[ 004 ] son of the sea

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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓'𝐒 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍
━━━ 🌼 ━━━
04. SON OF THE SEA

EN TÉRMINOS DE FLORES, LOS GEMELOS CHOI se describen como dos diferentes entre sí: la mayor es como una flor amarilla, llena de felicidad y lealtad y un lado cariñoso; el menor, como una flor naranja, lleno de pasión, dicha y excentricidad. Appa lo ha señalado en más de una ocasión, cuando están en casa haciendo su famosa noche de cine familiar o dando un paseo por el campo mientras observan las barquitas en el lago, pasando junto a una cantidad considerable de flores que crecen en el suelo.

Ellos también opinan así, que son principalmente ese tipo de flores pero algunas otras también, como la Diphylleia grayi para la chica y el Chrysanthemum para el chico.

Choi Choon-hee sueña con flores días después.

Camina por un jardín lleno de flores blancas, tulipanes blancos, y lleva puesto un vestido amarillo que ondea con el viento a medida que avanza con sus pies descalzos por el sendero. Extiende una mano, tocando los tulipanes que hacen cosquillas en sus dedos. Es algo más mayor y su pelo es de algún tono más claro, pareciendo anaranjado. Sus ojos observan la luz del sol poniéndose mientras camina, camina y camina durante un rato, luego parándose en medio del jardín.

Sonríe radiante, la luna tomando el sol, mientras dos brazos recubiertos de azul pasan alrededor de su cuerpo para abrazarla por detrás. Choon-hee le murmura algo de vuelta después de que la persona hable, y se quedan mirando la puesta de sol, alrededor de los tulipanes que empiezan a brillar.

Al despertar, la luz del amanecer entra por las ventanas.

Hoy me toca enseñar actividades, piensa en cuánto se frota los ojos para ahuyentar los sueños. Se lo prometí a Percy...

Lleva así varios días. Cada mañana, lleva al muchacho a las clases de griego clásico que le imparte Annabeth y hablan sobre los dioses y diosas en presente, lo que aún le resulta algo raro. El resto del día prueban diferentes actividades, buscando algo en lo que sea bueno. Percy no sabe pintar muy bien, Choon-hee lo descubrió cuando le dijo que pintara a lápiz la pequeña decoración floral que creó. No resultó... tan encantador como esperó.

Yong-hwa y Quirón intentan enseñarle tiro con arco, pero pronto descubren que no es un as con las flechas. Mientras que el coreano es capaz de dar en el blanco tres veces seguidas, Percy apenas hace que la flecha llegue a la diana, porque acaba a medio camino o enredada en alguna parte, como en la cola de caballo de Quirón. Una casi termina en el muslo de Yong-hwa, y cuando él vio que se acercaba de forma feroz, levantó unas enredaderas para frenarla. Choon-hee estaba ahí, mirando a lo lejos, haciendo una mueca por ver que su hermano estuvo a punto de quedarse sin pierna.

¿Carreras? Tampoco. ¿Lucha libre? Olvídalo. ¿El muro de lava? No llega ni a un cuarto.

En lo único que sobresale es en la canoa donde Chee y él están justo ahora.

—Te desenvuelves muy bien en el agua —le comenta ella, subida en la parte de atrás de la canoa. Tiene un pensamiento breve que la hace entrecerrar los ojos, para luego pensar en su mente, no, sería imposible, así que dice en su lugar—: A lo mejor eres hijo de Aqueloo.

—¿Aqueloo?

—El dios del río —responde la morena—. Estamos usando la canoa en un río, por eso digo. No había visto a nadie llevarla tan firme... Usualmente, cuando me subo con Ethan o mi hermano, la canoa se tambalea y terminamos bajo el agua.

Percy la mira por encima del hombro, dejando quieto el remo.

—No creo que ser bueno en las canoas sea la habilidad heróica que se espera del chico que derrotó al Minotauro.

—¡Ey, nunca se sabe!

