CAPÍTULO 6

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Se suponía que iba a disfrutar de ésta noche, que nada evitaría que me divirtiera como de costumbre. Pero el hecho de haber visto a Alexa irse con ese imbécil, hizo que la pizca de buen humor con el que cargaba, se esfumara por completo.

No sé qué es lo que me sucede con esa mujer, pero definitivamente no es algo bueno. Debo sacarla de mi jodida cabeza o no podré concentrarme en lo que realmente es importante.

Haberla encontrado junto a la barra, enfundada en ese hermoso vestido dorado que la hacía lucir jodidamente caliente, me había hecho olvidar la razón principal por la que había venido al club.

Y el hecho de que me haya ignorado tan deliberadamente y haya preferido irse con Jack, terminó por hacer que ahora mismo los negocios y el resto de los pendientes me valieran un bledo. Así que ahora me dirijo al auto. Por suerte, pude dejarlo aparcado en el estacionamiento privado del lugar, nada que no se pueda resolver con unos cuantos billetes. No iba dejar a mi bebé aparcado en la calle para que cualquier lunático se atreviera a dañarlo durante mi ausencia.

Saco las llaves del Camaro y presiono el pequeño botón que contiene el llavero, al instante se escucha el pitido proveniente del auto que me indica que las puertas se han desbloqueado, así que sin perder tiempo me acerco rápidamente y me introduzco en él.

Llevo poco más de una hora dentro del auto sin hacer nada más que mirar el volante, perdido en mis pensamientos. Entonces un movimiento llama mi atención, y dirijo la mirada hacia los dos autos que se encuentran aparcados a unos metros de donde estoy. Y entonces los veo.

Ella se encuentra recostada sobre el Audi —que supongo es suyo— y él está justo frente a ella.

Ese idiota comienza a acercarse aún más a la rubia, y de pronto se encuentran demasiado cerca para mí gusto; de un momento a otro, es ella quien termina con la distancia que los separa y estampa sus labios con los de Jack.

Toma todo de mi autocontrol para no salir disparado del auto e ir a separarlos de una vez por todas.

Juro que las ganas de ir hacia ese malnacido para romperle la cara, son inmensas, pero no quiero parecer un maldito lunático por golpear al tipo que besó a la chica con quién apenas y crucé palabras.

Pero tú ya la conocías.

Aun así, de sólo pensar en entrometerme, resulta demasiado estúpido.

Y ahora todo toma sentido.

Esa es la razón por la que ella se la pasó ignorándome; ella mantiene una relación con ese imbécil.

Por eso él la tomó de la cintura posesivamente cuando se acercó a nosotros. Quería marcar territorio.

Ese idiota.

Llegar a esa conclusión, hace que me llene de ira, y trato con todas mis fuerzas, de mantenerla a raya. Y es hasta éste preciso momento, que caigo en la cuenta de que inconscientemente había estado apretando el volante, hasta haber dejado mis nudillos completamente blancos.

Decido esperar a que ellos se marchen para luego hacer lo mismo. Mientras tanto, lo mejor que puedo hacer —para no cometer una locura— es evitar mirar hacia el lugar donde ellos se encuentran. Y debo admitir que lograrlo casi hace que las pelotas me exploten. Pero lo consigo. No del todo, porque se ha ratos mi mirada se pierde en su dirección, pero sólo son vistazos fugaces, ya que no me agrada en lo más mínimo lo que está sucediendo entre ellos. ¿La razón? Ni yo mismo la sé.

Después de unos largos y tortuosos minutos, veo al Audi salir disparado del estacionamiento. Así como también puedo mirar a ese... Jack, de pie, mirando en dirección a donde el auto de Alexa ha desaparecido.

No demoro en bajar del auto y dirigirme hacia él.

Necesito oírlo de su propia boca.

Tengo que estar seguro de si mis conjeturas eran ciertas o no.

Él nota mi presencia desde el momento en el que pongo un pie fuera del auto. Y no me sorprende, después de todo, éste trabajo nos entrena muy bien.

Aun así, no me mira hasta que me encuentro a un metro de él.

—¿Se te perdió algo, Zack? —suelta.

—Que no se te olvide con quién estás tratando. —advierto secamente.

—Supongo que vienes por el espectáculo que acabas de ver, ¿o me equivoco? —dice, ignorando mi advertencia.

Me quedo en silencio por un momento, sopesando si decirle o no sobre mi inquietud. No porque sea un cobarde, sino porque no quiero causarle problemas a Alexa.

Mientras tanto, él devuelve la mirada hacia donde desapareció el Audi hace unos minutos.

Y entonces decido aventurarme, después de todo, no tengo nada que perder y sí que puedo ganar mucho.

—¿Qué hay entre la rubia y tú? —pregunto sin rodeos.

Él suelta una risa que me suena sarcástica y dirige su atención nuevamente a mí.

—Es mejor que te alejes de ella Zack. —dice, como si él tuviera algún puto derecho de decirme qué hacer.

—Si me acerco, o no a ella, no es tu jodido problema. —espeto—. Hice una maldita pregunta y espero que la respondas. ¿O es que acaso ya se te olvidó quién es tu superior, Jack?

—Es por esa razón que debes mantenerte alejado de ella. —dice con seriedad—. Tú más que nadie sabe que si te acercas a ella corre el riesgo de salir herida, o en el peor de los casos, muerta.

Tenemos las miradas clavadas el uno en el otro. Y se puede sentir el desafío emanando entre nosotros, pero yo no soy un hombre al que le guste dar su brazo a torcer, sino por el contrario, me gusta dejar muy en claro mi autoridad. Soy un hombre al que le gusta recibir el respeto que se merece. Y en ésta ocasión, parece que Jack necesita un recordatorio de quién es la autoridad aquí, y a quién le debe respeto.

Así que me acerco de forma amenazante hacia él sin apartar mi mirada de la suya. Y cuando estoy a unos cuantos centímetros de él lo tomó del cuello de su camiseta elevándolo unos cuantos centímetros del suelo, entonces hablo.

—Te hice una pregunta, y no pienso repetirla —advierto entre dientes—. Así que habla de una puta vez, ¿o prefieres que te haga hablar a mi manera Jack? Tú escoges.

—No hay nada entre ella y yo. —responde con la mandíbula tensa.

—Excelente. —sonrío complacido, y palmeo su hombro izquierdo con un poco más de fuerza de la necesaria.

Ninguno de los dos dice más nada, así que me dirijo de nuevo a mi auto. Y en el trayecto, me digo a mí mismo que haré lo posible por acercarme a Alexa Smith. Así como también trato de convencerme de que sólo será por la petición de mi padre.

*****🍃*****

Lunes, 8 de octubre de 2018.

Hoy decidí salir desde muy temprano para empezar con mi nueva tarea. Y algo me dice que no será tan fácil. De hecho, estoy seguro que acercarme a esa chica será un verdadero dolor de culo.

Estoy aparcado cerca de su casa esperando a que salga en algún momento, quizá a hacer algunas compras, o sólo a tomar un poco de aire fresco o quizá a pasear el perro.

Llevo casi tres horas esperando dentro del jodido auto y ella no ha asomado las narices por aquí.

«Quizá no está en casa». No, eso es imposible.

«Tal vez se encontró con Zack anoche después del espectáculo en el estacionamiento». Eso también es muy poco probable.

«¿Cómo estás tan seguro de eso?»

Cuando creo que mis pensamientos me volverán loco, entonces lo noto.

La compuerta del enorme garaje empieza a abrirse y entonces la visualizo montada en una Ducati negra.

Debo admitir que se ve jodidamente sexy así.

El portón se abre y yo enciendo el auto.

Al momento en el que ella sale a la calle, yo estoy listo para seguirla.

Y aquí vamos...

Después de unos treinta minutos o más, la veo adentrarse en el estacionamiento de un supermercado y aparcar en la primera plaza que encuentra vacía. Mientras tanto, yo aparco en una plaza con una distancia prudente de donde ella se encuentra. Aún no quiero que note mi presencia.

La veo bajar de la moto y acomodar el casco sobre la misma. Se acomoda la coleta alta en la que lleva recogida su larga cabellera dorada, y seguidamente, se encamina a la entrada del lugar.

Debo decir que desde el instante en el que conocí a Alexa Smith, no ha dejado de sorprenderme.

Desde pequeña siempre se hizo sobresalir entre todas las demás niñas. Ahora que es toda una mujer, no ha sido la excepción.

No sólo ha sido su inigualable belleza, sino ese carácter fuerte que posee. La manera en la que se mantiene firme ante su decisión. Eso es admirable.

Aunque me duela admitirlo, pero la noche de ayer, fue la primera en la que una chica me rechazó. La primera vez que una chica me dejó muy en claro y con palabras directas qué: "No iba a conseguir llevarla a la cama".

El sonido de mi teléfono me saca de mis pensamientos.

Saco el aparato del bolsillo de mis jeans, y no me molesto en revisar de quien se trata antes de responder.

—Sellers.

Zack, estuve buscando información sobre Jack, tal y como lo pediste. —escucho la voz de Bradley del otro lado de la línea.

—¿Qué fue lo que encontraste?

Será mejor que veas el informe con tus propios ojos. Es algo bastante serio.

—¿Alexa está involucrada en ello? —cuestiono.

Lo dudo... más bien, creo que ella podría ser una carnada.

Eso hace que las alertas en mi cabeza se disparen y mi cuerpo se tense.

No puedo permitir que algo malo le suceda a esa chica. Ya demasiadas tragedias le han ocurrido a esa familia como para que ahora ella salga herida –de nuevo–. Además, le di mi palabra a mi padre de que mantendría a los hermanos Smith a salvo, y eso es lo que haré.

—Voy para allá. —le informo a Bradley.

Tranquilo, lo mejor será que la mantengas lo más vigilada posible. No sabemos en qué momento el enemigo puede atacar.

—Okay, en ese caso... me aseguraré de que llegue a casa sana y salva. Después iré a casa.

Perfecto.

Finalizo la llamada, pero hay cierta inquietud que me recorre las venas, y a la vez, me invade el desconcierto. Y no es exactamente por la información que me acaba de proporcionar Brad, sino porque mi preocupación por esa rubia va más allá del compromiso que hice con mi padre.

Después de pasar un largo rato divagando en mis pensamientos, me fijo de la hora en mi teléfono y me doy cuenta de que ya ha pasado casi una hora desde que esa chica entró a ese súper y aún no sale.

Mi instinto protector me hace querer ir a cerciorarme de que todo esté en orden, pero aún no quiero que se dé cuenta de que la estoy siguiendo o eso ocasionará serios problemas. Aunque no es que me importe mucho, claro.

Aun así, me decido a aventurarme y ver que todo esté bien con ella.

Cuando estoy a punto de bajar del auto, la veo salir del lugar empujando un carrito del supermercado y no puedo evitar que una media sonrisa se dibuje en mis labios.

La veo avanzar hacia donde dejó la moto, pero entonces se detiene de manera abrupta a medio estacionamiento.

Eso me hace ponerme en alerta, pero entonces ella mira las bolsas que lleva en el carrito y luego mira hacia la moto. Hace lo mismo unas tres veces más y entonces me doy cuenta de su preocupación.

Eso me hace relajarme y soltar una risa por lo bajo.

Esta chica es increíble. Nótese el sarcasmo.

Ahora sí, llegó el momento de intervenir.

Enciendo el auto, miro por el retrovisor y una vez asegurado el camino libre, salgo de la plaza y conduzco hacia un costado de donde dejó aparcada la moto.

Después de estacionar el auto, me quedo dentro pocos segundos. Tiempo suficiente para que ella posara sus ojos en el Camaro, lo que la hace fruncir el ceño.

Y entonces, llegó el momento de mi entrada a la escena.

Al momento en el que abro la puerta y pongo un pie fuera, ella ya está examinándome. La sorpresa, confusión, curiosidad y algo más que no logro descifrar, invade su rostro. Pero esas emociones sólo fueron de manera efímera; tanto, que pareciera que nunca estuvieron ahí.

Por otra parte, yo termino de avanzar en su dirección y me posiciono frente a ella. Mis ojos barren por todo su cuerpo, admirando lo tierna, pero al mismo tiempo tan sexy que se ve enfundada en esos jeans claros que se amolda a sus esbeltas piernas, y esa blusa celeste que hace resaltar su piel blanca y esos ojos oceánicos.

De cerca y a la luz del día es aún más hermosa. Eso, sin contar que va sin ni una sola gota de maquillaje. Simplemente increíble.

Mientras tanto, su mirada azulada, me inspecciona con indiferencia y aburrimiento.

Joder, hiere mi ego.

Aun así, yo le dedico una sonrisa torcida, pero ella no se inmuta.

—¿Necesitas ayuda, dulzura?

—¿Estás siguiéndome? —cuestiona.

—Así es —digo con descaro—. Y deberías agradecerme que lo haya hecho, de lo contrario tendrías problemas para transportar todo eso. —señalo las bolsas en el carrito de compras.

—¡¿Disculpa?! —exclama notablemente irritada. Por todos los cielos, ¿ésta chica no puede hablar sin alterarse? —. Mejor ni lo intentes, ¿está bien? Ni creas que voy a permitir que lleves esto en tu auto.

Su drama me irrita, pero al mismo tiempo me divierte. No sé cómo mierda es que puede ser eso posible. A pesar de ello, una risa se escapa de mi garganta y ella sólo me mira con cara de póker.

— Nena, ¿acaso pregunté si estás de acuerdo? —mi rostro se vuelve serio, mi voz demandante y la diversión de hace unos momentos desaparece, y ella parece cabreada y a segundos de aniquilarme—. Voy a llevarlo quieras o no, y no está a discusión.

—Vete a la mierda, idiota. —escupe, furiosa—. No pienso aceptar tu ayuda. —sentencia—. Así que, sólo lárgate y déjame tranquila.

—Será mejor que cambies ese vocabulario cuando te dirijas a mí —advierto, notablemente irritado—. No tengo mucha paciencia, dulzura. Así que deberías cerrar la boca si sólo la abrirás para soltar pura mierda.

La chica parece estar a punto de explotar de rabia, como si estuviese a segundos de lanzarse sobre mí para sacarme los ojos. Y yo sinceramente, no sé cuánto tiempo pueda controlarme para no explotar.

—Escúchame bien, hijo de... —comienza a hablar, y el hecho de que haga mención de mi madre de esa manera, no lo tolero. Así que antes de que termine la frase decido interrumpirla o en serio estará en graves problemas.

—Mucho cuidado... mi madre es un límite intocable. —amenazo con los dientes apretados, conteniendo la furia que amenaza con tomar el control.

Le dedico una mirada fría y llena de advertencia. Quiero que tenga en claro que a mi madre nadie la ofende de ese modo sin que pague por ello.

Ella por su parte, eleva el mentón y me dedica una mirada desafiante y llena de desprecio. Ésta chica hará reventar mis pelotas.

—Entonces, si no quieres escuchar la mierda que sale de mi boca, hazte un favor y lárgate, imbécil. —escupe con brusquedad y con la rabia palpable en su voz.

Ya es suficiente...

La furia se apodera de todo mi cuerpo, y de un momento a otro mis piernas acortan la distancia que hay entre los dos. Ya no soy consciente de mis actos, el enojo me ha segado. Y sin previo aviso enrosco uno de mis brazos en su cintura y tiro de ella con más brusquedad de la que me gustaría, haciendo que su cuerpo golpee con el mío. Uno de mis objetivos es intimidarla, pero al aparecer me he equivocado con esta chica.

A pesar de toda la tensión, de mi brusquedad y el claro enojo que emana mi cuerpo, ella parece no inmutarse. Como si estuviese consciente de que corre peligro estando así tan cerca de mí, pero a la vez le valiera una reverenda mierda. Parece estar preparada y lista para defenderse de cualquier situación que se presentase, y por alguna extraña razón, eso me ha dejado fascinado.

Mi rostro se inclina peligrosamente en dirección al suyo, y cuando mis ojos conectan con su preciosa mirada oceánica, me confirma lo que antes había estado pensando; ella está lista para darme pelea.

Su carácter y determinación me han dejado cautivado. Realmente admiro la valentía que ésta chica posee. Por tal razón es inevitable que las comisuras de mis labios se eleven y entonces decido que es momento de alejarme. Y así lo hago, de un momento a otro, me aparto de ella.

Eso la toma por sorpresa, y su rostro lo refleja en un claro gesto de confusión e incredulidad, pero no le tomo mucha importancia.

—Bien, te ayudaré con eso —digo tratando de controlarme y recuperar mi paciencia casi inexistente.

Lo sé, esto es jodido.

—Eres un jodido bipolar. —masculla.

Le regalo una sonrisa torcida para después darle la espalda. No pienso discutirlo porque hasta yo me he planteado esa probabilidad.

Suelto un resoplido y paso una de mis manos por mi cabello en exasperación. Ahora mi semblante está serio, sin embargo, me intriga mucho el hecho de que ella no pueda recordar que pasamos gran parte de nuestra niñez compartiendo el uno con el otro.

Me dirijo al auto y abro el maletero. Luego me giro de nuevo para volver a donde ella se encuentra, aún junto al carrito de compras y su mirada por unos segundos es de incredulidad, porque estoy seguro que creyó que le obedecería. «Cuán equivocada está». Sonrío para mis adentros cuando su gesto cambia a uno irritado.

Rápidamente se interpone en mi camino en un intento por detener la tarea que ya me he impuesto, ayudarla. Entonces detengo mi andar.

—No pienso aceptar tu ayuda. —sentencia—. Así que, sólo déjame tranquila.

—Creí que ya había quedado claro que esto no está a discusión. —digo rondando los ojos, ya fastidiado por esta situación.

Joder. Esta chica juega con mi paciencia.

Doy unos pasos más cerca de ella con la intención de que se haga a un lado, pero al no hacerlo, nuestros cuerpos se terminan rozando. Quedamos tan cerca, que casi puedo sentir su respiración golpeando mi barbilla.

Levanto una de mis manos para intentar hacerla a un lado y que deje de obstruir mi paso, o quizá sólo fue una excusa para poder tocar la piel de su brazo para asegurar si en realidad es tan tersa como aparenta.

Cuando mi mano hace contacto con su piel, al instante, una sensación me recorre el cuerpo entero. Se siente como si acabasen de darme una descarga eléctrica, con la diferencia de que esta, no me ha hecho daño, sino todo lo contrario.

Ante éste hecho, no puedo hacer otra cosa, más que plantar mis ojos en ella.

Y descubrir su rostro lleno de confusión y sólo por un momento, un atisbo de nerviosismo, me hace saber que ella sintió lo mismo que yo.

En un impulso carnal, doy un paso más cerca de ella. Mis ojos aún fijos en los suyos. Examinando cada milímetro de su precioso rostro. Me inclino sobre su rostro; y cuando creo que por fin voy a alcanzar la gloria, ella rompe el encanto, se aclara la garganta y termina alejándose de mí tan rápido, que apenas puedo procesar el hecho de que acaba de rechazarme, otra vez.

Parpadeo varias veces tratando de concentrarme en lo primero y sacudo la cabeza para terminar de espabilarme.

—Está bien —dice después de unos largos y tensos segundos evitando mi mirada—. Te dejaré ayudarme solo por esta vez.

Forzo una sonrisa, y me dedico a continuar con lo antes dispuesto.

Quisiera decir que no me afecta su rechazo, pero con una mierda que sí lo hace. ¿Porqué? Se lo atribuyo al hecho de que nunca nadie me había rechazado antes, hasta ayer, cuando la encontré a ella.

Después de terminar de acomodar todas las bolsas dentro del maletero y de lidiar con su pequeña paranoia sobre robarme su despensa, nos disponemos a salir del estacionamiento. Tomando ella la delantera, porque piensa que no tengo idea de dónde vive, y yo prefiero que siga con ese pensamiento.

No sé con exactitud cuánto tiempo llevo conduciendo detrás de la rubia que conduce la Ducati, lo único de lo que estoy seguro, es de que estoy empezando a aburrirme, y el tráfico infernal que hay en estos momentos, está empezando a ponerme de mal humor.

Detuve la marcha del auto hace ya un buen tiempo, esperando a que el semáforo nos dé señal de continuar con nuestro camino.

Alexa se encuentra unos cuantos autos delante de mí, más específicamente, ella es quien encabeza la larga fila de autos que están a la espera de que la luz del semáforo cambie de color para poder seguir con su ruta.

Y no tarda demasiado, cuando éste da la señal de continuación, y al instante miro a Alexa acelerar la moto, pero entonces no logra ni siquiera avanzar dos metros, cuando un Sedán negro se interpone en su camino, y al instante en el que ella se percata del auto, frena en seco para evitar estamparse contra éste, sin embargo, eso no evita que salga disparada de la moto y se dé de bruces contra el pavimento.

Esa escena me descoloca por completo que ni siquiera soy consciente de, en qué momento salgo del auto para correr en su dirección y verificar cómo se encuentra.

Siento la ira correr por todo mi torrente sanguíneo.

Es una suerte que haya traído a algunos de mis hombres por si ocurría algún percance. Y no hay necesidad que yo dé órdenes, ellos saben que su trabajo en éste momento, es seguir al auto que acaba de atentar contra la chica. Y así lo hacen, pasan sólo segundos, cuando el auto que ellos conducen pasa por mi lado para empezar con su tarea.

Ese hijo de perra...

Pagará por lo que acaba de hacer. No tiene idea de con quién se ha metido.

********************************

Nota de la autora: ¡Hola!
Lamento mucho haberme demorado tanto para actualizar, desafortunadamente han surgido bastantes problemas personales por los cuales me he ausentado demasiado.  Sin embargo, ahora trataré de actualizar más seguido, lo prometo ✋🏼😌.

Por otra parte..
¿Qué tal les va pareciendo la historia? 🤩

Espero de todo corazón que la estén disfrutando, y que puedan sentir las mismas emociones que reflejan este par de traviesos.

Éste capítulo ha revelado algunas cosillas, así que aguas con ello. Quizá tengan sus dudas pero les aseguro que todo se aclarará más adelante.

Mientras tanto, díganme... ¿ustedes creen que Jack haya tenido algo que ver con el accidente de Alexa?

Dejen sus hipótesis en los comentarios, y si la historia te está gustando, por favor, no olvides dejar tu ☆.

Es todo por ahora 🤭.

Les mando muchos besos y abrazos, y les agradezco de antemano por su apoyo ♥️.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro