xx. On the Tight-Rope

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TWENTY ON THE TIGHT-ROPE

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UN TELESCOPIO DORADO refleja la imagen de un cuadro en movimiento en el lado opuesto de la habitación, los grabados de las constelaciones distorsionaron el retrato del hombre. Pequeños objetos mágicos, todos de bronce, plata u oro, se sientan con orgullo a lo largo de los estantes de los armarios, todos con una pequeña historia detrás. Una brújula que lleva a lo que deseas, el cumpleaños del alma gemela del creador escrito en números romanos en el frente. Una caja de oro que esconde los tesoros más codiciados de los enemigos más peligrosos. Una copa de plata, con serpientes serpenteando entre rosas y lirios, que se vierte en una noche de bodas y nunca se vacía hasta la muerte de la feliz pareja.

Una silla con una serpiente enrollada alrededor de una rosa tallada en la parte superior se ha levantado para que Holly se siente. Después de estallar en histeria al lado del laberinto, está agotada, después de haber llorado cada emoción que ha tenido desde que se encontró con ese laberinto. Durante la última prueba, estaba demasiado preocupada por continuar que no se detuvo, y ahora, ha llorado tanto que quiere volver a su dormitorio y acurrucarse en su cama.

Pero ella sabe que hay algunas cosas que tiene que hacer antes de que eso suceda. Está sentada en el despacho de Dumbledore con su padre. Eugene fue llevado a casa después de que ella regresara con el cuerpo de Cedric, los profesores conscientes de la situación pensando que podría ser más seguro para él permanecer allí por el momento. Sirius se queda al lado del despacho, y los tres esperan a Harry y Dumbledore. Gus sigue mirando a Sirius sospechosamente. Ha estado haciendo eso desde que Holly dijo, "Ah, hola, Sirius," sin darse cuenta de que su padre sabía que Sirius Black era "peligroso."

Desde entonces, Sirius ha intentado explicar lo que sucedió, pero aún así, Gus lo mira con cautela. Holly, sin embargo, apenas puede mantener los ojos abiertos.

Después de esto, ella sabe que sus amigos querrán saber qué pasó. Tiene que hacerles saber que muchos de sus padres estaban allí. También quiere hablar con Draco, decirle que vio a Atticus y que no está segura de qué hacer, sin embargo, duda que pueda dejar este despacho e ir directamente a su sala común, porque todavía tiene un enorme corte a lo largo de su pierna, y, la Maldición Cruciatus fue utilizada en ella antes. Para ser honestos, si le dicen que vaya a la enfermería no está segura de si se quejará, tal vez la dejen dormir hasta mañana si está allí, ha llorado lo suficiente durante un año, está cansada...

Oye pasos y ve a Sirius cruzar la habitación en un instante, dejando escapar:

—¿Estás bien, Harry? Lo sabía, sabía que pasaría algo así. ¿Qué ha ocurrido?

—¿Qué no? —dice Holly. Elige callarse acerca de agarrar la copa un par de segundos antes que los dos chicos; ella supone ahora que, si sale limpia, se verá mal, le está robando la victoria a un chico muerto. Todo esto fue por nada.

Sirius agarra una silla para que Harry se siente. Holly mira a Harry, y él se ve nervioso. Frunce el ceño, pero rápidamente, Dumbledore comienza a explicar lo que pasó con Barty Crouch Jr. Explica que se estaba haciendo pasar por Moody, y Holly levanta los brazos, diciendo:

—¡Eso es lo que he estado diciendo! —Harry la mira, y ella sonríe tímidamente.

Entonces Dumbledore explica el resto. Cómo Barty Crouch Jr. puso el nombre de Harry en el torneo para atraerlo a Voldemort. Al final, Holly se sienta y explica lo que sucedió en el laberinto, cómo Crouch la puso, pensando que ella moriría y que se vengaría de la mujer que ayudó a enviarlo a Azkaban. Oye a su padre agitarse cuando explica la parte de cómo fue torturada, y ve a Harry mirar el escritorio. Ella imagina que la escuchó chillar cuando sucedió.

El fénix vuela y se sienta sobre la rodilla de Harry. Él saluda al pájaro, quien por el sonido de las cosas, se llama Fawkes.

Dumbledore se sienta en su escritorio. Holly ve, a través de los muchos objetos mágicos que reflejan alrededor de la habitación, que su padre aún está de pie a un lado, luciendo increíblemente preocupado.

—Necesito saber qué sucedió después de que tocárais el traslador en el laberinto.

—Podemos dejarlo para mañana por la mañana, ¿no, Dumbledore? —dice Sirius, avanzando y poniendo una mano sobre el hombro de Harry—. Déjalos dormir, que descansen. Parece que Holly está a punto de quedarse dormida.

