No sabemos con certeza de dónde vino. El consenso parece ser que JJ o su asesino la trajeron. — Jimin hablaba, pero la reveladora mirada en su rostro llamó la atención del detective.

— ¿Pero...? — Sabía que había alguno.

— Para ser honesto, tengo el presentimiento de que vino del propio hotel. Sin embargo, no he podido confirmarlo.

— Porque obviamente no te dirían eso, — se burló Yoongi.

— Obviamente. — Espetó Jimin ignorando la diversión en el rostro del pelinegro. Era obvio que nadie le diría a uno de los dirigentes del escuadrón de la prohibición que estaban consumiendo u ofreciendo cualquier tipo de alcohol. Con una mirada a Taehyung bastó para que este supiera la dirección en la que se dirigiría la conversación; no necesitaba la expresión excesivamente educada y vacilante que Jimin le ofrecía.— Si fueras tan amable...

— Intentaré dar lo mejor de mí. — Taehyung tomó la bolsa con el trozo de lo que probablemente era seda. Estaba a punto de guardarlo en su bolsillo, pero cambió de opinión en el último segundo y se lo arrojó a Min. — Aunque no puedo prometerte nada. La última vez que estuve allí, todo lo que obtuve del personal del hotel fue un montón de mentiras.

— Gracias.— Jimin dejó escapar un suspiro, como si le hubieran quitado un peso de los hombros. Apreciamos esto. ¿Lo sabes bien?

¿Apreciamos? Taehyung tuvo que reprimir el impulso de preguntar a quién, exactamente, se refería con esa inclusión.

— Lo sé, Jimin, no te preocupes.

Lo que siguió fue un mar interminable de formularios que tuvo que firmar antes de poder salir del edificio. Resulta, que la mayor cantidad de papeles que Jimin llevó para investigar eran para Kim. Vio a Yoongi sosteniendo la tela hacia la luz, mirándola con una mirada aturdida en su rostro, y Taehyung sintió profundamente ese extraño sentimiento sin palabras. A pesar de todas las pruebas que le habían arrojado a delante, en absoluto no se sentía más cerca de resolver ese caso.

+++

Miércoles.

Desde aquel final y comienzo de año, ese día de la semana había estado repitiéndose en su mente. Ahora estaba ahí, viendo nuevamente el rostro de la persona más atractiva que había visto en su vida.

— Me gustaría que me cuentes cómo fue tu día.

La luz de la chimenea de la pared detrás de la cabeza de Taehyung, titilante y cálida, proyectaba un interesante espectáculo de sombras en movimiento sobre el rostro de Jeon Jungkook. En un extremo de su oficina, frente a la pared atravesada por estanterías, se había instalado un rincón de conversación más íntimo, con una silla mullida y un sofá cama victoriano, lleno de cojines y cubierto con finas alfombras persas.

Jungkook había querido llevar a cabo la sesión de ahí, así que justo ahí estaban.

En verdad ese hecho no era relevante para Taehyung, le importaba bien poco si las sesiones eran en ese espacio o debajo de un puente. Quizás, si Jungkook no hubiese sido quien lo debía revisar mentalmente y él hubiese tenido otro interés, no estuviera todavía con esas de las terapias. El diván era infinitamente más cómodo que las sillas frente al escritorio de Jungkook, así que se recostó allí con las manos cruzadas sobre uno de los cojines, que había descansado sobre su estómago.

— ¿Eso realmente va a ser tan útil para usted, Doc? Mi día fue bastante aburrido.

— Lo que usted llama aburrido, algunos pueden llamarlo tranquilo. Para otros, tal vez algo así sería un alivio. Es importante tener un marco de referencia para todo lo que observamos.

— ¿Es eso lo que va a hacer todas las semanas? Preguntarme cómo fue mi día, hasta que tenga suficientes datos para llegar a una línea de base. Puedo decirle cómo terminará eso. Como dije, es algo aburrido. — Jungkook escribía algo en el cuaderno en su regazo. ¿Ya, tan pronto estaba escribiendo? Taehyung se giró para mirarlo y se encontró con una sonrisa neutra de labios cerrados.

— Complázcame, detective.

Con un suspiro, Taehyung se resignó a mirar de nuevo al techo. No sabía por qué no había notado esto antes, pero el techo de la oficina era solo una simple y sólida extensión blanca. Deseó haber tenido al menos algunas ovejas para contar.

— Llevé a Yeontan a dar un paseo por el vecindario, — finalmente comenzó. — Encontró un montículo de nieve, creo, al lado de mi sastrería. Parecía realmente interesado en él, no sé por qué. Estaba completamente congelado por la ola de frío de anoche, por lo que no pudo encontrar lo que quería allí, pero se divirtió.

Más ruidos de garabatos y pluma raspando contra papel llenaron el aire. Taehyung se preguntaba cómo casi siempre estaba escribiendo, ¿qué tanto podría escribir sobre él?

— ¿A qué hora fue esto? — Taehyung trató de recordar, pero se quedó en blanco.

— ¿A qué hora ocurre el amanecer? — Una sonrisa adornó el rostro del pelinegro.

— Nunca sabría la respuesta a eso. ¿Siempre empiezas el día tan temprano?

— La fuerza de la costumbre, supongo. — Respondió, mas esa primera parte de la respuesta de Jungkook no se le había escapado. — ¿Es usted un ave nocturna, Doc?

Jungkook se limitó a sonreír mientras a escribir algo. No fue sorpresa su falta de respuesta. El buen doctor había dejado muy clara la expectativa de que, al menos mientras estuvieran en esa habitación, el flujo de preguntas solo iría en una dirección. Cualquier excepción a esa regla tendría que contarse como una gracia divina, un milagro de San Jeon.

— Cuéntame más sobre tu mañana. Parece que tienes una rutina establecida.

Más o menos, se podría decir que sí, mas no había mucho que contar. ¿Cuántas permutaciones debía de prepararse para irse, agarrar algo de un camión de comida y hacer el mismo viaje desde su apartamento a la agencia todos los días?

— Cuando llegué a la oficina, Yoon, Min Yoongi, ¿creo que te hablé de él? — Si no lo había hecho, Namjoon debió haberle dicho, porque Jungkook tarareó al reconocer el nombre. Taehyung pensaba que seguramente le había mencionado a Yoongi, aunque solo fuera para señalar que era muy gruñón, no podía recordarlo con seguridad. —De todos modos, me estuvo esperando, así que trabajamos juntos hoy.

— Ya veo. — Para el momento en que volvió a hablar el pelinegro, el detective pudo escuchar una sonrisa en su voz. — Pareces encariñado con él.

— ¿Eso parece?

— Hablas de él con cierto afecto, más de lo que escucho cuando hablas de tus otros colegas.

¿Era de ese modo? Realmente nunca había pensado en ello; le caían bien Miyeon y Yeosang.

— Bueno, sigue siendo joven, tiene hambre. Eso es bueno para él. No tuvo exactamente la infancia más fácil... Solo quiero que tenga éxito.

— ¿Te recuerda mucho a ti mismo, cuando tenías su edad?

Taehyung se echó a reír antes de que pudiera evitarlo. Yoongi era menor que él, mas eso no significara que tuvieran una amplia diferencia de edad, no hacía una gran diferencia cinco años menos. Aunque bueno, cinco años atrás, él todavía era una persona diferente, Seokjin seguía vivo. Aun así, esa era una idea completamente ridícula.

— Ni siquiera un poquito. — Ahí iba, una vez más Jungkook sonrió y rápidamente procedió a llenar lo que parecía una página entera con notas.

— Ya veo.

Removiéndose en el diván para no tener que voltear la cabeza para ver el rostro de su doctor, Taehyung exhaló profundo. En realidad no fue muy difícil mantener las dos entidades separadas en su cabeza: Jungkook en un extremo y ese Dr. Jeon en el otro, abstraídos dentro de las paredes de esa oficina con sus preguntas mordaces y garabatos implacables. Fue durante sesiones como esas cuando Taehyung más se preguntaba, ¿qué tenía en mente? Había sido obvio desde el momento en que entró por la puerta al comienzo de la hora que no iban a estar hablando de la víspera de Año Nuevo.

¿Esa noche no había significado nada para Jungkook?

¿Simplemente no le importaba?

A Taehyung definitivamente le importaba. Tuvo la intención de traer la bufanda del pelinegro con él a esa sesión como un recordatorio silencioso de lo sucedido. La había dejado sobre el respaldo de su silla, para estar seguro de verla, pero lo había olvidado de todos modos. Maldición, le hubiese gustado ver su reacción si lo veía aparecer con ella.

— Tenía que hacer un recado en la estación de policía, así que lo llevé, — continuó. — Estaba molesto porque la gente nos miraba.

— ¿Los observaron mucho?

— ¿Quizás? — Se encogió de hombros. — Estábamos sobresaliendo como pulgares doloridos, esperando en el medio del piso principal. Supongo que se habrán hecho una idea equivocada de nosotros.

— ¿Es esa la mentira que le dio al Sr. Min para aplacarlo? — Ante esta pregunta, el detective frunció el ceño.

— ¿Disculpe?

Jungkook cerró con cuidado su cuaderno y lo dejó a un lado en la pequeña mesa redonda al lado de la silla mullida. La pluma siguió poco después. Apoyando los codos en los brazos de la silla y juntando los dedos frente a él, centró toda su mirada en el paciente.

— Taehyung, voy a hacerte una pregunta que probablemente estarás tentado a eludir. Por el bien de que avancemos en nuestro trabajo aquí, agradecería una respuesta honesta.

Mencionaba su nombre y no le hablaba de usted aun si estaban dentro de su oficina. Imposible negar que el nombrado se encontraba dislocado con esa pregunta. No estaba seguro de qué hacer exactamente con el cambio de postura de Jungkook, pero no parecía prometedor.

— ¿Qué te hizo decidir que ya no querías ser policía?

¡Hola por aquí! Lo prometido es deuda, aquí está la actualización de hoy. Espero que les haya gustado el capítulo, ya hoy no actualizaré más porque ya saben, es el último día del año y lo quiero disfrutar con mi mami.

¡Les deseo un feliz y próspero año nuevo!

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