08

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

***

Ninguno de los dos hablaba, y el silencio se ampliaba a cada paso que daban hasta convertirse en una entidad viva que respiraba entre ellos.

Se detuvieron frente a una puerta de madera tallada.

—Esta es tu habitación —Jungkook la había instalado en la suite más alejada a la suya, y todavía estaba demasiado cerca—. MinJi desempacar por ti más tarde.

Su voz sonó anormalmente fuerte después de la opresiva tranquilidad.

Jimin enarcó una ceja.

—Habitaciones separadas hasta el matrimonio. No sabía que fueras tan tradicionalista.

—No me había dado cuento de que estuvieras tan ansioso por compartir la cama conmigo.

Una pequeña sonrisa curva la boca de Jungkook cuando las mejillas de Jimin se sonrosaron.

—No he dicho que quiera compartir la cama contigo —dijo Jimin con frialdad—. Simplemente he señalado lo anticuado de tu pensamiento. Dormir en habitaciones separadas es para los matrimonios que se pelean, no para los recién prometidos que se supone que están enamorados. Se correrá la voz —dijo refiriéndose  los empleados—. La gente hablará

—Nadie lo hará. El personal de mi casa llevan años conmigo. Si lo hacen, me encargaré de ello. Pero ya que estamos en el tema de la imagen pública, deberíamos establecer lo límites de nuestra relación.

—Ah, la comunicación. Creo que por fin te has graduado de la etapa neandertal de tu vida.

Jungkook ignoró lo que dijo y continuó.

—En público, interpretarlos el papel de una pareja cariñosa. Asistiremos a eventos juntos, sonreiremos para las cámaras y fingiremos que nos gustamos. También tendrás pleno acceso a la cartera de marcas de Jeon Group. Si quieres algo de cualquiera de nuestras tiendas, llama a mi asistente, ella se encargará de ello. En tu mesita de noche encontrarás su número y un anillo de compromiso. Póntelo.

El anuncio del compromiso se publicaría pronto. Jimin y Jungkook estarían oficialmente unidos, lo que significaba que su reputación también estaba en juego.

A Jungkook no le gustaba si a la gente le gustaba personalmente, pero la percepción pública era importante en su linea de trabajo.

—Un anillo en mi mesita de noche. Qué romántico. Realmente saber cómo hacer que tu prometido se sienta especial.

—No estoy aquí para hacerte sentir especial —Jungkook inclinó su cabeza hacia la de Jimin. El aroma a su perfume dulce se coló en sus pulmones—. Estoy aquí porque he hecho un trato con tu padre.

Jimin no se echó atrás, pero la sorpresa y una pizca de incertidumbre aparecieron en sus ojos cuando Jungkook pasó un nudillo sin prisa por la cadena de otro que llevaba en el cuello.

Incluso a tan corta distancia, su piel era impecable, como la seda. Unas largas pestañas oscuras enmarcaban sus ojos y una diminuta marca de belleza salpicada la zona de sus exuberantes labios.

Los ojos de Jungkook se dirigieron a su boca. El calor de sus entrañas se extendió a su estómago. Quería frotar su pulgar por su labio inferior y manchar su perfecto brillo labial hasta que no fuera más que un hermoso desastre.

—No esperes citas para cenar o dulces en cada, amor mío —dijo Jungkook, sus palabras eran tan suaves y perezosas como su toque—. No tendrás ninguna de las dos cosas.

En lugar de tocar sus labios, pasó el dorso de su mano por la clavícula de Jimin, por la curva de su hombro y por su brazo hasta llegar al frenético latido de su muñeca.

—Deshazte de cualquier idea romántica que puedas tener de que nos enamoremos y vivamos felices por siempre. No sucederá —Jungkook apretó su pulgar contra su pulso, con fuerza, y sonrió cuando se sacudió ante el repentino y brusco movimiento—. Esto es un acuerdo de negocios. Nada más. ¿Está claro?

Jimin apretó los labios en una línea obstinada. Permaneció en silencio, Jungkook levantó la mano y lo rodeó por la garganta. Ligeramente lo suficiente para sentir la superficialidad de su respiración.

Su voz bajó hasta convertirse en una peligrosa advertencia.

—¿Estamos claro?

Los ojos de Jimin brillaron.

—Tan claros como el cristal.

—Bien —lo soltó y dio un paso atrás con una sonrisa burlona—. Bienvenido a casa, amor mío.

***


***

Cuando Jungkook salió de la habitación,  se encontró con So Jo, quién frunció el ceño. Estaba limpiando el polvo en el salón, lo suficientemente cerca para escuchar la conversación.

—No empieces.

—Has sido demasiado duro —amonestó.

So Jo tenía más de setenta años, pero su capacidad auditiva era muy superior.

—No fui duro. De verdad. ¿Prefieres que lo guiara? ¿Convertir sus fantasía infantiles sobre el príncipe azul que llega y se arrodilla a sus pies?

—¿Cómo sabes que tiene esas fantasías? Parece del tipo práctico.

—La conociste hace media hora.

Jungkook estaba discutiendo con el ama de llaves por Jimin.

—Tengo buenos instintos cuando se trata de la gente. Si no... Te habría descartado como un clon prepotente de tu abuelo hace años.

El rostro de Jungkook se apagó.

—Recuerda para quién trabajas —advirtió.

—No sermonees a alguien que re ha cambiado los pañales. Si quieres despedirme, despídeme. Pero sé que hay un corazón en alguna parte, niño mío. Úsalo y trata a tu futuro esposo con respeto.

—Le di un anillo de diamantes. Cualquiera mataría por esas cosas. Eres un miembro valioso de mi casa, pero no me permitiré muchas libertades. Si quieres unas vacaciones, házmelo saber y se puede arreglar.

Jungkook salió del salón y entró a su despacho, donde intentó revisar el material para su reunión. Pero, aunque había cerrado la puerta y estaba aislada en el lado opuesto de la casa de la habitación de Jimin, seguía oliendo el débil perfume dulce que lo caracterizaba.

***




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro