Capítulo 28.

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Casi quince horas en avión, pero no fue tan terrible cuando pasaron más de la mitad del vuelo durmiendo, el resto simplemente consistió en comer y mantener entretenido al pequeño Minjung, quien para sorpresa de sus padres, se portó increíblemente bien. Cuando aterrizaron en Ugo Niutta, el aeropuerto del distrito de Capodichino Nápoles, eran apenas las nueve de la mañana, porque sí, tenían una diferencia de siete horas.

—¿Debemos buscar un hotel? —preguntó Jimin, con su hijo entre sus brazos y caminando hacia la salida, en dirección de los taxis.

—No, amor —Jungkook caminaba a su lado, cargando las maletas— Lo tengo todo cubierto.

Jimin lo miró sorprendido, alzando sus cejas y haciendo que Jungkook sonriera divertido.

—¿Desde cuándo tenías todo planeado?

—Hm... No te diré —escuchó a Jimin refunfuñar, pero no insistió en el tema.

El trayecto en el taxi fue tranquilo, Minjung miró con sus ojos bien abiertos y muy curioso por la ventana, mientras Jungkook sostenía cariñosamente las manos de Jimin. Cuando bajaron del auto, el frió los recibió golpeando sus cuerpos y Jimin instintivamente cubrió a su hijo, luego miró hacia el gran y precioso edificio frente a ellos.

—¿Qué es esto? —preguntó, aun cuando era bastante obvio.

Estaban fuera de un hotel. Un maravilloso hotel con arquitectura clásica de la zona.

—Aquí reserve una habitación, vamos.

Las puertas de cristal llevaban el nombre grabado del lugar "Amadomus Luxury suites", y estas fueron abiertas por un hombre mayor que les dio una cálida bienvenida.

La recepción estaba decorada de una forma elegante, moderna y con toques retro.

—Buon giorno.[Buenos días] —saludó una hermosa mujer detrás del mostrador, en donde se recibía a los turistas.

—Good morning.[Buenos días] —contestó Jungkook.

Ella sonrió avergonzada, con sus mejillas tiñéndose en un suave color rojo.

—Oh God. Very sorry.[Oh, Dios. Lo siento mucho] —se disculpó y Jungkook solo le sonrió amable.

Jimin rodó los ojos al notar como la recepcionista hablaba coquetamente con su esposo. Ella podía mirar lo que quisiera, porque claramente solo podía mirar. Jungkook era suyo y sabía que eso no cambiaría por una simple risita coqueta de cualquier otra persona.

Avanzó junto a Minjung tomado de la mano y a pasos de tortugas por todo el lugar, ya que el pequeño solo quería explorar y caminar.

Jungkook no tardó en llegar a su lado y le mostró la llave de su habitación.

—¿Subimos?

—Claro, a no ser que quieras seguir aquí para que ella de coma con los ojos —bufó fingiendo estar irritado y Jungkook no pudo evitar soltar una risita divertida.

—Cuando estás celoso, te ves sexy —susurró bajito, para que solo Jimin pudiera escucharlo.

—Cállate, idiota —refubfuñó, mientras caminaban lento hacia los elevadores, sin toltar la pequeña manito de Minjung.

La habitación era increíble. Los colores blanco, gris y mostaza adornaban toda la amplia habitación. Había una cama matrimonial gigante y una más pequeña, el baño tenía una ducha y un jacuzzi, un pequeño comedor y una sala de estar.

—Woah... Esto es muy bonito —comentó Jimin, mientras sentaba al pequeño en la afelpada alfombra en la sala de estar.

—Por supuesto que lo es —afirmó orgulloso. Jungkook había estado buscando arduamente un bonito lugar para pasar su luna de miel y disfrutar en familia.

Jimin se acercó a Jungkook y lo abrazó por el cuello, se puso de puntillas y unió sus labios. Jungkook inmediatamente respondió, mientras llevaba sus manos a la cintura de Jimin para acercarlo aún más a su cuerpo.

El beso no duró mucho, más fue perfecto.

—¡Pa, Koo! —llamó el pequeño Minjung, haciéndolos romper su burbuja de amor.

Jungkook sonrió al ver como su hijo gateaba hasta él y antes de agacharse para tomarlo, dejó un último beso fugaz en los labios de Jimin.

—Ven aquí, bebé —el pequeño se sentó en el piso y extendió sus bracitos, dispuesto a ser cargado por los brazos de su padre.

Minjung caminaba, pero siempre era cuando alguien le daba la mano o en una de sus caminadoras ya que le daba miedo hacerlo solo. Cuando no había cerca para ayudarlo, él inteligentemente prefería gatear y llegar hasta su objetivo, en este caso, su papá.

Jungkook lo cargó y lo asomó por la ventana, ambos contemplaron la hermosa vista que tenían de todo el lugar.

