𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄

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( ☆. 𝐸𝑃𝐼𝐿𝑂𝐺𝑈𝐸 )
𝚏𝚒𝚗𝚊𝚕 𝚜𝚎𝚌𝚝𝚒𝚘𝚗.













━━━━━ iii. 𝘵𝘩𝘦 𝘦𝘱𝘪𝘭𝘰𝘨𝘶𝘦.

Cuando Alaska, Harry, Ron y Hermione dejaron la enfermería al día siguiente a mediodía, encontraron el castillo casi desierto. El calor abrasador y el final de los exámenes invitaban a todo el mundo a aprovechar al máximo la última visita a Hogsmeade. Sin embargo, a ninguno le apetecía ir.

La rubia se separó del grupo, dirigiéndose hacia su sala común, esperando encontrar a alguno de sus amigos. Aunque no fue necesario llegar a las mazmorras, a la distancia vio a un grupo acercarse, no estaban mirando hacia adelante puesto que estaban ocupados discutiendo entre sí. Fue fácil reconocer a Blaise y a Ann, Theo estaba junto a ellos al igual que Draco, no podía escuchar de que hablaban pero parecía ser algo serio.

—Creí que estarían en Hogsmeade a esta hora. —Comentó Alaska lo suficientemente alto para que la escucharan.

Sus amigos levantaron la mirada al momento de reconocer su voz. Parecían sorprendidos pero felices de verla frente a ellos.

—¡Lasky, estás viva! —Soltó Blaise, apresurando el paso para darle un fuerte abrazo—. Nos diste un gran susto, ayer no apareciste en la cena y nadie volvió a verte desde entonces. —Le dijo el chico, sin soltarla.

—Creímos que estabas en el dormitorio, pero cuando no te encontré allí... —Dijo Ann—. Intentamos ir a buscar al profesor Snape, pero no estaba en su despacho.

—Tuve una larga noche —Se disculpó Alaska cuando Blaise al fin la soltó—. Todo ha sido muy...

Se detuvo cuando Draco se acercó a ella. Con su mano derecha removió el cabello que había acomodado para ocultar su cuello y dejo a la vista para todos los moratones. El rubio, sin soltar su cabello, la miró directo a los ojos.

—¿Quién te ha hecho eso? —Más que una pregunta, aquello se había escuchado como una demanda.

Alaska se removió, incomoda. Volvió a acomodarse el cabello pero Draco no había apartado la mirada de profunda inquietud.

—No es nada, en serio, estoy bien. —Dijo, intentando calmarlo de esa manera.

—No es lo que pregunte.

—Escuchen. Estoy cansada y me apetece mucho tomar un poco de sol, ¿por qué no salimos? —Alaska hizo el ademán para dar media vuelta y alejarse pero Draco agarró su mano, impidiendo que se fuera—. Si te lo digo, no me creerías. Ninguno de ustedes.

—Lasky, por favor. Te conocemos —Le dijo Blaise de forma resuelta—. A final de nuestro primer año te enfrentaste a un Trol de montaña por tu cuenta, y el año anterior encontraste la Cámara de los Secretos y ayudaste a matar a un Basilisco, ¿crees que hay algo que no podamos creer?

Blaise tenía razón, pero sabía que no podía contarles la historia completa. El grupo se paseó por los terrenos del colegio, mientras Alaska no paraba de explicarle gran parte de los acontecimientos de la noche anterior. Comenzó con su visita a Hagrid para ayudarlo a sentirse mejor, siguió con el escape de la rata de Ron y su encuentro con Sirius Black, el asesino que intentó matarla, y terminó con el centenar de Dementores que llegaron para darle el Beso, y afectada por esas criaturas, terminó inconsciente en la Enfermería.

—Entonces este curso sobreviviste al ataque de un asesino en masa —Concluyó Blaise, con una expresión satisfecha—. Eso no me lo esperaba.

—¿Y qué pasó con Black? ¿El Ministerio lo atrapó? —Preguntó Theo con interés.

—Estuvieron a punto, pero se les volvió a escapar. —Le informó la rubia.

Se estaban acercando al lago y se habían quedado inusualmente en silencio.

—No fue el único que escapó —Comentó Draco, mirando fijamente al lago—. Mi padre me envió una lechuza esta mañana, al parecer el pollo de Hagrid escapó mientras firmaban los papeles.

Una gran sonrisa apareció en los labios de la chica, evitó reír.

—Esas son muy buenas noticias.

Cuando se sentaron cerca del lago, viendo cómo sacaba los tentáculos del agua el calamar gigante, Alaska perdió el hilo de la conversación mirando hacia la orilla. La noche anterior habían sucedido demasiadas cosas en muy poco tiempo y cuando comenzaba a repasar cada una de ellas, le costaba creer que todo fuera verdad.

—Supongo que no lo has oído —Le dijo Ann, dirigiéndole la mirada—. El profesor Snape nos ha revelado a todos los estudiantes de Slytherin esta mañana que el profesor Lupin es un hombre lobo.

—¿Qué? —Soltó Alaska con sorpresa—. ¿Se los dijo a todos?

—¡Ya lo sabías! —La acusó Blaise, apuntándola con su dedo índice.

—Por supuesto que lo sabía, pero el profesor Snape me pidió que mantuviera el secreto —Alaska soltó un suspiro—. Él no debió hacer eso, decirle a toda nuestra casa...

—Yo creo que estuvo en lo correcto —Admitió Ann—. La noche pasada anduvo suelto por los terrenos del colegio ¿qué hubiera pasado si se hubiera encontrado a algún estudiante?

Alaska no podía debatir mucho contra eso.

—¿Lo despidieron?

—Dijeron que el mismo renunció está mañana —Theo no parecía feliz ante esa información—. Era una pena, fue el primer profesor que realmente nos enseñó algo.

—Tal vez el próximo sea igual de bueno. —Dijo Ann con esperanza.

—O tan malo como los anteriores.

Aquella tarde, con la publicación del Profeta del nuevo escape de Black de Hogwarts, los estudiantes comenzaron a suponer nuevas situaciones. Aunque nadie en Hogwarts conocía la verdad de lo ocurrido la noche en que desaparecieron Buckbeak, Sirius y Pettigrew, salvo Alaska, Harry, Ron, Hermione y el profesor Dumbledore. Al final del curso, la chica escuchó muchas teorías acerca de lo que había sucedido, pero ninguna se acercaba a la verdad.

Los resultados de los exámenes salieron el último día del curso. No fue una sorpresa para Alaska verificar que había aprobado todas sus asignaturas con excelentes calificaciones, se sintió orgullosa de su misma, ver tantos Extraordinarios y Supera las Expectativas en su hoja era algo que le gustaba.

Antes del banquete de fin de curso, Alaska tuvo la oportunidad de pasar un tiempo con Cedric, a quién tuvo que explicarle el origen de sus moratones en el cuello para que no se preocupara de más.

—Los TIMOs absorbieron todo mi tiempo libre, estuve tan ocupado estudiando para ellos que hemos pasado mucho tiempo juntos los últimos meses. —Le decía el castaño, quien aún tenía ojeras bajo sus ojos.

—¿Esos exámenes tan horribles? —Preguntó Alaska con el ceño fruncido—. Creí que sólo lo decían para meternos miedo.

—Son complicados, sí. Pero sí te esfuerzas lo suficiente y te organizas bien, no serán tan pesados —Le dijo Cedric—. Y por lo que vi en tus calificaciones de este curso, no tendrás muchos problemas con ellos.

—Seguramente estaré estresada bajo la presión. —Supuso la chica con una sonrisa.

—Y me tendrás a mí para apoyarte y quejarte de los horribles exámenes que definen nuestro futuro.

—Más te vale que lo estés —Le exigió Alaska—, no podría hacerlo sin el apoyo de mi mejor amigo.

—Te prometo que estaré a tu lado.

Aquella sonrisa originada por las palabras de Cedric se hizo aún más grande cuando asistieron al banquete. La casa de Slytherin, en gran medida gracias a su espectacular actuación en la copa de quidditch, había ganado la Copa de las Casas, quitándole aquel lugar a Gryffindor luego de perder el curso anterior. Por eso la fiesta de final de curso tuvo lugar en medio de ornamentos esmeralda y plateados, y la mesa de Slytherin fue la más ruidosa de todas, ya que todo el mundo lo estaba celebrando.

A la mañana siguiente, el colegio se reunió en la estación de Hogsmeade para abordar una vez el expreso de Hogwarts, que los llevaría de vuelta a Londres. Alaska junto a sus amigos caminaron por los pasillos del tren, buscando un compartimiento vació.

—He estado pensando en las vacaciones —Dijo Ann cuando se acomodaron en un compartimiento—. Y creo que deberías venir a pasar unos días a mi casa, mi madre ansía conocerte.

—Eso me encantaría, aunque sabes que primero debo pedir permiso. —Y luego de los últimos sucesos, dudaba que el profesor Snape aceptara fácilmente.

—¡Este verano son los Mundiales de Quidditch! —Dijo Blaise—. Debemos encontrarnos en la final, sin duda será un partido legendario.

—Mi padre me ha enviado cartas todo el curso al respecto, está muy emocionado —Les comentó Theo—. Aunque no estoy tan interesado en asistir.

—¿No estas interesado? —Pareció como si a Blaise casi le fuera a dar un infarto.

—Ir a los mundiales sería un sueño —Pero Alaska apretó los labios—, pero no tengo dinero para comprar boletos.

—Ya se nos ocurrirá que hacer, lo solucionaremos. —Blaise le puso una mano en el hombro cuando terminó de hablar.

El trayecto hacia Londres pareció ser mucho más rápido, aún no estaban listos para despedirse una vez más cuando el tren escarlata comenzó a aminorar su velocidad y se detuvo en la estación, donde decenas de padres esperaban a sus hijos con una gran sonrisa en sus rostros.

Ann, Blaise y Theo fueron los primeros en volver con sus padres, Draco en cambio, se quedó junto a Alaska en una de las columnas de la estación.

—¿No quieres irte aún? —Le preguntó el rubio.

—Solo estoy... tomándome mi tiempo.

Draco apoyó su espalda sobre la columna y se quedó observando hacia el cielo.

—Fue un curso intenso.

—Demasiado para todo un curso, sería lindo tener solo un año tranquilo —Se lamentó la chica—. Supongo que debería bastarme con las vacaciones, son lo suficientemente aburridas.

—Tengo el presentimiento de que este año serán mejores. Es la mundial de Quidditch —Le recordó—, y Theo tiene algo preparado. Esta muy emocionado.

—¿De qué se trata?

—Si sabe que te lo dije, me matará.

Alaska y Draco rieron juntos. Pero, cuando aquello se acabó, la rubia sabía que Draco quería hablar respecto a su última y más larga discusión.

—Este curso las cosas entre nosotros estuvieran tensas —Comenzó a decir—. Te decepcione varias veces y supongo que fui un egoísta, las cosas no terminaron de la mejor manera pero —Draco se detuvo antes de continuar—. Espero que puedas disculparme y dejar todo en el pasado.

Giró su rostro para poder observar su respuesta y vio a la rubia asentir repetidas veces.

—Todo esa bien, solo —Alaska también volteó su mirada y llevó su mano hasta el cuello de la camisa de Draco, acomodándolo—. Somos amigos desde primer curso y conozco tu manera de ser, pero hay veces que, sin ofender, siento que no estás siendo tu mismo. Creo que muchas veces estas actuando ser quien tus padres pretenden que seas. Y eso no es justo para ti.

Por unos segundos volvió a mirar los grises ojos de Draco, que seguían mirándola.

—Deberías aceptarte y dejar esa fachada que llevas, porque aunque no lo creas, no quedaras solo.

Frente a su mirada, el chico le mostró una sonrisa ladina antes de acercarse a ella y dejar un beso en su mejilla.

—Cuídate, nos veremos pronto.

Las manos de Alaska se encontraban cerradas en puño, cerrando con fuerza, cuando atravesó la barrera del andén nueve y tres cuartos. La rubia localizo al profesor Snape sin mucha dificultad y ambos salieron de la estación en silencio, sin intercambiar palabras.

Entraron en el auto del ministerio que los esperaba y cuando las puertas se cerraron, en el tiempo que el conductor metía las maletas y subía, le dijo:

—Hay algo importante que debo decirte, cuando estemos a solas.

El viaje no duró más de cinco minutos. Snape llevó el baúl de la chica pero no entraron en el orfanato, se sentaron en el jardín que se encontraba vacío. El lugar perfecto para que nadie los escuchara.

—La noche que Pettigrew y Black escaparon —Lo observó de reojo para ver su reacción—. Ocurrió algo extraño que no había querido contarte antes, creí que podría ser algo que se podía dejar pasar pero ahora... supongo que puede ser algo de importancia.

—Debiste decírmelo de inmediato. —La reprendió el profesor.

—Pues no me apetecía ir a verte cuando estabas de tan mal humor —Alaska se aclaró la garganta antes de seguir—. Pettigrew, antes de escapar, me lanzó un hechizo con la varita de Lupin, supongo que puede haber sido magia oscura o algo similar.

Snape se removió en su lugar, preocupado por lo que podría haber sido.

—La varita parecía estar absorbiendo algo de mí. No recuerdo bien las palabras pero era algo como... —Alaska se presiono para recordar—. Detectors, oculis alorium, invisibili. No es exacto, pero es lo que puedo recordar. Lo conjuró un par de veces antes de terminar, nunca había escuchado un conjuro tan largo. ¿Crees que sea peligroso?

—No estoy seguro de que puede ser, pero tu seguridad puede estar en peligro.

—¿Qué deberíamos hacer?

—Déjamelo a mí.

El silencio se sepulta entre ambos y cuando Severus parecía estar dispuesto a hablar sobre algo a lo lejos escucharon unos gritos y vieron que un alegre Tim se acercaba a ellos con Apolo, su gato, en los brazos. Snape se levanta de inmediato.

Aún podía escuchar a Tim acercarse a paso apresurado pero no le dirigió su atención, estaba mirando al profesor Snape alejarse por el jardín del orfanato. Pensando en todas las cosas que no conocía sobre él y, como en aquel curso, logró conocer un aspecto que no esperaba que tuviera. Alaska se pregunto qué otras  cosas le faltaba por conocer sobre Severus Snape.

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