Despertar

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Habían pasado varios días desde que Sofía les contó a Angela y Carlos todo lo concerniente a la vida de Helena.

Clara y Aaron llegarían a casa en un par de días ya que las vacaciones de Navidad llegaban a su fin.

Ese día Angela y Carlos no trabajaban así que decidieron ir a comprar el regalo de reyes para los niños. Estos ya habían recibido sus regalos de Navidad, pero teniendo en cuenta lo mal que lo habían pasado los niños los últimos meses, pensaron que no estaría de más una grata sorpresa extra.

- Podríamos hacerle nosotros los juguetes ¿ no? - Carlos pensaba que podía ser divertido y que cuando los niños crecieran podrían tener un bonito recuerdo.

- ¿ Hablas enserio? - Angela creía que Carlos estaba bromeando, no lo veía capaz de hacer juguetes, para Angela Carlos no es que fuera un manitas precisamente.

- Sí, ¿ por que no? - Carlos miró a Angela con una mueca burlona - ¿ no me ves capaz o que?

- No mucho la verdad - Angela sonreía y pensó que podría estar bien ver a su marido luchando con los materiales para hacer los juguetes.

Ambos compraron los materiales para hacer los juguetes, tacos de madera, pintura, fieltro, botones...todo lo necesario para poder hacer una muñeca y un cochecito o camión. Tenían solamente dos días para intentar acabar los juguetes, lo que sin duda representaría un gran reto que los mantendría ocupados y alejados de todo lo que en aquellos momentos los atormentaba.

Cuando Angela y Carlos se disponían a salir del centro comercial, Carlos vio de lejos a Graciela, esta iba acompañada de una pelirroja que a Carlos le pareció muy atractiva.

- ¿ Es esa tu hermana? ¿ Con quien va? - Carlos entrecerro los ojos para intentar ver mejor a las dos chicas que caminaban charlando animadamente en la distancia.

- ¿ Graciela? ¿ Donde? - Angela miró en la misma dirección donde miraba Carlos, hasta que al fin logró divisar a su hermana acompañada de Bárbara.- ¡ Graciela!

Graciela se encontraba en el centro comercial haciendo las últimas compras de reyes, se había encontrado con Bárbara por casualidad y ambas decidieron seguir juntas haciendo las compras ya que llevaban bastante tiempo sin verse y tenían muchos chismes que contarse.

- Hola Angie - Graciela llamaba así a su hermana solo en raras ocasiones principalmente cuando está se encontraba eufórica por algún motivo.

- Hola.

Carlos saludó a su cuñada y a la chica que la acompañaba.

- Le estaba contando contando a Bárbara lo que has descubierto de la vida de Helena.

- ¿ Enserio? - Angela pensaba que Graciela estaba de muy buen humor y dudó seriamente que Helena fuera el tema de conversación entre las dos chicas.

- Sí - Barbara se apresuró a responder y se dio cuenta que de alguna manera el aura de Angela era diferente, sin duda esta vez no había ningún ente que la acompañara.

Angela saludo a Bárbara y esta le presentó amablemente a su marido.

- ¿Te ha comentado Graciela que he tenido sueños de la vida de Helena? - Angela no había podido quitarse de la cabeza el que hubiera soñado con episodios de la vida de Helena mucho antes de saber de ella.

- Algo me ha comentado, al parecer te pareces a mi - Bárbara hablaba de una forma muy animada, estaba realmente feliz al igual que Graciela - Se llama empatia, y puede manifestarse de varias formas, es difícil de explicar algún día te lo explicaré con más calma, pero no te preocupes porque eso no tiene porque ser necesariamente malo.

- Bueno... no se que decirte, la verdad es que esos sueños me afectaron bastante, estuve varios días sin poder quitárselos de la cabeza.

- Sentir empatia puede ser bastante molesto, pero supón que en vez de esos dulces sueños hubieras tenido pesadillas en las que sintieras irá o maldad - Barbara parecía saber muy bien de lo que estaba hablando - En ese caso tu empatia hubiera sido como un síntoma de alarma de que el espíritu podría volverse peligroso.

- Supongo que tienes razón - Angela pensó que las palabras de Bárbara tenían bastante sentido.

Los cuatro estuvieron un rato charlando y Carlos animaba la conversación contando anécdotas de el humor ácido que mostraba Sofía en sus primeras visitas.

- Bueno Graciela, luego nos vemos, ¿ recoges tu a los niños de la guardería?

- Claro no te preocupes, pasado mañana vuelven a tu casa y quiero disfrutar de ellos, los extrañare mucho. - Graciela dijo estas palabras de corazón, pues aunque Aaron era bastante travieso sus sobrinos se hacían de querer.

Llegada la tarde Angela y Carlos fueron a la casa de Graciela, estos ya habían terminado los juguetes y les apeteció ir a visitar a los niños.

Cuando llegaron a casa de Graciela Aaron esperaba a su madre con el cepillo de dientes en la mano.

- ¿ Mamos ora a tasa? - El niño lucia una gran sonrisa en la cara y la vehemencia de sus palabras hizo reír a sus padres.

- No corazón, ya falta poquito ¿ vale? - Carlos intentó consolar a su hijo el cual mostraba ahora una gran decepción en su rostro.

- ¿ Donde esta tu hermana? - Angela estaba extrañada de que Clara no hubiese ido a la puerta junto con su hermano para recibirlos.

- Esta dormida, la pobre dice que no ha dormido muy bien esta noche - Graciela aun mostraba un estupendo estado de ánimo y Angela estaba deseando de que su hermana lencontara el motivo de su entusiasmo.

- Bueno...me pones un café ¿ verdad?

Graciela sirvió el café en vasos de cristal grandes, le puso a Aaron una película de dibujos animados y se sentó en la cocina junto a su hermana y su cuñado.

- ¿ Se puede saber a que viene esa sonrisa? - Angela estaba intrigada.

- Pues verás, ¿ te acuerdas de Martín verdad?

- Si claro - Angela recordaba muy bien a ese chico joven y guapo que a su parecer solo tenia ojos para Bárbara.

- Pues Bárbara siempre me había hablado de él, me contaba que este parecía estar interesado en ella, yo lo conocí en el bar, el día de la psicofonia ¿ recuerdas?- Angela hizo caso omiso a la pregunta retórica de su hermana.- pues el caso es que Bárbara siempre tuvo miedo de iniciar una relación con un hombre porque debido a su don....

- No te enrolles Ela, ¿ están juntos o que? - Angela llamaba a su hermana de ese modo cuando está la sacaba de quicio, que era a menudo.

- Sí, al final le ha dicho que sí, y la verdad es que me alegro mucho por ella, la pobre ha sido siempre bastante desgraciada siempre sintiendo cosas malas y todo eso.

- Me alegro mucho por ella, es una chica bastante guapa - la exuberante belleza de Bárbara no paso desapercibida para Carlos.

- Sí ¿verdad? - Angela se puso un poco celosa, pues primero Isabel y ahora Bárbara le habían hecho recordar lo insignificante que ella era.- Yo también me alegro, parece buena chica.

- Le he estado contando todo lo que te contó la vieja esa.

- Sofía, se llama Sofía - Angela había tomado bastante cariño a Sofía y a sus historias.

- Sí, eso Sofía, el caso es que me ha preguntado donde esta enterrada Helena.

- Creo que en el cementerio viejo de la ciudad donde viven ¿ por que te ha preguntado eso?

- Dice que antes a los suicidas se le enterraba en una parte alejada del cementerio, vamos a parte del resto de los difuntos, pues se creía entonces que los suicidas eran pecadores o algo así.

- La verdad es que ese detalle no me lo contó Sofía, pero ¿tiene eso alguna importancia?

- Creo que sí, según Bárbara el estar alejada de su difunto bebé puede ser la causa de toda esa irá, desesperación y culpa.- Graciela dijo estas últimas palabras intentando que no olvidar ninguna para poder transmitir las palabras textuales que había empleado Bárbara.

- Pues no se donde esta enterrada exactamente, pero mañana llamaré a Isabel y se lo preguntaré, puede que le pida que me acompañe al cementerio, me gustaría poner flores y una vela en la tumba de Helena y en la del pequeño Manuelito.

La tertulia se alargó hasta la última hora de la tarde, Carlos y Angela se despidieron de los niños y volvieron a casa ya que al día siguiente debían madrugar.

En el trabajo de Angela todo seguía como siempre, la rutina diaria llegó a su fin y Angela quedó con Isabel para visitar la tumba de Helena.

Carlos no las acompañaba en esta ocasión, pues estaba ultimando los detalles de la vuelta a casa de sus hijos.

Al llegar al cementerio el ambiente era lúgubre y Angela sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo.

- ¿ Que tumba quieres ver primero, la de Manuelito o la de Helena?

- La del niño. - Angela llevaba en las manos dos ramos de flores, el primero era un ramillete pequeño de flores blancas, jazmín, margaritas...y el segundo era un ramo más grande compuesto solamente de tulipanes amarillos.Estas eran las flores preferidas de Angela y estaba segura de que a Helena también les gustaría.

Al llegar a la tumba de Manuelito Angela se quedó petrificada, el paisaje y la tumba eran iguales que como los recordaba de sus sueños. Una angustia terrible se apoderó de ella al recordar la desesperación que sentía cada vez que soñaba que intentaba desenterrar al pequeño con sus propias manos.

Angela dejó encima de la pequeña y descuidada tumba de Manuelito el ramillete de flores y encendió una pequeña vela blanca para que el pequeño encontrará la paz eterna, mientras lo hacía las lágrimas bajaban por sus mejillas y sus suspiros eran el único sonido que se escuchaba en el cementerio.

Cuando llegaron a la tumba de Helena, Angela se dio cuanta de que estaban bastante alejadas. Esta se encontraba en una zona apartada del viejo campo santo. La zona estaba perfectamente delimitada y en ella solamente había una doce tumbas viejas y olvidadas.

La tumba de Helena se caía a pedazos, era una tumba de tierra de la cual apenas quedaba forma alguna, en ella había una cruz de forja color negro bastante cochambrosa y los restos de lo que parecían ser unas flores artificiales que alguien había puesto tiempo atrás.

Angela no pudo evitar pensar en lo triste de la vida de Helena, no entendía cómo la vida de una persona tan especial y su sufrimiento pudiera haber sido olvidado por completo. El hecho de pensar que todos acabaríamos de ese modo no la consoló mientras ponía los tulipanes sobre la eterna morada de Angela y encendía la vela para pedir por su alma.

Durante el camino de vuelta Isabel le contó a Angela lo mal que lo estaba pasando su abuela. Según ella la anciana había empezado a sentir que el alma de su madre no estaba en paz, y este hecho la atormentaba. También le contó que desde sus visitas la anciana se pasaba el día hablando de Helena y que al hacerlo había empezado a llamarla mamá.

Sofía, no pudo aguantar por más tiempo ese resentimiento hacia su madre y acabó por convertirse en una mezcla de melancolía y amor.

El día de la vuelta de los chicos había llegado, las cosas en casa estaban tranquilas y los niños estaban impacientes por volver a su casa y a su rutina diaria.

- ¿ Que vamos a cenar mami? - Clara estaba radiante, se veía animada y bastante recuperada de los malos tragos pasados.

- ¿ Que te apetece?

- Comida - Clara estaba hambrienta pues el traslado le había dado mucha hambre.

-¿ Comida? ¿ No puedes ser más concreta? - Angela había hechado mucho de menos las respuestas tan imprecisas que los niños daban aveces.

Un llanto las distrajo, era Aaron estaba arriba en su cuarto y lloraba desesperadamente.

Angela subió a toda prisa a la habitación de Aaron, cuando llegó se dio cuenta de que el pequeño había intentado subirse solo a la cuna para intentar coger el cochecito de madera que le había fabricado su padre y al hacerlo se había caído. Angela se asustó bastante y aunque el niño mostraba un gran chichón en la frente agradeció de todo corazón que el incidente no estuviera relacionado con nada paranormal.

Carlos salió de la ducha alarmado por el llanto de su hijo con sólo una toalla anudada a su cintura.

- ¿ Que ha pasado?

- Al parecer tu " cochecito " ha sido todo un éxito - Angela intentaba burlarse, pues más que un coche el juguete parecía unos tacos de madera con botones por ruedas.

- ¿ Al niño le gusta no? - El vello de la piel de Carlos se había erizado por completo al salir del reconfortante agua caliente.

- Sólo ha sido un susto, secate bien y vístete que cogerás frío - Angela se dio cuenta al mirar el cuerpo semidesnudo de su marido que llevaban bastante tiempo sin tener intimidad, pero realmente ni el cuerpo de Angela ni su mente estaban por la labor.

Angela cogió al niño y le puso una compresa de agua fría en la frente para intentar evitar que el chichón se inflamaba todavía más.

Cuando Aaron estuvo calmado Angela terminó de preparar la cena, y todos juntos gozaron de una grata velada familiar.

A la mañana siguiente Angela tenía turno de tarde, preparó a los niños junto con Carlos para llevarlos al colegio, cuando estos se hubieron marchado, Angela se dispuso a ordenar un poco la casa y preparó la comida para cuando los niños llegaran.

Al acabar las tareas se dio una ducha y advirtió que aún le quedaba bastante tiempo para empezar con su trabajo en el restaurante, así que decidió hecharse un ratito en el sofá para recuperar energías.

Estaba medio dormida cuando notó algo extraño en su pelo, Angela se acarició la cabeza intentando quitarse lo que quiera que fuese que le hurgaba en el pelo, y siguió durmiendo. No había pasado ni un minuto cuando notó cómo si unos pequeños dedos jugaban con mechones de su cabello, notaba como pequeños tironcitos que aunque no llegaban a doler eran bastante molestos. Al notar esto Angela se despertó de inmediato pero no se atrevió a abrir los ojos, estaba segura de que quien jugaba con su pelo era el pequeño Manuelito, y sus sospechas se confirmaron cuando comenzó a sentir el familiar hormigueo en unas de sus piernas.

Angela deseó ser capaz de abrir los ojos y ver al precioso niño que fue Manuelito, recordába sus hermosos ojos y la ternura que desprendía en sus sueños, pero temía que si los abría el niño se asustara y dejará de jugar con ella.

Angela sonreía notando las caricias de los pequeños dedos y estaba ensimismada cuando su cuerpo apreció una notable bajada de temperatura, el ambiente cambió en la sala tornando el aire espeso y una atmósfera electrificada.

Angela pasó de estar cómoda a sentirse ansiosa y asustada, no le apetecía para nada abrir los ojos pero se armó de valor y lo hizo.

A su alrededor no había nada, Angela se levantó del sofá y pensó en irse a trabajar antes de tiempo, pues en el fuero interno de su alma sabia que no debía estar ahí. Levantó la vista distraída mientras pensaba donde estarían las llaves del coche, cuando contempló de frente que una mujer la estaba mirando desde el pasillo. Angela no podía creer lo que estaba viendo, ante sus ojos se encontraba Helena, tal y como la había descrito Clara, estaba toda blanca. Era una mujer alta, casi tanto como Angela, muy delgada y sobre sus hombros descansaba una larga melena color nieve brillante. Su rostro era inexpresivo, aunque sus grandes ojos desprendían irá por doquier. Ante la atónita mirada de Angela, Helena extendió sus largos y delgados brazos, los cuales terminaban en unas huesusas manos con los dedos doblados en dirección contraria a la de las articulaciones, Helena dobló el cuello primero hacia un lado y luego hacia el otro como intentando colocarse los huesos de la nuca, acto seguido Angela observó como los dedos de Helena volvían a su posición natural uno por uno, lo cual originaba el extraño sonido CLACK que Carlos y ella habían estado escuchando durante meses.

- Essss miiiiiaaa ¡ Devuelvemela! - Helena pronunció estas palabras sin que apenas se movieran sus labios. - ¿ Donde essstaaa? Las piernas de Angela empezaron a flaquear, se quedó inmóvil intentando por todos los medios no desmayarse e intentar comprender a que se refería Helena.

- ¿ Pooorrr quueee noo essstaaa aaquiii? - Helena empezó a mover su cuello de igual manera que instantes antes, pero en este caso lo hacía sin descanso lo que hizo que Angela diera un gran grito.

- No está aquí - Angela supuso que Helena preguntaba por su amada cuna - siento mucho lo que te pasó a ti y a tu hijo, pero yo no tengo la culpa, marchate y déjanos en paz de una vez.

Cuando Angela se refirió al pasado de la desgraciada Helena esta dejó de mover el cuello, la miró con gran irá y literalmente se abalanzó sobre ella sin rozar el suelo lanzando un grito desolador.

Angela no aguantó más, cerró los ojos y salió de su casa sin mirar atrás. Al cerrar la puerta tras ella Angela se dio cuenta de que se había dejado dentro tanto las llaves del coche como las de su casa, miró en el bolsillo delantero de su pantalón y descubrió con gran alivio que en el había algo de dinero, aunque no era mucho le daría para llegar al trabajo en autobús. Dudó si decirle algo de lo ocurrido a Carlos, aunque no quería asustarlo le parecía importante prevenirlo. ¿ Como iba a volver a su casa después de que Helena hubiera intentado atacarla? ¿ Por que se mostraba Helena tan furiosa y resentida con ella? Por más que intentaba entenderlo no podía, después de haber escuchado de boca de Sofía la historia de Helena, Angela empezó a sentir por esta un respeto muy fuerte, comprendía lo dura que había sido su vida y sentía también una gran pena por su conmovedora pérdida. Ella era madre y de cierta manera se sentía identificada con ella, le parecía también que Helena fue una mujer inteligente, luchadora lo cual provocaba en Angela cierta admiración ante esa mujer tan creativa y tierna.

¿ Seria quizá por que se habían llevado la cuna de casa?

Angela seguía responder a todas sus dudas y pensó que la mejor manera de hacerlo era hablar con Bárbara y su madre Brigitte.

En el descanso para la comida Angela pidió el móvil a su amiga Míriam, puesto que el suyo se había quedado encerrado en casa junto a sus demás pertenencias. Llamo a Carlos para contarle lo sucedido, y le dijo que fuera a recogerla al finalizar su jornada, también llamó a su hermana Graciela para contarle lo sucedido y pedirle permiso para dormir en su casa. También le dijo que por favor llamara a Bárbara y Brigitte para contarles lo que le había pasado e intentar que la ayudarán de una vez por todas a que Helena se fuera de su casa.

Angela se había asustado mucho, Helena estaba empezando a ponerse violenta y estaba dispuesta a hacer lo que fuera para que abandonara su casa, aunque eso implicará tener que traer la cuna de vuelta a casa o hacer una de las limpiezas tan peligrosas de las que supuestamente Barbara le había contado a Graciela.

Cuando amaneciera Angela acabaría de una vez por todas con la pesadilla de Helena.

NOTA DE AUTOR: ( Por favor, si te está gustando el libro, vota por el capítulo y comenta. No cuesta nada y al hacerlo, me estarás ayudando a que está historia llegue a más gente, MUCHAS GRACIAS. )

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