Capítulo 23.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Cuando el pequeño Minjung cumplió dos semanas de nacido, fue dado de alta junto a Jimin, quien tuvo que permanecer en la clínica internado debido a la anemia severa que presentó después del parto.

Pero antes de eso, Jungkook no se movió de su lado en ningún momento. Bueno, a excepción de cuando caía la tarde e iba a casa para ducharse, cambiarse de ropa y comer.

Volvía por las noches a dormír ahí, junto a su novio y su hijo. Aun cuando el bergere reclinable lucía cómodo, él terminaba acurrucado junto a Jimin en la típica posición de cucharita.

Y cuando Minjung despertaba por las noches, haciendo pequeños ruiditos mientras se movía y lloriqueaba bajito, Jungkook abandonaba rápidamente la camilla para tomarlo entre sus brazos y así intentar calmarlo. Una enfermera de turno llegaba casi de inmediato junto a un biberón con leche tibia, pero antes de dárselo, solían examinarlo y chequear que todo estuviera bien.

Sentado en la misma posición cada cuatro horas en el bergere, Jungkook le daba la leche a su bebé y luego daba los debidos golpecitos en la espalda para sacar los gases. Jimin era quien se encargaba del cambio de pañal ya que cuando Jungkook se aventuró y lo hizo, terminó todo orinado junto al pequeño Minjung y gracias a eso, su pollito tuvo su primer baño a las tres de la mañana.

Cada día, Jimin y su bebé fueron visitados por su fiel círculo de amigos y sus padres, quienes babeaban por su precioso nieto.

También aprovechó de participar junto a Jungkook en un taller para padres primerizos, donde les enseñaban desde poner un simple pañal hasta hacer una maniobra RCP en caso de que la necesitara.

El regreso a casa no fue tan tranquilo como Jimin esperaba, ya que una fiesta sorpresa lo recibió apenas cruzó la puerta y entró al interior de su hogar.

Aún así, se sintió inmensamente feliz de tenerlos a todos ahí reunidos, felices por la llegada de su pequeño bebé. Su pequeño pollito que dormía acurrucado entre sus brazos.

Agradeció que luego de un par de horas, los chicos se marcharon para dejarlo descansar. Para entonces, Jimin solo quería fundirse en su cama y ser sostenido por los brazos de su Jungkook. Quería ser consentido por dulces besos y caricias. Quería regalonear con su bebé dándole besitos y cantando alguna canción de cuna.

Tal vez lo hizo el primer día, pero la realidad fue totalmente distinta en su imaginación. Muy, muy distinta. Sobre todo, porque Jimin estaba pagando un alto precio ante la inexperiencia y su estado de ánimo no ayudaba mucho.

Ahora, a un mes y medio desde que el pequeño pollito había llegado al mundo, Jimin estaba completamente agotado y sentía que ya no daba más.

El no saber nada lo estaba abrumando y la poca experiencia que iba ganando no le daba la suficiente confianza de que todo iba marchando bien.

—¿Amor? —la voz agotada, pero llena de cariño de Jungkook lo hizo alzar la vista.

Jimin estaba en la cama con su bebé, quien milagrosamente dormía sobre su pecho desnudo.

—¿Uhm? —lo miró sin muchos ánimos y Jungkook suspiró. Él también estaba un poco cansado de todo. Un poco bastante.

—Tu madre ya llegó —le informó y se acercó a la cama para quedar a su lado, sentándose en el borde y acariciando una de sus mejillas— Iré a comprar pañales. ¿Necesitamos algo más?

—Leche, toallas húmedas, talco, comida - respondió con su voz seca, volteando su rostro al bebé y comenzó a repartir caricias en la pequeña espaldita de este.

—¿Quieres algo rico para comer? —sabía la respuesta, pero aun así, Jungkook lo intentaba.

—No.

—Vale, me voy entonces —se inclinó para besar los labios de Jimin, pero este hizo un movimiento para alejarlo de él. Jungkook suspiró antes de volver a hablar— Volveré pronto para encargarme de él y así puedas relajarte, ¿vale?

—Ya estoy relajado, ¿no lo ves? —su ceño estaba bastante fruncido. Dejaba en claro cuán irritado estaba en ese preciso momento.

—Vale, lo veo —mintió. No quería comenzar una discusión sin sentido— Me voy, te amo —se levantó y dejó un beso en el cabello desordenado de Jimin.

Jimin no dijo nada y simplemente lo vio por el rabillo del ojo cuando salió de la habitación.

El ambiente estaba tenso y era debido a los drásticos cambios de humor de Jimin, esos que llegaron en el embarazo y parecían no querer irse.

La posesividad que tenía hacia su bebé le y la angustia ante el miedo de hacer algo mal lo estaba consumiendo, pero no pedía ayuda y se cerraba en su abrumadora burbuja.

Jungkook siempre estaba ahí, a su lado en todo momento, intentando ayudarlo.

Intentando, porque Jimin no le permitía estar más de tres segundos con su propio hijo.

Jungkook trataba de entenderlo. Vaya que lo hacía. Él se sentía igual de inseguro y asustado ahora que tenían a un ser frágil a su cuidado y que dependía totalmente de ellos. Pero él sabía sobrellevarlo. Jimin, no.

Bajó las escaleras desanimado y se encontró con la señora Park en la cocina.

Ella iba dos veces a la semana a ver a su nieto y aunque no lo dijera, también iba por su hijo. Lo ayudaba y lo cuidaba con la excusa de que solo estaba ahí por Minjung.

—Iré a hacer unas compras, ya vuelvo —le informó a la señora Park, quien lavaba la poca loza que había en el fregadero. Ella volteo para verlo.

—Ve con cuidado, Jeon —ella le sonrió amable.

Jungkook asintió mientras tomaba las llaves del auto y la billetera, para finalmente salir de la casa e ir al supermercado.

Jimin no contaba con personal de servicio ya que no quería a nadie más en casa. Nadie más que no fueran ellos, por lo que se negaba a contratar a algún desconocido para que recorriera los rincones de su nido de amor.

La señora Park caminó hasta la lavandería y comenzó a separar la ropa del bebé para meterla a lavar. Luego se fue a la sala y ordenó los cojines del sofá y sacudió el poco polvo que había en los muebles. Caminó nuevamente a la cocina y sacó verduras del refrigerador para preparar una rica sopa de fideos.

Estuvo alrededor de cuarenta minutos ahí abajo hasta que el llanto de un bebé la puso en alerta, y dejando todo lo que estaba haciendo, subió las escaleras tan rápido como sus oxidadas piernas se lo permitieron.

—¿Jimin? —le llamó y dio unos pequeños golpes en la puerta— Voy a entrar —y sin obtener respuestas, entró.

La habitación estaba levemente oscura, ya que las cortinas estaban aún entrecerradas. La cama estaba desordenada con los cobertores hacia atrás y Minjung estaba en el centro de la cama, tapado con una mantita celeste y pequeños pollitos amariños.

Ella sonrió inconscientemente al verlo ahí, moviendo sus manitos y sus piecitos mientras lloriqueaba y giraba su cabeza hacia un lado.

Clara señal de que tenía hambre.

Avanzó hasta la cama y lo tomó entre sus brazos con mucho cuidado.

—Ya mi amor, la abuela está aquí —le habló con dulzura mientras lo arrullaba contra su pecho. El llantito cesó y ella se dispuso a caminar fuera de la habitación.

—¿Qué haces? —Jimin salía del baño, aun con pijama y su cabello revuelto.

La señora Park se giró para verlo y una mueca de molestia se dibujó en su rostro.

—El niño tiene hambre —habló escuetamente— Le daré una leche ya que tú no tienes intenciones de dejar este desastre de habitación —se giró y caminó nuevamente hasta la puerta.

—Déjalo aquí, no tienes porque llevartelo —gruñó. Jimin no dejaba a nadie más de cinco segundos con su bebé y menos que lo sacaran de su habitación.

—Le haré una leche y se la daré. Le cambiaré el pañal y la ropa. Jimin, no me lo voy a robar.

—No confío en ti, déjalo en la cama —ordenó casi en un gruñido.

La relación amor odio con su madre había mejorado notoriamente, nunca como abrazarse y decirse que se amaban. Pero podían entablar una conversación sin terminar gritando ni diciendo cosas hirientes. Ahora, todo avance que hubo en algún momento, se perdió.

Desde el momento en que Jimin volvió a casa y las inseguridades, la falta de sueño y el estrés lo invadieron, él no confiaba en nadie. Mucho menos en su madre y la quería lejos de él y de su bebé.

