▶PRIMERA PARTE

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ℍ𝕚𝕞

PARTE UNO

Sohye admiraba la vista de la ciudad aquella mañana, por el balcón del último piso de aquel gran edificio. Le dio un sorbo a la copa de champagne, y suspiró al sentir una molestia en sus pies por los tacones, lo que le hacía preguntarse a qué hora acabaría aquel evento.
Sólo quería poder volver a su habitación y descansar de una vez, aunque, en realidad, sentía más ganas de volver a Busan de una vez. 

Sabía que debía sentirse contenta porque a pesar de que fueron a Japón por negocios, tenía sus momentos donde la pasaba más que bien, y también estaba compartiendo más momentos como amigos con su Jefe, Kim Seokjin.
Aquel hombre que le robó el corazón la primera vez que lo vio, lo cuál creyó que sería, simplemente, algo momentáneo, porque era realmente atractivo y cualquier persona quedaba encantada al verlo. Pero con el paso del tiempo comenzó a darse cuenta que no era sólo una atracción física o sexual, porque a medida que más lo conocía, más fue enamorándose de él.

Desde que vio aquel anillo de matrimonio en su dedo anular, se empezó a repetir que debía darse por vencida con aquel enamoramiento. Hasta había conocido a más hombres, intentó enamorarse de alguien más, pero nada funcionaba porque este en sus citas siempre aparecía en su cabeza, haciéndole sentir que era imposible que pudiera eliminar aquel enamoramiento, por más incorrecto que fuese.

—¿No tienes frío?

Aquella voz masculina la hizo estremecer, y tragando con dificultad volteó encontrándose con su mirada intimidante. Aquellos orbes almendrados que a veces sentía que podía ver cada pecado cometido, provocaban que su estómago se revolviera y quisiera marcharse, pero sentía que sus pies estaban clavados en el suelo porque era incapaz de dar un paso.

Lo observó de pies a cabeza, admirando lo bien que le quedaba aquel traje oscuro, aquellos zapatos negros, su cabello castaño oscuro echado hacia atrás, que ella siempre sentía que le daba un aspecto mucho más intimidante.
No importaba cuántas veces lo admiraba, sentía que jamás se cansaría de hacerlo. Al llegar a su rostro, a sus labios esponjosos y carmesí donde una pequeña sonrisa arrogante comenzaba a dibujarse, un escalofrío recorrió su espina dorsal.

Otra vez estaba siendo demasiado obvia con sus sentimientos, y eso parecía divertirle a Seokjin.

—N-No. Estoy bien aquí, aunque lamento haberme desaparecido así —hace una mueca—. ¿M-Me necesitaba?

—Ya te he dicho que cuando estemos solos, puedes hablarme con completa confianza, Sohye —habló con una pequeña sonrisa, acercándose más, lo que hizo que tragara con dificultad porque sus nervios aumentaban—. Está bien. Entiendo que te hayas desaparecido, la verdad está siendo realmente aburrido para mí también, y ya me he cansado de que se me acerquen a hablarme.

—Sí, lo siento.

—Ya, no te disculpes —hizo una mueca, restándole importancia—. Por cierto, deberíamos brindar porque todo ha salido más que bien, ¿no crees?

—Es cierto. Deberíamos brindar por la sociedad que ahora tienes con Daiki.

—Y porque nuestra constructora sigue manteniéndose arriba —sonrió levantando la copa.

Al brindar Sohye desvió por un momento la mirada al sentirse tan intimidada, pero al llevar la copa a sus labios, se dio cuenta que este había vuelto poner su mirada en ella.

—Deberíamos volver con los demás, ¿no crees?

Seokjin sonrió levemente al escucharla hablarle así, y dio otro paso más hacia adelante, quedando cerca, por lo que la fémina tuvo que levantar la cabeza para poder seguir mirándolo.
Siempre que lo tenía así en frente, se sentía demasiado pequeña como indefensa, pero eso al contrario de desagradarle, le fascinaba.

—Prefiero quedarme contigo aquí otro rato más, ¿eso está mal?

Detestaba todas las sensaciones que provocaba en ella, pero al tratarse de Kim Seokjin no podía evitar ser demasiado débil. Su corazón estaba brincando por sus palabras que le causaba que se ilusionara, aunque se decía que podría salir lastimada si seguía dejándose llevar así, pero no podía evitarlo.
Más que nada cuando hacía unos días este le invitó un café y comenzó a abrirse más con ella, confesándole que quería pedirle el divorcio a su mujer, que si no lo había hecho antes era porque pensaba demasiado en su hijo.

Seokjin llevaba casado trece años y tenían un maravilloso hijo de diez, el cual amaba más que a nada en el mundo, tanto que era capaz de seguir con aquel matrimonio a pesar de ya no sentir amor, pero temía lastimarlo si decidía acabar con eso.
Ahora ya había tomado la decisión, sólo faltaba dar el siguiente paso, y aunque Sohye siguiera diciéndose que no era correcto, eso le daba ilusiones de poder enamorarlo como ella lo estaba de él. Porque al saber que era casado, jamás se había atrevido a querer entrometerse en su matrimonio, se sentía incapaz, pues se ponía en el lugar de aquella mujer, y no quería convertirse en alguien así que destruyera una familia.

Lo miraba con atención, como este la observaba de pies a cabeza y parecía encantado con ella, lo cual la hacía sonrojarse. Llevaba un vestido azul que le quedaba por encima de las rodillas y era escotado, su cabello lo llevaba suelto ondulado en las puntas.
Al verse en el espejo se sintió bien consigo misma y al notar como este la miraba, aún más, porque había deseado más que nada poder capturar su atención. Durante el evento en los momentos que no estuvieron juntos, pudo sentir su mirada, a pesar de que este parecía concentrado en sus conversación, y eso la había hecho sonreír en algunos momentos.

—Aún nos quedan dos días más aquí en Japón, Sohye.

—Lo sé.

—Tendremos tiempo libre, así que, ¿hay algo que te gustaría hacer? —inquirió alzando una ceja, a la vez que daba otro paso hacia adelante, notando cómo ella desviaba la mirada por los nervios.

—N-No lo he pensado en realidad.

—Pues, yo si he pensado en algo.

—¿E-En qué?

Este al escucharla nuevamente tartamudear, sonrió dando otro paso hacia adelante, quedando lo suficientemente cerca.
Sohye al levantar la mirada conectándola con sus orbes almendrados, sintió cómo se le dificultaba respirar porque nunca antes lo había tenido así de cerca.

Seokjin llevó la mano libre a su mejilla, sorprendiéndola de gran manera, al punto que un jadeo escapó de sus labios al sentir su tacto cálido. La acariciaba con delicadeza, como si de una rosa a punto de marchitarse se tratase, y en su mirada podía ver dulzura.
Una dulzura que nunca antes había visto cuando sus ojos estaban sobre ella, por lo que no sabía cómo reaccionar al respecto.

—¿Seokjin...?

—¿Quieres que me aleje?

Sabía que si decía que sí, este no lo dudaría ni un segundo, pero la verdad es que era lo menos que quería. Estaba disfrutando de sus caricias, hasta tenía el impulso de apoyar su mejilla por completo en su mano, pero no podía evitar preguntarse qué era lo que estaba haciendo. ¿Cuál era la intención que tenía su jefe con ella?

—No.

—¿Quieres que me acerque más?

Al escucharlo sintió como el oxígeno abandonaba sus pulmones por un momento, porque con su respuesta todos sus sentimientos quedarían más que claros para él, aunque a veces pensaba que este ya lo sabía, sólo intentaba ignorarlos porque no era para nada correspondido, y el sólo hecho de pensar eso, encogía su pobre corazón.

—Sí.

Con aquella respuesta positiva, Seokjin no pudo evitar sonreír por un momento, hasta que comenzó a acercar sus rostros al punto que sus respiraciones se mezclaban. Sohye podía sentir su corazón acelerado, al punto que creía que era realmente insano porque su corazón parecía querer escapar de su pecho. Aun así, se mantuvo quieta y cerró los ojos tratando de relajarse lo más posible, mientras esperaba el momento de sentir sus labios sobre los de ella.

Cuando eso sucedió, un escalofrío recorrió su espina dorsal y sintió un cosquilleo en su estómago.
Había imaginado ese momento cientos de veces, pero nada se comparaba con la realidad. Estaba sorprendida por lo suaves que eran sus esponjosos labios, tanto así que la hacían sentirse en las nubes.

Sus labios se movieron sobre los suyos y no dudó ni un segundo en corresponderle, hasta pasó sus manos por sus anchos hombros, apegando sus pechos, para así poder sentirlo más.
Estaba fascinada con todas las sensaciones que le provocaba aquel beso, y cuando este pasó la lengua por su labio inferior para pedirle acceso, se estremeció, pero aún así se lo dio.

Sintió como sus lenguas se entrelazaban por momentos, como este la tomaba de la cintura apegándola mucho más, y eso la hacía desear más. Sabía que a él le pasaba exactamente lo mismo, porque estaba demostrándoselo con aquel beso que iba intensificando.

No quería separarse, pero el aliento estaba empezando a faltarle, y su celular que estaba dentro del bolso pequeño apoyado en la mesa que estaba a un lado, sonó provocando que ambos se sobresaltaran y se separaran.

Sus pechos subían y bajaban por la intensidad con la que se habían besado, Sohye no era capaz de mirarlo, hasta sentía sus mejillas arder, mientras Seokjin acariciaba su labio inferior como si no pudiese creerse lo que acababa de hacer.

—Deberías atender.

—Cierto.

Se acercó de manera algo torpe, y al abrir el bolso tomó su celular, arrugando la frente al ver que se trataba de su madre. Pues, su relación con ella no era nada buena, casi no se veían, por lo que se le hacía demasiado extraño que la estuviese llamando.

—Voy a dejarte sola para que puedas hablar.

—No, está bien. Quédate. Será sólo un minuto.

Seokjin asintió no muy convencido, y la fémina atendió la llamada, llevando el celular a su oreja.

—Hola, mamá. ¿Está todo bien?

—Tu abuela acaba de fallecer, Sohye —dijo aquellas palabras como si para ella no significaran nada, y como si no tuvieran un gran impacto en su hija—. Le dio un infarto y no lo soportó. Sé que estás de viaje, pero lo mejor que podrías hacer es volver para el funeral.

Sohye sintió como la sangre abandonaba su cuerpo por un momento, como se debilitaba, por lo que apoyó una de las manos en la mesa, intentando así sostenerse y no caer.
Intentaba asimilar lo que había escuchado, pero se le hacía completamente imposible, mientras los recuerdos junto a su abuela inundaban su cabeza, encogiendo su corazón.

No era capaz de hablar, no era capaz de decir una palabra, por lo que colgó la llamada mientras un nudo se le formaba en la garganta, dificultándole respirar, pero no quería romperse allí con Seokjin presente.
Tomó una bocanada de aire intentando mantener la calma y tomó rápidamente el bolso, para así comenzar a caminar, desconcertándolo de tal manera, tanto que rápidamente la tomó del brazo.

—Hey, ¿qué haces? ¿A dónde vas?

—D-Debo irme —su voz salió débil casi en un murmuro inaudible, mientras intentaba retener las lágrimas, por lo que no es capaz de mirarlo.

—¿Irte? ¿No crees acaso que debemos hablar?

—Seokjin, necesito volver.

—¿Volver? ¿Te refieres volver a Busan? —inquirió arrugando la frente—. ¿Por qué lo harías?

—¡Necesito volver! Déjame ir, por favor —pidió exaltada, liberándose de su agarre.

Seokjin al verla de aquella manera, como se alejaba con rapidez, no fue capaz de seguir insistiendo en saber lo que estaba sucediendo, aunque esperaba que no fuese por su culpa. Mientras que Sohye se sentía temblar y no fue capaz de seguir reteniendo las lágrimas. En ese momento con la noticia que había recibido, sentía su corazón completamente destrozado.












(...)









Sohye observaba con sus ojos cristalinos la lápida de su abuela, sintiendo como si aplastaran su corazón. A pesar de ver su nombre allí, no era capaz de asimilarlo, no lo comprendía.
Se detestaba por no haber pasado sus últimos días con ella, por no haber podido contestar su última llamada, se detestaba por no haberle dicho cuánto la amaba y cuan agradecida estaba con ella, a pesar de que estaba segura de que su abuela lo sabía porque siempre se lo había demostrado.

Sabía que de nada servía reprocharse y arrepentirse de eso, pero no podía evitarlo en aquel momento de negación.
Sollozos ahogados escapaba de sus labios mientras cubría su boca con una de las manos, aunque deseaba más que nada poder llorar desconsoladamente, buscando algún tipo de desahogo, pero no podía hacerlo allí cuando habían algunas personas y podía sentir algunas miradas.
Detestaba llorar cuando habían personas a su alrededor, pero no podía seguir guardándose aquel dolor y menos allí.

Deseaba volver al último día que la vio, donde su abuela le dio un abrazo antes de que se fuera a Japón. Necesitaba más que nunca sus abrazos tan consoladores, que siempre cuando estaba mal volvían a armarla y hacerle sentir que no necesitaba más nada al tenerla a ella a su lado.
Siempre la había amado más que a su propia vida, porque su abuela fue quién la había terminado de criar cuando su madre comenzó a descuidarla y decidió marcharse junto a su pareja, siendo ella sólo una niña. La mayoría de veces no la culpaba por eso, porque la tuvo muy joven, cuando apenas tenía dieciséis años, por lo cual no sabía cómo ser una buena madre.
Siempre intentaba ponerse en su lugar, pero cuando estaban juntas no podía evitar dolerle su rechazo, a pesar de que ya estaba acostumbrada.

Aún así junto a su abuela nunca le faltó nada y tuvo una buena niñez, como adolescencia. Siempre se aferraba a aquellos buenos momentos que pasaron juntas, porque fue imposible no notar cuánto se esforzó por hacerla feliz, para que así no sintiese que le faltaba el cariño de su madre.
Ahora al estar allí, llorando frente a la lápida, sentía que de cierta manera necesitaba un abrazo de su madre, aunque las únicas veces que la había abrazado se había sentido miserable en sus brazos tan fríos. Pero ahora, necesitaba un poco de cariño.

—La señora Misun fue una gran mujer —dijo una voz masculina a sus espaldas.

Al escucharlo y no poder reconocer aquella voz, se levantó temblorosa limpiando sus lágrimas rápidamente, para luego voltear a verlo. En ese momento, se encontró con un joven de cabello rizado, oscuro, largo hasta los hombros, cejas gruesas, orbes oscuros e intensos, nariz ancha, labios delgados y rosados.
Llevaba una chaqueta negra, pantalones y zapatillas del mismo color, al contrario de quienes estaban allí, parecía haber escogido ropa cómoda, lo cual se le hizo algo extraño, pero decidió ignorarlo porque su mirada se le hizo realmente intimidante, generándole una gran incomodidad.

—¿La conociste? —se atrevió a preguntar.

—Claro que sí. Por cierto, soy Jeon Jungkook.

—¿Jeon Jungkook? —repitió frunciendo el ceño.

—La señora Misun le habló sobre mí, aunque sea alguna vez, ¿cierto? —inquirió con una media sonrisa dando un paso más adelante, y Sohye al ver sus facciones más relajadas, al igual que su mirada menos intensa, se relajó.

En ese momento comenzó a recordar las veces que su abuela lo había nombrado, principalmente, la vez que le dijo que Jeon Jungkook podía ser un buen partido para ella. Pero se negó absolutamente a conocerlo, porque su amor por Seokjin era tanto, que no quería volver a perder el tiempo conociendo a alguien más cuando sabía perfectamente que no podría sacar de su corazón a su Jefe.

—Claro. Eres el hijo de quien fue su peluquera, ¿cierto?

—Y su gran amiga. Mi mamá la adoraba.

—Y mi abuela la adoraba a ella.

—Lamento haber aparecido así como así, sólo quería darle mi más sentido pésame, y decirle que tengo algunas fotografías sobre ella que quizás le gustaría poder conservar —explicó tranquilamente.

—¿En verdad? —preguntó asombrada y este asintió—. Bueno, quizás no debería sorprenderme. Mi abuela siempre halagaba que eres un gran fotógrafo.

—Siempre que mi mamá la llevaba de paseo, ella me pedía que llevara mi cámara —comentó con una sonrisa que provocó también la de Sohye, y que sus lágrimas volvieran a aparecer—. Lo siento, mi intención no es hacerla llorar...

—No es su culpa, es sólo que no lo entiendo...

—Jungkook, vámonos —aquella voz femenina los hizo sobresaltar, y ambos voltearon a ver a la mujer pelinegra que se acercaba con sus facciones endurecidas.

—Oh, Sanghee...

—Cariño, lamento mucho lo de tu abuela —murmuró tomando del brazo a su hijo que desvió la mirada como ella—. Si necesitas algo, no dudes en buscarme.

—Gracias, lo tendré en cuenta.

—Bien, vamos, Jungkook —lo observó por un momento, y este asintió incómodo.

—Adiós.

Al verlos comenzar a caminar, recordó las fotografías.

—¡Jungkook, espera!

El pelinegro al escucharla volteó a verla sorprendido.

—Yo... me gustaría poder tener esas fotografías. ¿Dónde puedo encontrarte? —inquirió algo nerviosa al sentir la intensa mirada de la mujer que estaba a su lado, por lo que rápidamente supo que este la había sacado de ella.

—Yo te buscaré para dártelas —respondió al sentir el tirón de su madre para seguir el camino.

Aquello había desconcertado de gran manera a la fémina, pues conocía a la señora Jeon, pero jamás la había visto tener ese tipo de comportamiento, al contrario siempre se le había hecho muy amistosa y dulce, por lo que no lograba entender qué sucedía.
Sentía todo demasiado extraño y se decía que quizás era porque ahora le hacía falta su abuela. Para ella era imposible algún día poder acostumbrarse a no tenerla a su lado, poder volver a poner un pie en la casa donde pasó toda su niñez, como adolescencia, a pesar de que allí estaban todas sus fotografías.

Todo era realmente doloroso para ella, y esperaba poder saber cómo sobrellevarlo, pero se sentía tan sola que no sabía cómo iba a ser capaz de hacerlo. Necesitaba más que nunca de alguien que estuviese a su lado, que le demostrara que no estaba sola cómo creía, y que había alguien más que la quería.

Volteó nuevamente encontrándose con su lápida, y sin poder evitarlo, volvió a quebrar en llanto mientras las pocas personas pasaban de ella.












(...)








Dos días habían pasado del funeral, y Sohye intentaba mantenerse fuerte, pero había momentos que por más que se esforzara, no podía evitar quebrar en llanto, deseando que sólo fuese una pesadilla. Quería volver a despertar por sus llamadas donde le deseaba que tuviese un buen día de trabajo, cuando la invitaba a comer y ella era incapaz de rechazarla, porque nada extrañaba más que sus comidas desde que vivía sola.
Pero se decía que era momento de empezar a aceptar que su abuela ya no estaba más, que ya jamás volvería a verla, ni sentir sus abrazos.

Ahora se encontraba en una cafetería, junto al joven pelinegro en frente. Pues, lo había buscado el día anterior en la peluquería, porque no sabía nada acerca de él, ni de dónde vivía.
Pero se encontró con la señora Jeon, que no pareció agradarle demasiado saber que quería ver a su hijo, por lo que decidió marcharse sin obtener alguna respuesta de dónde podría encontrarlo. Y al salir comenzó a caminar, esperando encontrar algún Taxi, hasta que una voz la hizo sobresaltar.

Al ver a Jungkook se relajó, este parecía agitado como si hubiese corrido para alcanzarla. En cuanto le dijo sobre las fotos, él le pidió verse en la cafetería Someby, lo cual aceptó sin dudar y le dio su número de celular.
Ambos se pidieron cafés y este rápidamente le extendió unas fotografías, notando como ella parecía afligirse al verlas.

—Oh, me encanta ésta —murmuró con un nudo en la garganta.

En aquella fotografía su abuela estaba en la playa junto a la señora Jeon. La mujer llevaba un vestido floreado azul, y salía riendo, mientras Sanghee parecía estar hablando.

—Oh, eso fue hace unos cuantos meses —comentó Jungkook, llamando por completo la atención de la fémina, pero aún así le dió un sorbo al café antes de volver a hablar—. La señora Misun quería ir a la playa, mi madre se ofreció a acompañarla, pero no querían ir en bus, así que me manipularon para que las llevara —soltó una risilla, observando como los ojos cafés se le cristalizaban, pero aún así soltó una ligera risa.

—Ella era muy buena para convencer.

—Lo sé.

Sohye seguía observando las fotografías sintiendo su corazón cálido al verla en la mayoría con grandes sonrisas, tan feliz como siempre se mostraba. Para ella no había nada mejor que verla feliz, disfrutando de la vida, y esas fotografías le hacían verla de esa manera, por lo que se sentía realmente agradecida con Jungkook.

—Que linda se ve aquí.

El pelinegro se inclinó un poco para poder ver y ella la dio vuelta, enseñándole una donde tenía sus labios pintados, y su cabello castaño oscuro rizado. Esta salía sonriendo, mientras tenía una copa de vino en la mano.

—Fue para su cumpleaños. Estaba algo triste porque usted no iba a poder estar, entonces, con mi madre decidimos distraerla y fuimos a un bar —explicó con una sonrisa—. En ese momento no sabía que a la señora Misun le gustaba echarse unas buenas copitas  —bromeó haciéndola reír.

—Oh, ella algunas veces parecía una joven descontrolada —comentó limpiando rápidamente una lágrimas que empezó a brotar—. Me gustaba beber con ella en esos momentos, porque me contaba muy buenas anécdotas de su vida que jamás me esperaba. Siempre lograba sorprenderme.

—Ella era muy buena para contar sus historias. Siempre dejaba con ganas de escuchar más —asintió volviendo a tomar su taza, para así darle otro sorbo.

—Me hace tanta falta —admitió en un murmuro casi inaudible, acariciando el rostro de su abuela en una fotografía donde salía junto a Sanghee.

Jungkook hizo una mueca y bajó la cabeza, como si estuviese pensando en qué decir. Sohye al notarlo pensó que lo había incomodado, por lo que se reprochó mentalmente por haber soltado aquellas palabras sin pensar.

—Lo siento...

—¿Por qué se disculpa? —cuestionó desconcertado.

—No lo sé. No quiero incomodarle con mi dolor... Olvídelo.

—No diga eso. No me ha incomodado para nada —aclaró regalándole una sonrisa tranquilizadora por un momento—. Misun era una mujer increíble. Era imposible no encariñarse con ella, y estoy agradecido de que me haya permitido compartir momentos con ella, porque me ha enseñado bastante con sus consejos —admitió jugando con sus manos—. A mi madre y a mí nos duele demasiado su fallecimiento, así que no puedo imaginar el dolor que siente usted.

Sohye al recibir un mensaje volteó a ver su celular, abriendo los ojos a la par al ver la hora.

—Oh, mierda...

—¿Qué sucede? ¿Está todo bien? —preguntó preocupado.

—Debo irme al trabajo. Ya es tarde —informó levantándose, mirando hacia la calle con la esperanza de ver algún taxi, detestando haber ido caminando a la cafetería porque le quedaba cerca de su departamento, y no creyó que hablarían tanto.

—Oh, si quiere puedo llevarla así no se le hace más tarde.

—No quiero molestarle...

—No es ninguna molestia para mí. Sólo déjeme pagar la cuenta, y la llevo.

Sohye asintió no muy convencida mientras este entraba a la cafetería, y tomó las fotografías para guardarlas en el bolso.

Una vez que Jungkook salió, comenzó a caminar hacia su coche siendo seguido por ella que no pudo evitar mirarlo de pies a cabeza. Este llevaba una chaqueta negra, una camiseta blanca, jeans, botas militares y gorra negra.
Por debajo de esta podía ver cómo su cabello rizado caía, no iba a negar que se le hacía alguien llamativo, pero no tenía cabeza como para pensar en eso.

—Sube —abrió la puerta del lado del copiloto, por lo que ella le agradeció por lo bajo y subió.

Una vez que cerró la puerta, rodeó el coche para subirse del lado del piloto, sintiendo cómo con cada segundo aumentaba más la tensión entre ellos.
Sohye trataba de no concentrarse en eso, pues se decía que era normal porque no se conocían para nada, pero estaba agradecida de que también decidiera llevarla a la Empresa.

—Disculpe, ¿donde trabaja? —preguntó una vez que encendió el motor.

—Oh, en la Empresa de construcción Kim Company.

—Vaya, ¿trabaja en esa gran empresa?

Esta al escucharlo sorprendido, giró su cabeza para verlo, encontrándose con sus redondos orbes oscuros donde podía verse la sorpresa, lo que provocó que quisiera soltar una risilla, pero lo reprimió.

—Oh, sí, soy la secretaria de Kim Seokjin.

—Vaya, eso debe ser genial, ¿no? —al pensar que su pregunta fue estúpida, sacudió la cabeza, arrepintiéndose—. Aunque supongo que es muy pesado.

—La verdad es que sí. Era la razón por la que muchas veces no pasaba tiempo con mi abuela, y tuve que faltar a fechas importantes, como su cumpleaños —explicó haciendo una mueca—. Me arrepiento de eso.

—No lo haga. Es su trabajo, y ella estaba realmente orgullosa de usted. Siempre nos lo decía —aseguró observándola por un momento—. Ella entendía completamente sus horarios de trabajo.

—¿En verdad? —preguntó ilusionada.

—Claro que sí. Era la niña de sus ojos. Al principio por como hablaba de usted, llegué a pensar que estaba hablando de una niña, pero cuando me enseñó la fotografía que tenía de fondo de pantalla, me di cuenta que es toda una mujer —explicó soltando una risilla por su confusión—. Me sorprendí demasiado.

—Sí, a veces le costaba comprender que ya soy una mujer —murmuró por lo bajo.

Así los minutos fueron pasando y ellos siguieron conversando, sintiendo como la tensión desaparecía por completo, volviéndose cómodo, lo cual a Sohye le sorprendió de cierta manera.

—En verdad, gracias por las fotografías —dijo al ver que estaba a unas pocas cuadras de llegar a la Empresa.

—No tiene que agradecer. Para mí debe conservarlas, por esa razón me acerqué a hablarle.

—De todas maneras...

—Sé que la situación no es nada fácil, así que quiero que sepa que si necesita a alguien con quien hablar, aquí estoy —aseguró aparcando el coche—. Compartimos varios momentos con la señora Misun, y le tenía demasiado cariño, así que supongo que podría ser bueno para usted hablar con alguien que la conocía. 

—Gracias. Voy a considerarlo —giró su cabeza para verlo con una pequeña sonrisa—. Bien, ya debo bajar.

—Está bien. Que tenga un buen día.

—Usted igual. Gracias.

Sohye comenzó a caminar hacia la entrada del edificio, sintiendo una penetrante mirada que buscó con la suya y la hizo voltear a ver nuevamente hacia el coche, encontrándose con los orbes oscuros de Jungkook.
No pudo evitar sonreír y mover su mano despidiéndose, lo que hizo que este sonriera también, para volver a conducir.

Al entrar al edificio quiso dirigirse al elevador, pero Namjoon se colocó frente a ella, sorprendiéndola.

—Hasta que llegas.

—Se me hizo tarde.

—Seokjin quiere verte en este momento en su oficina —informó con seriedad—. Y desde ahora tienes que saber que no parece para nada de humor.

—Oh, gracias por advertirme. Iré ahora mis...

—¡Pero apresúrate! —exclamó empujándola levemente.

—¡Ahora voy! —dijo exaltada.

Caminó rápidamente hacia el elevador, para así oprimir el botón 7 donde se encontraba la oficina de su Jefe.
No quería tener que soportar su malhumor aquel día, luego de lo que había hablado con Jungkook, sólo rogaba que fuese un día tranquilo, pero por Namjoon ahora se esperaba que fuese todo lo opuesto.

Se dirigió a la oficina de Seokjin de manera rápida, y al estar en frente, tocó la puerta, escuchando a los pocos segundos un "pase" de su parte.
Abrió la puerta y entró sintiéndose algo nerviosa, encontrándose con él que estaba revisando una carpeta que estaba en su escritorio, pero cuando sus miradas se conectaron, toda su atención fue directo a ella.

—¿A qué se debe el hecho de que haya llegado tarde, Kang? —inquirió alzando una ceja.

—Sólo han sido unos pocos minutos, pero prometo que no volvera a pasar.

—¿Es por quién te trajo hoy?

Al escucharlo abrió los ojos a la par, completamente sorprendida porque no se lo esperó para nada. No podía creerse que él haya visto que bajó del coche de Jungkook, ni siquiera lo había visto allí.

—N-No. Es decir...

—Decidió irse sin un porqué del viaje de negocio de Japón, y ahora comienza a llegar tarde al trabajo —habló levantándose, volteando a ver la ciudad—. ¿Ya perdió el interés en el trabajo?

—No es así —recalcó rápidamente.

—¿Por qué de repente decidió irse? —preguntó volteando a verla—. ¿Fue por el beso?

Sohye se tensó al escuchar, sin poder evitar recordar aquel beso, que quizás podría haberle hecho sonreír, pero luego recordaba aquella llamada que de alguna manera provocó que una parte de ella también muriera aquella mañana.

—No lo fue —respondió en un murmuro casi inaudible.

—¿Cómo puedo creerle? ¿Cómo puedo creerle eso, si luego de que la besara, simplemente, decidió marcharse sin importarle en lo absoluto que estábamos allí por trabajo? —Sohye quiso contestar, pero Seokjin suspiró y la interrumpió—. ¿Va a volver a tomarse el trabajo en serio, o tendré que buscar otra Secretaria? Piénselo, Kang.

—No tiene de qué preocuparse. Seguiré cumpliendo con mi trabajo —aseguró con frialdad—. ¿Quiere decirme algo más o puedo marcharme?

—Llama al señor Park y cancélale nuestra cita de hoy. Tengo algo más importante que hacer.

—Perfecto —asintió volteando para dirigirse a la puerta.

—Oh, ¿Kang? —esta al escucharlo, volteó a verlo atenta—. Tráigame un café. Gracias.

Al ver como tomaba asiento, desabotonando su chaqueta con su mirada puesta nuevamente en la carpeta que se encontraba en su escritorio, suspiró frustrada, para luego salir de su oficina.









(...)









Sohye salió del edificio sintiéndose realmente molesta porque al bajar al estacionamiento, vio su coche con las llantas ponchadas. Parecía que nada estaba saliéndole bien en los últimos días, por lo que no quiso enfadarse aún más llamando a una grúa a esa hora, simplemente prefirió caminar hasta su departamento para intentar volver a relajarse.
Seokjin había sido una verdadera molestia para ella, y sospechaba que lo que más quiso era molestarla, lo que logró fácilmente llevándola de un lado hacia otro y con un mal carácter, algo de lo que ya debería estar acostumbrada, pero nunca antes había actuado tan así de intenso con ella.

Mientras caminaba se preguntaba que era lo que había hecho que se enamorara de aquel hombre, porque el último tiempo parecía estar más que nada de malhumor, descargándose en ella, la cual era la única que parecía soportarlo. Si bien cuando estaban solos, en confianza, era alguien con quien se podía conversar fácilmente, pero en sí, su vida parecía complicada al pasarse casi todo el día en la Empresa, frustrado por tanto trabajo.
Aún así, agradecía tener a Sohye a su lado, porque no se quejaba para nada, aunque la tuviera de un lado hacia el otro, y soportando su mal carácter.

Se abrazó a sí misma al sentir la brisa fresca, pero aún así, eso lograba que sintiese que estaba relajándose, hasta que comenzó a sentirse vigilada.
Observó a sus lados con miedo y como los coches pasaban, pensando que quizás sólo estaba siendo paranoica, pero cada segundo sentía que eso aumentaba.

Dejó de caminar mirando a su alrededor, deseando que pasara un Taxi, pero eso no sucedía, lo que hacía que se reprochara por haber decidido caminar. Tragó con dificultad retomando el camino de manera rápida, detestándose porque le faltaba demasiado para llegar a su departamento.
Clavaba las uñas en sus brazos cubiertos por su chaqueta negra, tratando de hacer a un lado aquel temor que parecía aumentar al sentir que estaban siguiéndola, lo que hacía que quisiera correr, hasta que un coche estacionó a su lado.

Rápidamente giró llena de miedo, pero al ver como bajaba la ventanilla y se encontraba con unos orbes almendrados, jadeó aliviada.

—Hey, ¿está todo bien?

—Creo... Creo que están siguiéndome.

—Sube ahora mismo.

Sohye decidió obedecer rápidamente, sintiendo cómo el miedo la abandonaba mientras Seokjin comenzaba a conducir.

—¿Lograste ver a alguien?

—No, pero juro que lo sentí...

—¿Por qué decidiste caminar? Es demasiado tarde —reprochó molesto—. No puedes andar por la calle a estas horas, Sohye.

—Las llantas de mi coche estaban ponchadas. Creo que... fue a propósito.

—¿Qué carajos? ¿Por qué no te tomaste un Taxi? ¿O por qué no le pediste a quién te llevó ayer a la Empresa, que te buscara? —giró su cabeza para verla por un momento con la ceja alzada.

—Hazte a un lado.

—¿Qué?

—Hazlo.

Seokjin estaba completamente desconcertado, pero aún así, decidió obedecer estacionándose a un lado. Sohye parecía realmente nerviosa por lo que iba a decir, provocando que la tensión entre ambos comenzará a crecer mientras Seokjin giraba su cabeza para verla.

—¿Qué sucede?

—No, ¿qué te sucede a ti? ¿Has estado así por ver que un hombre me llevó a la Empresa ayer? —preguntó tratando de no demostrar sus nervios.

—Sólo quiero saber porqué rayos me correspondiste, si luego ibas a irte de esa manera, Sohye —explicó molesto.

Aquello hizo que la fémina volviera su vista hacia el frente, mientras Seokjin suspiraba frustrado, masajeando su frente porque no lograba comprenderla para nada. Siempre decía que las mujeres eran complicadas de entender, lo cual detestaba de gran manera, porque en sí él era un hombre demasiado directo, aunque en aquella situación estaba costándole al ser demasiado complicada, pero necesitaba que ella le quitara esa duda.

Sohye ya sin poder seguir evitándolo, le habló sobre lo sucedido, dejándolo atónito. Empezaba a sentirse un gran idiota, más al escuchar su voz temblar, por lo que no lo dudó un segundo y la envolvió en sus brazos, dándole el consuelo que ella había estado buscando.

—Lo siento tanto —murmuró estrechándola en sus brazos al sentir como se aferraba con más fuerza a su cuerpo—. Yo estaba pensando estupideces, mientras tú pasas por algo doloroso, Sohye. Discúlpame —escuchó un pequeño "esté bien" de su parte, pero aún así seguía sintiendo culpa—. Estoy aquí para ti, lo sabes, ¿cierto?

—Gracias, Seokjin —respondió cuando logró calmar el llanto.

—Todo va a estar bien.

Seokjin siguió acariciando su cabello mientras ella sorbía su nariz por momentos, hasta que se sintió lo suficientemente tranquila para separarse un poco, limpiándose las lágrimas.
Este apartó un mechón de cabello de su rostro y la tomó de la barbilla, observando su maquillaje corrido por haber llorado, sus orbes cafés que lo observaban con admiración, sus labios carmesí y esponjosos entreabiertos.

Sentía que debía soportar, aunque la tensión provocaba que la temperatura aumentara, y que ambos respiraran pesadamente, observándose de manera deseosa sin atreverse a dar el siguiente paso. Eso fue hasta que este no pudo más y juntó sus labios de manera hambrienta, siendo rápidamente correspondido.
Sohye sentía cómo se estremecía ante los movimientos de sus labios, la forma en que sus lenguas luchaban por el dominio, cómo este la apegaba más a su cuerpo. Era como si todo a su alrededor desapareciera, se olvidara completamente de todo, y lo único que quería era más de él, pero este se separó aunque no quisiera, haciéndola jadear.

Sus pechos subían y bajaban mientras trataban de controlar sus respiraciones. La fémina lo observó algo preocupada al ver que este frustrado tiraba de su cabello, suspirando.

—¿Qué sucede?

—No puedo hacer ésto —murmuró con la mirada perdida.

—¿A q-qué te refieres?

—No puedo seguir avanzando contigo por más que quiera. No hasta que me divorcie de Youngmi—explicó conectando sus miradas.

—¿Y lo harás? —preguntó temerosa.

—Claro que sí —respondió rápidamente tomando su mano—. Sólo necesito encontrar el momento perfecto para hablarlo con ella.

—No creo que exista un momento perfecto para eso.

—Por ahora las cosas están muy mal entre nosotros, pero créeme que buscaré la forma de hablar con ella.

—Está bien.

—Gracias por entenderme, Sohye —sonrió llevando la mano a su mejilla—. Prometo que no voy a tardarme.

—Te creo.

Este se acercó dejando un beso en su frente y volvió a encender el motor, para comenzar a conducir hacia el departamento de ella.














(...)












Los días fueron pasando rápidamente, lo cual tenía demasiado frustrada, como preocupada a Sohye, por lo que necesitaba distraerse y eso estaba haciendo al haber aceptado la propuesta de Jungkook.
En los días que pasaron se habían encontrado alguna que otra vez en algunas tiendas, como cafetería, lo que había sorprendido a la fémina, pero aunque sólo se saludaran y cruzaran alguna que otra palabra, no entendía porqué, pero le generaba que estuviese de un buen humor el resto del día. Pues, desde que lo había conocido y este le contó alguna que otra anécdota con su abuela, enseñándole las fotografías, eso había hecho que este le agradara por completo, y que pasar aunque sea unos pocos segundos con él se le hiciera algo demasiado agradable.
Quería poder conocerlo más, por lo que al recibir un mensaje de su parte, no dudó en responderle. Hablaron sobre lo que estaban haciendo y este se atrevió a invitarla a donde había ido un par de veces con su abuela, eso la tomó por sorpresa, pero no se negó en lo absoluto.
Esa era una buena manera de conocerlo aquella tarde, por lo que lo esperó ya que había dicho de recogerla.

Al verlo con una chaqueta negra, camiseta blanca, pantalón y zapatillas negras, con su cabello oscuro, rizado y  largo que resaltaba sus orbes oscuros redondos, no pudo evitar sonreír, contagiando la suya, observando como unas arruguitas se formaban a los costados de sus orbes, mientras sus facciones se relajaban.
Durante el camino trató de insistir en saber a donde irían, pero este no parecía estar dispuesto a decirle, porque quería lo viese ella misma, lo que despertaba más su curiosidad.

Al ver que se alejaban de la ciudad, arrugó la frente sintiéndose desconcertada mientras este sonreía al verla de esa manera.
En cuanto comenzó a ver la playa, abrió los ojos sorprendida, y Jungkook estacionó el coche.

—¿Bajamos?

—Claro —dijo rápidamente abriendo la puerta.

Este no pudo evitar soltar una risilla al notar su emoción, mientras bajaba también, y Sohye tuvo el impulso de bajar a la playa, pero al ver como este se acercaba a la cajuela del coche, arrugó levemente la frente.

—¿Qué hace? —preguntó curiosa.

—No pensó que sólo caminaríamos por ahí, ¿cierto? —sonrió sacando un canasto, para luego cerrar la cajuela nuevamente.

—Oh, lo pensó todo —habló sorprendida.

—Quizás.

Este comenzó a bajar junto a ella, observando lo tranquila que se veía la playa, lo que hacía que la admirara con una sonrisa.

—Se ve contenta —comentó observándola.

—Hacía mucho no venía a la playa —admitió algo tímida—. La verdad es que fue una gran idea la que tuvo.

—Creí que no aceptaría, la verdad.

—¿Por qué? —preguntó sorprendida.

—Quizás porque no nos conocemos demasiado. Creí que podría llegar a desagradarle la idea —explicó algo nervioso e hizo una mueca.

—Pues, la idea es que nos conozcamos, ¿cierto? —este asintió rápidamente—. Ya podríamos tutearnos, ¿no le parece?

—Por favor —pidió rápidamente, provocando que soltara una carcajada—. Estaba detestando que no lo dijera.

—Lamento haberme tardado.

—Tienes una linda risa, Sohye —admitió llamando su atención, provocando que lo observara con los ojos abiertos a la par—. Lo siento, no me lo tomes a mal, sólo...

—No, está bien —le regaló una sonrisa tranquilizadora.

—¿Caminamos un poco más o te parece bien sentarnos por aquí? —preguntó decidiendo cambiar el tema de conversación, para así quitar la tensión que comenzaba a formarse.

Sohye al observar que había una pareja sentada cerca, presionó los labios.

—Caminemos un poco más, porque creo que ellos están en una cita.

—Está bien —soltó una risilla por su susurro como si estuviese contándole un gran secreto.

Jungkook y Sohye siguieron caminando tranquilamente, conversando de manera animada, lo cual se le hacía agradable a la fémina.
Todo estaba yendo más que bien y ella se sentía más que tranquila, hasta que unas voces llamaron su atención.

—¡Papá, va a alcanzarme! —gritó una voz chillona de un niño.

Aquello hizo que Sohye que miraba el mar, volviera su vista hacia el frente, observando cómo un niño corría en la orilla como si escapase del agua que podría mojar sus pies si lo alcanzara.
Eso la hizo reír por la ternura, hasta que vio el rostro del niño de cabello castaño y tez blanca como la porcelana, con ojos redondos oscuros.

—¡Corre que te alcanza, campeón!

Aquella voz provocó que un escalofrío recorriera su espina dorsal y abriera los ojos a la par, encontrándose con aquel castaño de ojos almendrados que pasaba el brazo por los hombros de la mujer que estaba a su lado, riendo al ver a su hijo que chillaba emocionado al sentir como el agua mojaba sus pies.
La mujer de cabello rubio, soltó una carcajada abrazando por la cintura a su marido, hasta que su mirada se conectó con la de la pelinegra.

Sohye no pudo evitar tensarse, más cuando esta llamó la atención de su marido, provocando que este volteara a verla, abriendo los ojos a la par.

—Oh, ¡qué bueno verte por aquí, Sohye! —habló Youngmi, acercándose con una sonrisa—. Y hasta que al fin tengo el placer de conocer a tu pareja. Ya estaba comenzando a sospechar que mi esposo me mentía acerca de que sí tenías, como nunca lo nombrabas y no quería ser demasiado chismosa...

Jungkook volteó a verla sin saber qué decir, hasta que notó como parecía dolida por la situación, lo que hizo que tragara con dificultad sin saber qué hacer o decir al respecto.

—Ya, Youngmi —intervino Seokjin, observando nervioso a Sohye que bajó la mirada tomando una bocanada de aire.

—Oh, ¿van a tener una cita? —preguntó curiosa al ver la canasta en la mano de Jungkook.

—Sí... vamos a tener una cita —respondió Sohye, sorprendiendo a ambos hombres.

—Qué tiernos —sonrió abrazando por la cintura a su marido—. Nosotros deberíamos tener una hoy.

—Claro —respondió por lo bajo Seokjin, intentando ignorar la mirada de la pelinegra, la cual tenía un nudo en la garganta.

—Oh, por cierto, soy Kim Youngmi —se presentó la rubia.

—Jeon Jungkook —hizo una reverencia, y volteó a ver a su acompañante que desvió la mirada—. Nosotros... debemos irnos.

—Claro, lo siento. Tienen que seguir su cita.

—Exactamente —asintió colocando la mano en la parte baja de la espalda de la fémina, para que reaccionara y caminara con él—. Que tengan una buena tarde.

—Nunca dijiste que hacen tan linda pareja —escucharon decir a Youngmi.

—Ya, olvídalo —habló Seokjin.

Sohye se sentía completamente decepcionada y lastimada, sin entender cómo era que este parecía haber cambiado de opinión, pero se decía que debió habérselo esperado porque habían pasado semanas, y siempre que preguntaba este le pedía que le diese más tiempo. Siempre le decía que estaban demasiado mal, que era imposible hablar con ella, pero ahora se daba cuenta que no había hecho más que mentirle en la cara, porque resultaba que estaban más que bien... juntos.

Estaban bien juntos y siendo una familia feliz.

Sohye apresuró su paso, no era capaz de escuchar la voz de Jungkook, y por más que intentó mantener la calma, falló.
Las lágrimas comenzaron a brotar y el dolor se extendía por todo su pecho. En ese momento se sentía completamente humillada, porque estaba segura de que Seokjin había notado que la había lastimado verlo con su esposa estando completamente bien, disfrutando del momento, como si a ella no la hubiera ilusionado para nada, prometiéndole pedirle el divorcio a su mujer para así poder estar a su lado.

Lo odiaba. Lo odiaba de gran manera por haber jugado con ella, por tener un gran efecto que le hacía creerle todo, ignorando a su cabeza que le pedía que no lo hiciera.
Prefería no escucharse para seguir cegada con él, y ahora se daba cuenta de lo mal que había hecho.

—¡Hey, Sohye!

Jungkook había dejado la canasta en la arena y corrió para tomarla de los hombros, haciendo que levantara la cabeza, conectando sus orbes.
Podía ver sus mejillas empapadas por las lágrimas, como la decepción se reflejaba en sus orbes cafés.

—¿Tenías algo con él?

Sohye al escuchar su pregunta, sollozó apartando sus manos para seguir caminando.

—Déjame.

—No —dijo decidido, tomándola de la muñeca—. ¿Tenías algo con tu jefe?

—¿Vas a juzgarme? —inquirió conectando sus miradas—. Pues, sí. Estábamos empezando algo porque él me decía que iba a pedirle el divorcio, pero ahora me doy cuenta que... ¡no hizo más que mentirme! —explicó exaltada—. Soy una estúpida que le daba el tiempo que él pedía, creyendo que daría ese paso realmente, pero en realidad estaba más que bien junto a ella. Me siento horrible porque si ella se entera, arruinaría a esa familia. Seokjin es un hijo de perra, pero ella es una buena mujer que ama a su hijo. Yo no quiero ser quién arruine a esa familia.

—Ven aquí —murmuró envolviéndola en sus brazos—. No eres una mala mujer. Sólo confiaste en un imbécil, Sohye. Él debería cargar con esa culpa, no tú.

—Soy una idiota —sollozó correspondiendo a su abrazo.

—Pero ahora abriste los ojos. Deberías mandarlo al Diablo —aconsejó acariciando su cabello.

Sohye tomó una bocanada de aire separándose, y Jungkook corrió los mechones de cabello de su rostro, limpiando las lágrimas con los pulgares, por lo que ella lo observó algo tímida.

—¿Quieres irte?

Ella negó rápidamente.

—Tú has tenido una buena intención, no debería. Lamento todo ésto.

—No te preocupes. Si quieres irte...

—No. Estaré bien —aseguró sorbiendo su nariz mientras se limpiaba las lágrimas.

—Está bien. ¿Nos sentamos por aquí?

—¿Podríamos alejarnos sólo un poco más por si cruzan por aquí? —preguntó tímida.

—Claro que sí —aceptó caminando hacia la canasta para tomarla.












(...)









Jungkook y Sohye caminaron otros pocos minutos, cuando ella señaló donde sentarse, este tiró el mantel para luego sentarse uno frente al otro y comenzó a sacar la comida, sorprendiéndola. Aquello lo hizo sonreír, más al notar cómo parecía empezar a olvidarse de lo sucedido, por lo que decidió conversar.

Sohye estaba realmente comenzando a olvidar aquel mal momento, por más que sentía sus ojos algo hinchados y un dolor en su pecho, pero prefería concentrarse en el buen momento que estaba pasando junto al pelinegro.
No podía evitar compararlo con aquel mar que llamaba tanto su atención, porque este le daba mucha tranquilidad, haciéndola olvidar de todo lo que provocaba que su alma se removiera.

No comprendía cómo alguien que conocía hacia poco tiempo, podría provocarle eso, pero era realmente agradable para ella.

—¡¿Tienes veintisiete?! —preguntó asombrada.

—¡Claro! ¿Por qué mentiría con mi edad? —cuestionó riendo mientras arruga el rostro—. Espera, ¡¿tú me dabas más años?!

—¡Oh, por Dios! —se cubrió la boca, intentando así reprimir su risa.

—¡¿Tengo cara de viejo?! —preguntó indignado.

—¡Lo siento! Creí que teníamos la misma edad, o que tú tenías un poco más.

—Realmente estás diciéndome en el rostro que aparento estar más viejo —apuntó indignado y pasó la lengua por el interior de su mejilla mientras negaba repetidamente con la cabeza—. Eso es increíble. ¿Tú que edad tienes? —preguntó curioso tomando una uva para llevarla a su boca.

—Tengo treinta y dos.

—No seré como tú, yo admitiré que pensaba que eras más joven —comentó haciéndola reír.

—Aún no puedo creerlo, en verdad.

—Ni yo. Creí que me mantenía, pero resulta que me dabas como de cuarenta años.

—¡Ya, por favor! —soltó una carcajada, cubriéndose el rostro.

—Es que no puede ser. Sohye, deberías desagradarme a partir de ahora.

—En verdad, lo siento —tomó su mano, intentando mirarse arrepentida, pero no podía evitar reír.

—Ya, basta. No hables, ni me mires, porque sólo lo empeoras.

—Está bien —asintió riendo y soltando su mano—. Así que eres fotógrafo.

—Sí, ¿necesitas de mis servicios? Prometo no cobrarte más por tu error —bromeó haciéndola reír nuevamente.

—¡Jungkook, por favor, olvida eso!

Ambos soltaron una carcajada, Sohye aún seguía algo sorprendida por su edad, pero sentía algo de vergüenza por la forma en la que este aún parecía algo indignado con el hecho de que le haya sumado años, cuando al tenerlo cerca, con sus facciones suaves, las arruguitas que se formaban a los costados de sus orbes oscuros, y ver aquella sonrisa con sus paletas más grandes que resaltaban, podía notar que sí demostraba ser más joven que ella.
Cuando sus miradas se conectaron, este no pudo evitar empezar a admirar cada centímetro de su rostro, aún teniendo una sonrisa en su rostro. Y para sorpresa de ella, este tomó rápidamente la cámara que tenía colgada en su pecho y le tomó una fotografía, provocando que ella se sorprendiera.

—¡¿Qué haces?!

—Te ves hermosa. Mira —dijo enseñándosela, provocando que ella se sonrojara, más al sentir su mirada.

Sohye lo notó rápidamente, lo que hizo que se tensara y decidiera voltear, para así comenzar a desatar los cordones de sus zapatillas.

—¿Qué haces? —preguntó confundido.

Ella no le contestó, simplemente, se quitó las zapatillas y las medias, sintiendo la arena bajo de sus pies, por lo que disfrutó la sensación unos segundos antes de levantarse y empezar a caminar hacia el mar.
Jungkook la observaba algo desconcertado cómo levantaba un poco su vestido celeste mientras caminaba hacia la orilla, sintiendo cómo el agua mojaba sus pies.

Lo dudó por unos segundos, pero decidió levantarse y acercarse a ella, mirándola embobado al ver cómo reía, jugando en la orilla como si fuese una niña. Sentía que iluminaba todo a su alrededor, y eso hizo que decidiera fotografiarla, lo cual ella notó, pero decidió ignorar.

Jeon Jungkook se perdía en Kang Sohye.

Por esa razón al verla cómo se mojaba cada vez más, ya sin importarle demasiado su vestido, decidió hacer lo mismo.

—Jungkook, vas a mojarte...

—No importa —aclaró interrumpiéndola. Esta soltó un chillido al sentir como esta vez el agua llegaba con más fuerza llegando a mojar su vestido que había levantado un poco, lo cual hizo que soltara una carcajada.

A Jungkook no le importaba estarse mojando y que le incomodara, porque estaba tomándola de la cintura ya que había perdido el equilibrio cuando el agua había mojado un poco su vestido. Esta lo miraba algo incomoda dejando de reír y llevó las manos a las suyas para apartarlo, ya que no quería que se confundiera, pero fue demasiado tarde.

Jungkook al tenerla de aquella manera, siguió su impulso con ilusión, juntando sus labios, mientras la apegaba más a él, sorprendiéndola por completo.

Sohye no sabía qué hacer, quería reaccionar, pero estaba atónita, hasta que sintió como el pelinegro movía sus labios sobre los de ella mientras el agua golpeaba fuerza, humedeciendo más su vestido, por lo que lo empujó.
Aquello hizo que Jungkook la observara desconcertado por su reacción, y ella se cubría los labios con la mano, aún procesando lo que había hecho.

—Sohye...

—Lo siento, creo que te has confundido —habló pasando por su lado, sintiendo su decepción e intensa mirada—. Lo mejor es que regresemos.

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