CAPÍTULO 4

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EREN.

Pasaron varias semanas después, había logrado equilibrarme con el equipamiento tridimensional en un principio, pero volví a caer, siendo humillado nuevamente frente a todos. El instructor al observarme en silencio desde su lugar por varios minutos se percató que mi cinturón se encontraba defectuoso y oxidado, dándome otra oportunidad y aceptando continuar entrenando. Los siguientes días pasamos por varias pruebas consiguiendo utilizar mejor los equipamientos, el combate cuerpo a cuerpo, entre otras cosas más.

Todo eso no fue suficiente para que pudiera quitarla de mi cabeza.

Desde que Leah me contó sobre su pasado inconcluso, sólo tengo suposiciones y pensamientos de lo que pudo haber pasado, pero yo sólo siento que estoy exagerando. En parte, también me gustaría hablar más a fondo con ella, el problema era que Armin estaba prácticamente pegado con Leah y Mikasa siempre cuida mis espaldas sin dejarme solo un segundo, resultando en verdad fastidioso.

Corría sin parar sujetando con fuerza la agarradera de la mochila con gran carga a mis espaldas, la lluvia caía precipitadamente mojando todo a su paso, la tierra ya se había convertido en lodo causando que nuestras pisadas fueran más pesadas y complicadas. Respiraba agitadamente aumentando más el ritmo.

-¡Muévanse! -. Gritaba el instructor montado en su caballo - ¡Arlert si sigues así serás comida de titán! -. Volteé por unos segundos mirando al rubio por detrás de todos demasiado agotado y sus pies disminuían su andar siendo auxiliado por Reiner.

Había tenido una conversación con él y Bertholdt sobre el día en que cayó el distrito de Shinganshina, a lo que sentí una gran tranquilidad y confianza de poder hablarlo finalmente con alguien. Pero al regresar mi vista al frente casi chocaba con una silueta, causando que por poco cayéramos al piso. Me detuve unos momentos notando que era Leah quien iba a caer por mi culpa.

-Lo siento -. Dije rápidamente.

-Eso no importa, sigue -. Continuó corriendo, acomodando su gorra.

Aumenté mi paso llegando a su lado mirándola de reojo, noté que su vista se hallaba hacia enfrente sin expresión, sus nudillos eran blancos a causa de la fuerza que ejercía, comprobando en que estaba más tensa de lo normal.

-¿Puedes decirme qué te pasa? -. Sentí sus ojos en mí, aunque solo hayan sido unos segundos - Sobre todo ese día, ¿te encuentras bien? ¿Por qué de la nada te desplomaste al suelo? -. Empezaba a jadear por la falta de aire. Desde lo que pasó, Leah nunca nos mencionó qué le había ocurrido, ni siquiera a Armin.

-Es complicado Eren -. Respondió.

-¿Por qué sería complicado?

-Eren...

-Puedes decirme, si es algo relacionado con lo de tu pasado, podemos resolverlo juntos -. Me miró sin creérselo.

-P-pero lo mejor sería que...

-¡Grant y Jeager, esto no es una cita, sigan corriendo! -. Gritó a todo pulmón el instructor, provocando algunas burlas de parte de los demás.

Guardé silencio, observando que Leah había agachado su cabeza tratando de ocultar su rostro ante tal comentario.

Maldita sea, la incomodé.

-Idiota -. Murmuré.

En esa misma noche en el comedor, había tenido otro percance con el idiota de Jean, aún le guardaba rencor por lo que había hecho la otra noche con Leah, ¿cómo se atrevió agarrarla así? Si ni siquiera son nada.

Me colgaría aquí mismo si eso llegara a pasar.

Al menos esta vez le di su merecido, al recordar la maniobra que me había enseñado (y aplicado) Annie, arremetiendo completamente con él provocando furia a su persona, cosa que poco me importaba. Este no se podía creer lo que había ocurrido, se levantó como un rayo hacia mí, tomándome del cuello de la playera para observarme eufórico.

-¡Maldito infeliz! ¡¿Sabes lo que has hecho?!

-¡Suéltame, la vas a romper! -. Elevé la voz alejándolo de mí - ¡Y es lo mínimo que mereces!

Escuchamos pasos aproximarse con cautela para abrir la entrada principal, encontrándonos con el instructor mirarnos detenidamente. Antes de hablar, sentí que alguien me tomó de la muñeca obligándome a sentarme en una silla del comedor, iba a quejarme, hasta que vi a Leah junto de mi aún sin soltarme.

Me había salvado el pellejo.

-Cadetes me pareció escuchar un golpe, ¿algún voluntario que me quiera decir qué ocurrió? -. Puse la vista al frente, (ya que Leah y yo le dábamos la espalda al superior), tragando saliva con dificultad.

Vi a Mikasa levantar la mano con decisión hacia él.

-Jean se tropezó y golpeó su cabeza contra la pared, señor -. La mayoría ahogó una carcajada al escuchar su comentario tan tranquilo, a lo que vi cómo Jean, aún de pie, palidecía de golpe para después sonrojarse de vergüenza.

-Ten cuidado Jean, puedes quedar más idiota de lo normal -. Terminó de decir cerrando la puerta de golpe.

Algunos no aguantaron la risa y sin disimular lo hicieron, Jean ya harto y maldiciendo, salió rumbo a su cabaña.

-Debes de dejar de hacer eso Eren, sólo estás buscando problemas -. Oí a Leah junto a mí, a pesar de que era un regaño, lo dijo de forma tranquila.

-No lo puedo evitar, además ya lo escuchaste del mismo instructor, Jean es un idiota -. Sin creerlo, vi cómo se dibujaba una pequeña sonrisa en su rostro e inconscientemente no la dejé de ver quedando cautivado.

-Eso ya es un hecho Eren -. Contestó tomando su plato levantándose y así mismo, sacándome del trance.

-¿Sólo comerás eso? -. Fruncí mi entrecejo al ver que el plato estaba casi lleno.

-Es el segundo -. No muy convencido de su respuesta a causa de su nerviosismo, vi que se alejó dejando los trastes donde correspondían para finalmente salir del comedor.

Ella ni siquiera se acaba uno completo, ¿cómo le cupieron dos porciones?

▪︎▪︎▪︎

-¡Cadetes, consagren sus corazones! -. Su grito retumbó por todo el lugar e inmediatamente todos pusimos nuestra mano derecha en el pecho, con la vista al frente.

La ceremonia de disolución ya había comenzado, era la hora en que ya podíamos escoger nuestro grupo para defender a la humanidad. Las formaciones estaban perfectamente alineadas con nuestros compañeros uniformados. Las antorchas resplandecían sus rostros serios, pero a la vez triunfadores de haber podido llegar hasta aquí.

-¡Bien, ya saben de qué se trata! -. Continuó - ¡Deberán escoger entre la Legión de Exploración, las Tropas de Guarnición y la Policía Militar! ¡Pero este último sólo podrán ingresar los diez mejores de su generación!

Sabía que había logrado subir de rango gracias a mi dedicación y disciplina estos últimos meses, Mikasa y Leah eran las que más destacaban entre todos, a lo que no me extrañaría que quisieran entrar a la Policía Militar. Pero mi mayor anhelo es ingresar a la Legión y acabar con cada uno de ellos.

Al día siguiente ya nos encontrábamos listos y un poco agotados por la noche anterior. Pero eso no quitaba el entusiasmo que teníamos.

-¡Están aquí! -. Gritaron por las calles del distrito - ¡La Legión de Exploración está aquí!

Vi un gran grupo de personas en cada lado aclamar y dar halagos hacia los miembros, sin embargo, no se veían nada felices. El cansancio era lo que más reflejaban sus rostros, al igual que el polvo y poca sangre en sus uniformes, no dudo que haya sido una expedición agotadora. Algo que quiero ver más de cerca.

-¡Vamos! -. Dije yendo hacia esa dirección. escuchando los pasos de los demás seguirme.

Me detuve mirando estos con suma emoción, aunque la mayoría no había podido regresar y otros estaban gravemente heridos. La gente los recibía mejor que en ocasiones anteriores. Sus caballos agotados jalaban las carretas con algunos miembros siendo atendidos y otros cabalgaban sin decir nada.

-No esperaba su regreso el día de hoy -. Comentó Leah junto a mí, con sus ojos clavados en ellos.

-Aún mejor, ya mañana estaremos a su servicio -. Respondí mirándola de reojo.

Aunque sería algo que me encantaría, mi interior se negaba a que ella se uniera a la Legión, no quiero que le pase nada en una expedición, sin embargo, sé que ella es capaz de defenderse, por algo quedó en los diez mejores de la generación.

-¡Es el comandante Erwin y el capitán Levi! -. El primero resaltaba entre los demás yendo al frente, su cabello rubio y mirada seria destacaba de su personalidad, siendo sin duda alguna un ejemplo a seguir, mientras que el segundo tenía cara de pocos amigos, demostrando respeto. Y había una tercera con cabello castaño y lentes, pero no logré ver más allá.

Lo que me desconcertó completamente, fue que el comandante al ver a Leah quedó extrañado sin quitar sus ojos de ella. Miré a la chica notando que tenía la misma expresión que este, pero empeoró aún más al final cuando la desvió a uno de sus acompañantes palideciendo de golpe, decidí poner mi mano en su hombro llamando su atención y Leah me miró desconcertada.

-¿Qué pasa? -. Sus ojos desorbitados se posaron en los míos, para regresar a la normalidad - ¿Leah?

-N-no... No es nada -. Relajó su rostro sonriendo un poco - Es mejor que... Bueno, ahora vuelvo -. Nos dio la espalda empezando a caminar.

-¿Leah? -. Preguntó Armin tratando de acercarse, sin embargo, no lo escuchó hasta desaparecer de nuestra vista.

-¡Chicos! -. Los tres volteamos antes de poder llamarla para encontrarnos con Hannes aproximarse - Dios, no puedo creer que ya se han convertido en unos adultos.

-Y yo no puedo creer que ascendieran a un borracho como tú, Hannes -. Este río en consecuencia.

-Qué gracioso -. Dijo cambiando un poco su semblante - Es un orgullo que se convirtieran en soldados.

-Es un gran logro señor -. Respondió Armin, viéndose entusiasmado.

-Ni que lo digas Armin -. Dijo - Eren -. Su atención se posicionó en mí, cambiando un poco su semblante - Sigo lamentando no haber podido salvar a tu madre de ese titán.

No pude disimular la sorpresa que me causaron sus palabras, pero con el pasar de estos años, lo pude entender.

-No fue tu culpa Hannes -. Musité tomándolo desprevenido - He cambiado en este tiempo, no debes de preocuparte por eso.

-Gracias Eren -. Asentí levantando un poco las comisuras de mi boca.

Pero había algo más importante llamando mi atención.

-Bien... Ahora vuelvo -. Dije hacia Mikasa y Armin, pero antes de que me pudieran responder, salí corriendo en busca de Leah.

Pasé varios minutos buscándola con la mirada entre la multitud de personas, hasta que atiné en su silueta abrazarse a sí misma caminando hacia enfrente. No dudé en correr para llegar a su lado.

-Sabes que puedes hablar conmigo -. Saltó un poco de su lugar en cuanto hablé.

Supongo que sí estaba demasiado distraída como para reaccionar así.

-Gracias Eren, aprecio mucho eso -. Habló recobrando su postura para detenerse y, en consecuencia, también lo hice quedando frente a frente cuando volteó - En verdad lo aprecio -. Sonrió débilmente.

-Leah -. Acerqué mi mano a la suya rosándola levemente.

Siendo una sensación que no se me ha ido de la cabeza desde que sucedió y anhelaba tanto en que volviera a pasar.

-¡Leah! -. Gritaron y ella volteó, encontrándose con Mikasa y Armin a sus espaldas - Tenemos que irnos, nos esperan los superiores -. Continuó para verme - Eren, tu escuadrón te espera en la muralla -. Solté un suspiro asintiendo.

Supongo que esa sensación tendrá que esperar...

-Está bien -. Miré a Leah en forma de despedida emprendiendo hacia la muralla.

Miraba con entusiasmo la ciudad frente a mis ojos desde la altura de la Muralla Rose, el Sol daba a todo su esplendor quemándome un poco, pero eso ni siquiera me importaba. Era increíble la estructura de esta, preguntándome:

¿Cómo fue construida?

-¿Connie? -. Dije en cuanto lo vi acomodar un cañón - ¿Te unirás a la Legión de Exploración?

-Por supuesto, la mayoría lo hará -. Respondió aun limpiando - Además, hace unos minutos escuché a Sasha decir que robó carne del almacén de oficiales.

-¿Enserio? -. Hablé desconcertado.

-La hora del almuerzo será la gloria -. Dijo Mina detrás de mí – Es mejor apurarnos si queremos probarla.

-Vamos Eren, no te quedes ahí -. Respondió Thomas caminando - Aún falta tiempo para eso.

Bueno, si no quiero quedarme atrás para probar esa carne, debería apurarme.

Asentí suspirando aún con los ojos hacia la ciudad, la brisa tomó fuerza al cabo de unos segundos, a lo que volteé en dirección contraria, me tomé el tiempo de observarla, incluso quedando pensativo con lo que ha pasado.

Pero ella seguía allí.

Quiero ayudarla, eso es un hecho, pero ¿cómo?

Y esas sensaciones se iban apoderando cada vez más de mí, era algo demasiado nuevo para mí, y muy agradable, a decir verdad. La quiero tener cerca de mí, incluso protegerla de todo y todos. Después de aquella conversación que tuvimos lo tuve más que claro.

Es ella.

Un rayo esmeralda retumbó por todo el lugar, cortó mis pensamientos al igual que la poca tranquilidad que había, tomándonos desprevenidos y, frente a mi, vi su gran silueta sin piel.

El Titán Colosal.

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