Dos

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Después de que Hansi terminó de regañar al equipo, se aseguró de que todos abandonaran el vestuario. Gavi y Cancelo se quedaron atrás, inmersos en su propia tensión. Hansi llamó la atención de los dos.

—¿Qué pasa, míster?—Preguntó Gavi, aún enfadado por la pelea reciente.

—Quiero que ambos se queden aquí hasta que resuelvan sus diferencias.—Dijo Hansi, cruzándose de brazos.

—No saldrán hasta que estén dispuestos a trabajar juntos como equipo.—Dijo el alemán saliendo de los vestuarios y encerrado a ambos.

—¿Qué? ¡No puede hacer eso!—Protestó Cancelo, golpeando la puerta con furia.

—¡Déjenos salir!

—¡Esto es una locura! —Añadió Gavi, mirando con incredulidad a Hansi.

—No es una locura si los ayuda a ustedes dos a dejar de comportarse como niños.—Replicó Hansi, desde el otro lado.

—Hay suficiente comida y agua para pasar la noche. Aprovechen este tiempo para hablar y resolver sus problemas.

Sin más que decir, Hansi se marchó, dejándolos encerrados. João continuó golpeando la puerta, frustrado, mientras Gavi se retiraba a una esquina del vestuario, cruzando los brazos sobre su pecho.

—¡Maldita sea! —Exclamó Cancelo, pateando la puerta.

—¡No puedo creer que nos haya encerrado aquí!

Gavi, cada vez más ansioso, observaba cómo Cancelo desataba su ira contra la puerta. Su corazón latía con fuerza, y el espacio cerrado comenzaba a afectarlo.

—Cálmate, João.—Dijo Gavi, tratando de mantener la calma.

—Esto no va a ayudar en nada.

—¿Calmarme? —Cancelo se giró para mirarlo con furia en los ojos.

—¡Estamos atrapados aquí por tu culpa!

—¡¿Mi culpa?! —Replicó Gavi, alzando la voz.

—¡Eres tú el que no puede aceptar que un omega juegue en el mismo equipo!

João se acercó a Gavi, sus ojos llenos de rabia.

—¡No tengo nada en contra de los omegas, Gavi! ¡Es tu actitud la que me saca de quicio!

—¡¿Mi actitud?! —Gavi se levantó, encarando a Cancelo.

—¡Eres tú el que siempre hace comentarios sarcásticos y me subestima!

—¡Porque actúas como si fueras mejor que todos!—Cancelo golpeó la pared con el puño, liberando un poco de su frustración.

Gavi retrocedió un paso, visiblemente afectado.

João estaba a punto de estallar. Cada palabra que Gavi le lanzaba, cada gesto desafiante del omega, lo empujaba más allá de sus límites.

Todo lo que había estado reprimiendo, la frustración, el desprecio, y algo más, algo que no quería admitir, salió a la superficie. No fue capaz de contenerlo más.

—¡Maldita sea, Gavi! —Rugió João, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras sus ojos se clavaban en los de Gavi.

Gavi lo miraba con el ceño fruncido, aunque ahora con una mezcla de furia y algo más, algo que ni él mismo podía definir.

Las palabras de Cancelo lo herían, pero había una parte de él que no podía dejar de mirarlo, de sentirse atraído por su intensidad.

De un momento a otro, sin aviso, João cerró el espacio entre ellos. Todo ocurrió en un segundo, la distancia desapareció, y antes de que cualquiera de los dos pudiera procesarlo, Cancelo lo estaba besando. El impacto fue tal que Gavi apenas tuvo tiempo de reaccionar.

—¿Qué...? —Gavi intentó decir algo, pero fue interrumpido por el contacto feroz de los labios de João sobre los suyos.

El beso fue agresivo al principio, lleno de la rabia y la frustración acumulada, pero rápidamente se convirtió en algo más, algo profundo y primario.

El omega estaba paralizado por la sorpresa. Su cuerpo quería retroceder, pero algo en su interior, una fuerza que no podía controlar, lo mantenía pegado a Cancelo.

Era el calor, el calor de la situación, el calor que brotaba de lo más profundo de su ser, despertando algo en él que no había sentido antes. La intensidad del alfa lo consumía, lo rodeaba por completo, y Gavi no sabía cómo reaccionar.

—¿Qué... qué estás haciendo?—Gavi finalmente consiguió romper el beso, aunque sus palabras salieron entrecortadas y jadeantes.

Sus ojos se encontraron con los de Cancelo, buscando respuestas.

—¡No lo sé! —Gritó João, completamente fuera de control. Su respiración era errática, y sus manos aún sujetaban a Gavi por los hombros.

—¡No sé qué demonios me pasa contigo, pero no puedo más!

—João... —Gavi intentó apartarse, pero su cuerpo, traicionero, no cooperaba.

Sentía el calor del alfa envolviéndolo, esa energía pesada que solo los alfas dominantes podían irradiar cuando sus instintos se apoderaban de ellos.

—Maldición... —Murmuró João, su voz ahora más baja, casi ronca. El aire en el vestuario parecía más denso.

La ferocidad inicial del beso había desaparecido, pero la intensidad seguía ahí, latente, palpitando en el ambiente entre ellos.

Gavi respiraba con dificultad, intentando calmar su acelerado corazón. Podía sentir cómo el calor de Cancelo se mezclaba con el suyo, cómo el aroma del alfa comenzaba a cambiar.

Había pasado de ser agresivo y dominante a algo más suave, más calmado, como si intentara sosegar el miedo que él mismo había provocado en el omega.

—¿Estás...? —João lo observaba, preocupado por la reacción de Gavi. Había sido incapaz de detenerse antes, pero ahora que lo veía con los ojos bien abiertos, podía percibir el leve temblor en el cuerpo del omega, el rastro de miedo que intentaba ocultar.

El cambio en la actitud de João fue casi instantáneo. El aroma que emanaba de él se volvió reconfortante, casi... Protector.

Gavi, que había estado a punto de explotar en de rabia y miedo, sintió cómo su cuerpo comenzaba a relajarse involuntariamente.

—No... —Dijo Gavi en un susurro, confundido por lo que estaba sintiendo.

—No deberías hacer esto... No deberíamos...

Pero sus palabras se desvanecieron cuando Cancelo volvió a acercarse, esta vez con más suavidad. Sus manos, antes rígidas y posesivas, ahora se movían con delicadeza, tocando a Gavi como si fuera algo frágil. João no pudo evitar acariciar el rostro del omega, deslizando sus dedos por su mejilla.

—Lo sé... —Murmuró João, su voz cargada de una frustración más profunda.

—Sé que esto está mal, pero no puedo evitarlo.

Gavi lo miraba, sus ojos oscuros llenos de una mezcla de emociones que no podía descifrar. No sabía si odiaba a Cancelo o si lo deseaba, y esa confusión lo estaba volviendo loco.

—Eres un idiota... —Susurró Gavi, aunque sus palabras carecían del veneno habitual.

Había algo en la forma en que Cancelo lo miraba, en la forma en que lo tocaba ahora, que lo hacía sentir... Diferente.

—Sí... —Cancelo sonrió débilmente, aunque su expresión seguía siendo seria.

—Lo soy, pero no puedo dejar de pensar en ti.

Gavi sintió su corazón detenerse por un momento. Las palabras de João eran como un golpe directo al pecho.

No era solo un comentario más de un alfa dominante; había algo genuino en ellas, algo que lo desarmaba por completo.

—João... —Comenzó a decir Gavi, pero antes de que pudiera terminar, Cancelo lo besó de nuevo.

Esta vez, el beso fue más suave, más lento, pero igualmente intenso. El alfa estaba mostrando una faceta que Gavi no había visto antes, una parte de él que estaba oculta bajo esa fachada gruñona y distante.

El calor seguía creciendo entre ellos, envolviéndolos como una manta invisible. Cada segundo que pasaba, los instintos de ambos se intensificaban.

Gavi sintió cómo su propio cuerpo comenzaba a reaccionar, cómo su naturaleza de omega respondía al alfa de manera instintiva, algo que lo asustaba y lo excitaba al mismo tiempo.

—¿Qué hacemos ahora...? —Preguntó Gavi en un susurro, sus labios apenas separándose de los de João.

—No lo sé... —Respondió Cancelo, mirándolo con los ojos entrecerrados, su respiración pesada.

—Pero lo que sea que pase, no te haré daño, Gavi.

Las palabras de João, aunque simples, fueron como un bálsamo para el omega. A pesar de todo, a pesar de la tensión, de la rabia y el odio que habían sentido el uno por el otro, en ese momento, Gavi supo que podía confiar en Cancelo.

Quizá era el calor del momento, o quizá era algo más profundo, pero la barrera que había entre ellos comenzaba a desmoronarse, aunque ninguno de los dos sabía realmente lo que eso significaba.

El vestuario seguía siendo el mismo lugar cerrado y tenso, pero para Gavi y João, algo había cambiado.

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