VI. "¡Alice!"

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VI.

¡Alice!




"Seattle se encuentra aterrorizado. La policía está confundida con la cantidad de muertes y desapariciones, se especula que pueda ser una nueva pandilla o un asesino en serie."

La voz de la mujer del noticiero era el único sonido que llenaba la sala de estar de los Cullen, todos se encontraban viendo el televisor sin hacer ni un mínimo ruido, esto incluía a los Argent, quienes al ver la noticia corrieron hacia la casa de los Cullen para avisarles, pero ellos ya estaban viendo las noticias.

— Está empeorando— comenzó Carlisle—. Tenemos que hacer algo.

— Se necesita más de un vampiro para causar el daño que reportan— lo siguió Felix—. Muchos más, y son indisciplinados, descarados.

— Son neófitos— afirmó Jasper.

— ¿Vampiros nuevos?— preguntó Bella.

— Los primeros meses después del cambio, es cuando somos más incontrolables, viciosos, enloquecidos de sed.

— Es una idea seductora— dijo Emmett interrumpiendo al rubio.

— Nadie ha entrenado a estos neófitos, esto no es fortuito.

— Están creando a un ejército, ¿cierto, Jasper?— le preguntó Jade preocupada.

Jasper sólo tuvo que mirarla para entender que lo que dijo era totalmente válido y que iba a ser una de las cosas más difíciles a las que se habían alguna vez enfrentado.

— Ahora sí tenemos que ir a Seattle— dijo Emmett, mientras se bajaba del respaldo del sillón saltando.

— ¿Un ejército de Vampiros?— preguntó Bella aún sin poder creer lo que ocurría.

— Creados para aniquilar— le contestó Kat.

— Somos el único clan cerca de Seattle— habló por primera vez Edward.

— Sea lo que sea, si nosotros no los detenemos, los Volturi lo harán— le explicó Carlisle—. Me sorprende que aún no lo hayan hecho.

— Tal vez ellos lo planearon.

— No me sorprendería— agregó Jade.

— En Italia, leí la mente de Aro. Quiere que Alice y yo nos unamos a él, sabe que nunca lo haríamos mientras esta familia esté viva.

— Un ejército solucionaría eso.





──── • ✾ • ────






Jade se encontraba en su habitación, acostada en su cama con la espalda contra las almohadas apiladas verticalmente, mientras que en sus rodillas flexionadas se encontraba su cuaderno de dibujos. Otro de los secretos de Jade, era su talento a la hora de dibujar, no le gustaba compartir su arte con nadie, ni siquiera con su hermana. Sentía que era algo privado dónde liberaba sus más profundos sentimientos.

Lo que había empezado como un espeso bosque, terminó siendo involuntariamente el pelaje de un lobo grisáceo que atormentaba sus pensamientos a cada momento del día y la noche.

Desde la noche en la fogata, ninguno de los dos había vuelto a hablar con el otro. Jade tenía miedo de que todo hubiera sido un malentendido, tenía miedo al rechazo; en cambio, Paul, sólo le daba su espacio, aunque debía admitir que no podía evitar espiarla cuando ella no lo notaba. Lo hacía sentir vivo.

Y eso es lo que sucedía ahora, Jade dibujaba al lobo sin saber que el mismo la estaba espiando en su ventana. Paul la admiraba sin saber lo que ella estaba dibujando, pero lo que sí sabía era que debía ser algo que le gustara mucho, las pequeñas sonrisas la delataban. Y hacían que Paul no pudiera controlarse de entrar y comerla a besos en ese preciso instante. Sin poder evitarlo, dio tres pequeños golpes al vidrio de la ventana, llamando la atención de Jade, quien se sorprendió al ver al chico fuera de su ventana, a semejante altura.

Rápidamente, la castaña se levantó de su cama, sin notar que su cuaderno de dibujo aún se encontraba abierto de par en par sobre las sabanas, y corrió a abrir la ventana.

— Sabes que existen las puertas, ¿cierto?

— Sí, pero de esta forma es más romántico.

Al escuchar las palabras del chico, Jade no pudo evitar que los colores subieran a sus mejillas.

— Deberías ponerle seguro a la ventana— habló Paul, intentando no saltar sobre la chica al verla sonrojada.

— ¿Quieres que esté encerrada aquí dentro?

— No, pero con todo lo que está ocurriendo, me sentiría más seguro si lo hicieras.

— Creo que sabes perfectamente que puedo cuidarme sola.

— Lo sé, tengo una cicatriz que lo prueba— dijo riendo al final, pero a Jade no le causó tanta gracia.

— Lo lamento tanto— habló Jade mientras dirigía su mano al costado de Paul, pero deteniéndose antes de tocarlo.

— Tranquila— la detuvo, levantando su camiseta mostrando su torso sin un rasguño alguno— Sanó horas después.

A pesar de las palabras de Paul, Jade aún se sentía con culpa, eso no iba a cambiar.

— ¿Irás a la fiesta de Alice por su graduación?

Paul hizo un sonido de disgusto antes de contestar.

— Ni lo sueñes.

— ¡Oh, vamos Paul!

— No, Jade. No podre controlarme y mataré a alguno de los vampiritos.

Jade sabía que la relación de la manada con los Cullen no era buena, para nada buena, pero también sabía que a Paul no le gustaría que fuera sola, así que lo tomó como ventaja.

— De acuerdo, como quieras— comenzó Jade—. Entonces supongo que iré sola, a una casa de vampiros, sedientos de sangre, y llena de adolescentes con las hormonas revolucionadas, con un vestido extremadamente corto.

Con cada palabra mencionada, Paul se ponía cada vez más furioso, debía ir, TENÍA que ir.

— No irás sola, iré contigo.

— Oh, ¿enserio?— comenzó a jugar con él—. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

— No me tientes, Jade— le advirtió Paul, haciendo que Jade riera como una niña al ver que su plan había funcionado.

Ambos se acostaron en la cama, pero al hacerlo Paul sintió algo rígido bajo su espalda, al sacarlo pudo notar que se trataba del cuaderno en el cual Jade estaba dibujando minutos antes. Iba a avisarle a Jade, pero al ver lo que estaba dibujado se quedó sin palabras.

Era él.

Eso le provocó una emoción insaciable dentro de él que quería salir y si no lo hacía iba a explotar.

— ¡No veas eso!— exclamó Jade, pero ya era tarde.

Ahora creerá que soy una acosadora, pensó Jade.

Pero antes de que pudiera sacarle el cuaderno a Paul, él ya se encontraba sobre ella besándola con desesperación. A Jade le costó seguir el ritmo, pero rápidamente pudo hacerlo sin importarle que su cuaderno de dibujos se encontrara desparramado en el suelo de su habitación.

Paul se separó a duras ganas, apoyado en sus codos para no aplastar a la chica debajo de él, con la respiración agitada.

— Te amo.

Jade no podía creer lo que escuchaba.

— Te amo— repitió—. Sé que es pronto, pero así lo siento, Jade. Sé que tú aún no sientes lo mismo y que debes creer que es apresurado, y yo te esperaré. Siempre lo haré, porque te amo y no tengo miedo de decirlo— suspiró—. Te amo, Jade Argent.

— Paul...— comenzó Jade sin saber que decir—. No estoy lista para corresponderte, pero realmente te aprecio y no quiero que desaparezcas de mi vida. Ambos sabemos que nuestras vidas no son fáciles y menos con todo lo que está ocurriendo últimamente, pero lo que sí sé es que no quiero separarme de ti.

Paul la abrazó contra su pecho aguantando sus lágrimas de felicidad, él no era de los chicos que lloran, pero desde que apareció Jade en su vida todo era posible.

Sin soltarla se acostó y tapó a ambos con las sabanas. Sintió como Jade dejaba un dulce beso en la unión de su cuello y hombro, haciendo que él le contestara el afecto besando la cima de su cabeza.

— Te amo, Jade— susurró antes de que la chica cayera dormida con una sonrisa en su rostro.

Paul no podía creer que al fin la tenía entre sus brazos y poder ver lo hermosa que era de cerca.

Siempre iba a protegerla, aunque eso le costara la vida.




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Feliz, Katherine y Jade, ya de encontraban en la fiesta. Felix hablaba con Emmett y Jasper, mientras que Kat bailaba con todo chico que se le acercara, en cambio, Jade miraba todo el panorama bebiendo una Coca-Cola, digamos que esa noche ella era la conductora designada.

De repente sintió unos brazos rodear su cintura, no se asustó, sabía perfectamente quien era.

— Viniste.

— No iba a dejarte a la merced de estos estúpidos adolescentes con ganas de tener relaciones con todo lo que camina.

Ambos rieron y decidieron ir por otra bebida, ya que las suyas se habían agotado.

Jade pudo ver como Jacob hablaba con Bella junto a Embry y Quil, así que decidió acercarse, pero al notar que Alice estaba a punto de caer por las escaleras, corrió a ayudarla.

— ¡Alice!— exclamó Jade al mismo tiempo que Bella, atrayendo la atención de los lobos— ¿Qué viste?

— La decisión se ha tomado.

— ¿Qué ocurre?— preguntó Jacob al llegar junto a nosotras, al igual que el resto de los chicos.

— No van a ir a Seattle— afirmó Jade.

— No, ellos vienen hacia acá.

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