𝗻𝗶𝗻𝗲𝘁𝗲𝗲𝗻. killer queen

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xix. capítulo diecinueve
killer queen


SIRIUS SOLTÓ UN BUFIDO Y SE QUEJÓ. Estaba harto de su encierro, él quería salir pero no sabía a donde. Que haría con su libertad. Sus planes eran demostrar su inocencia al mundo mágico, especialmente Remus y Harry, tal vez vivir con su ahijado pero tendría que acomodar un poco su vida para poder vivir con Harry. Todos los otros planes implicaban a Kaila.

Él quería llevarla a recoger todo Londres muggle, tal vez viajar alguna otra parte. Fuera de Reino Unido, recorrer Europa y que Kaila pudiera ver el mundo. Ella nunca tuvo mucha plata para viajar, su vida se había basado en ir al colegio y trabar durante las vacaciones. Ni siquiera había logrado terminar el colegio ya que había sido encerrada a la corta edad de dieciséis años.

Y ahora, cuando por fin era libre, estaba obligada a escapar del Ministerio y el mundo mágico para no ser encerrada otra vez o besada por un dementor. La vida era una mierda.

Sirius seguía tratando de demostrar la inocencia de Kaila, por más que ella ya había anunciado que buscaba al asesino de su hermano, él quería ayudar. Se sentía inútil quedándose en el sillón todo el día, escuchando sus discos viejos de Queen y David Bowie.

Había tratado de ir al Ministerio y exigir la libertad de Kaila, estuvieron apunto de interrogarlo y darle Veritaserum para saber si sabía sobre el paradero de esta. Él no sabía donde estaba pero se supone que ellos tampoco sabían que él la había ayudado a escapar. Tener a Sirius encerrado otra vez, sería todo menos una ayuda para la libertad de Kaila.

Sirius se levantó del sillón y, arrastrando los pies, se dirigió a la cocina por otra cerveza. O tal vez algo más fuerte. Volvió al sillón con el Whisky de Fuego.

Últimamente estaba tomando mucho. No encontraba nada mejor que hacer que ahogar sus penas en alcohol. El no creía poder superar la muerte de su mejor amigo y, por más que pudiera, Azkaban no había ayudado mucho. Los dementores le absorbieron todos los recuerdos felices que tenía, dejándole unos pocos que terminaban siendo apagados por la culpa que sentía al haber recomendado a Pettigrew como guardián.

Si tan siquiera hubiera sido más inteligente. Si tan solo se hubiera dado cuenta de quien realmente era el espía. Pero ya no valía la pena lamentarse, ya estaban muertos y el no podía hacer nada.

Luego estaba Kaila. Habían estado juntos durante doce años, incluso más tiempo del que estuvo con James y Remus. Era reconfortante saber que no estuvo solo durante su tortura en Azkaban, lamentablemente el lugar y la manera en la que se conocieron no les permitió disfrutarlo más.

Sirius extrañaba escuchar a Kaila balbucear y reírse sola por cualquier cosa que se le pasara en la cabeza. Extrañaba sus extrañas preguntas sobre cómo se vería un dementor desnudó.

Sirius aún podía escuchar la voz de Kaila hablando.

—Tal vez son sexis, digo tienen ese aire misterioso y si tan solo no parecieran un cadáver en descomposición te apuesto todo a que serían de las criaturas más calientes que hubieras visto —dijo una vez Kaila—. Azkaban sería mucho mejor si los dementores realmente fueran como me los imagino. ¡Hasta podrían bailar Pole Dance!

Pero ahí estaba. Emborrachándose como un inútil. Sin ninguna idea buena para poder ayudar a Kaila. No tenían ninguna pista sobre el asesino de Jack Robinn. Tal vez estuviera muerto o encerrado, aún así, fuera como fuera, no serviría de nada. No había prueba alguna de que Kaila era inocente. Tal vez había mostrado su lealtad al ayudar a Sirius a demostrar su libertad, pero, fuera leal o no, el Ministerio quería encerrar a alguien y mostrarse competentes.

Sirius se sobresaltó al escuchar la puerta abrirse.

—¡Canuto, volví! —gritó Remus.

Remus dejó su abrigo en un raído perchero y sacudió sus zapatos para dirigirse al living, encontrándose con la imagen de Sirius borracho y tirado en el sillón con la canción Killer Queen de fondo.

—¿Que haces...? —su pregunta quedó al aire, cuando se dio cuenta que reprenderlo sería inútil. Estaba en el mismo estado desde hace semanas.

Resoplando, Remus comenzó a agarrar todas las botellas de cerveza y Whisky de Fuego vacías en la mesa y piso. El castaño negaba con la cabeza susurrando algunas maldiciones.

—Deberías dejar de beber tanto y hacer algo más productivo —renegó Remus—. Beber hasta perder la conciencia no te va ayudar en nada.

Tenía razón. Pero, ¿que podía hacer? Si Sirius podía olvidar por tan solo un momento lo inútil y estúpido que era, lo haría. El peli-negro gruñó y dio un gran trago a la botella de Whisky, para luego hacer puchero.

—Está canción me hace acuerdo a Kaila —lloriqueo Sirius—. She's a Killer Queen... —comenzó a cantar vagamente—. Gunpowder, gelatine, dynamite with a laser beam...

Remus tiro todas las botellas vacías y fue hasta Sirius para quitarle el porro que estaba por encender, este se quejó.

—Basta, no puedes seguir así —reclamó Remus. Sirius rodó los ojos y tomó una almohada para taparse los oídos, no tenía ganas de escuchar los reclamos de su amigo—. Llevas días en este estado. Si quieres ayudar a Kaila levanta tu trasero del sillón y comienza a reorganizar tu vida —Sirius se volvió a quejar—. ¿No fue para eso que escaparon? Volver a lo de antes.

—Ya nada volverá a lo de antes. No puedo traer a James a la vida, no puedo a ayudar a Kaila y tampoco puedo tener la custodia de Harry —dijo Sirius en tono quejumbroso.

—Por supuesto que no tendrás la custodia de Harry si sigues así —interrumpió Remus levantando las piernas de Sirius para poder sentarse junto a él.

—Da igual, tampoco puedo hacer algo por Kaila —repuso Sirius—. Ella está ahí afuera, escapando y buscando al culpable de su encierro, mientras que yo estoy aquí como un inútil cuando le prometí que la ayudaría.

Remus golpeó las piernas y se levantó entusiasmado.

—Ya se quien nos puede ayudar —exclamó. Sirius se levantó inmediatamente y lo miró expectante, esperando que continuara. Remus hizo una pausa dramática y siguió—. Tu sobrina es una auror, ¿cierto? —Sirius asintió con la cabeza—. Llámala y pídele ayuda, te aseguro que ella si te creerá.

Sirius sonrió y le dio un sonoro beso a la frente a Remus, mientras tomaba su cara con las dos manos.

—¡Lunático, eres un genio! —exclamó con emoción—. Iré a llamarla, pero mientras cállate, tu espantosa voz opaca a Freddie.

AHHHHHHHH!!!!! CADA VEZ ESTOY MÁS EMOCIONADA POR ESTA HISTORIA.

Nada más quiero agradecerles por el apoyo que tiene esta historia, es realmente lindo ver que a la gente le gusta lo que escribo.

xoxo, cass 🫶

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