Trece

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Estás muy callado. —JongHyun observó a un silencioso JinKi, quien mantenía la mirada baja, concentrado en mover la cuchara del café.

—Puede ser.

—¿Pasa algo? —interrogó arqueando sutilmente una ceja, dio un corto trago a su bebida— ¿te sientes mal?

—Extraño a KiBum, es todo.

El moreno evitó a toda costa el rodar los ojos con fastidio, no por JinKi, más bien por KiBum, no lo conocía en persona pero ya sentía gran desagrado hacia él, no solo porque se había casado con su amor de secundaria, no, también porque causaba emociones negativas en JinKi al tenerlo con la gran duda del qué estaría haciendo. En verdad se estaba esmerando por conquistarlo, en verdad lo hacía pero el CEO parecía inmune, sumido en sus pensamientos.

¿Cuántos días habían pasado?

¡Doce días de esmero, de invitarlo a salir, a comer, a cenar, de invitarlo al cine e incluso a su departamento a tomar una copa!

Todo aquello no había generado ningún efecto en el ajeno, quien se mantenía con la mente y el corazón lejos de su alcance, y eso le abrumaba.

—¿No han hablado o algo?

—Sí, la última vez que hablamos fue hace dos días —siguió moviendo la cuchara lentamente, desinteresado en su acompañante— el cambio de horario dificulta muchas cosas. Todo va mal.

—¿En qué sentido?

—En todo —finalmente alzó la vista, dejó de lado la cuchara para poder masajearse las sienes con ambas manos, en clara señal de frustración—, TaeMin ha estado evitándome, oculta algo, ya ni siquiera le dejo a YooGeun por temor a que me evite y por otro lado mi hijo me necesita, el trabajo me consume, llego a casa y lo encuentro dormido, ni siquiera puedo pasar tiempo con él y ahora —suspiró dejando ir la frustración—, debería estar con él pero en su lugar estoy aquí contigo, tomando un café insípido debido a que extraño a KiBum y sé que si le hablo probablemente me contestará cortante porque está ensimismado en el trabajo o quizá dormido, agotado por todo el ajetreo, si le marco a MinHo sucederá lo mismo, o duerme o trabaja y estoy frustrado porque siento que estoy viviendo un extraño sueño pero no... —volvió a bajar la mirada, derrotado— mi cruel realidad es que nada está bien.

JongHyun tensó los labios, fijó la mirada sobre el adverso y acercó la mano para posarla sobre la de tez más clara, al hacerlo le dio un suave apretón en señal de consuelo.

—Estoy aquí, sabes que estaré aquí para escucharte, si te sientes mal por dejar solo a tu hijo ¿por qué no vamos con él? aún es temprano y podrás jugar un rato para pasar un momento de padre e hijo.

JinKi alzó la mirada, observó la sonrisa que le regalaba JongHyun y relajó los hombros. Al menos el moreno no se había puesto en plan exigente por desviar su salida; así que tras pagar los cafés, fue él quien llevó a su ex compañero hacia casa, le emocionaba la idea de que conociera a su hijo, un pedacito de él que le unía a su amado KiBum.

El trayecto fue silencioso pero cómodo, JongHyun era un hombre que no era arisco pero tampoco sentía fascinación por los niños, solo si el momento surgía no dudaba en cargarlos y mimarlos.

Sin embargo y cuando ya estuvieron en la casa de un relajado JinKi, no pudo evitar asombrarse al conocer al pequeño YooGeun. ¿Acaso no lo veía claro JinKi? En su mente, al fijar la mirada sobre el anfitrión, no pudo evitar imaginar semejantes cuernos, añadiendo a su lista de KiBum un motivo más para desagradarle y ahora incluso, para odiarle.

—¿Cómo conociste a tu esposo?

Ambos yacían sentados en el sofá, JinKi mantenía a su hijo entre sus piernas mientras jugaba con sus manos, la sonrisa radiante era un sedante para el moreno puesto que solo se había encargado de observar la escena con fascinación sintiéndose un poco intruso.

—En una presentación de ropa —entrecerró los ojos dudoso, tratando de recordar el evento—, sí, fue en una pasarela de cierta marca europea, no recuerdo el nombre pero se hizo aquí para presentar una colección, él se sentó a mi lado y hablamos, fue tan natural aquello que puedo asegurarte que me enamoré a primera vista.

JongHyun asintió forzadamente, posó la mirada sobre el menor de los tres quien apenas y le prestaba atención ya que su concentración estaba en las manos grandes que jugaban con él.

—¿Y se casaron al instante?

—Oh —alzó el rostro y sonrió, dándole a JongHyun un latigazo celestial por aquella muestra de felicidad. Una muy dolorosa para él—, a los tres meses nos casamos, fue muy gracioso el hecho de que quien propuso matrimonio fue él, no yo.

—¿No deseabas casarte?

—¡Por supuesto que sí! pero mi timidez ganaba y no sabía cómo proponérselo, entre mi miedo a ser rechazado y mis nervios por escoger el anillo adecuado, llegó él una noche y me propuso unir nuestras vidas.

JongHyun arqueó una ceja, ¿de qué iban los juegos de KiBum al actuar así? o ¿acaso él era quien mandaba en la relación?

—Y se casaron.

—Así es.

—Y nació YooGeun.

—Creo que fue cerca de nuestro primer aniversario que él me informó que íbamos a ser padres, fue la noticia más feliz de mi vida y mira ahora, tengo a mi hermoso hijo aquí.

El moreno asintió, posó la mirada en el único cuadro grande donde se apreciaban a los esposos, juntos, sonrientes y unidos por sus manos, para JongHyun no pasó desapercibida la sonrisa de su ex compañero, era radiante, transmitía no solo paz y tranquilidad, también había alegría y euforia por un evento que posiblemente el ingrato de KiBum no consideraba importante.

Tenía una semana aún para continuar sus planes de conquista, una sola semana antes de que KiBum retornara a su hogar e hiciera de JinKi alguien manipulable a causa del amor.


▒•••▒


Todo era caos. Todo.

KiBum yacía arrodillado, con la mirada centrada en aquel trozo de tela que él conocía como una caída llamada cola de pato, la finura de la prenda estaba bordada a mano, satín y chaquira color blanco perla eran lo que adornaba a la sofisticada blusa. Pronto acomodó el pantalón negro acampanado, todo debía ser perfecto.

Finalmente se llevaría a cabo el desfile de apertura de su primera tienda, una que era independiente, una nueva marca que no había nacido en la exótica Europa, no, esta marca nacía en Asia, era suya y totalmente cargada con los exclusivos diseños que comenzó a idealizar desde que era un universitario.

—¡KiBum por todos los cielos, deja eso! —WooHyun se arrodilló a su lado— ¡Tu deber es estar al frente, como el anfitrión que eres!

—Todo debe estar perfecto. —Gruñó terminando de dar la última puntada.

—Cariño, no empieces con tu estrés, piensa en el bebé, saldrá feo y arrugado si sigues con ese genio, anda y vete al frente, la pasarela debe ser comenzada contigo como anfitrión.

WooHyun levantó al ahora rubio, KiBum un día antes había teñido su color a un rubio claro que había dejado sin aliento a MinHo, contemplarlo había causado una reacción instantánea en él y no dudó en hacerle el amor frente al atardecer que les cobijaba con sus últimos rayos nacarados.

Ahora, a minutos de presentar su marca ante las personas, sentía incluso que su presión bajaba y los nervios florecían; todo era tan irreal como estresante, jamás imaginó el alcance de sus sueños hasta que vio el escenario de pasarela montado teniendo como fondo la primera tienda propia de él, misma que se destacaba por el logotipo de su marca al centro de esta.

Inhaló hondo pasando suavemente una mano por sus hebras rubias, tenía tantos sentimientos encontrados que no sabía si sonreír, llorar o permanecer inexpresivo.

—¿Kim KiBum? —una voz femenina atrajo su atención, giró el rostro encontrándose con un gran ramo de rosas rojas, el rostro de una joven británica se hizo presente con una tímida sonrisa. Al ver el asentimiento ajeno pudo entregar las rosas— Son para usted.

—¿Para mí? —sin dudar, tomó el ramo con ambos brazos—, gracias.


El rubio abrazó apenas el ramo antes de hurgar en busca de una nota, la encontró oculta entre tantas rosas, desprendían un aroma típico de estas, cosa que a KiBum agradó porque fueron un calmante instantáneo, abrió el sobre y extrajo lo que parecía ser una tarjeta, detectó al instante de quien se trataba, esa caligrafía tan única, refinada y alargada le fascinaba.

«Hace muchos años, cuando era un adolescente, en mi mente se planteó la idea de casarme con alguien de hogar, esa persona debía ser servicial, maternal y enteramente entregada a la cocina y casa, algo muy típico y con toque machista, sin embargo todo cambió cuando te conocí, me di cuenta de que mis ideales estaban lejos de ser posibles cuando encontré en ti a esa persona, entregada al trabajo, competitiva, soñadora y hasta emprendedora, tienes cualidades de hogar pero para mí eso pasó a otro plano cuando descubrí que tu pasión por la moda te llevó a triunfar y eso me hace amarte más.

Kim KiBum, estaré eternamente feliz de compartir mi vida contigo, a lado de una persona que lucha por sus ideales y propia felicidad, por esa autonomía digna de admirar y esa forma de ser tan única, te amé, te amo y te amaré.

Con amor; el hombre que entrega su vida por ti.

Choi MinHo.»


Las palabras escritas causaron una sonrisa y un sonrojo en el rubio, quien no pudo evitar tensar los brazos, queriendo retener y absorber en su pecho el ramo que le había llegado, más no tuvo tiempo para eso, ya que bastaron algunos segundos para que otra voz distrajera sus pensamientos.

—Usted debe ser Kim KiBum —otra británica le enseñó otro ramo de rosas, esta vez de color blanco— aquí tiene.

El diseñador tuvo que entregar el primer ramo a una de las asistentes, tomó aún sonriente el nuevo presente y agradeció, buscó de nueva cuenta una tarjeta y la encontró, de igual forma, la pequeña carta se mostró con esa caligrafía que ahora amaba más.


«Yo diría que estar contigo es como volver a nacer, pero creo que eso ya lo sabes. Me pones loco con tu extraña forma de querer, quisiera caminar a tu lado con la luna a nuestra espalda, dime ¿qué tengo que hacer para tenerte cerca hasta la eternidad?

Haces de mis pensamientos un huracán, logras acelerar mi corazón y sacarme una sonrisa con tu sola presencia, desde que te conozco brillas con la intensidad de una estrella, una que ante todos es inalcanzable, es preciosa, es brillante pero entre más te acercas, más se aleja.

Esta vez no podrás huir de mí, te atraparé entre mis brazos, haré de tu brillo algo deslumbrante, porque de la mezcla de tu brillo y mi opacidad vendrá el caos a crear algo nuevo, algo que nos unirá para siempre.

Ser padre era un plan nulo en mi vida, pero contigo todo toma otro color.

Cuando finalmente seas libre de este gran compromiso, estaré esperando por ti, en las sombras, siendo tu guardián, contemplando tu existencia, misma que alegra mi vida.

Te amo KiBum, te estaré viendo lejos antes de ir hacia ti y hacer de nuestro amor, algo público y oficial.

Con amor; el esclavo de tus encantos.

Choi MinHo.»


KiBum alzó el rostro, dejó las rosas en manos de otra de sus asistentes para salir apresurado de la tienda. Se topó con demasiada gente, expectante, curiosa y hasta fotógrafos profesionales, tenía que hacer algo, necesitaba ver a MinHo, necesitaba besarlo con la intensidad que clamaba su corazón, lo deseaba tanto que poco le importaba la farandula.

Caminó dejando atrás todo, ignoró los gritos de su primo, ignoró a las modelos listas para mostrar su colección, ignoró a la gente que le miraba entre asombrados y curiosos por conocer al que podía ser el diseñador de las próximas obras de arte.

Ignoró todo por buscar con desespero al dueño de sus pensamientos; y lo encontró.

Choi MinHo yacía de pie, alejado de la multitud, con una gabardina negra, lentes oscuros y el cabello sin ningún tipo de producto para engominar el cabello, observaba la caminata de un alegre KiBum, al tenerlo más cerca no dudó en abrir los brazos para recibirlo.

Un beso los unió; KiBum se abrazó a su cuello importándole poco las miradas ajenas, él ya no podía ocultar lo mucho que amaba al moreno, profundizó el beso a tal grado de que sintió un suspiro pasar a su boca, causando en él aquel sentimiento de alguien que hace lo correcto.

—Te amo tanto.

—Doy mi vida entera por ti, KiBum.

Se perdieron en su mundo de miradas, entre palabras suaves de amor, en lentas caricias que traspasaban lo superficial, ahí eran ante el público, dos extraños que se amaban y entregaban con tal pasión que sentían que podían contra todos.

Dos extraños enamorados que no ocultaban lo que por años habían guardado, no cuando el peso de la mentira había quedado revelando lo que eran.

Pero eso no importaba porque KiBum tenía a MinHo y MinHo a KiBum, y estando juntos, nadie los separaría.

Ni siquiera el lejano dúo de hermanos Lee.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro