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El día en que João Cancelo fue presentado como nuevo fichaje del Barça, el sol brillaba intensamente sobre el Camp Nou.

Los fans se agolpaban fuera del estadio, entusiasmados por ver a la nueva estrella, aunque no todos sabían lo complicado que era tratar con el portugués. De hecho, Cancelo tenía la fama de ser un alfa bastante... complicado.

Gruñón y malhumorado, no era fácil lidiar con él ni en el campo ni fuera de él. Sin embargo, Hansi estaba convencido de que Cancelo era una pieza clave para la nueva temporada.

—Es lo que necesitamos para reforzar la defensa.—Había dicho en una reunión con la directiva semanas antes.

—Hagan lo que sea necesario para traerlo.

La directiva, a regañadientes, había cumplido. Sabían que traer a un alfa con esa reputación podría causar problemas en el vestuario, especialmente considerando que casi todos en el Barça eran alfas también, a excepción de uno, Gavi, el único omega del equipo.

Cancelo entró al vestuario con su característico gesto serio, sus ojos escaneando rápidamente el lugar.

Era evidente que no le gustaba la idea de tener que integrarse en un grupo nuevo, pero no podía evitarlo. A pesar de su actitud, el fútbol lo era todo para él.

—Bem, aqui estamos.—Murmuró Cancelo, dejando caer su bolsa de entrenamiento en su casillero.

Marc le dio la bienvenida con un asentimiento educado, pero Cancelo ni siquiera se molestó en devolver el gesto.

Los demás jugadores observaron desde sus lugares, algunos curiosos, otros cautelosos. Sabían que Cancelo era un talento, pero su carácter difícil no iba a ser fácil de manejar.

—Marc.—Murmuró Pedri, sentado al lado de su casillero.

—¿Crees que este tío va a encajar?

—Eso dependerá de él.—Respondió Marc, observando al portugués con un semblante neutral.

—Si quiere, podrá hacerlo. Pero... Ya has oído lo que dicen de él.

En ese momento, Cancelo se giró y notó que todos hablaban entre susurros.

—Si tienen algo que decirme, díganmelo en la cara.—Soltó con voz grave. Había un tono desafiante en sus palabras.

Pedri levantó las manos en un gesto pacífico.

—Tranquilo, solo estábamos comentando. Es normal que un fichaje nuevo despierte curiosidad.

Cancelo lo miró de arriba abajo, reconociendo al talentoso centrocampista que tantos alaban, pero no le dedicó más que una breve mirada antes de alejarse hacia las duchas.

—Vaya, es un encanto.—Murmuró Gavi desde su casillero, con una sonrisa ladeada. Aunque el omega era conocido por su energía y su agresividad en el campo, sabía cuándo debía evitar conflictos innecesarios. Y Cancelo, claramente, no estaba de humor para hacer amigos.

—Sé cuidadoso, Gavi.—Dijo Pau, su tono más serio de lo habitual.

—Este tipo no es alguien con quien bromear. Además... Ya sabes cómo son los alfas como él.

Gavi rodó los ojos.

—Siempre me dices lo mismo, pero puedo manejarlo.

El vestuario cayó en un breve silencio mientras Cancelo regresaba, secándose el sudor de la cara.

—¿Así que tú eres Gavi?—Dijo, sin ocultar cierto tono de desdén en su voz.

—El único omega del equipo, ¿Verdad?

Gavi levantó la mirada, sin dejarse intimidar.

—El único, y no me molesta. ¿Te molesta a ti?

Cancelo soltó una risa baja, aunque no del todo divertida.

—No, solo me parece... Curioso.

—Aquí no importa lo que seamos. Importa lo que hacemos en el campo.—Ronald, no le gustaba para nada este Alfa.

—Lo que hagas en el campo...—Murmuró Cancelo.

—Supongo que lo veremos pronto.

Había tensión en el aire, pero nadie quería ser el primero en romperla. Estaba claro que João Cancelo no iba a hacer amigos fácilmente en el vestuario del Barça, y menos aún con su actitud de alfa dominante.

Pero si había algo que todos sabían, era que dentro del campo, las jerarquías se olvidaban. El fútbol, al final del día, era el único lenguaje que importaba.

Los primeros entrenamientos con João no fueron nada fáciles. Desde el primer día, la tensión entre él y Gavi había crecido.... Agresivamente.

No era solo que Cancelo fuese gruñón y difícil de tratar, sino que había algo más en su actitud hacia los omegas. A Cancelo no le gustaba la idea de compartir el campo con un omega, y aunque no lo decía abiertamente, sus acciones hablaban por sí mismas.

—Un omega en el campo... ¿Qué sigue? ¿Laporta de delantero?—Había soltado con sarcasmo durante uno de los primeros entrenamientos, después de que Gavi lo superara en velocidad en un ejercicio de presión.

Aunque Gavi era más pequeño y rápido, Cancelo lo miraba con escepticismo.

—¿Tienes algún problema, Cancelo?

—Solo digo lo que pienso.—Respondió João, encogiéndose de hombros mientras recogía el balón.

—Los omegas tienen su lugar, y no es aquí.

Gavi dio un paso al frente, con los ojos entrecerrados.

—¿Ah, sí? Pues prepárate para que un omega te demuestre lo contrario.

La discusión entre los dos se estaba volviendo tan rutinaria como los entrenamientos mismos. Cada vez que Gavi lograba destacarse, Cancelo hacía algún comentario sarcástico o cuestionaba su lugar en el equipo, mientras Gavi le respondía con más furia.

El vestuario estaba dividido entre los que ignoraban la situación y los que comenzaban a notar que algo más se estaba cocinando.

Un día, en medio de un entrenamiento particularmente intenso, Marc y Robert se encontraban observando desde un costado del campo, descansando después de un ejercicio.

—¿Has notado lo que está pasando entre esos dos?—Preguntó Marc, ajustándose los guantes mientras observaba cómo Cancelo y Gavi discutían por enésima vez.

—Lo veo todos los días.—Respondió Robert, con una media sonrisa.

—No es normal que discutan tanto sin que haya algo más detrás.—Marc levantó una ceja.

—¿Crees que...?

—Solo digo que del odio al amor solo hay un paso.—Añadió Robert, divertido.

—Y ya hemos visto este tipo de cosas antes. Un alfa tan intenso como Cancelo... Es probable que lo que le moleste no sea que Gavi sea omega, sino que no pueda dejar de fijarse en él.—Marc rió entre dientes.

—Tú siempre con tus teorías.

—Roberteorias me dicen, y mira que le atine a lo de Ferran y Pedri.

En el campo, la tensión continuaba. Gavi había hecho una entrada impecable, quitándole el balón a Cancelo, y el portugués no lo tomó bien.

—¡Joder, suelta el balón cuando te lo digo!—Gritó Cancelo, acercándose a Gavi con las cejas fruncidas.

—No es tan complicado seguir las instrucciones.—Gavi lo enfrentó de nuevo, sin titubear.

—Lo haré cuando me las dé alguien que sepa lo que hace. ¿O te molesta que un omega te supere?

Los jugadores alrededor suspiraron. Pedri, que siempre estaba cerca para calmar a Gavi, intervino antes de que la situación escalara más.

—Vamos, tíos, no es necesario esto. Estamos entrenando para el Clásico. ¿De verdad vamos a gastar energía discutiendo?

—Exactamente, Pedri.—Dijo Cancelo, aunque su tono no era conciliador.

—Estamos entrenando para el Clásico, no para una competición escolar.—Gavi hizo un gesto hacia Cancelo.

—¡Oh, claro, porque eso es lo que soy para ti, ¿No?! Un omega en medio de los grandes alfas, ¿Verdad?

—Cuidado, Gavi.—Murmuró Pedri, sujetando el brazo de su amigo. Sabía que Gavi estaba al límite, pero también que João era difícil de enfrentar cuando estaba de mal humor.

En ese momento, Hansi silbó desde la línea, deteniendo el entrenamiento.

—¡Ey, basta ya! ¡Concentración!—El entrenador sabía que los ánimos estaban caldeados, pero no podían permitirse perder el foco con el Clásico tan cerca.

—Si siguen así, haré que se huelan el trasero del otro, malditos perros sarnosos, ¡Una pelea más y ninguno va a jugar el próximo clásico!

Gavi asintió, aunque con el ceño fruncido. Cancelo solo se cruzó de brazos, sin decir nada más. Pero los dos sabían que ese entrenamiento no sería la última vez que discutieran.

Tras el entrenamiento, en el vestuario, el ambiente seguía tenso. Gavi estaba furioso mientras recogía sus cosas, aún molesto por la actitud de Cancelo.

Mientras tanto, João lo observaba desde el otro lado del vestuario, fingiendo no estar interesado, pero claramente molesto también.

Marc se acercó a Robert y susurró.

—Te digo que esto va a estallar en algún momento.—Robert sonrió.

—Sí, pero no como piensas. Ya verás, algo me dice que cuando llegue el Clásico, esos dos se van a entender de una manera... Diferente.

Marc negó con la cabeza, aunque no podía negar que había algo extraño entre Cancelo y Gavi.

A pesar de las discusiones, había una chispa en sus interacciones que no podía ser ignorada. Era solo cuestión de tiempo antes de que ambos se dieran cuenta.

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