—Estaré bien —dice Holly, y luego bosteza.

Dumbledore se inclina sobre su escritorio, su mirada fija en Harry.

—Si pensara que os haría algún bien indicieédoos al sueño por medio de un encantamiento y permitiendo que pospusiérais el momento de pensar en lo sucedido esta noche, lo haría —dice Dumbledore. Holly se levanta un poco ante la mención de dormir—. Pero me temo que no es así. Adormecer el dolor por un rato os haría sentirlo luego con mayor intensidad. Habéis mostrado más valor del que hubiera creído posible: os ruego que lo mostréis una vez más contándonos todo lo que sucedió.

—No lo vi todo —dice Holly, y ella mira hacia Harry, para que él explique lo que sucedió. Y él explica todo a los tres hombres en la habitación, y Holly se obliga a no mirar en las reflexiones para ver a su padre, quien sabe que está sintiendo una mezcla de preocupación, tristeza y enfado.

Holly está adormecida. Si es importante, lo descubrirá más tarde, está bien...

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SE DURMIÓ.

Ella finalmente reaparece la noche siguiente, después de estar de pie al lado de la entrada por unos minutos, tratando de prepararse antes de que ella arroje todas las preguntas. Pero, en cambio, cuando ingresa a la sala común, no oye nada más que el débil murmullo de los estudiantes que trabajan juntos en la tarea, las piezas de ajedrez chocando juntas en el fragor de un juego. La gente la mira y reconoce quién es, qué vio, pero vuelven a lo que sea que estén haciendo. Holly frunce el ceño. Ella se pregunta si ha sido atraída hacia un universo paralelo.

A su llegada, y por la falta de saludo, decide ir a su dormitorio y leer un libro, pero en el camino, aparece Pansy, y abraza a Holly.

—Lo siento, Hol —dice en voz baja, abrazando fuertemente a su mejor amiga. Holly cierra los ojos y la abraza—. Tenemos que ir al dormitorio de los chicos. Draco quiere hablar contigo.

Holly asiente, y Pansy la acompaña en esa dirección. Holly se siente fuera de esto. No cree que su cerebro haya comprendido todo lo que sucedió, pero pasó tanto que le duele a su cerebro incluso pensar en ello. Estaba tan encantada con un boggart que pensó que estaba de vuelta en Durmstrang. Fue torturada por Crouch. Perdió el collar y perdió a Susannah. Ganó, pero también lo hicieron Harry y Cedric, no fue solo la victoria de Slytherin. Conoció a Atticus Malfoy. Vio a Cedric muerto. Vio y habló con Voldemort. Vio a Voldemort torturando a Harry, usando el mismo hechizo que solía practicar en su antiguo colegio.

Crabbe y Goyle están fuera de la habitación del dormitorio, y ellos asienten con la cabeza a Holly, y Pansy lleva a Holly a la habitación. Ella mira por encima del hombro y Crabbe y Goyle las siguen al dormitorio.

—¿Él ha vuelto? —le pregunta a Draco al segundo que la puerta se cierra detrás de ella. Pansy lo mira y coloca a Holly en la cama de alguien, el resto de su grupo está sentado alrededor de la habitación. Holly siente que Pansy la rodea con un brazo, como si estuviera protegiéndola de los recuerdos de Holly de la noche anterior.

Holly asiente.

—¿Qué hacemos? —ella escucha a Daphne susurrar. Draco comienza a caminar de un lado a otro del dormitorio, y Harlow pone una mano en el hombro de Theodore, frunciendo el ceño hacia Blaise, ninguno de ellos sabe lo que pueden hacer.

—Seguir adelante —dice Holly, en voz baja—. Fudge no se lo cree. Cuando fue a la enfermería yo estaba dormida, creo que me quedé dormida en el despacho de Dumbledore cuando estaban hablando de que Harry y Voldemort tenían varitas similares, y creo que mi padre tuvo que llevarme allí. Pero solo tuvieron la palabra de Harry y no se lo creen.

Draco asiente.

—Actuémos entonces como si no lo supiéramos.

—Si eso es lo que cree el Ministerio, es más seguro para nosotros aceptarlo —dice Holly, su voz aún está en voz baja. Todavía está demasiado cansada y emocionalmente agotada para hablar. Pero ella toma su experiencia de Durmstrang, y está agradecida de que está haciendo algo bueno—. Pero ha vuelto... lo vi... hablé con él.

—¿Qué... qué pasó? —pregunta Pansy.

Y Holly cuenta la historia, tomando algunas partes de lo que Harry había dicho la noche anterior en el despacho de Dumbledore. Menciona cómo su padrastro estuvo allí, cómo esencialmente la mantuvo a salvo todo el tiempo, cómo está terriblemente confundida por esto. Ve a Draco detener el ritmo en esa parte, y se inclina contra una de las camas con dosel, cruzando los brazos.

—Oh —dice Pansy, su voz está más baja que la de Holly.

Holly asiente. Su grupo de amigos apenas se miran, apenas intercambian miradas, y después de esa noche, no vuelven a mencionarlo. Saben lo que está pasando. Saben que tienen que mantener la cabeza baja por el momento, porque ¿qué más pueden hacer? Si creen en voz alta la verdad, la gente podría comenzar a cuestionarlos, tal vez no a sus rostros, pero podrían notar las cosas. Como cuando alguien cercano menciona lo que sucedió, y Holly y Draco se miran pero no dicen nada. O cuando llega el final del trimestre, y Draco, Theo, Crabbe y Goyle vuelven con sus familias sin decir palabra, mirando a sus padres porque lo saben, pero no pueden decir una palabra hasta que estén de vuelta en casa y escondidos por antiguas mansiones custodiadas por marfil y puertas negras.

Al final del trimestre, ella y sus amigos se sientan en silencio en la mesa de Slytherin, y por primera vez desde que se anunciaron los campeones del torneo, no fue recibida con aplausos ni sonrisas de otros miembros de su casa. El Torneo de los Tres Magos finalmente terminó, pero en lugar de las celebraciones como todos esperaban, hay una plétora de estudiantes que están más callados de lo habitual, preocupados por lo que está sucediendo. Y, junto con eso, ha llegado el comienzo de múltiples susurros, todo sobre la pequeña Holliday Lippincott, la campeona de Slytherin: tendría que haber ganado, se escucha a veces. Su madre es una mortífaga y vio morir a Diggory se escuchan más.

Holly se sienta, con la cabeza apoyada en la mano. La fiesta de inicio de curso, se dio cuenta, era mucho más interesante porque tenía a su amiga en el aire, haciendo pequeños comentarios que nadie más escuchaba. Ahora Holly está en la misma onda que todos los demás. Aburrida, cansada y con ganas de que esta cena termine, así que están un paso más cerca de saltar del tren en Kings Cross.

—El fin de otro curso —escucha a Dumbledore decir desde la mesa de profesores. Holly no puede evitar echar un vistazo a la mesa de Hufflepuff, donde los amigos de Cedric han dejado un pequeño espacio al lado de donde están sentados, como si lo invitaran a regresar, para asegurarse de que sabe que todavía es bienvenido, que sigue siendo amado por ellos. Cuando las personas dejaban abruptamente Durmstrang, sus amigos lo hacían. Holly suspira; a ella no le gusta encontrar las similitudes entre ella y ese malvado castillo—. Son muchas las cosas que quisiera deciros esta noche, pero quiero antes que nada lamentar la pérdida de una gran persona que debería estar ahí sentada —Dumbledore hace un gesto hacia el espacio vacío en la mesa. Holly ya no siente hambre—. Ahora quiero pediros, por favor, a todos, que os levantéis y alcéis vuestras copas para brindar por Cedric Diggory.

Y entonces todos toman su copa y se ponen en pie, los bancos raspan contra el suelo mientras todos se mueven. Holly ve a Cho Chang, la chica con la que Cedric había salido, llorando, con las mejillas mojadas por las lágrimas, y Holly mira hacia otro lado sintiendo como si estuviera entrometiéndose en algo. Ve a Harry en el otro lado de la sala, y él la mira. Ambos se sonríen suavemente.

—Cedric ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Hufflepuff —dice Dumbledore, una vez que todos se han sentado—. Era un amigo bueno y leal, muy trabajador, y se comportaba con honradez. Su muerte os ha afligido a todos, lo conocierais bien o no. Creo, por eso, que tenéis derecho a saber qué fue exactamente lo que ocurrió —hace una pausa, y Holly se prepara—. Cedric Diggory fue asesinado por Lord Voldemort.

Oye los susurros, ve las miradas hacia ella. Holly mira directamente a la mesa, porque no va a decir la mentira que él y Harry han decidido. Supone que es un poco mejor para Cedric, que esto se crea de su muerte, en lugar de un hombre que todos piensan que está muerto. Pero, aún así, el nombre de Lord Voldemort trae a Holly de regreso al laberinto, de vuelta al cementerio, a la noche donde tenía todo, lo que había estado trabajando estaba justo al alcance de su mano, y luego un hijo de perra se lo quitó.

