MOVING ON

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El jóven se encontraba asqueado del olor a alcohol, marihuana y cigarro, quería salir de allí, ya estaba cansado.

—Toma —exclamaba brindándole otro teléfono al líder de la banda—. Me voy de aquí —replicó con algo de furia girando sobre sus talones.

Tensando su mandíbula G-dragon tomó al menor por el hombro haciéndolo retroceder.

—Baby Jk —exflamaba entre dientes—. Lo que me has dado es poco

—Pues hazlo tú —replicaba Jungkook con ira.

El mayor suspiraba intentando acomodar sus pensamientos—. Jungkook... —decía más dulce, a su manera lo apreciaba y no quería terminar con él de la forma en la que había terminado con Kai—. Jaime está esperandote en la habitación de arriba.

Jungkook fruncía el entrecejo sin entender aún esas palabras—: ¿Y eso porque debería importarme?

—Ella trabaja con nosotros —respondía el mayor haciendo que Jungkook abriera sus ojos algo descreído.

Jaime era una joven de dinero, hacía con sus padres lo que quería, pero robar no parecía estar en su diccionario, tenía suficiente dinero para hacer lo que quisiese.

—¿La chica es rica y quieres que me coma el cuento de qué trabaja contigo? —respondía cansado. Los dolores de cabeza estaban volviendo a golpear en su sien.

—Le gusta el dinero fácil ¿porqué crees que sus fiestas se llenan? —respondía divertido—. Corre de todo aquí, a los jóvenes les gusta y por eso nunca nadie se da cuenta que luego vuelven a casa sin teléfonos o billeteras —luego de esas palabras lo tomaba por los hombros girandolo para tenerlo de espaldas y pegándose a su oído exclamaba—. Míralos, están tan drogados que les importa una mierda sus pertenencias.

G-dragon tenía razón, esa gente estaba consumida y les gustaba o al menos eso parecía.

Jungkook se soltaba del agarre para volver a mirar a su "amigo".

—De todas formas, no veo porque debería ir con ella.

El otro reía socarron—. Esta vez no me pidió dinero —respondía acomodando la ropa del menor—. Te pidió a tí —sentenciaba.

—Debes estar bromeando —replicaba enfurecido.

—Jk, si no subes ahora mismo, nos va a denunciar y el primer nombre que dará, será el tuyo —apuntaba con su dedo índice en el pecho del menor—. Eso atrasara el comienzo en la universidad.

Jungkook apretaba sus puños de la furia que lo estaba consumiendo, no quería, solo quería irse, pero si aquella denuncia era posible no quería arriesgarse, podría perderlo todo por culpa de una niña caprichosa y un chico acostumbrado a mandar todo.

Tenso su mandíbula y entre dientes preguntó—. ¿Cuál es su habitación?.

G-dragon sonreía de costado—. Arriba, la tercer puerta de color negro, toma —sacaba de su bolsillo una caja de preservativos—. Qué lo disfrutes y gracias por tu colaboración a la causa.

Jungkook tomaba la caja y tragando duro se dirigía a las escaleras pasando entre gente ebria y drogada.

«¿Porqué mierda siempre termino aceptando?», pensaba y se regañaba.

No era la primera vez que por cierto motivo Jungkook terminaba acostándose por mero interés propio, estaba algo asqueado para ser honestos, G-dragon lo había corrompido de muchas maneras, pero echarle toda la culpa sería ser sutil con la suya propia.

Al principio era divertido tener a quien se le diera la gana, luego, claramente comenzaba a aborrecerle. Era muy joven para tener tantos nombres en su lista personal de encuentros casuales.

Aparte, lo molestaban demasiado: "¿Acaso eres gay, baby Jk?", "¿Prefieres que te den a dar?", "En este grupo somos todos hombres y follamos a cuántas mujeres se nos de la gana", "Deja de ser tan marica".

Pese a que siempre lo cargaban de esa forma, siendo que sabían que no era virgen, seguían molestandolo como si así fuera y sus encuentros fueran puras mentiras y nunca sucedía nada en concreto. Ojala y fuera cierto, pero no, había estado con todas y cada una. Estar en ese grupo había arruinado muchas facetas de su adolescencia, Kai siempre solía decirle que en cierta forma "no encajaba" pese a que Kai se había ido antes, siempre le decía que Jungkook era mejor y podía ser más de lo que él intentaba ser.

Se sintió muy solo cuando éste se había ido, era el hermano mayor que jamás había tenido, siempre veía lo mejor en él e intentaba cuidarlo, pero G-dragon se sobreponía.

De una forma u otra, era también su culpa terminar siempre en aprietos, ahora haría lo que debía y saldría de allí.

Abriéndose paso por los pasillos de arriba había llegado a la puerta negra, luego de unos segundos en donde necesitaba tomar un poco de valor, se armaba de éste y finalmente golpeaba.

La puerta se abría y Jaime se encontraba recibiendo al menor en ropa interior y bata de seda, no dejaba nada a la imaginación.

«Estás arruinado, amigo».

—Kookie, kookie —ronroneaba la chica pelirroja enmarañando la remera de Jungkook para arrastrarlo puertas adentro de su habitación.

Una vez cerrada ésta, había estampado al joven para comenzar a besarlo de manera desesperada y hambrienta, Jaime realmente sentía demasiada atracción por él.

Sin embargo a Jungkook no le pasaba lo mismo, pero era atractiva, eso bastaría. La chica metía sus delegados dedos y uñas gelificadas en el borde de su pantalón para desabotonarlo y luego bajar el cierre.

—Oye, oye —el jóven intentaba calmarla—. Recién entro, te llevarás un decepción si no me dejas entrar en calor antes.

La pelirroja entendía y no emitía palabra alguna, ella solo quería tener a Jeon Jungkook desnudo en su cama de una vez por todas.

Sin previo aviso lo empujaba sobre ésta para comenzar una sesión de besos que ella disfrutaba, pero él solo correspondía para salir de allí, realmente estaba desesperado porque su cuerpo respondiera a las caricias de Jaime, pero sus últimos encuentros habían sido complicados, le costaba mucho sentir atracción, le costaba que su cuerpo respondiera a la persona que tenía en frente, pero Jungkook tenía ese encanto por el que cualquier mujer se volvería loca y esperaría el tiempo que él necesitase o haría todo el trabajo con tal de ponerlo a punto.

Jaime había despojado al jóven de su remera quedando boquiabierta por el cuerpo que éste se cargaba.

—Dios, kookie...los rumores decían que tenías unos abdominales para derramar Nutella encima y lamer todo el día, pero... —exclamaba y pasaba sus uñas por el bajo vientre del menor—, esto es mejor de lo que imaginaba, una lastima no tener Nutella  —exclamaba con voz seductora.

No le movía un solo cabello «Carajo, esto me tomara demasiado tiempo».

—Deberias bajar, la vista también es buena y el sabor no tienes idea —replicaba el joven con voz seductora.

Aunque no sintiera una atracción legítima, su cuerpo igual respondería a la humedad de una boca ajena, y así saltarse la parte de los besos.

Las palabras habían encendido e inspirado a la chica quién sin descanso saboreaba cada parte del menor hasta que su miembro por completo estaba listo para  llenar su necesitada entrepierna.

Si, ella se moría por tenerlo, él en cambio, se moría por salir de allí de una buena vez.

—¿Ya te vas? —preguntaba aún en la cama después de lo sucedido.

El jóven terminaba por abrochar su cinturón—. Deberías bajar, están haciendo desastres a tu casa —replicaba con tono de pocos amigos—. Y si, me voy, no tengo intenciones de quedarme

—G-dragon no mentía —exclamaba.

Jungkook estaba a punto de salir por la puerta, pero se había detenido al escuchar ese nombre.

—¿En qué no mentía? —giraba a penas su cabeza.

—Eres muy bueno en el sexo —exclamaba.

El jóven negaba y luego sin más abandonaba la habitación.

Abajo camino a la puerta, alguien lo tomaba del hombro y comenzaba a arrastrarlo fuera de la casa.

—¡Siempre tan mimado! —decía una voz masculina familiar con algún que otra letra deslizándose de la lengua a causa de la ebriedad.

Jungkook no había tenido tiempo de razonar la situación que un terrible empujón lo hacía tambalearse cayendo de rodillas al suelo y llamando la atención de los presentes.

—¡Pelea, pelea!. ¡Es baby Jk y King-D! —gritaba una de las tantas voces ahogadas entre otros gritos.

«Aqui vamos», pensó en el suelo con cierto dolor en sus rodillas, mirando de reojo a uno de sus tantos enemigos dentro de su grupo, el jóven suspiró cansado.

Él solo quería irse a casa.

—King-D no voy a pelear contigo —exclamaba con seguridad—. Mírate, estás ebrio —decía sacudiendo la tierra de sus pantalones.

—¡Marica! —gritaba el mayor evidentemente ebrio—. Uno haciendo el trabajo sucio y tú revolcandote con la princesita

—Lamento que no seas su tipo —decía socarron el menor—. Das asco, no es mi culpa —se volvía a girar para irse, no se ensuciaría sus manos.

Al menos esa era la idea, pero King-D lo jalaba hacía y lo giraba abruptamente para rematar un buen puñetazo en su rostro que de igual manera el jóven esquivaba a la perfección.

—¡No peleare! —respondía dándole un fuerte empujón—. Ya acabé contigo, con todos ustedes y la mierda que los rodea, alejate de mí.

Justo G-dragon llegaba para escuchar esa última parte, Jungkook sintió su rostro arder al ver como él mayor lo miraba con desdén.

King-D estaba dispuesto a arrematar otro golpe, pero era detenido por el mayor—: ¡Cálmate! —lo había tomado de la muñeca para jalarlo hacías atras, luego centrando su mirada en el menor exclamaba a King-D—. Baby Jk es mío.

Solo eso bastaba decir para que Jungkook apretara sus puños dispuesto a mancharse de sangre si era necesario, pero saldría de allí a como dé lugar.

No iba a negar que G-dragon lo atemorizaba solo un poco, con ese rostro que detonaba cierta malicia, sus tatuajes y claro esa actitud de comerse al mundo que tenía, pero no era más grande que él, para nada, Jungkook tenía más masa muscular, era más fuerte, pero G-dragon era más pirado.

El mayor se le había acercado dejando apenas unos centímetros de espacio entre ellos—. Vete Jk y trata de no volver. Por qué si lo haces y ellos te ven, no los voy a detener —fueron sus últimas palabras que en vez de advertencia sonaban más como una amenzaba.

Jungkook tragó duro y bajo todas esas miradas decidía retirarse.

«Me importa una mierda, de todas formas no volveré a verlos», pensó saliendo de allí  sin mirar atrás.

Segundo cap. espero y no aburra.
Con amor Niñita Nany 💜

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