La señora Park no quiso alterar aún más a su hijo, caminó lento hasta la cama y lo dejó sobre ella con cuidado. Su corazón de abuela se estrujó cuando Minjung despertó al no tener el calor de otro cuerpo y rompió en llanto.

Su instinto materno y protector ante su frágil nieto fue tomarlo nuevamente, pero Jimin le apartó las manos con brusquedad y lo tomó primero.

—¿No ibas a hacerle una leche? —las palabras ácidas de Jimin, iban con una sola intención. Lastimar.

Sin decir nada, la señora Park salió de la habitación. Cuando bajó las escaleras vio a Jungkook cruzar la puerta con bolsas de papel entre sus brazos.

—¿Todo bien? —preguntó el castaño al verla ahí, tan callada y algo desanimada.

—Supongo que sí. Iba a preparar una leche para el niño —ambos caminaron hasta la cocina.

—Subiré un momento. Deje eso ahí, yo lo ordeno luego —salió de la cocina y subió las escaleras.

Abrió la puerta despacio y asomó su cabeza primero.

—Ya volví —anunció y entró finalmente al ver que Jimin aún estaba en la cama con Minjung en sus brazos— ¿Quieres ir a ducharte? Yo lo tengo mientras andas en ello, relájate un rato en el baño —se acercó a Jimin.

—No.

—Vamos, bebé. Un baño de tina siempre te ha relajado —le animó.

—¡No quiero, y deja de decirme qué hacer! —alzó la voz más de lo que debía. Minjung dio un leve saltito del susto y comenzó a lloriquear entre sus brazos.

Jungkook no dijo nada más, simplemente tomó a su hijo y por primera vez, Jimin no opuso resistencia.

Jimin observó en silencio a Jungkook mientras envolvía al pequeño en la manta de pollitos. Quiso decirle que lo sentía, que se arrepentía de haberle gritado. Pero antes de que siquiera pudiera encontrar las palabras adecuadas para disculparse, Jungkook salió de la habitación.

Se sintió mal, pésimo, el peor ser humano del mundo y solo quería llorar.

Y lo hizo.

No sabia que le estaba pasando, no se entendía ni él mismo. Todo le molestaba e incluso Jungkook. Le irritaba que se preocupara tanto por él y que quisiera ayudarlo, pero a la vez, quería que lo abrazara y le diera mimos, que le dijera cuánto lo amaba y que todo iría bien.

Si sigues así, se aburrirá de ti. Le susurró su subconsciente, y se hizo un ovillo en la cama mientras lloraba contra la almohada.

A veces le molestaba que toda la atención fuera para su propio hijo, pero luego caía en cuenta que él mismo dejaba de lado incluso a Jungkook por su bebé.

Lloró en la cama, aferrado a la almohada que era de Jungkook. Inundandose del olor natural que tanto amaba y extrañaba.

Porque a pesar de estar tan cerca, lo sentía tan lejos.



***

No supo cuánto tiempo estuvo así, pero la puerta de la habitación se abrió despacito e inconscientemente se giró para ver quien era.

Deseaba que hubiera sido Jungkook, para correr a sus brazos y llorar sobre su pecho mientras se disculpaba. Lamentablemente, no fue así.

—¿Qué haces? —gruñó, aún cuando su voz sonaba totalmente rota.

Su madre lo miró unos segundos, pensando en si debía responderle o no. Llevaba entre sus brazos al pequeño, quien dormía plácidamente.

Optó por la segunda opción, no quería terminar discutiendo con su hijo frente al pequeño y arruinarle su siesta.

Avanzó unos pasos hasta la cuna que estaba al lado de la cama e intentó dejar al pequeño en ella.

—Déjalo aquí —ordenó Jimin, apuntando su cama mientras sorbía sus mocos.

—¿Desde cuando no haces la cama?

—Que te importa. Déjalo aquí.

—No, la cuna es lo mej...

—Que lo dejes aquí —gruñó despacio, pero al contener la ira que comenzaba a fluir por sus venas, unas lágrimas traicioneras rodaron por sus mejillas— ¿Por qué haces todo tan complicado? ¿Te gusta llevarme la contraria? ¿Lo disfrutas, mamá? —volvió a sorber los mocos.

Su madre suspiró.

—Deja de llorar, Jimin. El niño está sano y tienes la ayuda que necesitas —la voz severa de su madre no lo ayudaba a sentirse mejor. Pero ella sabía que alguien debía hacerlo reaccionar— Si sientes que la situación te está superando, pide ayuda. Ahora, ve al baño y lávate la cara, deja de lamentarte y cambiate la ropa —incluso ella se estaba cansando de los cambios bruscos del estado de ánimo que tenía su hijo.

—¡Déjame en paz, solo vienes a tirar mierda! —se molestó aún más— Entregamelo y vete —se acercó a su madre para arrebatarle a Minjung de sus brazos, totalmente indignado.

Ella lo arrulló contra su pecho y miró a Jimin de forma severa.

—Bájame el tono —intentó mantener la calma y moderar sus palabras— Si tú andas así, amargado, llorando e irritado, el niño lo siente y por lógica, andará más mañoso de lo normal. Aprovecha que estoy aquí para darte un baño, arréglate y come algo, cambia la cara de culo y deja de lamentarte por nada —Jimin no dijo nada, la escuchó atentamente— Tienes toda la ayuda que necesitas, sin embargo, prefieres llorar ante la cosa más mínima sin pedir ayuda, sin pedir consejos —no era la primera vez que lo veía llorar a causa de la frustración.

—¡Vete al...

—Jimin, cállate. ¿Quieres despertar al niño?

—¿Desde cuando tan buena? —se burló— Ni conmigo te preocupaste tanto. Vete de una vez y déjame en paz —bufó y caminó en dirección del baño, donde se encerró y se deslizó por la pared hasta caer al suelo, donde pego sus rodillas en el pecho y enterró su rostro en ellas, donde nuevamente no pudo con la angustia y comenzó a llorar.

¿Por qué todo parecía ser tan difícil?

Jimin deseaba que su madre se fuera al mismo infierno y lo dejara en paz. Pero para su mala suerte, esa mujer tenía bastante conocimiento y experiencia que la aplicaba cada vez que iba a cuidar a Minjung. Y él odiaba eso.

Bueno, odiaba todo últimamente.



***

Unos leves golpecitos sonaron en la puerta y lo hizo salir del escondite entre sus rodillas, sorbió los mocos y miró a su alrededor.

—Jimin, abre la puerta —era Jungkook. Su pecho se oprimió y su corazón se aceleró— Vamos cariño, abre.

Jimin se levantó del suelo y secó con el dorso de su mano la humedad de su rostro. No se quiso mirar al espejo y ver su deplorable rostro arruinado a causa del llanto.

Antes de poner la mano en la manilla de la puerta y girarla, inhaló hondo para calmar el llanto que nuevamente se avecinaba.

La puerta se abrió lentamente y Jimin salió con la vista en el suelo.

Para los ojos de Jungkook; Jimin lucía tan vulnerable y frágil, que no tardó en tomarlo de la muñeca para atraerlo a su propio cuerpo y así abrazarlo. Sus brazos rodearon la cintura de Jimin y su rostro quedó en el cuello, donde pudo oler ese aroma dulce del perfume de Jimin mezclado con el de su bebé. El rubio se deshizo en sollozos entre los brazos de su novio y se dejó hacer cuando Jungkook lo guió hasta la cama sin romper el abrazo.

Subió las manos de la cintura hasta el rostro, apartandolo con cuidado de su pecho para poder verlo.

Jimin sorbió sus mocos mientras las lágrimas caían por sus sonrojadas mejillas.

Jungkook se las quitó con sus pulgares y se inclinó para besarlo en la punta de su nariz y luego en los labios. Fue un beso corto, pero perfecto para calmar a Jimin.

—Lo siento, l-lo siento... —sollozó Jimin y se escondió en su pecho nuevamente.

Minjung estaba en la cuna, durmiendo plácidamente, totalmente ajeno a la angustia de su padre.

—Bebé... —le habló Jungkook, intentando verle el rostro de nuevo.

—Lo siento, n-no sé qué me pasa... lo siento —sorbió los mocos una vez más.

Jungkook se apartó de Jimin y se sentó en la cama, tomó la mano del rubio y lo guió sobre sus piernas para que se sentara a horcajadas sobre él.

—Venga, deja ver esa carita toda hinchada y llena de mocos —apartó los cabellos revoltosos de la frente y volvió a secar las lágrimas— Amor, necesitas hablar conmigo y no guardarte todo para ti. Estoy aquí, estamos juntos en esto, bebé.

—L-lo sé... —puchereó.

—Sé que tienes miedo, pero bebé, yo también los tengo. Nadie nace sabiendo cómo ser un buen padre. Minjung no vino con un manual de instrucciones cuando nació —sus manos se deslizaron hasta quedar en la cintura de Jimin— Lamentablemente, tendremos que experimentar con él y si nos equivocamos, aprendemos de nuestros errores. No te guardes eso que te abruma para ti solo, cuentame como te sientes y yo de alguna manera te ayudaré a sobrellevarlo. No me alejes de ti, de nuestro hijo. Yo quiero estar ahí, ser esa ayuda idónea.

—Lo siento...

—Te amo, bebé. No tienes idea de cuanto y no poder ayudarte me está matando.

—También te amo.

Jimin se inclinó para besar a Jungkook en los labios. Todo lo que lo estaba abrumando, el estrés y la rabia se había ido.

El beso fue lento, nada como para encenderlos. Fue dulce y lleno de amor.

—Por favor, amor, cuando sientas que ya no puedes más, habla conmigo. No me alejes, por favor —dijo entre los labios del rubio. Volvieron a deleitarse con otro beso, y otro, y otro.

Un pequeño llantito los hizo romper su burbuja de amor.

—Yo lo veo —tomó la cintura de Jimin y lo levantó con cuidado para acomodarlo en la cama— Deberías darte un baño de tina, amor. Te compré las perlitas rosadas, esas que dan mucha espuma —Jimin sonrió, sin dejar la tristeza de lado.

—Bien, tomaré esa sugerencia.

—Ve —se acercó para besar castamente sus labios y luego fue hasta la cuna.

Ver a Jungkook como cargaba a su pequeño, era una de las escenas más hermosas que Jimin podía presenciar.

—¿Crees que debamos acomodarlo nuevamente en su habitación? —preguntó Jimin, antes de ir al baño.

—No me molesta que duerma aquím

Una semana fue todo lo que duró el pequeño pollito en su habitación, luego que despertara cada dos horas y Jimin terminará con un terrible dolor de espaldas por quedarse dormido con él, en brazos y en la mecedora.

—Bien —fue todo lo que dijo y se metió en el baño. Tampoco quería dejarlo en una habitación grande y solo, porque tenía ese miedo de que en algún momento dejara de respirar. En cambio, ahí a su lado, Jimin cada que despertaba, lo tocaba y se aseguraba de que estuviera bien.

Jungkook bajó a la sala con su hijo mientras le sobaba la espaldita y lo acomodo en la silla nido que tenían. Una que nunca usaban.

El llanto vino apenas dejó de tocarlo. Ahí recordó porque nunca la usaban.

—Ya, ya —lo volvió a tomar— Solo te iba a dejar un momento mientras te preparo la leche —lo arrullo contra su pecho y el pequeño dejo de llorar instantáneamente— Pequeño manipulador —refunfuñó mientras le besaba la cabecita con sus pocos pelos bien peinados.


***

Jimin bajó las escaleras y lucía totalmente diferente. El baño había servido para dejarlo completamente relajado.

—¿Se durmió? —preguntó mientras caminaba hacia Jungkook, quien estaba recostado en el sofá viendo una película en la televisión y sobre su pecho, Minjung dormía tranquilo.

—Sí, luego de que se acabara la leche —le extendió la mano a Jimin, invitándolo a sentarse a su lado.

—Tengo hambre... —se acurrucó al lado de Jungkook y este le acarició el muslo con cariño.

-Tu madre dejó comida hecha, pero si no quieres, podemos pedir algo a domicilio. Lo que tu quieras, bebé.

—¿A qué hora se fue mamá? —preguntó. Realmente se sentía mal ahora, luego de analizar y meditar cómo se había comportado.

—Apenas dejó a pollito en la cuna —Jungkook apartó la vista del televisor y lo miró— Hey, no pongas esa carita —le tomó de la mano, entrelazando sus dedos.

Jimin suspiro y sonrió.

—La llamaré más rato.

—Bueno.

—Comeré lo que dejó y luego pedimos pizza, ¿vale?

—Bueno, bebé. Dame un beso —pidió, estirando sus labios y Jimin los alcanzó.

—Te amo —volvió a besarlo.

—Te amo más, amor.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro