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Catástrofe.

Esa era la palabra que mejor definía como se sentía en ese momento. Una enorme catástrofe.

No supo siquiera como pudo levantarse esa mañana, tampoco como pudo toparse con el azabache aún dormido en aquel sofá y no ponerse a llorar de rodillas frente a éste. No sabía cómo estaba ahí, recibiendo una clase extremadamente aburrida, con una cara seria.

Por dentro quería llorar, quería gritar, quería estar callado y a la vez estaba en blanco. Si le preguntases en qué pensaba él no podría responder, ¿en qué pensaba?. En nada y quizás en todo.

Mingi lo vio entrar a clase y sentarse directamente en algún escritorio sin si quiera pestañear, supo desde el momento en que vio su rostro que algo salió mal y claro que supo por quién fue. Tuvo que respirar hondo y atenerse a caminar hacia su amigo para preguntarle que había pasado, desde que se fue de su casa no le había mandado ni un solo mensaje y tampoco regresó con él así que tenía una y mil dudas en su cabeza, pero se contuvo, además el castaño aún tenía sus llaves.

— Oh, ya es la hora de que la clase termine —detuvo su explicación el licenciado al mirar el reloj— Bien, lo dejamos hasta aquí. Quiero esa presentación hecha para la siguiente clase. Y recuerden que ya vienen los parciales, espero que se preparen bien porque no se las pondré fácil.

Justo después de las últimas palabras dichas por aquel señor el alto se levantó apresurado, guardando sus cosas despreocupadamente sin importarle mucho si se arruinaba algún cuaderno o perdía un lápiz. Su misión era llegar hasta su amigo antes de que éste se le escapara de sus manos.

Logró tomarle rápidamente el brazo y jalarlo para que le volteara a ver, ante si unos ojos más fríos que la propia nieve se clavaron en él. Pudo sentir incluso un pequeño escalofrío recorrer su columna vertebral.

— Mingi —fue lo único que salió de aquellos labios partidos.

— Hey, no llegaste a casa —le dijo con un tono tan suave que ni siquiera sabía de donde provino.

San pareció quedar en blanco, sus ojos se desviaron hacia un punto muerto detrás del más alto y todo en él gritaba que algo andaba mal. El castaño no era una persona enérgica, era más que nada tranquilo pero podía llegar a hablar hasta por los codos si tocabas un tema de su interés, nunca se caracterizó por tener un aura brillante ni explosiva siempre mantenía un margen bajo sin embargo justo en ese momento parecía incluso ausente aunque estuviera ahí frente a sus ojos, aunque estuviese ahí tomándolo con un poco de fuerza del brazo.

Un cadáver andante. No hubo mejor definición.

— Si, perdón —fue lo único que atino a decir, sin embargo no se movió ni un centímetro, quizás ni siquiera parpadeaba.

— San —aflojó el agarre que mantenía en el contrario y sus ojos se volvieron compasivos, casi vidriosos por ver el estado de su amigo— ¿Qué pasó?

Y fue como si hubiera apretado un botón rojo.

De los ojos cansados de su amigo comenzaron a caer lágrimas silenciosas y pudo sentir como su cuerpo entero comenzaba a tiritar. Había comenzado a llorar sin embargo su rostro se mantenía inexpresivo a pesar de que toda su anatomía entera estuviera gritando "¡No estoy bien!".

No dudó ni un segundo en abrazarlo a su cuerpo y comenzar a caminar hacia la salida. No podían quedarse en ese salón, ya habían comenzado a llegar los de la siguiente clase además de que ellos tenían que ingresar a la próxima en menos de media hora.

Salieron caminando con paso un poco apresurado, Mingi guió el camino en todo momento sin detenerse ni un segundo mientras el castaño seguía derramando lágrimas en su camisa pero aún así no soltaba ni un solo quejido. El más alto no podía estar más preocupado por su amigo, nunca no lo había visto en un estado como ese y en su mente solo podían pasar mil y un ideas de como descuartizar al idiota de Jung Wooyoung.

Llegaron entonces a una zona más tranquila de la universidad, no habían muchas personas ahí más que parejas en su mundo o dos grupos de amigos pasando el rato o quizás terminando alguna tarea, realmente no podría importar menos en ese momento. Se sentaron en la grama apoyando sus espaldas en el tronco de un delgado árbol, al menos tenían un poco de sombra.

Pasaron varios minutos en silencio, San aún seguía apoyado en el pecho del más alto pero parecía más calmado, ya no corrían lágrimas por sus mejillas y su respiración se había vuelto tranquila sin embargo sus ojos seguían igual de fríos que hacía unos momentos atrás.

— La vida es un asco —se logró escuchar la voz del castaño, amortiguada por la camisa de su amigo y entre cortada por el llanto. A Mingi le pareció sentir como si aquella voz le clavara diminutos alfileres en su corazón.

— Concuerdo contigo —comenzó a acariciar el hombro ajeno, intentando transmitir calma— La vida es un asco.

Realmente Mingi no pensaba eso, sabía que a veces la vida podía ser dura, podía ser un perra total y darte unos buenos golpes que te podían dejar noqueado por días. Sin embargo también sabía que la vida no era tan mala, que a veces te dejaba ver la luz del sol y podías respirar y sentir el mundo a tu alrededor, que muchas de las cosas malas que te pasaban al final te podían servir para crecer como persona y aprender de tus errores. Eso claro si sabías como vivir, de lo contrario te caerias con la misma piedra una y mil veces y jamas vivirías. Así que al final la vida era un asco, pero un hermoso asco.

Pero claro, no podía debatir con el castaño en ese momento. Así como sabía que la vida podía ser una perra y sabía que a su vez era preciosa, también sabía que su amigo en ese momento se estaba dejando llevar por sus sentimientos, quien hablaba no era su carismático y alegre compañero sino su corazón lastimado y que lo menos que necesitaba en ese momento era que le llevasen la contraria. San sólo necesitaba apoyarse en un hombro, llorar todo lo que tenía que llorar y ser escuchado.

San necesitaba un amigo, necesitaba un confidente y una familia y Mingi estaba ahí para serlo, como siempre había sido.

— Mingi —volvió a hablar el chico recargado en su pecho.

— ¿Si?

— Tengo el corazón roto —exhalo, su voz temblando ligeramente— Y no sé como repararlo.

Ambos se abrazaron con más fuerza, intentado no romperse más de lo que ya estaban. El más alto por su amigo desconsolado y el castaño por su parte por un amor quebrantado. Se quedaron en silencio una vez más dejando los minutos pasar, ni siquiera les importó no haber llegado a su clase ni a las que seguían, a veces hay cosas mucho más importantes que libros, profesores, notas y carreras.

Un corazón roto, por ejemplo.

☁️











Ustedes hagan como que no ha pasado un mes entero, literal, desde mi última actualización de esta historia.

Creo que mis disculpas serán constantes de ahora en adelante, perdonen la demora es solo que no me he sentido en el mood como para escribir. Quizás al final si me terminé saturando de tanta historia que me terminó por aborrecer y me aleje por un tiempo de mis historias.

Igual, ahora decirles que de ahora en adelante no hay tiempo definido. Publicaré capítulos cada que esté con la inspiración necesaria y trataré de no exigirme tener un capítulo hecho cada cierto tiempo porque al final eso es lo que no me hace ningún bien. Así que espero su paciencia, también espero que ustedes esperen por mi historia si tiene sentido.

Anyways, tengan un buen día y no olviden ir a escuchar Deja Vu de nuestros dioses Ateez, SOTY si me preguntan pero para mí todas las canciones de mis grupos son SOTY's así que no me hagan caso xd

Sin más que decir, nos vemos en el próximo capítulo ☂️

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