XVI. "Quiero compartir mi vida contigo."

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XVI.

"Quiero compartir mi vida contigo"



Las horas pasaban mientras Jade, Paul, Kat y Felix, esperaban afuera de la habitación por la decisión de su familia junto a Allison, quien les preguntaba sobre su estadía en Forks. Gustosos contestaron todas sus dudas, obviamente evitando ciertos detalles que la niña no debía saber aún. Jade tenía unas inmensas ganas de saber sobre Maya, su otra prima hija de su tía Kate, pero Alli no sabía de su existencia ni que vivía en Beacon Hills, por lo que debía esperar a que su tía saliera para preguntarle.

El sonido de la puerta abrirse, los alertó levantándose de la alfombra del pasillo, su tío Chris los invitó a pasar con un movimiento de cabeza y llevándose a Alli a otro lugar. La tensión se sentía en el aire y Jade pensó peor cuando la mirada de su abuelo se fijó en ella.

— Están solos en esta.

El mundo de los jóvenes Argent cayó.

— ¿Cómo? — preguntó Felix abatido, sabía que sería algo difícil pero jamás pensó que su familia los abandonaría por algo tan importante para ellos.

— Como escuchaste, hijo. No los ayudaremos.

— Papá...— murmuró Jade cohibida.

— Lo lamento, pequeña. Pero no permitiremos que más cazadores mueran, aún menos cuando no es nuestra pelea— le contestó frente a la atenta mirada de su esposa.

— ¡Claro que es nuestra pelea, es nuestra familia!

familia.

— ¡Era la familia de la abuela también! — la habitación quedó en silencio en espera de la respuesta del abuelo Gerard ante la mención de su esposa fallecida.

— Largo— fue lo único que dijo, preocupando a Paul.

— Abuelo...— comenzó Kat.

— No vuelvas a llamarme así, ya no son parte de esta familia.

— Padre— intentó hacerlo razonar la madre de Jade y Kat.

— ¡No, Elizabeth! Ellos creían que vendrían a buscarnos y con unas cuantas palabras los ayudaríamos a defender a las criaturas que nos atacan diariamente, ¡pues no! Y además tienen el descaro de venir con uno de ellos, ¡uno de esos perros!

La furia crecía dentro de Paul, pero no tanta como la que Jade estaba dispuesta a liberar para defenderlo.

— ¡ESTE PERRO ES MI PROMETIDO Y ME HA DADO MÁS AMOR EN ESTOS MESES QUE TODOS USTEDES EN TODA MI VIDA!

El corazón de Paul se agrando de orgullo, aunque se preocupó de las palabras de Jade. Ella nunca le había contado de su relación con su familia, exceptuando a Kat y Felix.

Elizabeth intentó acercarse a sus hijas quienes se encontraban con lágrimas en sus ojos, pero estas retrocedieron impidiéndoselo.

— Si eso es lo que quieren— comenzó Felix agarrando el brazo de Kat—. Ya no somos parte de esta familia.

Sin decir nada más y al no tener respuesta de nadie, comenzaron su camino a la salida de la habitación.

— Tenemos una mejor familia ahora— dijo Jade lo suficientemente alto para que todos la escucharan cerrando la puerta de un portazo.




──── • ✾ • ────



El regreso a Forks fue silencioso y agobiante, de no ser porque Paul la sujetaba, Jade caería en cualquier momento. El auto se estacionó frente a la casa de los Cullen, mientras eran recibidos por Edward y Bella, quienes al ver que nadie nuevo bajaba del auto se desanimaron.

— Lo siento mucho— murmuró Jade alejándose sin poder mirarlos a los ojos.

Bella la siguió con la mirada viendo lo mal que Jade se veía, tenía unas ojeras enormes bajo sus ojos, se encontraba con la misma ropa con la cual se había ido y su cabello no se encontraba perfectamente peinado como acostumbraba.

— ¿Qué ocurrió?— preguntó Edward preocupado por el bienestar de Jade.

— Digamos que ya no somos Argents— explicó Kat y al ver la confusión en sus rostros continuó—. Nos echaron.

Bella comenzó a boquear como un pez incrédula.

— Es nuestra culpa.

— Claro que no, Bella.

Mientras discutían sobre quién tenía la culpa del drama familiar, Paul se acercó a Jade quien miraba hacia el bosque, al llegar notó que esta se encontraba llorando y al verlo las limpió.

— Sabes que no tienes que fingir conmigo, cariño— le recordó abrazándola por sus hombros.

— Tengo que ser fuerte.

— Ser fuerte no significa que no debas llorar, eres la persona más fuerte que conozco Jade y que llores no cambiará eso. Eso sólo demuestra que te preocupas por los que amas.

Jade se permitió llorar escondiendo su cara en el pecho fuerte de Paul, disfrutando de sus caricias en el cabello y el varonil aroma que emanaba.

Junto a Paul se sentía segura.



──── • ✾ • ────



La nieve llegó más firme que nunca con la llegada de La Navidad, aunque Jade no era religiosa de ningún modo, amaba esta época del año cuando los amigos y la familia se reunían, era su primera Navidad sin los Argent, pero ya no le importaba, ellos decidieron su camino lejos de ellos.

Jade envolvió el último regalo que quedaba para envolver mientras esperaba que Paul volviera de su salida con la manada, al parecer que nevara no los detenía de saltar por el acantilado. De solo pensarlo a Jade le dio un escalofrío que recorrió toda su espina vertebral.

El sonido de la ventana abrirse la asustó haciéndola tirar las tijeras en sus manos, se giró encontrándose con un Paul demasiado sonriente.

— ¡Serás idiota! ¡Casi me matas del susto!

— Sí, sí como digas— le dijo acercándose para robarle un beso—. Ven conmigo, tengo una sorpresa para ti.

Comenzó a tirar de su brazo en dirección a la ventana, él salió primero de un salto para luego ayudarla a bajar.

— ¿Por qué salimos por la ventana si podíamos hacerlo por la puerta tranquilamente?

— Le sacas todo lo romántico a esta escapada— le dijo llevándola hacia el inicio del bosque.

— No es escapada si hay alguien viéndonos.

Paul extrañado miró hacia donde señalaba su chica, los tres caballos los miraban atentos con césped aún en sus bocas.

— Shh, ustedes más vale que no digan nada.

Jade río alegrando a Paul, quien continuó guiándola por el bosque hasta que en un momento le pidió que cerrara sus ojos. Con confianza Jade lo hizo y se dejó guiar nuevamente por Paul.

— Quédate aquí— le indicó deteniéndola—. No abras los ojos o arruinarás tu regalo de Navidad.

— ¿Pero no deberías dármelo en la noche?— preguntó pero no obtuvo respuesta.

Pacientemente, Jade espero a que su prometido volviera. La voz de Paul se escuchó distante cuando le indicó que abriera los ojos, al hacerlo se encontró con una hermosa cabaña en el medio del bosque repleta de flores silvestres. Paul se encontraba junto a la puerta de este analizando su reacción.


— ¿Qué dices?— le preguntó al no poder descifrar sus gestos.

— ¿E-Esto que significa?— habló Jade acercándose.

— Que quiero compartir mi vida contigo.

Jade temblaba incapaz de controlar sus sentimientos, definitivamente no merecía a Paul.

— Estás diciendo que...

— Es nuestra casa, Jade. Aquí viviremos y cuando estés lista tendremos hijos que correrán por todo el patio, y crecerán y nos darán nietos, mientras nosotros envejecemos sin dejar de amarnos ni por un segundo.

Jade lo interrumpió atacando sus labios en un fogoso beso, lo amaba, realmente lo amaba y que hubiera estado planeando esto la derretía por dentro.

— ¿Quieres echar un vistazo?


La castaña asintió con una enorme sonrisa, al entrar Paul le mostró todo el lugar la sala, la cocina, los baños, las habitaciones de sus futuros hijos, que al parecer serían bastantes según Paul, hasta terminar con su habitación.

— ¿Cuándo hiciste todo esto?

— Hace unos meses, todos ayudaron.

— No tengo palabras, Paul— murmuró Jade abrazándolo—. Creo que entonces también es mi momento de darte tu regalo.

Paul comenzó a saltar como niño cuando Jade sacó una pequeña caja, este la abrió revelando dos hermosos brazaletes con la imagen de una luna llena.

— Están hechizados por una bruja amiga de Felix, cuando alguno de nosotros esté en peligro el otro lo sentirá y la luna se iluminará.

Paul sonrió poniéndose el brazalete al igual que Jade, y se lo agradeció con un beso en su nariz.

— ¿Qué te parece si te lo agradezco estrenando la habitación?

Ambos rieron para luego tumbarse ambos sobre la cama. Tan solo esperaban que el resto de sus vidas fuera tan perfecto como lo era en ese momento.

Paul se detuvo, extrañando a Jade.

— Quédate aquí— le ordenó.

Paul era un idiota si creía que Jade se quedaría quieta cuando claramente algo sucedía. Ambos salieron al pórtico de la puerta, mientras Paul olfateaba el aire, antes de que Jade pudiera notarlo, este ya estaba convertido en el gigantesco lobo gris que tanto amaba, ocultándola tras su inmenso pelaje. Comenzó a gruñir alertando a Jade quien salió de detrás de él mirando qué se encontraba frente a ellos.

Era imposible.

Dominic.

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