Murmullos llenan la ligera diversión en canoa de los menores por un grupo de chicos de Afrodita que pasan muy cerca del lago, señalando a Percy con el dedo y diciendo cosas entre sí. Chee les lanza una mirada desde su sitio sabiendo exactamente qué se traen entre manos.

Los campistas más mayores y los consejeros observan siempre a Percy, intentando adivinar quién es su padre, pero no era fácil. Los dioses no revelan sus identidades así como así. ("Mi padre lo habría hecho. Él la amaba", susurró una vez en una conversación que tuvieron los dos con Annabeth.) Tal vez tiene razón. Tal vez le mande una señal. Choon-hee cree que será reclamado, que no será como ella y su hermano.

Aunque es difícil imaginar a su padre. No hay muchas opciones si se hablan de cabañas; está la de Ares, pero Percy no tiene el mal genio y no es tan fuerte como ellos; Apolo, pero no es bueno con el arco como se comprobó y tampoco con el resto de las habilidades; Dioniso, pero no tenía habilidad para las vides; Hefesto, pero es terrible en la forja y es mejor alejarlo de allí; Hermes, pero parecía darle pena robar.

Hay dos cabañas más, solo que la mera idea es imposible. Al menos, Choon-hee cree que lo es porque existe un pacto al respecto.

Pero es de conocimiento común en el campamento que Zeus lo rompió...

¿Y si...?

—Uf —la saca Percy de sus pensares, haciendo lo posible por dar la vuelta a la canoa—. Vale, ¿y si probamos otra cosa? ¿Qué queda?

La niña de trece años piensa en ello un segundo.

—Voleibol.

Percy voltea a verla con el ceño fruncido y ella le esboza una sonrisa.

—¿Es voleibol mágico o algo por el estilo?

—No, sólo voleibol. ¿Quieres probar? Sé que viste la cancha, pero aún no lo probaste, ¿verdad?

—No... —niega con la cabeza, virando la canoa hacia el muelle.

—¡Estupendo! Si no me equivoco, mi hermanito está allí jugando... con mi mejor amigo —agrega el resto en un murmullo que Percy alcanza a escuchar con claridad. Ella no suele decir eso a menudo. Mejor amigo. A él. Quiere creer que son mejores amigos desde que él fue el primero que hizo en el campamento y disfruta del tiempo que pasa con él, pero no lo dice en voz alta.

Percy asiente un rato después, saliendo de la canoa con cuidado de no caerse mientras Choon-hee le tiende la mano para que no resbale y entre en contacto con el agua, las náyades están especialmente alteradas estos días, como si supieran algo que otros no (pero lo olvidan cinco segundos después y luego lo vuelven a recordar, y el ciclo continúa.)

(Yong-hwa se enfadó con ellas en una ocasión, porque intentó pedirles que tiraran de la canoa cuando él y su compañero perdieron el remo, y no lo hicieron. A las náyades no les gusta Choi Yong-hwa.)

(A él tampoco les cae bien.)

La cancha de voleibol está cerca de la Casa Grande, así que dirigen su rumbo hacia allí, hablando de cosas triviales como lo mucho que Choon-hee extraña a Donghyun, aunque tan solo lleve unos pocos días en el campamento. Seguramente ande trabajando ahora, atendiendo a alguna señora que busca algo en concreto para su hijo o ignorando las múltiples llamadas de la abuela Choi. A lo mejor está dibujando, creando diseños, o incluso teniendo una charla con su amigo de toda la vida en el trabajo.

A Percy se le ablanda la mirada al oírla hablar de él, de lo mucho que quiere a su appa y de cómo esa palabra es el significado coreano de papá, ya que son coreanos pero viven allí, en Estados Unidos, por el trabajo de directora de su abuela. Sus ojos brillan tanto cuando habla, y Percy no puede evitar sonreír al verla tan radiante.

Es muy simpática y asombrosa.

¿Acaso... hizo su primera amiga del campamento?

