Tormenta III

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El día había pasado rápido, y Angela ya se encontraba junto con Carlos en la casa de Sofía. Estaban todos sentados cómo de costumbre en los cómodos sofás de piel de la anciana, todos esperaban impacientes a que Sofía siguiera con el increíble relato y Angela estaba segura de que esa noche por fin, conocería el final de la trágica historia de Helena.

Sofía se encontraba sentada en su lujoso sofá, vestía para esta ocasión un traje de color marfil compuesto por una elegante chaqueta a juego con el pantalón. En la solapa de la chaqueta portaba un antiguo broche que parecía ser de plata vieja, en el había engarzados unas pequeñas perlas con un brillo excepcional. Sofía tenía también en la mano un pañuelo de seda color mostaza y Angela pensó al verlo que le encantaría tener uno igual para lucirlo en el cuello en las ocasiones especiales.

- Pues como os conté Helena se casó con Manuel. La ceremonia fue muy modesta, no porque Manuel no gozará de una buena situación económica si no porque hacía poco tiempo que Isabel, la madre de Helena había muerto y esta aun estaba de luto. Helena se casó con un vestido negro, era muy bonito, lo recuerdo bien - Sofía había visto en varias ocasiones el vestido de su madre, Manuel lo compró para ella con mucho cariño y recordaba que dicho vestido había estado guardado en un viejo arcón durante mucho tiempo. - Era un vestido largo, lleno de encajes y brocados, lo acompañaba un velo precioso con delicados bordados y perfilado con un elegante encaje.

Angela intentaba imaginar a Helena vestida de novia, no le cabía duda de que seguramente el contraste del vestido negro con el color de la piel de Helena debía de ser algo impresionante de ver.

- Manuel siempre quiso que Helena se mudará a su casa, pero ella siempre se negó ¿ sabéis por que?

- Supongo que no querría desprenderse de la casa que le dejaron sus padres con tanto cariño - Angela pensaba que esa sería la razón más lógica y estaba segura de que Sofía le diría que su respuesta era acertada.

- Nooooo, claro que no. Venga echadle un poco de imaginación. - Sofía parecía divertida, pues estaba segura de que ninguno de ellos se imaginarian la verdadera razón.

- Bueno...- Carlos razonó un instante y prosiguió con su explicación - Helena había pasado demasiado tiempo cuidando, y labrando las tierras de sus padres, lo más probable eravque ella no quería de esos campos se convirtieran en tierras de valdio.

- Jajajaja - la carcajada de Sofía pilló por sorpresa a Ángela, nunca antes la había oído reír de esa manera, y por un momento se alegró de todo corazón de que en sus recuerdos aun quedarán cosas divertidas.- No, la razón por la cual Helena no quería vivir en la casa de su reciente marido era que... Bueno, un año antes, Helena además de trabajar la tierra, se dedicaba a limpiar en algunos hogares para ganar un dinero extra. Una de las casas que ella limpiaba era la de Manuel. Helena siempre nos contó que esa casa estaba encantada.

- ¿ Enserio abuelita? - Isabelita sabia que su abuela siempre había sido muy escéptica al respecto y pensaba que por ese motivo ella nunca habría creído esa historia.

- Sí, la verdad es que cuando Helena nos contaba esa historia siempre creí que se la inventaba para asustarnos y para que mi hermano y yo nos portasemos bien. - Todos se dieron cuenta de que cuando Sofía pronunció la palabra hermano, lo hizo con una gran pena y en ese momento el tono divertido de su se convirtió en un tono serio y solemne. - Ella contaba que en el tiempo que ella estuvo trabajando en esa casa, siempre se sintió observada. Un día mientras limpiaba el salón de la casa escucho como una mujer lloraba en el piso de arriba, en la casa no había nadie y Helena se asustó enseguida. Ese día Helena no se atrevió a subir para intentar descubrir quién era la persona que estaba llorando con semejante pena.

En otra ocasión mientras estaba limpiando un espejo, en el pasillo principal de la casa vio reflejado cómo una mujer espectral se acercaba hacia ella como si levitara, el espectro no se acercaba a ella andando sino como deslizándose a ras del suelo, Helena dijo que en el espejo solo pudo ver a la mujer de rodillas para arriba, pero que aún sin verle las piernas pudo deducir por su movimiento que la mujer se acercaba a ella volando. " NO ERA VIVA" "NO ERA VIVA" esas eran las palabras que utilizaba Helena para describir la imagen de esa fantasmal mujer.

