Epílogo.

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—Mmmh... —tarareó Jimin, quien dormía profundamente abrazando a la gran cantidad de almohadas que ocupaban la mitad de su cama.

Sin abrir los ojos, se removió en su lugar, cuando unas manos frías se colaron por debajo de su afelpado pijama y acariciaron con cariño su vientre abultado.

Sí, tenía un gran vientre hinchado de seis meses, donde se alojaban sus dos bebés.

Un niño y una niña.

Mellizos que se crearon en su fogosa luna de miel, cuando Jungkook y Jimin decidieron tener diversión sin los cuidados necesarios.

La noticia del embarazo los tomó por sorpresa, aun así, ellos se sintieron inmensamente feliz por ser padres nuevamente. Aunque al inicio no fue fácil, debido a todas las complicaciones que el organismo de Jimin presentó a medida que avanzaban las semanas.

Tenía dos meses cuando presentó malestares anormales y fue a parar en urgencias, temiendo que la vida de sus bebés llegase a su fin, pero para el alivio de todos, solo había sido una falsa alarma, por lo que el reposo absoluto fue estrictamente necesario, al igual que las medicinas y los controles a domicilio.

El miedo de una nueva pérdida siempre atormentó a Jimin, quien tuvo el apoyo absoluto de su esposo y de alguna manera, supo sobrellevar sus temores.

Ahora, con el paso de los meses, Jimin lograba dormir tranquilo sin el temor de perder a sus pequeños. Sus mellizos se habían aferrado a la vida, creciendo en su interior, fuertes y sanos.

—¿Amor? —murmuró somnoliento, sintiendo la respiración de Jungkook en su nuca.

—¿Hm? —Jungkook apegó su cuerpo a la espalda de Jimin, mientras repartía sutiles caricias por la suave piel de este.

—¿Pollito...? —bostezó mientras hablaba.

—Está durmiendo, ya lo fui a ver. —Jungkook informó, cerrando los ojos, dispuesto a seguir durmiendo.

Minjung había dejado la habitación de sus padres hace un par de semanas, siendo instalado nuevamente en la que era suya.

Ya no dormía en cuna, sino que en una cama mandada hacer por sus padres, siendo una base de unos pocos centímetros de altura y encima un cómodo colchón, para evitar algún tipo de accidente. La habitación entera estaba decorada con la temática de Toy Story, porque al pequeño le gustaba Jessy, la vaquerita. Tenía la mitad de sus juguetes en su dormitorio, los que se encargaba de desordenar sin sentido alguno, para luego ir a jugar con los que estaban en la sala. Incluso tenía su propio armario y su cuarto de baño, los que estaban adaptados a su estatura.

Y el proceso porque se adaptara en su propia habitación, había sido jodidamente agotador; estresante.

La primera semana, Minjung no se durmió a la hora que normalmente lo hacía, porque se removía en su cama mientras lloraba, aun cuando estuviera acompañado por uno de sus padres. La segunda semana, se dormía ya a su horario habitual, pero despertaba cada tres horas llorando. Ahora, cuatro semanas después, Minjung tomaba su leche, cepillaba sus dientes y se metía a la cama, despertando solo una vez y pidiendo que uno de sus padres se quedara a su lado hasta que se volviera a dormir.

Iban progresando poco a poco, al menos.

—Kookie... —Jimin intentó moverse y girar, para lograr quedar de frente con Jungkook, pero su vientre hinchado se lo impedía.

—¿Hm? —tarareó casi dormido.

—No puedo girarme —se quejó. Jungkook abrió los ojos y soltó una risita al sentir como su esposo hacía el intento de moverse— Oye, no te rías —bufó.

—Espera, deja ayudarte.

Jimin logró girarse finalmente y Jungkook se volvió a acomodar; ahora frente suyo, y acarició el vientre de su esposo, sintiendo como los pequeños en su interior comenzaban a moverse.

—Ay... —se quejó cuando sintió una patadita por sus costillas.

Jungkook acercó su rostro al de Jimin, buscando sus labios entre la leve oscuridad que cubría la habitación y lo besó. Un beso suave y dulce, cargado de amor.

—¿Duele mucho? —susurró, aun contra los labios de su esposo.

—Un poco... —sonrió, dejándose besar nuevamente.

Aún era de madrugada, demasiado temprano como para estar despiertos, pero no importaba. No les importaba devorarse la boca y sentir las caricias del otro a la hora que fuese.

—Te amo, Minnie... —Jungkook dejó las caricias del vientre, para subir sus manos hasta las mejillas calientes de su esposo y las acarició con cariño.

—Te amo más, mi amor.

Jungkook besó por última vez los labios de su esposo, dejando que este se acurrucara en su pecho para seguir durmiendo.

—¿Tienes frío, amor? —murmuró Jungkook con los ojos cerrados.

—No, porque estás aquí abrazándome.

Jungkook lo apegó aún más a su cuerpo, repartiendo sutiles caricias hasta que finalmente se durmieron.



***

Jimin dormía plácidamente, acurrucado entre el calor de las sábanas y la almohada que pertenecía a su esposo, hasta que unas pequeñas manitos se posaron en su cara, obligándolo a abandonar su placentero sueño.

—¡Papá, papá! —ahí estaba, el pequeño y hermoso clon de su esposo, quién parecía no gustarle verlo dormir.

Jimin entreabrió los ojos, bostezando y sonriendo al ver cómo su pequeño retoño intentaba subir a la cama, sin tener el éxito esperado.

—Hola, pollito —se acercó aún más a la orilla de la cama y estiró su brazo, alcanzando y alzando el cuerpo de su hijo, para ayudarle a subir sin peligro de que se cayera en un nuevo intento.

—Papá, no tuto —se acostó a su lado, tan cerca que Jimin tuvo que correr la cara o sería aplastado por el pequeño— ¡Papá, bujos! —pidió con entusiasmo, apuntando con su pequeño y gordito dedo índice hacia el televisor.

—¿Quieres ver tus dibujos animados, amor?

—¡Sí, bujos! —aplaudió, sin dejar de lado la emoción cuando vio como su papá, a duras penas, se removía entre la cama para alcanzar el control remoto.

Era una tarea tan sencilla de realizar, pero que a sus seis meses de embarazo, parecía ser algo casi imposible.

Encendió el televisor y sincronizó el canal favorito de su hijo, para luego volver a acomodarse entre la montaña de almohadas y cojines que había en la cama y lo mantenían increíblemente cómodo.

Contempló en silencio a su hijo, observando cada una de sus genuinas reacciones ante lo que le gustaba, y sonrió enternecido cuando Minjung se asustó al ver como su personaje favorito se caía de la cama y lloraba.

—Ves que por eso no hay que saltar en las camas, pollito.

Su hijo lo miró, sonriendo y acercándose aún más a él.

—Papá, eche —pidió, mientras llevaba sus diminutos deditos al interior de su boca para chuparlos, mientras volvía a concentrarse en sus caricaturas.

—No chupes tus dedos, amor. —Minjung obedeció de inmediato y los sacó, pero acarició la cara de Jimin y dejó rastros de baba en ella.

Jimin solo rió y limpió la humedad de su rostro. Amaba que su hijo le demostrara cariño, sin importar si tenía baba, barro o pegamento en sus manos, él aceptaba sus caricias de igual forma.

La puerta del dormitorio se abrió en su totalidad, dejando ver a Jungkook aun en pijama y cargando una gran bandeja entre sus manos.

—Buenos días, amor —Jungkook le sonrió con cariño y avanzó hasta la cama.

—Buenos días, Kookie —respondió de igual forma, contagiándose de la alegría que irradiaba su esposo.

Jungkook dejó la bandeja a los pies de la cama para ayudar a Jimin a sentarse, rodeándolo con la rumba de cojines para que estuviera cómodo. Hizo lo mismo con Minjung, quien solo quería lanzarse sobre la bandeja para tomar su mamadera.

Jimin miró todo lo que su esposo había preparado, buscando una sola cosa.

Sandía.

No entendía que tenían sus hijos con la sandía, pero era algo que anhelaba cada cinco minutos. De solo pensar en la fruta, babeaba. Lo bueno, es que Jungkook se preocupaba de que nunca se acabara.

—Toma, amor —le acercó un pocillo con la fruta picada y Jimin la recibió de inmediato.

—Gracias, cariño —ensanchó su sonrisa, metiéndose de inmediato un trozo y deleitándose con el dulzor de la fruta.

Jungkook había corrido las cortinas para que la habitación se iluminara un poco más, pero no sirvio de mucho. La ciudad se cubría de un gris oscuro, gracias a las lluvias que ya habían llegado una semana atrás.

—¿Está rico? —Jungkook preguntó, tomando un papel absorbente para limpiar la comisura de los labios de su esposo.

—Uhum —respondió Jimin con sus mejillas llenas.

Disfrutaron del desayuno hasta que se acabó por completo y Jungkook retiró todo, para luego volver y llevar a Minjung al baño.

—Necesito darme un baño —Jimin acarició su vientre con ambas manos, sintiendo como sus mellizos comenzaban a moverse.

—Déjame preparar la tina primero, ¿vale?

—Vale —sonrió, observando como Jungkook se agachaba a su lado, buscando las pantuflas bajo la cama.

Cuando las encontró, ayudó a Jimin a salir de entre las sábanas y puso las pantuflas cuidadosamente en sus pies hinchados y luego besó su frente.

—Espérame, no tardo.

Jungkook fue al baño y encendió la calefacción, luego tomó uno de los frascos de vidrio con perlas aromáticas y las tiró en la tina, abriendo la manilla del agua caliente para que se disolvieran y generaran espuma.

Jimin no esperó a Jungkook y se puso de pie con cuidado, avanzando hasta su armario y sacó una camisa blanca, especialmente para embarazados. Tomó un pantalón de pretina elástica y su ropa interior, llevándola hasta el baño y se sentó en la taza del inodoro, esperando pacientemente a que la tina estuviera lo suficientemente llena como para meterse.

Jungkook volvió con Minjung y le puso su película favorita, acomodandolo entre los cojines y lo arropó para que no se le enfriara el cuerpo.

Jimin avanzó hasta la tina y cortó el agua, para luego asomarse a la puerta en busca de Jungkook, quien estaba tardando demasiado.

Vio a su hijo con su peluche de conejo entre la cama, sonriendo y mirando en dirección del televisor.

—¿Pollito no quiere hacer pis? —preguntó Jimin, logrando que Jungkook se volteara a mirarlo.

—Ya se hizo.

—Oh... —no se habían dado cuenta que el pequeño llevaba consigo otra muda de ropa.

Intentar quitarle los pañales estaba siendo un verdadero calvario para todos. Minjung sabía avisar, mas no lo hacía.

Jungkook se acercó a su hijo y besó su frente antes de hablarle.

—Si quieres hacer pis, me llamas —el niño no lo miró, estaba demasiado concentrado en lo que estaban pasando en el televisor— Pollito.

Minjung era inteligente, demasiado para su corta edad. Él simplemente sonrió y Jungkook entrecerró los ojos.

—Pipí, no —apuntó a su entrepierna, señalando su ropa, sabiendo que ahí no debía hacer sus necesidades— pipí, papá koo —apuntó a su padre, enfatizando que le avisaría si quería ir al baño.

—Muy bien —le sonrió de vuelta— Papá pipí, papá popó —le recordó por enésima vez.

—Popó —repitió en un tono juguetón.

—¿Quieres ir al baño, pollito?

—No pipí —negó con su cabeza, logrando alborotar sus finas hebras castañas.

—Vale. Si quieres hacer pipí o popó —le acarició el cabello, logrando captar nuevamente su atención— Me llamas, ¿bueno?

Minjung lo miró en silencio por unos segundos y luego sonrió, dejando a la vista su pequeña hilera de dientes de leche.

—¿Qué? —preguntó inocente, logrando colmar la gran paciencia de su padre.

Jimin no se contuvo y soltó una risita divertida desde el baño. Era demasiado divertido ver cómo un pequeño lograba prácticamente burlarse de ellos.

Jungkook suspiró rendido y caminó de vuelta al baño para ayudar a Jimin.

—Creo que tendré canas antes de tiempo —murmuró el castaño, logrando que su esposo riera con más ganas.

—Creo que te verías incluso más guapo con canas, Kookie.

Jungkook bufó, mientras quitaba con cuidado el pijama del cuerpo de Jimin, dejándolo completamente desnudo frente a él y sonrió.

Amaba ver como el cuerpo de su esposo cambiaba mes a mes, como su vientre iba creciendo y su piel se estiraba. Amaba ver a Jimin embarazado de sus hijos.

Se arrodilló frente al rubio y acunó con sus manos el vientre de su esposo, dejando cortos besos sobre la piel mientras lo acariciaba.

Los pequeños parecían amar de la misma forma que su padre los amaba, ya que cada vez que Jungkook ponía sus manos en el vientre, ellos comenzaban a moverse.

Jimin acarició los cabellos castaños de su esposo con cariño, totalmente enternecido por la preciosa imagen que le estaba regalando. Escuchar como Jungkook le hablaba a su vientre para que sus hijos lograran escucharlo, era algo extrañaría horriblemente cuando estos nacieran.

—¡Papá, pipí! —Minjung gritó desde la cama y empezó a llorar.

Jungkook se levantó tan rápido como le fue posible y acudió hacia su hijo, quien ya había mojado su ropa interior.

Jimin también se alertó y tomó su bata para salir a ver qué pasaba, pero Jungkook apareció con el pequeño en el baño.

Minjung lloraba porque se había orinado y Jimin se sintió mal por eso, dudando si el pequeño estaba o no listo para abandonar los pañales.

—¿Crees que es muy pronto, Kookie?

Jungkook comenzó a sacarle la ropa húmeda para lavarlo, pero alzó la vista hacia su esposo.

—Uhm... no lo sé, pero él sabe avisar, solo que lo hace demasiado tarde —terminó por desnudarlo y lo metió en la tina, dejando que jugara con la espuma.

—No me gusta que llore porque se hace en su ropa...

—Sigamos intentándolo, no creo que sea bueno retroceder.

—Vale.

Jungkook lavó al niño y lo sacó del agua pocos minutos después, llevándolo de vuelta a la cama para secarlo y vestirlo, mientras Jimin esperaba pacientemente sentado en el inodoro.

—Listo —Jungkook volvió, ayudándolo a ponerse de pie y le retiró la bata.

Jimin se metió finalmente a lantina y Jungkook dobló una toalla para ponerla en su nuca. El vientre de Jimin sobresalía del agua y Jungkook se hincó para acariciarlo.

Aún no pensaban en los nombres de sus hijos, pero Jungkook tenía claro el nombre de su hija.

—Jimin...

Jimin lo miró, uniéndose a las caricias en su vientre.

—¿Qué pasa, Kookie?

—Hye... —mencionó y Jimin frunció el ceño.

—¿Hye?

—Mi madre... —detuvo sus dedos en el vientre de Jimin— Mi madre se llamaba así.

—Oh, sí —respondió avergonzado, olvidando por completo el nombre de su difunta suegra— L-lo siento, yo...

—Quisiera que se llame así —interrumpió mientras presionaba con cuidado su dedo en el vientre de su esposo.

Entonces Jimin entendió todo. ¿Cómo no se le había ocurrido antes sugerir ese nombre?

—Por supuesto, amor —le sonrió y posó su mano sobre la de Jungkook.

Jungkook sonrió de vuelta y se acercó para besarlo de la manera más dulce. Amaba estar sobre los labios de su esposo y podía jurar que jamás se cansaría de eso.

—Te amo, Minnie.

—Yo te amo más, amor.

El baño duró lo suficiente como para que Jimin se sintiera relajado.

Cuando estuvo completamente vestido, Jungkook lo ayudó a bajar las escaleras y fueron a la cocina en compañía del pequeño Minjung, quien jugaba divertido en el suelo junto a sus bloques de madera.

—Hablé con Tae —mencionó Jimin, mientras se metía un trozo de sandía en la boca.

—¿Y qué dijo?

Jungkook se había puesto a picar verduras para el almuerzo de su hijo, necesitaban darle de comer antes de que llegara la señora Park y se lo llevara.

—Celebrará su cumpleaños en casa y nos invitó, también invitó a los Kim y obviamente a Yoon junto a su familia.

Taehyung, quien había tenido a su pequeño osito meses atrás, se encontraba en perfectas condiciones junto a su familia, lo que lo animaba a celebrar en grande su cumpleaños. Hoseok y él habían vuelto, luego de que se dieran cuenta que seguían enamorados, aunque para Hoseok no fue fácil, ya que tuvo que reconquistar a un herido y deprimido Taehyung.

—Suena genial, pero si te sientes mal...

—Estoy bien —se defendió rápidamente— Además me tendrá sandía.

Jungkook sonrió divertido, sin evitar rozar su dedo con el afilado cuchillo y hacer un pequeño corte en él.

—¡Auch! —se quejó, dejando todo de lado para ver su dedo.

—Oh dios, déjame ver —intentó levantarse del taburete para socorrer a su esposo, pero este solo chupó su dedo y le hizo señas.

—No es nada, bebé —le mostró el dedo, logrando que Jimin se sintiera aliviado— Entonces, ¿una celebración en año nuevo?

—Oh sí, con mucha comida y licor.

—Vale, suena genial.

—Dejaré esa noche a pollito con mis padres.

—Vale.


***

—Dile adiós a tus padres, amor —la señora Park cargó a su nieto, quien agitaba sus manitos en dirección de sus padres.

—Adiós, mi amor —Jimin se acercó y besó con cariño una de sus mejillas— Portate bien, bebé.

Jungkook hizo lo mismo y tomó el pequeño bolso con mudas de ropa del pequeño, quien se iría a pasar una noche con sus abuelos.

—Mañana lo vengo a dejar por la tarde, no se preocupen que les avisaré si algo pasa.

—Vale. Ve con cuidado, mamá.

—Sí, nos vemos.

Ella salió en dirección de su auto a pasos rápidos, impidiendo que el frío del exterior lenafectara al pequeño. Acomodó a su nieto en la sillita de bebé mientras Jungkook metía por el otro lado el bolso y con un gesto de mano, se despidió para finalmente marcharse a su hogar.

Se quedaron parados en la puerta, observando el auto hasta que se perdió.

Jimin soltó un suspiro antes de volver a entrar al interior de su hogar.

—Ya lo extraño —puchereó y Jungkook lo besó, sin poder resistirse a ese precioso gesto que Jimin hacía.

—Solo será un día, amor.

—Sí.

—Ven, tengo ganas de ver algo contigo —lo guió hacia la sala y lo ayudó a sentarse en el sofá.

—¿Qué vamos a ver? —preguntó curioso, observando como Jungkook tomaba una manta gruesa y lo tapaba.

—Tu eliges la película y yo me encargo de la comida, ¿vale?

—Vale —sonrió mientras tomaba el control de la televisión y entraba a alguna aplicación de paga para seleccionar algo.

Jimin había elegido la película "Don't look up", dejándola en espera hasta que Jungkook apareciera a su lado.

—¿Listo? —preguntó el castaño, apareciendo con una bandeja llena de comida.

Eran unos corn dog, unas sopas de fideo instantáneo, un plato con varios cortes de jamón salteado y otro con huevos fritos, sin olvidar los platillos con arroz.

—Uhm... que rico —Jimin ronroneó, deleitándose con el exquisito aroma de la comida.

Jungkook le fue pasando la comedia a medida que se la acababa y disfrutaron juntos de una tarde de películas, mientras cada tanto se besaban o se repartían alguna caricia.

Para cuando la película terminó, ambos estaban tan llenos que apenas podía respirar, gracias a que Jimin había querido comer sandía y Jungkook se había contagiado del antojo.

—Tengo sueño... —Jimin bostezó y tallo sus ojos con pereza.

—Yo igual —se puso de pie, tomando la bandeja y llevándola a la cocina.

Cuando volvió a la sala, ayudó a Jimin a ponerse de pie y lo guió hacia el segundo piso, a su dormitorio.

Lavaron sus dientes y se dejaron caer en el calor de su cama, mientras la lluvia golpeaba con fuerza los vidrios de sus ventanas. Jungkook mantenía abrazado a Jimin, quien estaba acurrucado en su pecho.

—Kookie... —murmuró, sin salir del pecho de su esposo.

—Amor.

—Te amo.

Jungkook sonrió dichoso al escuchar esas palabras y lo arrulló, acercandolo incluso más a su cuerpo. Él no dudaba del inmenso amor que Jimin le tenía, al igual que él.

Ambos se amaban.

—También te amo, Minnie. —dejó un beso en los cabellos rubios de su esposo.

Ambos sabían que no podían estar sin el calor de los brazos del otro, sin sus besos o sus caricias, porque ya no era fácil para ellos mantenerse alejados. Se extrañaban de la forma más dolorosa cuando uno debía partir lejos del otro por algún motivo, pero se fundían en caricias cuando volvían a estar juntos.

Se enamoraron de la peor manera del otro en el pasado, pero lograron superar todas las adversidades que la vida les puso y pagaron un doloroso precio por sus errores, pero ahí estaban ahora; felices y enamorados.

Tan enamorados como cuando comprendieron el verdadero significado del amor.

Jimin amaba en cuerpo y alma a Jungkook, y a sus hijos.

Jungkook amaba en cuerpo y alma a Jimin, y a sus hijos.

Se amaban profunda y sinceramente, porque eran el complemento perfecto del otro.



***

Espero que les haya gustado, aun cuando estuvo sencillo. Gracias por leerme y por el apoyo, lo valoro mucho ♡ 

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