Veintidós.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Me van a explotar los oídos —me quejé mientras esperábamos a que nos revisaran para poder entrar al festival.

—¿Qué te esperabas? —Elián sonrió socarronamente—. Estamos en un festival, Ty-Ty.

—No vas a parar de llamarme Ty-Ty, ¿verdad?

—¿Y perder la oportunidad de molestarte? Jamás.

—Yo solo quería quejarme —lloriqueé.

—Pesado —dijo Hass a mis espaldas.

—Tanto como tú. —Le saqué la lengua.

—Eh, eh, nada de discusiones cuando se supone que tenemos que divertirnos —intervino Zack.

—Pero Zack, déjalos, a ver si nos entretienen mientras esperamos. —Ben hizo un puchero.

—Entretennos tú, mono de circo —gruñí.

—Ey, ey, ey, cuidado con lo que dices, gnomo de jardín —me detuvo Thiago.

¿Sabéis qué era peor que ser bajito? Ser bajito en un grupo lleno de gigantes que miden más de metro ochenta cada uno.

—¿Queréis dejar de usar mi altura como contraargumento? —gruñí.

—No. —Elián se relamió los labios, intentando ocultar su naciente sonrisa—. No es nuestra culpa que no crecieras.

—¡No es mi culpa que vosotros seáis jirafas! —rebatí.

—Bueno, técnicamente, esa comparación es errónea si es literal, pues las jirafas miden de media cinco metros y nosotros apenas sobrepasamos el metro ochenta —replicó Airy detrás de mí.

Me giré para mirarlo con odio. Él solo sonrió con inocencia.

—Por eso estás soltero —declaré.

—En realidad, si no me quieren es porque soy insoportable, no porque tenga la razón.

—Vas a acabar recibiendo un golpe —amenacé.

—Airy es la peor persona del grupo a la que podrías amenazar con golpear —suspiró su hermano, Mya.

—Lo sé, pero creo que soy capaz de arriesgarme solo para disfrutar el puñetazo. —Me encogí de hombros.

—Ver un enfrentamiento entre un enano rabioso y un rascacielos prepotente es bastante divertido —susurró Hass, mirando hacia su novio. Zack intentó aguantarse la risa.

—Te he escuchado, infeliz. —Le dediqué una mirada de odio profunda.

—Eh, ¿prepotente? Yo mejor diría narcisista —le reprochó Airy.

Lo miré incrédulo.

Por suerte, la fila avanzó hasta que nos tocó, antes de que cometiera un crimen de odio hacia mis propios amigos. No era nada paciente y mucho menos calmado para estar en filas, ¿vale? Era un aspecto a mejorar.

Después de analizarnos de arriba hacia abajo y pedirnos nuestras identificaciones y entradas, por fin logramos entrar al dichoso festival. Los conciertos aún no habían comenzado, pero estaban poniendo música por los altavoces.

El panorama era curioso, pues ya había bastante gente borracha y bailando. ¿Sería uno de ellos? Lo descubriríamos pronto.

Había puestos de comida repartidos por toda la zona, por lo que nos dividimos en parejas para ir cada uno al que quisiera. Me quedé junto a Elián porque, en cuanto a gustos de comida, era con quien más afinidad tenía.

—¿Perrito caliente o hamburguesa? —Se frotó el mentón mientras miraba inquisitivamente ambos puestos.

—Pues prefiero un sándwich —comenté yo.

—Bueno, pues ve a por un sándwich. —Me sacó la lengua.

Parpadeé varias veces, mirándolo con seriedad.

—Ya no quiero. —Me crucé de brazos y aparté mi mirada, abultando mi labio inferior como un niño pequeño.

—Serás infantil —rió, pasando su brazo derecho por mis hombros—. ¿Necesitas que te acompañe, dulzura? ¿O ya estás mayorcito para ir solo?

—Que te den —musité—. Vamos juntos.

Carcajeó con fuerza, pero me siguió sin quejas.

Cuando llegamos al puesto que quería, comencé a balancearme de un lado a otro con emoción. No iba a mentir, la única razón por la que quería el sándwich era porque se había popularizado por las redes sociales últimamente. Según fuentes poco fiables, compartir ese sándwich era como hacer una promesa eterna con esa persona. Quedarse juntos para siempre y todas esas tonterías imposibles como el amor eterno.

Francamente, no me lo creía, pero era divertido pensar que sí.

Además, se suponía que también estaba rico, así que no estaba de más probar.

Cuando fue nuestro turno, me di cuenta de que la altura de la ventanilla para pedir era más elevada que de costumbre, por lo que me fue difícil apoyarme para hacer mi pedido. Elián aprovechó para burlarse de mí todo el rato.

Para qué tener enemigos si tenías amigos así, decían por allí.

Él se apoyó sin problema alguno, mofándose de mí.

—Imbécil —declaré.

—Te encanto, lo sé —sonrió socarronamente.

—¿Podrías menguar un poco? Por Dios, ¿para qué necesitas ser tan jodidamente alto? —cuestioné.

—Para burlarme de ti. Nací para esto. —Se encogió de hombros.

Le di una patada con fuerza, haciéndolo reír. Seguramente, ni siquiera lo había sentido por la diferencia de fuerzas y altura. A pesar de ser el único que practicaba defensa personal, Elián iba al gimnasio recurrentemente y estaba en el equipo de baloncesto de la universidad.

Era un chico atlético, alto y fuerte.

Ojalá yo.

A mí me había tocado ser el amigo bajito con estilo y malhumor. No me quejaba, pero a veces me preguntaba cómo sería ser alto

El vendedor nos entregó nuestro pedido y, por primera vez en un tiempo, por fin pude invitar a Elián yo y no al revés.

—Se supone que tenemos que separar el sándwich al mismo tiempo para que funcione —indiqué.

—¿Funcionar? ¿Qué cosa? —rió por lo bajo.

—¿No has visto esos videos que dicen que este sándwich te enlaza con quien lo compartes?

Entonces, Elián comenzó a carcajear.

—Dudo que eso sea verdad, pero por probar no me voy a morir.

Chasqueé la lengua.

—Ya no quiero. Me lo comparto conmigo mismo porque yo sí me quiero. —Me giré, ofendido.

Elián siguió riéndose, pero al ver que me alejaba cada vez más sin mirar hacia atrás, corrió hasta mí y deslizó su mano por mi cintura.

—Lo siento, lo siento. —Se limpió una lagrimita imaginaria—. Sabes que te quiero mucho.

—Yo no.

—¿Seguro que no? —Se inclinó en mi dirección, acercando demasiado nuestros rostros.

Tragué saliva antes de responder con un tajante:

—No.

Abultó su labio inferior, alejándose y cruzándose de brazos. 

Aún me cosquilleaban las zonas del cuerpo que habían estado en contacto con las yemas de los dedos de Elián.

—Eres malo y juegas con mis sentimientos.

—¡Quién comenzó! —le reproché.

—No sé de qué hablas. —Desvió la mirada.

—Tonto —bufé, ofreciéndole la otra mitad del sándwich para que tirara de él—. Es ahora o nunca.

—Bueno, lo tomo, pero muy ofendido, que lo sepas.

Agarró su parte y ambos tiramos al mismo tiempo, haciendo que se partiera en dos mitades perfectas.

—Cuánta habilidad —bromeé.

—¿Esto significa que somos almas gemelas? —me siguió él.

—Desearías —sonreí tontamente y le di un mordisco a mi mitad.

—Bastante. —Se encogió de hombros, comenzando a comerse la suya también.

Nos miramos inquisitivamente para después comenzar a carcajear juntos. Charlamos de más tonterías hasta que nos reencontramos con el resto del grupo. Para ese entonces, los conciertos ya habían comenzado y conseguimos una zona con buena visibilidad. Por suerte, los demás me dejaron estar delante de ellos; la única ventaja de ser más bajito era esta, que me daban prioridad para estas cosas.

La música estaba muy fuerte y apenas oía mi propia voz entre las de otras miles de personas que estaban cantando al mismo tiempo. Aproveché los minutos libres entre el cambio de los artistas actuales a los siguientes para beber un poco de agua.

—¿Qué tal te lo estás pasando? —Elián se inclinó hasta quedar a mi altura y susurró cerca de mi oído.

—Bastante bien, me alegra haber venido —sonreí.

Me dolían las comisuras de los labios de tanto hacerlo. También tenía la garganta seca y estaba sudando a mares, pero no me quejaba. Merecía la pena.

—¿Sabes quiénes son los siguientes artistas? —La voz ronca de Elián hizo que mis piernas temblaran, no solo porque fuera suya, sino por nuestra cercanía.

Si él no estuviera sujetando mi cintura, definitivamente estaría en el suelo.

—Se supone que es sorpresa, duh, ¿cómo voy a saberlo? —Me encogí de hombros, restándole importancia a mis pensamientos.

—Oh, ¿no has leído el último horario que sacaron? —Esbozó una sonrisa ladeada. Negué con la cabeza—. Creo que te va a gustar.

—Ni que fuera a venir Kósmos. —Rodé los ojos. Él no dijo nada—. No jodas, Elián.

Cuando una ola de gritos inundó el lugar, mi mirada se dirigió automáticamente hacia el escenario.

Tragué saliva al ver al grupo subirse al escenario y saludar a todos mientras conectaban los instrumentos. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas.

—No es una broma, Tyler —murmuró, apretándome contra él en un improvisado abrazo.

Miles de sensaciones me recorrieron por el cuerpo y un pensamiento destacó sobre el resto.

A Niss le hubiera encantado.

Debido a su popularidad, conseguir una entrada de Kósmos era una tarea inhumana. Niss y yo jamás pudimos conseguir una. Uno de sus mayores sueños era poder verlos en directo. Y ahora yo tenía la oportunidad, pero él no.

Sentí cómo se instalaba un nudo en mi garganta. Estaba feliz, pero triste, pero feliz. No sabía cómo sentirme. Era raro.

Nathaniel, el cantante principal del grupo, se acercó al micrófono, saludando a todo el público y recibiendo severas ovaciones en respuesta. Sonrió antes de colgarse su guitarra y el resto del grupo lo imitó.

Las primeras notas sonaron y para cuando me quise dar cuenta, el espectáculo ya había terminado. Me aferré a Elián mientras los veía recoger.

Antes de bajarse del escenario, el grupo buscó a alguien entre el público y nos miraron a nosotros. Jadeé, sintiendo que me quedaba sin aire, cuando alzaron los brazos y nos saludaron. Giré la cabeza, viendo cómo Elián copiaba el gesto.

Al ver mi desconcierto, sonrió con inocencia.

—Es una larga historia que algún día te contaré.

Pasó su brazo por mis hombros y me acercó a él.

El resto de los espectáculos pasaron con rapidez. El festival dejó de tener sentido para mí, porque solo pude quedarme con la extraña sensación de calidez que se instaló en mi pecho, seguido de una reconfortante brisa que acariciaba mi cabello después de Kósmos.

Quizá era la poca cantidad de alcohol que había ingerido, pero ¿era normal escuchar al viento silbar?

Niss.

Todos juntos nos alejamos de la muchedumbre hacia un lugar menos concurrido. Sentí que despertaba de un sueño cuando escuché los sollozos de Mya y lo vi llorar abrazando a Airy.

—¿Qué ha pasado? —pregunté.

Elián me observó a mí y después a Mya.

—Niss.

Solté todo el aire que había estado conteniendo sin darme cuenta y me acerqué al pelinegro.

—Mya —susurré.

Él sorbió su nariz y me miró.

—Era su sueño y jamás pudo cumplirlo —gimoteó.

—Lo sé. —Tragué saliva.

La presión en mi pecho se hizo más fuerte.

—Él preferiría que no llorarais por él, lo sabéis, ¿no? —señaló Airy.

—¿Llorar? —Me toqué las mejillas, dándome cuenta de que estaban húmedas.

Intenté decir algo más, pero mi voz se quebró en ese momento. Me limpié las mejillas con las mangas de mi camiseta, pero seguían saliendo lágrimas sin parar. Mis sollozos siguieron a los de Mya en poco tiempo. Ambos lloramos juntos.

¿Por qué era tan cobarde?

Sentí unos brazos rodearme, notando que eran de Elián. Me giré para esconder mi rostro en su pecho y lo rodeé con mis brazos, aferrándome a su sudadera.

El mundo se me vino encima; Niss estaba muerto, lo estaba para siempre y no volvería jamás, por más que intentara negarlo. 

Y ese pensamiento no abandonaba mi cabeza.

---

He de admitir que, al principio, este capítulo iba a ser triste en otro sentido (pelea entre Tyler y Elián, ups), pero comencé a escribir y una cosa llevó a la otra y el capítulo acabó así.

JAJSDLASJD bueno, no me quejo, porque en este cap se muestra un acercamiento entre Ty-Ty y Elián. Su amistad está más fuerte que nunca, es decir, NO MÁS DISCUSIONES :D. Mirad el lado bueno, tenéis eso por seguro ahre.

Otra cosa es que acabe bien. El siguiente capítulo es un enfrentamiento entre dos personitas muy apreciadas por mí, pero que, en mi defensa, tengo favoritismo...

Soy triste por Niss y por eso siempre que puedo, lo menciono. Porque yo tampoco lo supero JAJAJAJ.

ESO ES TODO, BESITOS DE MEDIA MAÑANA :DDDD

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro