┍ Capítulo 53: Todo estará bien┚

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SeokJin

Los nudillos de NamJoon tocaron la puerta desde el otro lado, y SeokJin se encontró maldiciendo, mientras levantaba sus rodillas del piso cerca del inodoro con sangre. 

Había logrado entrar a la casa sin que ninguno se diera cuenta y empezara a hacer preguntas, pero eventualmente NamJoon había notado su presencia en el baño. 

Desde que YangMi se fue, se había estado sintiendo peor. Y sabía que debía ir al hospital, o incluso decirle a YoonGi, pero no tenía el impulso necesario. Pensaba que si lo aguantaba, se curaría pronto. 

—¿Jinnie? ¿Todo bien, hyung?

Jin abrió la llave del agua para que esta corriera mientras se lavaba las manos. 

—Sí, Joon, sólo...— se aclaró la garganta.—Salgo en un momento. ¿Los niños? 

—Están en el comedor. Ya son las doce.— el rubio frunció el ceño, mirando el reloj en su muñeca, y acotando que en definitiva, ya eran las doce. Y él no se preocupó en cocinar para darle de comer a los pequeños. 

—¿Tan pronto? Carajo.— se le escapó, mirando a su alrededor para ver lo que debía esconder para que NamJoon no preguntase. 

—¿Que es esa boca, Jinnie? 

Estiró la cadena del inodoro, colocó el tapete en su lugar y se lavó las comisuras de sus labios con agua para quitar los restos de sangre. 

—¿Hyung? 

Jin abrió la puerta y soltó un suspiro. Se encontró cara a cara con su esposo luciendo preocupado. 

El rubio se peinó el pelo hacia un costado. 

—Ya estoy. 

NamJoon lo miró sospechoso, pero con un tinte que conocía demasiado bien. 

—¿Que estabas haciendo? 

Jin puso los ojos en blanco, decidiendo actuar ignorante. 

—Por supuesto que estaba llamando a JaeHwan para ir a una cita en la noche. 

NamJoon se puso serio, tensando la mandíbula y cruzándose de brazos. 

Sabia que no era el momento, pero demonios, siempre que su esposo se ponía así, terminaban muy... enredados. 

—Hyung, de verdad. Sabes que no es eso. ¿Qué estabas haciendo? 

—Nada.—replicó inocente, tratando de convencerlo. Por supuesto, no lo hizo.

—SeokJin.— NamJoon lo acorraló contra el marco de la puerta y la pared.—No estabas...— La mirada dura en los ojos del menor se suavizó, y casi se hizo apenada. —...Haciéndote daño, ¿verdad? 

Así que era eso. 

SeokJin no rompió el contacto visual con el menor, y se remangó el suéter de tejido hasta los codos. Luego, extendió ambos brazos frente a NamJoon. 

Las casi invisibles marcas del pasado aparecieron bajo la luz, mudas pero contando cosas que SeokJin tal vez nunca contaría a nadie más. 

—¿Te parece?— preguntó suavemente. Y NamJoon miró sus brazos.—Los Kim nunca rompen sus promesas, mi amor. 

NamJoon asintió quedamente, y agarrando entre sus dedos las muñecas de Jin, se llevó a sus labios la piel herida, besando cada cicatriz. 

—Lo siento, Jinnie.— su tono era pesado.—Estoy preocupado por ti. Has estado actuando raro y no me dices nada; como lo que pasó anoche. 

Jin suspiró, entrelazando sus dedos con los de su esposo.

—Te lo contaré todo, Joon. Cuando encuentre el momento.

—Está bien.— El moreno le dio un beso rápido en los labios.—¿Pero por qué entraste sin avisar? TaeHyung me dijo que te quedaste a hablar con su mamá, y...—

—Su mamá es YangMi, Joon. 

El menor abrió la boca como si le hubiese tomado desprevenido. 

—¿YangMi?— Jin asintió.—¿Y que le dijiste? 

Las mejillas de Jin se colorearon, aunque no estaba seguro de que esa fuera la reacción correcta. 

—...Algunas cosas. 

—Hyung.

—Los niños tienen hambre ¿no es así? Tal vez tenga algo recalentado...— se zafó del agarre de NamJoon y se fue alejando, a lo que NamJoon hizo un sonido gutural. 

—Hyung, ¿qué hiciste? 

—¡Te lo cuento después!— afirmó ya a lo lejos, avanzando a través del pasillo hacia la cocina. NamJoon se quedó atrás, con una ceja enarcada y sacudiendo la cabeza. 

Después de darle de comer a los tres niños, ignorando que TaeHyung actuaba como si nunca hubiera recibido tantos cálidos tratos en su vida, acompañó a los tres hasta la habitación de JiMin para hacerles dormir la siesta. 

Una vez arriba, JiMin y JungKook se lanzaron en la cama de JiMin, ya sabiendo lo que debían hacer. TaeHyung, en cambio, se quedó parado tímidamente atrás de SeokJin, esperando que le dieran indicaciones.

—TaeTae, ¡ven!— Llamó JiMin, y el apodo le trajo un recuerdo no muy lejano. JiMin ya lo había mencionado antes, aunque no recordase haber visto al niño antes.

SeokJin frunció el ceño, pero no dijo nada.

TaeTae.— imitó el bebé, acostado junto a su hermano. 

TaeHyung siguió parado sin moverse, jugueteando con los hilos de su ropa. Jin se dirigió hacia este, posando una mano sobre su cabeza, alentador. 

—¿No quieres dormir la siesta, TaeHyung-ah? 

—Mi mami nunca me dejó hacerlo, hyung. ¿Puedo?

SeokJin pensó que su corazón estaba siendo estrujado por una especie de trampa imaginaria, porque dolía como una. 

—Claro que sí. Ven, te ayudaré.— sin previo aviso colocó sus manos debajo de los brazos del pequeño y lo levantó en el aire, para sorpresa de este, colocándolo en la cama. TaeHyung sonrió cuando Jin lo dejó, contagiando a este último. 

El rubio tomó la manta de JiMin y arropó a los tres, tomándose el tiempo de acariciarles el cabello. 

Apreció lo tiernos que se veían, acostados uno al lado del otro con solamente las manos fuera de la mullida manta color celeste. 

—Vendré a despertarlos más tarde, niños.— informó SeokJin, apretándole la nariz a JiMin. 

—Claro, appa. 

Shi, appa. 

—¡Bien, appa!

El rubio se paralizó ante la tercera voz, no proveniente de ninguno de sus dos hijos. Parpadeó confundido, sintiendo un extraño peso en su alma al entender quién había sido. 

JiMin miró a TaeHyung como si le hubiese dicho que matara a alguien, algo celoso, y JungKook solamente ladeó la cabeza. 

TaeHyung se dio cuenta de lo que había dicho unos segundos después, a lo que intentó disculparse, pensando que el silencio de SeokJin era rechazo. 

Era todo lo contrario. 

—L-Lo siento mucho, hyung. Fue sin querer...—bajó la cabeza, apenado, e intentando no hacer un puchero.—No lo v-volveré a hacer. 

¿Acaso ese niño quería romper su corazón por completo? 

Estiró los dedos hacia el pelo del pequeño y lo acarició, bajándolos hasta el costado de su rostro aún de bebé. 

¿Y que podía decir? Si TaeHyung técnicamente aún era un bebé al igual que JiMin. 

YangMi no se lo merecía. Él podría cuidarlo cien veces mejor que ella; podría darle cariño y atención; podría darle una familia. 

—Está bien, TaeHyung, cariño.— Jin le sonrió, acariciando su rostro.—Duerman bien. 

Se inclinó hacia JungKook para besarle la frente, luego a JiMin, y dudó un momento antes de dejarle un beso a TaeHyung también. 

Los hermosos ojos del niño se veían más grandes y centelleantes cuando se separó de ellos y se incorporó. Aquella mirada le pedía tantas cosas una vez más. 

Cerró la puerta y apoyó su frente contra ella. 

Dudó con lo de TaeHyung porque temía encariñarse demasiado; y eso le haría más daño para el que estaba preparado. 

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