- Dios mio, debió asustarse muchísimo.- Angela sabia muy bien lo que era encontrarse con algo así, a su mente vinieron recuerdos de la figura blanca que la desafío con el extraño movimiento que produjo al encontrarse con ella y como olvidar al "niño pio" cómo lo llamaba Aaron en el hueco de la escalera.

- Sí, ella lo contaba siempre muy seria, y nos explicó que cuando una persona se quitaba la vida quedaba atrapada en el mundo de los vivos, y nos advirtió siempre, que pasara lo que pasara en nuestras vidas, jamás lo hiciéramos. Nos decía que siempre teníamos que luchar contra las adversidades de manera contundente y con esperanza.

- Esa mujer, la que vio Helena, ¿ Cómo sabia que se había quitado la vida? - La pregunta de Carlos estaba en la mente de todos, que estaban intrigados por la misteriosa mujer.

- Pues verás, era sabido que cuando Helena aun era pequeña, en el pueblo se murmuraba que Amalia, la mujer del entonces joven Manuel, no podía albergar en su vientre los bebés de este por mucho tiempo. Se rumoreaba que la chica contaba ya con infinidad de abortos y al parecer un día, poco tiempo después de fracaso su último embarazo, el cual estaba ya muy avanzado, pues... Bueno que la joven no pudo aguantar más y sumida por una gran depresión, se cortó las venas en la alcoba principal y murió desangrada en poco tiempo.

- Madre mía - Isabel no podía creerse que su abuela hubiera mantenido escondidos todos esos recuerdos, pensaba que de alguna manera hubiera sido gratificante escuchar a su abuela contando esas historias de terror en la noche de halloween.

- El incidente del espejo asustó mucho a Helena, nos contó que estaba tan asustada que en ese momento cerró los ojos con la esperanza de que al abrirlos la mujer no estuviera, así que cuando pasó un tiempo prudencial, abrió los ojos y miro el espejo que estaba limpiando, la imagen había desaparecido y Helena suspiró aliviada, tomo aire y se dio la vuelta para salir de la casa, pero al hacerlo se encontró de bruces con la mujer a escasos centímetros de su cara, Helena se quedó petrificada y decía, que en el rostro de esa mujer pudo ver el mismísimo infierno, infierno que para ella debía de ser la tristeza y desesperación que los ojos de Amalia reflejaban.La miró unos segundos, Helena estaba al punto del desmayo. Veía como la mujer se miraba y tocaba su vientre vacío y la miraba de manera interrogante cómo si no supiera lo que le había pasado a ella y al bebé que portaba en su vientre. Helena no aguantó más y se desmayó. Al despertar salió de la casa y nunca más volvió.

- Increíble - El vello de Carlos estaba erizado, unos escalofríos recorrían su cuerpo y esperaba con impaciencia el resto de la historia.

- Esa era la razón que Helena tenia para no ir a vivir a casa de Manuel, siempre pensé que eran cuentos y que Helena solo nos lo contaba para asustarnos y entretenernos en las frías noches de invierno, en las que todos dormíamos en su cama abrazados unos contra otros - Sofía suspiró - pero la verdad es que ya no estoy tan segura.

Todos en la estancia estaban boquiabiertos, de repente notaron cómoen la habitación bajaba la temperatura, aunque lo más seguro sería que el miedo que habían sentido al escuchar las palabras de Sofía fuera el causante de esa gélida sensación.

- Al no querer Helena vivir en esa casa, el matrimonio decidió vivir en la casa que Pierre había dejado en herencia a Helena.

Al poco tiempo Helena quedó embaraza y Manuel, compró esa maldita cuna para ella.

Yo me crié en esa cuna y más tarde cuando yo tenía cuatro años nació mi hermano Manuelito.

Todos en mi casa eramos felices, pero al poco tiempo de nacer Manuelito, mi padre cayó gravemente enfermo. El médico nos dijo que este tenia una enfermedad de los pulmones, siempre fumó mucho y supongo que eso acabó pasándole factura.

Aun recuerdo el velatorio y el entierro de mi padre, fue algo verdaderamente traumatico. Aun recuerdo el cuerpo inerte de este tendido en la cama mientras Helena y las viejas del pueblo lo velaban. Yo era muy pequeña y aun no comprendía muy bien el significado de la muerte, solo sabia que ese cuerpo aparentemente dormido en la cama me aterrorizaba tremendamente. Helena me tranquilizaba diciendo que ahora mi padre descansaria en paz y que ya no sufriría los terribles dolores que padeció al final de su enfermedad.En el entierro no podía entender porqué sumian el cuerpo de mi padre en lo más profundo de la fría tierra, Helena también me explico que aquello era necesario y que sería la heterna morada de mi amado padre.

El tiempo iba pasando Helena, mi hermano y yo logramos tener una vida bastante decente. El pequeño Manuelito se estaba convirtiendo en un niño precioso y muy muy dulce, más que un niño parecía un angelito bajado del mismo cielo.Siempre se conformaba con todo, aveces yo le engañaba para quedarme con algún juguete, pero en vez de molestarse él sonreía y jugaba con cualquier cosa. Era simplemente maravilloso.

Angela pensó en Aaron, desde luego parecía que fuese todo lo contrario a Manuelito, en su caso era siempre su hijo pequeño quien se salía siempre con la suya y era la noble Clara quien siempre cedía.

- Manuelito, era un niño muy guapo, recuerdo bien que tenia el pelo castaño rojizo, su piel era muy blanca, casi tanto como la de Helena y sus ojos eran enormes y negros. Cuando Helena quería tomarle el pelo siempre le decía "Vaya Manuelito, te has quedado sin ojos ¿ verdad? " Manuelito a ser incapaz de entender la graciosa ironía de Helena, empezaba a tocarse la carita en busca de sus ojos, era verdaderamente divertido. - Los ojos de Sofía empezaban a humedecerse al recordar a su pequeño hermano.

- Vaya, me hubiera gustado mucho conocerlo abuela.- Isabel se daba cuenta de lo mucho que afectaba a Sofía hablar del pequeño Manuelito.

- Si, era nuestro muñeco, nuestro pequeño bebé, como lo llamaba Helena.

Nuestra infancia hasta entonces era idílica, Helena era una madre maravillosa, era siempre muy creativa y nos contaba historias, nos hacía muñecos con cualquier cosa y nos componía nanas. Era verdaderamente divertida. - Sofía empezó a reírse como si hubiera recordado algo muy gracioso - Helena era tan creativa que aveces no pensaba las consecuencias que ello podía tener.

- ¿ porque dices eso abuela? - Isabel estaba entusiasmada con lo que Sofía contaba.

- Pues verás, una vez mientras Helena recolectaba berenjenas, vio una que tenia la misma forma que la cabeza de un conejito, se las ingenio para pintarle con un poco de pintura unos ojos y una bonita sonrisa.Cuando llegó a casa me lo regaló, ya os podéis imaginar que estaba como loca de contenta, jugaba con el conejito, dormía con él... Hasta que un día empezó a pudrirse, Helena me dijo que debíamos tirarlo y me prometió que me haría otro, esta vez de tela para que pudiera tenerlo conmigo siempre.Al final tiramos la berenjena, pero yo me pasé llorando días por ella, Helena nunca pensó que algo así pudiera hacerme tanta ilusión y prometió entonces que antes de hacer nuevos juguetes se aseguraría de que estos no se descompusieran.

- ¿ Le hizo a usted el conejito de tela que le prometió? - A Carlos le pareció una idea estupenda lo de hacer juguetes para sus hijos, y pensó que el también podría ponerla en práctica y hacer algún peluche para Clara y tal vez un coche para Aaron.

- Claro que sí, me hizo un conejito precioso, pero cuando tiempo después me hizo a Susi una muñeca de trapo preciosa, perdí el interés por el conejito y este paso a ser uno de los juguetes favoritos de Manuelito.

- ¿ Susi? - A Angela le parecía un nombre muy bonito para una muñeca y se acordó de que Clara había puesto de nombre Emily a un caballo de madera que le habían regalado.

- Sí, me pasaba las noches jugando con ella en el suelo mientras Helena y Manuelito jugaban a que lindo es mi gatito.

Al escuchar esas palabras Angela pudo acordarse de los perturbadores sueños que la invadían por las noches. Pensó que debió de darse cuenta cuando Sofía describió a Manuelito minutos antes. La descripción de Sofía coincidía a la perfección con el pequeño de los sueños de Angela, al darse cuenta de que había soñado con la vida de Helena, empezó a sentirse mareada y a tener unas incómodas náuseas.

- ¿ Estas bien cariño? - Carlos notó enseguida que a su mujer le pasaba algo, su rostro se había puesto pálido de golpe y su respiración se había tornado muy rápida e irregular.

- Sí, no te preocupes, al parecer la cena no me ha sentado muy bien, pero estoy perfectamente. - Angela estaba confusa, esos sueños la habían afectado y estuvo varios días sin poder quitárselos de la cabeza.

- Lo pasábamos muy bien con Helena, estábamos los tres solos en el mundo...pero nos bastaba.

- ¿ Que le pasó a su hermano? - Carlos seguía preocupado por el malestar de Angela he hizo esta pregunta mirando a su esposa.

- Una noche - Sofía intentaba contener el llanto mientras hablaba - Helena decidió hacernos unos dulces, Helena también era una gran cocinera y disfrutaba cocinando para nosotros.

- Mmmmm, perdona abuelita es que pensar en dulces....- Isabel era bastante golosas y aunque encima de la mesa había una bandeja llena de pastas, no pudo reprimir el impulso de relamerse.

- Los dulces que haríamos serian unos roscos fritos con azúcar y canela. Entre los tres hicimos la masa, Helena me regaño varias veces por comer masa cruda, me decía que luego me dolería la tripa, Manuelito hacia pequeñas bolas con la pasta, yo le hacía un agujero en el centro y Helena los freia y rebozada en azúcar y canela. La primera tanda ya habían salido y Helena fue a la alacena para coger una fuente donde poner la segunda tanda que aún estaba en el fuego. Recuerdo que nos advirtió que no nos acercaramos a la sarten ya que podríamos quemarnos. Lo siguente que recuerdo es ver a Helena con una expresión de pánico en la cara y diciendo " No Manuelito, Nooooo".

- ¿ Que pasó, el niño se quemó? - Todos hicieron la pregunta al mismo tiempo.

- Sin saber cómo Manuelito se agarró a la sarten, no al mango ya que Helena siempre lo ponía hacia adentro, si no que el niño se enganchó al borde y no sé si es que se quemó o que pasó, pero la sarten se volcó y el aceite caliente cayó sobre él. - Las lágrimas de Sofía bajaban por sus pómulos - Helena se lanzó al suelo con la esperanza de poder apartar a su hijo, pero aunque Helena recibió gran cantidad de aceite no pudo impedir que este bañera al niño casi por completo.

- Dios es horrible - Todos en la sala lloraban, podían imaginarse la escena y el pánico y desesperación que tuvo que sentir Helena.

- Mi hermanito quedó grotescamente herido, su rostro se quedó derretido enseguida, su pelo minutos antes lustroso se convirtió en una especie de pinchos chamuscados. El pobre niño sólo gemia, ni siquiera podía gritar, los únicos gritos que se escuchaban eran los de mi madre, suplicando a Dios que el pequeño se recuperara.

Al oír lo de los pinchos en la cabeza, Angela pudo adivinar que el "bicho" que Clara decía ver con pinchos en la cabeza fuera probablemente el niño Manuelito.

- Helena me mandó a casa de los vecinos, estos tenían teléfono y me rogó que les pidiera que llamasen a un médico. Cuando el médico llegó ya era demasiado tarde, el niño había muerto entre sollozos llamando a Helena, me parte el alma recordarlo todo.

- Lo siento mucho señora- Angela era muy sincera, y no lo sentía solamente por el trágico suceso de Manuelito sino también por que de alguna manera por su culpa Sofía estaba reviviendo todo ese dolor al contar lo sucedido.

- No te preocupes es solo que.... Bueno- Sofía se enjugo las lágrimas con el pañuelo que tenia en la mano y prosiguió. - Helena también quedó malparada del accidente, su espalda estaba abrasada y parte de ambos brazos también. Pero no se quejaba por las heridas sino por la pérdida de su angelito.

La familia de Helena, los padres y tíos de Pierre fueron avisados de inmediato y esperábamos su llegada para el funeral del pequeño.

Manuelito fue velado en su cuna, Helena lo vistió de blanco mientras besaba cada parte de su pequeño cuerpecito, y no se despegó de la cuna hasta el día del funeral.

Cuando llegó la hora de meter a Manuelito en su pequeña caja de madera, Helena pareció darse cuenta de lo que estaba sucediendo realmente. Pareció volverse loca, cuando unas ancianas de pueblo fueron a coger al niño para meterlo en el ataúd, Helena cogió al niño, lo apretó contra su pecho y gritaba que el era su hijo y que nadie se lo arrebataria, que ni Dios podía quitárselo, ella lo había parido, lo había cuidado, lo había querido y que por esos motivos no dejaría que se llevarán a su pequeño para enterrarlo sólo en la fria tierra. Entre varias personas del pueblo lograron arrebaterselo y el médico le puso algo para calmarle los nervios.

- Pobrecilla - Angela lloraba sin parar - no puedo imaginar lo que para ella supuso.

- En el cementerio cuando enterraron a Manuelito Helena estaba destrozada, no paraba de decir que al pequeño no le gustaba estar solo y que seguramente ahí abajo tendría mucho frío. Pidió al enterrador que lo sacara, ponía cómo escusa que no lo había abrigado bien, decía que lo cambiaría de ropa y que después podrían enterrarlo. Como es de esperar el hombre se negó y Helena enloqueció tirándose al suelo e intentando desenterrar al pequeño con sus propias manos.

- Dios mío - Angela supo que lo que relataba Sofía también lo había soñado.

- Helena cavaba como una loca, las manos le sangraban y varios hombres del pueblo junto con el enterrador intentaban alejarla de la pequeña tumba, la gente le gritaba intentando que entrará en razón, pero ella no escuchaba a nadie. Yo estaba asustada, era una niña y para mi tampoco estaba siendo nada fácil, me acerqué por detrás a Helena y la llamé " mami " en ese momento Helena me miró, pareció recobrar la compostura y se tiró literalmente a darme un abrazo. Las dos nos fuimos a casa y Helena parecía más tranquila.

- Madre mía abuela - A Isabel se le rompía el corazón cuando pensaba en todo lo que sufrió su abuela.

- Helena siguió llorando, lo hacía por las noches para que yo no pudiera oírla, sollozaba que hechaba de menos que los rollizos brazos de Manuelito la abrazaran, que extrañaba sus dulces besos y su precios sonrisa.

Un día, no se si el tercero a el cuarto después de la muerte de mi hermanito me levanté contenta, esa noche no había escuchado llorar a Helena y fui a despertarla con un beso, al principio me extrañó no verla en su cama pues era muy temprano todavía. La busqué por la casa pero no la encontré, cuando miré mejor en el dormitorio vi a Helena tirada en el suelo agarrada con ambas manos a los barrotes de la cuna del pequeño Manuelito. Pensé que dormía y la llamé y llamé pero no despertaba. No creí entonces que pudiera estar muerta, pues Helena no estaba enferma ni había sufrido algún accidente. Pensé que como Helena lloraba tanto por las noches seguramente estaba muy cansada; me acurruque a su lado esperando a que despertara y allí pasé casi dos días llamando y suplicando a Helena para que despertara hasta que, Virginie, que era la madre de Pierre y abuela de Helena se acercó a la casa para ver como estábamos. Virginie no había querido partir hacia Francia hasta comprobar que Helena estuviera más tranquila, y cuando llegó a la casa y nos vio tiradas en el suelo enseguida pidió ayuda.

Cuando llegó el doctor comprobó que Helena estaba muerta y junto con su ayudante intentaron levantarla del suelo. Esto no fue nada fácil, pues el cuerpo tenia ya síntomas del rigor mortis, para soltar sus manos de la cuna tuvieron que partirle todos los dedos para conseguir que estos se soltarán de los barrotes - Sofía soltó un suspiro y su rostro se volvió angustiado.- jamás olvidaré el horrible sonido que produjeron los huesos de Helena al romperse " clack clack clack "

Carlos y Angela se miraron, ambos sabían muy bien cual era ese horrible sonido, para ellos en ese momento quedó claro que los crujidos del hueco de la escalera podrían ser los huesos de Helena rompiéndose una y otra vez.

- Virginie se hizo cargo de mí, me contó que Helena había cogido un veneno llamado esternina y lo habia tomado para morir. En ese mismo momento Helena dejo de ser mi madre para siempre.

- ¿ Pero por que abuela? - Isabel no aprobaba lo que Helena hizo, pero de alguna manera lo entendía.

- Helena me abandonó, no le importó lo que pudiera pasarme y me dejó sola. Siempre he pensado que si hubiera muerto yo en vez de Manuelito, ella jamás hubiera dejado solo a mi hermano. A partir de entonces todo el amor que sentía por ella desapareció por completo y mi madre, mi amada madre pasó a ser simplemente HELENA.

NOTA DE AUTOR: ( Por favor, si te está gustando el libro, vota por el capítulo y comenta. No cuesta nada y al hacerlo, me estarás ayudando a que está historia llegue a más gente, MUCHAS GRACIAS. )

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