┍ Capítulo 67: Ciudad fantasma, corazones de ceniza ┚

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¡Hola! Espero estén bien :D, hoy vengo a dejarles otro capítulo que espero disfruten mucho!

Advertencia: este es un capítulo bastante largo en comparación a los otros (la inspiración </3), y un poco... amargo (considerando también lo que pasó en el anterior) :(

Pues bien, les dejo el cap!

NamJoon

Ni siquiera se detuvo a cerrar el auto como debía, en vez, le lanzó las llaves a YoonGi para que lo hiciera, mientras él corría hacia el pórtico de la casa. 

El llanto de su esposo a través del teléfono diciéndole aquello que esperó nunca escuchar se reproducía tortuosamente en su cabeza como en un bucle, y movía inconscientemente sus piernas hacia él, desesperado deseando que no fuera real. 

SeokJin al parecer dejó la puerta abierta para él, pues esta se abrió sin ningún problema. 

La empujó sin cuidado, viendo de inmediato al bebé dormido en el sofá, completamente ausente del mundo. Ya le había pedido a HoSeok que se encargara de él por el momento. 

Sin titubear, se dirigió a la planta superior, viendo solo lo que había frente a él. 

Primero las escaleras, el fondo del pasillo y finalmente el armario de la habitación. 

Bajó la mirada, y su corazón se saltó varios latidos al ver el cuerpo de su esposo acurrucado en el suelo junto a una mancha de sangre seca. 

Sus hombros se movían violentamente, y un llanto tan roto como un canto plañidero salía de él. 

Su pobre SeokJin. 

NamJoon se arrodilló a su lado, colocando una mano sobre su cabeza para no asustarlo en caso de que estuviera en shock. 

—SeokJin.—llamó, acercándose a su oído.—Mi vida, ven aquí. 

SeokJin sacudió la cabeza lentamente, sollozando abiertamente. 

NamJoon entonces notó que estaba apretando algo contra su pecho. 

—Jinnie... 

—S-Se lo lleva... llevaron.—solo un hilo de voz salía de su garganta.—Mi bebé, NamJoon. M-Mi bebé... 

Otra ronda de llanto histérico lo atacó y NamJoon lo levantó gentilmente del suelo, colocándolo en su regazo porque últimamente su esposo había estado cada vez más y más delgado de lo que ya era. 

El rostro de SeokJin estaba hinchado, con las mejillas rojas y los ojos lagrimeando infinitamente. Tenía sangre en el costado, que supuso era del charco, ya que todo el resto de su ropa también estaba manchada. Sus labios maltratados estaban sangrando, y su pelo estaba pegoteado a su frente con sudor. 

Miró lo que tenía contra su pecho. 

Era el peluche de Ryan de JiMin. 

Y de repente eso le cayó como una bolsa de ladrillos en el estómago. Todo en su mente era JiMin.

JiMin quién hacía canciones con él.

JiMin quién adoraba los cuentos que le leía antes de dormir. 

JiMin quién sonreía y sus ojos se volvían pequeñas medialunas. 

JiMin quién le repetía cuánto lo quería. 

JiMin quién fue abandonado frente a un orfanato sin protección alguna, deseando nada más que alguien estuviera a su lado. 

Antes de que lo supiera, lágrimas cayeron por su rostro. 

Estrujó a SeokJin fuertemente entre sus brazos, pegando su rostro a su pelo. Entrelazó sus dedos por encima del estómago del mayor, acariciando con un pulgar el peluche. 

—Nuestro... bebé, Jinnie... 

Ambos lloraron porque de pronto parecía que el mundo entero se desplomaba sobre ellos, y esta vez, no tenían a una de sus mayores fuerzas. 

Forzó a SeokJin a levantarse e ir a bañarse para quitarse la sangre luego de lo que pareció una eternidad de estar llorando en el suelo. 

El mayor no se abstuvo, demasiado débil como para quejarse como solía hacerlo; y se limitó a preguntar por Kookie con un gimoteo. A NamJoon eso le partió el corazón, pero de igual forma lo acompañó hasta el cuarto de baño, asegurándole que el bebé estaba sano y salvo con YoonGi y HoSeok. 

A NamJoon mismo le costaba retener aún sus lágrimas, sintiendo una carga demasiada para sus hombros y su alma. Sentía que en cualquier momento dejaría el mundo aún si el dolor persistiera. 

Era demasiado. 

Nada se sentía real. Parecía una pesadilla, y esperaba que todo acabase pronto. 

Pero el hedor a la sangre y las marcas en el cuerpo de su esposo cuando lo desvistió eran demasiado reales. Demasiado horrorosas. 

SeokJin lo miró ido cuando se inclinó a besar la marca púrpura en su cuello desnudo. 

Tenía que confesar que no tuvo el corazón tampoco para quitarle el peluche de entre los dedos al rubio, asi que terminó dejándolo meterse a la bañera con el juguete. 

SeokJin cruzó miradas con él cuando ya estaba sentado en la bañera, con el agua cayendo lentamente del grifo. 

—... Nam... Joon.— susurró apenas, estirando un brazo y tocando el rostro del susodicho, quien estaba sentado al borde de la bañera, completamente vestido. 

—¿Sí, Jinnie? 

—...Te amo.— Soltó, con la voz quebrada y rasposa.

NamJoon sonrió tristemente. 

—Yo también te amo, hyung.— se inclinó, hasta posar sus labios en su frente en vez de su boca.—Hasta el día en que muera. 

Una lágrima volvió a escapar del rubio. 

NamJoon no dijo nada, y procedió a lavar el pelo del mayor, masajeando su cuero cabelludo. 

El agua ya estaba de color rosa. 

—... Jinnie.— respiró NamJoon unos momentos después, interrumpiendo el sonido del gorgoteo del agua. Jin tenía los ojos cerrados.—Vamos a encontrarlo. Te lo juro. 

SeokJin sorbió la nariz, quedándose callado. 

NamJoon suspiró despacio, no queriendo que el mayor lo escuchase, y echó agua sobre su pelo para quitar el shampoo. 

No sabía qué decirle. Aunque hubiera demasiadas cosas. 

—¿Recuerdas... la otra noche, Jinnie? Cuando conversamos con HoSeok. 

Jin asintió lentamente. 

—La razón por la que estaba allí en el estudio fue porque estaba hablando con Jackson. Le hablé sobre Hiseolyl.— enjabonó la espalda de su esposo, despacio acariciando sus omóplatos.—Y le pedí antecedentes que tuvieran de aquí. Es por eso que fui con HoSeok y YoonGi a Seúl. Necesitaba entender que era lo raro de este lugar; y él me daría todos los datos que tuvieran. Están abajo, aún no los he podido leer, pero lo poco que sé de antemano... Es que este pueblo no es tan antiguo como pensábamos. Fue asentado hace menos de quince años. 

SeokJin simplemente abrió los ojos. 

—Ya veo... 

NamJoon se mordió los labios, quedándose sin palabras de nuevo. El rubio miró con atención las espumas a su alrededor. 

El moreno pasó el agua por la espalda de SeokJin, rozando con sus dedos la cicatriz que tenía el mismo sobre el omóplato izquierdo. 

Era una cicatriz circular, cuya piel alrededor parecía una cicatriz de quemadura. 

Justo como la de de HoSeok. 

—Amor.— le llamó la atención y Jin respondió con un suspiro.—¿Cómo me dijiste que te hiciste esta cicatriz? 

Tocó la marca con dos dedos, y SeokJin frunció el ceño. 

—Creo que fue en la granja... no lo recuerdo bien. 

—¿Trabajaban con fuego? 

—Yo no...— SeokJin intentó tocar la marca.

—Aquí.— le señaló NamJoon, aún tocándola.

SeokJin pasó sus dedos por ella, imaginandosela, y su expresión en blanco cambió a una totalmente diferente. 

Sus ojos brillaban con un fuego que nunca antes había visto. 

—... NamJoon.— se dirigió directamente a él.—Lo que yo recuerdo de Seouljogag no es lo mismo que ustedes recuerdan. Hablé con mamá... y me lo dijo. También le pregunté si... si podíamos quedarnos con ella al salir de a-aquí...— su voz comenzó a quebrarse una vez más. Sonrió de forma triste.—Creo que ahora ya no es posible ¿uh? S-Sin JiMin...

Antes de que comenzara a sollozar de nuevo, NamJoon envolvió sus hombros con sus brazos y lo pegó a él aunque el rubio estuviera mojado. 

Le besó el costado del rostro, y fue dejando una línea de húmedos besos a lo largo de su hombro izquierdo. 

—Es mi culpa, Joonie.— murmuró apenas y NamJoon creyó que ya no soportaría escuchar el llanto de su Jinnie ni un segundo más. 

Pero no sabía cómo aplacarlo, si él tampoco sabía librarse de la culpa que silenciosamente ambos compartían. 

El rubio se veía demasiado frágil, demasiado torturado e indefenso cuando NamJoon terminó de ayudarlo a vestirse. 

Las lágrimas parecían no acabarsele, y apostaba que su garganta ya estaba reseca. 

Mas había algo en él que no le quitaba la esperanza. SeokJin seguía teniendo ese algo que nadie nunca podría emular. Eso que le encendía el pecho y lo hacía mirarlo con nada más que adoración. 

Era tenue. Pero seguía allí. 

No podrían jamás quebrar a SeokJin por más de que este dijera que sí. 

Pero por el momento, cuidaría de él. 

Lo tomó de ambas manos, una vez el mayor estuvo sentado en la cama, mirando un punto perdido en la nada. 

—Debes descansar, Hyung.— rozó con sus dedos la marca que había besado hace no mucho atrás.

—Me gustaría.— dijo monótono.—Pero no lo haré hasta encontrar a JiMin, Joon. 

—Hyung, la policía se encargará de eso. En un momento llegarán y lo buscarán. 

—La policía no hará nada, NamJoon. Estamos solos en esto. 

NamJoon frunció el ceño ante el tono en que lo dijo, y lo que había dicho en sí. 

De todas formas, SeokJin dejó que NamJoon lo recostara en la cama, y lo arropara como a un niño. 

NamJoon se arrodilló al costado de la cama, acariciando el rostro de SeokJin. Ambos conectados por ese gesto. 

—Estoy seguro de que...— su oración quedó al aire, puesto que el pitido de un celular sonando lo interrumpió. 

Era una llamada. 

NamJoon lo contestó sin mirar. Tal vez era Jackson. 

—¿Hola? 

NamJoonie.— estaba en lo cierto.—Tengo malas noticias, hermano. 

NamJoon miró con el entrecejo apretado a su esposo. Este solo se mordía los labios. 

—¿Sí? 

Tu pueblo... No está bajo nuestra jurisdicción, así que no podemos hacer nada allí. 

Fue como si le dieran una patada en el estómago. 

—¿Qué... Qué significa eso? ¿Bajo la jurisdicción de quién está? 

Lo siento, NamJoonie. Es... Es complicado y eso es lo único que me han dicho. No se moverán a menos que esté a diez kilómetros de Seúl

—Jackson.— dijo con la voz restringida.—Esto es sobre JiMin... 

Lo sé, y lo siento, NamJoonie. Estoy de manos atadas. Sabes que haría lo que fuera por esos niños, pero ahora... Lo siento mucho. Están en una ciudad fantasma. 

NamJoon apretó los párpados. 

—Está... bien. Gracias de todas formas, Jackson. 

Jackson suspiró al otro lado. 

Escucha, seguiré viendo que hilos puedo mover aquí, pero mientras tanto manténganse fuertes. Te llamaré cualquier cosa. 

—Te lo agradezco de verdad.  

Desearía poder hacer más, NamJoonie. Bien, nos hablamos luego. Solo... No pierdan la esperanza. 

—Adiós, Jackson. 

Adiós, hermano. 

NamJoon no soportó todo el peso que se asentó en sus hombros cuando colgó el teléfono y lo lanzó sin cuidado a un costado. 

Y una mierda. 

Apoyó sus codos en la cama, enterrando su rostro entre sus manos. 

—A veces odio que tengas razón, Jinnie.— musitó, restregandose los ojos con las manos.—¿Cómo lo supiste? 

SeokJin alzó una mano y la llevó hasta los dedos de su esposo para quitarlas de sus ojos. 

—... Lo vi. Lo presentí.— apretó los dedos de NamJoon.—Es por eso que debo ir a buscarlo.  que debo buscarlo. 

NamJoon sacudió la cabeza. 

—Iremos nosotros tres. Tú quédate con JungKook. 

—Esta será mi forma de redimirme, NamJoon. Si no lo busco yo, entonces nadie más lo encontrará.— su voz ahora sonaba firme.—Es lo que esa maldita perra quiere, después de todo. 

Jin se culpa por lo que le sucedió a JiMin, ¿pero realmente pudo haberlo evitado? ¿es buena idea ir a buscarlo?
Por otro lado, Jackson le dio los documentos a Nam sobre Hiseolyl, y aún si este es un pueblo fantasma, como dice él, ¿tendrán lo que necesitan?
Las cosas se ponen todavía más confusas D: hay demasiadas preguntas sin responder aún...

¡Bueno, hasta aquí el capítulo, espero lo hayan disfrutado!

Nos leemos en el siguiente~ 💜

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