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—Nada restaura el cuerpo como un fin de semana en el desierto lleno de masajes profundos y yoga —dijo Taehyung.

—Odias el yoga, Tae.

—Deberías llevar a Jungkook contigo. Será una escapada en pareja.

—¿No se supone que deberías estar escribiendo el próximo gran thriller en lugar de dar consejos no solicitados sobre mi vida amorosa?

A veces, Taehyung utilizaba la oficina de Jimin porque el silencio de su apartamento era "demasiado ruidoso".

—Me estoy inspirando en la vida real. Quizá pueda escribir sobre un matrimonio concertado que sale terriblemente mal. El esposo asesina a su marido después de tener una aventura pervertida con su sexy portero... o no —lo último lo dijo cuando Jimin lo fulmina con la mirada—. Pero tienes que admitir que el sexo y el asesinato van de la mano.

—Solo para ti. ¿Debería preocuparme por tus ex's?

—Solo por lo que me hicieron enojar.

—Osea todos.

—¿Ah sí? —dijo Taehyung con inocencia—. Uy.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Jimin. Taehyung tenía un historial de citas con una cadena de banderas rojas.

Un golpe en la puerta interrumpió su conversación.

—Adelante.

Jenn entró sosteniendo un extravagante ramo de rosas rojas. Debía haber por lo menos dos docenas de ellas colocadas en un delgado jarrón de cristal.

Taehyung se incorporó, con los ojos brillantes como una reportera como si hubiera descubierto un jugoso secreto de sociedad.

—Esto acaba de llegar para ti —dijo Jenn con una sonrisa de complicidad—. ¿Dónde quieres que los ponga?

El corazón de Jimin dio un salto en la garganta.

—En mi escritorio está bien, gracias.

—Dios mío —Taehyung se dirigió al escritorio cuando Jenn salió—. Estas rosas deben haber costado cientos de dólares. ¿Cuál es el motivo?

—No tengo idea —admitió el rubio. La sorpresa y el placer se disputaban el dominio en su pecho.

Jungkook nunca le había enviado flores. Desde Bali, su relación se había suavisado hasta convertirse en una convivencia civilizada y un ocasional tentempié nocturno compartido, pero seguían sin ser una pareja "normal" ni mucho menos.

—¿Quién diría que Jeon Jungkook era tan romántico? —dijo Taehyung.

Jimin buscó entre las extravagantes flores hasta que encontró una pequeña tarjeta. Le dio la vuelta y su estómago cayó en picado.

—No es de Jungkook.

—Entonces de quién es... Oh.

Taehyung arrugó la nariz al leer la nota.

—Eunwoo primero aparece en Busan y casualmente se encuentra contigo, y ahora esto. El hombre necesita seguir adelante. Han terminado hace año, y tú...

—¿Quién es Eunwoo? —la voz de terciopelo negro arrancó la mirada de Jimin hacia la entrada.

Traje grisáceo. Hombros anchos. Expresión tan oscura como su voz.

Su pulso se aceleró.

Jungkook estaba de pie en la puerta, con una bolsa de papel marrón en la mano, sus ojos brillando como fragmentos de vidrio volcánico contra las suaves rosas.

Su cuerpo se mantenía peligrosamente quieto.

—Um... —Jimin deslizó una mirada de pánico hacia Taehyung, que saltó del escritorio y se puso de pie.

—Bueno, esto ha sido divertido, pero tengo que irme.

La mirada de Jimin gritó "traidor".

Jungkook se acercó al pequeño rubio y dejó la bolsa de papel junto al ramo. Volteó la nota y la leyó sin decir una palabra, su mandíbula marcando el ritmo de cada segundo.

—Es un regalo de Año Nuevo —dijo Jimin cuando el silencio se volvió demasiado opresivo—. Comos las copas de Champán que compró mi madre.

No había engañado a Jungkook ni había buscado a propósito a Eunwoo. No tenía nada por lo que sentirse culpable. Aún así, sus nervios se agitaron.

—Estas no son copas de champán, amor mío —Jungkook dejó caer la nota—. Tampoco son de tu madre, lo que me lleva a mi pregunta. ¿Quién es Eunwoo?

Jimin inhaló una suave bocanada de coraje.

—Mi ex novio.

Los ojos de Jungkook brillaron.

—Tu ex novio.

—Sí. —no quería mentirle, y Jungkook probablemente podría averiguar quién era Eunwoo con un chasquido.

—¿Por qué tu ex novio te envía rosas y notas de amor? —el tono aterciopelado no cambió.

—No es una nota de amor.

—A mí me lo parece. ¿Qué quiere decir con cambiar de opinión?

—Le hablé de nuestro compromiso hace unos meses. Se presentó en Busan y dio a entender que estaría abierto a darle otra oportunidad a nuestra relación. Yo me negué. Se fue. Fin.

Los ojos de Jungkook estaban casi negros ahora.

—Obviamente no es el final, dado el hermoso ramo que te envió.

—Solo son flores. Son inofensivas.

—Un idiota te envía flores, ¿y quieres decirme que son inofensivas? —Jeon volvió a tomar la tarjeta—. Pensé en ti a medianoche. Espero estés bien. Con cariño, Woo. —leyó con sarcasmo—. No hace falta ser un genio para saber qué estaba haciendo mientras pensaba en ti a medianoche.

La frustración se impuso ante el sentimiento de culpa de Jimin.

—No puedo controlar lo que hacen o dicen los demás. Le dije que no estaba interesado en volver, y se lo volveré a decir si insiste. ¿Qué quieres que haga? ¿Pedir una orden de alejamiento contra él?

—Es una excelente idea. ¿Aún lo quieres?

La pregunta surgió de un modo tan inesperado que Jimin solo pudo mirarlo con desprecio hasta que se le ocurrió la única palabra que pudo encontrar.

—¿Qué?

—¿Todavía lo amas?

—Terminamos hace años.

Jimin se movió bajo la pesada mirada de Jungkook.

¿Aún amaba a Eunwoo? Se preocupaba por el y echaba de menos la fácil relación que tenía. Su ruptura lo había destrozado. Pero ya no era la misma persona que había sido cuando eran novios. Y el tiempo había convertido su angustia en un eco lejano.

Si no tuviera que casarse con Jungkook y pudiera volver con Eunwoo sin enemistarse con sus padres, ¿lo haría?

Su cabeza latía con indecisión.

—No importa —dijo finalmente—. Estoy comprometido contigo y no voy a volver con él.

—No voy a tener a mi prometido suspirando por otro hombre antes, durante o después de la boda.

—¿Y eso qué importa? Tendrás tu acceso al mercado y tu acuerdo comercial de cualquier manera. Deja de fingir que eso es un compromiso normal. No lo es. Puede que nos hayamos besado y... y hayamos intimado, pero no somos una pareja de enamorados. Me lo has dicho una y otra vez. Me tienes a mí. Pero no puedes dictar cómo me siento o en quién pienso. Eso no forma parte del acuerdo.

El silencio reinó después de sus balbuceos. Jungkook y Jimin se miraron fijamente.

Jimin se preparó para una explosión o un grito. En cambio, tras unos segundos, Jungkook se dio la vuelta y salió sin decir nada.

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