Recuerda el dolor, cómo se sentía peor que antes porque había pasado tanto tiempo que lo había olvidado, no había acumulado las tolerancias más pequeñas a través de la práctica en las lecciones. Recuerda haber estado tan asustada que no oyó que la cadena de su collar se rompía, se caía entre las hojas, se perdía para siempre. Recuerda estar tan empeñada en ganar que se puso de pie después de que la Maldición Cruciatus fuera usada para ella, solo para que una bestia llamada Barty Crouch Jr. tuviera otros planes y amañara la prueba a favor de otra persona. Recuerda haber corrido con todas sus fuerzas para llegar primera a la copa y no conseguirla. Recuerda tratar de convencerse a sí misma de que el cementerio era la parte sorpresa de la prueba, recuerda el temor que surgió cuando se dio cuenta de que no era así, unos segundos antes de que su padrastro muerto la agarrara y le dijera que se escondiera.

Recuerda tener que acercarse a Voldemort, tener que hablar con él y pretender que ella era para su causa, cuando sabe que no era así. Recuerda haberse puesto su uniforme de Durmstrang, actuando como si toda la pesadilla no fuera más que una práctica para el mundo real, y supone que ahora debe haberlo sido. Ese colegio le enseñó a permanecer inexpresiva cuando lo que más deseaba era llorar; a engañar a cualquiera, a engañar a alguien que necesita para mantenerse a salvo; a permanecer de pie mientras su amiga, alguien a quien le importa, fue torturada, a metros de ella.

—El Ministerio de Magia no quería que os lo dijera. Es posible que algunos de vuestros padres se horroricen de que lo haya hecho —dice Dumbledore, y Holly recuerda brevemente lo que su profesor había dicho a su padre antes salió. Es posible que necesitemos algunos ojos en el mundo muggle. Y su padre, el hijo y el nieto de soldados, asintió—. Ya sea porque no crean que Voldemort haya regresado realmente, o porque opinen que no se debe contar estas cosas a gente tan joven. Pero yo opino que la verdad es siempre preferible a las mentiras, y que cualquier intento de hacer pasar la muerte de Cedric por un accidente, o por el resultado de un grave error suyo, constituye un insulto a su memoria.

Holly ve la luz verde en sus recuerdos, cómo iluminaba las lápidas que la rodeaban, iluminando las palabras talladas en las losas de roca. Ella recuerda el silbido. Mata al otro.

—Hay dos personas más que debo mencionar en relación con la muerte de Cedric —dice Dumbledore. Holly, que está sentada al lado de Pansy, sostiene su mano debajo de la mesa, de la misma manera que sostuvo la de Atticus. Ella necesita tener algún tipo de apoyo—. Me refiero, claro está, a Harry Potter y Holly Lippincott.

Pansy aprieta la mano de Holly. Al otro lado, Daphne toma su otra mano y sonríe débilmente. Holly hace su mejor esfuerzo para no mostrar ninguna emoción, volver a deslizarse en quién era ella en Durmstrang, pero ella lucha. Le tiemblan los labios, pero no se dan cuenta. Aprieta los dientes, apretando fuertemente las manos de Pansy y Daphne.

—Harry Potter y Holly Lippincott lograron escapar de Lord Voldemort —dice Dumbledore. Holly no está de acuerdo. Harry Potter logró escapar de Lord Voldemort. Holly admitió lo que dijeron su padrastro y su tío porque la protegían. Pero no protegió a su amigo, y tuvo que verlo retorcerse de dolor. No puede sacar la imagen de su cabeza—. Arriesgaron vidas para traer a Hogwarts el cuerpo de Cedric. Mostraron, en todos los aspectos, el tipo de valor que muy pocos magos han demostrado al encararse con lord Voldemort, y por eso quiero alzar la copa por ellos.

Pansy y Daphne soltaron las manos de Holly para ponerse de pie. Los estudiantes a su alrededor se ponen de pie, levantan sus copas, y Holly ve a muchos de los estudiantes en su mesa que solo dicen su nombre. No está segura de cómo sentirse al respecto.

—Todos nuestros invitados han de saber que serán bienvenidos en cualquier momento en que quieran volver —dice Dumbledore, y mira a los estudiantes de Durmstrang sentados al final de la mesa de Slytherin—. Os repito a todos que, ante el retorno de lord Voldemort, seremos más fuertes cuanto más unidos estemos, y más débiles cuanto más divididos. La fuerza de Lord Voldemort para extender la discordia y la enemistad entre nosotros es muy grande. Sólo podemos luchar contra ella presentando unos lazos de amistad y mutua confianza igualmente fuertes. Las diferencias de costumbres y lengua no son nada en absoluto si nuestros propósitos son los mismos y nos mostramos abiertos.

»Estoy convencido, y nunca he tenido tantos deseos de estar equivocado, de que nos esperan tiempos difíciles y oscuros. Algunos de vosotros, en este salón, habéis sufrido ya directamente a manos de lord Voldemort. Muchas de vuestras familias quedaron deshechas por él. Hace una semana, un compañero vuestro fue aniquilado.

