Arabella Adoir ─

―Solo estoy diciendo que la próxima vez que Jake Gyllenhaal entre en tu oficina, dile que estoy disponible. Pase lo que pase― dice Valerie, bebiendo el resto de su vino antes de buscar a nuestro mesero.

Me giro hacia Allison y levanto las cejas, agarrando mi vaso. ―Tú trabajas en la televisión, Val. Lo has visto como cuatro veces. ¿Por qué no hacer algo entonces?

Nuestro mesero vuelve con nuestros platos y hacemos una pausa en nuestra conversación. El día había comenzado de la peor manera y necesitaba un trago. Como apenas era la una, tuve que controlar el ritmo con el que bebía por las presentaciones que tenía en una hora. Tampoco quería ser una de esas borrachas en el trabajo.

Enviarles mensajes a las chicas era arriesgado, pero todas estuvieron de acuerdo menos dos. Charlie. Todavía la vería esta noche porque se estaba quedando conmigo en lo que renovaban su casa. Con Adam fue un rotundo porque ni siquiera estaba en la ciudad.

―Me congele la primera vez que nos conocimos. Dije hola y esas cosas, pero luego no pude decir más. Así que ahora depende de ti.

Me rio y agarro mi servilleta, dejándola en mi regazo. ―Es un antiguo cliente. No he hablado con él en meses e incluso entonces, no creo que vaya a bailar el vals por una nueva casa en el corto plazo.

―Una chica puede soñar.

―Y eso es todo lo que será― dice Allison.

Escondo mi risa con otro sorbo y miro a Valerie, que tiene la expresión más sorprendida en su rostro que he visto en toda mi vida. ―eso fue grosero.

Allison le lanza un beso y se gira hacia mí. ―¿Qué hay contigo, bella?

Esto era lo último de lo que quería hablar, pero también sabía que la pregunta eventualmente vendría. Una cita improvisada para almorzar no es lo que usualmente hago. Eso es algo que Charlie comúnmente hace, solo por el placer de hacerlo.

Me encojo de hombros. ―La gente es tacaña y no le gusta ceder. Otros lloran porque las ofertas son bajas o rechazadas. De cualquier manera, ya todo termino.

―¿No está bien ser tacaño?― Val pregunta.

―Sí cuando le pones un precio a tu casa por una cantidad razonable, no cuando le das un precio de un millón sabiendo que nadie va a aceptar eso― Me quedo boquiabierta y asiento, sin tener que decir más. ―Pero dejemos el tema de lado. Solo quiero estar aquí con ustedes dos y también necesito un poco de coraje líquido.

• • •

―No vas a pagar. ¡Guarda esa tarjeta!

Veo a mis dos amigas señalándose con el dedo y discutiendo sobre la cuenta. Deslizando el cheque a mi lado, le entrego al mesero mi tarjeta y nos señalo a las tres, ―gracias.

Una vez que se ha ido, las chicas dejan de discutir y se giran hacia mí. ―No era tu turno, bella.

―Sí, bueno, ustedes dos se estaban demorando demasiado. Y tengo cosas que hacer.

Las dos vuelven a pelear y saco mi teléfono de mi bolso. Durante años había hecho esto, poner mi celular en silencio durante ciertos momentos. Este momento en particular por ser un almuerzo con las chicas. No quería ninguna interrupción, sentía que era lo mínimo que podía hacer para no faltarle el respeto a la persona con la que estuviera.

Pero ahora que las chicas estaban discutiendo, y que faltaba poco para irme, sentía que estaba bien si revisaba mi celular, como de costumbre, mis correos electrónicos habían aumentado y tenía muchas llamadas perdidas y algunos mensajes. Revisando esos primeros, venían desde ofertas hasta citas, trate de responder lo más rápido a ellos.

Chris Evans
Sé que probablemente
estés ocupada, pero
pensé que te gustaría
saber que Dodger
aprecia mucho
tu regalo.

Había una foto adjunta de Dodger al pie de las escaleras, la bolsa de golosinas que le había comprado estaba mordida por todas las esquinas y estaba completamente destruida frente a él. Tenía una cara tan culpable mientras metía las orejas y miraba a Chris.

Arabella Adoir
¡Mira esa cara! mi corazón
parece sentirse muy
culpable por eso,
no lo regañes tanto

Chris Evans
Esa cara la usa mucho

Arabella Adoir
Parece que te tiene
envuelto en sus garras.
Dime, ¿qué se siente
seguir las órdenes
de un perro?

Chris Evans
Dejarme decirte que
me tomó un tiempo
acostumbrarme

Arabella Adoir
Mientras ustedes dos
sean felices, ¿quién soy
yo para juzgar?

Chris Evans
Tus padres te enseñaron
bien, ¿cómo estuvo tu día?

Arabella Adoir
Podría haber ido mejor,
pero ha sido un día
pesado en el trabajo

Chris Evans
¿Estresante?

Arabella Adoir
En realidad,
acabo de almorzar con
unas amigas, así que
me siento mejor, siento
que puedo sobrevivir
el resto del día.

Chris Evans
Bueno, te dejaré
tranquila, hazme
saber si tengo que
patearle el trasero
a alguien.

Arabella Adoir
No no hay necesidad
de hablar con ese tipo
de lenguaje, especialmente
viniendo de un capitán.

Chris Evans
Sé amable, Bella

Arabella Adoir
Sin promesas
Aunque aceptaré esa oferta.

―¿Quién te tiene así de sonriente, eh?― antes de que pudiera hacer algo, me arrebatan mi celular de la mano y miro a Valerie.

Me hace un guiño y me mira. Nuestro mesero regresa y me entrega mi tarjeta, agradeciéndonos y luego se va. Agarro mi tarjeta y veo su número escrito en la parte inferior del recibo. Su nombre es paul. Mmmm. Se ve más como un Justin.

―Um, tierra para bella― Valerie chasquea los dedos frente a mi.

La miro y enarco una ceja. ―¿qué?

―¿Desde cuándo hablas con Johnny Storm, aka Capitán América, aka Jake Wyler, aka como el chico más sexy del mundo?

―Perdón ¿De quién hablamos?

Saco un dedo apuntando a unos centímetros de mi cara y observo a Valerie mientras procesa lo que está sucediendo. ―¿Conoces a Chris Evans? ¿Hablas con él? ¿Coqueteas con él?

―No coqueteamos.

Allison se ríe y agarra mi celular. ―Ajá si, ignoremos que la mitad de estos mensajes no son de ustedes dos bailando alrededor de sentimientos e invitándose a salir.

Ruedo los ojos y agarro mi bolso que estaba debajo de la mesa. ―No hay nada entre nosotros. Él era mi cliente, ahora no lo es y simplemente nos hemos mantenido en contacto. Ahora― tomo mi teléfono de la mano de Allison y me pongo de pie. ―Gracias por responder y acompañarme. Las amo chicas y las veré después.

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DI NO A LOS LECTORES FANTASMA.

Todos los derechos y créditos reservados a la autora original: cevans-

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