1

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

-Oye.

Habían momentos en que la vida era tan dulce como un delicioso pedazo de pastel, pero no era tan de dulces, solo en ocasiones estaba bien.

-¿Me estas escuchando cuando te hablo?

Habían otras veces en las que era mejor comer algo amargo, quizás cacao.

-Los humanos son tan tontos.

Habían veces en las que simplemente quería empinarse un trago.

-En especial las mujeres.

El colmo.

-No escuché nada, no veo nada -canturreando en respuesta y mirando a un lado es su manera de evadir al tipo que estaba a un lado de ella.

Claro, si a eso se le podía considerar tipo, al menos parecía del género de la XY, si es que eso le aplicaba a su especie.

Japón es bello dijeron, no lo desmentía; su cultura es muy rica dijeron, ¡tampoco tenía objeciones! Quizás su único desacuerdo era el ser que se encontraba junto a ella en esa casa de los baños termales.

Bendita ella y su rara suerte, hubiera sido completamente feliz con una mentita sobre su almohada, pero ahora solo le quedaba negar que había algún tipo raro de demonio a su lado para aferrarse a la realidad.

-Si sigues haciendo una burla de mi, pienso en quemar tus cejas -ante la provocación esta vez si le dio la atención que le pedía, era un tipo en uno de esos trajes tradicionales japoneses (porque llegados a este punto tenía más miedo por su cordura que por otra cosa), todo en verde y negro, algunos accesorios que se veían de oro, ni hablar de esa tela blanca sobre su frente.

Todo normal pero, ¡Oh! ¿había olvidado decir que el tipo tenía una flama pequeña de fuego en las manos y que poseía dos cuernos de los cuales las raíces eran ocultas por su cabello castaño? Cualquiera diría: "Oye, buen cosplay de lo que sea que seas" pero dejó de pensar en eso cuando vio que se esfumaba como humo en tres segundos y que se volvía a aparecer como si nada.

-Tengo que ir al psicólogo, no, al psiquiatra -murmuró mientras se veía a sí misma compartiendo la mesa y la comida que le daba el hotel con él, quien comía con toda normalidad mientra ella tenía que acribillar los pedazos de sushi para poder llevárselos a la boca.

-No estas loca, quizás-uh, ahí iba otra vez con su rara personalidad- pero debo dejarte en claro que yo soy real -no le dio más vueltas, tampoco es que tuviera muchas esperanzas en que le llegasen a creer y no estaba en sus planes ser encerrada en una institución mental lo que le quedaba de vida.

-Entonces señor "tócame que soy realidad, ¿me podrías iluminar en qué eres? -justo en ese momento, ya nada más loco le podría venir.

Ah, pero sí que lo hizo.

Un Oni, eso era, un demonio japonés que controla el fuego, etc, etc. Y que por cierto, se llamaba Kyo.

Ni en sus más salvajes sueños pensó que se encontraría un personaje de juego otome en sus primeras vacaciones a solas. Pero se debía remarcar con plumón fosforecente que Kyo estaba muy, pero muy, lejos de ser si quiera el molesto pero pasable tsundere de los juegos otome y (...) estaba incluso más lejos de ser la perfectamente hermosa protagonista del mismo juego que salía con temática de monstruos por ser octubre.

Casi le parecía escupido de una mala trama de telenovela reciclada que esto le estuviera pasando a ella y de esa forma, lo que uno se esperaba de un Oni era que, como decía la cultura, temblará por su vida porque son increíblemente fuertes, demonios en todo el sentido de la palabra, pero Kyo...

-Esto es un koi fantasma mariposa y este un koi de rosetas -con Kyo la cosa era más tranquila, no habían cabezas rodando, no habían epidemias, a lo mucho algo de miedo cuando lo veía jugando con su fuego cerca de objetos altamente inflamables, era un tipo tranquilo, la mayoría del tiempo al menos, cuando salía a turistear y regresaba al hospedaje ya algo entrada la noche se lo volvía encontrar, en ocasiones escribiendo poesía que siendo sinceros era de todo menos poesía, y en otras solo mirando al horizonte, más exactamente al hogar del otro lado de la calle, donde el hijo mayor tenía una moto.

-Te soy sincera, los veo muy iguales -la miró como si le dijese: "¿es que eres tonta?", con una ceja levantada y sus pupilas pequeñas, casi haciendo que recuerde algún anime en una escena cómica- ¿Qué? Lo digo en serio quizás solo tú te das cuenta de estas cosas porque te gusta el pescado asado.

-No compares un koi con un pescado asado.

-¿Porque es de mala suerte?

-La suerte y esas cosas son tonterías.

Pues yo creo que fue una suerte encontrarte cuando tantas pudieron haberlo hecho, pero no sé si fue buena o mala; piensa en su mente, incapaz de replicarse porque parece que esos temas del destino le caen igual que un puñetazo en las vísceras.

La cercanía ya era normal pero se recordaba que él no era humano y que debía ser cuidadosa.

Quizás debió empezar a preocuparse cuando en lugar de darle cosa por tener que convivir con él forzadamente, al no haber más cuartos ni dinero para irse a otra parte, se convirtió en la cosa que le daba cuando ambos compartían sus audífonos, descubriendo que le gustaban canciones de rock y que hasta notó que sus ojos marrones y profundos parecían brillar con el toque de las cuerdas.

Sip, en definitiva debió haberse preocupado por ello en cuanto en su mente empezaron rondar los globos oculares de un demonio.

-¿Cuánto tiempo haz estado aquí? -la pregunta se le fue por accidente, fue más una pregunta sin respuesta en su mente que se le escapó mas no trató de explicarlo porque él se veía con la misma expresión de siempre, calmado hasta cierto punto pero sin dejar de lado esa aura confiada.

-¿Eso importa? -su respuesta trataba de sonar como era lo usual, algo arrogante y dándose aires de grandeza, pero hasta este punto ella ya podía decir que esos ojos mirando al horizonte significaban algo más.

Como cuando ella dormía y él aun se quedaba ahí, a un lado de las puertas de papel de arroz y madera, mirando hacia afuera, si quería salir, ¿por qué no lo hacía? Quizás le vendría con alguna respuesta a la defensiva, pero pensó que ya tuvo suficiente de sus silencios cuando casi quema el césped del patio mientras parecía estar metido en otro mundo en lo más recóndito de su mente.

-Escupe Lupe -ante su mirada desconcertada suspiró y trató de no pensar en los reclamos de la casera ante ese pequeño pedazo de tierra sin nada verde- es decir, Kyo, siempre me hablas de que eres como te es tan fácil usar tus poderes y sí, una mortal como yo no lo entiende, pero algo te pasa.

No lo conocía por más de unas semanas, pero sentía que iba a mucho más, quizás algo profundo y peliagudo de su pasado, aun así, sabía que si ese era el caso, Kyo no diría palabra, prefiriendo quedarse callado antes que mostrar su sentimientos.

Una muestra de ello eran sus poemas, todas esas palabras tan rebuscadas eran porque él no encontraba las más adecuadas para expresarse.

-Te irás pronto -fue todo lo que pudo sacarle antes de que volviera a desvanecerse en ese cúmulo de humo y cenizas, dejándole toda la noche libre para dar vueltas sobre el colchón, pensando en su mirada esquiva, su ceño fruncido y su tono de voz grave.

No sabe a qué hora llegó a dormirse, menos a qué hora se preparó y siguió caminando con el grupo de turistas en excursión.

Esas palabras la dejaron tan fuera de órbita que apenas se dio cuenta que ese día lo pasó como un robot hasta llegar de nuevo a la puerta de su cuarto, ya ni sabía si pedirle solo a la mujer que sacase sus cosas, disculparse y decir que se iba de vuelta a su país antes de tiempo o correr esa puerta y enfrentarlo cara a cara, mirando sus ojos marrones que combinaban con su cabello castaño, enfrentando su rara y a veces hosca y desinteresada personalidad que podía ser eclipsada por aquella que era amable y hasta cándida que tenía para con ella cada vez que se sentaban solo a ver el cielo nocturno los últimos días, sin decir nada, guardando un mínimo de distancia cuando antes de darse cuenta estaban más perdidos en cómo esa noche las luces se fueron por unos míseros minutos, minutos en los cuales Kyo la despertó en mitad de la noche, apenas guiando a (...) en medio de la penumbra con su dedo encendido con una pequeña flama hasta levantarla y llevarla a la cornisa que llevaba a la salida del cuarto y la entrada al jardín, tomando su mano hasta sentarla y que sus ojos se adapten a la oscuridad.

Si bien las luces de Tokio eran hermosas de noche con ese raro sentimiento atrapante, sus estrellas hechas de plasma eran otra cosa.

Quizás fue ese recuerdo, esa experiencia, la que la llevó a verlo detenidamente, sin mirar su aspecto del todo, pensando en ese ser raro y complejo, que nada tenía que ver con ella más allá de una extraña coincidencia.

Posó su mano sobre la puerta y, a conciencia, tomó su decisión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro