Capítulo 24

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¡Basta! ¡sueltame!—grité con todas mis fuerzas mientras era arrastrada por un Kraang a través de un extenso pasillo.

Él caminaba sin mirar atrás, dejando en ridículo mis inútiles intentos por liberarme. Baxter caminaba a su lado, escribiendo muy concentrado en su libreta.

—¡Ya tienes lo que querías de mí, déjame ir!—vocifere exaltada y nerviosa.

Pero la única respuesta que obtuve de su parte fue su completo silencio. Eso duro hasta que se detuvo frente a una puerta y comenzara a presionar una serie de números en el teclado táctil que esta poseía.

—Créeme—habló, viendo la puerta abrirse—ni siquiera e comenzado—sentenció antes que el robot me arrojara dentro.

Y cayera al vacío.

Ninguno de los golpes de Karai se podían comparar con el insoportable dolor que se apoderaba de mi cuerpo cuando este impactó contra el suelo.

Solté un profundo quejido de dolor por eso, e ignorando los dolores punsantes que sentía en mis músculos, logré apoyar mis manos y levantar un poco mi cuerpo. Mi cabello se interponia en mi campo de visión, adaptando una apariencia de cascada, y a través de las hebras pude visualizar una enorme habitación oscura, iluminada apenas con unas tenues luces blancas provenientes de lo alto del cuarto.

El temblor propagandose en mis manos y la gran agitación en mi pecho me confirmaban que esto no era un sueño; que aquellos miles de ojos rojos al final de la habitación no eran un producto de mi imaginación.

—¿Sobreviviste a la caída? Me impresionas—habló Baxter desde una sala de control, la cual tenía una gran vista panorámica del lugar.

Mi corazón casi se detuvo cuando la criatura comenzó a dar golpes contra los barrotes que lo mantenían atrapado, haciendo al suelo sacudirse; lugar del que me negaba rotundamente a pararme. Y aunque quisiera hacerlo mis piernas no me lo permitían.

Por primera vez en mi vida conocí la sensación de terror carcomiendome por dentro.

Un dolor punzante nació en mi brazo derecho. Saque el objeto, y entré en un estado casi somnoliento y con visión doble. De un momento a otro me vi presa del miedo, y de las lágrimas que mojaban mis mejillas.

Las pupilas de la criatura se agrandaron notablemente, y sus zarandeos dentro de la jaula fueron más constantes y repetitivos.

—El espécimen presenta respuesta positiva hacia el suero impuesto en el sujeto de prueba—mire hacia arriba, el científico hablaba en voz alta mientras escribía—comenzando la fase dos: liberar al experimento 195... ¿¡que sucede allá afuera!?

Mi atención se enfocó en la gran puerta del monstruo abriéndose. Brazos humanos y patas de diferentes animales salieron ante el mínimo espacio posible. Algunos de estos se clavaron en el frio cemento por la desesperación de salir de allí.

Yo rogaba que no lo hiciera.

Sin esperar más tiempo, esa cosa golpeó la compuerta con su cuerpo, sacandola del lugar y arrojandola lejos. Cerré los ojos al mismo tiempo que escuchaba un cristal rompiéndose, explosiones, y las ordenes de atrapar al intruso que había saltado.

¿Intruso?

Levanté la mirada, viendo como él se aproximaba al monstruo dispuesto a defenderme. Incrustó sus armas en la bestia, haciendole dar un gran rugido, y aún suspendido en el aire levantó su pierna derecha y con ella lo pateo con fuerza.

—¡Raphael!—lo llamé, permitiendome sollozar cuando nuestros ojos se encontraron, transmitiendome la paz que creía perdida.

Llegó hasta mi lado, arrodillandose a mi altura. Acuno mi rostro con una de sus manos, y con su pulgar limpió cualquier rastro de lágrimas en mi rostro.

—Estás hecha un desastre—dijo sonriendo levemente.

Asenti. Asenti como si nunca lo hubiera hecho. Sin poder controlarlo me abalance sobre él, abrazandolo, y el correspondió sin dudarlo. Luego me ayudó a pararme, y un gran mareo atacó mi cabeza.

—Tranquila, te sacaré de aquí.

—¿Acaso no tienes miedo?—pregunté con la voz un poco temblorosa.

—Por supuesto que lo tengo—respondió con obviedad, cargandome sobre su espalda—pero a diferencia de ti, yo me enfrento a cosas como ésta a diario. No le perdí el miedo a la muerte si es lo que te preguntas, pero... digamos que puedo controlarlo—me observó sobre su hombro—¿quieres ver?

Acomodó mejor mi cuerpo sobre su caparazón, y se preparó. Confundida seguí su mirada, encontrándome con la criatura que se estabilizaba después del golpe, justo debajo del ventanal roto de la sala de control.

—No, no, no, no...—repetí una y otra vez cuando él empezó a correr.

Como si fuera un ninja, aunque de hecho lo era, salto sobre un tentáculo cuando este fue dirigido hacia él con la intención de lastimarlo. Corrio sobre el mismo, esquivando las manos humanas que intentaron golpearlo o empujarlo. Del lado izquierdo de su cinturón tomo una especie de pistola con un gancho en la punta, y al ser disparado se incrustó en alguna ranura de la habitación frente a nosotros. Nuestro salida me hizo recordar al modo en que los espías solían escapar dramáticamente en las películas.

