8. Prisoner

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Este capitulo contiene escenas de violencia, lo que puede ser incomodo para algunos lectores. En caso de que te incomode, omítelo. Lee bajo tu propio criterio.

«Soy prisionero de mi adicción, soy adicto a una vida que es tan fría y vacía» Lana Del Rey.

—Tengo un plan.

Jungkook iba con las manos al volante luego de haber salido del hospital en el que se encontraba Park Jimin, quien junto a Kim Minjae había guardado el USB que contenía los archivos más importantes que un mafioso podría tener en sus manos. Un archivo que el padre de Taehyung había dejado protegido hasta el último minuto de su vida, aun cuando la invasión de los Yakuza y su guerra con ellos se debía a esa memoria externa, se mantuvo en silencio y prefirió morir antes que dejar aquello en manos de sus enemigos.

—Esto es lo que haremos —empezó diciendo Jungkook—. Haremos un respaldo del archivo, de camino al cabaret lo guardaremos en un lugar seguro al que tu hermano no pueda llegar.

—Tengo una bóveda de la que nadie más que yo sabe que existe, déjame cerca y del resto me encargo yo —expresó Taehyung con la mirada en la calle—. ¿Cómo nos encargaremos de la chica?

—Primero debemos asegurarnos de que ella es la soplona de los Yangban, solo tendremos que hablar y mostrarle la memoria USB, si al salir intentan quitárnosla sabremos quién es el infiltrado—explicó Jungkook aún con las manos al volante.

—Deberíamos ir escoltados en caso de que nos ataquen en el camino, sabemos que son altas las probabilidades de que la chica sea una infiltrada —sugirió Taehyung.

—No, debemos hacerles creer, aunque sea por un momento, que nos tienen, que sientan el sabor a gloria y como en cuestión de segundos se vuelve amarga —indicó el pelinegro—. Iremos allá tú y yo, he reservado una cena para esta noche, eso les dará el tiempo suficiente para recibir la llamada del soplón e ir detrás de nosotros.

—Algo podría salir mal Kook, no podemos ir solos por ahí cuando acabamos de declararles la guerra a un clan Yakuza —determinó Taehyung mirando como el pelinegro acaricia su mentón con su dedo índice al apoyar su codo derecho de la ventanilla del auto.

—No, si hubiesen querido matarnos, ya lo habrían hecho, solo quieren demostrar que tienen poder sobre nosotros y que pueden quitarnos lo que tanto nos costó construir —consideró Jungkook—. Te puedo asegurar que no nos harán nada. Le enviaremos un mensaje a tu hermano en la USB falsa.

—Estoy sorprendido —admitió Taehyung en cuanto llegaron a su destino.

—¿Por qué?

—Parece que si sabes meditar las cosas antes de ejecutarlas, no eres tan impulsivo después de todo —contestó Taehyung, quien solo recibió una sonrisa orgullosa por parte de Jungkook.

***

Jungkook y Taehyung sabían perfectamente que en cuanto empezaran a salir juntos pondría en riesgo sus influencias, sus aliados y sobre todo el liderazgo de sus clanes y territorios. No esperaban que cuando llegara ese desafortunado momento les caería con un balde de agua fría. Fue algo que sucedió de repente.

Eran conscientes de que sólo era cuestión de tiempo para que se enteraran de su mayor secreto, su mayor debilidad, tampoco era de dudar que todo lo que pasaría luego se podía reducir a una simple palabra: destrucción.

Aunque tenían el verdadero contenido del archivo en un lugar seguro, podían usarlo en contra de los Yakuza, pero la información que tenían sus enemigos podría acabarlos en cuestión de meses, días. Romper una de las principales reglas de la mafia no era cualquier cosa, incluso para ellos que eran líderes de los clanes más poderosos.

Precisamente por ser líderes sabían que el castigo sería peor, se supone que debían ser el ejemplo, que estaba en su deber ser perfectos en todo; cuando el mundo supiera que eran dos cabecillas homosexuales y que para rematar eran parejas, las consecuencias serían severas. Sabían que en esa destrucción perderían más que el liderazgo, perderían su honor y todos sus privilegios, pero eso solo pasaría si no hacían nada al respecto, cosa que no sucedería.

Ambos estaban sumergidos en sus pensamientos mientras volvían a sus hogares. Jungkook pretendía dejar a Taehyung en su casa y marcharse, pero durante el camino el rubio le insistió en que quería quedarse con él.

Aunque el azabache prefería no empeorar la situación, entendía porque para su pareja era necesario estar a su lado esa noche, cayó en la cuenta de que toda la paranoia de Jungkook no era por nada y temía que después de aquella noche no pudieran verse tan seguido. Estaba acostumbrado a verlo aunque sea para trabajo y pensar que no podrían siquiera verse en los salones privados de los restaurantes, le entristecía y frustraba al mismo tiempo.

Puede que los Yakuza supieran, pero mientras ellos no hablaran debían estar tranquilos y ser sumamente discretos; evitar a toda costa meter la pata, cosa que no hicieron ese día durante su cita. Taehyung estaba dispuesto a arriesgarse, pero eso no quitaba el miedo a lo que pudieran hacer sus enemigos en su contra, se preguntaba qué tan malo sería y como se enfrentaría a ello.

Taehyung había estado en varias ocasiones en la casa de Jungkook y aun así le seguía cautivando el camino elevado hacia lo alto de la colina donde se encontraba su casa, la que para el azabache siempre fue el lugar de máxima seguridad en caso de emergencias; cuando el rubio supo esto se sintió halagado de que éste haya decidido quedarse en su casa cuando no era más que una excusa para tenerlo cerca y ambos eran conscientes de ello.

La carretera medio curvilínea en medio de la espesura de una naturaleza y un aire que se sentía tan puro y limpio. En las pocas veces que lo había visitado, siempre mantenía su vista en el exterior y disfrutaba ver cómo dejaban los árboles debajo al llegar a la altura del cerro.

El portón de madera le dio paso a la residencia, Jungkook estacionó su auto junto a los demás en su cochera. Taehyung caminó detrás de él siguiendo el camino asfaltado junto a la grama podada del patio exterior y siguieron por la escalera de pavimento que los conducía hasta la puerta de entrada a la casa.

Fueron recibidos por el reconocido aroma a canela y menta que caracterizaba la residencia de Jungkook, la calidez de su hogar era algo que a Taehyung le encantaba. El piso de madera del pasillo y las paredes beige iluminadas por la tenue luz del techo la daban ese toque hogareño y sencillo.

—¿Por qué no tienes escoltas aquí arriba? —cuestionó Taehyung cuando Jungkook encendió las luces de la sala de estar, dejando a la vista la pared grisácea del fondo que le daba un toque rústico por su diseño al no estar pintada.

—Porqué me gusta la privacidad, además, es por el único lado que se puede entrar y salir, a menos que alguien venga en helicóptero claro —respondió Jungkook dejando su saco en el mueble azul oscuro en forma de L adornado con cojines amarillos mostaza—. Tampoco es que sea muy grande, al menos no tanto como la tuya.

La casa de Jungkook tenían las proporciones adecuadas para alguien que vivía solo, aunque era medianamente grande, era un lugar muy privado, tenía una de las mejores vistas de Busan, un patio increíblemente extenso, altos ventanales y muebles caros. Su hogar era sencillo, pero que lucía bastante lujoso.

—Deberíamos ducharnos —susurró el pelinegro siguiendo su camino a las escaleras detrás de su pared de diseño vintage—. Es la primera vez que te quedarás aquí, así que no se si querrás dormir en otra habitación.

—¿Qué dices? Desde que empezamos a salir no dormimos separados, somos pareja, claro que dormiré contigo —declaró Taehyung.

—Puedes ducharte primero —indicó el azabache abriendo la puerta de su recámara. Taehyung se sorprendió al ver lo espaciosa que era y la hermosa vista que tenía. El techo de la recámara llamó su atención, este tenía vigas de madera que le daban un toque bastante confortable.

Mientras Jungkook desaparecía en su closet, tuvo el atrevimiento de rodar la puerta corrediza junto a la cama, siquiera tenía cortinas y los ventanales no estaban polarizados, pero con la vista que tenía tampoco querría cubrirlo. De todos modos, no es como si alguien pudiese ver hacia el interior de la casa, estaban en la cima de una colina, lo único que se podía apreciar eran nubes, árboles y las luces que iluminaban a Geumjeong.

Taehyung apoyó sus manos de la barandilla apreciando cómo las luces parecían estrellas en el cielo, la fría y algo húmeda brisa por la cercanía con las nubes, azotaba contra su rostro moviendo ligeramente su cabello.

Cuando Jungkook volvió a la recámara, dejó la ropa para Taehyung en la cama y dirigió su mirada hasta el rubio de espaldas a él, apoyó su peso en una pierna recostándose ligeramente de la puerta de tres que dividía la habitación del amplio balcón en el que se encontraba Taehyung. Lo observó en silencio mientras se cruzaba de brazos.

—Que vista tan hermosa —susurró Taehyung al darse cuenta de la presencia del pelinegro detrás de él.

—Lo mismo digo —masculló Jungkook con su mirada la silueta del rubio.

—Ah, estoy muy cansado, no quiero pensar en nada, solo quiero sumergirme en la bañara y beber —murmuró mientras se daba la vuelta para encarar al azabache—. ¿Te unirás conmigo?

—No me parece que sea buena idea si no queremos terminar en lo de siempre —consideró Jungkook.

—¿Eso es lo que piensas después de haberme llevado a cenar y regalarme un collar de perlas muy caro y único? —cuestionó Taehyung deteniendo sus pasos frente a él—. Solo quiero tener un baño relajante con mi novio.

Llevó sus manos al pecho de Jungkook, quien extrañamente mantenían una expresión seria. Taehyung tenía una idea en qué podría estar pensando.

—Novio, es una palabra a la que no me acostumbro, me siento como un adolescente —susurró Jungkook soltado sus brazos para apartar el cabello de Taehyung de su frente. Este volvió su mirada al piso y dio un paso atrás apartando las manos del pecho del azabache.

Taehyung siempre se ha considerado el tipo de pareja que es cariñoso y demostrativo, algo con lo que ya no se sentía tan cómodo como antes, había sido humillado por serlo; se reprimió mentalmente por haber dicho aquellas palabras. Pensó que Jungkook creería que llevaba las cosas muy rápido, cuando apenas llevaban semanas saliendo. Aunque no se mostraba completamente como era realmente y como se sentía, lo poco apegado que era a Jungkook fuera de las intenciones sexuales, parecía seguir sorprendiéndole al pelinegro, por eso pensó que quizás no le gustaba.

Para Jungkook aún era algo nuevo y muy diferente ver a Taehyung ser cariñoso con el fuera del sexo, el tono de voz con el que le hablaba era distinto a cómo le hablaba cuando estaban en trabajo. Él era romántico, pero le sorprendía que Taehyung también lo fuera cuando éste antes se comportaba menos cariñoso y cercano, siempre mantuvo una imagen y actitud dominante, todavía lo hacía, pero sólo en público.

Al estar solos, se le notaba más tranquilo, relajado, cómodo. Era algo que le encantaba porque solo era así con él, al igual que Jungkook solo era dulce y romántico solo con su pareja. Por lo general Jungkook era quien usaba los apodos de cariño, quien tomaba la iniciativa para un abrazo o una simple caricia en la mano. Que Taehyung fuera quien hiciera todo eso llamándolo "novio", era una nueva faceta a la que Jungkook no estaba acostumbrado, pero a lo que podría acostumbrarse.

—Lo siento si soy muy pegajoso, si te molesta...

—No dije que no me gustara, solo es algo nuevo cariño —le interrumpió Jungkook al tomarlo por la cintura para apegarlo a su cuerpo y plantar un beso en la frente descubierta del rubio.

—Prepara la bañera, traeré algo de vino para los dos —le pidió Jungkook mirándolo directo a los ojos. Amaba que fueran de la misma estatura porque así podía besar su nariz, acción que no pudo evitar hacer antes de dejar la habitación y a Taehyung sonriendo.

No tardó en despojarse de sus prendas, dejando su nuevo collar reposar en la caja de porcelana sobre la mesita de noche junto a la espaciosa cama.

Se aproximó hasta la puerta blanca que daba al cuarto de baño, frente a él se encontró el lavabo doble y flotante, no pudo envidar mirar todas las lociones y perfumes de Jungkook que reposan en una pequeña repisa junto al espejo. A su derecha se encontraba la tina blanca, junto a ella el ventanal triple que permitía tener la misma vista desde el balcón; corrió las cortinas para poder apreciar por completo la ciudad y dejó su móvil en una de las tres mesitas auxiliares detrás de la bañera.

Con el sonido de grifo que llenaba la tina de fondo, se quitó la ropa dejándola colgar en el pequeño tendedero a un lado de las batas de baño que cuelgan cerca de la puerta. En completa desnudez buscó jabón entre los gabinetes del lavamanos; sonríe al encontrar un frasco de lubricante a prueba de agua, mismo que dejó en la mesita junto a la bañera. Optó por el jabón a base de sulfato de magnesio, lavanda y Aloe Vera lo que mezclo con el aceite esencial de almendra.

En cuanto Jungkook entró al cuarto de baño encontró a Taehyung sumergido en la tina con el agua cubriéndolo hasta sus hombros y con la cabeza echada hacia atrás.

—Veo que encontraste los aceites, huele delicioso —comentó dejando dos copas en la mesita vacía.

—Se siente delicioso. —Taehyung se sentó derecho flexionado sus rodillas y recibiendo la copa ahora llena de vino que le tendía Jungkook, quien no tardó en quitarse la ropa y dejarla colgar junto a la del rubio que no le quitó la mirada de encima hasta que se metió a la bañera de frente a él.

Jungkook llevó su mirada al ventanal mientras tomaba un sorbo de su bebida y se sumergió en el agua echando su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y los brazos extendidos a cada lado de la bañera.

—¿Qué vamos a hacer? —cuestionó Taehyung en un susurro.

—Nada, estar preparados para lo que sea que venga —contestó Jungkook seguido de un resoplido.

—Intentarán quitarnos del camino y esa estúpida regla será la excusa perfecta, así que espero lo peor —masculló Taehyung.

Jungkook se quedó en silencio durante un largo rato, el también esperaba lo peor y no podía apartar de sus pensamientos todos los posibles ataques que pudieran recibir; no sabían cuándo, dónde, ni cómo serían atacados a menos que su infiltrado les diera información.

Lo único que tenían en mente era que podía perder sus relaciones con el extranjero, su negocio con empresarios, el contrabando de armas se podría ir al caño y ni hablar de su familia. Dejó salir un largo suspiro y volvió a tomar del vino que en cuestión de minutos ya había terminado, dejando una copa vacía en la mesita a su lado.

Taehyung escaneó con la mirada el cuerpo del azabache, podía saber por sus expresiones, sus suspiros y por cómo se peinaba constantemente el cabello hacía atrás que tenía muchas cosas en mente, y que cada una de ellas tenían que ver con que sus más grandes enemigos sabían sobre su relación amorosa, lo que para ambos era frustrante.

Repitió la acción de su pareja al dejar la copa vacía en la mesa auxiliar, sumergió por completo sus piernas en el agua haciendo contacto con las de Jungkook, pero éste mantuvo su mirada en el exterior, ajeno a las intenciones del rubio.

Taehyung se levantó logrando llamar la atención de Jungkook, se sentó nuevamente en la bañera esta vez de espaldas al pelinegro y en medio de sus piernas se deslizó hacia atrás hasta presionarse contra su pecho.

—Abrázame —susurró Taehyung dejando caer su cabeza en el hombro del pelinegro mientras este obediente lo rodeaba por los hombros.

—¿Por qué estás tan amoroso hoy? —cuestionó Jungkook observando como el rubio tomaba en sus manos las espumas provocadas por el jabón.

Taehyung se quedó en silencio, sintiendo los fuertes brazos de Jungkook abrazarlo, mantuvo su mirada en el agua preguntándose si debía contarle el porqué estaba así de afectuoso, no quería que abrirse demasiado, no cuando estaban en medio de una situación complicada.

En el fondo sabía que tarde o temprano su relación estaría pendiendo de un hilo, pero hace tanto tiempo que no se sentía así con alguien, que podría ser cariñoso. Hace mucho que no tenía algo más allá del sexo y ni pensó que lo extrañaba tanto hasta aquella noche, cuando necesitaba con arrebato sentirse protegido y querido. Necesitaba que aquello durara un poco más.

—Tengo un poco de miedo —admitió en un murmuro.

—¿De qué? —cuestionó el pelinegro llevando una mano a la rodilla flexionada de Taehyung para dejar sutiles caricias en la zona.

—De que esto no dure mucho —susurró—. Posiblemente estabas pensando en cómo escapar y dejarme, después de todo...

Tae —lo interrumpió Jungkook—. Si hubiese querido dejarte lo hubiera hecho en el momento que empecé a tener sentimientos por ti, ya es tarde para eso así que no voy a dejarte.

Taehyung observó la línea de la mandíbula de Jungkook, quien puso su atención en los labios entreabiertos de chico entre sus piernas. El rubio levantó su mentón hasta hacer contacto con los finos labios del pelinegro; ambos se sumieron en un beso pasional que fue subiendo de temperatura. Taehyung tomó una bocanada de aire y deshizo el abrazo al sentarse derecho y girarse a medias para poder tomar entre sus manos el rostro Jungkook y besarlo con más precisión.

Mmm —jadeó en medio del beso cundo sintió la lengua de Jungkook rozar su labio inferior. Las manos del pelinegro recorrieron la espalda de Taehyung, mientras disfrutaba del sabor del vino tinto en los labios de su pareja.

En busca de más contacto Taehyung terminó de darse la vuelta por completo hasta quedar a ahorcajadas sobre Jungkook, sintiendo la erección en su trasero. Sin apartar sus labios, deslizó sus dedos por el cabello del contrario, liberándolo de la gomita que lo sujetaba en un moño. Sintió como las manos del pelinegro se posaron en sus nalgas haciendo presión contra su dureza, lo que provocó que ambos jadearan en excitación.

Se podía sentir el aumento de calor en el ambiente. Entre suspiros lujuriosos, Taehyung enredó sus dedos en el cabello de Jungkook y tiró levemente de este obligándolo a apartarse del beso.

El rubio le dedicó una mirada traviesa antes de empezar un recorrido de besos desde el mentón, pasando por su cuello y sus clavículas donde succionó, provocándole un gemido ronco que a Taehyung le pareció demasiado sexy. Por primera vez estaba tomando las riendas del momento, levantó la mirada para apreciar las expresiones de Jungkook, quien miró hacia abajo con una sonrisa afectada.

Taehyung lentamente dejó ir el cabello de Jungkook, quien apartó sus manos de los glúteos del rubio para peinar el cabello del mismo, peino sus cejas con delicadeza para deslizar sus dedos por la nariz del hombre sobre el hasta llegar a sus labios entreabiertos; con su pulgar acarició el pequeño lunar en el labio inferior del contrario. Al levantar su mirada se encontró con la mirada Taehyung, esa que antes estaba llena de lujuria ahora tenían un brillo especial, ambos compartían una mirada afectuosa muy diferente a como se habían apreciado antes.

—Creo que nunca había apreciado tu belleza así de cerca —susurró Jungkook perdido completamente en las facciones naturalmente hermosas de su pareja.

—Bésame, quiero que seas tú quien me bese como si fuera el último, porque después de ti no quiero que nadie más me bese —confesó Taehyung en un murmuro. Era la primera vez que era completamente sincero con sus sentimientos hacia Jungkook y por eso el azabache no tardo en cumplir con su petición. Con su pulgar acariciando su mejilla se acercó lentamente y junto sus labios en un beso apasionado cargado de emociones a flor de piel que gritaba todo el afecto que sentían uno por el otro.

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Taehyung empezó a mover sus caderas sobre el miembro erecto de Jungkook quien en el proceso dejo salir un jadeo. Estiró su mano para alcanzar el lubricante sobre la mesita a su lado. Los jadeos se hicieron presente, provocados por el jugueteo de los dedos del azabache en el interior del rubio.

Con el ceño levemente fruncido y mordiéndose los labios, notó como Jungkook lo miraba directo a los ojos, aquella mirada la sintió tan especial porque estaba llena de cariño y lubricidad. Taehyung acaricio el cuerpo del contrario, deslizando su mano por sus hombros y su pecho, sintiendo cada toque tan íntimo como no se había sentido por nadie más que con él.

En aquella tina, bañados en un aroma a lavanda y almendras, entre gemidos llenos de placer y con la luz del exterior filtrándose a través de los ventanales del aquel baño. Enlazaron sus cuerpos volviéndose uno solo, sumergiéndose en un aura pasional y completamente íntimo.

Se unieron piel con piel, sin nada de por medio, lo que se sentía ligeramente diferente a todas las ocasiones en las que había tenido sexo. Se encontraban frente a frente, con las suaves pero placenteras embestidas de Jungkook y la mirada que ninguno de los apartó hasta llegar el clímax. No hacía falta decir mucho porque la mirada que se dedicaban en medio de cada estocada lo decía todo; los gemidos susurrados y las delicadas caricias hacían del momento aún más especial para ambos. Aquel momento se sentía como tocar el paraíso con las manos.

Sus voces se unieron en un gemido gutural al ambos llegar a un orgasmo satisfactorio, Taehyung se dejó caer hacia adelante siendo arropado por los fuertes brazos de Jungkook, se aferró a ellos mientras todo su cuerpo se sacudía junto al del contrario.

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Al recuperar el aliento, permanecieron en la misma posición mientras Jungkook se las ingenió para drenar el agua de la bañera. Aun con Taehyung aferrado a su cuerpo tomó la manguera flexible de la bañera para limpiar el resto de sus fluidos en sus cuerpos. En completo silencio se dedicaron a lavar el cuerpo del otro, de vez en cuando sus miradas chocaban y las sonrisitas se hacían presente.

—Te has sonrojado —susurró Jungkook con voz roca.

—Me sigue avergonzando un poco que me limpies después del sexo, no todos lo hacen y eso es lindo —admitió mientras secaba su cabello después de haberse puesto la ropa que el pelinegro sacó para él, una camiseta y un bóxer.

—Solo lo he hecho contigo —confesó Jungkook acomodando el edredón gris de su cama. Taehyung solo pudo sonreír al saber aquella información, de tan solo recordar la delicadeza con que lo había hecho provocaba que su corazón latiera desbocado.

Luego de haber apagado las luces y cerrado las ventanas, Taehyung se acurrucó debajo de las sabanas sintiendo el rico aroma de su novio, no tardó en pasar su pierna por encima del cuerpo del pelinegro, quien ya estaba acostumbrado a dormir, dejó reposar su mano sobre el brazo del rubio que lo abrazaba por la cintura.

***

Había transcurrido una semana desde que su secreto fue descubierto por sus enemigos. A partir de esa noche el ajetreo de trabajo fue abundante, creían estar preparados para lo que viniera después, pero no sucedió nada y eso les dejaba un sabor amargo en la boca.

Durante toda la semana Jungkook y Taehyung no se vieron un solo día, siquiera para trabajo, apenas y se mensajeaban. Se tomaron muy en serio lo de ser discretos y esperar el golpe para contraatacar.

Jungkook se concentró en las cosas que tenía pendiente y una de ellas era saber el paradero de Seo Joon, el ex de Taehyung por el que era tan cerrado sentimentalmente. Aunque habían tenido un avance, este seguía siendo igual de hermético.

Mientras más días pasaban, más crecía la incertidumbre y el enojo de Jungkook hacia los Shimizu, sabía que era su forma de torturarlos con su silencio aterrador. Estaba muy alerta de todo lo que pasaba a su alrededor, paranoico, se sentía como la presa que caminaba a ciegas con su depredador observando cada paso que daba. Eso le enojaba, porque por primera vez no sabía qué hacer y siempre que se sentía así de perdido, lleno de furia, se refugiaba en su lado más oscuro, en su placer más culposo.

Taehyung y Jungkook eran prisioneros de sus sentimientos furibundos, en su mente habitaban los más oscuros pensamientos y las más despiadadas acciones; mientras más tiempo pasaban consigo mismos, más próximos a cometerlos se encontraban. El silencio de su enemigo solo les provocaba más ansiedad y ellos solo conocían una forma de deshacerse de esa angustia.

Venganza, sangre, balas y muerte. Describían a la perfección todo lo que reinaba en sus pensamientos. Mientras más silencio, más incertidumbre y más muertes.

Taehyung en el fondo era como el tigre bicolor que llevaba tatuado en su muñeca, necesitaba saciar su hambre, su sed depredadora. Mientras que Jungkook como el dragón tatuado en su hombro, necesitaba arrasar con todo lo que se interpusiera en su camino y saciar su sed devoradora.

Ninguno quería que el otro fuera cómplice de aquellos momentos donde solo reinaban la pura maldad en su máxima expresión, por eso se mantuvieron alejados uno del otro.

Aunque sabían que ninguno de los dos eran unos santos y que el criarse bajo las leyes de la mafia significó para ellos adentrarse a un mundo vacío y frío, en el que las muertes formaban parte de su día a día; también sabían que esos momentos en los que se encontraban rodeados de malicias despiadadas y casi inhumanas de las que sentían un placer culposo que no podían ocultar. Aquellos momentos en los que sus acciones estaban colmadas de pura maldad y oscuridad, de alguna forma les avergonzaba que le otro supiera de sus fechorías fuera del trabajo.

En cuanto Jungkook supo del paradero de Seo Joon, no tardó en trasladarse hasta donde se encontraba. Un viernes, en un club de la ciudad de Seúl, bajo el ruido de la música retumbando en sus oídos, lo observó hasta el último momento. No lo perdió de vista ni por un segundo, lo que le hizo darse cuenta de que realmente un cínico que le gustaba jugar con las mujeres, con los hombres, con todos y Jungkook utilizó eso a su favor. Le coqueteó y fingió interés por el cuándo las ganas de matarlo era muchas

En medio de ese coqueteo y aprovechando que aquel hombre más alto que él estaba medio ebrio, lo llevó a su cuarto de hotel y lo que se supone que empezó como un juego de preámbulo antes del "sexo" se convirtió en una tortura para Seo Joon, una se la que Jungkook disfrutó al máximo.

—Puedes gritar todo lo que quieras, nadie puede escucharte —demandó Jungkook sentándose frente a él—. Alquilé todo el hotel solo para hacerte sufrir un poco.

—Ni siquiera te conozco, creo que me has confundido amigo —opinó tratando de deshacerse de las cuerdas que lo ataban a la silla.

—Oh sí que te conozco, déjame ponerte en contexto —replicó mientras se ponía de pie para darle la espalda y tomar un objeto punzante de la mesa junto a la ventana—. Kim Taehyung.

Seo Joon al escuchar aquel nombre se quedó paralizado y dejó de moverse en la silla para fijar su mirada en la espalda del peligro frente a él, que parecía decidir con que objeto lo torturaría primero.

—¿Quién eres? —preguntó con su voz profunda.

Tsk —Jungkook chasqueó con la lengua antes de darse la vuelta con una pinza en manos—. Eso es lo primero que debiste preguntar.

—¿Qué es lo que quieres de mí? —cuestionó mientras el azabache se acercaba a pasos lentos hacia él. Vio como él se sentaba en la silla y la arrastraba hacia adelanto de modo que su rostro quedaba muy cerca.

—Verás —masculló pasando la pinza por sus dedos—. Yo quiero hacerte sufrir un poquito más de lo que le hiciste sufrir a Taehyung.

—No me digas que eres su nuevo novio, joder, tenía que ser otro mafioso desquiciado como él —se quejó Seo Joon entre dientes—. No sé quién seas, pero yo no tengo la culpa de que él se haya obsesionado conmigo, es decir, quien soportaría tanta intensidad, él era muy empalagoso.

Jungkook solo lo observó con detenimiento sin siquiera pestañear, empuñó la pinza en sus manos y sin que Seo Joon se diera cuenta la dejó posar en su dedo indicie, para arrancarla de golpe y un grito desgarrador de dolor hizo eco en la habitación.

La noche se hizo larga y los gritos de suplicio se escuchaban por todo el pasillo fuera de la habitación, donde los únicos cómplices eran los escoltas en la puerta. Jungkook se encargó de hacer aquella torture larga y dolorosa.

—¡Estás loco, maldición! —se quejó Seo Joon de dolor al sentir el desgarrador de otra uña siendo arrancada con tal lentitud que podía sentir cada tejido muscular desgarrarse en el proceso.

—¿Q-qué ganas c-con esto? —lloriqueó con el cuerpo echado hacía adelante y la respiración agitada.

—Nada, solo eres mi saco de ira —admitió Jungkook—. De todos modos, tienes un hijo y te comportas como un maldito hormonal, solo por eso no te mataré.

—¿Qué hijo? —cuestionó levantando su cabeza para mirar con confusión a Jungkook.

—No me digas que todo eso del embarazo solo fue tu forma para deshacerte de Taehyung —espetó con los ojos desorbitados.

En ese momento Seo Joon supo que había metido la pata, no recordaba que todo aquello de que estaba esperando un hijo fue todo un engaño para sacar a Taehyung de su camino. Jungkook lo miró con total desprecio y lo que sintió en aquel momento fue un odio que lo cegó por completo.

Con la ayuda de sus escoltas lo desataron, el pelinegro prácticamente le arrancó la ropa que llevaba puesta y cuando estuvo completamente desnudo volvió a atarlo de pies y manos en la silla.

—Salgan —le ordenó a los guardaespaldas, quienes dejaron la habitación de inmediato.

—¿Qué es lo que me harás? —cuestionó Seo Joon asustadizo.

—Matarte —replicó Jungkook con voz ronca. Desapareció en el interior del baño y volvió con un balde de agua fría que lanzó al cuerpo desnudo de su víctima.

—No, espera, debe haber otra forma —suplicó mientras veía como le colocaba un cinturón paralizante de electrochoque y electrodos en diferentes partes del cuerpo. En ese momento entró en pánico total y empezó a balbucear cosa sin sentido.

Jungkook se sentó frente a él con el control que le daría los electrochoques el hombre frente a él. Solo bastó con encender el aparato para que los gritos de dolor se hicieran presente en la habitación.

En su mente ya no solo se trataba de lo que le había hacho a Taehyung. Sus pensamientos fueron arropados por una nube oscura que se reflejaba en su mirada penumbrosa, su expresión era completamente neutral y en sus facciones no había una pizca de remordimiento, placer, culpa, nada. Su mirada era vacía y hasta cierto punto tenebrosa.

Parecía ido de la realidad y en su mente solo podía escuchar los gritos de dolor de la persona frente a él. Apretó aquel botón una y otra vez hasta que Seo Joon quedó inconsciente y con un tiro en el pecho que lo terminó de matar.

Sus escoltas ya sabían que debía hacer con el cuerpo, pero fue problema para Jungkook porque en ningún momento él pensó en matarlo hasta que supo la verdad, ahora debía encargarse de la policía. No estaba en Busan, pero podía usar la influencia de allí para evadir la cárcel como lo ha hecho toda su vida. Solo hizo falta de una llamada y dinero de por medio para borrar evidencia que lo incriminara.

Durante todo el camino de vuelta a Busan, meditó como volvería a ver a Taehyung a la cara después de lo que hizo, es por eso que prefirió quedarse en su casa durante toda la mañana, pero al final decidió buscarlo. Hace una semana que no se veían y ya no podía seguir postergando eso. En el fondo necesitaba verlo y sentirlo cerca, esperaba que su presencia lo hiciera sentir menos malvado.

Al llegar a su casa lo encontró en las mismas circunstancias que él estuvo el día anterior en aquel hotel de Seúl. Lo vio salir del sótano de su casa con manchas de sangre en su ropa y un semblante sombrío que nunca había visto en él.

—Oh, no sabía que vendrías —comentó Taehyung sorprendido de ver a su pareja de pie frente a él.

Se había pasado la semana pensando en él, pero su miedo de ser un hombre muy pegajoso no le permitió hacer más que un par de llamados y mantenerse en contacto por mensajes. Fue como si después de que los Shimizu supieran de su relación todo entre ellos hubiese cambiado, tanto que aquella noche en la casa del pelinegro parecía algo alejado de la realidad, como algo que nunca pasó, un sueño.

Se percató de la sangre en sus manos y en su ropa, aunque también le estaba huyendo a que él lo viera siendo un monstruo despiadado en aquel momento ya no podía hacerlo, solo podía actuar como si nada estuviese sucediendo.

—Creí que teníamos reunión con el infiltrado. —Jungkook decidió refugiarse en la excusa de que estaba allí por trabajo cuando en realidad sólo buscaba sentirse con los pies en la tierra y no flotando en una nube de pensamientos oscuros.

En el fondo necesitaba que Taehyung lo devolviera a la tierra y cuando sus miradas se encontraron, el azabache supo que él también lo necesitaba.

—Si, a las cinco, apenas son las tres —señaló Taehyung aún de pie a una distancia que Jungkook deseaba cortar cuanto antes, pero sabía lo incómodo que iba a sentirse Taehyung cuando tenía sangre en las manos, parte de su rostro y su ropa.

Jungkook quería preguntar qué hacía allá abajo, pero prefirió no hacerlo porque sabía que sería aún más incómoda la situación. Tampoco quería tener que responder preguntas por parte del rubio.

—Espérame aquí un minuto, vuelvo pronto. —Observó como Taehyung se alejaba a pasos apresurados hasta desaparcar por las escaleras.

La curiosidad de saber quién estaba detrás de aquella puerta lo estaba carcomiendo. Mordió el interior de su mejilla y movió con nerviosismo sus manos, no quería invadir la privacidad de su pareja cuando éste claramente no quería contarle que había estado haciendo.

Aun así, bajó las escaleras y se encontrón con una escena que no esperaba ver. La chica que se había infiltrado en el burdel colgaba de ambas manos de un tubo de metal, estaba en ropa interior y completamente desaliñada, con los pies ensangrentados y con marcas en su cuerpo que parecía quemaduras. Se supone que ella estaba siendo vigilada Monique hasta que este tuviese el tiempo para ocuparse del asunto, pero por lo que podía ver Taehyung se le adelantó.

Así como entró a aquella habitación, salió en completo silencio, detuvo sus pasos apresurados cuando notó la silueta de Taehyung frente a él. Se había cambiado de ropa, ahora llevaba un pantalón y una caminada blanca desabotonada hasta los tres primeros botones, luciendo el collar de perlas que le había comprado y por encima de sus hombros una americana celeste que combinaba a la perfección con su cabello dorado y su tono de piel.

A Jungkook no le dio tiempo a excusarse cuando Taehyung lo tomó por el saco negro que llevaba puesto y unió sus labios en un beso. En ese momento Jungkook dejó caer sus hombros en relajación al sentir la calidez de la boca del contrario. No sabía que extrañaba tanto tenerlo así de cerca hasta ese instante en el que ambos se sumergían en un beso necesitado y pasional.

El azabache lo tomó por la cintura para apegarlo aún más a su cuerpo, sintió los dedos de Taehyung en su rostro mientras profundizaba el beso, moviendo su cabeza de un lado a otro provocando el sonido de sus labios al separarse por cuestión segundos y volver a juntarse con necesidad.

—Te extrañé —susurró Taehyung antes de seguir repartiendo pequeños besos sobre los labios de Jungkook.

—Y yo a ti —masculló el pelinegro con sinceridad, apartando con su dedo índice un mechón de cabello de Taehyung.

—Ya sé cuál es el centro de operaciones de los Shimizu, también se lo que planean —informó entrelazando su mano con la de Jungkook.

—Vi que no tuviste piedad con ella —comentó Jungkook viendo como el rubio frente a él jugaba con su mano tatuada.

Taehyung se mantuvo en silencio y cuando levantó la mirada Jungkook notó que se sentía avergonzado por ello, cuando no era la primera vez que torturaban a alguien y no era la primera vez que alguno era cómplice de las travesuras del otro. Pero el que todo lo que pasaba en ese momento girara entorno a que ellos eran pareja, de alguna forma se sentía diferente.

Aunque ninguno lo había dicho, el deseo de alguna forma ser bueno para el otro era algo que no podían evitar. Querían esconder uno del otro su versión más terrorífica, todo esto provocado por el sentimiento de amor que estaba naciendo entre los dos.

—Y-yo iré primero, nos encontramos en mi oficina —explicó Taehyung apartándose de Jungkook.

—¿Por qué? —cuestionó el pelinegro siguiéndole el paso hacia la salida.

—¿Para que no nos vean juntos? —respondió dudoso.

—Somos socios, estamos trabajando juntos, eso todo el mundo lo sabe —señaló Jungkook subiéndose al coche de Taehyung que conducía su chófer.

Al llegar el centro de operaciones de los Jumok, donde la mayoría de los escoltas entrenaban, donde se llevaban a cabo todas las reuniones de equipo; el local era de tres pisos y la oficina de Taehyung se encontraba en el último piso.

El infiltrado que tenían en el clan Yangban debía rendirles cuenta semanalmente; en las últimas semanas no habían obtenido ninguna información por lo que esperaban que aquella ocasión no fuera el caso.

Taehyung de sentó detrás de su escritorio con Jungkook atrás suyo mirando por la ventana que daba vista a los demás edificios que los rodeaban. Mantuvo su oído en el chico que relataba todo lo que había pasado en esa semana en el clan Yangban, pero le puso más atención cuando finalmente dio información que si era interesante para ellos.

El solo le confirmó a Taehyung lo que ya sabía. Sus enemigos estaban en completo silencio porque estaban usando las fotos que tenían de ellos para hacer que sus socios rompieran relaciones con ellos.

—¿Y qué pasa con el archivo se olvidaron de ello o qué? —cuestionó Jungkook.

—Su prioridad en este momento es dejarlos sin aliados, que nadie quiera hacer negocios con ustedes para poder quitarles el poder y así obtener el archivo —explicó.

—Matar a dos pájaros de un tiro —concluyó el pelinegro.

—¿Y se han reunido con alguno de esos socios? —preguntó Taehyung preocupado.

—Esta misma tarde lo harán —informó el chico frente a ellos—. No he podido avisar antes porque empiezan a sospechar de mí.

—Ten cuidado, no vengas la próxima semana para no levantar más sospechas —ordenó Taehyung antes de él que chico se despidiera con una reverencia.

Taehyung se giró para hacer contacto visual con Jungkook, quien supo de inmediato que significaba esa mirada. La guerra había iniciado, el que ellos se estuvieran reuniendo con sus socios y otros clanes, significaba que estaban revelando la relación de ambos y eso solo traería consigo más problemas.

Ese era el golpe que estaban esperando para poder contraatacar, ambos sabían que en el cualquier momento todos los clanes lo sabrían y los únicos afectados serían ellos. No pretendía quedarse de brazos cruzados mientras sus enemigos intentaban de la peor manera quitarles el poder, responderían a sus ataques bajo la mesa con fuego si era necesario, de lo que estaban seguros es de que no se dejarían derribar por haber roto una regla que consideraban absurda.

No iban a dejarse quitar el poder solo por no seguir una regla que les imponía ser quienes no eran, que les obligaba a seguir una orientación sexual que no iba con ellos.

Estuve toda una semana con este capítulo, no quería hacerlo tan largo pero tampoco quería dejarlo para otro capítulo, por lo que tuve que rehacer una escena y cortar otras.

De verdad espero que les haya gustado, ya nos estamos acercando al final, así que empezaré a publicar como antes: martes, jueves y domingos, empezando por el próximo jueves.

¿Qué les pareció el capítulo? Los leo🧐

Nos seguimos leyendo. Cuídense mucho y tomen agüita💜

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