»Recordad a Cedric. Recordadlo si en algún momento de vuestra vida tenéis que optar entre lo que está bien y lo que es cómodo, recordad lo que le ocurrió a un muchacho que era bueno, amable y valiente, sólo porque se cruzó en el camino de Lord Voldemort. Recordad a Cedric Diggory.

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PARECE TOMAR más de una década para el tren volver a Kings Cross, incluso para pasar los campos en las Tierras Medias. Holly se cansa después de un par de horas, y termina, sin nada más que hacer, dormida con la cabeza apoyada en el hombro de Pansy.

Cuando se despierta, frunce el ceño ante los tres espacios vacíos, donde Draco, Crabbe y Goyle estaban sentados antes de quedarse dormida. Pansy mira a Holly y sonríe suavemente.

—¿Sabes cuanto me quieres en realidad? —ella dice. Holly entrecierra los ojos, y Pansy comienza a contar la historia de cómo fueron capaces de obtener todos esos artículos escritos por Rita Skeeter, cómo descubrieron que era una animaga y la utilizaron para obtener historias en El Profesor. Tan pronto como Pansy termina con, "Y creo que Granger lo descubrió, así que han ido a buscarla, Weasley y Potter," Holly se levanta y sale del compartimento del tren.

Holly camina por el vagón del tren, observando el perfil habitual de los tres chicos que acechan, causando estragos en otros estudiantes. Cruza al próximo vagón, y oye un compartimento abierto detrás de ella.

—Tú eres Holly, ¿verdad? —oye a un chico decir, y cuando mira a su lado, ve a los gemelos Weasley (ella cree) saliendo del compartimiento que se acaba de abrir. Holly deja de caminar, asiente y frunce el ceño—. Ah. He oído que eres amiga de Harry.

Holly asiente.

—Lo soy —ella cree.

—Pues yo soy Fred —dice uno de ellos.

—Y yo soy George —dice el otro.

Holly les sonríe.

—Un placer —dice, y continúa caminando en dirección a donde puede ver a su primo y sus dos secuaces—. Vosotros habéis hecho esos productos de broma, ¿no?

—¿Los Slytherins lo saben? —dice uno de ellos. Tal vez Fred. Quizás George. Definitivamente Fred o George, pero considerando que ya es inútil recordar los nombres, siente que esta es la manera en que el universo la prueba. No va a ser muy amiga de ellos, así que adivina que está bien que no pueda diferenciarlos, pero aún así. Sería bueno saber quién está hablando—. Wow. Han ido por todo el colegio, Fred...

—Creo que usasteis uno de ellos en Montague hace un tiempo, luego se quejó en la sala común —dice Holly. Inmediatamente los dos muchachos parecen recordar el evento, y sonríen. Ella les devuelve la sonrisa, antes de darse cuenta de que parecen estar caminando con ella—. Decidme, ¿qué estáis haciendo?

—Vimos a Malfoy y sus secuaces —dice uno de ellos. Ella quiere decir Fred, porque el que acaba de hablar era George, y él es el más cercano a ella—. Y decidimos seguirlos.

Holly asiente.

—Tiene sentido —dice ella. Recuerda lo de sus productos de broma, y luego recuerda que todavía tiene dinero del torneo en su baúl, porque no sabe qué hacer con él. Ella no puede soportarlo. Está contaminado—. Entonces, um, sobre los productos de broma... ¿planeáis abrir una tienda, o algo así, al terminar el colegio?

—Es nuestro sueño —dice uno de ellos.

El otro asiente.

—Sabemos que es caro, pero esperamos poder llegar. Podemos empezar a vender los productos y luego abrir la tienda.

—Es una buena idea —dice Holly, y les muestra una sonrisa—. Quiero decir, por la forma en que Montague se quejaba de ellos, suenan muy bien... Si quieres venderlos en el colegio, intentaré hablar con los Slytherins.

—Gracias...

Y luego, escucha a su primo, que actúa como un mocoso.

—¡Ya es demasiado tarde, Potter! ¡Ahora que ha retornado el Señor Tenebroso, los sangre sucia y los amigos de los muggles serán los primeros en caer! —ella escucha a su primo decir. Holly hace una mueca, y ve a los gemelos sacar sus varitas y ella retrocede, como si les permitiera seguir adelante y maldecirlo por hablar mierda.

Ella no participa. Su mente todavía va a Crucio en estas situaciones, o Diffindo. Algo con el poder de mutilar y matar. Durmstrang todavía está allí, acechando en su cerebro, atrapando sus reflejos, haciendo que la única opción parezca ser la más peligrosa, la que puede causar el mayor daño a su oponente.

—Bueno, los primeros no, los segundos: el primero ha sido Digg...

En medio de una serie de chispas y algo similar a los fuegos artificiales, Draco, Crabbe y Goyle se estrellan contra el suelo fuera de un compartimento. Ella mira a su primo, que parece estar inconsciente, y echa un vistazo al compartimiento, donde Harry, Ron y Hermione están de pie, varitas en mano.

—Quisimos venir a ver qué buscaban estos tres —dice uno de los gemelos, mientras camina sobre los tres cuerpos inconscientes, todos tirados en el pasillo. Holly ve a Harry frunciendo el ceño, principalmente por el hecho de que estaba hablando con los gemelos, y el gemelo que ahora está sentado en el compartimiento agrega—. Ah, sí, robamos a tú amiga.

Holly le sonríe a Harry y toma asiento junto a la ventana.

—Un efecto interesante —dice George, mientras cruza a los tres chicos. Por lo que parece, los cinco habían usado hechizos variables en ellos—. ¿Quién le lanzó la maldición furnunculus?

—Yo —dice Harry.

—Curioso —dice George. Hermione se sienta al lado de Holly, y Holly le sonríe, mientras Ron, Harry y George empujan a los tres muchachos que yacen en el suelo completamente fuera del compartimiento, hacia el pasillo. Holly se siente un poco culpable, porque Draco sigue siendo su primo, pero luego, él lo merecía, ¿no? ¿Qué espera diciendo cosas así de podridas?

Ella piensa que le gustan. Contrariamente a todo lo que sus amigos le contaron acerca de Weasleys, ella piensa que son agradables. Muy rápidamente, empiezan a jugar Snap Explosivo y Holly accidentalmente comenta que no tiene idea de cómo jugar, fue prohibido en Durmstrang, pero ella va a ganar, realmente se ríen, como si encontraran que su broma es divertida comienza a caer bajo la impresión de que a sus amigos no les deben gustar por culpa de sus padres. Y Holly no está muy segura de qué hacer con esto.

—¿Nos lo vais a decir? —dice Harry, después de un rato de todos ellos jugando a Snap Explosivo y Holly, después de que le explicaran minuciosamente el juego, ganó dos veces seguidas. Holly se congela y frunce el ceño, pensando que él se lo pregunta a ella. Dios sabe de qué se trata, pero tiene todo un palacio lleno de secretos bajo la manga—. ¿A quién le hacíais chantaje?

—Ah, eso.

—No importa —dice uno de los gemelos, mientras niega con la cabeza—. No tiene importancia. Ya no la tiene, por lo menos.

—Hemos desistido.

Holly ve a Harry, Ron y Hermione saltar y comenzar a preguntarles a los gemelos qué estaban haciendo, a quién estaban chantajeando, y Holly sonríe a los gemelos—Yo os diré a quién chantajeaba si vosotros lo decís.

Los gemelos la miran sorprendidos.

—Bien, de acuerdo. Si de verdad lo queréis saber... se trataba de Ludo Bagman.

—¿Bagman? —dice Harry. Él mira a Holly, el recuerdo de cada vez que el idiota trataba de hablar con ellos para ayudarlos a regresar a su cerebro—. ¿Queréis decir que estaba envuelto en...?

—Qué va —dice uno de los gemelos, un poco molesto—. Ni mucho menos. Es un cretino. No tiene bastante cerebro para eso.

—¿Entonces? —dice Ron.

Holly tiene que admitir que está genuinamente intrigada con esto.

—¿Os acordáis de la apuesta que hicimos con él, en los Mundiales de Quidditch? Apostamos a que ganaría Irlanda pero que Krum atraparía la snitch. Bien, el muy cretino nos pagó en oro leprechaun que había cogido de las mascotas del equipo de Irlanda. Y se desvaneció, claro. A la mañana siguiente, ¡no quedaba nada!

—Pero —dice Hermione, frunciendo el ceño—... habrá sido una equivocación, ¿no?

El otro gemelo se ríe, pareciendo enfadado.

—Sí, eso fue lo que pensamos al principio. Creímos que si le escribíamos explicándole el error que había cometido, soltaría la pasta. Pero de eso nada. No hizo caso de nuestra carta. Intentamos repetidamente hablar con él en Hogwarts, pero siempre tenía alguna excusa para marcharse.

—Al final se volvió bastante desagradable —dice un gemelo—. Nos dijo que éramos demasiado jóvenes para apostar, y que no nos daría nada.

—Así que le pedimos que al menos nos devolviera nuestro dinero —dice el otro.

—¡No se negaría a eso! —exclama Hermione.

—¡Ya lo creo que se negó!

—Pero ¡eran todos vuestros ahorros! —dice Ron.

