La Ultima Salida

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Se encontraba sentada en la banca del lugar que la vio crecer, del lugar que fue testigo de su primer y único gran amor... Su parque favorito. Jamás se cansaría de estar en ese lugar.

Pero ese día no venía a disfrutar de la vista o el ambiente tranquilo... Venía por él.

- Hola Mariana. - Dijo Gerardo, sacándole de sus pensamientos.

- Hola Gerardo...- Dijo Mariana, sintiéndose más nerviosa de lo que ya estaba.

-- Pensé que quizá no ibas a venir. - Dijo rascándose la nuca.

- Pues, aquí me tienes...- Dijo ella brindándole una sonrisa.

La tomo de la mano y la guió hasta los columpios. Extrañaba el contacto de su piel con la de él, tenía un año que ya no le había visto y en el que más problemas sucedieron.

Lo necesitaba más que nunca...

La tomo de la cintura y le susurro un sutil "Te quiero".

El contacto de su aliento con su piel le hizo estremecer por un momento.

¡Cuánto le habría ayudado escuchar eso antes!

Pero eso ya no importaba más... Estaba ahora con ella, abrazándola y queriéndola.

- No me dejes sola. - Le pidió ella, abrazándolo tan fuerte que temía lastimarlo. - Ya no más.

- Ya no lo haré. - Le prometió él, aun sabiendo que no iría a cumplirlo.

- Y te creo. - Dijo ella, sintiendo un dolor en el pecho.

Él ya no dijo nada más.

Necesitaba recompensar ese tiempo que no estuvo a su lado... Ese tiempo en que tuvo que alejarse de todos; por temor a lastimar a los que quería.

Temía recaer de nuevo, temía perder todo lo que tenía... Temía por ella.

Duraron horas abrazados sin decir palabra alguna, no hacía falta decir algo o pedir disculpas... Habría tiempo para eso después, si es que se podía.

La noche cayo, ella sabía que era hora de irse... Sus padres no sabían que estaba con él de nuevo. Temía dejarlo de nuevo, no quería dejarlo nunca más.

¿Qué debía hacer?

Pasaron los minutos y la tensión podía sentirse... Él la notaba nerviosa, como si quisiera decir algo pero a la vez no; así que decidió romper el silencio.

- ¿Sucede algo?- Dijo quitando sus brazos de ella.

- Debo irme. - Dijo mirando a la nada.

- Entiendo...- Dijo poniéndose sobre sus pies.

- Pero no lo haré. - Dijo besándolo.

No fue un beso rápido y hambriento. Fue dulce, con calma... Fue como hace un año, con amor.

Él no quería dejar de besarla.

Ella no quería dejar de besarlo.

Ninguno de los dos se apartaría.

Así estuvieron por mucho tiempo... Con calma y dulzura.

- Ven conmigo. - Dijo Gerardo mirándola a los ojos.

- Tengo miedo. - Admitió Mariana bajando la mirada.

-Mírame. - Ordenó mientras levantaba la cara de su amada con delicadeza... Como si temiera hacerle daño.

- Vamos ahora, antes de que me arrepienta. - Dijo ella sonriendo.

- Vámonos entonces. - Dijo tomando su mano.

Y así hicieron; caminaron por un buen rato, disfrutando el contacto de sus manos unidas nuevamente.

La llevo a su escondite secreto, ese que era sólo para él.

Introdujo la llave y le cedió el paso a ella, como el caballero que es.

La llevo a su habitación, le pidió que se acueste a dormir con él, no hacía falta tener contacto de piel a piel en ese momento... Sólo necesitaba dormir a su lado, despertar junto a ella.

- Te amo. - Fue lo que dijo ella.

- También te amo, mi pequeña Mariana. - Dijo besando su frente.

Y así se quedaron, frente a frente... Mano con mano, sin temer mal alguno.

Antes de quedar dormidos, Gerardo le susurro algo:

- Al amanecer, no te asustes; sólo lee la carta que está bajo la cama, pero sólo si aún duermo.

Ella no entendía nada, y no haría preguntas ahora... Solo quería estar con él. Solo importaba ese momento junto a él.

Los rayos del sol hicieron su aparición tras la ventana sin cortina. Eso hizo saber a Mariana que había amanecido.

No podía creer lo que vio al despertar, estar a su lado fue lo que tanto había soñado... Y ahora se había cumplido.

- No te despertaré amor, sé que detestas levantarte temprano. - Susurró Mariana dándole un casto beso en su nariz.

Entonces fue cuando se acordó de la carta que había bajo la cama... ¿Sería prudente leerla ahora o cuando él despertara?

Decidió leerla, al fin y al cabo terminaría haciéndolo.

Lo primero que leyó fue un "Lo siento". En ese momento no entendió nada, pero prosiguió a abrirla y decía y así:

"Pequeña Mariana,

Supongo que tienes muchas preguntas por hacerme, como: ¿por qué me fui sin despedirme? o ¿dónde estuve todo este tiempo?

Pues bien; es hora de decirte la verdad, necesitas saberla.

¿Recuerdas esos meses en que estuve tan distante contigo y mis amigos? Veras... Fui a hacer mi chequeo que acostumbro hacer cada 6 meses.

El doctor fue directo conmigo.

Me diagnosticaron cáncer, ¿lo peor de todo? Que ya estaba muy avanzado y era del maligno.

¿Tienes idea de lo que sentí al escuchar esa noticia?

Tenía miedo, mucho a decir verdad.

¿Y si me dejabas? ¿Y si encontraba la cura y ya no era necesario que lo supieras?

Pues bien; me equivoque.

¿Dónde estuve? En un hospital especializado en curar a personas con el tipo de cáncer que yo tenía... Estaba en Estados Unidos.

No tuve problema alguno, mis tíos me dieron dinero y yo sé dominar perfectamente el inglés.

Me prometieron que hallarían la cura... Me sometí a muchos procedimientos.

Por un momento, llegue a pensar que sí sanaría.

«Lo sentimos, los procedimientos no están funcionando y el cáncer cada vez esta peor».

Fue lo que me dijo el especialista.

Por eso volví, te necesitaba.

Fue fácil localizarte, jamás cambiaste tu número de teléfono.

Me quedaba una semana de vida, no la desaprovecharía.

Por eso te busque... Y si hoy no desperté, quiero que sepas que te amo, y que jamás deje de hacerlo, cada vez que estaba en terapias pensé en ti, en el futuro que pudimos tener.

Perdoname por ser tan egoísta; por no decirlo hasta ahora... Pero no quería hacerte daño, ya no más.

Sé que me necesitaste, yo también te necesite.

Te amo como a nadie Mariana, eres todo lo que nunca tuve.

Espero que me entiendas mi amor, y desde donde este...

Te estaré esperando".

¿Podría ser verdad? Necesitaba comprobarlo.

Tiro la carta y no aguanto más las ganas de llorar... ¿Por qué ahora? ¿Por qué a ella? No era justo.

- Gerardo... ¡Gerardo! ¡Despierta!- Grito Mariana mientras lo movía de un lado a otro.

- ¡Gerardo no me dejes! ¡Lo prometiste Gerardo! ¡Lo prometiste!- Gritaba una y otra vez.

- ¡¿Por qué Dios mío?! ¡¿Por qué a mí?!- Grito mientas se tiraba al piso.

Llamo a una ambulancia, no se daría por vencida... No lo dejaría ir.

Llegaron rápido, le tomaron la presión... Pero ya era demasiado tarde.

Ese era el fin... Ya no podían hacer algo más.

Fue la última vez que le vería... La última salida.

AUTORA:

Arleth García Torres.

Minatitlán, Veracruz

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro