Complot.

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Despierta sintiéndose terrible, como si un camión la hubiera atravesado por completo. La luz penetraba ligeramente por las cortinas entreabiertas, lo que la despertó. Sin orientarse del todo, intenta incorporarse en la cama, pero inmediatamente unas horribles agujetas la invaden, sin mencionar el punzante e incómodo dolor que persiste en sus partes más íntimas. Por reflejo, quiere llevar su mano allí, pero algo la hace percatarse de que hay alguien más aparte de ella en su habitación.

Se gira para mirar al ser en cuestión, y sus ojos se agrandan de sorpresa y horror al darse cuenta de quién se trata. ¡Se trataba deDídac D'amico! "¿Así que el que me ayudó anoche y con quién pasé la noche era él?" Se cuestionó con espanto, mirándolo.

Lo primero que nota de él es su ancha espalda, cubierta de tatuajes. Los dibujos parecen estar enredados entre sí, pero logra distinguir un feroz tigre blanco que se alza contra una gran cobra que se enrosca a su alrededor; los tatuajes se extienden hasta sus brazos, que están semiflexionados y escondidos entre las almohadas en las que reposa su cabeza. No lleva camisa, y a juzgar por su propio cuerpo desnudo, podría asegurar que él también lo está por completo. Eso la hace sentir aún más miserable, pero no es momento de derrumbarse allí. "Lo primero es salir cuanto antes de la habitación." Así que se quita las sábanas que la cubren y trata de levantarse para buscar su ropa. Sin embargo, sus piernas la traicionan y apenas logra sujetarse a la cama para evitar caer de bruces contra el suelo.

"¿Que demonios le pasa a mi cuerpo?" Se vuelve a preguntar y se observa a sí misma para ver qué está mal y sus ojos vuelven a agrandarse al ver con horror las marcas que cubrían su cuerpo, estos eran chupetones, incluso podí divisar algún mordisco en la zona de sus pezones y muslos. "¿Pero qué es este hombre, un animal salvaje?" Piensa para sí, aun observándose, pero su moral cae al completo al ver las sábanas, manchas de sangre, su sangre.


-De verdad ha pasado...-murmuró con suma tristeza, contendiendo las lágrimas que estaban deseando bajar por sus mejillas.

Lo que tanto, había estado guardando con tanto cuidado, había sido entregado a un hombre que no amaba, ni conocía, todo a causa del hombre que sí amaba y conocía. "Qué ironía"

-No, no es momento de lamentarse. Tengo que salir de aquí-susurró entre dientes.

Después de respirar profundamente, lo intentó por segunda vez, esta vez con más calma y precaución. Logró ponerse de pie y se dispuso a buscar su ropa por la suite, que por suerte no tardó en encontrar. Lo malo era que todo estaba rasgado e irreconocible, a excepción de los pantalones vaqueros.

-Definirivamente es un hombre bestia.

Así que, sin más opciones, tomó la camisa de color azul del hombre en cuestión y se la puso rápidamente. La camisa era lo suficientemente grande como para cubrirla todas las marchas de sus brazos y parte del cuerpo. Se puso los pantalones vaqueros que también estaban desgastados, pero se los puso de todos modos.

Salió de la habitación sin siquiera buscar los zapatos, ya que no quería tentar a la suerte y despertarlo. Atravesó el hotel a toda prisa, ocultando su rostro tanto como pudo con su cabello negro, cayendo hacia abajo. Una vez fuera, pidió un taxi, donde se subió y finalmente pudo soltar un profundo suspiro.

Al cerrar los ojos, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a inundar su mente: la despedida de soltera, el extraño mareo, el despertar en la cama con un desconocido y descubrir la verdad de todo esto. "¿Cómo han podido hacerme esto? Justamente ellos dos, ¿Cómo...?" se lamentaba en su interior, con las lágrimas sin cesar. Y para empeorar la situación, había entregado su pureza a uno de los hombres más despiadados de toda la ciudad. Ni siquiera podría recordarlo, aunque al pensarlo mejor, quizás era preferible así. "¿Por qué me suceden estas cosas a mí?"

Mientras continuaba atormentándose con estas cuestiones sobre su vida, el taxi se detuvo a unas pocas cuadras de la mansión de su familia. Sin dinero para pagar, intentó asegurar al conductor que iría a buscarlo, pero él simplemente le dijo que no era necesario y se marchó. Esto la resultó extraño, pero lo dejó en segundo plano, consciente de lo que tendría que enfrentar a continuación.

Cuando entra en casa, siente un impacto en su mejilla y parpadea confundida, dirigiendo su mirada hacia el origen del golpe. Su madre, con el rostro enrojecido de ira, estaba frente a ella, pero no solo ella. Había recorrido la casa al notar la presencia de más personas de lo necesario.

Sus tios, primos, sobrinos y su padre, quien la observaba con decepción y enfado, estaban presentes. Su padre se retiró sin pronunciar palabra alguna, después de dirigirla una mirada severa. Incluso su hermana y prometido, aparentando sorpresa y falsa tristeza, estaban allí.

-¿Cómo pudiste cometer tal acto el día antes de tu boda?-gritó su madre, mientras ella llevaba su mano a la mejilla dolorida.

Miró a Danna y Kevin, quienes continuaban con sus expresiones de disgusto fingido ."¿Qué es lo que han dicho esos dos?" pensó para sí.

-Mamá, no sé de qué estás hablando- murmuró, sin saber qué más decir.

-¿De verdad no lo sabes? Te fuiste con tu hermana y la dejaste sola para acostarte con un cualquiera-la acusó.

-¡Eso no es cierto!- respondió molesta y dolida por sus palabras.

-¿Tienes la audacia de negarlo después de entrar así, Karina? ¡Mírate!- exclamó su madre.

-Mamá, las cosas no son como piensas, si me dejas expli...

-¿Que no son como piensa? ¿Aún lo niegas después de esto?- intervino Kevin, acercándose y arrojando unas fotos que parecían mostrarla en la cama con aquel hombre mayor de quién a duras penas logró escapar.

Se sintió horrorizada al verlas, sin entender cómo existían tales imágenes cuando ni siquiera se había acostado con él.

-¡ ¿También vas a decir que son falsas?!-inquirió Kevin con fingida indignación.

Ella apretó los puños y se mordió la lengua, consciente de que no tenía pruebas para desmentirlos y de que empeoraría su situación si los delataba.

-¿No vas a decir nada?-volvió a hablar su madre, y ella la miró con resignación.

-¿Cambiará algo lo que yo diga? No me creerás, ni siquiera escuchaste mi versión. ¡Me golpeaste apenas entré por la puerta!- respondió.

-¡Tienes suerte de que solo te haya dado una bofetada, Karina! ¿Qué te pasó por la cabeza para hacer algo así? ¿Es que no puedes hacer nada bien por una vez en tu vida?-reprendió.

-Si no te sentías lista para la boda, podrías habérmelo dicho. Te esperé tanto tiempo; no me habría importado esperar un poco más, pero tú...-su prometido dejó la frase a medias y desvió la mirada como si le doliera verla.

Verle actuar tan falsamente la sopredió. "Deberían darle el premio al mejor actor"

-Por favor, dejen de ser tan duros con ella. Ni siquiera le han dado la oportunidad de explicarse- defendió su hermana.

-¿Qué hay que explicar? ¿Acaso no ven las pruebas? ¡Deberías dejar de defender a esta puta que fue a abrirle la piernas al primer viejo que encontro!

-¿¡Si yo soy una puta tu que eres mamá?! ¡Que digo mamá, ni si quiera eres mi verdera madre, todos aquí saben el por qué estás con mi padre -la respondió Karina sin poder guantar más aquella injusticia.


La entrada se sumió en un profundo silencio después de que ella pronunciara esas palabras. En los ojos de su madre, pudo discernir el dolor que su declaración había causado, pero en ese instante, eso pasaba a segundo plano. Se hallaba exhausta de ser el objeto de desahogo de esa situación. Se sentía hastiada de esforzarse por complacer a todos cuando, en su interior, sabía que eso apenas tendría un impacto significativo. Siempre encontrarían defectos en ella, invariablemente.

-Soy una puta, pero todos aquí son una maldita panda de oportunistas, que solo saben lamerle el culo a mi padre para beneficiarse de la fortuna de mi padre. siempre se creen muy dignos, superiores a mí, pero en realidad son peores que-lanzó con vehemencia, dirigiendo su mirada a cada uno de los presentes.

La mayoría mostró sorpresa, incluyendo a su ex prometido y a su hermana, aunque no estaba segura de si su asombro era auténtico o fingido. "Supongo que nadie se esperaba que estallaría de esa manera."

-¿Ahora, quién se queda en silencio?-inquirió, pero nadie replicó.

-¡Malditos hipócritas!- espetó de nuevo antes de abrirse paso entre sus familiares y dirigirse a su habitación.

Al llegar a su cuarto, cerró la puerta y se dejó caer en la cama, permitiendo que las lágrimas brotaran y llorando con intensidad. No podía comprender cómo su vida había cambiado de manera tan drástica en tan solo un día, o mejor dicho, en cuestión de horas. Lo que resultaba aún más doloroso es que las dos personas en las que más confió y amó a lo largo de su existencia fueran las causantes de ese torbellino de emociones.

Desde que tenía uso de razón, siempre había sido el blanco de todas las adversidades en esa familia, sin comprender el porqué. Se sentía como la persona más desdichada del mundo, cuestionándose constantemente qué había hecho mal para merecer tal desprecio. Luchaba incansablemente por ganarse su afecto de todas las formas posibles, pero sus esfuerzos resultaban inútiles. No fue hasta los dieciocho años que comenzó a entender, o al menos creyó entender.

El día de su decimoctavo cumpleaños, apareció una joven de largo cabello negro y liso, ojos grandes y verdes, parecidos a los suyos, de estatura similar y de la misma edad. Karina no logró comprender lo que estaba ocurriendo hasta que finalmente le revelaron que aquella chica era su hermana, la misma que sus padres habían estado buscando durante años, ya que fue secuestrada cuando tenía tan solo un año de edad.

El día de su cumpleaños no resultó ser el mejor momento para enterarse de que en realidad no era su hija de sangre, sino una sustituta de la niña que tanto habían anhelado recuperar. La noticia la devastó por completo, y temió que la abandonarían ahora que ya no era necesaria. Sin embargo, para su sorpresa, sus padres no la rechazaron y, lo que fue aún mejor, su nueva hermana la amaba y adoraba sinceramente.

Ella y Kevin eran las únicas personas que la trataban con amabilidad y mostraban afecto genuino. Karina conoció a Kevin en la escuela secundaria, y en ese momento, su relación era indiferente, dado que eran tan opuestos como el día y la noche. Mientras ella era introvertida y tenía muy pocas amistades, solo dos, él era extrovertido y se llevaba bien con todos.

Su relación comenzó a desarrollarse gracias a un proyecto conjunto en la escuela. A medida que trabajaban juntos, empezaron a entablar una extraña amistad que despertó la curiosidad de muchos. Sin embargo, eso no les impidió continuar, y con el tiempo, esos lazos se convirtieron en sentimientos profundos, llevándolos a iniciar una relación que perduraba hasta el día de hoy.

La relación entre Danna y Kevin siempre había sido tumultuosa, con discusiones constantes y enfrentamientos más amargos que una lucha entre gatos y perros. Para Karina, resultaba aún más complicado comprender cómo esto había ocurrido y desde cuándo ambos habían estado planeando y viéndose a sus espaldas.

-Pero esto no quedará así. Les mostraré que conmigo nadie juega y se va de rositas- sentenció entre lágrimas, con una determinación inquebrantable.

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