—No nos lo tienes que explicar —dice un gemelo—. Por supuesto, al final averiguamos lo que ocurría. El padre de Lee Jordan también había tenido muchos problemas para que Bagman le diera el dinero. Resulta que está metido en líos con los duendes. Le prestaron mucho dinero. Una banda de ellos lo acorraló en el bosque después de los Mundiales y le cogió todo el oro que llevaba con él, y aún no bastaba para pagar todo lo que les debía. Lo siguieron a Hogwarts para que no se les escabullera. Lo ha perdido todo en el juego. No tiene dónde caerse muerto. ¿Y sabéis cómo intentó pagar a los duendes?

—¿Cómo? —dice Harry.

—Apostó por ti y Holly —responde un gemelo. Por un momento, Holly interpreta esto como algo diferente y hace una mueca un poco asqueada—. Apostó un montón contra los duendes a que ganábais el Torneo.

—Vaya —dice Holly.

—¡Por eso se empeñaba en ayudarnos! —dice Harry. Él mira a Holly, que parece que todo tiene sentido. Aunque, ella esperaba algo un poco más peligroso y malvado—. Bueno, ganamos, ¿no? ¡Así que ahora puede daros lo que os debe!

—Nope —dice un gemelo. Mueve la cabeza—. Los duendes juegan tan sucio como él: dicen que empatásteis con Diggory, y que Bagman apostó a que ganábais de manera absoluta. Así que Bagman ha tenido que darse a la fuga. Escapó después de la tercera prueba.

El mismo gemelo suspira, mientras el otro mira a Holly.

—¿Me engañaron mis oídos cuando dijiste...?

—¿Conocéis a Karkarov? —ella dice, ya sonriendo. Todavía está orgullosa de sí misma por esto. Puede que no haya sido mucho, pero fue algo para vengarse de él—. Lo oí hablar con Snape durante el Baile de Navidad, y, según recuerdo podría haber estado hablando de que la Marca Tenebrosa se estaba haciendo evidente, pero cuando se lo escuché decir, mi primer pensamiento fue ah, puedo volver a enfrentarme al demonio de director que tiene mi antiguo colegio.

Harry y Ron intercambiaron una mirada.

—¡Sí, lo escuchamos!

—¿Lo escuchásteis? —dice Holly, frunciendo el ceño—. ¿Qué parte?

—¿Algo que era desastroso? —dice Ron, frunciendo el ceño.

Harry asiente.

—¿Y sobre ti cada vez peor?

Holly sonríe.

—Buenos recuerdos.

Durante la mayor parte del viaje, Holly se queda sentada con ellos, pensando que si vuelve con sus otros amigos tiene que explicar dónde está Draco y toda esa basura, y sinceramente, Holly cree que le gusta tanto Harry como a sus amigos les gusta ella. Es un cambio agradable, que actualmente se niegue a hablar sobre lo que está sucediendo con Voldemort, y está tratando de continuar como si nada hubiera cambiado, cuando todos saben algo gigantesco.

Cuando ve los límites de Londres, las casas adosadas de siglos de antigüedad, se excusa y finalmente regresa con sus amigos para recuperar su baúl y sus pertenencias. Harlow frunce el ceño mientras toma su baúl y se mueve, para ir y sentarse con los demás, y ella sonríe, y inventa una excusa sobre Draco sentado en otro lugar en el tren, queriendo un poco de tranquilidad. Lo que ellos creen, asombrosamente.

El tren patina para detenerse, haciendo un fuerte chirrido mientras lo hace. Holly se levanta, esperando bajar el baúl y marcharse a casa, pero Harry la agarra del brazo y pregunta en voz baja—¿Qué harás con el dinero del premio?

—No lo sé —dice ella—. No lo quiero. ¿Tú?

Él mira a los gemelos, y Holly asiente.

—¿Te importa si hago lo mismo? —ella dice, en voz baja.

Harry asiente y le sonríe. Holly toma su baúl de la barandilla sobre sus cabezas, esperando que Ron y Hermione salgan del compartimiento antes de moverse.

—Fred... George... esperad un momento.

Holly abre su baúl, agarrando la bolsita de plata con las ganancias del torneo. Ella extiende su mano para que la tomen, junto con el pequeño saco que Harry tiene en la mano.

—Cogedlo —dice Harry.

—¿Qué?

—Que lo cojáis. Ninguno lo queremos.

—Estás mal del coco.

—No, no lo estoy. Cogedlo y seguid inventando. Para la tienda de artículos de broma.

—Se ha vuelto majara.

—Escuchad —dice Harry—, si no lo cogéis, pensamos tirarlo por el váter. Ni lo queremos ni lo necesitamos. Pero no me vendría mal reírme un poco. Tal vez todos necesitemos reírnos. Me temo que dentro de poco nos van a hacer mucha falta las risas.

Holly siente su estómago hecho nudos.

—Aquí tiene que haber mil de galeones.

—Sí. Piensa cuántas galletas de canarios se pueden hacer con eso. Pero no le digáis a vuestra madre de dónde lo habéis sacado... aunque, bien pensado, tal vez ya no tenga tanto empeño en que os hagáis funcionarios del Ministerio.

—Harry...

Harry sacó su varita.

Holly frunce el ceño.

—Eres un Gryffindor, ¿qué estás haciendo?

—Si no os lo lleváis, os echo un maleficio —dice Harry. Holly hace una mueca e inclina levemente la cabeza. Ella no está segura de cómo esto los va a persuadir—. He aprendido algunos bastante buenos —yo puedo hacer Cruciatus, pero guay—. Pero hacedme un favor, ¿queréis? Compradle a Ron una túnica de gala diferente, y decidle que es regalo vuestro.

—Espera, espera, espera —dice Holly—. También me gustaría un pequeño favor: que seáis majos con los Slytherins, los más pequeños no se lo merecen. A veces mis amigos son malos, pero los de primero no merecen nada malo... Gracias, adiós, ¡que tengáis un buen verano!

Holly agarra la mano de Harry y su baúl, y lo saca del compartimento antes de que los gemelos puedan decir algo más sobre el dinero. Ella intenta levantar su bául para pasarlo por encima de su primo, pero casi se la cae a Goyle.

—Eh, Harry —dice, mientras caminan por el pasillo. Deja de caminar y se para al lado del pasillo, con cuidado de asegurarse de que no haya una ventana al lado de donde están—, sé que en realidad no nos hemos visto mucho en los últimos meses, pero tal vez podamos vernos durante el verano.

Harry asiente, y él le sonríe—Me encantaría.

Holly le devuelve la sonrisa.

—Te veré pronto, entonces —le dice. Ella se mueve para dar un paso al costado, caminar hacia el andén y hacia su padre y contarle una versión azucarada de las últimas semanas de colegio. Pero mira a Harry, y casi lo abraza, pero ella se detiene, y en cambio, se acerca un poco, besándolo en la mejilla.

Con eso, agarra su baúl y se abre camino por el pasillo, las suelas de sus zapatos chocan contra el suelo del andén. Ve a su padre hablando con la señora Weasley, con quien debe haberse hecho amigo mientras Holly estaba profundamente dormida, y se va a abrazar a su padre. Gus rodea a Holly con su brazo y sonríe.

—Venga, volvamos a casa...

Holly y su padre comienzan a pasar por los pequeños quioscos de café, los quioscos venden de todo, desde paquetes de patatas fritas a revistas de moda, y Holly sale de Kings Cross hacia el camino gris, y sonríe suavemente. Ella está casi en casa.

Su padre pasa Dios sabe cuánto tiempo metiendo su baúl en el maletero del coche, y en algún momento Harry pasa con su tío y, por supuesto, Gus se encarga de llamarlos y desearle a Harry un buen verano, haciendo todo lo posible para molestar al tío de Harry, quien por el sonido de las cosas no merece la pena molestar. Holly rueda sus ojos. Empieza a hundirse en que besó la mejilla de Harry y se deja caer en el asiento, para que él no pueda verla.

—Ahora, después de la boda —dice su padre, una vez que se sentó en el auto y comenzó a alejarse de Kings Cross—, puede haber algunos cambios. No se lo puedes decir a nadie, pero creo que Dumbledore necesita ayuda para vigilar todo lo que pueda pasar en el mundo real, ya que no lo entienden... Pero hablaremos de eso correctamente cuando lleguemos a casa, ¿sí?

—Sí —dice Holly, y comienza a fruncir el ceño, porque el nerviosismo está de vuelta en su estómago y no está muy segura de qué hacer. Porque este no es solo su estómago hecho trizas debido a un colegio con un director demoníaco que hace de su vida una pesadilla viviente, este es un mundo entero con Voldemort al acecho en las sombras, con sus leales servidores en cada esquina, cada área oscurecida de una habitación, cada lugar aparentemente vacío que será perfecto para discutir algo secreto. Sus amigos son hijos de mortífagos, sus casas no son seguras para susurrar cosas durante las fiestas de pijamas, cuando el reloj da casi a las cuatro y sus otros amigos están en el extremo opuesto del espectro, con padres que lucharon contra los hombres en las sombras y perdieron seres queridos por eso.

Y Holly es los dos: hija de un muggle y de una mortífaga, que hasta ahora dependía de una compañera fantasmal para vigilar el mundo por ella, pero ahora, se ha ido. Holly está en la cuerda floja y su red de seguridad ha sido hecha trizas, y no sabe qué hacer.

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End of Part I

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