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JIMIN

Jimin odiaba la arrogancia de Jungkook, su grosería y la forma burlona en que lo llamaba amor mío.

Odiaba la forma en la que su pulso palpitaba ante la áspera extensión de su mano alrededor de su cuello.

Y odiaba que siempre pareciera más grande que la vida, como si las moléculas de cualquier espacio en el que entrara tuvieran que plegarse sobre sí mismas para acomodarlo.

¿Estamos claros? Su enloquecedora voz resonaba en su cabeza.

Estaba claro, sin duda. Estaba claro que Jeon Jungkook era Satanás con un bonito traje.

Jimin forzó sus pulmones a expandirse más allá de su ira. Dentro, uno, dos tres. Fuera, uno, dos, tres...

Solo cuando su presión sanguínea volvió a los niveles normales, abrió la puerta de su nueva habitación en lugar de buscar el cuchillo más afilado que pudo encontrar.

Cuando vio el anillo y se lo puso, no sintió nada. Nada, excepto al frío roce del platino y un gran peso que parecía más una prisión que una promesa.

La mayoría de los anillos de compromiso eran un símbolo de amor y compromiso. El de él era el equivalente a la firma de un contrato de fusión.

Una extraña opresión se apoderó de su garganta.

No debería haber esperado más de lo que Jungkook le dio. Algunos matrimonios concertados, como el de su hermana, se convertían en amor real, pero las probabilidades generales no eran grandes.

Jimin se hundió en la cama. La opresión se extendió desde la garganta hasta el pecho.

Para él era estúpido sentirse triste ¿Y qué si Jungkook se había declarado de la forma más impersonal posible? Desde que se conocieron, sabía que no iban a congeniar. Al menos había sido sincero con sus emociones y sus límites.

Aun así, una parte de él esperaba que sus interacciones anteriores fueran casualidades y que se acostumbraran gradualmente el uno al otro, pero no. El futuro esposo de Jimin era simplemente un idiota.

***

***

Cha Eunwoo.

Su mejor amigo. Su ex novio. Y su primer amor.

Una vez, pensó que se casarían. Se había convencido de que superarían las objeciones de sus padres y vivirían felices para siempre, pero su ruptura hace dos años demostró que sus esperanzas habían sido solo eso: esperanzas.

Tras la ruptura, Eunwoo se mudó a California y amplió su aplicación de aprendizaje en idiomas hasta convertirla en la potencia que era hoy. La última vez comprobó que era una de las quince aplicaciones más descargadas en Estados Unidos.

Cuando envió el último mensaje solo se podía oír los grillos.

Pasaron cinco minutos, pero su teléfono seguía a oscuras y en silencio.

Dejó escapar un pequeño gemido y lo tiró a un lado.

No debería sentirse culpable. Eunwoo y él terminaron hace mucho y, sinceramente, le sorprendió que quisiera una segunda oportunidad. Habría pensado...

Un suave golpe interrumpió el caos de sus pensamientos.

-Adelante.

La puerta se abrió, revelando un distinguido cabello plateado y un traje negro perfectamente planchado.

Wang, el mayordomo de Jungkook.

-Sr. Jimin, el Sr. Jungkook me ha pedido que le haga un tour completo a la casa. ¿Es hora de un buen momento, o quiere que vuelva a la hora que usted elija?

Jimin miró sus teléfonos una vez más y luego alrededor de su habitación. Le guste o no, esa ahora era su casa. No podía encerrarse en su suite y agonizar por el pasado.

Se puso de pie y esbozó una sonrisa que le pareció forzada.

-Ahora es perfecto.

***

Esa noche, Jungkook y Jimin comieron por primera vez juntos como pareja.

Al menos en el sentido más amplio de la palabra. Jimin llevaba el anillo y vivía bajo el mismo techo, pero el abismo que los separaba hacía que el Gran Cañón pareciera un simple agujero en el suelo.

Hizo un valiente intento de cerrarlo.

-Me encanta tu colección de arte -dijo Jimin-. Los cuadros son preciosos. ¿Tienes una obra favorita?

-No tengo favoritos

-¿Cuáles son tus expectativas en privado?

Jungkook detuvo el movimiento de sí tenedor en la pasta. -¿Perdón?

-Antes, dijiste que haríamos el papel de una pareja amorosa en público y me abvertiste que, entre comillas, me deshiciera de cualquier idea romántica que pudiera tener de que nos enamoraríamos. Pero nunca hablamos de cómo sería nuestra vida privada más allá de las habitaciones separadas -dijo Jimin-. ¿Cenamos juntos todas las noches? ¿Hablamos de nuestros problemas laborales? ¿Ir a comprar al supermercado y discutir sobre qué marca de vino comprar?

-No, no y no -dijo rotundamente-. Yo no hago la compra. Por supuesto que no. Viviremos nuestras vidas por separado. No soy tu amigo, terapeuta o confidente, Jimin. La cena de hoy es simplemente porque es tu primera noche, y resulta que estoy en casa -su tenemos se movió de nuevo-. Hablando de eso, tengo un viaje de negocios en Europa próximamente. Me voy en dos días. Estaré fuera un mes.

Jimin esperó a que le dijera que era una broma. Pero solo hubo silencio.

-¿Un mes? ¿Qué tipo de viaje de negocios requiere que te vayas durante un mes?

-Del tipo que me hace ganar dinero.

-Ya tienes mucho dinero. Pero está claro que no te interesa ni siquiera ser civilizado, así que ¿por qué estás aquí?

Jungkook enarcó una ceja.

-Es mi casa, Jimin.

-Quiero decir aquí. Este compromiso. Evadiste mi pregunta la primera vez, pero te la vuelvo a hacer. ¿Qué podrías obtener de nuestro partido que no podrías conseguir por tu cuenta?

Su expresión endureció.

-No importa.

-Teniendo en cuenta que es la razón por la que estamos juntos, creo que sí.

-No, no importa. ¿Por qué te importa la razón por la que estamos juntos? Te casarás conmigo de cualquier manera. El hijo obediente que hace todo lo que su padre dice. Podría estar fuera durante el próximo año de nuestra boda, y aún así lo harías. ¿No es así?

Jungkook le había golpeado con sus palabras justo en la parte más fea e indeseable de Jimin. La parte que detestaba, pero que no podía eliminar.

-Ahora lo entiendo -Jimin luchó por mantener la calma, pero un temblor de rabia se desbordó-. Un matrimonio concertado es la única manera de conseguir que alguien se case contigo. Eres tan... tan... horrible.

Una oscura diversión se deslizó por los ojos de Jungkook.

-Si soy tan horrible, entonces dile a tu familia que la boda se cancela -señaló su teléfono con la cabeza-. Llámalos ahora mismo. Te trasladaremos a tu departamento como si esto nunca hubiera ocurrido.

Jimin no tocó su teléfono.

Tenía más ganas de hacerlo que arrojar el vino en la cara de Jungkook, pero no pudo.

La ira de su padre. Las críticas de su madre. El fracaso si no seguía adelante con la boda...

No podía hacerlo.

La diversión de Jungkook desapareció en el ambiente tenso. Algo brilló en sus ojos ¿decepción? ¿Desaprobación? Era imposible saberlo.

-Exactamente -dijo Jungkook en voz baja.

Terminaron la cena en silencio.

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