capítulo 10

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Ya era casi medio día cuando Circe llegó a las colinas que se perdían a las afueras de Eldorat. No sabía si Flare ya estaba buscándola, así que pensó en sentarce a descansar un poco los pies.

No estaba muy acostumbrada a el calor, de modo que cuando vio un buen lugar a la sombra de unos arbustos no lo dudó ni un segundo.

Estaba emocionada pero nerviosa al mismo tiempo. Todavía no podía creer que pudiera transformarse en águila, y estaba luchando consigo misma para no hacerlo de nuevo. Aquella sensación de libertad absoluta, el viento bajo sus alas y la seguridad de que nada podía hacerla mas feliz que bolar, eran lo suficientemente fuertes como para acelerar los latidos de su corazón. Pero justo cuando iba a ponerse de pie, escuchó cada vez mas cerca el cando de Flare, y una ligera brisa hiso moverse las hojas de los árboles que la rodeaban.

—el instinto es poderoso, pero no debes olvidar que debes controlarlo –le dijo Flare en el lenguaje de los fénix

—lo sé, solo me siento tan impotente aquí...

—es mejor que mantengas los pies sobre la tierra por ahora –le respondió el ave posándose sobre su hombro —porque no solo puedes transformarte en águila

Circe no supo que decir. Definitivamente no se esperaba esa respuesta

—¿dices que puedo transformarme en cualquier animal? –preguntó para estar segura

—si, pero solo si te concentras –dijo Flare con su melodiosa voz —transformarse requiere de paciencia, y si no lo haces bien, podrías lastimarte mucho

—¿puedes enseñarme? –preguntó Circe pasándose una mano por el cabello

—todo depende, Circe. Si estás dispuesta a aprender a mi modo, yo te ayudaré –respondió el Fénix alzando las plumas de su cola

—si, claro que si –aceptó ella afirmando con la cabeza.

—ven conmigo entonces –la instó el fénix bajando de su hombro.

la chica lo acompañó hasta un árbol alto y repleto de ramas gruesas y frondosas.

—¿ves esa mariquita de ahí?

—si, la veo

—mírala fijamente. Imagina que eres ella, y que paceas lentamente por esa rama. Extiende los grasos, y libera tu mente -'le indicó el fénix

Circe evedeció, y cuando se dio cuenta, ya era una mariquita mucho mas peqeueña que la que estaba en la rama, pero era un muy buen comienzo.

—muy bien, jovencita. Ahora, has exactamente lo mismo, pero visualízate a ti misma como el ser humano que eres –le dijo Flare volando a su alrededor.

Ella lo hiso, y sus extremidades de invertebrado fueron desapareciendo, hasta convertirse en sus pies y manos, y poco a poco, su cuerpo fue haciéndose mas grande y adquirió su forma humana.

Circe calló desplomada en el suelo, y soltó un suspiro.

—¡eso fue increíble! –dijo ella jadeando —pero me siento como si hubiera corrido un maratón!

—si, es normal. Mientras te acostumbras, vas a cansarte mucho –le dijo Flare posándose de nuevo en su hombro —eso no ayuda mucho, Flare –dijo ella sarcásticamente —pero bueno, está bien. ¿y ahora?

—ahora, vamos al río

Flare emprendió el buelo, y Circe tubo que correr para alcanzarlo, porque al fénix pareció no importarle que ella no pudiera bolar como él.

Ahora, veamos que hicieron Caelan y Raisa ¿les parece?

—muy bien, continuemos con el entrenamiento –dijo Morlok pasados los diez minutos.

Raisa se levantó, y sujetó su báculo contra el pecho, como hacía siempre

—tú también, Caelan –ordenó el hechicero.

—yo...pero ¿qué puedo hacer yo? –preguntó Caelan muy sorprendido

—ya verás, mi querido hobbit –respondió Morlock sacando de una bolsa dos espadas. Una grande, de hoja grueza y adornada de zaphiros en el mango, y otra mas pequeña de color plata y adornada con amatistas incrustadas.

—una vez más, yo seré el villano, y ustedes deben evitar que llegue hasta el otro lado del salón. –explicó Morlok decidido a lograr que trabajaran en equipo.

Raisa y Caelan se miraron, incrédulos y confundidos.

—se que encontrarán la forma. El punto de esto es trabajar en equipo –les dijo Morlok mientras se ponía en guardia.

Los dos asintieron e hicieron lo mismo.

Morlok no les dio tiempo para dudar. Sin previo aviso, avanzó con agilidad sorprendente para alguien de su tamaño. Su espada resplandeció mientras se movía, y Raisa apenas tuvo tiempo para levantar su báculo en defensa.

—¡Caelan, ve a la izquierda! —gritó Raisa, tratando de planear una estrategia sobre la marcha.

El hobbit, con la pequeña espada de plata en mano, titubeó. No había luchado nunca en su vida, y mucho menos con una espada. Aun así, asintió y corrió hacia el costado, buscando un ángulo para bloquear a Morlok.

El hechicero sonrió con satisfacción mientras esquivaba el primer intento de Raisa por detenerlo. Su báculo lanzó una chispa de magia azul que Morlok desvió fácilmente con la hoja de la espada. El impacto resonó en el aire, como si la magia misma hubiera sido cortada en dos.

—¡Más rápido, Caelan! —insistió Raisa con urgencia

Caelan, torpe pero decidido, intentó un ataque lateral, pero su espada apenas rozó la capa de Morlok. El hechicero giró con elegancia y le lanzó una mirada burlona.

—Tienes que trabajar en tus ataques, pequeñín -se burló, avanzando hacia el otro lado del salón.

Caelan enfureció. Detestaba que lo llamaran así, y Morlok lo sabía muy bien.

Raisa frunció el ceño, sus ojos se llenaron de determinación. Su magia no era suficiente para detenerlo sola. Recordó lo que Morlok había dicho: trabajar en equipo. Entonces, miró a Caelan, que seguía luchando por mantenerse firme.

—Caelan, confía en mí —dijo ella, ahora con calma—usa la hoja para bloquearlo, y yo me encargo del resto

Caelan la miró por un segundo, luego asintió,sin dejar de observar a Morlok. Esta vez, en lugar de lanzarse de maneradesordenada, se acercó con más cautela, girando su cuerpo 

para cortar el paso del hechicero. Raisa, por su parte, levantó su báculo y comenzó a murmurar algunas palabras para su.

Cuando Morlok volvió a atacar, Caelan saltó adelante, bloqueando con su espada, mientras una pared de energía mágica emergía del báculo de Raisa, cerrando el camino. Morlok se detuvo en seco, atrapado entre las dos fuerzas.

—¡Eso es! —gritó Raisa, sonriendo por primera vez en toda la sesión.

Morlok, sorprendido, soltó una carcajada. No era una risa de burla, sino de auténtico orgullo.

—¡muy bien! ¡ya ven que no era tan difícil? –dijo el hechicero muy contento —y ahora, vamos a descansar, porque ya casi es hora de la comida

Caelan y Raisa chocaron palmas, y salieron corriendo detrás de Morlok.

Circe ya regresaba del bosque junto con el fénix, y estaba muy cansada por el entrenamiento. Quien diría que la magia la agotaría tanto en tan poco tiempo.

—lo hiciste bien, Circe. Bamos a seguir practicando en las paradas que tengas en tu viaje. Tus habilidades te ayudarán mucho en la batalla que tienes por delante –le dijo Flare con parsimonia.

—gracias, Flare. Eres un buen amigo –le sonrió Circe

El fénix le acarició la mano con su ala, y se posó en su hombro.

—es un placer, Circe –le respondió el fénix educadamente

Ambos llegaron a la casa, y les alegró ver que todos estaban allí a la mesa listos para merendar.

–¡por fin! –dijo Zéphiruz tomando su cuchara

—está hambriento, no le hagas caso –rio Luna

—es un hobbit muy impaciente –dijo Caelan cantureando las palabras.

—si, mucho, hermanito –le respondió Gladius.

—quiero probar el kime, no me juzguen por eso –dijo Zéphiruz tomándo una de las frutas que habían traído Brielis, Uriu y compañía

Todos rieron, y comenzaron a comer mientras charlaban sobre lo que habían vivido en el día transcurrido.

—¿te transformaste en una mariquita? ¡increíble! –dijo Raisa muy emocionada

—no tanto como tu lucha con el tío Morlok –rió la joven—

—pues no creas todo lo que piensas –le respondió Circe con una ámplia sonrisa.—¿tío Morlok? Yo creí que me odiabas –le dijo Morlok incrédulo

—saben, creo que ese chico misterioso, el que ayudó a Leya, es un humano de nuestro mundo–soltó Luna de repente

—¿qué? ¡como crees! –se escandalisó Zéphiruz

—es que es muy raro que alguien de su mundo se deje esclabisar por una hechicera, y hasta me parece que pudo aberlo secuestrado –continuó la joven

—mmm, no lo se. Pero de cualquier forma, ay que averiguarlo –le dijo Uriu pensativo —si es un humano de nuestro mundo y está secuestrado, debe regresar con su familia

—buen punto –replicó Zéphiruz.

Unos minutos después, Lady Elara los reunió a todos en la sala.

—tengo algunas cosas que darles, como muestra de nuestro apoyo –dijo la mujer caminando por la habitación mientras habría una bolsa de cuero.

—Morlok Borma, te estoy entregando en tus manos, una espada que muchos han buscado por su resistencia y el poder de su hoja. Eldruin, la caza tormentas –dijo la poniéndole en sus manos la espada con la que había entrenado con los chicos.

Morlok se puso de pie, y agradeció con una amable sonrisa y una reverencia

— Caelan Ganford, esta es Galadorn, la protectora del bosque. Ella te ayudará a pelar tus batallas y a proteger a los que mas amas. Se que los hobbits como tu evitan las confrontaciones, pero hoy , has demostrado que tienes la madurez para cargar con esta responsabilidad

—yo...no se que decirle. Para mí es un honor –tartamudeó el hobbit muy asombrado mientras hacía una reverencia

—y esto, es para ustedes, mis jóvenes aventureros. El cello que Brael le entregó a mi familia hace mucho tiempo como regalo para las ocasiones especiales. Les ayudará a proteger su magia, y la de las criaturas que vayan con ustedes –le dijo a los demás entregándoles una especie de sobre púrpura con lo que parecía un polvo de color ámbar en su interior.

Todos hicieron reverencia, y saludaron con gratitud a la gobernante, y lord Casian les hiso una seña para que se retiraran a terminar los preparativos para el viaje.

Araline se despidió de todos con una expresión de profunda tristeza en el rostro, pero les prometió que volvería a verlos en el valle del tiempo.

Gladius fue el mas afectado, pero la elfina le devolvió la esperanza dándole un pequeño espejo sircular

—yo tengo el par, y ambos podremos ver que hace el otro a cada momento –le explicó ella muy emocionada

—te amo, Araline –respondió Gladius poniéndose de puntas para darle un beso en los labios.

—yo también, Gladius

—lo siento, Araline. Pero tengo que robarte a tu novio porque ya debemos irnos –dijo Zéphiruz saliendo de una de las habitaciones.

Gladius dejó escapar un bufido y puso los ojos en blanco.

Circe ya se había ido como prometió, y lo hiso de una forma inesperada. Penelope, Briana y Brand la habían convencido de que convertirse en yegua sería mucho mas divertido que caminar como humana.

—¡nos veremos luego! –les gritó la elfina desde la enorme puerta roja.

—¡hasta pronto! –gritaron todos casi al mismo tiempo..Y así, todos abandonaron Eldorat con las esperanzas renovadas y el alma despejada de dudas


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