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POV JUNGKOOK

No le podía prestar atención a Kim Dang. Le respetaba y escuchaba todo lo que tenia que decir sobre acciones, dinero y finanzas.

Excepto esta noche.

Mi mandíbula se tensó cuando otra carcajada flota desde la barra. Jimin llevaba siete minutos hablando con Namjoon. No solo hablando: sonreía y se reía como si él fuera un comediante premiado, cuando yo sabía a ciencia cierta que no era tan divertido.

La irritación me atravesó el pecho cuando Jimin se inclinó más hacia él para mostrarle su teléfono. Namjoon dijo algo y él volvió a reírse.

Nunca se había reído tanto conmigo, y yo era su maldito prometido.

-Terminemos esto durante el almuerzo. -interrumpió a Dang-. Tengo que hablar con Jimin.

-Haré que mi asistente prepare algo.

Ya estaba a medio camino de la habitación antes de que la última palabra saliera de su boca.

-Siento que haya tardado tanto -apoyé mi mano en la espalda de Jimin y clavé una mirada dura a Namjoon-. Gracias por hacerle compañía a mi prometido mientras hablaba con Kim, pero me temo que tengo que robártelo ahora -puse un pequeña énfasis en la palabra prometido-. Todavía no he tenido la oportunidad de darle un tour adecuado por el club.

-Por supuesto -Namjoon se puso de pie. Un susurro de alegría acechaba en las comisuras de su boca-. Jimin, fue un placer, como siempre. Jungkook, nos veremos por ahí, estoy seguro.

¿Como siempre? ¿Qué quería decir con "como siempre?

-La próxima vez que quieras marcar tu territorio, podrías orinar un círculo a mi alrededor -dijo Jimin cuando Namjoon se fue-. Será más sutil.

-No estaba marcando territorio -no era un jodido perro-. Te estaba salvando de Namjoon. Ten cuidado con él. No es tan caballeroso como parece.

-¿Comparado contigo, que te metiste en medio de nuestra conversación como un toro en una cacharrería?

-La sutileza está sobrevalorada.

-¿Para ti? Definitivamente -Jimin se levantó, con su traje brillando como las estrellas pintadas en sus curvas.

Todo mi cuerpo se tensó.

Ese maldito pantalón. La visión de su aparición en el vestíbulo, labios brillantes, piel suave, shorts cortos y su abdomen descubierto, quedó grabado para para siempre en mi memoria, y lo odié por ello.

-Creo que me ofreciste un tour por el club -levantó una ceja-. Por eso te deshiciste de Nam, ¿no es así?

Le respondí con una fina sonrisa y le tendí el brazo. Él lo cogió.

-¿De qué hablaban?

-Andromeda. La constelación. -aclaró Jimin. Señaló la proyección hiperrealista que salpicada la cúpula de cristal-. A Namjoon le gusta la mitología griega, y nuestra discusión sobre el mito de Andromeda se convirtió en una sobre astronomía.

-Namjoon finge que le gusta la mitología griega para ligar -dije con rigidez. Lo conduje fuera del salón de baile y hacía la escalera principal-. No te dejes engañar.

No sabía si era cierto, pero podía serlo. No estaría haciendo mi debida diligencia si no compartiera la posibilidad con Jimin, ¿verdad?

-Es bueno saberlo. -Jimin parecía estar conteniendo una risa-. No hay mayor excitación para un hombre que la historia de otro hombre encadenado a una roca como sacrificio.

El eco de su sarcasmo se desvaneció en el silencio mientras subíamos las escaleras al segundo piso.

Señalé la sala de billar y el salón de belleza, pero mi atención se dividía entre el recorrido y el hombre que estaba a mi lado.

Había recorrido los pasillos del club innumerables veces, pero cada interacción con Jimin era como la primera. Cada día notaba algo nuevo en él: la pequeña marca de belleza que tenía sobre el labio superior, la forma en que deslizaba su colgante por la cadena cuando se sentía incómodo y la leve inclinación de su sonrisa cuando estaba realmente divertido.

Era exasperante. No quería fijarme en esas cosas de él, pero sin darme cuenta las atesoraba como los dragones atesoran las joyas.

-Nuestra última parada de la noche. -me detuve frente a un par de enormes puertas de madera.

Se abrieron sin hacer ruido, pero se oyó la aguda inhalación de Jimin.

De todo el club, la biblioteca era el corazón y el alma de casi todas las ramas. Era el lugar donde se negociarán los tratos, se compartían las confidencias y se formaban o rompían las alianzas.

Esta noche, por una vez, estaba vacía.

-Vaya.

Cerré las puertas detrás de nosotros, envolviéndonos en un silencio tranquilo.

Miles de libros se extendían por las tres paredes hacia el techo.

-Este lugar es increíble -dijo Jimin rozando un globo terráqueo con sus dedos.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mi boca.

Jimiin creció en un mundo de riquezas y galas lujosas como la de esta noche, pero él nunca temía demostrar cuánto disfrutaba de algo, ya fuera una de las comidas caseras de So Jo o un globo terráqueo del siglo XIX.

Era una de las cosas que más me gustaban de él, aunque no debería tener nada favorito de él.

Seguía siendo el hijo del enemigo.

Pero en ese momento, me resultaba difícil que me importara.

-Hay toda una sección de astronomía en el segundo nivel -apoyé el hombro en la pared y metí una mano en el bolsillo, observando como examinaba un óleo de Venecia-. Casualmente, está justo al lado de la sección de mitología.

-Sí -murmuró él, sonando distraído-. Namjoon lo mencionó.

La molestia se disparó, repentina e incomprensible, en mi pecho.

-¿Lo hizo? ¿De qué más hablaron?

-Otra vez esto no. -dejó caer su mano de una estatuilla de bronce y se enfrentó a mí, con la exasperación dibujada en sus rasgos-. Hemos hablado de cosas normales. El trabajo, el tiempo, las noticias. ¿Por qué estás tan obsesionado con nuestra conversación?

-No estoy obsesionado. Simplemente tengo curiosidad por saber qué dijo que era tan divertido. La última vez que lo comprobé, ni el trabajo, ni el tiempo, ni las noticias son especialmente graciosas.

Jimin me examinó por un momento antes de que el suave brillo de la diversión llenara sus ojos.

-Jeon Jungkook, ¿Estás... celoso?

Un suave gruñido retumbó en mi pecho.

-Eso es lo más ridículo que he oído nunca.

-Tal vez -inclinó la cabeza-. No te culparía si así fuera. No hay nada entre Namjoon y yo, pero es bastante guapo. Y wow, su voz... Vaya, su voz me atrae. La culpa es de...

Jimin vaciló cuando me aparté de la pared y caminé hacia él, con mis pasos lentos y metódicos.

-Mi obsesión por...

Retrocedió, y el brillo burlón de sus ojos fue sustituido por un sentimiento de inquietud y expectación a partes iguales.

-Orgullo y prejuicio cuando era más joven. -terminó sin aliento.

Su espalda chocó con una de las estanterías.

Me detuve a un pelo de él, tan cerca que nuestros cuerpos se rozaban.

-¿Me estás provocando, amor mío? -una arista peligrosa corría bajo la suave pregunta.

Odiaba el sonido del nombre de Namjoon en su lengua.

Odiaba la forma en que se reía tan fácilmente en su presencia. Y odiaba lo mucho que me importaba cualquiera de esas cosas.

La garganta de Jimin se agitó al tragar.

-Solo hago una observación.

El silencio de la biblioteca se quebró bajo el peso de la tensión acumulada. Siseó y chispeó como crepitaciones de electricidad, recorriendo mi columna vertebral y encendiendo mi sangre.

Acomodé un mechón de pelo que caía en su frente, el movimiento fue suave, casi tierno, antes de que mi mano rozara el lado de su cuello y se enroscara en la espalda.

-No lo olvides. -apreté mis dedos contra su nuca, obligándolo a mirarme-. Eres mi prometido. No de Namjoon. No de nadie más. Me importa una mierda lo guapos que sean o el tipo de su voz. Eres mío, y nadie... -bajé la cabeza, mis labios rozando los suyo con cada palabra-. Toca lo que es mío.

La respiración de Jimin se hizo más superficial, pero una pizca de fuego volvió a su voz cuando volvió a hablar.

-No soy tuyo. Nuestro compromiso es, como me has dicho muchas veces, solo un negocio. ¿O eres tú el que se ha olvidado?

-No he olvidado nada. -Pasé mis nudillos por su muslo, centímetro a centímetro, hasta llegar al borde de su pantalón.

Su cuerpo se tensó, su calor era una tentación salvaje que se hundía en mis huesos y me impulsaba a cerrar el espacio infinito que quedaba entre nosotros.

Aplastar mi boca contra la suya y embadurnar su perfecto carmín tan a fondo que nadie dudara ni por un puto segundo de a quién pertenecía.

-Si quieres que pare, solo tienes que decirlo. -Metí mi pierna entre sus rodillas, separándolas.

Jimin abrió la boca y la cerró cuando mi pulgar trazó un pequeño círculo sobre su suave piel. El rubor de sus mejillas se extendió al cuello y al pecho.

-Dilo. -Recorrí con mis dedos entre sus piernas en una perezosa caricia. Mi erección se tensó contra la cremallera, pidiendo atención, pero lo ignoré-. No puedes, ¿verdad? -Me burlé.

Sus dientes se hundieron en el labio inferior. La lujuria y el desafío luchaban por el dominio en sus ojos.

-Eres un imbécil.

Mis dedos rozaron la tela empapada con líquido pre-seminal.

Se agarró a mis hombros y sus uñas se clavaron en mi espaldacuando aparté su ropa interior y froté mi pulgar sobre la punta de su hinchada erección.

Su cuerpo se estremeció.

Pequeños temblores lo recorrieron mientras sus dientes se clavaban más en su labio.

-Soy un imbécil, y sin embargo estás goteando sobre mi mano. -Mantuve mi pulgar en ese lugar, luego deslicé un dedo en su entrada-. ¿Qué dice eso de ti?

Deslicé un segundo dedo dentro, llenándolo. Estirándolo. Acariciando y enroscando hasta llegar a su punto más sensible.

Los temblores dieron paso a un estremecimiento de todo el cuerpo. El sudor se acumuló en su frente, pero permaneció obstinadamente en silencio.

-Contéstame. -La orden convirtió mi voz en acero.

Jimin negó con la cabeza.

-Si tú no lo dices, lo haré yo. -Retiré lentamente los dos dedos y los introduje de nuevo en su interior-. Eres mío. Puedes decir todo lo que quieras, pero esa es la pura verdad.

-Ni siquiera te gusto -jadeó.

-Gustar no tiene nada que ver con esto.

Presioné la punta con mis dedos hasta que un gemido jadeante se liberó. Él se sacudió contra mi mano, obligándome a penetrar más profundamente.

-Eso es. -Mi aterciopelado murmullo se deslizó entre nosotros-. Déjate llevar, amor mío. Déjame sentir cómo te corres sobre mi mano.

-Que te jodan.

Dejé escapar una suave carcajada.

-Esa es la idea.

Jimin opuso una buena resistencia, pero poco a poco se fue deshaciendo y se aferró a mis hombros con más fuerza, rebotando descaradamente contra mi mano mientras yo aumentaba mi ritmo.

Sus pequeños gemidos y su bóxer se mezclaban con los sonidos resbaladizos de mis dedos cogiéndolo, y pronto, la palma de mi mano estaba empapada de su esencia.

No me toqué, aunque estaba tan jodidamente duro que me dolía. Estaba demasiado embelesado por la visión de la excitación de Jimin: mejillas sonrojadas, labios separados, ojos pesados.

Era lo más hermoso que había visto nunca.

Mi ritmo continuó. Entrando y saliendo, más rápido y más profundo, hasta que finalmente se separó con un grito agudo.

Mantuve los dedos dentro de él y volví a presionar el pulgar contra su erección, dejándolo soportar las olas de su orgasmo hasta que sus temblores disminuyeron.

Solo entonces retiré mi mano mientras él se desplomaba contra la estantería, con el pecho agitado.

-No te equivoques, mi amor. -Agarré su barbilla y la levanté. Tiré de su labio inferior hacia abajo con mi pulgar, dejándolo saborear su propia excitación-. Esto es un negocio. Y si hay algo que me tomo en serio, son mis inversiones.

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