Llegan al campo. La niña se adelanta para ponerse delante de Percy, estirando los brazos hacia los lados. Entonces, comienza a decir:

¡Bienvenido a la cancha! Si eres un jugador serio como un campista en busca de un poco de diversión competitiva, no hay mejor lugar que este para sentir el sol en la espalda, el viento en el pelo o...

—Un balonazo en la cara —dice Ethan, apareciendo por detrás de la chica, tocándose la barbilla dolorida.

Choon-hee voltea a verle, sonriendo tiernamente.

—¿Quién fue esta vez?

—Esa cría de Apolo llamada Kayla —responde mientras se posiciona justo a su lado—. Mi equipo jugaba contra el suyo y ha golpeado tan fuerte la pelota que ha ido directa a mí. Pero se sentía mal, se disculpó muchísimo —se asoma por detrás de su hombro, donde Kayla Knowles sigue mirándole preocupada en la pausa del juego.

No tan lejos, Yong-hwa está sorbiendo de una botella de agua que otro niño de Apolo (ella cree que se trata de Will) le entregó. Así que están jugando contra ellos. Unos chavales de la cabaña de Hermes contra los hijos de Apolo. Encantador.

El hermano de Chee está hablando con el muchacho, tiene la cara seria pero sus ojos brillan mientras habla con el chico y juntos chocan sus botellas de agua con un brindis, todavía no dándose cuenta de la presencia de su hermana en el lugar. Está vestido con unos pantalones cortos blancos y una camiseta a juego, su frente perlada por gotas de sudor a causa de la actividad física. Entonces los dos hermanos cruzan mirada a través de la corte y Yoongie, quien a menudo es más estoico que cualquier adulto que conozcan, sonríe hacia ella y agita la mano en modo de saludo.

Ella devuelve el saludo con una sonrisa bastante parecida por sus rasgos tan similares.

Percy frunce el entrecejo.

—No lo entiendo.

—¿Eh? —Chee le lanza una breve mirada.

—A tu hermano. No lo entiendo.

—Y no lo entenderás —dice la gemela, confortando a un Ethan aún dolorido—. Es muy complejo para ello. Te dije, no trates de encerrarlo en un molde, el molde lo va a romper y entonces no tendrás nada.

Percy enarca una ceja.

—¿Estamos haciendo comparaciones de cocina ahora?

Chee ríe suavemente, sus ojos entrecerrados.

—¡Hey! No me culpes, ¿de acuerdo? Tengo hambre, cuando tengo hambre usualmente mis comparaciones se relacionan a comida.

—¿Y tu hermano?

—A violencia, así que si lo ves con hambre algún día, vuelve por donde viniste y evítalo unas dos o tres horas.

Percy asiente, y si pudiera estar en una silla, Chee supone que él se removería en su propio sitio, porque sus ojos se van al cielo, donde un ave pasa volando sobre sus cabezas. Vale, está perdiendo la atención de Percy.

—Entonces —Chee se inclina hacia él desde un lateral, mirándolo de costado, tratando de obtener su atención una vez más—, ¿quieres echar un partido?

—Yo... —está a punto de decir que sí a intentarlo pero entonces ve a Grover el sátiro saludando desde el otro lado, haciéndole señas para que se acerque a él.

La chica también se fija en él y le saluda. Mira a Percy.

—Está bien, puedes irte con él.

Así pues, sin más, Percy Jackson, el famoso niño que derrotó al minotauro (en el Campamento Mestizo las cosas se saben muy rápido y ahora todo mundo lo conoce por eso) se junta con el sátiro que lo espera expectante al otro lado de la corte, bastante más alejado de Yoongie y su amigo bendecido por Apolo. Pareciera que Grover le tiene miedo a un crío que controla plantas, pero Yoongie actúa como si Grover no existiera en realidad.

(Que es básicamente lo que hace con medio campamento.)

(Aquí la mariposa social es Chee, muchas gracias.)

—... Y tú deberías ir a la enfermería.

—Estoy bien, es un dolor pasaje... —pero entonces, Choon-hee le agarra la barbilla con suavidad y le levanta la cabeza, haciéndole fruncir el ceño de dolor—. ¡Ow, ow, ow! ¡Basta, suéltame!

Choi insiste:

—¡No estás bien si te duele!

Ethan suelta un bufido, dirigiéndose de todos modos a la enfermería ante su atenta mirada.

🌼

EL VIERNES POR LA NOCHE, después de la cena, hay más ajetreo que de costumbre.

Por fin ha llegado el momento de capturar la bandera.

Cuando retiran los platos, la caracola suena y todos se ponen de pie. Los campistas gritan y vitorean cuando Annabeth y dos de sus hermanos entran en el pabellón portando un estandarte de seda de unos tres metros de largo, de color gris reluciente y una lechuza pintada encima de un olivo. Por el lado contrario, la casa de Ares entra con otro estandarte de tamaño idéntico pero rojo fuego, pintado con una lanza ensangrentada y una cabeza de jabalí.

Yong-hwa achica los ojos desde su lugar de pie a un lado de su hermana, viendo con recelo el confalón de Atenea, el equipo con el que trabaja. La cosa es: Hermes hizo un pacto con Atenea para competir juntos esta vez, y no lo supo hasta hoy, hasta la cena, cuando Luke se lo hizo saber a la cabaña y Yong-hwa dejó caer la cuchara con tanta fuerza que su sopa de verduras saltó fuera de su plato.

Quería jugar contra Annabeth, no con ella. Quería ganar esta vez pero después de derrotar a su mejor amiga, no a su lado. Al carajo con Luke, hombre.

—¿Estás listo para esto, Demie? —pregunta Annabeth con una de sus sonrisas a un lado de Luke y Yoongie.

(Más que nada es una batalla feroz por el control y el poder, pero qué le vas a contar.)

—Ah, cierra la boca, hija de Atenea —Yong-hwa murmura fingiendo atarse los cordones a su lado—. No eres graciosa.

—Tú solo estás ardido porque querías hacerme comer tierra esta noche —se regodea Annabeth, sonriendo ladina.

—¡Héroes! —anuncia Quirón, dando una coz sobre el suelo de mármol—. Conocéis las reglas. El arroyo es la frontera. Vale todo el bosque. Se permiten todo tipo de artilugios mágicos. El estandarte debe estar claramente expuesto y no tener más de dos guardias. Los prisioneros pueden ser desarmados, pero no heridos ni amordazados. No se permite matar ni mutilar. Yo haré de árbitro y médico de urgencia junto aquellos que no juegan —señala a su lado, donde hay varios chicos y chicas que sonríen o levantan la mano para hacerse los aludidos. Entre ellos, está Choon-hee—. ¡Armaos!

Abre los brazos y las mesas se llenan de equipamiento: cascos, espadas de bronce, lanzas, escudos de piel de buey con protecciones de metal. Yoongie muerde su lengua cuando ve que sus chakram no están, y lanza una mirada jurídica hacia el centauro que observa cómo los campistas se arman y protegen. No tiene más remedio que acercarse a una de las mesas y agarrar un set de cuchillos arrojadizos, hecho de hierro celestial, bendecido y colocarlo en el cinto. Con eso le basta.

—Toma —la rubia le planta un casco al niño sobre la cabeza, acomodando la fea pluma azul que sobresale—, lo vas a necesitar por mucho que digas que no. Son las normas —él sisea antes de que Annabeth tome las riendas—. ¡Equipo azul, adelante!

Dándole una última mirada a su hermana y un símbolo de paz que se desliza desde su frente hacia afuera, Yong-hwa y el equipo azul van por el camino hacia la parte azul del bosque.

—Eh —suelta Percy de repente, justo detrás de él y Annabeth—, ¿cuál es el plan? ¿Hay algún artilugio mágico que pueda usar?

Yong-hwa no pasa desapercibido el movimiento de su mejor amiga hacia su famoso artilugio mágico, como si temiera que el baboso se lo hubiese robado.

—Ojo con la lanza de Clarisse —responde finalmente la chica—. Te aseguro que no te conviene que esa cosa te toque. Por lo demás, no te preocupes. Conseguiremos el estandarte de Ares. ¿Te ha dado Luke tu trabajo?

—Patrulla de frontera, sea lo que sea.

—Es fácil —Annie le resta importancia—. Quédate junto al arroyo y mantén a los rojos apartados. Déjame el resto a mí. Atenea siempre tiene un plan.

Aprieta el paso con Yong-hwa detrás, pero entonces se detiene de golpe y gira rápidamente hacia el coreano, que frunce el ceño cuando su amiga lo mira como si no tuviera que seguirlo.

—¿Qué? —dice él.

—Te quedas con Percy. Órdenes mías y de Luke.

—¿Perdón? —su ceño se profundiza, mirando al tonto de Percy de pie, con la espada de bronce en la mano sin saber qué hacer—. A mí no me dijeron eso. Yo tenía que ocuparme de llevar prisioneros y desarmarlos.

—Cambio de planes de última hora.

¡¿Sin consultármelo?!

—Deja de quejarte y haz tu trabajo, ve y ayuda a Percy a patrullar.

—No pienso obedecerte, no me has castigado —dice, y entonces se da cuenta. Maldita sea, mierda, mierda, mierda.

Annabeth sonríe.

—Pues te castigo a que ayudes a Percy —dicho esto retoma su marcha, no sin antes volverse hacia su mejor amigo, señalar con dos dedos hacia sus ojos y mandar la señal hacia él. Él gime, angustiado. No quiere hacerlo. De verdad que no. ¡Nadie le cuenta las cosas, duh!

Allí de pie, solo y sintiéndose como el mayor tonto del universo, Percy voltea para ver al coreano, que se acerca con pasos fuertes y enfadados. En serio, quizá debería medir sus palabras con Annie o crear una especie de laguna verbal, esto se está volviendo ridículo.

—Así que... ¿ella puede castigarte?

—Cállate —aprieta el mango de su cuchillo, la mano en el cinto mientras supervisan el perímetro—. Ni una palabra sobre eso o te mato, Jackson.

—Ah —Percy tiene una sonrisa burlona en la cara—, así que puede.

Otro mandato para hacerlo callar suena a la par que la caracola que indica el inicio del juego. Vítores y gritos resuenan por el bosque, las espadas chocan por los chicos peleando. Un aliado emplumado de azul que Yong-hwa reconoce como hijo de Atenea pasa corriendo por su lado, cruza el arroyo y se interna en el territorio enemigo.

Lo que daría por ser él.

—Sólo sígueme la corriente y no nos hagas salir heridos o morir, te arrastraré de las greñas al Tártaro —amenaza Yoongie.

Entonces un chico de Ares pasa por su lado, y apenas los nota, saca su arco y flecha y apunta hacia ellos. Pero ya que Yoongie es un pensador rápido, desenfunda su cuchillo y hace un lanzamiento perfecto. El muchacho no puede tener más de quince años o dieciséis, es alto y fornido pero demasiado lento, incluso para ser un hijo de Ares, lo cual es un tanto irónico y desconcertante.

Y mientras el muchacho vuelve a ponerse en pie, cargando hacia ellos en un vergonzoso grito de guerra, Yoongie hace temblar la tierra con un solo gesto de la mano, provocando que formidables raíces se alcen entre ellos y las comanda hacia el muchacho, que sale volando varios metros hacia atrás golpeándose en un árbol y... queda fuera de combate.

—Recuerdame nunca estar en tu lado malo —señala Percy caminando detrás del coreano cuando se mueven de sitio a uno más cubierto, donde no los puedan ver tan fácilmente—. ¡En serio, eso fue alucinante!

—Baja la voz, Jackson, ¿quieres que nos atrapen? —rechista el chico, pero no hay tanta severidad en su voz. Está sonriendo, quizá por el elogio o porque la adrenalina está comenzando a correr por sus venas—. Y gracias por el cumplido, por cierto, tú sí que sabes cómo hacer sentir a un chico especial.

Percy ladea la cabeza y estrecha los ojos, confundido. De verdad, de verdad, que no entiende su personalidad. Puede estar enfadado y al instante siguiente estar feliz. Es súper rarito.

—Oye... —comienza, pero Choi le tapa la boca al instante.

—Shhh —chista, viendo entre la maleza. Observa fijamente, notando el titilar de una luz roja. Mierda, piensa.

Una estridente risotada aulla en la noche.

—La espinita y el pringado —Clarisse La Rue, blandiendo su arma, sale de entre la maleza con una sonrisa arrogante. Blande su lanza de metro y medio, aquella de la que brilla la luz que vio el niño.

—¿Sabes por qué Annie te advirtió sobre esa cosa? —Yong-hwa susurra a Percy, que no despega los ojos del arma—. Porque es eléctrica... ¡Cuidado! —Clarisse carga hacia ellos y ataca con la lanza, pero el chico es más rápido y los empuja a ambos hacia el suelo, ruedan un par de veces y Yong-hwa se pone de pie, listo para el combate. Maldita sea, es más fácil desafiar la lanza con el chakram. Estúpido Quirón y sus reglas.

Pero no es solamente Clarisse y su estúpida lanza. No son tan suertudos como para enfrentarse a ella nada más. De entre la maleza, cinco hijos de Ares salen, formando un semicírculo detrás de la chica.

¿Dónde diablos está Luke cuando se le necesita?

Tras Yong-Hwa y Percy se encuentra el pequeño riachuelo. Pueden hacer una táctica evasiva y correr por pies o enfrentarlos de lleno. Y Percy todavía no controla sus poderes celestiales apropiadamente como para cubrir sus espaldas.

—¿Os gustaría una sesión de peluquería? —dice la hija de Ares, dispuesta a lanzar su lanza contra ellos una vez más.

—Pírate de aquí, idiota lunática —responde Yong-hwa, sacando un cuchillo arrojadizo de su cinturón una vez más—. Esta será tu única advertencia: pírate de aquí antes de que haga a tus amiguitos la próxima comida de los perros guardianes del Señor de los Muertos.

La risa de Clarisse y sus amigos se hace escuchar en la oscuridad de la noche, sus ojos pequeños y malvados se achican, al cabo que con un movimiento de la cabeza, ordena a uno de sus peones a atacar, y entonces se desata la batalla.

Uno de los chavales le asesta un golpe con la empuñadura de la espada a Percy y este acaba de trasero en el agua. Los habían rodeado sin que se dieran cuenta, genial.

El coreano mira a Clarisse, demasiado grande, demasiado lenta pero que es feroz en sus ataques y siempre logra herir a sus contrincantes, si lo quiere o no. El hijo no reclamado y la hija de Ares se enfrentan en una intrínseca danza de violencia y supervivencia, sus instintos innatos de guerra al ser mestizos hacen que todo a su alrededor parezca difuso.

La lanza es el propósito de Yoongie. El chico se vale de su estatura y agilidad, pues al ser más joven tiene toda la ventaja de su lado.

Así pues, vuelve a meter el cuchillo arrojadizo en el cinto y Clarisse sin perder el tiempo, le asesta un puñetazo en el lado de la cara que hace sus ojos ponerse llorosos.

—Vas a pagar por eso —advierte el chico coreano.

Clarisse bufa.

—Uy, qué miedo me das.

Pero Yong-Hwa simplemente sonríe, y haciendo un giro perfecto, se da un impulso que la muchacha no espera y le asesta una patada en la mandíbula que la tira de trasero al suelo y rompe su labio. La Rue trata de hacerse con su lanza, pero el chico es más listo y le pisa la mano sin dudar un segundo, haciendo presión con su talón. Está seguro que escuchó su mano crujir bajo su peso.

Las pocas aves en su entorno alzan el vuelo cuando ella aúlla del dolor.

—¡Maldito seas, niño del demonio!

—¡Está prohibido herir! —salta otro crío de Ares.

—¡Oh, la hipocresía! ¡Vosotros vinisteis primero para eso! —les ruge Yong-hwa, usando su otra mano para atrapar al imbécil en un capullo de enredaderas, cerrando su puño para que el agarre fuera más fuerte y doloroso.

Un gemido escapa de los labios de Percy justo detrás de él; uno de los hijos de Ares le metió un buen tajo en el brazo.

Yong-hwa se voltea, apretando los dientes tan fuerte que parecen estar a punto de romperse. Esa es la señal que Clarisse esperaba. Con un grito de guerra silenciado, coge su lanza y la descarga contra Yong-hwa en un costado desprotegido de armadura, haciendo que todo su cuerpo reciba una rápida descarga eléctrica.

—¡Hija de tu madre! —Yong-Hwa dice, debilitado pero no menos decidido, se hace con uno de sus cuchillos arrojadizos y lo deja caer en la pierna de Clarisse.

Clarisse vuelve a gritar de dolor, pero cabreado como está y con su cuerpo batallando los efectos de la descarga, Yoongie le mete un rodillazo a la chica que la deja inconsciente.

Pone la vista hacia abajo, en la lanza, y frunce. Con un simple movimiento de mazo, hace que unas enredaderas la sujeten y la partan como una ramita. Está harto de ella.

Entonces suenan chillidos y gritos de alegría, y Luke corre hacia la frontera enarbolando el estandarte del equipo rojo. Tratan de atraparlo, pero ya es muy tarde, pues cruza a su territorio y el estandarte se torna plateado.

El juego termina con la caracola resonando. Han ganado.

—¡¿Pero qué has hecho?! —Choon-hee aparece enfundada en su peto de auxiliar, mirando a su hermano a un lado de una todavía inconsciente Clarisse—. ¡No se permite herir, Yoongie!

—Ellos empezaron primero.

—Eres un caso perdido —Annabeth se materializa al lado de los gemelos quitándose la gorra de los Yankees.

Pero el gemelo no es el único que ha jugado sucio ni tampoco los de Ares. Mientras el gemelo le estaba pateando el trasero a Clarisse La Rue, Percy de alguna forma había sometido a los otros campistas que le habían rodeado previamente y estos se hallaban en el suelo también. Empapado hasta el tuétano, el pecho de Percy se agita con cada respiración y sus heridas abiertas comienzan a sanar.

Espera, ¿qué?

Sí, las heridas abiertas de Percy Jackson ya están curándose como por arte de magia y todos lucen tan desconcertados como Yong-hwa, todas las miradas en el chico nuevo del campamento. Y entonces todo comienza a cobrar sentido.

Las tuercas del cerebro de Annabeth comienzan a girar sin cesar, tratando de entender la situación, hasta que la realidad la golpea.

—Sal del agua, Percy.

—¿Qué...?

—Hazlo y calla.

Apenas lo hace, Percy casi se cae, derrumbándose, pero Annabeth lo sujeta. No obstante, antes de que alguno diga una cosa sobre cuán bizarro se está convirtiendo todo, un potente gruñido canino se hace presente en el lugar, erizando la piel de los campistas.

Quirón grita:

¡Apartaos! ¡Mi arco!

En las rocas situadas encima de ellos hay un enorme perro de pelaje negro, con ojos como la lava y colmillos que parecen dagas. Choon-hee siente un escalofrío recorrer su columna y su hermano estira el brazo para mantenerla detrás, protegiéndola del animal.

Pero la bestia solamente mira a Jackson, como si fuera su próxima comida. Annabeth no duda en empujarlo y decirle que se echara a correr.

Pero el animal, que parece sacado del mismo infierno, salta sobre ella en un acto magistral en el que todo tiempo parece ralentizarse, y Jackson cae hacia atrás. Los afilados colmillos y garras como cuchillos destrozan la armadura de Percy Jackson con precisión y el chico gira sobre su cuerpo cuando el animal trata de pegar un mordisco. Se oye una cascada de sonidos de rasgado, como si rompieran pedazos de papel uno detrás de otro, y el retumbar de la tierra, y de pronto el animal tiene un puñado de flechas clavadas en el cuello y raíces sujetando todo su cuerpo para mantenerlo sujeto. No cae al suelo por las plantas, simplemente se queda ahí, muerto, mientras Percy se aparta con rapidez.

Quirón trota hacia el muchacho, su rostro sombrío y detrás de él, los demás campistas que se atreven a sentirse curiosos o preocupados.

(Nadie sabe cómo Clarisse lo consigue para permanecer inconsciente después de tremendo ataque, pero nadie le toma importancia a ese detalle.)

—¿Estás bien? —pregunta Yoongie dándole la mano para ayudar al chico a pararse—. En serio, Jackson, si quieres mi atención no tienes que ponerte en frente de bestias.

Percy parpadea confundido, tocándose el pecho, de donde a través de los rasguños emana sangre.

—¿Qué era esa cosa?

—Es un perro del infierno de los Campos de Castigo —intercede Annabeth, dubitativa—. Se supone que no... es decir, no están...

—Alguien lo ha invocado —dice entonces Quirón—. Alguien del campamento.

—¿Pero por qué?

Pero nadie responde la pregunta, y en su lugar se quedan observando cómo la figura del perro infernal se funde con el suelo y desaparece en una voluta de sombras y humo.

—Rápido, Percy, métete en el agua —suelta Choon-hee de repente, ganándose una mirada de ceño fruncido de su hermano—. Estás herido. Antes, en la canoa, estuve pensando... Y creo que no me equivocaba demasiado. No quise creerlo, pero ahora confía en mí, entra al agua.

El niño regresa al arroyo y los campistas se congregan a su alrededor. Las heridas de su pecho empiezan a cerrarse, haciéndolo sentir mejor.

—Bueno, yo... la verdad es que no sé cómo... Perdón...

—No puede ser —dice Yong-hwa bajo su aliento, mirando por encima del muchacho. Luego, mira a su hermana—. ¿Qué fue lo que pensaste cuando estuviste con él?

—Era una suposición porque se manejaba muy bien en el agua —responde—. Es justo lo que estamos viendo.

Encima de la cabeza de Percy, flota un holograma de luz verde con forma de tridente, girando y brillando.

—Tu padre —murmura Annabeth—. Esto no es nada bueno.

—Ya está determinado —anuncia Quirón.

Absolutamente todos comienzan a arrodillarse ante el chico, solemnemente. Incluso los hijos de Ares que quedan alrededor. Incluso los gemelos. Incluso... bueno, todos. Y Percy no entiende qué pasa.

—¿Mi padre?

Quirón asiente, su mirada inspira respeto hacia él.

—Poseidón. Sacudidor de tierras, portador de tormentas, padre de los caballos. Salve, Perseus Jackson, hijo del dios del mar.

Y es así como Percy Jackson, Choi Yong-hwa y Choi Choon-hee descubren que el primero es hijo de los grandes, y que ellos siguen sin reclamar.

(Perseus Jackson, en la mente de Yoongie, pasó de ser un baboso a ser el sirenito.)

🌈 b y yo cambiamos un poco las normas de capturar la bandera; en la saga, todo aquel campista no herido tiene que jugar sí o sí, pero nosotros hicimos que podía jugar quien quisiera o formar parte de un equipo médico auxiliar, como es el caso de choon-hee.

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