Luego de unos minutos, Minjung bostezó y restregó sus ojitos con sus manos empuñadas, se acurrucó y apoyó su cabeza en el hombro de Jungkook y comenzó a balbucear mientras cerraba los ojitos y volvía a bostezar.

Jimin había comenzado a revisar las maletas, buscando en la de su hijo algo más cómodo para ponerle y tomó un pañal junto a las toallitas húmedas para mudarlo antes de que se durmiera.

—Dámelo para mudarlo, se está quedando dormido —pidió, cuando llegó al lado de Jungkook, pero Minjung esa mañana solo quería la atención de uno de sus padres y ese era Jungkook.

Cuando Jungkook quiso dejarlo en los brazos de Jimin, Minjung comenzó a hacer sus berrinches e intentó llorar.

—Creo que no quiere —Jungkook volvió a acomodar a su hijo entre sus brazos y a darle golpecitos en su espalda, sintiendo como se le aferraba y lo abrazaba por el cuello.

—Pequeño traidor —bufó Jimin, fingiendo estar indignado— Bien, tendrás que mudarlo tú.

Jungkook lo mudó y le cambió la ropa, mientras Jimin le preparaba una mamadera con leche para acostarlo a dormir.

—Iré a darme un baño —susurró Jimin cuando se asomó en el dormitorio, pero no pudo evitar sonreír ante tan encantadora escena.

Jungkook estaba acostado sobre la ropa de cama y al lado de su hijo, acariciándole el cabello mientras este tomaba su leche y cantando "Estrellita donde estás".

Caminó de vuelta a la sala y tomó la que era su maleta, la abrió e inmediatamente su ceño se frunció cuando lo primero que vio fue algo envuelto en una bolsa negra y una nota sobre ella.

"Te compré esto porque lo vi y pensé que sería perfecto para tu luna de miel y espero que lo uses.

Dale una leche a pollito y cansalo bastante durante el día antes de ponerte a hacer más bebés, es el mejor consejo que puedo darte en la vida.

Te quiero, Mimi. Disfruta mucho y tráeme un regalo."

Jimin bufó y arrugó la notita cuando terminó de leerla.

Luego sonrió, porque a pesar de todo, amaba esas ocurrencias que su amigo tenía.

Dejó el paquete a un lado ya que era muy temprano para hacer travesuras y tomó sus cremas, el shampoo y ropa más cómoda entre otras cosas para finalmente entrar al baño.



***

Minjung despertó a las tres horas después, con unos berrinches que lograban sacar de quicio a cualquiera, excepto a Jungkook.

—Hola, bebé —le sonrió y lo tomó en brazos, mientras Minjung se retorcia y lloriqueaba porque quería seguir durmiendo— Ya, ya. ¿Quieres ir a dar un paseo? —lo abrazó y golpeó suavemente su espaldita, mientras lo llevaba a la sala y Jimin le mostraba su mamadera llena de leche.

Para alivio de ambos padres, la mamadera era milagrosa y todo rastro de mal humor en su pequeño hijo se esfumó.

—¿Iremos a comer pizza? —preguntó Jimin, mientras se arreglaba para salir.

—Esa es la idea. Comer todas las pizzas que podamos y volver como bolitas a casa.

—Vale, me gusta la idea —sonrió divertido.

Una vez listos, Jimin tomó a su hijo en brazos para salir, pero la alarma de su teléfono lo detuvo.

Era la alarma que le recordaba que debía tomar su pastilla a la misma hora cada día.

Las pastillas.

Había olvidado por completo las malditas pastillas. Lo peor de todo, era que tampoco las había tomado el día anterior ni el día antes de la boda.

Mierda, necesitaba tomarlas urgente.

—¿Qué pasó? —Jungkook recibió a Minjung en sus brazos cuando vio que Jimin quería ir a buscar algo a la maleta.

—Es mi recordatorio... —dijo, mientras revolvía su maleta.

—¿De qué?

—Mis pastillas... —sacó todo rápidamente y no le tomó mucho tiempo darse cuenta de que su cajita azul con pastillas no estaba ahí.

—Oh... yo no guardé ninguna, ni siquiera me acordé de que existían.

—Me doy cuenta —refunfuñó y metió todo nuevamente en la maleta— Tendremos que comprar algo o no habrá diversión esta noche.

—Vale, no lo olvido.

Salieron del hotel y recorrieron la ciudad, pararon en un bonito restaurante que se especializaba en hacer pizzas en el momento y con todos los ingredientes que se les ocurrieran añadir.

En algún momento, mientras paseaban por la orilla del mar, Jimin mandó un mensaje Taehyung para saber cómo estaba ya que realmente le preocupaba su situación, pero Taehyung no tardó en responderle y decirle que todo estaba bien, que no se preocupara y que disfrutara de su luna de miel.

Siguieron disfrutando del día aun cuando hacía bastante frío. Jimin siguió el consejo de su amigo y jugó e hizo que Minjung se mantuviera activo y despierto lo que más pudiese.

Para cuando llegaron al hotel, Minjung ya estaba un poco irritado a causa del cansancio y del sueño. Jimin lo metió en el jacuzzi y lo bañó para que se relajara y así pudiera dormir más a gusto.

Eran las siete de la tarde, pero ellos aún tenían el horario de corea y eso significaba que se estaban desvelando.

—Iré a acostarme con él hasta que se duerma —dijo Jimin, mientras dejaba un pequeño beso en los labios de Jungkook.

—Vale, yo me meteré a la ducha un rato.

—Bueno.

Jungkook besó en la frente a Minjung, quien estaba acurrucado en los brazos de Jimin, cabeceando por el sueño.

—Buenas noches, bebé —le dio otro beso y luego aprovechó para robarle uno a Jimin.



***

Cuando Jungkook acabó la ducha, fue hasta la sala y se dejó caer en el sofá para tomar su teléfono y revisar los mensajes que le habían llegado.

Llevaba puesto un pantalón de chándal gris, una polera ancha en un color oscuro y su cabello estaba revuelto y húmedo.

Encendió el televisor para tener algo de ruido en el ambiente y comenzó a cambiar de canal hasta que encontró algo interesante y lo dejó ahí.

Minutos antes, Jungkook había escuchado a Jimin hacer algo en el dormitorio y luego lo vio entrar al baño, así que simplemente esperó a que apareciera para llevárselo a la cama y acostarse a descansar mientras lo llenaba de mimos, porque se sentía bastante cansado y con un poco de sueño.

Se incorporó para alcanzar la botella de agua que había en la mesita de centro y la abrió para beber un gran sorbo.

—Kookie... —llamó Jimin, haciéndolo girar su rostro.

Fue entonces cuando Jungkook se atragantó y escupió parte del agua que quedó en su boca, para luego comenzar a toser mientras golpeaba su pecho.

Jimin llevaba puesto un delicado babydoll con encajes y transparencia. En sus muslos habían unas ligas con una argolla en forma de corazón que afirmaban sus medias transparentes.

—M-mi amor... —carraspeó y se levantó del sofá, cual león ve a su presa y se lanza para cazarla.

—¿Te gusta? —el rubor en las mejillas de Jimin lo hacía lucir tan puro e inocente.

—¿Que si me gusta? —se relamió los labios— Me encanta, joder.

Lo tomó por la cintura y lo acercó a su cuerpo, haciendo que Jimin sintiera su polla endurecida bajo su pantalón de chándal.

—Me alegra saber que te gustó, Kookie —llevó sus brazos al cuello de Jungkook, obligándolo a inclinarse para besar sus labios.

Jungkook le atacó la boca, ladeando su rostro para poder besarlo a gusto, profundo y castigador, y Jimin se dejó, porque era lo que deseaba.

Sin alejarse de los labios de su esposo, Jungkook deslizó lentamente sus manos por la espalda hasta llegar a la curva de su trasero. Apretó la carne con firmeza y lo impulsó hacia arriba para que Jimin pudiera enredar sus piernas en sus caderas. Jimin se aferró a Jungkook y sintió cómo era acorralado contra una de las paredes.

Jungkook se alejó de los labios y recorrió el largo de la afilada mandíbula de Jimin, dejando un camino húmedo por los besos hasta que llegó al lóbulo de su oreja y dio un pequeño mordisco, haciendo estremecer el cuerpo de Jimin. Luego bajó por el cuello, donde dio un lametón y pequeñas mordidas acompañado de pequeños besos, logrando que Jimin dejara escapar pequeños gemidos.

—Ju-Jungkook...

—¿Hm? —tarareó.

—Q-quiero... —Jungkook salió de su cuello y lo miró— Vamos al sofá, quiero que te sientes ahí.

—¿En el sofá? - preguntó sin entender y Jimin asintió con un movimiento de cabeza.

—Hm. Te montaré —Jimin ronroneó las palabras, haciendo que la polla de su esposo saltara gustosa— Pero ahí, en el sofá.

-V-vale...

—Y lo haré muy lento —añadió— Tú no debes hacer nada, déjamelo todo a mí.

—Está bien. No hago nada —avanzó con Jimin aun entre sus brazos.

Jungkook bajó a Jimin de sus brazos con cuidado y se sentó en el sofá, contemplando la preciosa vista que tenía frente a sus narices.

—¿Me amas, Kookie? —preguntó con la cabeza ladeada. Jungkook asintió con rapidez, casi sin aliento.

Con un movimiento certero, Jimin ya estaba sentado a horcajadas sobre Jungkook, logrando sentir su gruesa hombría bajo el pantalón de chándal. Jungkook se estiró de nuevo y atrapó sus labios en un beso ansioso, apremiante.

El beso se cortó cuando la necesidad del aire se hizo presente y las manos de Jungkook comenzaron a deslizarse por sus caderas con fluidez. Se mordió el labio inferior mientras lo miraba, con los ojos oscuros y la respiración lenta, profunda mientras Jimin se impulsaba con sus rodillas para levantar su pelvis y así Jungkook pudiera liberar su polla del pantalón.

—E-espera... —Jungkook jadeó con dificultad, mientras intentaba de manera torpe levantar sus caderas y así poder liberarse de la ropa que le estorbaba— Mierda. Me vas... me vas a volver loco, amor.

Jimin tocó el pecho firme de Jungkook por sobre la polera y luego llevó una de sus manos a su lencería para correrla y así poder acomodarse sobre la endurecida polla de su esposo.

Su rostro se tensó y atrapó su labio inferior entre sus dientes de manera dolorosa cuando la palpitante cabeza de la polla de Jungkook rozó su entrada, haciéndolo gemir por el dolor, pero eso no impidió que se penetrara a sí mismo.

—Mierda, esto duele. Bebé, du-duele —lloriqueó Jimin, mientras las esquinas de sus ojos se llenaban de lágrimas.

Jungkook botó todo el aire que había en sus pulmones y entonó los ojos. En un goce pleno al sentir las calientes y estrechas paredes de Jimin envolverlo.

—Joder. Deberíamos estar todos los días de luna de miel —susurró entrecortado. Ver a Jimin follarse a sí mismo era algo que lo ponía aún más caliente.

—Dame un minuto. Mierda... ugh...

Jungkook gruñó en voz baja. Sus manos ya se aferraban a sus caderas con fuerza, y sus labios estaban entreabiertos.

—Ya, amor —demandó Jungkook en un gruñido.

—Vale —dijo con los ojos cerrados, temblando. Se sentía tan lleno que tenía miedo de no poder volver a moverse.

Jimin se sujetó a sus hombros y se apoyó en las rodillas para empezar a rodar las caderas. Le costó; Jungkook todavía lo sostenía con fuerza, pero lo consiguió, despacio, y él gimió al instante.

Sus gemidos sin aliento sonaron casi idénticos cuando se enterró en él despacio, jadeando y arqueando la espalda, aferrándose a sus hombros para no caer hacia delante.

Jungkook era enorme; grueso. Y cada movimiento le enviaba un calambre por la espalda hasta la nuca. Era difícil, pero no era como si no mereciera la pena cada pequeño esfuerzo.

—Ngh... Minnie... —Jungkook gimoteó, y él sonrió, acelerando un poco el ritmo.

—D-dime —tartamudeó— Dime cómo se siente...

—Más, quiero más —Jungkook lo aferraba con tanta fuerza que estaba seguro de que las marcas de sus dedos quedarían grabadas en su piel— Así, más...

Rodó las caderas un poco más rápido. Jungkook se mordía el labio para no gemir en voz alta, y era la imagen más hermosa que había visto en su vida. Si Jimin no hubiera estado tan ocupado deshaciéndose de puro placer sobre él, quizás habría hecho algún comentario, pero no tenía tiempo. No sentía el aire en los pulmones, ni los latidos agitados de su corazón; lo único que sentía era el placer abrasador e intenso que Jungkook le otorgaba, ahogándolo, llenándolo por dentro.

Las manos de Jungkook lo sujetaban con tanta fuerza que empezaban a hacerle daño. Jimin gimió en voz alta, lastimero. Abrió más las piernas, y dejó caer la cabeza sobre su hombro; estaba tan profundo, el placer era tan grande que casi se mareaba, y no le llegaba el aire porque estaba demasiado lleno, tanto que ni siquiera podía hablar. Sentía a Jungkook en el pecho, en la piel y en las puntas de los dedos.

—Ugh... —gimió Jimin, mareado y cansado.

—Sigue, amor. Vamos, no te detengas —lo alentó él entre dientes.

Jimin no podía; estaba sudando, sus piernas dolían y no conseguía agarran el ritmo y moverse como lo deseaba, pero lo intentó. Jungkook lo sujetaba por las caderas y lo sostenía para ayudarlo y le susurraba palabras de aliento cerca del oído, haciendo que Jimin necesitara desesperadamente darle lo que fuese que quisiera, y poco a poco empezó de nuevo, gimiendo en voz alta cada vez que el roce en su interior era demasiado eléctrico, tan violentamente placentero que lo dejaba sin aire.

Jimin se enderezó de un movimiento alífero, abarcó el rostro de su esposo en sus manos y buscó con desesperación sus labios para besarlo; profundo y demandante.

A pesar del dolor y la quemazón en su dilatado anillo muscular; comenzó a moverse roncero. Apoyó ambas manos en los pectorales de Jungkook y comenzó a dar pequeños brincos oscilantes.

—M-me siento tan lleno, bebé —gimió agudo— Tocame. Toca mis pezones, por favor... Ugh...

Jungkook no demoró en someterse a la súplica de su esposo y llevó sus enormes manos hasta sus pezones, donde amasó por sobre la delicada tela transparente y la erección de Jimin goteó borbotones de presemen que humedecieron su bonita lencería. Jimin inclinó la cabeza hacia atrás y ahogó un lamento cuando Jungkook levantó su pelvis, hundiéndose en él con fuerza.

—Mierda. Tu cuerpo... Tu cuerpo es perfecto, mi amor.

Sonrió ante las palabras de Jungkook, premiándolo con sensuales gemidos de placer que abandonaban sus labios, llenando la bonita sala de estar con música lasciva. Las manos de Jungkook se posaron en su cintura nuevamente, agarrándolo con firmeza y supo que su esposo no podría controlarse más. Cerró los ojos, lagrimosos ante el dolor de las crueles y toscas embestidas en su culo; entreabriendo los labios, abandonándose al martirio de placer que solamente Jungkook podía provocarle.

Los ojos de Jungkook devoraban cada movimiento de Jimin y quería devorarlo hasta que no quedara nada más. Las pieles chocando sonaban obscenamente y el calor en sus cuerpos creaba una sensación única y hormigueante que recorría todas sus conexiones nerviosas. Se sentía quemar en placer.

Jimin se retorció en sus brazos, derritiéndose cada vez que tocaba su próstata. Jungkook quería hacerlo sentir más; volverlo loco.

—Mierda, Jungkook. B-bebé no puedo más... —rodeó el cuello de Jungkook con sus brazos y apretó sus rodillas a las caderas de este. Jungkook lo castigó con un último beso mientras él alcanzaba un sublime y febril orgasmo.

El agarre en las caderas de Jimin no se aligero, no cuando Jungkook lo obligó a seguir moviéndose para alcanzar su propio orgasmo, haciendo que Jimin dejara caer su cabeza en su hombro y clavara sus dientes en él, ahogando los gemidos que salían desde lo más profundo de su garganta a causa de la sobre estimulación.

—Ahg... joder —gruñó Jungkook cuando el orgasmo llegó, clavando aun más sus dedos en la magullada cintura de Jimin, derramandose por completo en su interior y llenandolo de su escencia.

Jungkook hundió su rostro en el cuello de Jimin. Respiró hondo y despacio, intentando calmar las pulsaciones de su corazón y si respiración.

Ninguno habló por un largo rato, no podían.

—Jungk... ngh... —se atragantó cuando Jungkook se removió e intentó salir de su interior.

—Mierda. Lo siento, amor —salió finalmente y guardo su miembro flácido en su pantalón y a Jimin le acomodó su bonita lencería húmeda a causa de sus fluidos.

—Mhm... Necesitamos un baño y dormir... —murmuró con la voz cansada. Aún estaba escondido en su cuello, aspirando su delicioso olor natural mezclado con su sudor.

—Te ves precioso así, amor —dejó un beso en el cuello húmedo de Jimin— No quiero un baño, no aun.

Jimin salió rápidamente de su escondite para mirarlo con los ojos entonados.

—Olvidalo, no puedo más...

—Sí, sí puedes. Venga, amor —besó los hinchados labios de Jimin, haciéndolo gemir en su boca - Solo una vez más, lo prometo.

Mentía y Jimin lo sabía, pero ¿cómo negarse a algo que él también deseaba?

—S-solo una vez más, pero dame un respiro antes...

Jungkook sonrió victorioso y en un ágil movimiento, tumbó con cuidado a Jimin sobre el sofá. Jimin inmediatamente abrió sus piernas para darle más acceso y Jungkook no desaprovechó la oportunidad de alcanzar sus labios una vez más, sus manos se deslizaron hacia sus pezones para acariciarlos por sobre la tela.

—Mhg... —gimió Jimin en la boca de su esposo al sentir nuevamente una corriente de placer recorrer todo su interior— Oh, dios. N-no te detengas. Así, ahí, aaah...

No importaba si acababan de correrse o si estaban realmente cansados. Nada de eso importaba realmente, no cuando sus pieles febriles se rozaban, cuando sus labios húmedos e hinchados se unían en, cuando las manos de uno recorrían el cuerpo del otro. Todo se nublaba y el placer los dominaba, haciendo que el deseo por devorar y ser devorado se apoderaba de ellos.


***

Unos suaves golpecitos en su cara hicieron que Jimin se removiera entre las sábanas y comenzara a abrir lentamente sus ojos. Su ceño se frunció cuando la luz del día lo cegó, pero luego sonrió al reconocer aquellas pequeñas manitos que comenzaban a acariciar sus revoltosos cabellos rubios.

—Hola, pollito... —murmuró con voz somnolienta.

—¡Pa, Mii! —canturreó emocionado Minjung al ver que su padre le prestaba la atención que él deseaba.

—¿Qué haces despierto, bebé? — frotó sus ojos con los nudillos para eliminar todo rastro de sueño y luego miró bien a su hijo— ¿Dónde está papá? —preguntó cuando no vio a su esposo en ningún lado.

—¡Pa, Koo! —Minjung gritó, llamando a su padre mientras apuntaba con su dedito hacia la puerta— ¡Pa, eche! —volvió a gritar emocionado.

—¿Papá está preparando tu leche, bebé?

—¡Eche, eche! ¡Koo, eche! —aplaudió rapidito, feliz y ansioso porque su padre apareciera con su mamadera llena de leche.

Jimin sonrió. Amaba a su hijo y amaba esos momentos, aun cuando no daba más del cansancio. Verlo así de feliz y escucharlo gritar emocionado le llenaba de satisfacción.

—Ven aquí y dame un besito, pollito —su hijo entendió y se acercó, dejándole la mejilla expuesta para que fuera Jimin quien lo besara.

Jimin no recordaba a qué hora cayó rendido en el sueño profundo, pero estaba seguro de que no había dormido casi nada. Intentó sentarse en la cama para abrazar a su hijo, pero el tirón en su parte baja se lo impidió y una mueca de dolor se formó en adormecido rostro.

—Buenos días —Jungkook apareció en la habitación, cargando una gran bandeja.

—Buenos días —Jimin le sonrió— ¿Qué traes ahí, Kookie?

—Desayuno —acomodó la bandeja en la cama y sacó las tazas con café para que no se dieran vuelta— Pedí que lo subieran porque pensé que estaba muy cansado como para bajar a la cafetería.

—Hm. Me duele todo...

Jungkook, el muy bastardo, soltó una risita divertida.

—Lo imaginé —acomodó a Mingjung en la cama y le dio su mamadera, el pequeño prácticamente se la arrebató para sostenerla y comenzar a beber. Jungkook no pudo evitar sonreír, luego miró a Jimin— Puedes quedarte en la cama todo el día si quieres, yo cuido a pollito.

Le entregó un pocillo con fruta picada a Jimin, y luego bostezo. Él se sentía igual de cansado, pero no se quejaría, ni después de haberse saciado del delicioso cuerpo de Jimin.

—¿No estás cansado?

—Sí, pero no importa.

—Tienes sueño —afirmó Jimin— Pero acepto, yo duermo un poco y luego lo haces tú.

—Vale. Ahora, dame un beso y a comer.

Jimin sonrió feliz y enamorado. Comenzó a acomodarse en la cama y a maldecir por lo bajo, le dolía todo el trasero y la espalda. Maldito Jungkook.

Cuando estuvo listo, dejó el pocillo a un lado y se inclinó hacia Jungkook, estirando sus labios para alcanzar los de su esposo, quien no demoró en unirlos y deleitarse con un delicioso beso mañanero.

—Te amo —Jimin le susurró, cepillando sus dientes en los finos labios de Jungkook.

—Te amo más, amor.

Ambos se sonrieron; cómplices de su amor.

Pasaron el resto del día en la habitación del hotel, necesitaban descansar y recuperar energías. Jungkook estuvo con Minjung jugando, viendo dibujos animados, cantandole y contándole cuentos hasta que no aguantó más y se fue a la cama. Jimin para ese entonces ya estaba bañado y en pijamas, así que cuidó de su hijo sin problemas.

El resto de la luna de miel siguió el mismo curso; dormir hasta tarde, pasear los tres juntos, comer rico, divertirse con su hijo, darse mimos y cuando Minjung dormía por las noches, ellos simplemente se entregaban al placer de unir sus cuerpos. Podían pasar horas ahogándose en el deseo y la pasión que sentían el uno por el otro, sin detenerse hasta que estaban completamente llenos, satisfechos y saciados.











***



Dos meses después...





Era sábado por la tarde y el cumpleaños número uno del pequeño Minjung ya estaba llegando a su fin.

Yoongi ya se había retirado a su casa junto a su esposa y sus gemelas. Al igual que la gran mayoría de los invitados, solo quedaba uno que otro niño jugando en los juegos inflables y otros comiendo lo que quedaba.

La señora Park junto a su esposo estaban con Minjung en el patio trasero, mientras el pequeño jugaba entusiasmado con algunos de los obsequios que había recibido.

Taehyung aún estaba ahí junto a Taeho y Hoseok. Ya tenía siete meses y su vientre estaba un poco más hinchado, no como debía, pero ya se le notaba un poco más su embarazo. Las cosas con Hoseok no se arreglaron, pero no porque este no lo intentó, simplemente fue Taehyung quien así lo quiso. Nadie lo juzgó, nadie le pidió explicaciones. Hoseok aceptó la decisión de su esposo, pero se negó a darle el divorcio definitivo y quedaron separados aun estando casados.

—¿Qué haces ordenando? Dame eso, hombre —Jimin lo regañó y le quitó los platos que andaba cargando cuando llegó a la cocina.

Taehyung bufó. Él estaba embarazado, no enfermo o incapacitado de moverse. ¡Solo tenia un bebé dentro suyo, joder!

—Sólo quería ayudarte, Mimi —abultó su labio inferior y se sentó en uno de los taburetes de la cocina.

—No te preocupes, yo ordeno luego. ¿Dónde quedó Hoseok? —preguntó curioso y atento a la reacción de su amigo.

Aun cuando Taehyung así lo quiso, era más que obvio que aun amaba a su esposo, pero por alguna razón que nadie lograba comprender, él se negaba a darle una oportunidad.

—Deja ver si lo tengo aquí —se tocó los bolsillos— Hm. No, no lo tengo.

Jimin rodó los ojos y luego sonrió.

—Solo quería saber si se va a quedar o se irá, Yoongi fue a dejar a Jennie a casa y luego vuelve.

—Pregúntale a él —bufó— Que sea el padre de mis hijos no significa que sepa todo lo que hace.

—Se está quedando en tu casa desde hace una semana —le recordó y Taehyung se sonrojó violentamente.

—S-solo se queda por si al bebé se le ocurre nacer antes —murmuró avergonzado e incómodo y se puso de pie— Iré a ver a osito.

Jimin lo abrazó antes de que abandonara la cocina y le acarició el vientre.

—Siento mucho si te incomodó lo que dije, no es asunto mío si Hobi se queda o no en tu casa.

—Vale, no pasa nada.

—No te vayas todavía, recuerda que asaremos una carne cuando todos los niños se vayan.

—No me iré.

—Bien. Compré fresas para hacerte un jugo natural, aunque si las quieres comer ahora las puedo lavar —comentó mientras finalizaban el abrazo.

—Gracias, Mimi. Pero estoy demasiado lleno ahora, tal vez luego.

—Vale.

Taehyung salió de la cocina en busca de su hijo y Jimin se quedó solo nuevamente, guardando unos emparedados que ya nadie se comería.

—Iré a comprar más jugos porque se están acabando, ¿hace falta algo más, amor? —Jungkook había entrado a la cocina con botellas vacías, caminó hacia el tarro de basura y las arrojó en el interior.

—No, nada más. Solo, no tardes mucho.

—Voy y vuelvo, bebé —se acercó por detrás y besó la nuca del rubio, haciéndolo sentir un leve escalofríos.

Jimin se sacudió las manos y giró para quedar frente a él y poder besarlo, pero el fuerte olor a perfume de Jungkook le revolvió el estómago y una mueca en su rostro se formó.

—Ugh...

—¿Qué? —preguntó, frunciendo sus cejas— ¿Te duele algo?

Jimin negó con su cabeza, haciendo que sus cabellos rubios se movieran y se desordenaran un poco.

—N-no... —se alejó un poco— Es solo que te echaste demasiado perfume y me revolvió el estómago.

—No me he echado nada, al menos no desde que me bañe antes de que empezara el cumpleaños de pollito.

Habían estado tan ocupados recibiendo y hablando con los invitados, llenando los pocillos vacíos con cositas ricas, vigilando a los niños, jugando con Minjung que no habían tenido tiempo de estar cerca el uno del otro.

—Ya no me gusta —arrugó la nariz— No lo uses más.

Jungkook soltó un bufido.

—A mí me gusta.

Jimin sonrió y sin importar el revoltijo en su estómago, se acercó y lo besó.

—Lo sé, pero a mí no y no te lo compraré más.

Jungkook entonó los ojos y sonrió divertido. Claro que no lo usaría nunca más si a Jimin no le gustaba.

—Eres una cosita muy consentida.

—Ya sé, aun así me amas.

—Te amo —afirmó, tan seguro de sus palabras.

—También te amo.

—Lo sé —se inclinó y lo besó nuevamente— Nam fue a dejar a la pequeña Sun a casa y luego vuelve, Jinnie está con Hoseok en el patio trasero con los niños —le informó mientras se alejaba para tomar sus llaves y la billetera.

—Yap, yo termino aquí y voy con ellos.

—¿Tus padres se quedarán?

—No. Se irán pronto, por eso están jugando con pollito.

—Oh, ya. Me voy entonces —caminó nuevamente hacia Jimin y para besarlo una última vez, pero antes de irse, Jimin lo detuvo— ¿Qué pasó, bebé?

—Uhm... ¿Me traerías sandía? —pidió bajito, mientras abultaba su labio inferior y Jungkook arqueó levemente sus cejas.

—¿Sandía? —bien, era raro que Jimin pidiera sandía porque no era una fruta común que a él le gustara comer.

—Sí. Tengo unas ganas horribles de comer sandía, pero cuando fui a hacer las compras no encontré.

—Vale, te compro si pillo.

—Gracias, Kookie.

—Me voy, no tardo —se besaron una última vez y Jungkook salió hacia su auto para poder ir hacer las compras.

Cuando la noche cayó y los invitados se fueron y solo quedaron en la casa de la familia Jeon sus amigos más cercanos. Hoseok minutos antes había ido a dejar a su hijo junto a su madre para que lo cuidara esa noche y cuando llegó se puso a hacer la carne, mientras Jimin llevaba las verduras a la mesa de la terraza. Jungkook había subido al segundo piso para hacer dormir a Mimjung, quien cayó rendido rápidamente luego de haber jugado todo el día.

—Uhm... sale rico olor —Taehyung murmuró desde el asiento donde estaba, todo el olor a carne asada le llegaba directo en la cara.

—¿Quieres un trozo? —ofreció Hoseok, con una encantadora sonrisa.

—Sí.

Él cortó directo de la parrilla y pinchó el trozo de carne con un tenedor, caminó unos pasos para quedar frente a Taehyung y se lo ofreció. Taehyung simplemente abrió su boca y arrancó con sus dientes el caliente trozo de carne.

—¿Rico?

—Mhm... —ronroneó gustoso y asintió con su cabeza— Rico.

—Oye, yo también quiero —dijo Jimin, rompiendo esa pequeña burbuja de amor que se estaba formando.

Seokjin sonrió desde lejos, él los había estado observando muy atentamente. Namjoon y Yoongi conversaban en uno de los sillones que estaban cerca de la mesa en la terraza.

—La carne ya está lista —anunció Hoseok y todos se empezaron a mover para ir a comer.

Fue agradable reunirse y disfrutar de la comida, las charlas y las risas al recordar algo divertido.

En algún punto, Jungkook le ofreció una lata de cerveza a Jimin y él la aceptó, pero cuando dio el primer sorbo todo en su interior se revolvió de una manera horrible que se levantó y fue al baño lo más rápido que pudo.

Todos quedaron en silencio y preocupados, pero fue Jungkook quien lo siguió para saber que andaba mal.

—¿Amor, estás bien? —preguntó Jungkook desde el otro lado de la puerta.

Taehyung no demoró en llegar a su lado.

—¿Le hizo mal la carne? —le preguntó a Jungkook.

—No lo sé.

—Qué raro, nunca le hace mal algo. ¿No han pensado que pueda estar... —no alcanzó a terminar de hablar cuando Jimin salió finalmente del baño.

Tenía sus mejillas sonrojadas y los ojos cristalizados.

—¿Qué pasó, bebé? ¿Te sientes mal? —Jungkook ahuecó sus manos en las mejillas de Jimin y sin dudarlo, debo un corto beso en sus labios.

—No, solo me duele el estómago —sonrió.

—¿Estás seguro, Mimi?

—Sí, Tae.

—Vale, los dejo entonces —se dio media vuelta para comenzar a caminar— Iré a seguir comiendo.

Cuando quedaron solos en la sala, Jungkook lo abrazó por la cintura y pegó su frente a la de Jimin.

—¿Seguro que no es nada? —volvió a preguntar.

—No lo creo —subió sus brazos y los enredó en el cuello de su esposo— Pero mañana iré al doctor para que estés tranquilo, seguro es una gastritis.

—Me parece perfecto, amor —cortó la poca distancia y lo besó por un largo rato.

—Te amo... —le susurró Jimin, sus labios rozándose y sonriendo al mismo tiempo.

—Te amo más, mi amor.

—¡Oh, dios! —Seokjin los interrumpió— Si quieren nos vamos para que se sigan comiendo y no lo hagan delante de los pobres.

Jungkook bufó y se alejó de su esposo, quien aún tenía sus mejillas afiebradas.

—No hace falta, puedo comermelo luego —respondió divertido, ganándose una palmada en su pecho por parte de Jimin.

Volvieron a la terraza, donde siguieron compartiendo y disfrutando de la noche.

Jungkook tenía a Jimin a su lado, sus manos estaban entrelazadas y le acariciaba el dorso con su pulgar.

Jimin sonreía divertido al escuchar las anécdotas de vida que sus amigos tenían y se sentía tan bien al tenerlos así, tan cerca y tan unidos.

Pero lo que más lo llenaba de felicidad y satisfacción era tener a Jungkook y a su hijo en su vida. Y dios, era perfecto.

Finalmente tenía lo que deseaba y no le daba miedo demostrarlo.

Él era feliz junto a sus amigos y su familia, feliz junto a Jungkook, su esposo. El hombre al cual amaba con toda su alma.

Entonces apretó el agarre en su mano y Jungkook inmediatamente lo miró

—Te amo —le susurró bajito, para que solo él pudiera escucharlo.

Jungkook sonrió dichoso y enamorado. Se inclinó hacia su lado y sin importarle la presencia de sus amigos, lo besó.

—También te amo, mi amor.




Fin. 

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