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—Toma. —Jin apareció al lado de Jimin y deslizó un Martini de manzana sobre la barra—. Para cuando termines con los cuchillos. Parece que lo necesitas.

Jimin sonrió pequeñito.

—Gracias.

—¿Dónde está tu apuesto futuro esposo? —preguntó Taehyung—. ¿Todavía enfadado por las flores?

—No está enfadado. —dijo el rubio, muy consciente de la presencia de So Jo con ojos de águila—. Está ocupado.

Había estado ocupado durante tres semanas. Si había una cosa en la que Jungkook destacaba, era en evitar conversaciones difíciles.

—Está enfadado. —dijeron al unísono Taehyung, So Jo y Jin.

—Confíen en mí. Crié a Jungkookie desde que estaba en pañales. —So Jo comprobó la salsa—. Nunca conocerás a un hombre más testarudo y duro. Pero... También tiene un gran corazón, aunque no lo demuestre. No es... bueno con las palabras. Su abuelo, que en paz descanse, era un buen hombre de negocios, pero no un buen comunicador. Les transmitió esos rasgos a los chicos.

A Jimin se le hizo un nudo en la garganta. La actitud caliente y fría de Jungkook le hacía querer arrancarse los pelos, pero debajo de todo eso, sabía que había alguien que valía la pena esperar.

—¿Estás hablando bien de él porque re ha instalado una televisión en la cocina? —preguntó Jimin con ligereza.

Los ojos de So Jo brillaron.

—Cuando alguien te ofrece un soborno, es de mala educación no aceptarlo.

Las risas flotaron en la cocina, pero murieron rápidamente cuando Jungkook y Namjoon aparecieron en la puerta.

Jimin se enderezó, su pulso le latía en la garganta. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo.

—Jungkook, no sabía que estarías en casa para la cena. —So Jo se limpió la manos con un paño de cocina—. La comida está casi lista. Voy a añadir dos platos más a la mesa.

—No es necesario. Solo pasamos a recoger unos documentos. Esta noche cenaremos en el club. —la atención de Jungkook no se apartó de So Jo—. También voy a volar a Ulsan por negocios mañana. Estaré fuera una semana.

—Ya veo. —So Jo miró a Jimin y Jimin volvió a centrase en los que estaba haciendo.

La mirada de Namjoon pasó por encima de Jimin y Jin hasta llegar a Taehyung, que estaba sentado en el taburete más cercano a la entrada.

Taehyung arqueó una ceja ante su escrutinio antes de arrancar un tomate cherry del cuenco que tenía al lado y metérselo a la boca. No apartó la mirada de Namjoon, haciendo que el movimiento, por lo demás inocente, fuera casi sexual.

Namjoon observó su espectáculo con la expresión aburrida de alguien que espera en la cola de la oficina de correos.

A su lado, Jungkook permanecía en la puerta, silencioso e inmóvil.

La tensión llenaba la habitación.

—Bueno, que tengas un buen vuelo a Ulsan —dijo So Jo—. Trae un recuerdo o dos, ¿eh? Estoy segura de que la gente de la casa lo apreciará —deslizó una mirada hacia Jimin.

—Lo tendré en cuenta. Disfruta la cena.

Jungkook salió de la cocina.

Namjoon le guiñó el ojo a Taehyung antes de seguir a su amigo.

—Necesito agua.

Un Taehyung sonrojado se bajó del taburete y se dirigió a la nevera.

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