Raph corrió hacia la puerta de la habitación y salió por ella, y en el proceso vi el cuerpo inconciente de Baxter cerca de su asiento junto con los cuerpos destruidos de los Kraangs sin los cerebros dentro.

—¿Estás bien?

—Descartando el hecho que casi muero, y que puedo desarrollar un posible trauma de por vida... pues si, estoy bien.

Él sonrió.

—Comentario sarcástico. Es una buena señal—exclamó, haciéndome sonreír de igual manera.

(***)

Raph llevaba un buen tiempo recorriendo el lugar, y no podíamos encontrar ninguna salida.

Ingresamos por innumerables puertas, encontrándonos con resultados no tan agradables en algunas de ellas, pero eso no impidió que siguieramos buscando.

Ahora él corria por un pasillo de una sala circular. Quise bajarme y seguir a pie, pero él no me lo había permitido.

Dirigí mi mirada hacia unas ventanas que había a mi derecha. Éstas daban a un gran cuarto debajo, donde se llevaba a cabo una pelea. Puse más atención en eso, y logré distinguir a Leo como uno de esos peleadores.

—Espera, ¡Raph!

Él se detuvo, y le señale los ventanales. Él se acercó, contemplando al igual que yo la gran batalla que se llevaba a cabo entre robots, soldados del pie y tortugas mutantes. Eso lo hizo ponerse más ansioso, buscando con más anhelo y deseo cualquier puerta o pasaje que nos llevara hacia ellos.

Unos ruidos hicieron que vieramos justo al otro lado del campo de combate como las puertas de un ascensor se abrían. Un grupo de Kraangs portando grandes arma salieron, y la mirada de ellos se incrustaron en nosotros. Rápidamente rodearon el pasillo para atacarnos.

Raph me dejo en el suelo y corrió a su encuentro, siendo recibido por todos los disparos de esas armas.

—¡Kim ve al ascensor! ¡ahora!—gritó, haciendo que diera un pequeño repigno de sorpresa. Vi la puerta del mismo abierta, y con dificultad me di media vuelta, yendo hacia ella por el lado contrario al que Raphael estaba.

Arrastraba los pies por lo pesados que los sentía, y la pared era un gran sosten para que mi cuerpo no cayera. Un gran golpe contra la pared hizo que esta temblara y se formaran grietas en ella, haciéndome casi caer. Al recuperar la compostura y ver hacia abajo vi a un rinoceronte abandonar el gran hueco que había ocasionado al ser golpeado por Donnie.

Este se movió llevando su combate a otra parte, dejando a plena vista a un mutante en particular. Leo y yo conectamos nuestras miradas, sin poder creer que ambos seguíamos con vida. Pero el puñetazo que Tigerclaw le dio contra su rostro rompió aquel momento, motivandome a llegar más rápido al ascensor.

Mi brazo palpitaba, y el pequeño piquete se había transformado en un gran golpe negro que poco a poco teñia mi brazo.

Caí dentro del elebador. Me arrastre hasta que pude recargar mi cuerpo contra la pared metálica.

—¡Rapha!—lo llamé con todas mis fuerzas, logrando que él me escuchará y corriera hacia mí con los robots pisandole los talones.

Me acerqué a los botones del ascensor, y apenas él entró presione desesperadamente el que llevaba al subsuelo. El ascensor dio una gran sacudida y las puertas fueron abolladas por el impacto de los robots contra ella.

Nuestras respiraciones estaban agitadas, y ambos dabamos grandes bocanadas de aire. Más Raph que yo. El ambiente se hubiera sumido en un profundo silencio de no ser por la música que salían por los parlantes del elevador.

Aún seguía temblando por el miedo y la adrenalina del momento. Raph noto eso, y su rostro se iluminó por un instante. Y luego hizo algo que jamás pensé que haría en un momento como éste: comenzó a rapear. Siguiendo el ritmo de la canción del ascensor empezó a ser beatbox, diciendo palabras como "Yo, yo. What'up bro".

Puse una mano sobre mi boca para no reír.

—Me falta Mikey con los coros—admitió con cierta gracia y nostalgia.

Aunque resultara difícil de creer, eso hizo que mis nervios disminiyeran casi por la mitad.

Y a medida que íbamos acercándonos al último piso escuchábamos con más claridad los golpes, gritos, y cosas rompiéndose. Raphael dio unos pasos hacía adelante, cruzandose de brazos. Lo observé interrogante, hasta que las puertas se abrieron y dirigi mi atención en eso.

—Muchas gracias por visitar las instalaciones del TCRI, por favor disfrute de su estadía—hablaron los parlantes cuando las puertas se abrieron completamente.

La pelea se detuvo en un instante, y todas las miradas se clavaron en nosotros.

Creando un corto silencio.

—Admitanlo, ya quisieran tener una entrada con tanto estilo—les habló Raphael a sus hermanos al salir del ascensor. Al hacerlo apretó el botón que hacia al elevador subir.

Su caminar confiado y despreocupado fue lo último que vi antes que las puertas del ascensor se cerraran.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro